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martes, 14 de enero de 2014

N.A.F.T.A. FIRMA DEL ACUERDO EN 1992.

De izquierda a derecha, Michael Wilson, Carla Hills y Jaime Sierra Puche, Ministros de Comercio respectivamente de Canadá, Estados Unidos y México, tras la firma del Tratado de Libre Comercio entre esos países, el 12 de agosto de 1992 en Washigton.

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El Nafta cumple 20 años
La gestación del exitoso acuerdo de libre comercio entre México, Canadá y EE.UU., nos recuerda la importancia de un liderazgo firme y la fe en la causa de la libertad
By
Mary Anastasia O'GradyPor
Jan. 6, 2014 12:02 a.m. ET
Es fácil subestimar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que la semana pasada cumplió 20 años. Quienes predijeron que el Nafta o TLCAN, produciría desempleo y pobreza se equivocaron claramente. En su lugar, la libertad de comercio entre países vecinos (Canadá, México y Estados Unidos) ha generado riqueza y oportunidades y aumentado la competitividad global de América del Norte.
No obstante, el desempeño estelar del Nafta no se mantendrá a la par de las crecientes expectativas de integración norteamericana si no se profundiza. Y para ello, se necesita visión y liderazgo. Para quien busca inspiración, recomiendo repasar la gestación del acuerdo.
Al mismísimo David Ricardo no se le habría ocurrido un mejor ejemplo que el Nafta para ilustrar cómo el intercambio voluntario mejora la situación de todas las partes. Una red norteamericana de cadenas de suministro sostiene instalaciones de producción y sirve a los consumidores de tres países con una población combinada de 470 millones de personas. Se estima que 40% del contenido de las exportaciones de México a EE.UU. y 25% de lo que los estadounidenses compran de Canadá se origina en EE.UU.
En todo tipo de rubros, desde la agricultura al negocio aeroespacial, los fabricantes de Norteamérica pueden aprovechar ventajas comparativas en diseño, tecnología, mano de obra y manufactura de componentes a lo largo de la región. Esta zona más dinámica puede competir con rivales como China.
Sin embargo, si la interconexión se ha vuelto rutinaria, jamás fue inevitable. Antes del Nafta, los auténticos acuerdos de libre comercio eran más bien la excepción, incluso más si involucraban a un país desarrollado como EE.UU. y uno en desarrollo como México. Tampoco hay que olvidar que en los tres países había poderosos intereses creados que se aferraban a los privilegios del proteccionismo.
Fui invitada en diciembre a la Institución Hoover, en la Universidad de Stanford, para un debate acerca del pasado y el futuro del Nafta. Entre los participantes figuraban los tres principales negociadores del pacto: Carla Hills, la ex Representante de Comercio de EE.UU.; el ex ministro canadiense de Comercio Internacional, Michael Wilson, y el ex secretario de Comercio y Fomento Industrial de México, Jaime Serra Puche.
Wilson empezó hablando de las guerras (comerciales) de Canadá. Indicó que el pacto automotor de 1965, que eliminó los aranceles sobre partes y vehículos, marcó el nacimiento "de la cadena de suministro norteamericana". No era libre comercio, pero era una grieta en la puerta por la cual se filtraba la luz. Canadá quería tener un mayor acceso al mercado estadounidense. El primer ministro canadiense Brian Mulroney firmó el 2 de enero de 1988 el Acuerdo de Libre Comercio entre EE.UU. y Canadá.
Mulroney asumió un gigantesco riesgo político puesto que había comicios federales en noviembre de ese año, en la que sigue siendo conocida en Canadá como "la elección del libre comercio". "Fue feroz", recordó Wilson. Mulroney se impuso, pero solamente después de que "se quitara la chaqueta y peleara". Los conservadores ganaron las elecciones, pero perdieron 34 escaños.
Menos de dos años después, a comienzos de 1990, Hills, la representante de Comercio estadounidense y su contraparte mexicano, Jaime Serra Puche, empezaron a dialogar en Davos, Suiza, sobre un acuerdo bilateral. Hills señaló durante su presentación en la Institución Hoover que le transmitió la idea al presidente George H.W. Bush y que en agosto "Jaime y yo presentamos un informe en el que indicábamos que era una buena idea". Bush estuvo de acuerdo y anunció que EE.UU. buscaría un pacto "bilateral". El gobierno de Mulroney en Canadá no quería quedar al margen y se iniciaron las negociaciones para lanzar el Nafta.
Estos visionarios también tenían que ser buenos promotores del acuerdo. Hills pasó al ataque. Su equipo "intensificó nuestras reuniones con el Congreso", asistió a la conferencia del gobernador en Seattle en 1991 y llevó a una delegación del Congreso estadounidense a México. Hills dio un discurso durante una conferencia de la industria textil, donde la abuchearon. Escuchando a Hills, parecía que estaba lista para dar la pelea.
Durante la gestión de Carlos Salinas de Gortari, la fibra cultural del sistema unipartidista y corporativista de México se estaba desmoronando. La economía había estado muy "protegida durante cinco o seis décadas", manifestó Serra Puche, y había "enormes distorsiones en los precios". Para recabar apoyo para el Nafta, el equipo mexicano trabajó para demostrar a la comunidad empresarial que la dependencia en las preferencias comerciales estaba mermando su competitividad.
Los soñadores del Nafta venían de mundos distintos, pero tenían en común la creencia de que una mayor libertad mejoraría la situación de todos los norteamericanos. Nunca se apartaron de su principal desafío, que era convencer a los escépticos.
Bill Clinton, quien asumió la presidencia de EE.UU. en enero de 1993 cuando el Nafta estaba muy cerca de llegar a la línea de meta, jugó un papel clave para que la cruzara. Su representante de Comercio, Mickey Cantor, que también estuvo en la reunión en la Institución Hoover, contó que hubo problemas con la delegación de legisladores de Florida. Para resolver el impasse, Clinton le dijo que "abriera la tienda de golosinas".
Hills señaló que le habría gustado que la inmigración y la energía hubiesen sido parte del pacto. "Nos habríamos ahorrado muchos de los problemas actuales", afirmó. Se me viene a la mente la decisión del gobierno del presidente Barack Obama de bloquear el oleoducto TransCanada, de Keystone XL. Algunos participantes comentaron que el estancamiento del proyecto amenaza con socavar la confianza en la buena fe de EE.UU.
No es demasiado tarde. Pero ahora, al igual que entonces, la expansión de la libertad económica exige un compromiso con la causa. Por desgracia, eso es algo que escasea en Washington. 

