Diario “La Nación”. Buenos Aires, lunes
08 de diciembre de 1997
Hipótesis de conflicto
Los vaivenes de un nacionalismo tenaz
Por Narciso Binayán Carmona
No es el menor de los problemas que plantea el
nacionalismo catalán la dificultad de fijar la data de su inicio. "¿Dónde
tomó origen el renacimiento catalán, el moderno movimiento catalanista?",
se preguntaba en 1916 Antoni Rovira i Virgili. Para algunos fue con la
"revolución de los segadores" en Barcelona, el 7 de junio de 1640,
que comenzó con motines en las calles de la capital, siguió con el asesinato
del virrey Queralt, conde de Santa Coloma, acuchillado en la playa, y continuó
con una guerra en forma que sólo terminó en 1652. En esta contienda se proclamó
la independencia como república, bajo la protección de Francia, con Luis XIII
como conde de Barcelona.
Otros lo toman en la influencia de las ideas de la
Revolución Francesa o, paralelamente, en las que despertaron las guerras con
Francia (1793-1795). Mucho más pacífica es la que considera cierta el propio
Rovira: la influencia del romanticismo alemán del que fueron ejemplo los Juegos
Florales de 1859, abandonada tradición medieval. Allí renació el idioma.
A la inversa, una corriente extrema rechaza la misma idea
de separatismo: "Sólo puede separarse los que está unido y nosotros no
hemos estado jamás unidos". Para este sector -sea cual fuere su fuerza- el
rechazo a España -transmutación de Castilla- es absoluto.
LA DECADENCIA
No hay disidencia cuando se plantea el momento de la
decadencia nacional catalana. Es el siglo XV cuando -en 1412, en Caspe- un
laudo arbitral en que estuvieron representados los tres Estados de la corona de
Aragón -Cataluña en sentido estricto, Valencia y Aragón (éste de habla
castellana)- escogieron por rey al infante castellano don Fernando el de
Antequera. Con él, acota Rovira, "comenzó la influencia castellana sobre
nuestra patria y el glorioso brillo de su estrella fue apagándose". A esto
se sumó, 57 años más tarde, el matrimonio de su nieto Fernando con su prima Isabel,
los futuros Reyes Católicos. Con esto nació España, aunque quedaron fuera de
ella, por el momento, Navarra (hasta 1512), en reino musulmán de Granada
(conquistado en 1492) y Portugal.
Si bien la igualdad matrimonial entre Isabel y Fernando
fue absoluta en el manejo de las dos coronas unidas entre sí, Castilla y
Aragón, no ocurrió lo mismo en cuanto a la administración. Cada uno de los
reinos que formaban la segunda corona (Cataluña, Aragón y Valencia) mantuvo sus
instituciones, diferentes de las castellanas. Por otra parte, Isabel legó en su
testamento sólo a Castilla "las tierras descubiertas o por descubrir en el
océano". Asimismo, a aragoneses y catalanes se los excluyó de América. Por
otra parte, Fernando el Católico sería el último de los soberanos de los catalanes
que hablase el catalán. Esos factores pesaron en la actitud del país hacia sus
reyes y hacia Castilla-España, y se pusieron de manifiesto en 1640. Una
situación mucho más grave se vivió cuando la guerra de sucesión en que se
enfrentaron dos candidatos, el francés Felipe de Borbón (Felipe V) y el
archiduque Carlos de Austria.
Temerosa del centralismo característico de los Borbones,
Cataluña apoyó al segundo, que reinó varios años en Barcelona. Triunfante
Felipe, la ciudad soportó un sitio de 13 meses (1714) y luego fueron suprimidas
las instituciones nacionales: el Parlamento y la Generalitat, su emanación,
ambas medievales; y las universidades. Y el castellano quedó como único idioma
oficial.
RESURGIMIENTO
Esta situación se va revirtiendo paulatinamente cuando
Cataluña se industrializa, enriquece y afirma su posición para resurgir, a la
vez, el catalanismo (Los Juegos de 1859, vuelta de tuerca importantísima).
En 1901 nace el primer partido y en 1907 ya la
Solidaridad catalana gana 41 de las 44 bancas de Cataluña en Madrid. En 1931,
ya partido Alfonso XIII, se proclamó la república, dentro de una Federación
Ibérica, que a poco cambió su nombre por el de Generalitat. Franco lo suprimió
y prohibió también el uso en público del catalán. Pero a su muerte fue
restablecido y oficializado.
Desde 1980 es presidente de la Generalitat Jordi Pujol,
de Convergencia i Unió, de centro, nacionalista, aunque no tanto como Esquerra
Republicana (13,2 de ellos del Partit por la Independencia) a los que se suman
Iniciativa por Catalunya i els Verts (11).Por todo, 84 diputados. Los españoles
suman 51 (34 socialistas y 17 del PP, de Aznar).
A este cuadro debe sumarse el de la independencia,
siempre batido pero no grave, y el del mundo catalán, candente.
Dentro de España hay tres regiones autónomas: Cataluña
(6.500.000), Valencia (3.100.000) y Baleares (560.000).
LA DEFENSA DEL VALENCIANO
Un agudo problema del mundo catalán es el de Valencia.
¿Forma parte de él o no? ¿El valenciano es el catalán meridional o es otro
idioma? Los filólogos en general lo consideran parte del catalán (por ejemplo,
A. Meillet, "Les langues dans l´Europe nouvelle", Payor, París, 1928,
Pág. 365). En Valencia las opiniones son encontradas. Hay un fuerte movimiento
catalanista. Josep Guia, refiriéndose al conjunto, en su trabajo "Es molt
senzill: diguen-li Catalunya" (ediciones El llamp, 1985) señala: "La
patria valenciana no existe como proyecto nacional". Para él es todo
Cataluña.
En cuanto al idioma, hay una marcada
división. Las universidades, desautorizadas por el gobierno regional, afirman
que en Valencia se habla catalán. En disidencia, Xavier Camp, presidente de la
Academia de Cultura Valenciana, afirma que es una "lengua diferente y
diferenciada". Para él, el valenciano "es muy diferente" al
catalán en "todo: fonética, morfología, sintaxis y vocabulario". A
esto, los catalanistas señalan que la mayoría de los valencianistas hablan en
castellano y que atacan a Cataluña y lo catalán .
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