El Nafta cumple 20 años
La gestación del exitoso acuerdo de libre comercio entre
México, Canadá y EE.UU., nos recuerda la importancia de un liderazgo firme y la
fe en la causa de la libertad
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Mary Anastasia O'GradyPor
Jan. 6, 2014 12:02 a.m. ET
Es fácil
subestimar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que la semana
pasada cumplió 20 años. Quienes predijeron que el Nafta o TLCAN, produciría
desempleo y pobreza se equivocaron claramente. En su lugar, la libertad de
comercio entre países vecinos (Canadá, México y Estados Unidos) ha generado
riqueza y oportunidades y aumentado la competitividad global de América del
Norte.
No obstante, el
desempeño estelar del Nafta no se mantendrá a la par de las crecientes
expectativas de integración norteamericana si no se profundiza. Y para ello, se
necesita visión y liderazgo. Para quien busca inspiración, recomiendo repasar
la gestación del acuerdo.
Al mismísimo
David Ricardo no se le habría ocurrido un mejor ejemplo que el Nafta para
ilustrar cómo el intercambio voluntario mejora la situación de todas las
partes. Una red norteamericana de cadenas de suministro sostiene instalaciones
de producción y sirve a los consumidores de tres países con una población
combinada de 470 millones de personas. Se estima que 40% del contenido de las
exportaciones de México a EE.UU. y 25% de lo que los estadounidenses compran de
Canadá se origina en EE.UU.
En todo tipo de
rubros, desde la agricultura al negocio aeroespacial, los fabricantes de
Norteamérica pueden aprovechar ventajas comparativas en diseño, tecnología,
mano de obra y manufactura de componentes a lo largo de la región. Esta zona
más dinámica puede competir con rivales como China.
Sin embargo, si
la interconexión se ha vuelto rutinaria, jamás fue inevitable. Antes del Nafta,
los auténticos acuerdos de libre comercio eran más bien la excepción, incluso
más si involucraban a un país desarrollado como EE.UU. y uno en desarrollo como
México. Tampoco hay que olvidar que en los tres países había poderosos intereses
creados que se aferraban a los privilegios del proteccionismo.
Fui invitada en
diciembre a la Institución Hoover, en la Universidad de Stanford, para un
debate acerca del pasado y el futuro del Nafta. Entre los participantes
figuraban los tres principales negociadores del pacto: Carla Hills, la ex
Representante de Comercio de EE.UU.; el ex ministro canadiense de Comercio
Internacional, Michael Wilson, y el ex secretario de Comercio y Fomento
Industrial de México, Jaime Serra Puche.
Wilson empezó
hablando de las guerras (comerciales) de Canadá. Indicó que el pacto automotor
de 1965, que eliminó los aranceles sobre partes y vehículos, marcó el
nacimiento "de la cadena de suministro norteamericana". No era libre
comercio, pero era una grieta en la puerta por la cual se filtraba la luz.
Canadá quería tener un mayor acceso al mercado estadounidense. El primer
ministro canadiense Brian Mulroney firmó el 2 de enero de 1988 el Acuerdo de
Libre Comercio entre EE.UU. y Canadá.
Mulroney asumió
un gigantesco riesgo político puesto que había comicios federales en noviembre
de ese año, en la que sigue siendo conocida en Canadá como "la elección
del libre comercio". "Fue feroz", recordó Wilson. Mulroney se
impuso, pero solamente después de que "se quitara la chaqueta y
peleara". Los conservadores ganaron las elecciones, pero perdieron 34
escaños.
Menos de dos
años después, a comienzos de 1990, Hills, la representante de Comercio
estadounidense y su contraparte mexicano, Jaime Serra Puche, empezaron a
dialogar en Davos, Suiza, sobre un acuerdo bilateral. Hills señaló durante su
presentación en la Institución Hoover que le transmitió la idea al presidente
George H.W. Bush y que en agosto "Jaime y yo presentamos un informe en el
que indicábamos que era una buena idea". Bush estuvo de acuerdo y anunció
que EE.UU. buscaría un pacto "bilateral". El gobierno de Mulroney en
Canadá no quería quedar al margen y se iniciaron las negociaciones para lanzar
el Nafta.
Estos
visionarios también tenían que ser buenos promotores del acuerdo. Hills pasó al
ataque. Su equipo "intensificó nuestras reuniones con el Congreso",
asistió a la conferencia del gobernador en Seattle en 1991 y llevó a una
delegación del Congreso estadounidense a México. Hills dio un discurso durante
una conferencia de la industria textil, donde la abuchearon. Escuchando a
Hills, parecía que estaba lista para dar la pelea.
Durante la
gestión de Carlos Salinas de Gortari, la fibra cultural del sistema
unipartidista y corporativista de México se estaba desmoronando. La economía
había estado muy "protegida durante cinco o seis décadas", manifestó
Serra Puche, y había "enormes distorsiones en los precios". Para
recabar apoyo para el Nafta, el equipo mexicano trabajó para demostrar a la
comunidad empresarial que la dependencia en las preferencias comerciales estaba
mermando su competitividad.
Los soñadores
del Nafta venían de mundos distintos, pero tenían en común la creencia de que
una mayor libertad mejoraría la situación de todos los norteamericanos. Nunca
se apartaron de su principal desafío, que era convencer a los escépticos.
Bill Clinton,
quien asumió la presidencia de EE.UU. en enero de 1993 cuando el Nafta estaba
muy cerca de llegar a la línea de meta, jugó un papel clave para que la
cruzara. Su representante de Comercio, Mickey Cantor, que también estuvo en la
reunión en la Institución Hoover, contó que hubo problemas con la delegación de
legisladores de Florida. Para resolver el impasse, Clinton le dijo que
"abriera la tienda de golosinas".
Hills señaló
que le habría gustado que la inmigración y la energía hubiesen sido parte del
pacto. "Nos habríamos ahorrado muchos de los problemas actuales",
afirmó. Se me viene a la mente la decisión del gobierno del presidente Barack
Obama de bloquear el
oleoducto TransCanada, de Keystone XL. Algunos participantes comentaron que el
estancamiento del proyecto amenaza con socavar la confianza en la buena fe de
EE.UU.
No es demasiado
tarde. Pero ahora, al igual que entonces, la expansión de la libertad económica
exige un compromiso con la causa. Por
desgracia, eso es algo que escasea en Washington.
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Diario
“La Nación”. Buenos Aires, Jueves 09 de enero de 2014 |
El éxito del Nafta, veinte años después
Hace veinte años
nació el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, más conocido como
Nafta, a través del cual se unificaron, en lo comercial, las economías de los
tres países de América del Norte: Canadá, los Estados Unidos y México.
Según Carla Hills,
la ex representante comercial de los Estados Unidos, esto ha creado, entre los
tres países del norte de nuestro hemisferio, un intercambio de unos 19
trillones de dólares y una demanda con 470 millones de consumidores. Con ese
acuerdo se amalgamaron comercialmente, por primera vez, dos naciones
desarrolladas con una que entonces estaba en vías de desarrollo, México.
El compromiso
asumido supuso eliminar los derechos aduaneros para los productos industriales
que circulan intrazona, así como las restricciones a la circulación de los
productos del agro y de los servicios. También se dejaron de lado las
exigencias de "contenido local" y los esquemas de "sustitución
de importaciones" y se aseguró, en el área, el respeto a los derechos de
la propiedad intelectual.
En consecuencia,
dos décadas después, Canadá es el principal mercado de exportación de los
Estados Unidos. Canadá, a su vez, envía el 98% de sus exportaciones totales
energéticas a su vecino del Sur. En el caso particular del petróleo, hablamos
de 2,3 millones de barriles diarios de exportaciones canadienses. Por su parte,
México es hoy el segundo mercado para las exportaciones norteamericanas. La
integración es, queda visto, una realidad.
La producción
industrial de los tres países se ha integrado profundamente, conformando
cadenas productivas, y el intercambio comercial entre ellos se ha incrementado
un formidable 400%. Todos los días hay operaciones comerciales de bienes y
servicios por valor de unos 2000 millones de dólares a través de la frontera de
los Estados Unidos con Canadá, y por valor de unos 1000 millones en la frontera
que separa a los Estados Unidos de México.
La mitad de ese
inmenso tráfico comercial -cabe destacar- se realiza entre empresas vinculadas,
lo que ha beneficiado a todos aumentando la productividad de las tres
economías. Esto sucede particularmente en el sector automotor, especialmente
competitivo, pero también en otros capítulos o rincones de sus economías.
De cada dólar que
Canadá y México exportan a los Estados Unidos hay 25 centavos de insumos
norteamericanos, en el caso de Canadá, y unos 40 centavos en el caso de México.
Este nivel de integración real es importante. En el caso de China, por ejemplo,
de cada dólar de exportaciones chinas a los Estados Unidos hay apenas unos 4 centavos
de insumos norteamericanos.
Como cabía
esperar, las inversiones directas recíprocas han aumentado exponencialmente.
