Viernes 14 de agosto de 2015
WASHINGTON.
La embajada funciona hace ya cuatro semanas, desde el pasado 20 de
julio. Pero hoy el secretario de Estado, John Kerry, hará una fugaz e
histórica visita a La Habana para ser el encargado de izar,
personalmente, la bandera de barras y estrellas en esa sede diplomática.
Con
eso, concluirá la primera parte del esfuerzo de ambos gobiernos para
restablecer relaciones diplomáticas. Lo que viene de ahora en más es
volverlas lo más "normales" posibles. La coincidencia es que no será
fácil ni rápido.Acompañado por una reducida comitiva de 20 funcionarios, Kerry llega hoy para una estada de apenas diez horas. Será el primer secretario de Estado en varias décadas que pisa la isla en visita oficial. Pero no pasará la noche allí: al atardecer estará de regreso en esta ciudad.
Aún así, prometió que se dará tiempo de algún modo para "pasear por La Habana Vieja" y "saludar" a todo aquel que quiera acercarse. Por lo pronto, tiene tres puntos en agenda: izar la bandera en la embajada y participar de la celebración con funcionarios cubanos que seguirá a la ceremonia.
En un gesto calculado, ya se sabe que su par, Bruno Rodríguez, no será parte del convite. La autoridad más importante del gobierno de Raúl Castro que asistirá a la ceremonia será Josefina Vidal, la experimentada diplomática que, junto con la norteamericana Roberta Jacobson, encabezaron las negociaciones.
Los otros dos puntos en la agenda de Kerry son más complejos. El segundo será una cita de trabajo con Rodríguez. Será apenas horas después de que Fidel Castro recordara que Washington debe "millones de dólares" a Cuba como "perjuicio" por el bloqueo económico, comercial y financiero.
El tercer punto en agenda es el encuentro privado al que han sido convocados miembros de la oposición y de la disidencia, así como representantes de organizaciones defensoras de los derechos humanos que no fueron invitados a la celebración en la embajada. Será en la residencia del encargado de negocios, Jeffrey DeLaurentis, y está previsto que acudan "el doble" de invitados que a la cita en la embajada, según dijeron ayer organizadores de la visita. Las convocatorias por separado forman parte del nuevo equilibrio que abre la etapa que ahora comienza y que no todos aceptan.
Se espera que, entre otros, asistan representantes de Damas de Blanco; de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, así como de la Unión Patriótica, junto con representantes de la sociedad civil y de entidades defensoras de los derechos humanos.
Su cita con Rodríguez será la segunda en cuatro semanas, luego de la que mantuvieron en esta ciudad el pasado 20. "Lo que haremos será trabajar en la fijación de una suerte de agenda para la normalización de relaciones", había anticipado el norteamericano.
Kerry llegará sobre los estertores no sólo del nuevo reclamo de Castro al gobierno de Barack Obama, sino del acompañamiento de presidentes de países de la región que aplaudieron sus dichos.
Entre ellos, el boliviano Evo Morales y el venezolano Nicolás Maduro, que prometieron su presencia en la celebración de quien gobernó la isla durante casi cinco décadas.
La compensación económica es parte de los reclamos de Cuba. El listado también incluye la devolución del territorio que hoy ocupa la base norteamericana de Guantánamo y el levantamiento del embargo económico que Estados Unidos mantiene sobre la isla.
Si bien la reapertura de embajadas fue simultánea y se volvió operativa el pasado 20, Kerry no pudo viajar a la isla porque se encontraba exigido por difíciles negociaciones con Irán por el controvertido acuerdo nuclear.
Sí se acordó entonces que Estados Unidos reabría ese día su embajada, pero que no izaba la bandera. Eso lo hará hoy Kerry. En todo caso él, y en una ceremonia cuidadosamente preparada, los mismos marines que la arriaron en enero de 1961, cuando se produjo la ruptura de relaciones.
No se trata, sin embargo, del mismo paño de aquellos días, perdido con los años. Será una bandera nueva para una nueva etapa, cargada de historia.
Fidel reclama una deuda millonaria
- El ex presidente Fidel Castro reclamó a Washington compensaciones por los daños de su política hostil a Cuba al cumplir ayer 89 años.
- En un artículo publicado en el periódico oficial Granma, Castro hizo alusión a Estados Unidos. "Se adeudan a Cuba las indemnizaciones equivalentes a daños que ascienden a cuantiosos millones de dólares, como denunció nuestro país con argumentos y datos irrebatibles a lo largo de sus intervenciones en la ONU", escribió.
