Diario “La
Nación”. Buenos Aires, lunes 20 de octubre de 1997
Hipótesis de
conflicto
Reliquia de un pacto inicuo
Por obra de nazis y comunistas, desde 1939 Rumania
permanece separada de la parte de su territorio quizá más representativa de su
espíritu nacional.
Se lo ha llamado "la mayor intriga de que se tenga
conocimiento en la historia de la diplomacia". Tan durísima definición
mereció el pacto alemán-soviético del 23 de agosto de 1939, firmado en el
Kremlin, bajo la mirada sonriente de Stalin, por Joachim von Ribbentrop,
canciller alemán, y Vyacheslav Molotov, comisario del pueblo para asuntos
exteriores de la Unión Soviética.
En virtud del acuerdo, Estonia, Letonia y Lituania fueron
incorporadas a la URSS; Polonia fue dividida entre la URSS y Alemania, y Rumania
perdió Besarabia.Si bien los tres países bálticos han recuperado tanto su
libertad como su independencia, la frontera oriental polaca ha quedado firme
según el acuerdo y Besarabia sigue separada de Rumania.
Hace mucho tiempo que cayó vencido el régimen nazi
-1945-, y mucho menos, bajo el peso de sus "contradicciones
internas", el soviético -1991-; pero los efectos del acuerdo perduran (1).
Ello, en virtud de la habilidad acrobática con que Stalin logró conservar como
enemigo de Alemania desde 1941 lo que había ganado como amigo entre 1939 y
1941. Incluso, el canciller era y siguió siendo el mismo, Molotov. Von
Ribbentrop tuvo menos suerte.
Con la boca abierta
El pacto de 1939 tenía dos partes: una pública, de no
agresión, y una secreta. La primera permitió al gobierno de la Alemania nazi
comenzar la Segunda Guerra Mundial al invadir Polonia, el 1º de septiembre de
1939, un poco más de una semana después de firmada.
El embajador Ulrich von Hassell escribió en su diario que
al enterarse del acuerdo había quedado "con la boca abierta", y luego
vio claramente "que los rusos han hecho el pacto con nosotros para
alentarnos a llevar a Europa a la guerra" (2). La parte secreta sólo se
conoció después .
En lo que hace a Rumania, decía: "La parte soviética
ha demostrado interés en Besarabia. La parte alemana declara su total
desinterés por estas regiones".
Besarabia es la actual República de Moldavia -hasta 1991,
la República Socialista Soviética de Moldavia- y su destino comenzó a
perfilarse gradualmente.
Hubo primero una suave sugestión -desmentida por Molotov-
del titular del PC rumano (en diciembre de 1939) y luego el mismo canciller
soviético recordó, también suave y sugestivamente, ante el Soviet Supremo, que
entre la URSS y Rumania existe "un problema no solucionado: el problema de
Besarabia" (29 de marzo de 1940).
Muy poco después, las cosas se precipitaron. Sin
plantearlo aún, el asunto fue discutido entre Berlín y Moscú, y el embajador
alemán, Von Schulenburg, sugirió que para moderar el impacto el gobierno
soviético podría devolver el tesoro rumano que había sido enviado a Rusia
durante la Primera Guerra Mundial y nunca reintegrado. Molotov se negó.
"Rumania ha explotado ya bastante a Besarabia", dijo.
Finalmente, la cosa explotó.
El 26 de junio de 1940, Molotov presentó al embajador
rumano en Moscú, G. Davidescu, un ultimátum para que se cediera en el plazo
perentorio de 24 horas Besarabia y parte de Bucovina.
Afirmaba que, en 1918, Rumania, "aprovechando la
debilidad militar de Rusia, desprendió... una parte de su territorio,
Besarabia, pisoteando la antigua unidad de Besarabia, poblada principalmente
por ucranios", e indicaba que el reclamo por Bucovina era "en medida
insignificante" una indemnización de la "gran pérdida" causada
por los 22 años de dominación rumana en Besarabia.
Con gran sentido de la oportunidad, la URSS presentó la
intimación tres semanas después de la evacuación inglesa en Dunkerque y a los
cinco días de la rendición de Francia -aliada de Rumania- ante Alemania.
Por lo demás, el mismo mes, Estonia, Letonia y Lituania
recibieron ultimátum mucho más duros, y ya en julio formaban parte de la URSS.
En esta situación, Rumania no podía hacer otra cosa que
ceder y entregó el territorio comprendido entre los ríos Dniester y Pruth y el
Mar Negro. "Por error", hubo algunos muertos. Así han quedado las
cosas desde entonces.
Moldavia, es decir Besarabia (amputada la costa con la
ciudad de Cetatea Alba), tiene 33.700 km2 y 4.400.000 habitantes, de los cuales
el 64,5 por ciento es rumano y el 28,9 por ciento, eslavo (rusos, ucranios,
búlgaros).
Ahora bien, la historia de Besarabia nada tiene en común
ni con Rusia ni con Ucrania. Ocupada, como todas las tierras rumanas, por
tribus turcas y desde 1241 hasta fines del siglo XIII por los mongoles, fue
liberada con la fundación del principado de Moldavia por la dinastía de los
Mushat, en la segunda mitad del siglo XIV.
Este Estado comprendió desde el delta del Danubio hasta
el Dniester y por el Sur limitaba con otro principado rumano, ligeramente
anterior, el de Valaquia (ver recuadro).