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Diario “La Nación”. Buenos Aires, Jueves 09 de enero de 2014 | 
El éxito del Nafta, veinte años después
Por Emilio Cárdenas |  Para LA NACION

Hace veinte años nació el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, más conocido como Nafta, a través del cual se unificaron, en lo comercial, las economías de los tres países de América del Norte: Canadá, los Estados Unidos y México.
Según Carla Hills, la ex representante comercial de los Estados Unidos, esto ha creado, entre los tres países del norte de nuestro hemisferio, un intercambio de unos 19 trillones de dólares y una demanda con 470 millones de consumidores. Con ese acuerdo se amalgamaron comercialmente, por primera vez, dos naciones desarrolladas con una que entonces estaba en vías de desarrollo, México.
El compromiso asumido supuso eliminar los derechos aduaneros para los productos industriales que circulan intrazona, así como las restricciones a la circulación de los productos del agro y de los servicios. También se dejaron de lado las exigencias de "contenido local" y los esquemas de "sustitución de importaciones" y se aseguró, en el área, el respeto a los derechos de la propiedad intelectual.
En consecuencia, dos décadas después, Canadá es el principal mercado de exportación de los Estados Unidos. Canadá, a su vez, envía el 98% de sus exportaciones totales energéticas a su vecino del Sur. En el caso particular del petróleo, hablamos de 2,3 millones de barriles diarios de exportaciones canadienses. Por su parte, México es hoy el segundo mercado para las exportaciones norteamericanas. La integración es, queda visto, una realidad.
La producción industrial de los tres países se ha integrado profundamente, conformando cadenas productivas, y el intercambio comercial entre ellos se ha incrementado un formidable 400%. Todos los días hay operaciones comerciales de bienes y servicios por valor de unos 2000 millones de dólares a través de la frontera de los Estados Unidos con Canadá, y por valor de unos 1000 millones en la frontera que separa a los Estados Unidos de México.
La mitad de ese inmenso tráfico comercial -cabe destacar- se realiza entre empresas vinculadas, lo que ha beneficiado a todos aumentando la productividad de las tres economías. Esto sucede particularmente en el sector automotor, especialmente competitivo, pero también en otros capítulos o rincones de sus economías.
De cada dólar que Canadá y México exportan a los Estados Unidos hay 25 centavos de insumos norteamericanos, en el caso de Canadá, y unos 40 centavos en el caso de México. Este nivel de integración real es importante. En el caso de China, por ejemplo, de cada dólar de exportaciones chinas a los Estados Unidos hay apenas unos 4 centavos de insumos norteamericanos.
Como cabía esperar, las inversiones directas recíprocas han aumentado exponencialmente. Los Estados Unidos, por ejemplo, han invertido unos 310 billones de dólares en Canadá y las empresas canadienses unos 200 billones de dólares en los Estados Unidos. Aunque en menor medida, hay asimismo inversiones mexicanas importantes en los Estados Unidos.
La pertenencia al Nafta -más allá de lo económico- ha contribuido a generar un clima que ha permitido a México afianzar la democracia y consolidar una clase media que crece vigorosamente. También a mantener una política macroeconómica seria y estable.
Por todo eso, el político e intelectual mexicano Jorge Castañeda dice que el Nafta "es una historia innegable de éxito" para México. Fundamentalmente, por haber hecho crecer fuertemente sus exportaciones. Ese éxito -dice Castañeda- influyó en que los mexicanos "abrieran sus cabezas" y se lanzaran a un proceso de rápida modernización, que incluye las reformas impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto.
Esto supone abandonar el recurso fácil de la "victimización". Y dejar de lado tabúes históricos que nacieron en el contexto de un mundo que ya no existe. Lo que supone una actitud colectiva de mirar hacia adelante, en lugar de quedarse, obsesivamente, empantanados en la propia historia.
El futuro para los socios del Nafta, veinte años después de su nacimiento, sigue siendo común. Lo que supone la necesidad de trabajar en profundizar la integración en todos los capítulos que aún no se han abordado, como el de la libre circulación del trabajo. Pero también la de mejorar e integrar constantemente la infraestructura básica común. Muy especialmente la de transporte y la energética.
Un ejemplo de que su futuro es común es que los tres socios han comenzado a analizar su posible ingreso a las dos zonas de libre comercio del Pacífico y del Atlántico, que hoy se gestan aceleradamente. También, que hoy estén analizando una mayor integración en materia de seguridad, incluido el problema del crimen organizado.
Quizá por todo esto es que los mal llamados "progresistas", que viven en los 70, procuran excluir a México del diálogo regional. No vaya a ser que se advierta que el camino del éxito poco tiene que ver con la filosofía del aislamiento que predican, aquella que rechaza al mundo como escenario y se encierra en sí misma; aquella que, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata de 2005, eligió el proteccionismo. Un gesto que nos condujo a alejarnos comercialmente de las cadenas productivas del mundo. Y que, además, condena a las sociedades que resultan víctimas de esa estrategia cerrada a tener que vivir en el atraso, en términos relativos.
© LA NACION.
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Balance crítico del tratado de América del Norte, a los diez años de su creación

El Nafta creó más comercio, pero hizo caer el empleo

La prosperidad prometida aún no llegó
NUEVA YORK (The New York Times Services).- El Acuerdo de Libre Comercio de Norte América (Nafta, en sus siglas en inglés) se impuso hace diez años, luego de un debate que dejó contusos y en el que hubo presiones muy duras. Hoy es más que nunca un símbolo, con una fuerte carga política, de las promesas y peligros del libre comercio.
El acuerdo, conocido como el Nafta, unió tres economías inmensamente diferentes: el rico Estados Unidos, Canadá de clase media y México con sus serias dificultades. Las disparidades hicieron que el Nafta fuera la apuesta más audaz de la historia respecto de la idea de que el libre comercio podría beneficiar a todos.
Los líderes prometieron que el acuerdo crearía millones de buenos puestos de trabajo, reduciría la inmigración ilegal y elevaría los estándares de vida "desde el Yukon hasta Yucatán". Una década más tarde el veredicto, incluso de los más firmes partidarios del Nafta, es que para alcanzar esas metas el libre comercio no basta.
Los efectos del Nafta no pueden aislarse de los cambios más amplios en una economía en globalización. Pero muchos economistas y analistas políticos dicen que si bien el acuerdo estimuló el comercio y el crecimiento general, también produjo dislocaciones tremendas. Para bien o para mal -o ambas cosas a la vez- el Nafta transformó el panorama económico del continente a velocidad sorprendente.
Gary Hubauer, un analista del Institute for International Economics, un grupo de estudios en Washington que apoya el libre comercio, dijo que las ganancias para Estados Unidos en bienes de consumo más baratos y en mayores ganancias corporativas son grandes comparadas con las pérdidas. "Sin embargo, las ganancias se diluyen en la economía de modo tal que la gente no le agradece al Nafta cuando compra fruta o o autopartes baratas", dijo.
Los padecimientos, dijo, se concentran en lugares como el Medio Oeste, donde se han perdido puestos de trabajo que fueron a México y Canadá y cada vez más a China. "Los puestos de trabajo perdidos y la baja de ingresos debidos al Nafta serán pequeños, pero el eco es fuerte por todos los otros puestos de trabajo perdidos a causa de la globalización", dijo. "El Nafta es el símbolo de todos esos padecimientos."
El debate respecto del Nafta sigue modelando el futuro del libre comercio, en momentos en que más naciones se ponen en fila para obtener sus supuestos beneficios, como los cuatro países centroamericanos que llegaron a su propio acuerdo con Estados Unidos la semana pasada.
Pero incluso ese acuerdo probablemente enfrente un duro debate en el Congreso en un año electoral, ya que los cambios dolorosos producidos por el Nafta ofrecen argumentos que unifican a los opositores, que dicen que fue demasiado rápido y se le prestó demasiada poca atención al efecto sobre los trabajadores.
Dado que se está deshilachando el consenso nacional respecto del libre comercio y la pérdida de puestos de trabajo es un tema mayor de la campaña electoral, es dudoso que algún candidato presidencial demócrata o el presidente Bush puedan proponer sin cortapisas una mayor liberalización comercial en el año por delante.

