Lunes 01 de
diciembre de 1997 | Publicado en edición impresa
Hipótesis de conflicto: Sinkiang, el
Turquestán chino
La minoría blanca en China
Hace algo más de cincuenta años, en plena guerra mundial,
William Saroyán dedicó gran parte del capítulo once de su famosa novela
"La Comedia Humana" al apasionante tema de las narices a través de un
breve discurso del personaje principal, Homer Macauley. La obra fue publicada
aquí en 1943 en traducción de Leonor Acevedo de Borges -la madre del escritor-
y el mismo año se la filmó con Mickey Rooney en el papel de Homer. No puedo
recordar si se incluyó o no el histórico discurso de las narices.
Viene esto a cuento aquí a propósito de un asunto
candente (no latente) de la política de hoy: el de Sinkiang, el Turquestán
chino. Los autores chinos de hace quince siglos escribían que en aquellas
tierras la población no era como los chinos sino que tenía "ojos
hundidos" -redondos, no alargados- y "narices arremangadas"
-puntiagudas, no chatas-, esto es que eran blancos.
En aquella época esa remota comarca era como una especie
de península que subía desde Irán hacia el Asia Central bordeada por desiertos
y cordilleras. Esos blancos eran persas, indoeuropeos, arios, palabras no
sinónimas, mal que le pese a Hitler.
Situados a lo largo de la "ruta de la seda" que
comunicaba en el mundo globalizado de siempre al mundo mediterráneo con el
chino, expresión más elegante que la de "Extremo Oriente". Pero no
fue de los cortos alcances puramente económicos de "nuestra"
globalización contemporánea. Por allí viajaron ideas y culturas. Desde
Samarcanda y Bukhará llegaron a los oasis del Asia Central en cuestión la
religión maniquea de Persia con los conceptos contrapuestos y en juego del bien
y del mal. Luego se sumó el budismo, desde la India, y ganó totalmente a la
comarca.
DE ORIGEN INDOEUROPEO
Finalmente el cristianismo en su versión más oriental, la
asiria. A los impulsos de todo este entrecruzamiento de culturas surgió también
una escuela de arte en la que se mezclaron elementos griegos -eco lejano de las
conquistas de Alejandro-, indios y persas. De lo que no hay nada es de la
China, dato fundamental que debe retenerse hoy.
Este cuadro blanco e indoeuropeo cambió para el año 800
cuando el poderoso imperio de los turcos uigures conquistó la región y la
incorporó a sus dominios. Los uigures habían sido ganados por la religión
maniquea y por la civilización que ésta llevó y que dulcificó sus costumbres
bárbaras. Muy poco después sus reyes perdieron el centro de su poder en la
actual Mongolia y se instalaron en esta comarca, la cuenca del Tarim, cuya
población cambió su idioma ario por el turco, pero mantuvo sus religiones: el
budismo y el cristianismo.
Al siglo siguiente otra dinastía conquistadora introdujo
el Islam, que ha dominado en los mil años pasados desde entonces. Las
bibliotecas son ricas en libros chinos; existen cincuenta conventos budistas y
un templo de Manes a cargo del cual están sacerdotes persas. La población
mantuvo el nombre de la dinastía y tribu que les llevó el turco: uigures.
La situación actual data exactamente de 1757 en que el
general Chao Huei los anexó a China, con el nombre de Sinkiang (tierra nueva,
en chino). Cuando hace 70 o 60 años Mao intentaba vencer a Chiang Kaishek, les
hizo toda clase de promesas que luego no cumplió. Lo peor fue la inmigración de
chinos. En 1955 eran apenas diez por ciento, pero desde entonces han llegado
varios millones y hoy son casi la mitad. La reacción uigur fue lenta, pero
enérgica.
En 1992 comenzaron a producirse atentados con bombas.
Esto ha seguido. El año pasado, entre febrero y junio, hubo 2773 detenidos por
sospecha de terrorismo, se decomisaron varias toneladas de explosivos y 31.000
municiones. Una bomba hizo volar un jeep militar y otra una fábrica de armas.
Acusado de colaboracionismo con los chinos fue asesinado el vicepresidente de
la Conferencia Política de Sinkiang, Akenmu Sidike. Han sido hasta ahora vanos
los esfuerzos de los separatistas para conseguir apoyo de Kazakhstán y
Kirghizistán que han preferido mantener buenas relaciones con Pekín.
Sinkiang, tiene 1.647.000 kilómetros cuadrados y 16
millones de habitantes de los que ocho millones son uigures y un millón kazakh.
La región es riquísima en petróleo en el desierto de
Takla Makán, donde también se han hecho detonar bombas atómicas.
Un planteo moderado lo dio el dirigente Erkin Alptekin,
refugiado en Turquía: "Hemos tenido nuestro Estado soberano antes de la
conquista manchú y deseamos verlo renacer. Esto podría darse en el marco de una
federación. Tememos perder nuestra identidad. Para salvar las posibilidades de
un acuerdo pacífico, el gobierno chino debe urgentemente entablar un diálogo
sobre la suerte de mi pueblo". No por moderada fue menos enérgica. El
acuerdo pacífico y la federación los da en condicional.
UN ARTE ORIGINAL
·
En las pinturas y estatuas budistas del país uigur hay
tantas divinidades, que a veces están sentadas "a la europea" con
túnicas de tipo griego como otras con chales hindúes y estilización helena.
·
Se encuentran flores y demonios tanto como guerreros de
aspecto feroz y también caballos. Hay caras con narices aquilinas, largas
cabelleras negras y barbita en punta; caballeros elegantes, con bigotes finos o
imberbes, con ricas vestiduras o con armaduras completas así como "reyes
magos" budistas con tiara, rodeados de músicos y sirvientes.
·
Von Lecoq, explorador alemán, llevó a Berlín algunos
frescos con el sol y la luna con una frescura de colores que recuerda
directamente la miniatura árabe persa así como la decoración floral.
·
Por Narciso Binayán Carmona
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