Los Estados Unidos, por ejemplo, han invertido unos 310 billones de dólares en
Canadá y las empresas canadienses unos 200 billones de dólares en los Estados
Unidos. Aunque en menor medida, hay asimismo inversiones mexicanas importantes
en los Estados Unidos.
La pertenencia al
Nafta -más allá de lo económico- ha contribuido a generar un clima que ha
permitido a México afianzar la democracia y consolidar una clase media que
crece vigorosamente. También a mantener una política macroeconómica seria y
estable.
Por todo eso, el
político e intelectual mexicano Jorge Castañeda dice que el Nafta "es una
historia innegable de éxito" para México. Fundamentalmente, por haber
hecho crecer fuertemente sus exportaciones. Ese éxito -dice Castañeda- influyó
en que los mexicanos "abrieran sus cabezas" y se lanzaran a un
proceso de rápida modernización, que incluye las reformas impulsadas por el presidente
Enrique Peña Nieto.
Esto supone
abandonar el recurso fácil de la "victimización". Y dejar de lado
tabúes históricos que nacieron en el contexto de un mundo que ya no existe. Lo
que supone una actitud colectiva de mirar hacia adelante, en lugar de quedarse,
obsesivamente, empantanados en la propia historia.
El futuro para los
socios del Nafta, veinte años después de su nacimiento, sigue siendo común. Lo
que supone la necesidad de trabajar en profundizar la integración en todos los
capítulos que aún no se han abordado, como el de la libre circulación del
trabajo. Pero también la de mejorar e integrar constantemente la
infraestructura básica común. Muy especialmente la de transporte y la
energética.
Un ejemplo de que
su futuro es común es que los tres socios han comenzado a analizar su posible
ingreso a las dos zonas de libre comercio del Pacífico y del Atlántico, que hoy
se gestan aceleradamente. También, que hoy estén analizando una mayor
integración en materia de seguridad, incluido el problema del crimen organizado.
Quizá por todo
esto es que los mal llamados "progresistas", que viven en los 70,
procuran excluir a México del diálogo regional. No vaya a ser que se advierta
que el camino del éxito poco tiene que ver con la filosofía del aislamiento que
predican, aquella que rechaza al mundo como escenario y se encierra en sí
misma; aquella que, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata de 2005,
eligió el proteccionismo. Un gesto que nos condujo a alejarnos comercialmente
de las cadenas productivas del mundo. Y que, además, condena a las sociedades
que resultan víctimas de esa estrategia cerrada a tener que vivir en el atraso,
en términos relativos.
© LA NACION.
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Los líderes prometieron que el acuerdo crearía millones de buenos puestos de trabajo, reduciría la inmigración ilegal y elevaría los estándares de vida "desde el Yukon hasta Yucatán". Una década más tarde el veredicto, incluso de los más firmes partidarios del Nafta, es que para alcanzar esas metas el libre comercio no basta.
Los efectos del Nafta no pueden aislarse de los cambios más amplios en una economía en globalización. Pero muchos economistas y analistas políticos dicen que si bien el acuerdo estimuló el comercio y el crecimiento general, también produjo dislocaciones tremendas. Para bien o para mal -o ambas cosas a la vez- el Nafta transformó el panorama económico del continente a velocidad sorprendente.
Gary Hubauer, un analista del Institute for International Economics, un grupo de estudios en Washington que apoya el libre comercio, dijo que las ganancias para Estados Unidos en bienes de consumo más baratos y en mayores ganancias corporativas son grandes comparadas con las pérdidas. "Sin embargo, las ganancias se diluyen en la economía de modo tal que la gente no le agradece al Nafta cuando compra fruta o o autopartes baratas", dijo.
Los padecimientos, dijo, se concentran en lugares como el Medio Oeste, donde se han perdido puestos de trabajo que fueron a México y Canadá y cada vez más a China. "Los puestos de trabajo perdidos y la baja de ingresos debidos al Nafta serán pequeños, pero el eco es fuerte por todos los otros puestos de trabajo perdidos a causa de la globalización", dijo. "El Nafta es el símbolo de todos esos padecimientos."
El debate respecto del Nafta sigue modelando el futuro del libre comercio, en momentos en que más naciones se ponen en fila para obtener sus supuestos beneficios, como los cuatro países centroamericanos que llegaron a su propio acuerdo con Estados Unidos la semana pasada.
Pero incluso ese acuerdo probablemente enfrente un duro debate en el Congreso en un año electoral, ya que los cambios dolorosos producidos por el Nafta ofrecen argumentos que unifican a los opositores, que dicen que fue demasiado rápido y se le prestó demasiada poca atención al efecto sobre los trabajadores.
Dado que se está deshilachando el consenso nacional respecto del libre comercio y la pérdida de puestos de trabajo es un tema mayor de la campaña electoral, es dudoso que algún candidato presidencial demócrata o el presidente Bush puedan proponer sin cortapisas una mayor liberalización comercial en el año por delante.
"En general el Nafta ha sido positivo, pero aún así hubo un seguimiento alarmantemente insuficiente en cuestiones que no son centrales", dijo. Las promesas de proteger los derechos de los trabajadores y el medio ambiente han "fallado de modo alarmante". Lo mismo sucede con el compromiso de reducir la brecha económica entre los Estados Unidos y México. "Y toda la idea de que el Nafta crearía puestos de trabajo en el lado mexicano y así reduciría la inmigración ha sido simplemente equivocada", dijo. "Eso fue una exageración".
Robert B. Zoellick, el representante comercial de Estados Unidos, dice que el Nafta logró su objetivo de incrementar el comercio, ya que duplicó las exportaciones agropecuarias de EE.UU. a México. Si bien el déficit comercial de Estados Unidos con Canadá y México se multiplicó por nueve, alcanzando casi US$ 90.000 millones, el comercio total entre las tres naciones creció un 109 por ciento.
"El Nafta ha estado arrastrando productos y granos estadounidense hacia México, beneficiando a los consumidores y garantizando buenos puestos de trabajos aquí", dijo, refiriéndose al aumento en los sueldos en la manufactura. Ese aumento del 14,4 por ciento aún está por detrás del incremento general en los ingresos de los hogares. .
Traducciones: Gabriel Zadunaiskyxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Algunos sobrevivientes salieron fortalecidos. En Ontario, pequeño pueblo industrial de Durham, los gerentes de la fábrica de muebles Durham Furniture recibieron una llamada telefónica de Toronto el 10 de febrero de 1992. La empresa madre, Strathearn House Group, había quebrado. "Todo el pueblo sintió algo así como un terremoto", recordó Lloyd Love, ahora vicepresidente a cargo de fabricación.
Entonces, los gerentes consiguieron financiación para reabrir la planta como una firma independiente, llamada Durham Furniture. Con la dirección de un especialista en comercialización de muebles estadounidense, John Scarsella, ahora presidente y CEO, Durham se rehizo e invirtió más de US$ 15 millones en nueva tecnología para el trabajo de la madera y apuntando a clientes de EE.UU.
Las ventas se multiplicaron por ocho desde 1994 a más de US$ 75 millones este año. El 80% de eso va a EE.UU.. La empresa tenía 100 empleados en 1993 y ahora cuenta con 800, una oficina de ventas en Canfield, Ohio, y una sala de exhibición en High Point, Carolina del Norte. "La frontera no existe para nosotros", dijo Scarsella. "Fuimos de un mercado de 30 millones de habitantes a uno de 300 millones. La frontera no existe para nosotros". . xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Diario "La Nación" Buenos Aires, 03 de enero de 2004
"Tenemos la oportunidad de crear una clase media en los próximos 25 años", dijo. "Si no lo hacemos, México seguirá siendo un país menos desarrollado por los próximos cien años", agregó. Algunas empresas mexicanas lograron aprovechar el nuevo mercado estadounidense, especialmente las que están aliadas a corporaciones provenientes de ese país, como los grandes productores de tomate.
Pero no importa cómo se lo mida. La brecha entre ricos y pobres se ensanchó en México. El desempleo está en alza y los salarios reales, erosionados por el colapso del peso en 1995, están congelados o han caído para millones de trabajadores.
El Nafta creó puestos de trabajo, pero no lo suficientemente rápido como para enfrentar la competencia creciente de China y el crecimiento de la fuerza laboral mexicana dado por el desplazamiento de campesinos hacia las ciudades. Millones de trabajadores pasaron a los Estados Unidos. Un millón más se mudó al norte de su propio país, cerca de la frontera.
Muchos terminaron en las maquiladoras (industrias ensambladoras), la mayoría de las cuales están instaladas en localidades muy golpeadas de la frontera, como Ciudad Juárez y Ciudad Acuña. Las maquiladoras exportaron 78.000 millones de dólares en 2002. De esa cifra, casi dos tercios fue producto del ensamblado de partes estadounidenses en México y reexportadas. "Las promesas acerca de cómo mejoraría la vida no fueron reales", sostuvo Etelvina Vázquez, de 43 años, una trabajadora de la línea de montaje de una autopartista de la empresa Alcoa, en Ciudad Acuña. Ella es una de las 27.000 personas que, según datos de la asociación de propietarios de maquiladoras de la ciudad, se mudaron allí desde el Estado sureño de Veracruz.