En mejor situación

Pero para los partidarios del Nafta, el acuerdo, que eliminó barreras aduaneras sobre todo un espectro que va desde productos agropecuarios hasta autopartes, deja a las tres naciones en mejor situación de lo que hubieran estado sin el acuerdo. "Categóricamente ha creado empleo relacionado con exportaciones" dijo Bill Richardson, gobernador de Nuevo México. Siendo el vocero de la bancada demócrata, ayudó a que se aprobara el Nafta en la Cámara baja.
"En general el Nafta ha sido positivo, pero aún así hubo un seguimiento alarmantemente insuficiente en cuestiones que no son centrales", dijo. Las promesas de proteger los derechos de los trabajadores y el medio ambiente han "fallado de modo alarmante". Lo mismo sucede con el compromiso de reducir la brecha económica entre los Estados Unidos y México. "Y toda la idea de que el Nafta crearía puestos de trabajo en el lado mexicano y así reduciría la inmigración ha sido simplemente equivocada", dijo. "Eso fue una exageración".
Robert B. Zoellick, el representante comercial de Estados Unidos, dice que el Nafta logró su objetivo de incrementar el comercio, ya que duplicó las exportaciones agropecuarias de EE.UU. a México. Si bien el déficit comercial de Estados Unidos con Canadá y México se multiplicó por nueve, alcanzando casi US$ 90.000 millones, el comercio total entre las tres naciones creció un 109 por ciento.
"El Nafta ha estado arrastrando productos y granos estadounidense hacia México, beneficiando a los consumidores y garantizando buenos puestos de trabajos aquí", dijo, refiriéndose al aumento en los sueldos en la manufactura. Ese aumento del 14,4 por ciento aún está por detrás del incremento general en los ingresos de los hogares. .
Traducciones: Gabriel Zadunaisky 
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Fue difícil la adaptación de Canadá

Hubo pérdidas de puestos de trabajo
DURHAM, Ontario (The New York Times Services).- Canadá estaba en mucho mejor situación que México para beneficiarse del libre comercio. Tiene una clase media con alto nivel de educación y el 90% de los canadienses vive a menos de 150 kilómetros de la frontera con EE.UU. Tienen alto seguro de desempleo y seguro de salud universal.
Pero el progreso se demostró muy doloroso para Canadá también. Tenía un acuerdo de libre comercio por separado con Estados Unidos, que databa de 1988, cinco años antes que el Nafta. De 1989 a 1991 se perdieron 450.000 puestos de trabajo en la industria, uno de cada cinco.
Algunos sobrevivientes salieron fortalecidos. En Ontario, pequeño pueblo industrial de Durham, los gerentes de la fábrica de muebles Durham Furniture recibieron una llamada telefónica de Toronto el 10 de febrero de 1992. La empresa madre, Strathearn House Group, había quebrado. "Todo el pueblo sintió algo así como un terremoto", recordó Lloyd Love, ahora vicepresidente a cargo de fabricación.
Entonces, los gerentes consiguieron financiación para reabrir la planta como una firma independiente, llamada Durham Furniture. Con la dirección de un especialista en comercialización de muebles estadounidense, John Scarsella, ahora presidente y CEO, Durham se rehizo e invirtió más de US$ 15 millones en nueva tecnología para el trabajo de la madera y apuntando a clientes de EE.UU.
Las ventas se multiplicaron por ocho desde 1994 a más de US$ 75 millones este año. El 80% de eso va a EE.UU.. La empresa tenía 100 empleados en 1993 y ahora cuenta con 800, una oficina de ventas en Canfield, Ohio, y una sala de exhibición en High Point, Carolina del Norte. "La frontera no existe para nosotros", dijo Scarsella. "Fuimos de un mercado de 30 millones de habitantes a uno de 300 millones. La frontera no existe para nosotros". .
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Un boom pasajero y un final con desilusión

La integración no cumplió su promesa de mejorar el nivel de vida en México












CIUDAD ACUÑA, México (The New York Times Services).- Una de las promesas del Nafta era que cerraría la gran brecha en materia de salarios y niveles de vida entre los Estados Unidos y México, y de ese modo mantendría a los mexicanos trabajando de su lado de la frontera.
Hoy en día en México, "cuando se dice que el libre comercio beneficia a la gente pobre -opinó Luis de la Calle, un alto funcionario mexicano que participó en las negociaciones del bloque comercial- nadie le cree". Fuerte partidario del acuerdo, De la Calle, economista, cree de todos modos que los beneficios del Nafta para México se van reduciendo a medida que las industrias se mudan a países donde los salarios son aun más bajos, en particular a China.
"Tenemos la oportunidad de crear una clase media en los próximos 25 años", dijo. "Si no lo hacemos, México seguirá siendo un país menos desarrollado por los próximos cien años", agregó. Algunas empresas mexicanas lograron aprovechar el nuevo mercado estadounidense, especialmente las que están aliadas a corporaciones provenientes de ese país, como los grandes productores de tomate.
Pero no importa cómo se lo mida. La brecha entre ricos y pobres se ensanchó en México. El desempleo está en alza y los salarios reales, erosionados por el colapso del peso en 1995, están congelados o han caído para millones de trabajadores.
El Nafta creó puestos de trabajo, pero no lo suficientemente rápido como para enfrentar la competencia creciente de China y el crecimiento de la fuerza laboral mexicana dado por el desplazamiento de campesinos hacia las ciudades. Millones de trabajadores pasaron a los Estados Unidos. Un millón más se mudó al norte de su propio país, cerca de la frontera.
Muchos terminaron en las maquiladoras (industrias ensambladoras), la mayoría de las cuales están instaladas en localidades muy golpeadas de la frontera, como Ciudad Juárez y Ciudad Acuña. Las maquiladoras exportaron 78.000 millones de dólares en 2002. De esa cifra, casi dos tercios fue producto del ensamblado de partes estadounidenses en México y reexportadas. "Las promesas acerca de cómo mejoraría la vida no fueron reales", sostuvo Etelvina Vázquez, de 43 años, una trabajadora de la línea de montaje de una autopartista de la empresa Alcoa, en Ciudad Acuña. Ella es una de las 27.000 personas que, según datos de la asociación de propietarios de maquiladoras de la ciudad, se mudaron allí desde el Estado sureño de Veracruz.
Luego de cinco años aquí, Vázquez gana US$ 45 por una semana de 48 horas de trabajo, deducidos los pagos por su casa diminuta construida por el Estado. "La vida es distinta pero igual de dura", evaluó.
De los 700.000 puestos de trabajo en maquiladoras generados en los primeros siete años del Nafta, 300.000 se eliminaron desde 2000. Ciudad Acuña misma ha perdido 2400 puestos en el último año. "Todos los puestos ganados en la manufactura gracias al Nafta han desaparecido", señaló Edgar Amador, economista. Y agregó que "no hay evidencias de que los salarios reales hayan subido". .
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Políticas en la picota

En México, la persistencia de la pobreza en amplios sectores crea mala imagen para las reformas pro mercado

La aparición del Nafta generó nuevos negocios, amplió mercados y abarató importaciones, pero hay sectores postergados

