Diario “La Nación”. Buenos Aires, lunes 28 de julio de 1997
Hipótesis de conflicto: Albania
Guerreros de
leyenda
La nación que reivindica a Kosovo y a parte de Macedonia,
más fiera aun que la serbia, plantea en los Balcanes un problema latente que es
pura dinamita
Hace muy pocos años los observadores políticos
internacionales tomaron nota, con inquietud, de las violentas manifestaciones
nacionalistas de los albaneses en la región autónoma de Kosovo, en Yugoslavia.
Tanto en la época de Tito -cuando se produjeron los
estallidos de 1968- como después los temores estaban más que fundados, ya que
la situación de Kosovo era, y sigue siendo, potencialmente mucho más explosiva
que la de Bosnia, y la capacidad combativa de los albaneses alcanza extremos de
leyenda.
En cuanto a este aspecto igualan, si no superan, a los
serbios.
Un personaje real, Jorge Castriota (1405-1468), más
famoso como Scanderbeg, resume la vigorosa personalidad de los albaneses en ese
sentido.
Rehén del sultán otomano y obligado a convertirse al
Islam, Scanderbeg alzó en su señorío la bandera de la rebelión con su escudo de
armas -el águila de dos cabezas- como estandarte.
En esos momentos los turcos habían ya conquistado Serbia,
Bulgaria y Bosnia, y poco después caería en sus manos la capital imperial,
Constantinopla, "la nueva Roma" (1453). Sólo Scanderbeg resistió con
éxito seguido con entusiasmo por sus compatriotas y ayudado por su fiel aliado,
el rey Alfonso el Magnánimo, de Nápoles y Sicilia.
Después de su muerte, la guerra siguió hasta 1481, pero
los otomanos no lograron dominar la resistencia, encabezada primero por su hijo
y luego por su nieto, hasta 1506. Toda su época admiró el valor de ese pequeño
pueblo y de su jefe frente a una potencia a la que nadie enfrentaba con éxito y
la veneración hacia él es tan grande que el blasón familiar con el águila de
dos cabezas se mantuvo en el escudo de Albania incluso durante la época
comunista.
Más misteriosa que el Tíbet
Prudentemente, los turcos, una vez conquistado
militarmente el país, siguieron una política cauta frente a ellos, alertados
por su ferocidad, aun vencidos. Por su parte, la mayoría de los albaneses
abrazó el Islam pero una porción sustancial del pueblo siguió siendo cristiana,
ortodoxa o católica.
Encerrados entre sus montañas, aislados del resto de
Europa, mantuvieron un sistema semifeudal, con señoríos y tribus, y conservaron
sus viejas tradiciones y costumbres hasta bien entrado este siglo.
Un francés pudo escribir acertadamente en 1912:
"Conocemos mejor el desierto del Sahara o el Tíbet que a Albania". Y
ello pese a la corta distancia que la separa del talón de la bota italiana.
Occidente la olvidó, y se llegó a llamar
"turcos" a los albaneses musulmanes y "griegos" a los
ortodoxos e incluso se dijo que era una simple "expresión geográfica. No
existe".
Sólo en 1912, durante las guerras balcánicas contra
Turquía, el país debalcánicas contra Turquía, el país declaró nuevamente su
independencia, y se llega así al problema actual.
La aspiración nacional era reconstruir Albania sobre la
totalidad del territorio étnicamente albanés. En ese momento era sencillísimo,
pues la totalidad del país formaba parte del Imperio Otomano. Austria, Hungría
e Italia apoyaban a Albania, pero Rusia, protectora de Serbia, logró que Kosovo
pasara a ésta.
Igualmente quedó fuera de Albania la parte oriental,
tierra natal de la figura más ilustre de la nación en los últimos siglos, la
Madre Teresa.
Albania renacida quedó de este modo con la mitad de su
pueblo en tierra extranjera. En 1925 llegó al poder como presidente Ahmed Zogú,
jefe de tribu y político de gran carrera, que en 1928 se proclamó rey. Su
reinado de once años fue progresista, pero terminó abruptamente por la invasión
italiana del Viernes Santo (7 de abril) de 1939.
Víctor Manuel III de Italia fue proVíctor Manuel III de
Italia fue proclamado rey, pero Albania mantuvo instituciones propias: primer
ministro, Parlamento y administración, salvo las relaciones exteriores.
Más aún, se recuperaron las fronteras étnicas perdidas en
1921; Albania duplicó su población y económicamente se fortaleció: de país importador
de cereales pasó a exportador.
El premier, Mustafá Kruja, que, siendo muy joven, en 1908
había encabezado una rebelión contra los turcos, había señalado ya en 1940:
"¿Qué puede decirse, si Italia rectifica los errores de la diplomacia y si
por su intermedio Albania, amputada, completa su unión nacional?".
Sobre esto no hubo disidencia. Cuando los guerrilleros
comunistas se organizaron políticamente, tres años más tarde, insistieron en
que debían mantenerse las fronteras recuperadas.
Enver Hoxha, el dictador comunista, incluso logró que
Tito confirmara en 1946 que Kosovo era albanesa. Pero ello fue en el marco de
su aspiración de incorporar Albania a Yugoslavia como una república más, aunque
no fuera eslava. Fracasado en esto, retiró su apoyo. La cuestión siguió así con
las violentas manifestaciones de 1968 y 1981 en Kosovo, en demanda de la
anexión.
