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jueves, 2 de enero de 2014

MACEDONIA. A LAS MAFIAS ALBANESAS LES CONVIENE LA GUERRA

Diario "La Nación". Buenos Aires, 15 de abril de 2001.
El mundo / Macedonia

A las mafias albanesas les conviene la guerra y no la paz

El tráfico de drogas, armas, prostitución, cigarrillos y alcohol es más fácil en una crisis bélica
SKOPJE.- No hay blancos ni negros, sino matices, en esta cada vez más preocupante crisis macedonia. Aunque se dice que ésta es fruto de la tensión entre los macedonios eslavos, que aquí son mayoría, y los albaneses, que son un cuarto de la población de dos millones de personas, también se dice que en verdad se trata de una "guerra de mafia".
Según este matiz, o punto de vista, la reivindicación de igualdad de derechos entre las dos etnias, o el deseo de una Gran Albania, una entidad que todo el mundo sabe que es imposible de realizar, poco tiene que ver con la lucha emprendida por el Ejército de Liberación Nacional macedonio (Ushtria clirimtare kombetare, UCK) en el noroeste de este país.
El conflicto, en cambio, tiene que ver con algo mucho más simple y concreto: para las mafias albanesas, que controlan desde la vecina provincia serbia de Kosovo un inmenso tráfico de drogas, armas, prostitución, cigarrillos y alcohol hacia Europa, es mucho más fácil hacer negocios en situación de guerra que en tiempos de paz.
Para Jordan Miloshevski, de 75 años, economista de la Universidad de Belgrado que en los tiempos de Yugoslavia fue representante comercial en los Estados Unidos, entre otros cargos, "los capos" de estas mafias son los líderes del ex Ejército de Liberación de Kosovo (Ushtria clirimtare kosoves, UCK). Como este grupo armado ha sido obligado a disolverse con el ingreso de la fuerza internacional de paz de la OTAN después de la guerra contra las tropas serbias de Slobodan Milosevic, ahora se ha reciclado en dos ramas: el Ejército de Liberación Nacional macedonio (UCK) y el Ejército de Liberación de Presevo, Medvedje y Buajnovac (Ucpmb), que se ha creado al sur de Serbia, en la frontera con Macedonia.
El UCK, un grupo que nadie sabe exactamente cuántos efectivos tiene, emprendió a mediados de marzo una campaña de acciones militares en las montañas del noroeste de este país, cercanas a la frontera con Kosovo y que rodean a Tetovo, una ciudad de mayoría albanesa que queda 40 kilómetros al oeste de esta capital. Los albaneses que viven allí dicen que el UCK cuenta con entre 4000 y 5000 combatientes, que son unos "patriotas" porque defienden los derechos de la minoría albanesa, que es discriminada por la mayoría macedonia. El gobierno macedonio, que a fines de marzo puso en marcha una enérgica ofensiva para "eliminar" a los insurgentes, dice que los del UCK son unos 500, que vienen de Kosovo y son "terroristas".
Según Miloshevski, un hombre que no niega haber pertenecido al partido cuando aún existían Yugoslavia y el tan echado de menos mariscal Josip Broz Tito, "la paz no es buena para los negocios sucios, y la inestabilidad es mucho más rentable". Y por eso "los del UCK ahora fomentan acciones terroristas en nuestro país. El pretexto es reivindicar la igualdad de derechos -sostiene-, pero la verdad es que quien controla las montañas que hay en la frontera controla el mercado negro que florece en esta corrupta zona de los Balcanes".
Históricamente, los Balcanes siempre fueron la "puerta de atrás" de Europa, y Kosovo, el nudo neurálgico de los tráficos ilegales de droga desde Turquía.
En ese sentido, la guerra de Kosovo hace dos años marcó un giro de 180 grados, al legitimar las redes ocultas que posibilitaron el ingreso de armas y soldados para que el Ejército de Liberación de Kosovo -que contó con el apoyo de la OTAN- pudiera luchar contra la limpieza étnica de albaneses que estaban llevando a cabo las fuerzas serbias del ahora encarcelado Slobodan Milosevic. La mayoría de este tráfico de armas y gente pasaba por Albania, el país más pobre de Europa, considerado por varios analistas directamente un "Estado-mafia".