MEXICO (The New York Times News Service).- Ciertamente, las reformas mexicanas han generado una enorme riqueza, y durante la mayor parte de los años 90 la economía de México daba la impresión de ser más dinámica que nunca. Las puertas se abrían de par en par a la inversión extranjera. Los aranceles sobre una diversidad de importaciones provenientes de los Estados Unidos y otros países empezaron a abaratarse, volviéndose más accesibles para más mexicanos. Las fábricas enfocadas a mercados extranjeros impulsaron las exportaciones hasta ser equivalentes al 30% del producto bruto interno (PBI) de México.
Con la apertura de las fronteras al comercio y una acaudalada elite, México hace alarde de varias distribuidoras de automóviles BMW, Mercedes-Benz, Ferrari y Jaguar, lujos que solían ser una rareza en el pasado. Actualmente existen más bienes de consumo de marca extranjera de los que se puede elegir y un número creciente de costosos centros vacacionales, aunado a sofisticados restaurantes por visitar. Pero la riqueza no ha llegado hasta la mayoría de los mexicanos, y con todo el evidente consumo entre personas acomodadas, decenas de millones de mexicanos siguen viviendo al día.
La persistente desigualdad tiene a los mexicanos debatiendo furiosamente cómo producir las oportunidades prometidas por el Nafta y otras iniciativas de libre comercio. A lo largo de buena parte de América latina ha surgido un fuerte sentir popular de que la fiebre de reformas fue una imprudencia. Un aspecto que está impulsando parcialmente el debate es el duro empujón por parte de la administración Bush con miras a completar un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) para 2005.
Con todo, para muchos mexicanos, el fracaso de las reformas económicas del país va de la mano de las políticas fallidas del partido autoritario que solía gobernar. El Partido Revolucionario Institucional, o PRI, cometió graves errores a medida que pugnaba por reformas de libre mercado. Arruinó, por ejemplo, la privatización de bancos controlados por el Estado en 1991 y 1992, lo cual les costó a los contribuyentes US$ 105.000 millones para salvar a instituciones financieras del colapso.
La privatización de proyectos para carreteras también fue manejada ineptamente y dio origen a un rescate de US$ 7 mil millones. México tiene hoy algunas de las carreteras por peaje más caras del mundo.
Antes de que los dirigentes mexicanos empezaran la apertura de la economía, el PRI mantenía elevadas barreras a la inversión y al comercio. Durante su mandato de 71 años, que llegó a su fin en 2000, el PRI expropió empresas petroleras extranjeras, distribuyó tierras entre campesinos y construyó un protegido sector de manufactura que producía automóviles y televisores, aunque a menudo eran criticados por su baja calidad.
Millones de personas seguían en la pobreza. Pero, en parte, gracias a los ingresos derivados del petróleo, el ingreso per cápita aumentó en aproximadamente 113% entre 1960 y 1980, en comparación con apenas el 11% registrado entre 1980 y 2000.
La economía empezó a tropezar hacia fines de los años 70 y principios de los 80, cuando el PRI dirigió a México hacia la bancarrota con un gasto público marcado por la corrupción y la ineficiencia. La deuda nacional se disparó hasta alcanzar el 60 por ciento del PBI y México se vio obligado a buscar préstamos del FMI, recortar gastos y emprender reformas de libre mercado.
Cuando Carlos Salinas de Gortari se convirtió, en 1988, en presidente, impresionó a los dirigentes estadounidenses con su fluidez en el idioma inglés y un título de economía en Harvard. Ayudó a vender el Nafta en los Estados Unidos, además de que hizo crecer las esperanzas y expectativas del pueblo mexicano. Entonces, el peso se vino abajo al tiempo que él iba dejando el cargo, reduciendo el poder adquisitivo en 50% y eliminando un millón de empleos. Salinas, el principal defensor de la reforma económica, actualmente es un villano para la mayoría de los mexicanos.
Jorge Miranda, ex asesor de política sobre comercio de Salinas, afirma que México estaría en peor situación de no haberse promulgado las reformas. No obstante, concede que se han cometido errores. "No quiero afirmar que es un cuento de hadas", dijo Miranda, que actualmente representa a empresas de los Estados Unidos en disputas comerciales con México.
Ejecutivos comerciales en escala internacional culpan a Fox y al Congreso de no haber podido aprobar reformas que ayudarían a lograr ventajas competitivas.
Rogelio Ramírez de la O, analista y uno de los asesores de empresas extranjeras, dijo: "Es culpa del gobierno mexicano por ser complaciente y creer que estos acuerdos (comerciales) eran un pasaporte automático a la riqueza".
Asimismo, los mexicanos se quejan de la eliminación de empresas propiedad de mexicanos que no estaban preparadas para la competencia.
En San Gabriel Chilac, poblado agrícola con algunas fábricas, María Luisa Ramírez no ha salido de México. Pero está experimentando la caprichosa naturaleza de la economía globalizada.
Ramírez empezó a trabajar en plantas de ensamblaje hace siete años. El año pasado, el propietario de una empresa de la localidad donde trabajaba Ramírez sacó toda la maquinaria en una noche, cerró bajo llave todas las puertas y les pagó a Ramírez y otros empleados tan sólo el salario de esa semana, equivalente a 65 dólares.
Actualmente, Ramírez trabaja en su hogar de una sola habitación con otra mujer. Juntas cortan los hilos de pantalones vaqueros que acaban de ser cosidos con las etiquetas de Paris Blue o L.E.I., por tres centavos de dólar cada par. Si logran terminar 200 pares de pantalones para el final del día percibirán 60 pesos, esto es, seis dólares. "Necesitamos tres horas para acabar 25 pares de pantalones", dijo Ramírez, mientras sus tijeras volaban entre costuras de hilo amarillo.
No se hace ilusiones con respecto a sus motivos para estar trabajando en casa hoy día.
"Ahora, hay muchísimas mujeres en el pueblo que hacen este trabajo desde sus hogares", agregó Ramírez. "Es más conveniente para las empresas porque así pagan menos." .

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Dos décadas del NAFTA: luces y sombras del tratado con EE.UU.






San Cristobal. Enviado Especial - 31/12/13
La mañana del 1° de enero de 1994 todo estaba diseñado para que México celebrara una jornada alegre. El país entraba en el “primer mundo” gracias al acuerdo de Libre Comercio (NAFTA) firmado con Estados Unidos y Canadá que entraba en vigor después de cuatro años de duras negociaciones. Sin embargo, aquel grupo de indígenas del sur mexicano, que decían ser miembros del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional), le estropeó la fiesta al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, que respondió con contundencia.
Veinte años después, los dos protagonistas de aquel levantamiento rompieron su silencio. El primero, el subcomandante Marcos, para decir –a través de un comunicado– que “sigue haciendo frío” en México. El segundo, Carlos Salinas, considerado por Marcos “el líder de una banda de traidores y vendepatrias”, escribió que, después de dos décadas, el NAFTA “no es la panacea que algunos equivocadamente anticiparon ni el desastre que sus críticos insistieron en presentar”, según señaló.
Entre los grandes errores de aquel acuerdo, el ex presidente destaca el no haber incluido un pacto migratorio. Entre los efectos positivos, sostiene Salinas, está el hecho de que “el petróleo dejó de ser el principal producto de exportación del país y nos convertimos en exportador de manufacturas. Creó un mercado equivalente a un tercio del valor de la producción mundial –más de mil millones de dólares cruzan la frontera diariamente– y con más de 400 millones de personas. Además, el país adquirió mayor capacidad exportadora para otros mercados, reduciendo su dependencia de Estados Unidos”, según señaló en la revista Expansión.
Muy alejado de los reflectores, entre las montañas del Estado sureño de Chiapas, un miembro del municipio autónomo de Morelia explica que el NAFTA “fue el intento por terminar con nosotros, los pobres y los indígenas. De acabar con el campo, con nuestras semillas y con nuestras tierras”, explica a Clarín.
“El impacto del zapatismo fue brutal, porque obligó a México a enfrentarse con una realidad que se ocultaba: sus indígenas. Evidenciaron que somos algo más que una economía conectada con EE.UU. y que millones de personas viven sin trabajo, salud ni educación ”, explica Gonzalo Ituarte, ex vicario de San Cristóbal y uno de los negociadores de los acuerdos de paz. “Y nunca más los indígenas volvieron a ser vistos como antes”, sentencia.
Diario “La Nación”. Buenos Aires, 31 de diciembre de 2013

