La UE intenta mediar en la crisis de Kirguizistán
Enviará de urgencia un representante especial al país; EE.UU. suspendió el uso de su base
Diario "La Nación". Buenos Aires, Sábado 10 de abril de 2010
BISHKEK.- En respuesta a la creciente tensión entre el gobierno
provisional y el derrocado presidente Kurmanbek Bakiyev, que se niega a
dimitir, la Unión Europea informó ayer que intentará mediar en la grave
crisis de Kirguizistán a través del envío de un representante especial a
ese convulsionado país.
La decisión de Bruselas se produjo justo cuando crece el temor a una
guerra civil entre fuerzas leales al mandatario, ubicadas al sur del
país, y el gobierno provisional, respaldado por Moscú, que disolvió el
Parlamento y que, según anticipó, convocará a elecciones dentro de seis
meses.
Y surgió el mismo día en que el ejército estadounidense decidió suspender los transportes de sus tropas entre la base aérea del Pentágono en Kirguizistán y Afganistán. Por el momento, las tropas norteamericanas pasarán por Kuwait.
El representante especial para Asia central, Pierre Morel, viajará a la capital con el fin de "identificar la forma en que la UE, junto a sus socios internacionales, pueden facilitar una solución negociada y pacífica" para la crisis, según indicó un comunicado de Bruselas emitido ayer.
Morel colaborará con los enviados especiales de la ONU y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que también llegarán próximamente a Bishkek.
Por su parte, el mandatario derrocado, acusado de nepotismo, corrupción y uso sistemático del fraude electoral, se mostró ayer más conciliador y declaró estar dispuesto a negociar con la oposición para evitar una guerra civil en este país, el más pobre de Asia central.
La ex república soviética es una nación clave para Estados Unidos, que utilizaba hasta ayer su base de Manas, cerrada por los disturbios, para la logística de sus tropas que combaten en Afganistán.
Tal base era vista con malos ojos por los opositores kirguises y por Moscú, que tiene su propia base en Kirguizistán, y ayer envió 150 paracaidistas, supuestamente para proteger a sus representantes en ese país.
Incluso el presidente norteamericano, Barack Obama, había enfurecido a la oposición, al pactar con Bakiyev la permanencia de la base de Manas, pese a las denuncias de corrupción y de violaciones de los derechos humanos en contra del gobernante. Por lo tanto, su caída constituye un revés de proporciones para la política norteamericana en Asia central.
"Estaría dispuesto a sentarme a la mesa de negociaciones con la oposición", declaró ayer Bakiyev en una casa de Jalal-Abad, la ciudad sureña donde se refugió tras huir de la capital, Bishkek.
"No tengo planeado salir del país y no voy a dimitir de la presidencia", sostuvo el presidente depuesto, cuya renuncia exige el gobierno interino instaurado por la oposición.
"No cuento con una guerra. Mi objetivo principal es prevenir el conflicto y la guerra civil", recalcó.
No hubo orden
"Haremos todo lo posible para evitar una guerra civil", dijo, por su parte, Roza Otunbayeva, que encabeza un gobierno provisional que hasta el momento sólo ha sido reconocido por Rusia.Bakiyev también afirmó que no había ordenado a las fuerzas de seguridad abrir fuego contra los manifestantes durante los disturbios, acción que enfureció a los activistas opositores que protestaban contra un alza del 200% de los servicios de la luz y gas, y derivó en el derrocamiento del presidente y en el saqueo de edificios públicos.
Mientras, tras una noche de tiroteos en esta ciudad, miles de vecinos desafiantes se congregaron ayer en la plaza principal de Bishkek para llorar a las víctimas de la revuelta del miércoles pasado, que dejó 75 muertos y obligó al presidente a huir de la capital.
Los nuevos desórdenes callejeros ocurridos anteanoche en Biskhek se produjeron, al parecer, debido a los enfrentamientos entre los saqueadores y las fuerzas de seguridad respaldadas por civiles armados.
Hicieron que 67 personas solicitaran atención médica por heridas de arma de fuego y las balas de goma, especialmente lesiones de cabeza.
Los civiles congregados en la plaza de Ala-Too ayer culparon al ausente presidente por el derramamiento de sangre de esta semana.
"Lloramos a nuestros héroes, que sacrificaron sus vidas por el futuro de Kirguizistán´´, dijo Khatima Immamaliyeva, un oficinista de 44 años que portaba un clavel rojo y lloraba desconsoladamente.
"Bakiyev debe cargar con la responsabilidad de esas muertes", añadió.