En 1984, en Prishtina, la capital, el rector de la
Universidad me aclaró al visitarlo: "Somos albaneses. Queremos reunirnos
con nuestros compatriotas".
Frontera inflamable
Kosovo tiene 2.500.000 habitantes, de los cuales al menos
el 80% es albanés, mientras que Macedonia tiene dos millones y un 23% albanés.
Están junto a la frontera.
Políticamente, si bien Kosovo sigue bajo control
yugoslavo, se ha proclamado como república un gobierno paralelo y tiene su
presidente -Ibrahim Rugova- y su Parlamento, aunque el premier y el gabinete
están en el exilio, en Suiza. Los agrupa la Liga Democrática de Kosovo.
En Macedonia los albaneses tienen dos partidos: el de la
Prosperidad Democrática y el Democrático. El vicepresidente es siempre albanés
y hay varios ministros. Pese a ello, considera que la situación es más
explosiva allí que en Kosovo.
La moderación de Rugova ("resistencia pasiva")
y de Berisha, presidente de Albania, atribuida a presiones internacionales, les
han valido muchas críticas y no han evitado situaciones violentas: ataques a
tropas y civiles serbios (1996) y la muerte de dos
"colaboracionistas" (1997).
Este panorama ha sido hábilmente explotado por el rey
Leka (pretendiente, ver aparte), que en el curso de la campaña electoral última
se presentó como "rey de todos los albaneses" y "no sólo de
Albania". Reclamó explícitamente Kosovo y los distritos en Macedonia.
Como la planteó recientemente un político griego:
"La cuestión albanesa es realmente explosiva". Una guerra que,
comparativamente, haría que la de Bosnia pareciera insignificante y aterra
tanto a Washington como a la Unión Europea.
El amor que acechaba en una revista
vieja
De "cuento de hadas" ha sido calificado el
romántico casamiento del rey Zog I con la condesa húngara Geraldina Apponyi,
veinte años menor que él. Se encontraron a fines de 1937, cuando una hermana
menor del monarca hojeaba una revista vieja donde la condesa aparecía en una
fiesta en Budapest. Le pareció interesante como reina y su hermano, soltero, se
entusiasmó tanto que envió de inmediato a un ayudante para invitarla a una
fiesta en Tirana. La condesa llegó el 30 de diciembre, se conocieron el 31,
ante 3000 personas, el rey pidió su mano el 1º de enero de 1938 y se casaron el
27 de abril del mismo año.
La prensa sentimental y social de la época aprovechó este
romance "tan singular y de tan feliz desenlace", según un texto
periodístico de entonces.
El Miércoles Santo (5 de abril) de 1939 nació el príncipe
heredero, Leka, y dos días más tarde, durante la ceremonia en que el cuerpo
diplomático fue a felicitar al padre, el embajador italiano le anunció a éste
que un par de horas después las tropas de su país invadirían a Albania. La
reina y el bebe Leka partieron sin demora y ese mismo día, en medio de barro y
hielo, llegaron a Grecia.
Leka creció en el exilio, vive en Africa y no volvió
hasta 1993. Afirma que hubo fraude en el plebiscito del mes último, en el que
se votó por la restauración de la monarquía o en contra de ella y así lo
planteó ante la justicia electoral.
Por parte de su abuela paterna, Sanie Toptani, Leka
desciende de una hermana de Scanderbeg, mientras que, por su madre, viene del
aliado del héroe albanés, Alfonso el Magnánimo (1416-1458) cuya hija Leonor es
antepasada de la alta nobleza magiar. Leka está casado con una australiana y
tienen un hijo que también se llama Leka.
Un periodista del peronismo
La conquista turca de Albania ha determinado la creación
desde el siglo XV de una serie de colonias bastante importantes en el sur de
Italia. Ernesto Sabato recuerda en "Abaddón el exterminador" que la
familia de su abuela era albanesa, nacida en Paola, Calabria.
Igualmente, figuras conocidas de la vida pública
argentina, como Américo Barrios, periodista del peronismo de la primera época,
o el el juez de la Corte Suprema de Justicia Augusto Belluscio (Belushi) son de
origen albanés.
Una curiosidad la constituyen las tres cautivas que
Tamerlán envió de regalo a Enrique II de Castilla, en 1402, tras capturarlas
del harén del sultán Bayaceto, vencido en Ankara. Las tres eran hermanas y,
según sus lápidas respectivas, "hija del conde Juan y nieta del rey de Hungría".
Se casaron y han dejado gran descendencia en Galicia, Arévalo y Segovia.
Durante siglos se ha intentado en vano establecer quiénes
eran esos dos personajes femeninos.
El estudioso húngaro Szablocs de Vajay, por carta de
junio último, me autoriza a publicar el resultado de su propia pesquisa: el rey
aludido en las lápidas sería Carlos II de Nápoles, coronado brevemente rey de
Hungría (1385) y de trágico fin.
Una hija natural suya, Angelina, se habría casado con un
magnate albanés, Ghin (Juan). De Angelina viene, al parecer, la primera esposa
del suegro del Libertador y, por lo tanto, la familia porteña de Demaría. .
Por
Narciso Binayán
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