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Diario "La Nación". Buenos Aires, 21 de 0ctubre de 2001.
Diario "La Nación". Buenos Aires, 28 de junio de 2002. El Economista
Diario "Clarin". Buenos Aires, 21 de enero de 2001.
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Diario "La Nación". Buenos Aire, 23 de noviembre de 2003.




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Diario "La Nación". Buenos Aires, 25 de febrero de 2003.

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LOS AGRICULTORES MEXICANOS PONEN A NAFTA A LA DEFENSIVA

En los últimos meses, una multitud de agricultores mexicanos ha estado expresando su furia en contra de los subsidios agrícolas de Estados Unidos, proyectando una imagen de campesinos incapaces de competir con los superavanzados agricultores de su vecino del Norte. 


En los últimos meses, una multitud de agricultores mexicanos ha estado expresando su furia en contra de los subsidios agrícolas de Estados Unidos, proyectando una imagen de campesinos incapaces de competir con los superavanzados agricultores de su vecino del Norte.

Pero quizás, más importante que la frontera entre México y EE.UU., es la línea divisoria que existe entre los pequeños y grandes agricultores mexicanos.
Comprender lo que realmente agobia a los campesinos y lo que los lleva hasta la capital mexicana a protestar resulta clave para entender por qué de pronto México está teniendo sus dudas sobre el Tratado de LibreComercio para Norteamérica (TLC o Nafta), un pacto que, en la última década, ha logrado crear millones de empleos en México.
Asimismo, explica el dolor de cabeza que las protestas, y los aranceles recientemente impuestos por el gobierno mexicano como respuesta, están causando en Washington, que en estos momentos intenta extender el Nafta al resto de Latinoamérica y utilizar a México como un ejemplo de los beneficios que conlleva una política comercial sin fronteras.
Pero si las protestas llevan a México a dudar sobre los beneficios del libre comercio, lanzando una batalla por medio de la imposición de más aranceles, otros países de América Latina podrían rehusarse a abrir su sector agrícola.
Considere el caso de agricultores mexicanos como César Villaescusa, quien trabaja una enorme porción de tierra en el norteño estado de Sinaloa. Cómo podemos competir contra los americanos, cuando ellos reciben tantos subsidios? , se pregunta este productor de maíz que empezó a arar la tierra hace décadas con apenas 1,6 hectáreas y una mula.
Mientras Villaescusa enumera los males de los subsidios en EE.UU., una gigantesca máquina de US$150.000 se desliza sobre sus campos abiertos de maíz y frijol, que se extienden más allá de lo que puede captar la vista. Este contador profesional tiene ahora unas 2.400 hectáreas de tierra irrigada, 25 tractores (la mayoría equipados con estéreos), cuatro trilladoras y una flota de camionetas último modelo.
El secreto de su éxito: los subsidios, precisamente.
Grandes agricultores como Villaescusa obtienen más dádivas que muchos productores de maíz en EE.UU. Y lo mismo ocurre con el sorgo, la soya y el trigo. Sólo el año pasado, Villaescusa recibió casi US$1 millón en subsidios de parte del gobierno. Y aunque sus costos son más altos que los de sus contrapartes en EE.UU., todavía se lleva una jugosa ganancia. Creo que sembrar maíz en México no es tan mal negocio , concluye.
Irónicamente, Villaescusa y otros como él se anotaron una victoria el año pasado, cuando el presidente Bush firmó una ley agrícola en EE.UU. ofreciendo subsidios por US$118.000 millones a los agricultores en ese país. El decreto llegó poco antes de un momento clave en el marco del Nafta: en enero, los aranceles sobre casí todos los productos agrícolas entre EE.UU., Canadá y México cayeron a cero.
Aunque la reducción arancelaria en sí fue diminuta, el lobby agrícola en México aprovechó la ocasión para presionar al presidente Fox para que les diera más subsidios y bloqueara las crecientes importaciones desde EE.UU. Y, aprovechando las elecciones que se aproximan, los dos principales partidos de oposición se unieron a la cruzada.
El resultado de todo esto han sido meses de tensiones sociales; manifestaciones de agricultores furiosos bloqueando calles, avenidas y plantas de petróleo y gas.
Una mañana reciente, en la principal avenida de la ciudad de México, estaba Félix Luna, de 74 años, que usa un burro para cultivar sus 10 hectáreas a sólo unos kilómetros de las tierras de Villaescusa, en Sinaloa. En EE.UU., dice Luna, los agricultores reciben mucho dinero, y aquí a nosotros no nos dan nada .
Consciente de unas elecciones que determinarán si logra o no una mayoría en el Congreso, el gobierno de Fox autorizó un paquete de nuevos subsidios agrícolas de US$1.300 millones y empezó a levantar barreras a las importaciones estadounidenses, incluyendo nuevos aranceles a las manzanas y trozos de pollo.
Pero de lo que ciudadanos como Luna no se dan cuenta es de que los productores como él no están compitiendo por subsidios con los estadounidenses. Están compitiendo con gente como Villaescusa.
México, que tiene cuatro veces más agricultores que EE.UU., simplemente no puede igualar los subsidios estadounidenses. En cambio, gasta su dinero en beneficio de aquellos productores que sí tienen medios para competir.
Este esquema funciona así para Villaescusa y Luna. El año pasado, los productores de maíz de Sinaloa recibieron un subsidio de US$87 por hectárea, más otros US$45 por tonelada de maíz. Si las tierras de Villaescusa produjeron el promedio estatal, de casi 9 toneladas por hectárea, consiguió llevarse más de US$1 millón en subsidios. Villaescusa no quiso discutir sobre las finanzas de su campo.
Luna, en cambio, recibió U$880 por sus 8 hectáreas y casi nada por su producción, pues como la mayoría de los productores mexicanos de maíz, Luna consume gran parte de lo que cultiva y el resto lo permuta.
Villaescusa, por su parte, emplea a unas 100 personas y se ve a sí mismo como un especie de patriarca feudal.
Los economistas calculan que la mayoría de los nuevos subsidios de Fox terminarán en los bolsillos de los grandes agricultores mexicanos. Una de las consecuencias de este sistema de subsidios es que cada año el gobierno tiene que negociar con los productores el nivel de ayuda para el próximo año.
En 2001, cuando los productores de Sinaloa mostraron su descontento frente a la cantidad ofrecida por el nuevo gobierno de Fox, bloquearon con sus tractores el aeropuerto y las principales avenidas de la capital del estado.
Y Villaescusa se expresa sin ambages en este sentido. Vamos a pelear por cada peso extra , dice.
FOTO/AP.
Víctor López usa una imagen del revolucionario Emiliano Zapata en una protesta contra el Nafta realizada en enero en Ciudad de México.
Publicación
eltiempo.com
Sección
Otros
Fecha de publicación
5 de marzo de 2003

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EL ENGRANAJE INDUSTRIAL DEL NAFTA SE ATASCA

El comercio a través de las fronteras nacionales en Norteamérica ha estado lejos de fluir libremente desde los atentados terroristas de la semana pasada, produciendo trastornos que están planteando interrogantes sobre cómo incrementar la seguridad sin obstruir las transacciones comerciales entre Estados Unidos y sus vecinos inmediatos al norte y al sur.