- El texto analizó las consecuencias del fin de la Segunda Guerra Mundial y la riqueza que obtuvo Estados Unidos tras el fin del conflicto.
- El escrito se dio a conocer un día antes de la visita de John Kerry, el primer secretario de Estado activo en viajar a la isla en 70 años.
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Viernes 14 de agosto de 2015
WASHINGTON.-
La llegada del secretario de Estado John Kerry a Cuba implica el gesto
de reconocimiento y de respeto más fuerte que el gobierno
norteamericano dedica al de La Habana en su propio territorio.
La visita subraya eso: el diálogo de igual a igual entre gobiernos que, hasta hace pocos meses, se trataban de "adversarios".Al hacerlo, insinúa un cambio en el eje en el que esa difícil relación se nutre y apoya. Hasta ahora, la principal corriente informativa de Washington era la oposición cubana. La llamada "disidencia".
A partir de hoy, con Kerry sentado en la oficina de su par Bruno Rodríguez, comienza a cristalizar el giro que Barack Obama prometió al régimen de Castro. Esto es, que formalmente el gobierno de La Habana pasa a ocupar el lugar de privilegio en esa difícil relación y desplaza del sitial a la disidencia.
La agenda de la nueva "jornada histórica" que se anuncia para hoy es prueba de ello, con el difícil equilibrio que se vio obligado a ejercer el Departamento de Estado para invitar al gobierno de Castro a la recepción en su recientemente reabierta embajada cubana. Y dejar afuera del ágape a los disidentes que, hasta ayer, ejercían un papel protagónico.
"La reapertura de embajadas y el consecuente izado de banderas es una cuestión que se desarrolla, eminentemente, entre gobiernos", explicaron voceros de la cartera de Kerry a un grupo de corresponsales extranjeros, entre ellos, LA NACION.
Abundaron, por si fuera necesario, en otras razones. Por ejemplo: que el palacete que ocupa la embajada en La Habana "no tiene suficiente espacio" para albergar a tantos invitados y que, si van los funcionarios del gobierno de Castro -que no pueden dejar de ir-, los de la disidencia "no caben".
La otra pata del equilibrio está en lo que viene después de la celebración oficial. Será cuando Kerry reciba, no en la embajada, sino en la residencia del embajador, a dirigentes de la disidencia.
Queda por ver la reacción a las susceptibilidades. Según recogió LA NACION, molestos por lo que consideran "una claudicación", algunos disidentes estaban dispuestos a desairar el convite mientras que otros, por el contrario, entendían la situación.
"Lo correcto sería que nos invitaran a la fiesta y nos permitieran expresarnos", dijo, por ejemplo, Antonio Rodiles, de la asociación disidente Estado de SATS, en declaraciones a la agencia AP en La Habana. Es, en todo caso, el nuevo equilibrio que se abre a partir del cambio en el vínculo diplomático.
Con su propia coloratura, las diferencias de criterio en la isla son un reflejo de lo mismo que ocurre aquí, donde parte del elenco político, sobre todo, de color republicano, resiste la apertura hacia Cuba y no ve en ella otra cosa que una "cesión gratuita" ante un gobierno que no respeta los derechos humanos.
Por las dudas, antes de partir, funcionarios que asesoran a Kerry en la materia insistieron en enviar un mensaje de reconocimiento a quienes quedan fuera de la ceremonia con las autoridades y funcionarios de los Castro.
"Nada cambiará en nuestro apoyo a los disidentes en la isla o hacia los dirigentes o activistas de derechos humanos que buscan abrir un espacio en forma pacífica", insistieron.
Pero el giro en el eje es evidente. "La visita de Kerry es la señal más clara de que la administración de Obama quiere tener una relación respetuosa con el gobierno de la isla", dijo ayer el diplomático cubano Carlos Alzugaray, del Centro para Estudios Hemisféricos y de los Estados Unidos de la Universidad de La Habana.
"Hasta ahora, Washington había priorizado su relación con la disidencia y no con el gobierno cubano. Y eso era un verdadero problema. Por fin lo entendieron y cambiaron. Posiblemente no les guste el gobierno, pero no les queda otro remedio que aceptarlo", dijo Alzugaray..