Agencias AFP, DPA y AP
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El terrorismo en el Cáucaso, un desafío para Medvedev
Los ataques al subte de Moscú reavivaron el debate sobre el tema
Para LA NACION Sábado 10 de abril de 2010
MOSCU.- A casi dos semanas del feroz atentado el 29 de marzo pasado, en
el que jóvenes mujeres -apodadas "viudas negras"- hicieron estallar
explosivos en el subte de la capital rusa durante la hora pico, el
presidente ruso, Dimitri Medvedev, parece haber protagonizado un cambio
que lo acerca, cada vez más, al estilo de su mentor: el premier Vladimir
Putin.
Dos días después del ataque, sorprendió a la opinión pública de su país
cuando llegó de manera imprevista a la república de Daguestán, en el
Cáucaso, vestido "a lo Putin", con remera negra sin cuello y traje
también negro, algo alejado de su estilo de jurista de saco y corbata.
Apenas bajó del avión, su retórica también tuvo un súbito viraje hacia el estilo del primer ministro, quien es amigo de políticas y frases de impacto. Medvedev abandonó sus modos suaves para reclamar "métodos más crueles" contra los terroristas, y dijo que aunque "a los bandidos más odiosos les retorcieron la cabeza, por lo visto eso es poco".
Mientras tanto, y cuando aún perdura el clima enrarecido de los días inmediatamente posteriores a los ataques -a lo que se suma la crisis política en Kirguizistán- los rusos debaten hoy en día cómo enfrentar este terrorismo, muy diferente del que existía a comienzos de la década anterior, cuando había reclamos específicos.
Los ataques recientes fueron sólo una muestra de poder y de que el terrorismo puede seguir golpeando. ¿Serán necesarios regresar a los métodos de sangre y fuego aplicados por Vladimir Putin cuando le tocó ser presidente en la primera década de este siglo? El actual premier, fiel a su estilo, advirtió rápidamente, después del ataque en el subte, que había que "sacar a los terroristas de las cloacas".
Y los comunistas también salieron a reclamar la reinstalación de la pena de muerte, suspendida en 1996 cuando Moscú ingresó al Consejo de Europa. El líder Guennadi Zyuganov sentenció que su partido ya había dicho que "Rusia no estaba lista para la abolición de ese castigo".
Todas las miradas
Pero las cuestiones de seguridad interna en Rusia están en la órbita del presidente Medvedev. Por eso, las miradas se vuelven hoy hacia él.Más allá del intempestivo estilo mostrado en Daguestán, todas las medidas que el mandatario ha aplicado en el Cáucaso desde el comienzo de su gestión van en una dirección muy diferente del estilo de Putin.
A diferencia de su predecesor, el presidente no viene de las filas de la KGB. Medvedev es un hombre de la política que en su foja de antecedentes tiene, entre otros tareas, el haber sido el presidente del directorio de Gazprom, la superempresa rusa de gas, la más grande del mundo.
Por eso, no llamó la atención cuando en enero eligió delegado especial para el Cáucaso al ex banquero y empresario Alexander Khloponin, uno de los hombres más ricos del país. Y la consigna que le dio al nombrarlo fue la misma que repitió públicamente el lunes posterior a los atentados.
"Lo primero que hay que hacer es crear condiciones modernas para la educación y los negocios en el Cáucaso." De hecho, consideró que esta tarea "es más complicada que la de buscar y exterminar terroristas".
Medvedev también pisó el freno de los que pedían la reinstalación de la pena de muerte, al advertir que, muy a su pesar, no habría "vuelta atrás" en la cuestión.
Aun en este marco del respeto por los derechos humanos y las libertades individuales, la oposición consideró que hubo "graves fallas en los servicios de seguridad y los órganos de orden público", que no supieron evitar los ataques terroristas de la semana pasada.
Eso fue lo que dijo en una entrevista con LA NACION el vicepresidente del Comité de Seguridad de la Duma Estatal (Parlamento), el diputado centrista Guennadi Gudkov. Como experimentado hombre de los servicios de Inteligencia que trabajó en la KGB soviética, Gudkov detalló las "graves fallas" cometidas en el Cáucaso.
"El servicio de inteligencia del gobierno, la FSB, trabaja allí con un sistema de comisiones de servicio de tres meses. Luego los agentes regresan a Moscú y son reemplazados por otro equipo. Pero ¡qué tarea de infiltración de las redes terroristas se puede lograr en tres meses! ¡Allí hay años de trabajo perdido!", protestó.
Gudkov sostiene que el gobierno debería enviar "profesionales de diferentes divisiones y en calidad de residentes con un contrato de dos o tres años".
Por último, el legislador consideró que cualquier lucha antiterrorista en el Cáucaso "debe incluir un trabajo conjunto con las autoridades islámicas". En tal sentido, dijo que "el gobierno debe lanzar una lucha ideológica contra los que desvirtúan el islam y, sin el apoyo de las autoridades religiosas, esa batalla no tiene sustento".
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