Luego de cinco años aquí, Vázquez gana US$ 45 por una semana de 48 horas de trabajo, deducidos los pagos por su casa diminuta construida por el Estado. "La vida es distinta pero igual de dura", evaluó.
De los 700.000 puestos de trabajo en maquiladoras generados en los primeros siete años del Nafta, 300.000 se eliminaron desde 2000. Ciudad Acuña misma ha perdido 2400 puestos en el último año. "Todos los puestos ganados en la manufactura gracias al Nafta han desaparecido", señaló Edgar Amador, economista. Y agregó que "no hay evidencias de que los salarios reales hayan subido". . xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
La persistente desigualdad tiene a los mexicanos debatiendo furiosamente cómo producir las oportunidades prometidas por el Nafta y otras iniciativas de libre comercio. A lo largo de buena parte de América latina ha surgido un fuerte sentir popular de que la fiebre de reformas fue una imprudencia. Un aspecto que está impulsando parcialmente el debate es el duro empujón por parte de la administración Bush con miras a completar un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) para 2005.
Con todo, para muchos mexicanos, el fracaso de las reformas económicas del país va de la mano de las políticas fallidas del partido autoritario que solía gobernar. El Partido Revolucionario Institucional, o PRI, cometió graves errores a medida que pugnaba por reformas de libre mercado. Arruinó, por ejemplo, la privatización de bancos controlados por el Estado en 1991 y 1992, lo cual les costó a los contribuyentes US$ 105.000 millones para salvar a instituciones financieras del colapso.
La privatización de proyectos para carreteras también fue manejada ineptamente y dio origen a un rescate de US$ 7 mil millones. México tiene hoy algunas de las carreteras por peaje más caras del mundo.
Antes de que los dirigentes mexicanos empezaran la apertura de la economía, el PRI mantenía elevadas barreras a la inversión y al comercio. Durante su mandato de 71 años, que llegó a su fin en 2000, el PRI expropió empresas petroleras extranjeras, distribuyó tierras entre campesinos y construyó un protegido sector de manufactura que producía automóviles y televisores, aunque a menudo eran criticados por su baja calidad.
Millones de personas seguían en la pobreza. Pero, en parte, gracias a los ingresos derivados del petróleo, el ingreso per cápita aumentó en aproximadamente 113% entre 1960 y 1980, en comparación con apenas el 11% registrado entre 1980 y 2000.
La economía empezó a tropezar hacia fines de los años 70 y principios de los 80, cuando el PRI dirigió a México hacia la bancarrota con un gasto público marcado por la corrupción y la ineficiencia. La deuda nacional se disparó hasta alcanzar el 60 por ciento del PBI y México se vio obligado a buscar préstamos del FMI, recortar gastos y emprender reformas de libre mercado.
Cuando Carlos Salinas de Gortari se convirtió, en 1988, en presidente, impresionó a los dirigentes estadounidenses con su fluidez en el idioma inglés y un título de economía en Harvard. Ayudó a vender el Nafta en los Estados Unidos, además de que hizo crecer las esperanzas y expectativas del pueblo mexicano. Entonces, el peso se vino abajo al tiempo que él iba dejando el cargo, reduciendo el poder adquisitivo en 50% y eliminando un millón de empleos. Salinas, el principal defensor de la reforma económica, actualmente es un villano para la mayoría de los mexicanos.
Jorge Miranda, ex asesor de política sobre comercio de Salinas, afirma que México estaría en peor situación de no haberse promulgado las reformas. No obstante, concede que se han cometido errores. "No quiero afirmar que es un cuento de hadas", dijo Miranda, que actualmente representa a empresas de los Estados Unidos en disputas comerciales con México.
Ejecutivos comerciales en escala internacional culpan a Fox y al Congreso de no haber podido aprobar reformas que ayudarían a lograr ventajas competitivas.
Rogelio Ramírez de la O, analista y uno de los asesores de empresas extranjeras, dijo: "Es culpa del gobierno mexicano por ser complaciente y creer que estos acuerdos (comerciales) eran un pasaporte automático a la riqueza".
Asimismo, los mexicanos se quejan de la eliminación de empresas propiedad de mexicanos que no estaban preparadas para la competencia.
En San Gabriel Chilac, poblado agrícola con algunas fábricas, María Luisa Ramírez no ha salido de México. Pero está experimentando la caprichosa naturaleza de la economía globalizada.
Ramírez empezó a trabajar en plantas de ensamblaje hace siete años. El año pasado, el propietario de una empresa de la localidad donde trabajaba Ramírez sacó toda la maquinaria en una noche, cerró bajo llave todas las puertas y les pagó a Ramírez y otros empleados tan sólo el salario de esa semana, equivalente a 65 dólares.
Actualmente, Ramírez trabaja en su hogar de una sola habitación con otra mujer. Juntas cortan los hilos de pantalones vaqueros que acaban de ser cosidos con las etiquetas de Paris Blue o L.E.I., por tres centavos de dólar cada par. Si logran terminar 200 pares de pantalones para el final del día percibirán 60 pesos, esto es, seis dólares. "Necesitamos tres horas para acabar 25 pares de pantalones", dijo Ramírez, mientras sus tijeras volaban entre costuras de hilo amarillo.
No se hace ilusiones con respecto a sus motivos para estar trabajando en casa hoy día.
"Ahora, hay muchísimas mujeres en el pueblo que hacen este trabajo desde sus hogares", agregó Ramírez. "Es más conveniente para las empresas porque así pagan menos." .
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Dos décadas del NAFTA: luces y sombras del tratado con EE.UU.
Diario "La Nación". Buenos Aires, 3 de enero de 2004.
Balance crítico del tratado de América del Norte, a los diez años de su creación
El Nafta creó más comercio, pero hizo caer el empleo
La prosperidad prometida aún no llegó
NUEVA YORK (The New York Times Services).- El Acuerdo de Libre Comercio
de Norte América (Nafta, en sus siglas en inglés) se impuso hace diez
años, luego de un debate que dejó contusos y en el que hubo presiones
muy duras. Hoy es más que nunca un símbolo, con una fuerte carga
política, de las promesas y peligros del libre comercio.
El acuerdo, conocido como el Nafta, unió tres economías inmensamente
diferentes: el rico Estados Unidos, Canadá de clase media y México con
sus serias dificultades. Las disparidades hicieron que el Nafta fuera la
apuesta más audaz de la historia respecto de la idea de que el libre
comercio podría beneficiar a todos.
Los líderes prometieron que el acuerdo crearía millones de buenos puestos de trabajo, reduciría la inmigración ilegal y elevaría los estándares de vida "desde el Yukon hasta Yucatán". Una década más tarde el veredicto, incluso de los más firmes partidarios del Nafta, es que para alcanzar esas metas el libre comercio no basta.
Los efectos del Nafta no pueden aislarse de los cambios más amplios en una economía en globalización. Pero muchos economistas y analistas políticos dicen que si bien el acuerdo estimuló el comercio y el crecimiento general, también produjo dislocaciones tremendas. Para bien o para mal -o ambas cosas a la vez- el Nafta transformó el panorama económico del continente a velocidad sorprendente.
Gary Hubauer, un analista del Institute for International Economics, un grupo de estudios en Washington que apoya el libre comercio, dijo que las ganancias para Estados Unidos en bienes de consumo más baratos y en mayores ganancias corporativas son grandes comparadas con las pérdidas. "Sin embargo, las ganancias se diluyen en la economía de modo tal que la gente no le agradece al Nafta cuando compra fruta o o autopartes baratas", dijo.
Los padecimientos, dijo, se concentran en lugares como el Medio Oeste, donde se han perdido puestos de trabajo que fueron a México y Canadá y cada vez más a China. "Los puestos de trabajo perdidos y la baja de ingresos debidos al Nafta serán pequeños, pero el eco es fuerte por todos los otros puestos de trabajo perdidos a causa de la globalización", dijo. "El Nafta es el símbolo de todos esos padecimientos."
El debate respecto del Nafta sigue modelando el futuro del libre comercio, en momentos en que más naciones se ponen en fila para obtener sus supuestos beneficios, como los cuatro países centroamericanos que llegaron a su propio acuerdo con Estados Unidos la semana pasada.
Pero incluso ese acuerdo probablemente enfrente un duro debate en el Congreso en un año electoral, ya que los cambios dolorosos producidos por el Nafta ofrecen argumentos que unifican a los opositores, que dicen que fue demasiado rápido y se le prestó demasiada poca atención al efecto sobre los trabajadores.
Dado que se está deshilachando el consenso nacional respecto del libre comercio y la pérdida de puestos de trabajo es un tema mayor de la campaña electoral, es dudoso que algún candidato presidencial demócrata o el presidente Bush puedan proponer sin cortapisas una mayor liberalización comercial en el año por delante.
