Diario "La Voz del Interior". Córdoba, Argentina.Viernes 15 de febrero de 2008
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Medio Oriente / Funeral de Imad MughniyehHizbollah promete guerra abierta a Israel
Israel puso a todas sus embajadas en el mundo en alerta ante la amenaza del líder de la guerrilla chiíta, Hassan Nasrallah. Agencias Télam, AP, EFE y diario el PaísBeirut, Damasco, Jerusalén. Nervioso, emocionado, y en un mensaje dirigido vía satélite a los dolientes por el asesinato en Damasco de Imad Mughniyeh, jefe militar de la guerrilla de Hizbollah, el líder chiíta libanés, Hassan Nasrallah, se despachó ayer con virulencia en sus amenazas contra su eterno enemigo. "Con este crimen, el momento, el lugar y el método elegidos, ustedes, sionistas, han cruzado la frontera. Si quieren este tipo de guerra abierta, dejemos que el mundo lo escuche, habrá una guerra abierta", tronó Nasrallah.
El campo de batalla se ha extendido a todo el mundo, y el gobierno israelí tomó nota de inmediato: el ejército y sus embajadas se hallan en máxima alerta, y se advirtió a sus nacionales que eludan los viajes a numerosos países.
El gobierno israelí negó cualquier participación en la muerte de Mughniyeh, considerado el jefe de inteligencia del principal brazo armado de Hizbollah, el grupo Yihad (Guerra Santa) Islámica, y figuraba en primer lugar entre los "terroristas más buscados" por el Estado judío.
Mughniyeh, también en la mira de los servicios de inteligencia estadounidenses por su participación en cruentos atentados en suelo libanés en los años ’80, era reclamado por la Justicia argentina por su presunta responsabilidad en los ataques contra la embajada de Israel en Buenos Aires, en marzo de 1992, y la sede de la Amia, en julio de 1994.
En un país como el Líbano, fraccionado en dos mitades irreconciliables, decenas de miles de personas conmemoraron en la céntrica plaza de los Mártires de Beirut el tercer aniversario del magnicidio del ex primer ministro Rafic Hariri (ver Otra...). La lluvia opacó un acto también ensombrecido por lo que iba a acaecer después a escasos kilómetros. En el barrio de Haret Hrek, devastado por los bombardeos de la aviación israelí en julio de 2006, otra multitud apasionada acudía al funeral de Mughniyeh. Nasrallah se dirigió a los presentes para insuflar determinación y advertir a los gobernantes israelíes.
"La sangre de Mughniyeh conducirá a la eliminación de Israel. Esto no es una reacción emocional", clamó el líder islamista, airado como en pocas ocasiones, muestra de la relevancia del hombre asesinado en Siria en un atentado con explosivos. "Yo digo a los israelíes que Hizbollah no es débil, y que la muerte de Imad nos hace más fuertes. Israel ve este martirio como un gran logro, y nosotros lo apreciamos como una buena señal de nuestra próxima victoria".
Además, el líder radical sostuvo que "en todas las guerras del futuro no habrá un solo Imad o unos pocos miles de combatientes, habrá decenas de miles de luchadores leales que desean morir como mártires".
Desde hace años, Hizbollah ha limitado sus ataques al territorio de Israel, y en la contienda de 2006 –"esa guerra no ha terminado", apuntó Nasrallah– paralizó la cuarta parte del país con el lanzamiento de cuatro mil cohetes Katiusha. No es probable a corto plazo un asalto en la frontera –patrullada con más rigor por los israelíes–, entre otros motivos porque las fuerzas internacionales vigilan el sur del país. No obstante, se ignora el arsenal que ha almacenado al norte del río Litani, a 40 kilómetros del límite, la guerrilla pro iraní.
Los intereses israelíes en todo el planeta son ya objetivos de Hizbollah. Los especialistas aseguran que lo más probable es que intenten un atentado contra una legación diplomática en cualquier país en el que las medidas de seguridad sean más salvables.
Al sepelio de Mughniyeh acudió por sorpresa Manoucher Mottaki, ministro de Relaciones Exteriores de Irán, principal sustento económico de Hizbollah.
El funeral de ayer del líder islamista se inició precisamente con las palabras de Mottaki, quien leyó un saludo del presidente de su país, Mahmud Ahmadinejad.
"Querido hermano, envío mis condolencias a usted, a la familia, a la juventud de Hizbollah, y a todos los libaneses por este gran mártir", escribió a Nasrallah, por su parte, el guía supremo iraní, ayatolá Alí Jamenei.
En el mensaje, el líder religioso sostuvo, además: "Los criminales sionistas sedientos de sangre deben saber que la sangre pura de los mártires como Mughniyeh dará vida a centenares de hombres a su imagen y duplicará la resistencia a la corrupción y a las atrocidades".
Mottaki viajó tras el funeral a Siria, donde fue recibido por el presidente de ese país, Bachar al Assad, y su contraparte siria, Walid el Muallem.