Diario "Perfil". Buenos Aires, 15 de agosto de 2015. |
Martes 18 de agosto de 2015
WASHINGTON.-
El secretario de Estado, John Kerry, merece un aplauso por decir que
los derechos humanos serán una prioridad en las nuevas relaciones
diplomáticas de Estados Unidos con Cuba, pero su decisión de no invitar a
disidentes cubanos a la ceremonia de izamiento de la bandera en la
embajada de Estados Unidos en La Habana fue, por decirlo suavemente,
desconcertante.
Cuando entrevisté a Kerry la semana pasada en
Washington, dos días antes de su viaje a Cuba, me dijo que "los derechos
humanos, obviamente, están a la cabeza de nuestra agenda, entre las
primeras cosas en que nos vamos a enfocar en nuestro trato directo con
el gobierno cubano". Me dijo incluso que planea discutir con Cuba una
"especie de hoja de ruta" para una "total" normalización que al final
del camino incluiría el levantamiento del embargo de Estados Unidos y
pasos por parte de Cuba como permitir que los cubanos puedan "participar
en un proceso democrático de elecciones". Kerry reiteró estos temas en
La Habana, donde declaró que "el pueblo de Cuba estaría mejor servido
con una auténtica democracia, donde las personas sean libres de elegir a
sus líderes".Todo eso suena muy bien. Pero el hecho es que, en su visita a La Habana, Kerry no invitó a los disidentes cubanos a asistir junto con funcionarios de ese país a una ceremonia clave. En cambio, algunos opositores pacíficos sí fueron invitados a un evento posterior ese día mismo día a la tarde, en la residencia del encargado de negocios de los Estados Unidos en La Habana.
Cuando le pregunté a Kerry en la entrevista por qué no incluiría a los disidentes entre sus invitados a la embajada de Estados Unidos, el secretario de Estado minimizó la importancia de esa decisión. "En lugar de tener gente sentada en una silla, en una ceremonia que es fundamentalmente de gobierno a gobierno, con un espacio muy limitado, me reuniré con ellos... e intercambiaremos opiniones" por separado, me dijo.
Pero los críticos republicanos y varios grupos de derechos humanos dicen que el presidente Barack Obama cedió ante el régimen cubano, que se niega a participar en eventos diplomáticos a los que asistan opositores de ese país. En Cuba, la dictadura militar gobernante prohíbe los partidos políticos independientes y considera que todos los opositores son mercenarios.
Algunos líderes de la oposición que fueron invitados a la residencia del encargado de negocios se negaron a asistir. "No entendemos cómo el gobierno de los Estados Unidos acepta las condiciones de estos dictadores", dijo Antonio González Rodiles, uno de los líderes disidentes que declinaron la invitación, en el sitio web de El Diario de Cuba.
Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, me dijo en una entrevista telefónica que el gobierno de Obama mantiene un "silencio cómplice" sobre las violaciones de los derechos humanos en Cuba.
Desde que el presidente de los Estados Unidos anunció el inicio de conversaciones de normalización el 17 de diciembre, se han registrado más de 3000 detenciones políticas en ese país, según grupos de derechos humanos.
Mi opinión: de todas las cosas que me dijo Kerry, hay una en la que estoy totalmente de acuerdo y es en que la política anterior estadounidense de aislar a Cuba no funcionó y en que era hora de probar algo nuevo. Por eso, cuando Obama anunció que iniciaría conversaciones para una normalización de las relaciones de ambos países y al mismo tiempo continuaría presionando por reformas democráticas, muchos de nosotros estuvimos de acuerdo. Vale la pena probar una política de dos carriles que normalice las relaciones con Cuba y al mismo tiempo apoye la causa de los derechos humanos.
Pero ahora me pregunto si la política de Obama hacia Cuba no se ha convertido en una estrategia de un solo carril. El viaje de Kerry a La Habana no aportó siquiera un avance simbólico en materia de derechos humanos e incluso dejó mal parada a la oposición interna de la isla.
¿Podría ser que Obama tuviera tantas ganas de visitar Cuba antes de que termine su mandato -para pasar a la historia como el presidente de los Estados Unidos que "abrió" Cuba, como Nixon "abrió" China- que está dispuesto a sacrificar la causa de los derechos humanos? ¿Podría ser que estuviera tan ansioso por una victoria en materia de política exterior -ante las dificultades en Siria, Irak e incluso Irán- que esté dispuesto a abandonar una larga política estadounidense de apoyo a los activistas por la democracia en ese país?
Ojalá me equivoque, pero el viaje de Kerry a Cuba fue una primera gran prueba de la nueva política de Estados Unidos hacia Cuba y el gobierno de Obama no la aprobó.
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