En mejor situación
Pero para los partidarios del Nafta, el acuerdo, que eliminó barreras aduaneras sobre todo un espectro que va desde productos agropecuarios hasta autopartes, deja a las tres naciones en mejor situación de lo que hubieran estado sin el acuerdo. "Categóricamente ha creado empleo relacionado con exportaciones" dijo Bill Richardson, gobernador de Nuevo México. Siendo el vocero de la bancada demócrata, ayudó a que se aprobara el Nafta en la Cámara baja."En general el Nafta ha sido positivo, pero aún así hubo un seguimiento alarmantemente insuficiente en cuestiones que no son centrales", dijo. Las promesas de proteger los derechos de los trabajadores y el medio ambiente han "fallado de modo alarmante". Lo mismo sucede con el compromiso de reducir la brecha económica entre los Estados Unidos y México. "Y toda la idea de que el Nafta crearía puestos de trabajo en el lado mexicano y así reduciría la inmigración ha sido simplemente equivocada", dijo. "Eso fue una exageración".
Robert B. Zoellick, el representante comercial de Estados Unidos, dice que el Nafta logró su objetivo de incrementar el comercio, ya que duplicó las exportaciones agropecuarias de EE.UU. a México. Si bien el déficit comercial de Estados Unidos con Canadá y México se multiplicó por nueve, alcanzando casi US$ 90.000 millones, el comercio total entre las tres naciones creció un 109 por ciento.
"El Nafta ha estado arrastrando productos y granos estadounidense hacia México, beneficiando a los consumidores y garantizando buenos puestos de trabajos aquí", dijo, refiriéndose al aumento en los sueldos en la manufactura. Ese aumento del 14,4 por ciento aún está por detrás del incremento general en los ingresos de los hogares. .
Traducciones: Gabriel Zadunaisky
Diario "La Nación". Buenos Aires, Sábado 03 de enero de 2004 |
Fue difícil la adaptación de Canadá
Hubo pérdidas de puestos de trabajo
DURHAM, Ontario (The New York Times Services).- Canadá estaba en mucho
mejor situación que México para beneficiarse del libre comercio. Tiene
una clase media con alto nivel de educación y el 90% de los canadienses
vive a menos de 150 kilómetros de la frontera con EE.UU. Tienen alto
seguro de desempleo y seguro de salud universal.
Pero el progreso se demostró muy doloroso para Canadá también. Tenía un
acuerdo de libre comercio por separado con Estados Unidos, que databa de
1988, cinco años antes que el Nafta. De 1989 a 1991 se perdieron
450.000 puestos de trabajo en la industria, uno de cada cinco.
Algunos sobrevivientes salieron fortalecidos. En Ontario, pequeño pueblo industrial de Durham, los gerentes de la fábrica de muebles Durham Furniture recibieron una llamada telefónica de Toronto el 10 de febrero de 1992. La empresa madre, Strathearn House Group, había quebrado. "Todo el pueblo sintió algo así como un terremoto", recordó Lloyd Love, ahora vicepresidente a cargo de fabricación.
Entonces, los gerentes consiguieron financiación para reabrir la planta como una firma independiente, llamada Durham Furniture. Con la dirección de un especialista en comercialización de muebles estadounidense, John Scarsella, ahora presidente y CEO, Durham se rehizo e invirtió más de US$ 15 millones en nueva tecnología para el trabajo de la madera y apuntando a clientes de EE.UU.
Las ventas se multiplicaron por ocho desde 1994 a más de US$ 75 millones este año. El 80% de eso va a EE.UU.. La empresa tenía 100 empleados en 1993 y ahora cuenta con 800, una oficina de ventas en Canfield, Ohio, y una sala de exhibición en High Point, Carolina del Norte. "La frontera no existe para nosotros", dijo Scarsella. "Fuimos de un mercado de 30 millones de habitantes a uno de 300 millones. La frontera no existe para nosotros". .
Diario "La Nación" Buenos Aires, 03 de enero de 2004
Un boom pasajero y un final con desilusión
La integración no cumplió su promesa de mejorar el nivel de vida en México
CIUDAD ACUÑA, México (The New York Times Services).- Una de las promesas
del Nafta era que cerraría la gran brecha en materia de salarios y
niveles de vida entre los Estados Unidos y México, y de ese modo
mantendría a los mexicanos trabajando de su lado de la frontera.
Hoy en día en México, "cuando se dice que el libre comercio beneficia a
la gente pobre -opinó Luis de la Calle, un alto funcionario mexicano que
participó en las negociaciones del bloque comercial- nadie le cree".
Fuerte partidario del acuerdo, De la Calle, economista, cree de todos
modos que los beneficios del Nafta para México se van reduciendo a
medida que las industrias se mudan a países donde los salarios son aun
más bajos, en particular a China.
"Tenemos la oportunidad de crear una clase media en los próximos 25 años", dijo. "Si no lo hacemos, México seguirá siendo un país menos desarrollado por los próximos cien años", agregó. Algunas empresas mexicanas lograron aprovechar el nuevo mercado estadounidense, especialmente las que están aliadas a corporaciones provenientes de ese país, como los grandes productores de tomate.
Pero no importa cómo se lo mida. La brecha entre ricos y pobres se ensanchó en México. El desempleo está en alza y los salarios reales, erosionados por el colapso del peso en 1995, están congelados o han caído para millones de trabajadores.
El Nafta creó puestos de trabajo, pero no lo suficientemente rápido como para enfrentar la competencia creciente de China y el crecimiento de la fuerza laboral mexicana dado por el desplazamiento de campesinos hacia las ciudades. Millones de trabajadores pasaron a los Estados Unidos. Un millón más se mudó al norte de su propio país, cerca de la frontera.
Muchos terminaron en las maquiladoras (industrias ensambladoras), la mayoría de las cuales están instaladas en localidades muy golpeadas de la frontera, como Ciudad Juárez y Ciudad Acuña. Las maquiladoras exportaron 78.000 millones de dólares en 2002. De esa cifra, casi dos tercios fue producto del ensamblado de partes estadounidenses en México y reexportadas. "Las promesas acerca de cómo mejoraría la vida no fueron reales", sostuvo Etelvina Vázquez, de 43 años, una trabajadora de la línea de montaje de una autopartista de la empresa Alcoa, en Ciudad Acuña. Ella es una de las 27.000 personas que, según datos de la asociación de propietarios de maquiladoras de la ciudad, se mudaron allí desde el Estado sureño de Veracruz.
Luego de cinco años aquí, Vázquez gana US$ 45 por una semana de 48 horas de trabajo, deducidos los pagos por su casa diminuta construida por el Estado. "La vida es distinta pero igual de dura", evaluó.
De los 700.000 puestos de trabajo en maquiladoras generados en los primeros siete años del Nafta, 300.000 se eliminaron desde 2000. Ciudad Acuña misma ha perdido 2400 puestos en el último año. "Todos los puestos ganados en la manufactura gracias al Nafta han desaparecido", señaló Edgar Amador, economista. Y agregó que "no hay evidencias de que los salarios reales hayan subido". .
Diario "La Nación". Buenos Aires, Domingo 24 de agosto de 2003
Políticas en la picota
En México, la persistencia de la pobreza en amplios sectores crea mala imagen para las reformas pro mercado
La aparición del Nafta generó nuevos negocios, amplió mercados y abarató importaciones, pero hay sectores postergados
MEXICO (The New York Times News Service).- Ciertamente, las reformas
mexicanas han generado una enorme riqueza, y durante la mayor parte de
los años 90 la economía de México daba la impresión de ser más dinámica
que nunca. Las puertas se abrían de par en par a la inversión
extranjera. Los aranceles sobre una diversidad de importaciones
provenientes de los Estados Unidos y otros países empezaron a
abaratarse, volviéndose más accesibles para más mexicanos. Las fábricas
enfocadas a mercados extranjeros impulsaron las exportaciones hasta ser
equivalentes al 30% del producto bruto interno (PBI) de México.
Con la apertura de las fronteras al comercio y una acaudalada elite,
México hace alarde de varias distribuidoras de automóviles BMW,
Mercedes-Benz, Ferrari y Jaguar, lujos que solían ser una rareza en el
pasado. Actualmente existen más bienes de consumo de marca extranjera de
los que se puede elegir y un número creciente de costosos centros
vacacionales, aunado a sofisticados restaurantes por visitar. Pero la
riqueza no ha llegado hasta la mayoría de los mexicanos, y con todo el
evidente consumo entre personas acomodadas, decenas de millones de
mexicanos siguen viviendo al día.
La persistente desigualdad tiene a los mexicanos debatiendo furiosamente cómo producir las oportunidades prometidas por el Nafta y otras iniciativas de libre comercio. A lo largo de buena parte de América latina ha surgido un fuerte sentir popular de que la fiebre de reformas fue una imprudencia. Un aspecto que está impulsando parcialmente el debate es el duro empujón por parte de la administración Bush con miras a completar un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) para 2005.