Para Miloshevski, un hombre ya jubilado que no oculta su profunda preocupación por lo que está sucediendo en este momento, la crisis actual no tiene nada que ver con los sentimientos de la gente. "No hay animosidad. Nosotros y los albaneses siempre nos llevamos bien, y no hay motivos para un levantamiento, como ahora amenazan algunos políticos albaneses -asegura-. Los albaneses de Macedonia están representados en todos los sectores, tienen al menos 30 diputados en el Parlamento, y no se pueden quejar. No son ciudadanos de segunda como denuncian, y no creo que quieran la guerra", destaca, al mostrar la página de un diario local en la cual salen todas las fotos de los parlamentarios, indicando con el dedo a todos los albaneses.
Aunque Miloshevski dice que no hay "animosidad" entre macedonios y albaneses, con sólo dar un vuelta por Skopje y hablar con la gente uno se da cuenta de que las cosas no son así.
Skopje es una ciudad no muy linda -sobre todo porque en 1963 hubo un terremoto que la arrasó y fue completamente reconstruida-, donde el río Varda divide en dos la capital. En su margen izquierda, en la vieja y pintoresca ciudad turca, entre mezquitas y fuerte olor a cebolla y carne a la parrilla, viven los albaneses, que son unos 200.000 sobre una población de 600.000 personas. En su margen derecha, entre tiendas al estilo occidental, McDonald´s y edificios de pisos más altos, viven los macedonios, de etnia eslava. Entre ellos, casi no hay contacto. No hay casamientos mixtos, no hay amistad, y desde que empezaron a oírse tiros en esta ex república yugoslava considerada desde siempre el polvorín de los Balcanes, los macedonios ya no van a la noche al viejo barrio turco, famoso por sus restaurantes, por miedo. En la ciudad, limpia del lado macedonio, sucia del lado albanés, se respira un cierto aire a apartheid .
Pero para Jordan Miloshevski, como Macedonia es un país pobre, con enormes dificultades económicas -el desempleo alcanza el 40 por ciento, y el PBI per cápita es de unos 800 dólares anuales-, es imposible satisfacer algunas de las demandas de la minoría albanesa. "Macedonia económicamente no se puede permitir crear una universidad para los albaneses financiada por el Estado: no hay dinero -dice-. En Estados Unidos, una de las sociedades más multiétnicas del mundo, las universidades son en inglés. Si los albaneses quieren una universidad en su idioma, se la tienen que pagar. Nosotros no podemos hacerlo en este momento", agrega. En Tetovo, la ciudad considerada la "capital" de los albaneses de Macedonia -cuyas montañas fueron el epicentro de la ofensiva militar contra los guerrilleros-, funciona una universidad que el gobierno no reconoce, que es considerada la cuna intelectual del UCK de Macedonia.
Para Miloshevski, que en el pasado encabezó las negociaciones de este país con el Banco Mundial, la actual crisis también tiene su origen en el hecho de que después de la independencia de Yugoslavia, en 1991, Macedonia tuvo una presión demasiado alta, por parte de Occidente, para poner en marcha una transición hacia una sociedad democrática, con una economía de libre mercado. "Eso fue un boomerang -explicó-, porque el Estado cometió el gravísimo error de vender las industrias al 10 por ciento de su valor a ex miembros del partido, a criminales y a corruptos."
Miloshevski, que dice temer una guerra, también teme que haya un cambio en el preámbulo de la Constitución macedonia, algo que pretenden los partidos albaneses, y que auspició también el canciller de la UE, Javier Solana. "Si sucede algo así, y la actual república macedonia de los macedonios se convierte en una federación de macedonios y albaneses, después vendrá la secesión, y será un desastre -advierte-. En Bulgaria también existe una minoría macedonia, pero son todos búlgaros", recuerda, como para dar un ejemplo de cómo deberían ser las cosas.
"Tenemos que unirnos para un mejor futuro de Macedonia", sentencia Miloshevski, al lamentar que desde que emprendió su ofensiva militar para eliminar a los "terroristas" del UCK, el Estado ha gastado 1,5 millón de dólares por día.
"Tenemos que rezar para que haya paz", advierte, consciente de que la profunda división étnica que hay en su país puede hacerlo estallar en mil pedazos (como ya ocurrió en Bosnia y Kosovo). Y cita un dicho que aprendió en el colegio, pero que en estos días retumba con insistencia en su mente: "Es mejor ser un perro en tiempos de paz, que un ser humano en guerra". .
Por Elisabetta Piqué Enviada especial

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