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jueves, 21 de mayo de 2015

ESTADOS FRACASADOS. Chomsky, Noam 2006


ESTADOS FRACASADOS. Chomsky, Noam

RELACIONES INTERNACIONALES

Estados Unidos: el fracaso propio y ajeno

Según una clasificación ya canónica en los Estados Unidos para justificar el uso de la fuerza en el plano mundial, los estados fracasados no pueden lidiar con su seguridad, su economía y la democratización de sus instituciones. Chomsky refuta este concepto.


NOAM CHOMSKY. Revista Ñ Buenos Aires, 15 de julio de 2006.

La selección de temas que deberían ocupar los primeros lugares en la agenda de preocupaciones por el bienestar humano y por sus derechos es, naturalmente, un asunto subjetivo. Pero hay unas pocas opciones que parecen inevitables, ya que se ligan con las expectativas de una supervivencia decente. Entre ellas se encuentran al menos estas tres: la guerra nuclear, un desastre ambiental y el hecho de que el gobierno del principal poder mundial actúa de tal modo que aumenta la probabilidad de estas catástrofes.


Es importante enfatizar el "gobierno", porque la población está en desacuerdo. Esto lleva a mencionar un cuarto tema que debería preocupar profundamente a los estadounidenses, y al mundo: la marcada división entre la opinión pública y la política pública, una de las razones del temor, que no puede dejarse de lado, de que "el ''sistema'' estadounidense en su totalidad sufre un problema real que augura "el fin de sus históricos valores de igualdad, libertad y democracia con sentido", como observa Gar Alperovitz en America Beyond Capitalism.


El "sistema" está comenzando a tener algunos de los rasgos de los estados malogrados, para adoptar una noción actualmente de moda, aplicada por lo general a los estados considerados una amenaza potencial a nuestra seguridad (como Irak) o necesitados de nuestra intervención para rescatar a la población de una amenaza interna grave (como Haití). La definicion de estados malogrados es mínimamente científica. Pero todos estos estados comparten ciertos atributos primarios. Son incapaces o no quieren proteger a sus ciudadanos de la violencia y tal vez aun de la destrucción. Se consideran a sí mismos más allá del alcance de la ley nacional o internacional, por lo tanto libres de concretar actos de agresión y de violencia. Y si tienen formas democráticas, sufren de un serio "déficit democrático" que priva a sus instituciones de sustancia real.


Una de las tareas más arduas que cualquiera puede emprender, y una de las más importantes, es mirarse honestamente al espejo. Si nosotros lo hiciéramos, tendríamos muy poca dificultad en encontrar los rasgos de los estados malogrados directamente en nuestro país. Ese reconocimiento de la realidad debería ser causa de gran preocupación para quienes se desvelan por sus países y por las generaciones futuras —"países" en plural—, primero a raíz del enorme alcance del poder de los Estados Unidos, pero también porque los problemas no están localizados en el espacio y el tiempo, aun cuando haya importantes variaciones, de particular relevancia para los ciudadanos de los Estados Unidos.


El "déficit democrático" estuvo claramente ilustrado en las elecciones del 2004. Los resultados llevaron a la exaltación en ciertos círculos, a la desesperación en otros y a una gran preocupación sobre una "nación dividida". Colin Powell informó a la prensa que el "presidente George W. Bush ha ganado un mandato del pueblo estadounidense para continuar su ''agresiva'' política exterior". Esto está muy alejado de la verdad. Está también muy alejado de lo que la población cree. Después de las elecciones, Gallup preguntó si Bush "debía enfatizar los programas que apoyan los dos partidos" o si "tiene un mandato para avanzar con la agenda del partido republicano", como Powell y otros sostuvieron. El 63 por ciento eligió la primera opción, el 29 por ciento la última. Las elecciones no confirieron un mandato para nada. De hecho, prácticamente no tuvieron lugar, en el verdadero sentido del termino "elección".


La historia ha dado muchas pruebas de la falta de atención de Washington a las leyes y normas internacionales, que alcanza hoy nuevas alturas. Concedámoslo: siempre hubo pretextos, pero eso vale para cualquier estado que recurre a la fuerza a voluntad.