Con todo, para muchos mexicanos, el fracaso de las reformas económicas del país va de la mano de las políticas fallidas del partido autoritario que solía gobernar. El Partido Revolucionario Institucional, o PRI, cometió graves errores a medida que pugnaba por reformas de libre mercado. Arruinó, por ejemplo, la privatización de bancos controlados por el Estado en 1991 y 1992, lo cual les costó a los contribuyentes US$ 105.000 millones para salvar a instituciones financieras del colapso.
La privatización de proyectos para carreteras también fue manejada ineptamente y dio origen a un rescate de US$ 7 mil millones. México tiene hoy algunas de las carreteras por peaje más caras del mundo.
Antes de que los dirigentes mexicanos empezaran la apertura de la economía, el PRI mantenía elevadas barreras a la inversión y al comercio. Durante su mandato de 71 años, que llegó a su fin en 2000, el PRI expropió empresas petroleras extranjeras, distribuyó tierras entre campesinos y construyó un protegido sector de manufactura que producía automóviles y televisores, aunque a menudo eran criticados por su baja calidad.
Millones de personas seguían en la pobreza. Pero, en parte, gracias a los ingresos derivados del petróleo, el ingreso per cápita aumentó en aproximadamente 113% entre 1960 y 1980, en comparación con apenas el 11% registrado entre 1980 y 2000.
La economía empezó a tropezar hacia fines de los años 70 y principios de los 80, cuando el PRI dirigió a México hacia la bancarrota con un gasto público marcado por la corrupción y la ineficiencia. La deuda nacional se disparó hasta alcanzar el 60 por ciento del PBI y México se vio obligado a buscar préstamos del FMI, recortar gastos y emprender reformas de libre mercado.
Cuando Carlos Salinas de Gortari se convirtió, en 1988, en presidente, impresionó a los dirigentes estadounidenses con su fluidez en el idioma inglés y un título de economía en Harvard. Ayudó a vender el Nafta en los Estados Unidos, además de que hizo crecer las esperanzas y expectativas del pueblo mexicano. Entonces, el peso se vino abajo al tiempo que él iba dejando el cargo, reduciendo el poder adquisitivo en 50% y eliminando un millón de empleos. Salinas, el principal defensor de la reforma económica, actualmente es un villano para la mayoría de los mexicanos.
Jorge Miranda, ex asesor de política sobre comercio de Salinas, afirma que México estaría en peor situación de no haberse promulgado las reformas. No obstante, concede que se han cometido errores. "No quiero afirmar que es un cuento de hadas", dijo Miranda, que actualmente representa a empresas de los Estados Unidos en disputas comerciales con México.
Ejecutivos comerciales en escala internacional culpan a Fox y al Congreso de no haber podido aprobar reformas que ayudarían a lograr ventajas competitivas.
Rogelio Ramírez de la O, analista y uno de los asesores de empresas extranjeras, dijo: "Es culpa del gobierno mexicano por ser complaciente y creer que estos acuerdos (comerciales) eran un pasaporte automático a la riqueza".
Asimismo, los mexicanos se quejan de la eliminación de empresas propiedad de mexicanos que no estaban preparadas para la competencia.
En San Gabriel Chilac, poblado agrícola con algunas fábricas, María Luisa Ramírez no ha salido de México. Pero está experimentando la caprichosa naturaleza de la economía globalizada.
Ramírez empezó a trabajar en plantas de ensamblaje hace siete años. El año pasado, el propietario de una empresa de la localidad donde trabajaba Ramírez sacó toda la maquinaria en una noche, cerró bajo llave todas las puertas y les pagó a Ramírez y otros empleados tan sólo el salario de esa semana, equivalente a 65 dólares.
Actualmente, Ramírez trabaja en su hogar de una sola habitación con otra mujer. Juntas cortan los hilos de pantalones vaqueros que acaban de ser cosidos con las etiquetas de Paris Blue o L.E.I., por tres centavos de dólar cada par. Si logran terminar 200 pares de pantalones para el final del día percibirán 60 pesos, esto es, seis dólares. "Necesitamos tres horas para acabar 25 pares de pantalones", dijo Ramírez, mientras sus tijeras volaban entre costuras de hilo amarillo.
No se hace ilusiones con respecto a sus motivos para estar trabajando en casa hoy día.
"Ahora, hay muchísimas mujeres en el pueblo que hacen este trabajo desde sus hogares", agregó Ramírez. "Es más conveniente para las empresas porque así pagan menos." .
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Dos décadas del NAFTA: luces y sombras del tratado con EE.UU.
La mañana del
1° de enero de 1994 todo estaba diseñado para que México celebrara una jornada
alegre. El país entraba en el “primer mundo” gracias al acuerdo de Libre
Comercio (NAFTA) firmado con Estados Unidos y Canadá que entraba en vigor
después de cuatro años de duras negociaciones. Sin embargo, aquel grupo de
indígenas del sur mexicano, que decían ser miembros del EZLN (Ejército
Zapatista de Liberación Nacional), le estropeó la fiesta al entonces
presidente Carlos Salinas de Gortari, que respondió con contundencia.
Veinte años
después, los dos protagonistas de aquel levantamiento rompieron su silencio. El
primero, el subcomandante Marcos, para decir –a través de un comunicado– que “sigue
haciendo frío” en México. El segundo, Carlos Salinas, considerado por
Marcos “el líder de una banda de traidores y vendepatrias”, escribió que,
después de dos décadas, el NAFTA “no es la panacea que algunos equivocadamente
anticiparon ni el desastre que sus críticos insistieron en presentar”, según
señaló.
Entre los
grandes errores de aquel acuerdo, el ex presidente destaca el no haber incluido
un pacto migratorio. Entre los efectos positivos, sostiene Salinas, está el
hecho de que “el petróleo dejó de ser el principal producto de exportación del
país y nos convertimos en exportador de manufacturas. Creó un mercado equivalente
a un tercio del valor de la producción mundial –más de mil millones de dólares
cruzan la frontera diariamente– y con más de 400 millones de personas. Además,
el país adquirió mayor capacidad exportadora para otros mercados, reduciendo su
dependencia de Estados Unidos”, según señaló en la revista Expansión.
Muy alejado de
los reflectores, entre las montañas del Estado sureño de Chiapas, un miembro
del municipio autónomo de Morelia explica que el NAFTA “fue el intento por
terminar con nosotros, los pobres y los indígenas. De acabar con el campo,
con nuestras semillas y con nuestras tierras”, explica a Clarín.
“El impacto del
zapatismo fue brutal, porque obligó a México a enfrentarse con una realidad que
se ocultaba: sus indígenas. Evidenciaron que somos algo más que una economía
conectada con EE.UU. y que millones de personas viven sin trabajo, salud ni
educación ”, explica Gonzalo Ituarte, ex vicario de San Cristóbal y uno de
los negociadores de los acuerdos de paz. “Y nunca más los indígenas volvieron a
ser vistos como antes”, sentencia.
Diario “La
Nación”. Buenos Aires, 31 de diciembre de 2013
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Hace unos días, el comerciante Carlos Huerta entró a una tienda Sami s Club en esta ciudad y compró US$6.000 en palomitas de maíz para microondas marca Act II. Cruzó la calle con su pesado cargamento para luego revenderlo en su puesto callejero en el mayor mercado de ventas al mayoreo de Latinoamérica.
Antes, Huerta compraba el maíz (producido en Estados Unidos) directamente al distribuidor local. Pero en estos tiempos, cuando la frontera entre México y EE.UU. se vuelve cada vez más abierta, Wal-Mart Stores Inc. puede despachar Act II a sus muchos establecimientos Sami s Club en México por apenas unos cuantos centavos más de lo que cuesta en una tienda estadounidense, vendiendo incluso más barato que el propio distribuidor en México.
He perdido muchos clientes , dice Huerta, cuyos principales clientes son las tiendas de abarrotes. Ahora, muchos van directamente a Sami s .
Eliminando intermediarios como Huerta es apenas una de las muchas formas en que Wal-Mart ha logrado cambiar la forma en que México hace negocios. Una de sus estrategias clave ha sido aprovechar al máximo las bondades que ofrece el libre comercio desde la eliminación de aranceles hasta la integración del transporte y la desaparición de las trabas burocráticas que podrían eventualmente extenderse a otros países latinoamericanos que se sumen a la zona comercial o a un acuerdo de libre comercio para las Américas.
Gracias a las ventajas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLC o Nafta, y a la explotación de su gigantesco poder adquisitivo y red de distribución, Wal-Mart ha logrado adaptar al resto de Norteamérica el plan de negocios que por años la ha convertido en la tienda favorita de los estadounidenses.
En la actualidad, y a apenas una década de haber debutado en México, Wal-Mart domina el sector de ventas minoristas en ese país. Wal-Mart de México SA, tiene ventas anuales de casi US$9.000 millones y contribuye con más de un tercio de las ganancias anuales de unos US$1.100 millones fuera de EE.UU. de su matriz. También representa un terreno sólido para el talento y el crisol de ideas nuevas que pueden ayudar al gigante minorista a traducir la filosofía de Wal-Mart a otros países, como Alemania, donde la minorista ha tenido algunos tropezones.