El comercio a través de las fronteras nacionales en Norteamérica ha estado lejos de fluir libremente desde los atentados terroristas de la semana pasada, produciendo trastornos que están planteando interrogantes sobre cómo incrementar la seguridad sin obstruir las transacciones comerciales entre Estados Unidos y sus vecinos inmediatos al norte y al sur.
Un objetivo ideal del Tratado de Libre Comercio de America del Norte (TLC o NAFTA) fue la introducción de una era en la que los productos pudiesen circular con rapidez y fluidez a través de las fronteras entre EE.UU y Canadá y EE.UU. y México. En gran medida, ese ideal se ha cumplido. La industria automotriz, en particular, ha distribuido cada vez más la producción de componentes esenciales y vehículos entre las tres naciones del NAFTA y depende de los rápidos envíos trasfronterizos para mantener sus fábricas en marcha.
Pero los ataques terroristas de la semana pasada han atascado seriamente la maquinaria del NAFTA. Los fabricantes estadounidenses de autos se vieron forzados a desacelerar o frenar la producción en algunas de sus fábricas domésticas la semana pasada, debido a las mayores medidas de seguridad en la frontera canadiense que hizo que los camiones que transportaban componentes necesarios se acumularan en caravanas de espera de hasta 20 horas. El incremento de personal en las aduanas, requerido por los fabricantes de autos a finales de la semana pasada había logrado reducir la espera ayer a no mucho más que cuatro horas, y General Motors Corp. y Chrysler, una filial de DaimlerChrysler AG, dijo que todas sus plantas estaban funcionando sin mayores interrupciones. Pero incluso los retrasos actuales son lo suficientemente largos como para generar tensiones en una industria que depende cada día más de las entregas justo a tiempo .
En México, algunos exportadores de la industria automotriz ya están buscando disminuir su dependencia en el transporte vía camiones, especialmente en la zona de Laredo, que fue la que experimentó las peores tardanzas la semana pasada. En el largo plazo, los exportadores mexicanos están más preocupados sobre el impacto político de los ataques y temen que las compañías estadounidenses sean obligadas a abandonar su estrategia de abastecimiento global.
Otros dicen estar preocupados de que la amenaza terrorista haga que los estadounidenses se vuelvan más proteccionistas en general, no únicamente negándose a expandir los acuerdos comerciales, sino también exigiendo a las industrias estratégicas a permanecer en territorio estadounidense. México ha trasladado toda su estructura de producción para convertirse en un exportados hacia Estados Unidos y Canadá , explica Luis Tellez, ex secretario de Energía, y actualmente ejecutivo del fabricante mexicano de autopartes Grupo Desc SA. Nadie está pensando en que debemos retractarnos de esa política, pero nos preocupa que los votantes en Estados Unidos no compartan esa opinión .
Los cuellos de botella están provocando un llamado a un replanteamiento fundamental de la forma en que EE.UU. patrulla sus fronteras al norte y al sur. Algunos, como John C. Taylor, quien enseña logística y transportes en la Wayne State University, creen que, para Nortemérica sería mejor seguir el modelo europeo, en el que la seguridad se extrema en los aeropuertos internacionales y terminales marítimas, y luego se reduce en sus fronteras internas.
En el corto plazo, mientras tengamos una seguridad reforzada, las compañías van a tener que esperar , dijo el académico. En el largo plazo, espero que esto resaltará cuán frágil es la frontera entre Canadá y EE.UU., y cuán rápidamente podemos crear un embotellamiento total, y entonces nos hará examinar el conjunto de la estrategia de cómo gestionamos la frontera. Porque ahora hemos captado la atención de la gente .
En un esfuerzo por conseguir que el transporte de carga circule de nuevo libremente a través de la frontera, los funcionarios de transportes estadounidenses accedieron a dar a los conductores de camiones paralizados durante horas en filas en la frontera un pequeño respiro en relación a las limitaciones federales al tiempo que los conductores pueden pasar tras el volante, explica Martin Rojas, director de operaciones trasfronterizas de la American Trucking Associations, una organización del sector. Las normas actuales sólo permiten diez horas de conducción antes de un período de descanso de ocho horas. Bajo el acuerdo cerrado ayer, dijo Rojas, los funcionarios estadounidenses afirmaron que si detectan un conductor que viole el límite de diez horas tendrán en cuenta si estuvo retenido en la frontera donde se reforzó la seguridad como resultado de los ataques terroristas antes de considerar que ha violado las normas.
Los embotellamientos resultantes de una semana de seguridad reforzada parecen ser peores en la frontera canadiense que en la mexicana. Esto se debe, en gran medida, a que la frontera canadiense tiene normalmente políticas que dejan pasar muchos camiones con poco más que mostrar rápidamente unos papeles. Desde los ataques de la semana pasada, sin embargo, estas políticas han sido suspendidas.
La actual congestión en la frontera no puede continuar , debido a que está causando estragos en los sistemas de entrega de partes justo a tiempo, que utiliza las industria automotriz en EE.UU. y Canadá, valuadas en conjunto en US$1.000 millones, dice Dennis DesRosiers, analista del sector en Richmond Hill, Ontario. Las autoridades fronterizas no tienen más alternativa que solucionar esto, y solucionarlo pronto , dice, o la congestión pondrá en entredicho la relación entre Canadá y Estados Unidos, lo que no debemos dejar ocurrir .
Jeffrey Schott, especialista en comercio del Instituto de Economía Internacional, en Washington, dijo que los ataques terroristas de la semana pasada podrían alentar una mayor cooperación en cuestiones fronterizas entre EE.UU. y sus socios comerciales en NAFTA; el tipo de cooperación ampliada de la que se habló durante la reciente reunión cumbre entre el presidente Bush y el presidente mexicano, Vicente Fox. Pero hasta que encuentren un sistema eficiente para mejorar el monitoreo y la vigilancia de las fronteras, la congestión sólo va a empeorar , advirtió.
- Chris Chipello, en Montreal contribuyó a este artículo.
Publicación
eltiempo.com
Sección
Otros
Fecha de publicación
18 de septiembre de 2001
Autor
JEFFREY BALL, MARK HEINZL Y JOEL MILLMAN, Redactores de Wall Street Journal
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WAL-MART Y LAS BONDADES DEL NAFTA

Hace unos días, el comerciante Carlos Huerta entró a una tienda Sami s Club en esta ciudad y compró US$6.000 en palomitas de maíz para microondas marca Act II. Cruzó la calle con su pesado cargamento para luego revenderlo en su puesto callejero en el mayor mercado de ventas al mayoreo de Latinoamérica. Antes, Huerta compraba el maíz (producido en Estados Unidos) directamente al distribuidor local. Pero en estos tiempos, cuando la frontera entre México y EE.UU. se vuelve cada vez más abierta, Wal-Mart Stores Inc. puede despachar Act II a sus muchos establecimientos Sami s Club en México por apenas unos cuantos centavos más de lo que cuesta en una tienda estadounidense, vendiendo incluso más barato que el propio distribuidor en México.