Durante los años de la Guerra Fría estuvo disponible el marco de referencia de la "defensa contra la agresión comunista" para movilizar el apoyo nacional e incontables intervenciones en el exterior. Al final, el recurso a la amenaza comunista se empezó a desgastar. Alrededor de 1979 "los soviéticos estaban influyendo" más allá de sus fronteras, "solamente al 6% de la población mundial y al 5% del GNP mundial", según el Center for Defense Information. La imagen central se estaba haciendo más difícil de evadir. El gobierno también enfrentaba problemas a nivel nacional: especialmente el efecto civilizador del activismo de la década del 60, que tuvo muchas consecuencias, entre ellas menor voluntad para tolerar el recurso a la violencia. Bajo la presidencia de Ronald Reagan, la administración buscó manejar los problemas con fervientes pronunciamientos sobre el "imperio del mal" y sus tentáculos, a punto de estrangularnos.


Pero se necesitaban nuevos recursos. Los partidarios de Reagan declararon su campaña mundial para destruir el terrorismo internacional apoyado por un estado que el secretario de Estado de Reagan, George Shultz, denominó una "plaga diseminada por los depravados opositores a la civilización misma" que intentan "un retorno de la barbarie en la epoca moderna". La lista oficial de los estados que patrocinaban el terrorismo, iniciada en el Congreso en 1977, fue elevada a un lugar prominente en la politica y en la propaganda.


En 1994, el presidente Clinton amplió la categoría de "estados terroristas" para incluir los "estados delincuentes". Unos pocos años más tarde se agregó al repertorio otro concepto: los estados malogrados, frente a los cuales nosotros debemos protegernos, y a los que debemos proteger, a veces destruyéndolos.


Más tarde llego el "eje del mal" del presidente George W. Bush, al que, para defendernos, debemos destruir, siguiendo la voluntad del Señor tal como es transmitida a este humilde servidor, escalando mientras tanto la amenaza del terror y de la proliferación nuclear.


Pero la retórica siempre genera dificultades. El problema básico es que bajo razonables interpretaciones del término, aun bajo definiciones oficiales las categorías son demasiado amplias.


Hace falta disciplina para no reconocer los elementos de verdad en la observación del historiador Arno Mayer, inmediatamente después de los ataques terroristas del 11 de setiembre, de que, desde 1947, "Estados Unidos ha sido el principal autor del estado terrorista que ataca primero", y de innumerables otras acciones ''delictivas'' que han causado un inmenso daño "siempre en nombre de la democracia, la libertad y la justicia".


Después de que Bush asumió la presidencia, la corriente dominante entre los expertos comenzó a afirmar como un hecho que Estados Unidos "ha asumido muchos de los propios rasgos de las ''naciones delincuentes'' contra las cuales ha batallado" (David C. Hendrickson y Robert W. Tucker, Foreign Affairs, 2004).


La categoría estado malogrado fue invocada de manera reiterada por los autodenominados "estados iluministas" en la década del 90. Eso los autorizaba a recurrir a la fuerza con el supuesto objetivo de proteger a las poblaciones de los estados malogrados, delincuentes y terroristas de un modo que podía ser "ilegal pero legítimo", frase usada por la Comisión Independiente sobre Kosovo.


Cuando los temas principales del discurso político cambiaron de la "intervención humanitaria" a la "guerra al terrorismo", tras el 11 de setiembre, se le dio al concepto estado malogrado un alcance más amplio a fin de incluir a países como Irak, que amenazaban supuestamente a los Estados Unidos con armas de destrucción masiva y con el terrorismo internacional.


Con este uso más amplio, los estados malogrados no necesitaban ser débiles, cosa que tiene mucho sentido. La Alemania nazi y la Rusia estalinista eran escasamente débiles, pero con estándares razonables merecían la designación de estados malogrados como ninguno en la historia. El concepto gana muchas dimensiones, incluyendo el fracaso en proveer seguridad para la población, para garantizar los derechos en el país y en el exterior, o para mantener en funcionamiento (no simplemente de manera formal) las instituciones democráticas. El concepto debe con seguridad incluir "estados proscriptos", que desechan con desprecio las reglas del orden internacional y de sus instituciones, cuidadosamente construidas a lo largo de los años, inicialmente por iniciativa de los Estados Unidos.