En la actualidad, Wal-Mart opera 520 establecimientos en México, que van de las grandes tiendas tipo bodega, Sami s Club, a Wal-Mart Supercenters y pequeños cafés. Pero su éxito se debe a mucho más que sólo abrir enormes tiendas de descuento al sur del Río Bravo. Tiene mucho que ver con el hecho de que Nafta ha transformado a EE.UU., México y Canadá en una zona comercial única.
Después de que entró en vigor el Nafta en 1994, los aranceles cayeron, desatando en México una ola de demanda antes reprimida de productos estadounidenses.
El acuerdo también eliminó algunos de los problemas en el transporte y la burocracia gubernamental que había impedido a la compañía aprovechar al máximo sus ventajas competitivas en este país. Además, estimuló a que compañías de Asia y Europa se lanzaran a construir plantas nuevas en la zona de Nafta, dando a Wal-Mart un mejor acceso a más marcas extranjeras.
Considere la línea de televisores de pantalla plana Wega, de la japonesa Sony. En 1998, Ricardo Perera, encarcago de compras de electrónicos de Sami s Club en Ciudad de México, importó un puñado de Wegas desde Japón. Wal-Mart ofreció el televisor importado de 29 pulgadas en unos US$1.600. El elevado precio reflejaba una tarifa de importación de 23% además del costo de manejo y envío. Ese año, las tiendas Sami s Club en México vendieron apenas cinco televisores.
El año siguiente, para aprovechar al máximo los beneficios de Nafta, Sony construyó una gigantesca fábrica de Wega en la ciudad fronteriza de Mexicali. Al instalar su planta en México, Sony pudo enviar los televisores, libres de impuestos, a toda la zona de libre comercio del acuerdo. Y aunque el mercado objetivo principal era EE.UU., Perera detectó una oportunidad.
Los aparatos, ahora fabricados en México, le ahorrarían a Sami s un dineral en costos de envío y podría entonces traspasar esos ahorros directamente a los consumidores. En la actualidad, Sami s Club vende los Wega de 29 pulgadas en alrededor de US$600 y estos constituyen más de una tercera parte del total de la venta de electrónicos de Sami s en México.
La apertura de otras plantas ha posibilitado que Wal-Mart ofrezca ahorros similares en México sobre marcas extranjeras en productos que van de ropa interior a cámaras digitales.
Pero las cosas no fueron siempre color de rosa. A principios de los 90, traer las palomitas Act II del señor Huerta era todo un dolor de cabeza. Además de los elevados costos de importación, los minoristas tenían que usar costosos intermediarios para obtener permisos de importación. Los productos demoraban hasta un mes para pasar la aduana y con frecuencia los funcionarios mexicanos exigían sobornos. La burocracia era una tortura , dice José Angel Gallegos, ejecutivo de distribución de Wal-Mart.
Hoy, gracias al Nafta, Wal-Mart puede comprar las palomitas marca Act II directamente del fabricante estadounidense ConAgra, que incluso pone una etiqueta en español a petición de la cadena minorista. Wal-Mart vende las palomitas a un centro de distribución que construyó en Laredo, Texas, con el acuerdo de libre comercio en mente. Allí, un camión contratado por Wal-Mart México las recoge en cuestión de horas y al día siguiente el producto está en los anaqueles de un Sami s Club. Sus rivales, mientras tanto, siguen comprando el mismo producto a los distribuidores locales a un precio más elevado.
El legendario fundador de Wal-Mart, Sam Walton, parece haber previsto todo esto. En 1990, Walton conoció a Jerónimo Arango, cuya compañía, Grupo Cifra SA, fue pionera en la creación de tiendas de descuento en México. Arango y Walton pronto acordaron que el tratado de libre comercio entre México y EE.UU. que estaba tomando forma en ese entonces resultaría ideal para unir sus fuerzas.
En 1991, Wal-Mart salió por primera vez de su país natal, lanzando una sociedad igualitaria con el Grupo Cifra.
En apenas meses, abrió el primer Sami s Club en Ciudad de México; una tienda tipo bodega que vendía productos en grandes cantidades a precios apenas por encima de los precios mayoristas que fue un rotundo éxito, y rompió todos los récords de venta de Wal-Mart. La sociedad creció hasta incluir a cada nueva tienda abierta por cualquiera de ambas compañías. En 1997, Wal-Mart adquirió el control de Cifra al comprar un 12% adicional del minorista mexicano por US$1.200 millones.
Pese a haber cometido algunos errores de logística y distribución de productos en sus inicios, Wal-Mart aprendió la lección. Para 1999, Wal-Mart México había logrado reducir sus costos a tal grado que pudo considerar la idea de traspasar esos ahorros a los consumidores de una forma más sistemática. En agosto de ese año, cerró toda una tienda durante todo un día y rebajó sus precios en ese local en hasta un 14% en 6.000 productos. El experimento tuvo tal éxito que pronto cada Supercenter del país rebajó sus precios en una cantidad similar. Otros locales de Wal-Mart en México hicieron lo mismo en marzo de 2000.
El enorme poder adquisitivo de la compañía le ha permitido mantenerse al frente de sus competidores mexicanos que también están buscando formas de aprovechar las decrecientes tarifas de importación. Pero como Wal-Mart consolida sus pedidos de todos los productos que vende fuera de EE.UU., puede conseguir mayores descuentos de sus proveedores que sus competidores locales más pequeños. Yo compro 20.000 juguetes de plástico, y Wal-Mart compra 20 millones. A quién cree que le venden más barato? , se pregunta Francisco Martínez, director de administraciónn y finanzas de Comercial Mexicana, su principal rival.
Las tácticas poco ortodoxas de la minorista estadounidense han puesto a temblar a la competencia, cuyos elevados costos hacen casi imposible competir con Wal-Mart. En el largo plazo, el resto de nosotros va a tener que fusionarse con algún socio local o extranjero para mantener el paso , dice Martínez.
Repetidamente, Wal-Mart México ha aprovechado Nafta y otros aspectos económicos para desatar verdaderas guerras de precios. Por ejemplo, en lugar de embolsarse las ganancias inesperadas que registró su tienda cuando cayeron los aranceles sobre ventiladores de pie marca Lasko de 20% en 1993 a 2% en la actualidad, José Luis Laparte, ejecutivo de Sami s Club, ordenó rebajas en el precio equivalentes a la reducción del arancel de importación.
Wal-Mart espera repetir el éxito en sus otras localizaciones.
John Menzer, director ejecutivo de Wal-Mart International, dice que el éxito de las bodegas de Wal-Mart México bajos precios, pocas pretensiones y una oferta limitada de productos en tiendas diseñadas para los consumidores de escasos recursos económicos ha inspirado a Wal-Mart a abrir un clon brasileño llamado Todo Dia.
Y podría también poner a prueba ese formato en Estados Unidos. Los ejecutivos de Wal-Mart en China ya están también echando ojo a las operaciones mexicanas para llevarse algunas ideas.
Ann Zimmerman, en Dallas,contribuyó a este artículo
https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=7858230707057807585#editor/target=post;postID=4541529454986674164;onPublishedMenu=allposts;onClosedMenu=allposts;postNum=0;src=link
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El compromiso asumido supuso eliminar los derechos aduaneros para los productos industriales que circulan intrazona, así como las restricciones a la circulación de los productos del agro y de los servicios. También se dejaron de lado las exigencias de "contenido local" y los esquemas de "sustitución de importaciones" y se aseguró, en el área, el respeto a los derechos de la propiedad intelectual.
En consecuencia, dos décadas después, Canadá es el principal mercado de exportación de los Estados Unidos. Canadá, a su vez, envía el 98% de sus exportaciones totales energéticas a su vecino del Sur. En el caso particular del petróleo, hablamos de 2,3 millones de barriles diarios de exportaciones canadienses. Por su parte, México es hoy el segundo mercado para las exportaciones norteamericanas. La integración es, queda visto, una realidad.
La producción industrial de los tres países se ha integrado profundamente, conformando cadenas productivas, y el intercambio comercial entre ellos se ha incrementado un formidable 400%. Todos los días hay operaciones comerciales de bienes y servicios por valor de unos 2000 millones de dólares a través de la frontera de los Estados Unidos con Canadá, y por valor de unos 1000 millones en la frontera que separa a los Estados Unidos de México.
La mitad de ese inmenso tráfico comercial -cabe destacar- se realiza entre empresas vinculadas, lo que ha beneficiado a todos aumentando la productividad de las tres economías. Esto sucede particularmente en el sector automotor, especialmente competitivo, pero también en otros capítulos o rincones de sus economías.
De cada dólar que Canadá y México exportan a los Estados Unidos hay 25 centavos de insumos norteamericanos, en el caso de Canadá, y unos 40 centavos en el caso de México. Este nivel de integración real es importante. En el caso de China, por ejemplo, de cada dólar de exportaciones chinas a los Estados Unidos hay apenas unos 4 centavos de insumos norteamericanos.
