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viernes, 16 de octubre de 2015

DOCTRINA BUSH 2003 La nueva doctrina Bush

La nueva doctrina Bush

LA NACION
Jueves 20 de marzo de 2003
WASHINGTON.– El gobierno de George W. Bush puso anoche en marcha la nueva doctrina de la seguridad nacional, que tiene como principal eje el ataque preventivo si se siente amenazado, que abandona la regla de la acción militar como último recurso ante la agresión externa.
El 11 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush sintió que había sido elegido para llevar adelante la misión de salvar al mundo del terrorismo. Esa idea, que abrazó cuando el país todavía estaba estremecido por los atentados, se transformó rápidamente en el motor de su administración y de su política exterior durante más de un año y medio y fijó en el régimen de Saddam a la expresión más reveladora del mal.
Bush mira al mundo como una representación bíblica del bien en contra del mal, y esta percepción se fue haciendo cada día más presente en las últimas semanas, cuando no sólo planteó que su misión era terminar con las armas de destrucción masiva en Irak, sino también liberar a su pueblo de Saddam.
Anoche, cuando anunció al mundo el inicio de la guerra, Bush dio el paso más audaz de su presidencia, que a su vez representa la derrota más contundente de la diplomacia en las Naciones Unidas y marca el fin de una era en las relaciones entre las naciones. Se abre así una etapa de incertidumbre y reacomodamiento internacional, cuyo desenlace aún no se puede prever.
Estados Unidos atacó Irak para desarmar a Saddam, pero también para derrocarlo. De ese modo pretende llevar la democracia a una región dominada por monarquías y dictaduras, muchas de las cuales han sido, y lo son hoy, aliadas históricas de Estados Unidos. Pero ese pensamiento de Bush choca con el de especialistas en Medio Oriente. Shiren Hunter, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, considera que el inicio de la guerra tendrá un efecto adverso en las relaciones de Estados Unidos con el mundo islámico, especialmente con los musulmanes.
La intervención militar en Irak era un hecho irrefrenable desde que Bush habló en la ONU, el 12 de septiembre de 2002, cuando denunció que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva. La ONU alumbró una resolución para que Irak desarmara sus arsenales bajo la amenaza de afrontar “serias consecuencias” si no cumplía.
Heridas en Europa
Pero el gobierno de Bush no creía que Saddam fuera a cumplir. Por eso ordenó el despliegue de tropas en el Golfo Pérsico, abriendo un gran debate en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), primero, y en Europa después, que dejó heridas profundas ante el rechazo de Alemania y Francia a respaldar una guerra.
El conflicto da paso, además, a la conformación de una nueva alianza en Europa, en la que se incorpora España con mucha fuerza, se mantiene Gran Bretaña y se suman países del ex Pacto de Varsovia –de la ex Unión Soviética–.
Bush ignoró el fuerte rechazo internacional a la guerra y fundamentó su accionar en la necesidad de garantizar al pueblo estadounidense su seguridad. Condoleezza Rice, la influyente titular del Consejo de Seguridad Nacional le respondió a diplomáticos que esta semana le plantearon su preocupación por las consecuencias que una guerra sin el apoyo de la ONU tendría en ese organismo y en las otras instituciones multilaterales, que el presidente de los Estados Unidos no podía detenerse a pensar en ello.
El gobierno de Estados Unidos entiende que no era necesario el consentimiento del Consejo de Seguridad porque la resolución 1441, que votó por unanimidad en noviembre del año pasado, daba vía libre para usar la fuerza.
El día que se votó esa medida en el Consejo de Seguridad, el secretario de Estado Colin Powell le dijo al canciller francés, Dominique de Villepin –uno de los más duros opositores a la guerra–, que si no estaban dispuestos a votar una segunda resolución era mejor que no aprobaran la primera.
La decisión de llevar a Estados Unidos a la guerra Bush la adoptó en soledad, como lo hizo su padre, el ex presidente George Bush, cuando en 1991 ordenó a los 425.000 soldados norteamericanos iniciar las operaciones contra el régimen de Saddam Hussein. Aunque no lo reconozca, Bush quiere terminar el trabajo inconcluso de su padre.

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