Traducir

martes, 14 de enero de 2014

REINO UNIDO. LA SUCESIÓN AL TRONO INGLÉS



Diario “La Nación”. Buenos Aires, lunes 08 de septiembre de 1997 
Inglaterra
Té y anémica simpatía
Hipótesis de conflicto: la sucesión al trono inglés.
La inesperada cuan trágica muerte de lady Diana Spencer, princesa de Gales, ha puesto en entredicho, una vez más, a la monarquía inglesa.
La reacción emocional y la ola de histeria colectiva que ha conmovido al pueblo inglés no puede tomarse demasiado en serio como vaticinio para el futuro de la corona insular.
Los ingleses, tradicionalmente nada flemáticos por más que les guste aparentar lo contrario, son, evidentemente, muy emotivos. Bastaron dos o tres gestos meramente humanos e insignificantes en sí para revertir la reacción adversa que se había planteado con igual rapidez y escasa reflexión.
Sin embargo, una vez asentada la polvareda del terremoto causado por este evento trágico, es posible intentar un análisis más sereno de la situación institucional de este curioso país, Inglaterra.
Dinásticamente, sólo Escocia dimana su monarquía del mismo origen y derecho que Inglaterra. No es, en absoluto, lo mismo para Gales ni para Irlanda, sobre las cuales los monarcas de Londres fundan sus derechos en situaciones completamente distintas. Prescindamos, por tanto, de ellos, limitándonos a Inglaterra y Escocia.
Relativa insignificancia
Discutir a la monarquía misma por las fallas humanas de los actuales representantes es trivializar las cosas por completo. El insignificante romance extramatrimonial del príncipe de Gales es muy poca cosa comparado con la extraordinaria danza de casamientos, tragedias y ejecuciones conyugales que esmaltaron la vida regia de Enrique VIII (1509-1547).
Igualmente, Carlos II (1660-1685) y Jacobo II (1685-1689), ambos casados y cuyas mujeres los sobrevivieron, han dejado una gigantesca descendencia extramatrimonial (tanto Diana cuanto Sarah Fergusson pertenecen a ella).
Mucho más grave, por bigamia, fue el caso de Jorge IV (1820-1830) que, casado en secreto con la señora Fitzherbert, católica, no tuvo reparos en repetir la ceremonia con su prima Carolina de Brunswick. El solo hecho de casarse "con papista" lo excluía de la Corona y, por tanto, el matrimonio fue negado oficialmente en la Cámara de los Comunes.
No obsta a ello que el matrimonio existiera, y la documentación se conserva en el archivo del castillo de Windsor sin considerar un breve documento papal "considerándola (a la señora Fitzherbert) legítima esposa del príncipe de Gales, con arreglo a las leyes de la Iglesia, y libre de reunirse con su marido si se arrepentía él de sus pecados y prometía la enmienda".
Por cierto que no se enmendó nada, así como nunca perdonó a lady Hamilton (la amante de Nelson) que no cediera a sus entusiastas ardores y la dejó morir en la mayor miseria (Brummel, íntimo amigo de Jorge, murió también en la miseria, dolido con su patria que no había reconocido su mérito como inventor de la corbata blanca almidonada). Sus hermanos no le fueron en zaga y, sin caer en la bigamia de Jorge, hubo entre ellos un sonado caso de incesto.
La reina Victoria condenó la vida desordenada de esos tíos suyos, pero su hijo, el rey Eduardo VII (1901-1910), siguió el mismo camino y ha dejado una vasta progenie bastarda, entre la que se contaría Camilla Parker-Bowles, que sería su bisnieta. No hay, sin embargo, investigaciones serias difundidas sobre esta materia.
En lo que hace a la situación de esta familia real tan movediza y tan poco amante de convencionalismos en su vida privada, la forma extremadamente análoga en que llegó al trono es lo que ahora permite tratarla en esta nota.
El problema que se plantea aquí viene del conflicto entre católicos y protestantes que estalló durante el tempestuoso reinado de Jacobo II (1685-1689). Ya desde el comienzo, la simpatía procatólica del rey le había acarreado antipatías, y su sobrino protestante, Jacobo, duque de Monmouth, hijo natural de Carlos II (se rumoreaba que había pensado en legitimarlo y dejarlo como heredero), se proclamó rey (11 de junio de 1685). La aventura duró un mes. Fue vencido (5 de julio) y ejecutado (15 de julio).
Sarah y Diana
De él -Jacobo de Monmouth- viene, en 15 generaciones, Sarah Fergusson, y de su hermana María, por varias líneas, lady Diana.
Esa revolución protestante fracasó, pero cuatro años más tarde el rey Jacobo II fue destronado y los Comunes resolvieron que él "siguiendo los consejos de los jesuitas...había violado las leyes fundamentales del reino y que el trono quedaba, por lo tanto, vacante".
La Cámara de los Lores rechazó ese pronunciamiento en primera instancia, pero había un punto de acuerdo: que ningún católico pudiera ya reinar. Y, finalmente, transformando a la Corona en electiva "por una vez", se proclamó reina a María, hija del rey depuesto, y a su marido Guillermo.
Luego, María fue sucedida en el trono por su hermana Ana (1702-1714). La cuestión quedó resuelta con una nueva ley, el Acta de Constitución de 1701 por la cual se dispuso que a la muerte de Ana, la corona pasase a Sofía, electora de Hannover, y a sus descendientes protestantes. Y fue así como Jorge I, hijo de Sofía, fue rey, pasando por alto a los 36 católicos que tenían más derechos dinásticos.