Como cabía esperar, las inversiones directas recíprocas han aumentado exponencialmente. Los Estados Unidos, por ejemplo, han invertido unos 310 billones de dólares en Canadá y las empresas canadienses unos 200 billones de dólares en los Estados Unidos. Aunque en menor medida, hay asimismo inversiones mexicanas importantes en los Estados Unidos.
La pertenencia al Nafta -más allá de lo económico- ha contribuido a generar un clima que ha permitido a México afianzar la democracia y consolidar una clase media que crece vigorosamente. También a mantener una política macroeconómica seria y estable.
Por todo eso, el político e intelectual mexicano Jorge Castañeda dice que el Nafta "es una historia innegable de éxito" para México. Fundamentalmente, por haber hecho crecer fuertemente sus exportaciones. Ese éxito -dice Castañeda- influyó en que los mexicanos "abrieran sus cabezas" y se lanzaran a un proceso de rápida modernización, que incluye las reformas impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto.
Esto supone abandonar el recurso fácil de la "victimización". Y dejar de lado tabúes históricos que nacieron en el contexto de un mundo que ya no existe. Lo que supone una actitud colectiva de mirar hacia adelante, en lugar de quedarse, obsesivamente, empantanados en la propia historia.
El futuro para los socios del Nafta, veinte años después de su nacimiento, sigue siendo común. Lo que supone la necesidad de trabajar en profundizar la integración en todos los capítulos que aún no se han abordado, como el de la libre circulación del trabajo. Pero también la de mejorar e integrar constantemente la infraestructura básica común. Muy especialmente la de transporte y la energética.
Un ejemplo de que su futuro es común es que los tres socios han comenzado a analizar su posible ingreso a las dos zonas de libre comercio del Pacífico y del Atlántico, que hoy se gestan aceleradamente. También, que hoy estén analizando una mayor integración en materia de seguridad, incluido el problema del crimen organizado.
Quizá por todo esto es que los mal llamados "progresistas", que viven en los 70, procuran excluir a México del diálogo regional. No vaya a ser que se advierta que el camino del éxito poco tiene que ver con la filosofía del aislamiento que predican, aquella que rechaza al mundo como escenario y se encierra en sí misma; aquella que, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata de 2005, eligió el proteccionismo. Un gesto que nos condujo a alejarnos comercialmente de las cadenas productivas del mundo. Y que, además, condena a las sociedades que resultan víctimas de esa estrategia cerrada a tener que vivir en el atraso, en términos relativos.
© LA NACION.XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
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ESTADOS UNIDOS - CANADA
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| Diario "La Nación". Buenos Aires, 21 de 0ctubre de 2001. |
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| Diario "La Nación". Buenos Aires, 28 de junio de 2002. El Economista |
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| Diario "Clarin". Buenos Aires, 21 de enero de 2001. |
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| Diario "La Nación". Buenos Aire, 23 de noviembre de 2003. xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx |
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WAL-MART Y LAS BONDADES DEL NAFTA
Hace unos días, el comerciante Carlos Huerta entró a una tienda Sami s Club en esta ciudad y compró US$6.000 en palomitas de maíz para microondas marca Act II. Cruzó la calle con su pesado cargamento para luego revenderlo en su puesto callejero en el mayor mercado de ventas al mayoreo de Latinoamérica. Antes, Huerta compraba el maíz (producido en Estados Unidos) directamente al distribuidor local. Pero en estos tiempos, cuando la frontera entre México y EE.UU. se vuelve cada vez más abierta, Wal-Mart Stores Inc. puede despachar Act II a sus muchos establecimientos Sami s Club en México por apenas unos cuantos centavos más de lo que cuesta en una tienda estadounidense, vendiendo incluso más barato que el propio distribuidor en México.
Hace unos días, el comerciante Carlos Huerta entró a una tienda Sami s Club en esta ciudad y compró US$6.000 en palomitas de maíz para microondas marca Act II. Cruzó la calle con su pesado cargamento para luego revenderlo en su puesto callejero en el mayor mercado de ventas al mayoreo de Latinoamérica.
Antes, Huerta compraba el maíz (producido en Estados Unidos) directamente al distribuidor local. Pero en estos tiempos, cuando la frontera entre México y EE.UU. se vuelve cada vez más abierta, Wal-Mart Stores Inc. puede despachar Act II a sus muchos establecimientos Sami s Club en México por apenas unos cuantos centavos más de lo que cuesta en una tienda estadounidense, vendiendo incluso más barato que el propio distribuidor en México.
He perdido muchos clientes , dice Huerta, cuyos principales clientes son las tiendas de abarrotes. Ahora, muchos van directamente a Sami s .
Eliminando intermediarios como Huerta es apenas una de las muchas formas en que Wal-Mart ha logrado cambiar la forma en que México hace negocios. Una de sus estrategias clave ha sido aprovechar al máximo las bondades que ofrece el libre comercio desde la eliminación de aranceles hasta la integración del transporte y la desaparición de las trabas burocráticas que podrían eventualmente extenderse a otros países latinoamericanos que se sumen a la zona comercial o a un acuerdo de libre comercio para las Américas.
Gracias a las ventajas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLC o Nafta, y a la explotación de su gigantesco poder adquisitivo y red de distribución, Wal-Mart ha logrado adaptar al resto de Norteamérica el plan de negocios que por años la ha convertido en la tienda favorita de los estadounidenses.
En la actualidad, y a apenas una década de haber debutado en México, Wal-Mart domina el sector de ventas minoristas en ese país. Wal-Mart de México SA, tiene ventas anuales de casi US$9.000 millones y contribuye con más de un tercio de las ganancias anuales de unos US$1.100 millones fuera de EE.UU. de su matriz. También representa un terreno sólido para el talento y el crisol de ideas nuevas que pueden ayudar al gigante minorista a traducir la filosofía de Wal-Mart a otros países, como Alemania, donde la minorista ha tenido algunos tropezones.
En la actualidad, Wal-Mart opera 520 establecimientos en México, que van de las grandes tiendas tipo bodega, Sami s Club, a Wal-Mart Supercenters y pequeños cafés. Pero su éxito se debe a mucho más que sólo abrir enormes tiendas de descuento al sur del Río Bravo. Tiene mucho que ver con el hecho de que Nafta ha transformado a EE.UU., México y Canadá en una zona comercial única.
Después de que entró en vigor el Nafta en 1994, los aranceles cayeron, desatando en México una ola de demanda antes reprimida de productos estadounidenses.
El acuerdo también eliminó algunos de los problemas en el transporte y la burocracia gubernamental que había impedido a la compañía aprovechar al máximo sus ventajas competitivas en este país. Además, estimuló a que compañías de Asia y Europa se lanzaran a construir plantas nuevas en la zona de Nafta, dando a Wal-Mart un mejor acceso a más marcas extranjeras.
Considere la línea de televisores de pantalla plana Wega, de la japonesa Sony. En 1998, Ricardo Perera, encarcago de compras de electrónicos de Sami s Club en Ciudad de México, importó un puñado de Wegas desde Japón. Wal-Mart ofreció el televisor importado de 29 pulgadas en unos US$1.600. El elevado precio reflejaba una tarifa de importación de 23% además del costo de manejo y envío. Ese año, las tiendas Sami s Club en México vendieron apenas cinco televisores.
El año siguiente, para aprovechar al máximo los beneficios de Nafta, Sony construyó una gigantesca fábrica de Wega en la ciudad fronteriza de Mexicali. Al instalar su planta en México, Sony pudo enviar los televisores, libres de impuestos, a toda la zona de libre comercio del acuerdo. Y aunque el mercado objetivo principal era EE.UU., Perera detectó una oportunidad.
Los aparatos, ahora fabricados en México, le ahorrarían a Sami s un dineral en costos de envío y podría entonces traspasar esos ahorros directamente a los consumidores. En la actualidad, Sami s Club vende los Wega de 29 pulgadas en alrededor de US$600 y estos constituyen más de una tercera parte del total de la venta de electrónicos de Sami s en México.
La apertura de otras plantas ha posibilitado que Wal-Mart ofrezca ahorros similares en México sobre marcas extranjeras en productos que van de ropa interior a cámaras digitales.
Pero las cosas no fueron siempre color de rosa. A principios de los 90, traer las palomitas Act II del señor Huerta era todo un dolor de cabeza. Además de los elevados costos de importación, los minoristas tenían que usar costosos intermediarios para obtener permisos de importación. Los productos demoraban hasta un mes para pasar la aduana y con frecuencia los funcionarios mexicanos exigían sobornos. La burocracia era una tortura , dice José Angel Gallegos, ejecutivo de distribución de Wal-Mart.
Hoy, gracias al Nafta, Wal-Mart puede comprar las palomitas marca Act II directamente del fabricante estadounidense ConAgra, que incluso pone una etiqueta en español a petición de la cadena minorista. Wal-Mart vende las palomitas a un centro de distribución que construyó en Laredo, Texas, con el acuerdo de libre comercio en mente. Allí, un camión contratado por Wal-Mart México las recoge en cuestión de horas y al día siguiente el producto está en los anaqueles de un Sami s Club. Sus rivales, mientras tanto, siguen comprando el mismo producto a los distribuidores locales a un precio más elevado.