Hace unos días, el comerciante Carlos Huerta entró a una tienda Sami s Club en esta ciudad y compró US$6.000 en palomitas de maíz para microondas marca Act II. Cruzó la calle con su pesado cargamento para luego revenderlo en su puesto callejero en el mayor mercado de ventas al mayoreo de Latinoamérica.
Antes, Huerta compraba el maíz (producido en Estados Unidos) directamente al distribuidor local. Pero en estos tiempos, cuando la frontera entre México y EE.UU. se vuelve cada vez más abierta, Wal-Mart Stores Inc. puede despachar Act II a sus muchos establecimientos Sami s Club en México por apenas unos cuantos centavos más de lo que cuesta en una tienda estadounidense, vendiendo incluso más barato que el propio distribuidor en México.
He perdido muchos clientes , dice Huerta, cuyos principales clientes son las tiendas de abarrotes. Ahora, muchos van directamente a Sami s .
Eliminando intermediarios como Huerta es apenas una de las muchas formas en que Wal-Mart ha logrado cambiar la forma en que México hace negocios. Una de sus estrategias clave ha sido aprovechar al máximo las bondades que ofrece el libre comercio desde la eliminación de aranceles hasta la integración del transporte y la desaparición de las trabas burocráticas que podrían eventualmente extenderse a otros países latinoamericanos que se sumen a la zona comercial o a un acuerdo de libre comercio para las Américas.
Gracias a las ventajas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLC o Nafta, y a la explotación de su gigantesco poder adquisitivo y red de distribución, Wal-Mart ha logrado adaptar al resto de Norteamérica el plan de negocios que por años la ha convertido en la tienda favorita de los estadounidenses.
En la actualidad, y a apenas una década de haber debutado en México, Wal-Mart domina el sector de ventas minoristas en ese país. Wal-Mart de México SA, tiene ventas anuales de casi US$9.000 millones y contribuye con más de un tercio de las ganancias anuales de unos US$1.100 millones fuera de EE.UU. de su matriz. También representa un terreno sólido para el talento y el crisol de ideas nuevas que pueden ayudar al gigante minorista a traducir la filosofía de Wal-Mart a otros países, como Alemania, donde la minorista ha tenido algunos tropezones.
En la actualidad, Wal-Mart opera 520 establecimientos en México, que van de las grandes tiendas tipo bodega, Sami s Club, a Wal-Mart Supercenters y pequeños cafés. Pero su éxito se debe a mucho más que sólo abrir enormes tiendas de descuento al sur del Río Bravo. Tiene mucho que ver con el hecho de que Nafta ha transformado a EE.UU., México y Canadá en una zona comercial única.
Después de que entró en vigor el Nafta en 1994, los aranceles cayeron, desatando en México una ola de demanda antes reprimida de productos estadounidenses.
El acuerdo también eliminó algunos de los problemas en el transporte y la burocracia gubernamental que había impedido a la compañía aprovechar al máximo sus ventajas competitivas en este país. Además, estimuló a que compañías de Asia y Europa se lanzaran a construir plantas nuevas en la zona de Nafta, dando a Wal-Mart un mejor acceso a más marcas extranjeras.
Considere la línea de televisores de pantalla plana Wega, de la japonesa Sony. En 1998, Ricardo Perera, encarcago de compras de electrónicos de Sami s Club en Ciudad de México, importó un puñado de Wegas desde Japón. Wal-Mart ofreció el televisor importado de 29 pulgadas en unos US$1.600. El elevado precio reflejaba una tarifa de importación de 23% además del costo de manejo y envío. Ese año, las tiendas Sami s Club en México vendieron apenas cinco televisores.
El año siguiente, para aprovechar al máximo los beneficios de Nafta, Sony construyó una gigantesca fábrica de Wega en la ciudad fronteriza de Mexicali. Al instalar su planta en México, Sony pudo enviar los televisores, libres de impuestos, a toda la zona de libre comercio del acuerdo. Y aunque el mercado objetivo principal era EE.UU., Perera detectó una oportunidad.
Los aparatos, ahora fabricados en México, le ahorrarían a Sami s un dineral en costos de envío y podría entonces traspasar esos ahorros directamente a los consumidores. En la actualidad, Sami s Club vende los Wega de 29 pulgadas en alrededor de US$600 y estos constituyen más de una tercera parte del total de la venta de electrónicos de Sami s en México.
La apertura de otras plantas ha posibilitado que Wal-Mart ofrezca ahorros similares en México sobre marcas extranjeras en productos que van de ropa interior a cámaras digitales.
Pero las cosas no fueron siempre color de rosa. A principios de los 90, traer las palomitas Act II del señor Huerta era todo un dolor de cabeza. Además de los elevados costos de importación, los minoristas tenían que usar costosos intermediarios para obtener permisos de importación. Los productos demoraban hasta un mes para pasar la aduana y con frecuencia los funcionarios mexicanos exigían sobornos. La burocracia era una tortura , dice José Angel Gallegos, ejecutivo de distribución de Wal-Mart.
Hoy, gracias al Nafta, Wal-Mart puede comprar las palomitas marca Act II directamente del fabricante estadounidense ConAgra, que incluso pone una etiqueta en español a petición de la cadena minorista. Wal-Mart vende las palomitas a un centro de distribución que construyó en Laredo, Texas, con el acuerdo de libre comercio en mente. Allí, un camión contratado por Wal-Mart México las recoge en cuestión de horas y al día siguiente el producto está en los anaqueles de un Sami s Club. Sus rivales, mientras tanto, siguen comprando el mismo producto a los distribuidores locales a un precio más elevado.
El legendario fundador de Wal-Mart, Sam Walton, parece haber previsto todo esto. En 1990, Walton conoció a Jerónimo Arango, cuya compañía, Grupo Cifra SA, fue pionera en la creación de tiendas de descuento en México. Arango y Walton pronto acordaron que el tratado de libre comercio entre México y EE.UU. que estaba tomando forma en ese entonces resultaría ideal para unir sus fuerzas.
En 1991, Wal-Mart salió por primera vez de su país natal, lanzando una sociedad igualitaria con el Grupo Cifra.
En apenas meses, abrió el primer Sami s Club en Ciudad de México; una tienda tipo bodega que vendía productos en grandes cantidades a precios apenas por encima de los precios mayoristas que fue un rotundo éxito, y rompió todos los récords de venta de Wal-Mart. La sociedad creció hasta incluir a cada nueva tienda abierta por cualquiera de ambas compañías. En 1997, Wal-Mart adquirió el control de Cifra al comprar un 12% adicional del minorista mexicano por US$1.200 millones.
Pese a haber cometido algunos errores de logística y distribución de productos en sus inicios, Wal-Mart aprendió la lección. Para 1999, Wal-Mart México había logrado reducir sus costos a tal grado que pudo considerar la idea de traspasar esos ahorros a los consumidores de una forma más sistemática. En agosto de ese año, cerró toda una tienda durante todo un día y rebajó sus precios en ese local en hasta un 14% en 6.000 productos. El experimento tuvo tal éxito que pronto cada Supercenter del país rebajó sus precios en una cantidad similar. Otros locales de Wal-Mart en México hicieron lo mismo en marzo de 2000.
El enorme poder adquisitivo de la compañía le ha permitido mantenerse al frente de sus competidores mexicanos que también están buscando formas de aprovechar las decrecientes tarifas de importación. Pero como Wal-Mart consolida sus pedidos de todos los productos que vende fuera de EE.UU., puede conseguir mayores descuentos de sus proveedores que sus competidores locales más pequeños. Yo compro 20.000 juguetes de plástico, y Wal-Mart compra 20 millones. A quién cree que le venden más barato? , se pregunta Francisco Martínez, director de administraciónn y finanzas de Comercial Mexicana, su principal rival.
Las tácticas poco ortodoxas de la minorista estadounidense han puesto a temblar a la competencia, cuyos elevados costos hacen casi imposible competir con Wal-Mart. En el largo plazo, el resto de nosotros va a tener que fusionarse con algún socio local o extranjero para mantener el paso , dice Martínez.
Repetidamente, Wal-Mart México ha aprovechado Nafta y otros aspectos económicos para desatar verdaderas guerras de precios. Por ejemplo, en lugar de embolsarse las ganancias inesperadas que registró su tienda cuando cayeron los aranceles sobre ventiladores de pie marca Lasko de 20% en 1993 a 2% en la actualidad, José Luis Laparte, ejecutivo de Sami s Club, ordenó rebajas en el precio equivalentes a la reducción del arancel de importación.
Wal-Mart espera repetir el éxito en sus otras localizaciones.
John Menzer, director ejecutivo de Wal-Mart International, dice que el éxito de las bodegas de Wal-Mart México bajos precios, pocas pretensiones y una oferta limitada de productos en tiendas diseñadas para los consumidores de escasos recursos económicos ha inspirado a Wal-Mart a abrir un clon brasileño llamado Todo Dia.
Y podría también poner a prueba ese formato en Estados Unidos. Los ejecutivos de Wal-Mart en China ya están también echando ojo a las operaciones mexicanas para llevarse algunas ideas.
Ann Zimmerman, en Dallas,contribuyó a este artículo
Publicación
eltiempo.com
Sección
Otros
Fecha de publicación
31 de agosto de 2001
Autor
David Luhnow. Redactor de The Wall Street Journal
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El éxito del Nafta, veinte años después