Puesto que eso se fundó en una ley del Parlamento, la corona inglesa devino electiva y hay una serie de sutilezas jurídicas más que evidentes que vician la ley en cuya virtud han reinado los descendientes de Jorge I y reina hoy Isabel II.
Naturalmente que, aceptando el "hecho revolucionario" y el carácter sui géneris de la sucesión que combina la revolución con la religión y la ley, queda más o menos legalizada la cosa, dicho esto simplificando los hechos más allá de lo técnico.
Ahora bien, pese a todo, los monarcas legítimos aunque descartados por la ley anticatólica siguieron insistiendo, y en la última guerra civil (1745/46). Jacobo III, hijo de Jacobo II llegó luchando hasta Derby.
Con la muerte del hijo de Jacobo II, el cardenal Enrique, acaecida en 1819, se extinguió la rama real legítima. Sus derechos pasaron entonces al rey de Cerdeña y duque de Saboya, Carlos Manuel IV, muerto en 1819.
Prurito legalista inglés
Esos derechos pasaron luego a la Casa de Módena y de allí a los reyes de Baviera. Ruperto, que hubiera reinado desde 1921 hasta 1955, fue padre de Alberto, nacido en 1905, que tiene dos hijos: Francisco Buenaventura Adalberto, nacido en 1933, soltero, y Max Emanuel Luis María, nacido en 1937, cuya hija mayor es Sofía Isabel, nacida en 1967. Aquí tenemos a los reyes de Inglaterra, príncipes de Gales, duques de York, etcétera, "en derecho".
Los ingleses, con un prurito legalista curioso ante la aceptación del "hecho revolucionario" señalan que esta rama ha perdido sus derechos dinásticos ingleses en virtud del casamiento entre un tío y una sobrina en el siglo pasado que viola la ley isleña.
Aceptado el planteo, los derechos pasan a los Borbón-Parma y, en nuestro tiempo, a la princesa Alicia, esposa de Alfonso de Borbón Dos Sicilias e infante de España (muerto en 1964). Su hijo Carlos, nacido en 1938 y marido de Ana de Francia (hija del conde de París) es el heredero y lo sigue su hijo Pedro Juan, nacido en 1968.
Casa de Mambrú
  • Los condes Spencer (título de 1761) son una rama segundona de la casa ducal de Marlborough (más conocido entre nosotros por "Mambrú"), título ducal de 1702.
El descendiente más famoso de la familia en este siglo es Winston Churchill (Spencer-Churchill).
  • El fundador del linaje fue John Spencer que recibió el título de caballero y el tratamiento de "sir", de Enrique VIII.
  • "Unica, quizás, entre la nobleza inglesa, los Spencer deben su riqueza y su ascenso no al favor de la Corte, no al despojo de los monasterios, no a la fortuna ganada con el comercio, sino como hacendados exitosos", porque "hubo un tiempo en Inglaterra, bajo los primeros Tudor, en que la cría de ovejas era el camino a la fortuna".
  • Esto le fue echado en cara en el Parlamento al primer lord Spencer en 1621 por parte del conde de Arundel, a lo que aquel replicó: "Cuando mis antepasados criaban ovejas, los del señor lord conspiraban la traición".
  • Por lo demás, ya ricos, los Spencer intentaron unir su propia genealogía con la importante familia medieval de Despencer, pero aunque autores complacientes lograron más o menos armar un árbol genealógico coherente, no es auténtico (J. Horace Round, "The rise of the Spencers", en Studies in Peerage and Family History, Westminster, Archibald Constable & Co., 1901).
Crisol de linajes
En el aluvión de comentarios de los últimos días se ha señalado también que la Casa de Windsor es alemana. Efectivamente. La doctrina de la sucesión protestante ha hecho que la Corona inglesa pase de familia alemana a familia alemana. Esto viene desde Jorge I (1714-1727) que apenas podía balbucear el inglés y que había nacido en Osnabruck, Alemania, como duque de Brunswick.
La imposibilidad de comunicación en las reuniones del gabinete tuvo grandes consecuencias políticas pues aumentó, de hecho, el poder del primer ministro en forma que nunca ha perdido. Su chozna, la reina Victoria (1837-1901), ya estaba completamente britanizada, pero se casó con su primo hermano Alberto, duque de Sajonia y príncipe de Sajonia Coburgo Gotha, nacido en Rosenau, cerca de Coburgo, Alemania.
La familia modificó su apellido durante la Primera Guerra Mundial reemplazando el tudesco Sajonia por el inglés Windsor, usado desde entonces.
Cuando la actual reina, Isabel II, se casó siendo princesa de Gales con el príncipe Felipe de Grecia, entró un nuevo linaje alemán en la Casa Real inglesa, pues los reyes de Grecia vienen de Jorge I, nacido en Copenhague y proclamado en Atenas en 1863, pero cuyo padre, Cristian IX, había nacido en Gottorp, cerca de Schleswig, como príncipe de la estirpe de Schleswig-Holstein-Sonderburgo-Glucksburgo.
Debe recordarse, sin embargo, que la reina madre era escocesa, que su suegra tenía sangre húngara, que por Mountbatten hay algo de polaco y algo de ruso y que por allí también Felipe desciende de Gengis Kan. .
Por Narciso Binayán Carmona

No hay comentarios:

Publicar un comentario