El gobierno está eligiendo políticas que tipifican a los estados bandoleros, que ponen seriamente en peligro a la población dentro del país y en el exterior y socavan una democracia sustantiva. En aspectos cruciales, la adopción de Washington de los atributos de los estados malogrados y bandoleros se proclama con orgullo. No hay esfuerzo alguno por ocultar "la tensión entre un mundo que todavía quiere un sistema legal internacional justo y sostenible, y una superpotencia única que apenas parece preocuparse de que se halla al nivel de Birmania, China, Irak y Corea del Norte en términos de su adhesion a una concepción absolutista de la soberanía" por sí misma, mientras desecha como anticuada la soberanía de otros, señala Michael Byers en War Law: Understanding International Law and Armed Conflict.


Estados Unidos es muy parecido a otros países poderosos. Persigue los intereses económicos y estratégicos de los sectores dominantes de la población local, con una impresionante retórica sobre su excepcional dedicación a los más altos valores. Esto es casi un universal histórico, y es la razón por la cual la gente sensata presta poca atención a las declaraciones de las nobles intenciones de los líderes, o a los elogios de sus seguidores.


Uno escucha comúnmente decir que los criticones se quejan por lo que está mal, pero no presentan soluciones. Hay una traducción certera para esta acusación: "Ellos presentan soluciones, pero a mí no me gustan". Aquí hay unas pocas simples sugerencias para los Estados Unidos:


(1) aceptar la jurisdicción del Tribunal Internacional de Justicia y de la Corte Internacional;


(2) firmar y cumplir los protocolos de Kyoto;


(3) dejar que las Naciones Unidas lideren las crisis internacionales;


(4) apelar a medidas diplomáticas y económicas antes que a las militares cuando se confronten amenazas graves de terror;


(5) mantenerse dentro de la interpretación tradicional de la Carta de las Naciones Unidas: el uso de la fuerza es legítimo solamente cuando es ordenado por el Consejo de Seguridad o cuando el país está bajo la amenaza de un ataque inminente, de acuerdo con el Artículo 51;


(6) renunciar al poder de veto en el Consejo de Seguridad, y tener "un respeto decente por la opinión de la humanidad", tal como aconseja la Declaración de la Independencia, incluso cuando los centros del poder no están de acuerdo;


(7) reducir drásticamente los gastos militares y aumentar los gastos en salud, educación, energía renovable y cosas similares.


Para la gente que cree en la democracia, éstas son sugerencias muy conservadoras: parecen ser la opinión de la mayoría de la población de los Estados Unidos, en muchos casos de la abrumadora mayoría, que se opone radicalmente a la política pública; en la mayoría de los casos, en ambos partidos.


Otra sugerencia cautelosa y útil es que los hechos, la lógica y los principios elementales de la moral deben ser importantes. Los que se tomen el trabajo de adherir a esta sugerencia se verán rapidamente conducidos a abandonar una buena parte de la doctrina oficial, aunque seguramente es mas fácil repetir invocaciones que sirven a nuestros exclusivos intereses.


Y hay otras simples verdades. De ningún modo dan respuesta a todos los problemas. Pero nos hacen tomar cierta distancia para desarrollar respuestas mas específicas y detalladas. Aun más importante, ellas abren la puerta para implementarlas, pues son oportunidades que están a nuestro alcance si podemos liberarnos de las ataduras de la doctrina y las ilusiones impuestas.


Aunque es natural que los sistemas doctrinarios intenten inducir el pesimismo y la desesperación, la realidad es diferente. Ha habido un progreso sustancial en los últimos años en la interminable cuestión de justicia y libertad, dejando un legado que fácilmente puede ser llevado a un plano más alto que antes.


Las oportunidades para educación y organización abundan. Como en el pasado, no es probable que autoridades benevolentes garanticen los derechos, o que éstos provengan de acciones intermitentes, por participar de alguna manifestación o por el hecho de apretar una palanca a la hora de las elecciones, como si en eso consistiera exclusivamente la "política democrática".