Por  |  Para LA NACION

Hace veinte años nació el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, más conocido como Nafta, a través del cual se unificaron, en lo comercial, las economías de los tres países de América del Norte: Canadá, los Estados Unidos y México.
Según Carla Hills, la ex representante comercial de los Estados Unidos, esto ha creado, entre los tres países del norte de nuestro hemisferio, un intercambio de unos 19 trillones de dólares y una demanda con 470 millones de consumidores. Con ese acuerdo se amalgamaron comercialmente, por primera vez, dos naciones desarrolladas con una que entonces estaba en vías de desarrollo, México.
El compromiso asumido supuso eliminar los derechos aduaneros para los productos industriales que circulan intrazona, así como las restricciones a la circulación de los productos del agro y de los servicios. También se dejaron de lado las exigencias de "contenido local" y los esquemas de "sustitución de importaciones" y se aseguró, en el área, el respeto a los derechos de la propiedad intelectual.
En consecuencia, dos décadas después, Canadá es el principal mercado de exportación de los Estados Unidos. Canadá, a su vez, envía el 98% de sus exportaciones totales energéticas a su vecino del Sur. En el caso particular del petróleo, hablamos de 2,3 millones de barriles diarios de exportaciones canadienses. Por su parte, México es hoy el segundo mercado para las exportaciones norteamericanas. La integración es, queda visto, una realidad.
La producción industrial de los tres países se ha integrado profundamente, conformando cadenas productivas, y el intercambio comercial entre ellos se ha incrementado un formidable 400%. Todos los días hay operaciones comerciales de bienes y servicios por valor de unos 2000 millones de dólares a través de la frontera de los Estados Unidos con Canadá, y por valor de unos 1000 millones en la frontera que separa a los Estados Unidos de México.
La mitad de ese inmenso tráfico comercial -cabe destacar- se realiza entre empresas vinculadas, lo que ha beneficiado a todos aumentando la productividad de las tres economías. Esto sucede particularmente en el sector automotor, especialmente competitivo, pero también en otros capítulos o rincones de sus economías.
De cada dólar que Canadá y México exportan a los Estados Unidos hay 25 centavos de insumos norteamericanos, en el caso de Canadá, y unos 40 centavos en el caso de México. Este nivel de integración real es importante. En el caso de China, por ejemplo, de cada dólar de exportaciones chinas a los Estados Unidos hay apenas unos 4 centavos de insumos norteamericanos.
Como cabía esperar, las inversiones directas recíprocas han aumentado exponencialmente. Los Estados Unidos, por ejemplo, han invertido unos 310 billones de dólares en Canadá y las empresas canadienses unos 200 billones de dólares en los Estados Unidos. Aunque en menor medida, hay asimismo inversiones mexicanas importantes en los Estados Unidos.
La pertenencia al Nafta -más allá de lo económico- ha contribuido a generar un clima que ha permitido a México afianzar la democracia y consolidar una clase media que crece vigorosamente. También a mantener una política macroeconómica seria y estable.
Por todo eso, el político e intelectual mexicano Jorge Castañeda dice que el Nafta "es una historia innegable de éxito" para México. Fundamentalmente, por haber hecho crecer fuertemente sus exportaciones. Ese éxito -dice Castañeda- influyó en que los mexicanos "abrieran sus cabezas" y se lanzaran a un proceso de rápida modernización, que incluye las reformas impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto.
Esto supone abandonar el recurso fácil de la "victimización". Y dejar de lado tabúes históricos que nacieron en el contexto de un mundo que ya no existe. Lo que supone una actitud colectiva de mirar hacia adelante, en lugar de quedarse, obsesivamente, empantanados en la propia historia.
El futuro para los socios del Nafta, veinte años después de su nacimiento, sigue siendo común. Lo que supone la necesidad de trabajar en profundizar la integración en todos los capítulos que aún no se han abordado, como el de la libre circulación del trabajo. Pero también la de mejorar e integrar constantemente la infraestructura básica común. Muy especialmente la de transporte y la energética.
Un ejemplo de que su futuro es común es que los tres socios han comenzado a analizar su posible ingreso a las dos zonas de libre comercio del Pacífico y del Atlántico, que hoy se gestan aceleradamente. También, que hoy estén analizando una mayor integración en materia de seguridad, incluido el problema del crimen organizado.
Quizá por todo esto es que los mal llamados "progresistas", que viven en los 70, procuran excluir a México del diálogo regional. No vaya a ser que se advierta que el camino del éxito poco tiene que ver con la filosofía del aislamiento que predican, aquella que rechaza al mundo como escenario y se encierra en sí misma; aquella que, en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata de 2005, eligió el proteccionismo. Un gesto que nos condujo a alejarnos comercialmente de las cadenas productivas del mundo. Y que, además, condena a las sociedades que resultan víctimas de esa estrategia cerrada a tener que vivir en el atraso, en términos relativos.
© LA NACION.
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ESTADOS UNIDOS - CANADA 


ACUERDO DE LIBRE COMERCIO 1989.
ESTADOS UNIDOS - CANADA

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