Diario “La Nación”.
Buenos Aires, lunes 10 de noviembre de 1997 |
Un lento renacimiento
Hipótesis de conflicto: el
principado de Gales. Cinco siglos entre el sometimiento inglés y la
autonomía.
Fueron días de gloria y de alegría. Un príncipe galés
había desembarcado para reclamar para sí el trono de Inglaterra como heredero
de la casa de Lancaster (la rosa roja). Enrique Tudor fue recibido en Milford
Haven con júbilo y el más poderoso y rico de los magnates del sur de Gales, sir
Rhys ap Thomas, lo apoyó con toda su gente. Enrique cruzó el principado, se
enfrentó con el siniestro Ricardo III (dos años antes había usurpado el trono y
asesinando a sus indefensos sobrinitos, el rey Eduardo V y su hermano) y lo
derrotó en la batalla de Bosworth (22 de agosto de 1485).
El victorioso Enrique fue proclamado rey en el propio
campo de batalla y con sus fieles tropas galesas llegó triunfante a la capital
inglesa; el león rojo de la bandera galesa encabezó la entrada. Cuando fue
coronado en Westminster, el 30 de octubre, se pensó en "un retorno de los
celtas", que pondría fin a un milenio de dominación germana (anglosajona y
normanda).
El año siguiente Enrique VII se casó con Elizabeth de
York, hermana del asesinado Eduardo V y heredera de la rosa blanca. Con ello,
terminó la Guerra de las Dos Rosas que escribió, durante todo el siglo, una de
las páginas más cruentas de la turbulenta historia inglesa.
Por otra parte, y desde el ángulo celta, al primer hijo
del nuevo rey se lo nombró Arturo, honrando al mítico soberano de la Mesa
Redonda.Pero para Gales las cosas no ocurrieron como debían.
Todo parecía maravilloso.Enrique no sólo era descendiente
auténtico de la casa real, sino que su bisabuelo, Meredith ap Tewdwur (Tudor),
era primo hermano del héroe nacional Owen Glandower.Este personaje se alzó
contra la dominación inglesa y proclamó la independencia de su pequeña
patria.Venció a los ingleses, se alió con Francia y conEscocia, reunió un
Parlamento (1404) y se proclamó rey. Tres años después era derrotado por los
ingleses y su país caía de nuevo en el sometimiento. La leyenda dice que duerme
esperando para volver a la lucha. De hecho, así como el siglo había comenzado
con una gran esperanza que desembocó en un fracaso, terminó con otra gran
esperanza y con otro tremendo fracaso, peor que el anterior.
La muerte de Arturo, príncipe de Gales (1502), puso en su
lugar a quien sería uno de los más grandes y más discutidos reyes isleños:
Enrique VIII. Con él (el monarca de los seis matrimonios) naufragaron los
sueños galeses. En 1536, incorporó Gales a Inglaterra, le dio representación en
el Parlamento inglés y abolió gran parte de sus leyes nacionales.La nobleza y
lo mejor de la clase dirigente se volcaron a Londres, rápidamente perdieron su
nacionalidad y adoptaron la cultura inglesa (1). El pueblo galés quedó con
nobles de poca importancia y con una gran masa de campesinos.Los Tudor, que
hicieron grande a Inglaterra, volvieron pequeña a su propia patria.
UN
PASADO GLORIOSO
Atrás quedaban más de mil años de historia confundida en
sus comienzos con la leyenda y la mitología, todo en una nebulosa llena de
poesía y de misterio, tan característicos en el mundo celta. Pero, aunque
gobernado por reyes de origen divino, la dinastía galesa tuvo comienzos
históricos con los pies sobre la tierra. Se la veneraba como descendiente del
dios Beli el Grande, recordado por los druidas -el clero celta- en la fiesta
del 1º de mayo, la de Beltane.
Pero su relación, para nosotros, empieza con la
conversión al cristianismo (hacia 330) y con la evacuación de Inglaterra por
los romanos (410). Fue eso lo que permitió al rey Cuenedda cruzar el muro que
había mandado a levantar el emperador Adriano para mantener a raya a los celtas
y avanzar hacia el Sur, al frente de sus hombres, hasta el país de Gales.
Este sufrió entonces una fuerte invasión irlandesa, y
Cuenneda, su hijo, "el impetuoso", y su nieto, "larga
mano", guerrearon durante casi todo el siglo hasta obligarlo a retornar a
su propia isla.Desde esa época reinaron en la comarca.
La historia que sigue registra muchas guerras,
divisiones, invasiones, reyes, príncipes y, finalmente, la conquista inglesa
cuando el último monarca nativo, Llywellyn (1246-1282), fue vencido por Eduardo
I y su hijo recibió el título de "príncipe de Gales", que desde
entonces llevan los herederos del trono inglés.
El renacimiento galés comenzó con un resurgir cultural y
el reavivamiento de los tradicionales juegos florales (Eisteddfod). En 1925 se
fundó el Partido (Plaid) Kymru (Galés). Recién en 1966, Gwynfor Evans ganó una
banca en los Comunes. Con ello y con un mínimo de violencia, la lucha nacional
galesa entró en una nueva etapa.
Ya en 1979 la autonomía fue derrotada en una votación (80
por ciento en contra). Sin embargo, los nacionalistas siguieron en la lucha y
el 18 de septiembre último lograron la victoria, aunque por un margen ajustado:
50,3 por ciento en favor, 49,7 por ciento en contra,y con un ausentismo del 50
por ciento. Cardiff, la capital, votó en contra.
De sus 2.500.000 habitantes, la quinta parte habla galés.
Al comienzo del siglo lo sabía la mitad. Ahora, con un Parlamento propio -el
primero desde 1404.- las cosas cambiarán. Y, como dijo Lloyd George, el
principal político galés moderno: "Debemos luchar por nuestros derechos.
Los ingleses desprecian a los serviles".
(1) Todos los descendientes de Owen Glandower son ingleses.
EL
CHUBUT
Desde Vaugirard, el gran celtista francés Charles de
Gaulle, abuelo del presidente francés, escribió en 1864: "Sé que un grupo
de galeses patriotas ha establecido una colonia en la Patagonia con el
propósito de conservar más libres e ilesas sus características nacionales y
emplear sólo el idioma galés. Preferiríamos que fuesen independientes de
cualquier gobierno, pero podríamos convenir en que los colonos fuesen
dependientes de la Argentina antes que permitir que pierdan sus rasgos
nacionales: el linaje celta". Esas palabras reflejaban un renacimiento que
Gales no veía desde la época de Owen Glendower.
Llegaron en 1865 y desde entonces
volvieron fértiles tierras incultas; crearon un respeto mutuo con los indios;
fundaron pueblos como Gaiman, Trelew y Madryn; conservaron sus iglesias y su
lengua, su cultura, su festival literario, el Eisteddfod y se mezclaron. Albina
Jones de Zampini, genealogista de la colonia, lo demuestra en su libro. Hay
apellidos españoles, indios, italianos, alemanes, árabes. Su marido,
historiador de la colonia y del Chubut, cultor del galés, se llama Virgilio
Zampini. Su madre era una Davies. Así es la
Argentina. .
Por
Narciso Binayán
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