El legendario fundador de Wal-Mart, Sam Walton, parece haber previsto todo esto. En 1990, Walton conoció a Jerónimo Arango, cuya compañía, Grupo Cifra SA, fue pionera en la creación de tiendas de descuento en México. Arango y Walton pronto acordaron que el tratado de libre comercio entre México y EE.UU. que estaba tomando forma en ese entonces resultaría ideal para unir sus fuerzas.
En 1991, Wal-Mart salió por primera vez de su país natal, lanzando una sociedad igualitaria con el Grupo Cifra.
En apenas meses, abrió el primer Sami s Club en Ciudad de México; una tienda tipo bodega que vendía productos en grandes cantidades a precios apenas por encima de los precios mayoristas que fue un rotundo éxito, y rompió todos los récords de venta de Wal-Mart. La sociedad creció hasta incluir a cada nueva tienda abierta por cualquiera de ambas compañías. En 1997, Wal-Mart adquirió el control de Cifra al comprar un 12% adicional del minorista mexicano por US$1.200 millones.
Pese a haber cometido algunos errores de logística y distribución de productos en sus inicios, Wal-Mart aprendió la lección. Para 1999, Wal-Mart México había logrado reducir sus costos a tal grado que pudo considerar la idea de traspasar esos ahorros a los consumidores de una forma más sistemática. En agosto de ese año, cerró toda una tienda durante todo un día y rebajó sus precios en ese local en hasta un 14% en 6.000 productos. El experimento tuvo tal éxito que pronto cada Supercenter del país rebajó sus precios en una cantidad similar. Otros locales de Wal-Mart en México hicieron lo mismo en marzo de 2000.
El enorme poder adquisitivo de la compañía le ha permitido mantenerse al frente de sus competidores mexicanos que también están buscando formas de aprovechar las decrecientes tarifas de importación. Pero como Wal-Mart consolida sus pedidos de todos los productos que vende fuera de EE.UU., puede conseguir mayores descuentos de sus proveedores que sus competidores locales más pequeños. Yo compro 20.000 juguetes de plástico, y Wal-Mart compra 20 millones. A quién cree que le venden más barato? , se pregunta Francisco Martínez, director de administraciónn y finanzas de Comercial Mexicana, su principal rival.
Las tácticas poco ortodoxas de la minorista estadounidense han puesto a temblar a la competencia, cuyos elevados costos hacen casi imposible competir con Wal-Mart. En el largo plazo, el resto de nosotros va a tener que fusionarse con algún socio local o extranjero para mantener el paso , dice Martínez.
Repetidamente, Wal-Mart México ha aprovechado Nafta y otros aspectos económicos para desatar verdaderas guerras de precios. Por ejemplo, en lugar de embolsarse las ganancias inesperadas que registró su tienda cuando cayeron los aranceles sobre ventiladores de pie marca Lasko de 20% en 1993 a 2% en la actualidad, José Luis Laparte, ejecutivo de Sami s Club, ordenó rebajas en el precio equivalentes a la reducción del arancel de importación.
Wal-Mart espera repetir el éxito en sus otras localizaciones.
John Menzer, director ejecutivo de Wal-Mart International, dice que el éxito de las bodegas de Wal-Mart México bajos precios, pocas pretensiones y una oferta limitada de productos en tiendas diseñadas para los consumidores de escasos recursos económicos ha inspirado a Wal-Mart a abrir un clon brasileño llamado Todo Dia.
Y podría también poner a prueba ese formato en Estados Unidos. Los ejecutivos de Wal-Mart en China ya están también echando ojo a las operaciones mexicanas para llevarse algunas ideas.
Ann Zimmerman, en Dallas,contribuyó a este artículo
- Publicación
- eltiempo.com
- Sección
- Otros
- Fecha de publicación
- 31 de agosto de 2001
- Autor
- David Luhnow. Redactor de The Wall Street Journal
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Jueves 09 de enero de 2014
El éxito del Nafta, veinte años después
Hace
veinte años nació el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte,
más conocido como Nafta, a través del cual se unificaron, en lo
comercial, las economías de los tres países de América del Norte:
Canadá, los Estados Unidos y México.
Según Carla Hills, la ex
representante comercial de los Estados Unidos, esto ha creado, entre los
tres países del norte de nuestro hemisferio, un intercambio de unos 19
trillones de dólares y una demanda con 470 millones de consumidores. Con
ese acuerdo se amalgamaron comercialmente, por primera vez, dos
naciones desarrolladas con una que entonces estaba en vías de
desarrollo, México.El compromiso asumido supuso eliminar los derechos aduaneros para los productos industriales que circulan intrazona, así como las restricciones a la circulación de los productos del agro y de los servicios. También se dejaron de lado las exigencias de "contenido local" y los esquemas de "sustitución de importaciones" y se aseguró, en el área, el respeto a los derechos de la propiedad intelectual.
En consecuencia, dos décadas después, Canadá es el principal mercado de exportación de los Estados Unidos. Canadá, a su vez, envía el 98% de sus exportaciones totales energéticas a su vecino del Sur. En el caso particular del petróleo, hablamos de 2,3 millones de barriles diarios de exportaciones canadienses. Por su parte, México es hoy el segundo mercado para las exportaciones norteamericanas. La integración es, queda visto, una realidad.
La producción industrial de los tres países se ha integrado profundamente, conformando cadenas productivas, y el intercambio comercial entre ellos se ha incrementado un formidable 400%. Todos los días hay operaciones comerciales de bienes y servicios por valor de unos 2000 millones de dólares a través de la frontera de los Estados Unidos con Canadá, y por valor de unos 1000 millones en la frontera que separa a los Estados Unidos de México.
La mitad de ese inmenso tráfico comercial -cabe destacar- se realiza entre empresas vinculadas, lo que ha beneficiado a todos aumentando la productividad de las tres economías. Esto sucede particularmente en el sector automotor, especialmente competitivo, pero también en otros capítulos o rincones de sus economías.
De cada dólar que Canadá y México exportan a los Estados Unidos hay 25 centavos de insumos norteamericanos, en el caso de Canadá, y unos 40 centavos en el caso de México. Este nivel de integración real es importante. En el caso de China, por ejemplo, de cada dólar de exportaciones chinas a los Estados Unidos hay apenas unos 4 centavos de insumos norteamericanos.
Como cabía esperar, las inversiones directas recíprocas han aumentado exponencialmente. Los Estados Unidos, por ejemplo, han invertido unos 310 billones de dólares en Canadá y las empresas canadienses unos 200 billones de dólares en los Estados Unidos. Aunque en menor medida, hay asimismo inversiones mexicanas importantes en los Estados Unidos.
La pertenencia al Nafta -más allá de lo económico- ha contribuido a generar un clima que ha permitido a México afianzar la democracia y consolidar una clase media que crece vigorosamente. También a mantener una política macroeconómica seria y estable.
Por todo eso, el político e intelectual mexicano Jorge Castañeda dice que el Nafta "es una historia innegable de éxito" para México. Fundamentalmente, por haber hecho crecer fuertemente sus exportaciones. Ese éxito -dice Castañeda- influyó en que los mexicanos "abrieran sus cabezas" y se lanzaran a un proceso de rápida modernización, que incluye las reformas impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto.
Esto supone abandonar el recurso fácil de la "victimización". Y dejar de lado tabúes históricos que nacieron en el contexto de un mundo que ya no existe. Lo que supone una actitud colectiva de mirar hacia adelante, en lugar de quedarse, obsesivamente, empantanados en la propia historia.
El futuro para los socios del Nafta, veinte años después de su nacimiento, sigue siendo común. Lo que supone la necesidad de trabajar en profundizar la integración en todos los capítulos que aún no se han abordado, como el de la libre circulación del trabajo. Pero también la de mejorar e integrar constantemente la infraestructura básica común. Muy especialmente la de transporte y la energética.
Un ejemplo de que su futuro es común es que los tres socios han comenzado a analizar su posible ingreso a las dos zonas de libre comercio del Pacífico y del Atlántico, que hoy se gestan aceleradamente. También, que hoy estén analizando una mayor integración en materia de seguridad, incluido el problema del crimen organizado.
Quizá por todo esto es que los mal llamados "progresistas", que viven en los 70, procuran excluir a México del diálogo regional. No vaya a ser que se advierta que el camino del éxito poco tiene que ver con la filosofía del aislamiento que predican, aquella que rechaza al mundo como escenario y se encierra en sí misma; aquella que, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata de 2005, eligió el proteccionismo. Un gesto que nos condujo a alejarnos comercialmente de las cadenas productivas del mundo. Y que, además, condena a las sociedades que resultan víctimas de esa estrategia cerrada a tener que vivir en el atraso, en términos relativos.
© LA NACION.
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ESTADOS UNIDOS - CANADA
ACUERDO DE LIBRE COMERCIO 1989.
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