Como siempre en el pasado, las tareas requieren un compromiso diario para crear y recrear las bases destinadas al funcionamiento de una cultura democrática. Hay muchos medios para promover la democracia en el país, llevándola a nuevas dimensiones. Las oportunidades son muchas, y es probable que el fracaso en captarlas tenga repercusiones ominosas: para el país, para el mundo y para las generaciones futuras.




(c) Noam Chomsky y Clarín.




OPEP 2010 LA VERDAD INCÓMODA ACERCA DE LA OPEP. Alhajji, Annas


Perspectiva global

La verdad incómoda acerca de la OPEP

Anas F. Alhajji
Para LA NACION
DALLAS.- Las tres principales organizaciones que pronostican la oferta y demanda de petróleo en el largo plazo -la Agencia Internacional de Energía (IEA), la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y la Administración de Información de la Energía de los Estados Unidos (EIA)- junto con las compañías petroleras y empresas consultoras creen que la OPEP logrará satisfacer la brecha entre la demanda mundial proyectada y la oferta que no procede de la OPEP. Sin embargo, se equivocan: la producción de la OPEP no satisfará esas proyecciones porque se basan en modelos predictivos obsoletos y erróneos.
En las proyecciones hasta la década de 2030, las tres organizaciones coinciden en que la demanda energética mundial aumentará, que los países en desarrollo impulsarán la mayor parte de este aumento y que los combustibles fósiles seguirán predominando. También están de acuerdo en que la dependencia del petróleo de los miembros de la OPEP seguirá en aumento, a medida que los recursos petroleros no pertenecientes a la OPEP se reduzcan y sean más costosos de extraer. No obstante, un error importante en el modelado de los mercados petroleros mundiales convierte a estos pronósticos en algo tan poco realista como pensar que el hombre pondrá pie en Marte mañana.
Los modelos predictivos actuales estiman lo que se conoce como la "presión sobre la producción de crudo de la OPEP", la diferencia entre la demanda mundial estimada y la oferta estimada de países que no son de la OPEP. La idea de modelar la "presión sobre la producción de crudo de la OPEP" ganó fuerza tras el embargo petrolero de octubre de 1973, época en que pocos economistas estaban familiarizados con el mercado del petróleo. La magnitud de la crisis energética atrajo a economistas de una amplia variedad de especialidades. Para diagnosticar el problema, abrieron su caja de herramientas y usaron lo que había disponible: si el modelo de oferta y demanda no funcionaba, entonces lo haría el modelo de monopolios.
Así, los economistas, políticos y medios de comunicación encontraron altamente conveniente el término "cartel". Según el modelo de monopolios, el cartel siempre suministrará la diferencia entre la demanda y la oferta suministrada por los miembros que no forman parte del cartel. Aunque la situación ha cambiado drásticamente desde principios de los años 70 y se ha demostrado que el modelo del cartel es erróneo y dañino, todavía se sigue usando.
Cinco factores impiden que se pueda cumplir la "presión sobre la producción de crudo de la OPEP":
1. Un cambio en la inversión de petróleo a gas natural en los países productores de petróleo.
2. El aumento del consumo interno de petróleo en los países de la OPEP (y, en consecuencia, la disminución de su exportación).
3. La reacción de los países productores de petróleo a la retórica de la independencia energética en los países consumidores, que los ha llevado a desarrollar industrias que hacen gran uso de recursos energéticos y reducen las exportaciones de petróleo y gas. Los países productores creen que si no pueden exportar petróleo a las naciones consumidoras, pueden al menos exportar el petróleo en forma de productos que hacen uso intenso de energía, como las sustancias petroquímicas.
4. La falta de "capacidad de absorción de la inversión" cuando los precios del petróleo son altos (la capacidad de la economía local para absorber la inversión), que hace que los países de la OPEP estén menos dispuestos a producir más petróleo. Si las naciones de la OPEP no pueden invertir los ingresos petroleros adicionales, entonces podrían preferir mantener el petróleo en sus yacimientos.
5. Lo que es más importante, la demanda de nueva producción para compensar el índice de declive del 3% en los yacimientos de la OPEP es tan enorme que no se puede satisfacer en menos de 20 a 25 años.
6. La incapacidad de satisfacer la esperada "presión sobre la producción de crudo de la OPEP" y los mayores precios resultantes de las insuficiencias creará excelentes oportunidades para las compañías petroleras internacionales, los productores independientes y los inversionistas en capitales privados. También creará una oportunidad para que otras fuentes de energía cierren la brecha que se esperaba que satisficieran los miembros de la OPEP, sin haberlo logrado.
De hecho, si se considera el aumento previsto de la demanda de energía en las próximas dos décadas y la posible -incluso probable- insuficiencia de la oferta de la OPEP en relación con la "presión de producción de la OPEP" proyectado, el término "energía alternativa" perderá su significado. La única "alternativa" para utilizar todas las fuentes de energía factibles será un mundo en lento crecimiento con insuficiencias permanentes de energía y una creciente pobreza.

