Diario “La Capital”. Rosario, viernes, 05 de julio de 2013
Los militares egipcios detuvieron
a los líderes de los Hermanos Musulmanes
Aunque el presidente
interino declaró que convocaba a los grupos islamistas a integrarse al nuevo
gobierno, se produjeron varios arrestos.
Golpe
cívico militar. Helicópteros de guerra sobrevuelan la plaza Tahrir mostrando su
apoyo a los manifestantes.
Las fuerzas de seguridad
de Egipto, con orden de la Fiscalía de la nación, arrestaron ayer al guía
supremo de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie y de su segundo, Khairat
el-Shater, ambos acusados de incitar al asesinato de manifestantes.
El hecho se produce en
medio de severas medidas contra este movimiento islamista ejecutadas luego de
que las Fuerzas Armadas derrocaran al primer presidente elegido
democráticamente en el país.
Una coalición islamista
liderada por los Hermanos llamó a los egipcios en todo el país a protestar hoy
tras las oraciones semanales, lo que permitirá ver el respaldo que aun pueda
tener Mursi y la manera en que los mandos militares manejarán esa situación.
Tal vez consciente de los
riesgos de una sociedad polarizada, el nuevo líder interino, Mansour Adli, usó
su juramentación para expresar un signo de paz a los Hermanos Musulmanes.
"Los Hermanos Musulmanes son parte de este pueblo y están invitados a
participar en la construcción de la nación ya que nadie estará excluido y, si
responden a la invitación, serán bienvenidos", expresó Mansour. Pero un
alto funcionario de los Hermanos dijo que no trabajaría con "las
autoridades usurpadoras". Otro de sus políticos señaló que lo ocurrido
podría llevar a otros grupos a una resistencia violenta.
Naciones Unidas, Estados
Unidos y otras potencias mundiales no calificaron la destitución de Mursi como
un golpe de Estado militar, ya que hacerlo podría desencadenar sanciones. En el
caso de EEUU, por ejemplo, debería suspender el envío de los 1300 millones de
dólares anuales que otorga a Egipto como ayuda financiera. El interés
estadounidense en Egipto, en parte, reside en la importancia de este país para
la seguridad de Israel.
La intervención de las
fuerzas armadas fue respaldada por millones de egipcios, incluyendo a líderes
liberales y figuras religiosas que esperan nuevas elecciones. Los militares
egipcios han estado en el centro del poder desde el derrocamiento del Rey
Farouk en 1952.
Islamismo
político. La caída del primer líder
electo luego de las revoluciones de la Primavera Arabe plantea interrogantes
sobre el futuro del Islam en la política.
Mursi se encuentra bajo
custodia militar, según fuentes del Ejército y de los Hermanos Musulmanes. El
máximo líder del movimiento islamista, Mohamed Badie, fue arrestado en la
norteña ciudad de Marsa Matrouh, cerca de la frontera con Libia, pese a que
fuentes de seguridad dijeron que no creen que hubiera intentado dejar el país.
Tanto él como el segundo
al mando del movimiento, Khairat el-Shater han sido acusados de incitar a la
violencia a manifestantes que se encontraban en las afueras de unas
instalaciones de los Hermanos Musulmanes en El Cairo que fueron atacadas el
sábado por la noche.
Essam El-Erian, un
miembro de alto rango de los Hermanos Musulmanes, dijo a través de Facebook que
las "oleadas de simpatía" hacia la agrupación aumentarán gradualmente
con el tiempo y que los líderes islamistas del país fueron derrocados antes de que
tuvieran la oportunidad de tener éxito.
"El final del golpe
de Estado llegará más rápido de lo que imaginan", agregó.
"Se
trata de Egipto." En las afueras de la
corte constitucional donde juró Mansour, el ingeniero de 25 años Maysar
El-Tawtansy sintetizó el sentir entre quienes habían votado por Mursi en 2012 y
se oponían a la intervención militar.
"Hicimos filas
durante horas el día de la elección, y ahora nuestros votos son nulos",
expresó. "No se trata de los Hermanos Musulmanes, se trata de Egipto.
Hemos retrocedido 30, 60 años".
Egipto tiene ahora un
gobierno interino tecnócrata y estableció un panel para la reconciliación
nacional. Se revisará la Constitución y se organizarán elecciones
presidenciales y parlamentarias, sin establecerse un cronograma fijo.
Duro revés al intento democrático islamista en el mundo árabe
Egipto fue la piedra angular del salto del movimiento islamista al poder en la ola de insurrecciones que sacudió el mundo árabe a partir de 2011.
Egipto fue la piedra angular del salto del movimiento islamista al poder en la ola de insurrecciones que sacudió el mundo árabe a partir de 2011. Al ganar una elección tras otra, los islamistas juraron demostrar que podían gobernar de manera eficiente y aplicar su visión del islam político, a la vez que adoptaban las normas de la democracia.
Mohamed Mursi era su pilar: el veterano de la Hermandad Musulmana, el grupo islamista más antiguo y prestigioso de la región, y el primer presidente egipcio elegido en comicios libres. Es por eso que su derrocamiento luego de apenas un año en funciones significa un golpe tan devastador para los islamistas en varios niveles, no sólo en Egipto sino en toda la agitada región.
Mursi, la Hermandad y sus aliados más intransigentes dicen que siguieron las reglas de la democracia y que fueron derrocados por opositores que, incapaces de obtener el triunfo en las elecciones, golpearon a la puerta de los cuarteles. Para el sector más extremista de los islamistas, la lección es que la democracia, que para muchos de ellos era "kufr", o herejía, es tramposa, y que la violencia es la única vía para realizar su sueño de un Estado islámico.
Pero para los millones de egipcios que salieron a la calle contra Mursi, los islamistas fracasaron en la democracia porque se excedieron. Los manifestantes se convencieron de que los islamistas utilizaban sus triunfos electorales para concentrar el poder en manos de la Hermandad Musulmana, excediendo su mandato y tratando al país como si este hubiese aceptado el "proyecto islamista". Peor aún, para muchos manifestantes, los islamistas no estaban resolviendo los múltiples y graves problemas del país.
En la amplia gama del movimiento político islamista -desde los moderados hasta los milicianos- la Hermandad surgió como la fuerza principal que argumentaba que los islamistas pueden ser demócratas. Su influencia llevó a grupos más intransigentes a participar en las elecciones. Sectores ultraconservadores que rechazaban elecciones sujetas a otra ley que no fuera la de Dios, se presentaron en los comicios.
Pero la oposición destaca un factor clave que volvió a muchos en contra de la Hermandad: la constitución post-Mubarak. Mursi había prometido un consenso en torno del documento, pero los islamistas dominaron la asamblea constituyente. Liberales, izquierdistas, seculares y cristianos abandonaron paulatinamente la comisión, señalando que los aliados de Morsi imponían sus posiciones. Finalmente, Morsi decretó de manera unilateral que tanto él como la asamblea estaban fuera de la jurisdicción de las cortes para asegurarse de que estas no podrían disolverla, y los islamistas terminaron de redactar la carta en una maratónica sesión que duró toda una noche.
"La remoción forzada del primer presidente civil democráticamente electo envía un mensaje a los islamistas de que no tienen cabida en el orden político; siembra temores entre ellos de que sufrirán otra sangrienta represión, y esto tiene el potencial de provocar una resistencia desesperada e incluso violenta por parte de los seguidores de Morsi", indicó en un comunicado el grupo International Crisis, con sede en Bruselas.
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