Su historia fue agitada, tempestuosa y de guerras
seculares, ya que por el Sur comenzaron, desde 1369, las incursiones otomanas,
y por el Norte siguieron las de los mongoles a partir del khanato de Crimea.
Sin embargo, aunque como vasallos, los dos principados lograron mantener su
autonomía hasta la independencia, conquistada en el siglo pasado, en 1877.
Vlad y Esteban
Los dos principados fueron los únicos Estados de los
Balcanes que lograron mantenerse libres del control directo de los otomanos, y
ello, gracias al valor y a la energía de dos grandes príncipes: el terrible
Vlad el Empalador (1456-1462), en Valaquia (ver recuadro), y Esteban el Grande
(1457-1504), en Moldavia.
Esta situación excepcional surgió de dos batallas en que
vencieron a los turcos, en 1462 y en 1475, respectivamente.
Esteban el Grande derrotó también al rey de Polonia, Juan
Alberto, que quiso colocar a su hermano en el trono rumano (batalla de Codrul
Cosminuii, 1497).
Caballerescamente, el cronista polaco Jan Duglosz
escribió de Esteban: "Hombre digno de admiración... el más digno al que
puedan confiarse la dirección y gobierno del mundo".
Rusia no llegó a limitar con Moldavia hasta la segunda
participación de Polonia (1793), y sólo en 1812 logró, por primera vez,
anexársela.
Los censos rusos de 1817, 1858 y 1862 indican porcentajes
de 86, 66 y 51 de rumanos con un crecimiento sostenido de ucranios.
Sin embargo, cuando en 1918 la región se reintegró a
Rumania, los rumanos seguían siendo dos tercios de la población, y así quedó.
Durante los años del poder soviético la comunicación
entre Besarabia y Rumania fue escasísima.
Luego de 1991, la situación se revirtió, pero "no
hay ninguna perspectiva de revisión fronteriza". Esto se escribió en 1979
y Rumania no formula reclamos.
Sin embargo, en 1984, me dijeron en Bucarest que en
Besarabia hay tantas o más historias y rumanidad que en la misma Rumania.
"No la olvidamos" (palabras particulares). Rumania no reclama nada por
ahora. Por ahora.
(1) Karelia, a la que se refirió una nota anterior, no
está mencionada explícitamente.
(2) "Vom Andern Deutschland" (De la otra
Alemania), notas escondidas cuando su autor, conservador y demócrata, fue
detenido y luego ejecutado por su participación en el antentado contra Hitler,
en 1944.
Moldavia, una isla latina
Moldavia, o sea Besarabia, es, como todo el mundo rumano,
una isla latina en un océano eslavo (glosando libremente una definición ajena).
No es, generalmente, ni bastante recordado ni suficientemente conocido este
enorme bloque de latinos en la parte más oriental de los Balcanes, lindante con
Ucrania, y, Mar Negro por medio, con el Cáucaso.
Teniendo en cuenta la realidad resulta muy original
-ridículo aparte- que la Constitución de 1994 mantenga, ya caído el poder
soviético, la ficción de que el idioma sea "la lengua moldava, que utiliza
la grafía latina". Es original, puesto que esa lengua no existe, es
simplemente rumano.
La sintaxis, estructura y la mayor parte del vocabulario
del rumano son latinos. "Nopte buna" (buenas noches), "la
revedere" (adiós), "parinte" (padres), "sora"
(hermana),"camosa"(camisa), "porc"(cerdo),
"carbune"(carbón), "piatra" (piedra), "domnul"
(señor), "doamna" (señora), y así interminablemente.
En un terreno tan nacionalista como la cocina, esto queda
confirmado por el plato más típico de la cocina rumana, la "mamaliga"
o polenta. Rumanísima, tanto como el queso de oveja y el asado de cordero.
Todos aparecen indicados como característicos de la "cocina moldava".
Nada se dice de latinidad, y menos de Rumania. Y lo mismo
vale para sus canciones típicas, las "doina". Cosas de la época
soviética.
Un nombre saltarín
Así como el Río de la Plata se llama de tal manera por la
plata que está en los Andes y no en su chata y líquida geografía, el hombre de
Besarabia no viene de su dinastía local, la del norte del mundo rumano,
Moldavia, sino por la del Sur, la de los Basaraba.
Estos saltos no son tan raros, ya que Escocia, por
ejemplo, se llama así por Irlanda; Tadjikistán, tierra persa, por una pirueta
que involucra a la tribu árabe de Tay, ajena a la región, y así sucesivamente.
Alguna razón habrá que ab one estos fenómenos radicales,
pero habría que buscar mucho para hallarla.
La dinastía Basaraba es famosa en la historia, como lo
fue, en su tiempo, en el plano de la noticia, a causa de su hijo más ilustre,
Vlad el Empalador, el que originó la leyenda de Drácula. Como suele ocurrir, la
palabra "Besarabia" no es rumana; Basarab I (1310-1359) era un príncipe
de origen mongol, tataranieto de Juchi, hijo de Genghis Khan, cuyo padre,
Tihomir, afianzó su poder en la comarca (según investigación del doctor
Szabolcs de Vajay).
Lo curioso acá es que el nombre haya saltado de la sureña
Valaquia a la parte norte de la norteña Moldavia . .
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