Diario "La Capital". Rosario, viernes, 05 de agosto de 2005 |
Nuevos dilemas de un bastión pacifista Como consecuencia de Hiroshima, los líderes japoneses han mantenido desde hace mucho tiempo una promesa de que este país jamás poseerá, desarrollará ni permitirá en su territorio ninguna arma nuclear. Sin embargo, en los últimos años, algunos miembros del partido conservador del primer ministro Junichiro Koizumi han empezado a cuestionar esa posición, aduciendo que la suposición de que Corea del Norte tiene la bomba y proyectiles capaces de alcanzar cualquier punto de Japón hacen imperativo que Tokio empiece a debatir la posibilidad de desarrollar armas nucleares propias. "Es demasiado", protestó Shogo Kadoya, un retirado de 70 años que se crió en Hiroshima pero sobrevivió el ataque. "No nos están escuchando". Sunao Tsuboi, otro sobreviviente, también se muestra preocupado. Como muchos otros, se ha comprometido a mantener a Hiroshima como un bastión del pacifismo. "Todo lo que estoy escuchando estos días me hace enojar", dijo Tsuboi, de 80 años, que era un estudiante universitario cuando el 6 de agosto de 1945 explotó la bomba en Hiroshima. "Tengo la fuerte sensación de que Japón se está inclinando hacia la derecha, y que estamos recorriendo un camino por el que ya hemos pasado antes", dijo, con su cara todavía visiblemente cicatrizada por las quemaduras. El partido en el gobierno, en su último llamamiento para tener una postura de seguridad más agresiva, propuso esta semana que el ejército no debería estar limitado a su papel actual de defensa propia, sino que debería tomar parte en los esfuerzos internacionales para asegurar la paz en el exterior. Koizumi ha hecho una visita inusual al santuario Yasukuni de Tokio dedicado a los muertos en la guerra -que sus críticos consideran un símbolo del militarismo japonés-, y un libro de texto escrito por los historiadores nacionalistas ha hecho acrecentar las críticas. Las propuestas del Partido Liberal Demócrata (PLD) de Koizumi incluidas en un borrador para la nueva Constitución marcaron un cambio drástico de las leyes fundamentales de la actual Constitución pacifista, inalterada desde que fue redactada por las autoridades de la ocupación de la posguerra. Una sección clave de la Constitución, el artículo 9, renuncia al derecho de mantener un ejército o comenzar una guerra, aunque los gobiernos japoneses lo han interpretado como un permiso de defensa para las fuerzas. "Debemos salvar el artículo 9 de cualquier manera", dijo Tsuboi, quien encabeza un grupo de víctimas de Hiroshima. Las administraciones recientes han interpretado las restricciones de la Constitución como medidas que no se contradecían con el apoyo no combativo en las guerras lideradas por Estados Unidos en Irak y Afganistán. Pero muchos miembros del PLD están irritados por los límites del documento que redactó Estados Unidos para Japón tras la Segunda Guerra. La impresión de que el mensaje pacifista se diluye está cada vez más arraigada. Una conferencia mundial concluyó en mayo sin consenso acerca de cómo fortalecer el Tratado de No Proliferación Nuclear, el fracaso más rotundo en un encuentro de ese tipo en 35 años. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario