Diario “La Nación”.
Buenos Aires, domingo 19 de enero de 2014
Entrevista con
Rut Diamint: "Contar con los militares como apoyo
del poder político no es conducción democrática de las FF.AA."
Experta en temas de seguridad, cree que el
ascenso de César Milani refleja una riesgosa politización de las Fuerzas
Armadas, cuyo rol en democracia es aún un tema tabú
"La politización de las Fuerzas Armadas (FF.AA.)
destruye la idea del Estado de Derecho, la división de poderes y la función de
cada agencia. Las FF.AA. no están para hacer política, ni para hacer caminos,
ni para educar, ni para construir viviendas, ni para reparar barcos civiles, ni
para construir vehículos civiles, ni para tener una actividad económica."
Quien lo dice es una de las mayores expertas en temas de
FF.AA. y seguridad de la Argentina y América latina, a tal punto que, en la
actualidad, además de su cátedra de Seguridad Internacional en la Universidad
Torcuato Di Tella y su fecunda trayectoria como investigadora del Conicet, Rut
Diamint es asesora de Ban Ki-moon, el secretario general de la ONU, en una
comisión especial de asuntos de desarme. De los 15 miembros que integran esa
junta, a la que se llega sólo por credenciales académicas y profesionales,
Diamint es la única latinoamericana.
"¿Por qué uno
le teme a la politización de las FF.AA.? Porque las FF.AA. son u na institución que actúa con mucha organicidad y nosotros estamos
de alguna manera alimentando que estas FF.AA. mañana, con otro gobierno, hayan
adquirido muchísimo poder, tengan un proyecto político propio y se constituyan
tal vez nuevamente como un partido político, como ha sido en la historia pasada
argentina", agrega quien fue primero asesora y luego jefa de gabinete del
ministro de Defensa José Pampuro entre 2004 y 2005.
En diálogo con LA
NACION, Diamint analiza cuál es el rol de las FF.AA. en democracia y cuestiona
el perfil del jefe del Ejército, César Milani (ligado a tareas de inteligencia y no al
mando de tropa) , investigado por crímenes de lesa humanidad durante la
dictadura y ascendido recientemente al grado de teniente general.
"Si en cualquier proceso de selección no se tienen
en cuenta los méritos, prima la afinidad, y hay premios y castigos arbitrarios,
se lesiona la institución", dice esta socióloga con maestría en Ciencia
Política.
-Durante los años ochenta, los países de la región
encaran sus transiciones democráticas y aspiran al control civil de las FF.AA.
¿Qué singularidades tuvo el caso argentino?
-El caso argentino tiene una particularidad que le
permitió avanzar de una manera que no experimentó ningún otro país de América
latina, y es que las FF.AA., además de derrotadas en el tema de derechos
humanos, de manejo económico y gestión política, vivieron algo específico:
perdieron una guerra. Y su accionar en la guerra fue cuestionado incluso
internamente por las propias FF.AA. con el Informe Rattenbach. Eso le permitió
a Alfonsín desechar la autoamnistía que se había asignado Bignone y avanzar
mucho más fuertemente en la idea de control civil, que era algo que Alfonsín
había expresado en la campaña y formaba parte de una visión que tenía muy
republicana de instalar la justicia como punto de equilibrio de las tensiones
que podía haber en la política. Él decía que había que volver a la
"juridicidad", y la forma de hacerlo y fortalecer la república eran
los juicios.
-Igualmente, fue un camino complicado, con avances,
retrocesos e intentonas frustradas.
-No fue nada fácil. Uno tiene que reconocer que incluso
la buena voluntad o la equivocada decisión que pudo haber tenido Menem con el
tema de los indultos, supongo -porque no tengo por qué suponer lo contrario-
que fue hecho con intención de pacificar, y obviamente no lo logró. Todos los
gobiernos de alguna manera respetaron, en mayor o menor medida, ese bagaje de
que había que castigar a las FF.AA. y eliminar la impunidad. Y quedó asentado
en la sociedad, y la sociedad, y en especial los organismos de derechos
humanos, fortaleció también ese pensamiento.
-¿Cuál es la herencia que supone la dictadura militar
para esta "reconversión" de los militares?
-Si uno mirara del 83 en adelante, se avanzó muchísimo,
pero nunca se logró completamente la conducción política de las FF.AA., una
conducción sin cuestionamientos, sistemática y que de alguna manera convirtiera
una política de defensa en una política de Estado.
-¿Dice que no se logró una conducción política?
-Nunca se completó del todo: parte sí y parte no. Se
avanzó mucho, se lograron muchísimos cambios, claramente las FF.AA. argentinas
perdieron muchísimo poder, tienen en claro que no pueden desafiar el poder
político, pero han mantenido pequeños espacios de autonomía y pequeños
resguardos económicos. De alguna manera han desafiado esa ausencia de
conducción, que no es una falla del lado de los militares, sino del lado civil.
O sea, las FF.AA. estaban en disponibilidad para ser conducidas. Y no tiene que
ver sólo con el Poder Ejecutivo. Si usted pregunta a los legisladores cuántas
veces visitan instalaciones militares, o tienen diálogos abiertos transparentes
con las FF.AA., le dirán que prácticamente nunca.
-Esos enclaves dentro de las FF.AA. que mantienen cierta
autonomía, ¿no suponen algún riesgo?
-Si usted me pregunta si yo veo alguna posibilidad de que
haya algún tipo de golpe de Estado, le digo que no.
-¿Es posible pensar que no se encaran reformas y reestructuras
de fondo en las FF.AA. por temor a que eso pueda generar algún tipo de amenaza?
-Creo que en el fondo es un tema con el que no se meten
demasiado no porque haya una amenaza latente o la posibilidad de un golpe de
Estado, sino porque puede desestabilizar y generar controversia. Todavía hay
temor a una reacción que sea de alguna manera delimitante del acuerdo político.
Y hay otro tema más, y esto lo muestra muy claro Venezuela: quizás en algún
momento las puedan necesitar. Si confronto demasiado y mañana las necesito para
que me apoyen políticamente o porque hay una catástrofe -no una acción
absolutamente reglamentaria, sino más politizada-, las FF.AA. son un
instrumento de mucha utilidad.
-¿Cuál sería el rol primordial de las FF.AA. en democracia?
-La defensa de nuestra soberanía y de la forma de vida de
nuestro pueblo. Uno puede preguntarse: ¿para qué tener FF.AA. si me llevo bien
con Brasil, bastante bien con Chile, muy bien con Bolivia, hay algunos
problemitas con Uruguay, pero no voy a resolverlos militarmente? Y lo que
responderíamos los que estamos en este tema es que es un seguro que uno compra
con la idea de no usarlo. Es como un seguro del auto: ojalá que no choques
nunca. Ojalá que no tengamos nunca un conflicto armado así no las tenemos que
usar, pero las tenemos que tener, aunque no en las condiciones en que las
tenemos: habría que tenerlas más disminuidas, mucho mejor equipadas y mucho
mejor entrenadas.
-No hay hipótesis de conflicto externo, pero les han
asignado a las FF.AA. la lucha contra el narcotráfico en la frontera norte.
-Si las ponés a hacer eso o caminos en el Sur, o reparar
un puente en el Este, las estás desvirtuando de su función y de alguna manera
estás demostrando que no las necesitás como institución militar para su fin
específico. A veces se confunde esto con la actuación frente a una inundación.
Por la ley de defensa, en una emergencia de cualquier tipo, las FF.AA. están
muy preparadas para poder dar una respuesta: logísticamente saben reaccionar
rápido y tienen movilidad para trasladarse y rescatar gente. Ahora bien, no
había ninguna situación de emergencia que justificara que las FF.AA.
intervinieran en el Escudo Norte.
-Pero, además, ¿las leyes de seguridad interior y de
defensa no prohíben a los militares participar en acciones policiales, como la
lucha contra el narcotráfico?
-Totalmente, y el Congreso está paralizado frente a este
asunto. El Congreso debería estar pidiendo aclaraciones y llamando al jefe de
Gabinete para que diga por qué se está actuando fuera de una ley de defensa,
que además es una ley que articuló y reglamentó Nilda Garré, ex ministra de
este Gobierno, lo que es todavía más llamativo.
-¿Qué tipo de operativos están haciendo las FF.AA. en el
Norte?
-Lo que el Gobierno viene argumentando es que por ahora
son funciones de apoyo, de logística y de interceptación, porque tienen radares
más sofisticados que la Gendarmería. Pero en todas estas actividades es muy
difícil poner un límite.
-¿En qué sentido?
-En hasta dónde uno puede decir que hubo sólo un apoyo
logístico. Es una zona gris que es difícil de definir. Además, otro tema para
considerar es que todas las intervenciones de las FF.AA. en México, Afganistán,
Guatemala, Perú, Colombia para controlar el tema narcotráfico han fracasado. No
son más eficientes que la policía o la Gendarmería para combatir el
narcotráfico. No están entrenadas para la lógica de lo que es una actividad
ilegal. No tienen los recursos ni los mecanismos ni los instrumentos para poder
hacer un buen seguimiento, como sí creo que en el caso argentino lo tiene la
Gendarmería. No habría ninguna justificación para la intervención de las FF.AA.
porque hay un buen número de gendarmes que podrían accionar en el Norte.
-Pero algunos dirán: "Si las tenemos paradas,
desocupadas".
-Bueno, entonces esas FF.AA. sobran. Reduzcamos las
FF.AA. para que de alguna manera estén preparadas para las tareas que tienen
que estar preparadas y lo que sobra, hay que redistribuirlo a otras
instituciones. No tiene lógica mantenerlas porque además, en eso, son ineficaces.
-En la entrevista que Hebe de Bonafini le hizo a César
Milani le pide que las FF.AA. urbanicen asentamientos y barrios precarios. ¿Eso
es algo que podrían hacer?
-En eso hay una paradoja, porque eso es justamente lo que
muchas veces hacen cuando salen en misiones al exterior. Se hizo, por ejemplo,
en Puerto Príncipe, Haití. Para poder controlar esa sociedad las FF.AA. - sobre
todo las brasileñas- tuvieron que meterse en las villas, hicieron calles,
iluminaron y generaron mecanismos de control. Uno les pide que hagan afuera lo
que tienen prohibido hacer adentro, y yo supongo que algún tipo de confusión
eso debe generar. ¿Cuál es el beneficio que tiene el Estado de mandar a las
FF.AA. a hacer tareas que tendrían que hacer otras instituciones? No tiene
sentido que esas tareas las hagan las FF.AA. Si usted me dice que se van a
levantar los cimientos de un barrio en 20 días y se ha pedido ayuda a la
comunidad, y entre los que van a ayudar están las FF.AA., uno lo puede entender
casi como un caso de emergencia. Ahora, si después de esos 20 días se quedan
trabajando ahí, eso no tiene justificativo y se están gastando los recursos
para hacer defensa en otro tipo de actividades.
-El ascenso de Milani ha generado rechazos y
controversias no sólo en algunos organismos de derechos humanos y en la
oposición, sino en miembros del oficialismo. ¿Qué lectura hace usted de este
ascenso?
-Me llamó la atención que fuera Nilda Garré quien de
alguna manera le ha dado protagonismo en las FF.AA. a Milani, porque se conocían
sus antecedentes vinculados a temas de derechos humanos. Y porque después de
las respuestas que Milani dio a los cuestionamientos del CELS, de Pérez
Esquivel, de Madres de Plaza de Mayo de La Rioja, queda en un lugar dudoso. Y
por otro lado es llamativo, en cuanto a la mentalidad militar, que sea un
oficial de inteligencia el que está frente a la fuerza, porque en general
siempre se han elegido oficiales de carácter operativo, que han estado al
frente de un regimiento. En todo el mundo se tiende a elegir militares que han
tenido conducción de tropa, porque eso les da posibilidad de liderazgo para
conducir una fuerza que tiene carácter jerárquico.
-Se sostiene que en estos años Milani ha estado a cargo
de un aparato de inteligencia paralelo al de la SIDE, brindando servicios de
inteligencia a funcionarios del gobierno nacional y realizando espionaje a
opositores.
-Eso no está comprobado y no voy a decir nada sobre algo
que no está comprobado, pero que alguien de inteligencia esté manejando la
fuerza genera, por lo menos, resquemor. Además, ha tenido una función muy
vinculada a las autoridades que tenía en ese momento el Ministerio y es un
perfil muy politizado de militar, que es justamente lo que se trata de evitar.
Esto no implica, y todos los presidentes lo han hecho, que uno no seleccione
dentro de las máximas autoridades de cada fuerza personas con las que uno pueda
tener mayor afinidad o confianza. Pero otra cosa es cuando esa afinidad genera
dudas respecto de la transparencia de la política de la institución.
-Un perfil como el de Milani, vinculado a inteligencia,
¿no podría responder a la hipótesis de un posible conflicto interno?
-No creo que se vincule con hipótesis de conflicto
interno, pero sí con la idea de manejar más variables políticas. Los agentes de
inteligencia son más políticos que los militares profesionales puros. Si estoy
en lo correcto, esto se vincula con el propósito de politizar a las FF.AA.
contando con mayor información sobre la sociedad, la clase política y las
propias fuerzas. Es ponerlas en sintonía con un proyecto político. Es poder
contar con los militares como apoyo del poder político, pero eso no es
conducción civil, democrática e institucional de las FF.AA.
-En el contexto de un gobierno que ha levantado la
política de derechos humanos como principal bandera, ¿se puede pensar esto como
una claudicación?
-No, yo no hablaría de claudicación sobre todo por lo que
se ha intentado hacer a través de la Justicia. Creo que hay una conveniencia
política y que algunos creen que con este militar se abre un camino para
reconciliar a la sociedad con las FF.AA. Pero lo que sí queda claro es que se
destruyen instituciones, porque no hay ascenso en función de los méritos y
porque hay premios y castigos arbitrarios. Y uno de los peores legados de la
dictadura militar fue justamente el quiebre de las instituciones. Esto deja un
legado complicado respecto de que la forma de ascenso no es el mérito, sino la
asociación o el vínculo al poder político amigo.
-Milani declaró su apoyo al proyecto nacional y popular.
Si quien ocupara en otro momento la Jefatura de Estado no encarnara ese
proyecto, ¿las FF.AA. se tornarían incontrolables?
-¿Si podrían las
FF.AA. reaccionar? Si el proyecto hubiera avanzado como en el caso de
Venezuela, y hubieran tenido tentáculos de poder en las distintas
instituciones, las FF.AA. reaccionarían. No tengo ninguna duda. El caso de la
Argentina es muy distinto. No lograron construir un consenso o poder interno
como para que si mañana ese modelo nacional y popular de las FF.AA. se cae,
haya una reacción. Muchos no quieren ese modelo politizado de las FF.AA. y
quieren mantenerse apartados del poder político, si se tiene en cuenta lo que
ha pasado y lo costoso que ha sido para ellos el rechazo popular. Acuérdese de
que los militares no iban de uniforme en la época de Alfonsín. Eso lo
vivenciaron como un golpe fuerte que de alguna manera les generó un cambio de
mentalidad. Yo creo que hoy los militares están convencidos de que, a pesar de
todos los defectos que tiene la democracia, sobre todo ligados a la corrupción
y la falta de idoneidad profesional de los políticos, la democracia es el mejor
régimen..
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