Irán y Siria son acusados por líderes libaneses de la mayoría –así como por Israel y Estados Unidos– de sostener a Hizbollah y ser los principales causantes de que el país de los Cedros no consiga salir de la crisis en la que está inmerso por la intransigencia del movimiento chiíta.
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Diario "La Voz del Interior". Córdoba Argentina, Viernes 15 de febrero de 2008
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Preparados para la venganza
Juan Miguel MuñozEl País, de Madrid
Uno de los estrepitosos fracasos de Israel en la guerra contra Hizbollah, en el verano de 2006, reside en que Hassan Nasrallah salvó el pellejo. Y aunque ningún país se hará responsable del atentado terrorista que puso fin a las crueles andanzas de Imad Mughniyeh –como tampoco se reivindicó el asesinato en Malta, hace 12 años, del jefe de Yihad (Guerra Santa) Islámica, Fathi Shikaki–, en el subconsciente israelí se asume sin reparos que el Mosad ejecutó el martes una obra maestra del espionaje.
Es una cuestión baladí. Nasrallah ha dictado sentencia y declarado culpable al Estado sionista. No conviene despreciar las amenazas del carismático líder chiíta. Acostumbra a cumplir su palabra. El gobierno del primer ministro israelí, Ehud Olmert, lo sabe, y los mandos de las tropas internacionales desplegadas en el sur del Líbano tampoco deberían pasar por alto las palabras de guerra proferidas ayer por el veterano mandamás de Hizbollah.
Cunde la sensación en Israel, y sugerencias sobran pese a la censura, de que en la sede del Mosad, muy cercana a Tel Aviv, se ha descorchado champán. La doctrina militar israelí se ancla en la disuasión ofrecida por el tremendo poderío de sus fuerzas armadas, en librar la guerra siempre fuera de sus fronteras, y en el ojo por ojo: quien osa atacarlos acaba pagándolo. Es sólo cuestión de tiempo. Cientos de judíos, israelíes o no, estadounidenses y franceses han muerto en ataques terroristas pergeñados por el venerado dirigente de origen palestino. Mughniyeh, perseguido desde hace dos décadas, terminó sucumbiendo.
Certezas de fatalidad. Sin embargo, del mismo modo que en Israel se celebra la muerte ejecutada en Damasco –el primer ministro Olmert previsiblemente aumentará su popularidad, como ya sucediera tras el ataque a unas instalaciones militares en Siria en setiembre pasado–, otra convicción, nada halagüeña, reina entre los expertos políticos y militares hebreos. Tarde o temprano, habrá venganza.
Siria ha sido vejada, de nuevo, porque el atentado del martes pasado acaeció en el corazón de su capital, Damasco, a escasa distancia de la sede de sus servicios de inteligencia.
Sobre Irán, acosada por sus supuestos programas de desarrollo de armas nucleares, no es necesario aplicar castigo alguno para soliviantar sus ánimos antisionistas.
Y Hizbollah, que no encajaba un golpe similar desde el asesinato en 1992 de su secretario general, Abbas Musawi, ha sido humillada.
La represalia de Hizbollah, siempre apoyada por Damasco y Teherán, llegará. Será en Israel o en cualquier lugar del mundo. Como la muerte de Imad Mughniyeh, también esto es cuestión de tiempo. Y como escribía ayer el analista Ben Caspit, cuando todos estos ingredientes se suman "Israel haría bien en preparar sus refugios".
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Diario "La Voz del Interior". Córdoba Argentina, Viernes 15 de febrero de 2008
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Otra multitud en la evocación de Hariri
Agencia EFE
En ningún momento coincidieron los opositores que lloraban al líder de Hizbollah Imad Mughniyeh, con los que recordaban el tercer aniversario del asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri.
La policía había separado escrupulosamente el recorrido de una y otra manifestación para que sus participantes no coincidieran en ningún momento y, además, había prohibido el estacionamiento en el centro y la circulación de motos y camiones, para evitar un nuevo atentado.
Fueron en los dos casos cientos de miles de personas los que salieron a las calles desafiando a la lluvia de una jornada típicamente invernal en la que los paraguas se mezclaron con las banderas del país, rojas y blancas con el cedro al medio y las amarillas de Hizbollah.
En la Plaza de los Mártires se había congregado horas antes la coalición llamada "Fuerzas del 14 de marzo" para escuchar a sus líderes, que hablaron desde una tribuna con protección anti-balas y bajo una intensa lluvia.
El druso Walid Yumblat, el sunita Saad Hariri (hijo del ex premier asesinado) y los falangistas Samir Geagea y Amin Gemayel acusaron una y otra vez a Siria de desestabilizar al país y de tratar de imponer un nuevo mandato sobre el Líbano.
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Más amenazas
Desde Teherán. Irán acusó ayer de nuevo a Israel de estar detrás del asesinato de Imad Mughniyeh y advirtió: "El futuro de la entidad sionista será peor que su presente".Al Qaeda. El presunto líder de Al Qaeda en Irak, Abu Omar al-Baghdadi, llamó a atacar a Israel y propuso usar el territorio iraquí como "plataforma de lanzamiento" para tomar Jerusalén.
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