11
millones de barriles por dia

  • Es lo que subiría la producción de la OPEP en 2035, respecto a 2010, según EE.UU., pese a que desde los 70 el cartel no varió su nivel.
© Project Syndicate 1995-2010 .
El autor es economista jefe de NGP Energy Capital Management
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1 comentario:

  1. Para contestar esa pregunta, primero tenemos que saber que constituye un estado fracasado.
    Noam Chomsky nos dice las características en su libro FAILED STATES, The Abuse of Power and the Assault on Democracy.
    Estados Fracasados:
    • …no protegen a sus ciudadanos de la violencia o destrucción. Eso tiene menos prioridad al poder a corto plazo y la riqueza del 1 % de la ciudadanía.
    • …son estados fuera de la ley, porque rechazan con desprecio la ley internacional y los tratados
    El gobierno de Estados Unidos (EEUU) utilizó solo a 4 empleados del Treasury Department’s Office of Foreign Assets Control (OFAC), un componente importante en la lucha contra el terrorismo a través de la investigación de transferencias financiera sospechosas, para monitorear las finanzas de Osama bin Laden y Saddam Hussein, mientras se utilizó a 24 empleados para hacer cumplir el bloqueo ilegal de más de un siglo en contra de Cuba (Página 33). ¿Es Cuba 6 veces más amenazante para causar un acto de violencia o destrucción a la ciudadanía estadounidenses que Osama y Saddam? ¡Habla más duro donde pones tu dinero que tu propaganda!
    El libro cuenta muchos ejemplos donde el gobierno de Estados Unidos certifica como irrelevante a los tribunales internacionales, el Consejo Nacional de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y otras organizaciones internacionales, porque se han atrevido a dictar sentencias en contra de sus políticas y acciones. La ONU le ha pedido 34 veces al gobierno de Estados Unidos que descolonice a Puerto Rico inmediatamente porque determinó en el 1960 que el colonialismo constituye una amenaza a la paz mundial. Este gobierno las ha ignorado, como si Estados Unidos es el único que puede decidir lo que es un crimen en contra de la humanidad.
    La cantidad mayor de gente rica en el mundo está en Estados Unidos. Esto no debe ser sorpresa ya que el gobierno gobierna para el 1 %. Por eso es que Estados Unidos no tiene un plan de salud universal o educación gratuita, y tiene ciudadanos sin hogares. Sin embargo, este gobierno es el vendedor del 60% de las armas mundialmente. Las muchas bases militares por todo el mundo son para garantizar las ganancias más altas para sus corporaciones.
    Cuba, por el otro lado, ha hecho un trabajo excepcionar en proveer servicios a 100% de sus ciudadanos, a pesar del bloqueo ilegal aplastante de más de medio siglo diseñado para castigar a Cuba por no querer seguir las directrices de Washington. Pero si hubiese hecho eso, no les pudiera haber dado a los cubanos las viviendas, el sistema de salud universal y la educación pagado por el estado. ¿No es eso la democracia de verdad?
    ¡Nosotros tenemos que seguir protestando permanentemente y pacíficamente por la descolonización de Puerto Rico, porque los que son estados fracasados, como EEUU, no creen en la JUSTICIA PARA TODOS! www.TodosUnidosDescolonizarPR.blogspot.com

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