Sábado 15 de septiembre de 2012
Tensión en varios continentes / La reacción de Washington
Obama: "La justicia llegará para los que dañen a EE.UU."
El
presidente recibió ayer los cuerpos de los diplomáticos asesinados en
Libia; temen que la violencia se extienda a más ciudades
WASHINGTON.-
Fue uno de los momentos más solemnes de toda su gestión y en el que,
públicamente, expuso los riesgos de su política exterior, frente a
quienes le cuestionan "falta de liderazgo" ante al fanatismo islámico, y
advirtió a los responsables de la violencia que la "justicia les
llegará".
Vestido de luto y con el sonido de marchas fúnebres, Barack Obama recibió al pie del avión los cadáveres de los cuatro muertos en el ataque al consulado de Libia , entre ellos, el embajador, Chris Stevens."La justicia llegará para aquellos que dañen a estadounidenses", dijo Obama, frente a los ataúdes, y subrayó que su gobierno "se mantendrá firme ante la violencia" en las misiones diplomáticas.
El presidente también dio un mensaje rotundo de firmeza: no hay cambio de rumbo ni marcha atrás en la mano tendida al mundo musulmán. "Estados Unidos nunca se retirará del mundo ni dejará de perseguir sus ideales de libertad", dijo.
A su lado, a veces con la voz quebrada, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ratificó la estrategia de apoyo a la llamada "primavera árabe", que terminó con gobiernos autoritarios en una decena de países, en una transición aún inconclusa. "La gente que en Egipto, Libia, Yemen y Túnez desafió la tiranía de sus dictadores no claudicará ahora ante la tiranía de una masa", dijo. "La gente razonable y los líderes responsables de esos países tienen que hacer todo lo que esté a su alcance para restablecer la seguridad y castigar a los responsables" de la violencia, añadió.
La línea de acción se mantuvo a pesar de la notable escalada que registra la ola de ataques a sedes norteamericanas en unos veinte países y cuando crecen los temores de que ese malestar se traslade a más ciudades.
La filtración de un informe de inteligencia daba cuenta ayer de la posibilidad de que las expresiones de ira contra los Estados Unidos "se repitan" entre elementos afines con el fanatismo islámico en el interior de los diferentes países, de acuerdo con el relevamientos del FBI.
La escalada obligó ayer a reforzar la seguridad en tres embajadas: Libia, Yemen y Sudán. Un destacamento de 50 efectivos llegó a Saná para custodiar la sede diplomática.
"Es una medida de precaución", sostuvo el Pentágono. La Casa Blanca informó que se "harán esfuerzos" para garantizar la seguridad del personal y que no hay evacuaciones.
"No nos vamos", dijo Obama, en la ceremonia en la que, en los hechos, se puso al frente y asumió los costos de sus decisiones en materia de política exterior, a la que enlazó con la esencia de "los valores norteamericanos, por los que vale la pena luchar".
De modo oficial, Washington mantiene la tesis de que la ira se desató por la difusión de una película norteamericana en la que se satiriza al profeta Mahoma. "No hay elementos que prueben lo contrario", dijo el vocero presidencial, Jay Carney, en medio de las crecientes sospechas de que la ola responde a un plan articulado.
Clinton explicitó la idea. "Asistimos a una ola de violencia antinorteamericana por culpa de una película horrible con la que nada tenemos que ver. Lo que ocurre es algo que no tiene sentido y que, por eso mismo, es absolutamente inaceptable", añadió.
Hasta ahora, lo ocurrido no parece castigar a Obama en los sondeos de cara a las elecciones. Pero la impresión es que, de agravarse la situación, es difícil que no le signifique un costo. Apenas despuntó la crisis, su adversario republicano, Mitt Romney, sostuvo que esto ocurre porque el presidente es "débil" ante el fanatismo islámico. Pero esa declaración le valió a Romney duros reproches, incluso entre sus correligionarios.
Desconcierto en la Casa Blanca
- Obama aún busca cómo frenar la creciente violencia
- Miércoles
En alerta
Horas después del asalto al consulado norteamericano en Benghazi, en el que fueron asesinados el embajador y otros tres funcionarios, Obama declaró la alerta en todas las sedes diplomáticas de EE.UU. y envió dos barcos de guerra a la costa del norte de África. - Anteayer
Cautela
Ante la escalada de violencia, la Casa Blanca pidió calma y desligó al país de la película sobre Mahoma que desató la furia. - Ayer
Resistencia
Luego de nuevas protestas, Obama llamó a resistir la violencia de las manifestaciones antinorteamericanas en los países árabes. - XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXDiario "La Nación". Buenos Aire, Sábado 15 de septiembre de 2012El escenario
Un presidente ante su tormenta perfecta
La ola de convulsión social que sacude a Medio Oriente enfrenta al presidente Barack Obama con el mayor desafío a sus esfuerzos por impedir que la "primavera árabe" se transforme en una nueva erupción antinorteamericana, y las opciones con las que cuenta no son muchas.Menos de dos meses antes de las elecciones en Estados Unidos, el aluvión de ataques contra las embajadas norteamericanas en Libia, Egipto y Yemen y otros países plantea un gran dilema para Obama, quien asumió la presidencia con la promesa de un "volver a empezar" con el mundo musulmán, pero que tiene problemas para manejar la transformación que barrió con varios dictadores de la región.
Para colmo, y mientras intenta defender su política exterior de las críticas de su rival, el republicano Mitt Romney, Obama debe lidiar con las profundas crisis que atraviesan las relaciones entre Israel y Estados Unidos por el programa nuclear de Irán y con el aumento de la violencia en Siria, donde Bashar al-Assad sigue desafiando los pedidos internacionales para que dimita.
Los problemas de Obama en Medio Oriente se profundizaron esta semana con una serie de ataques de la turba contra los edificios diplomáticos norteamericanos y el asesinato del embajador de Estados Unidos en Libia. Los manifestantes se indignaron por un video de factura norteamericana que consideraron una blasfemia contra el islam.
Todo esto puede indicar que después de las elecciones norteamericanas, el desafío será todavía mayor: la creciente brecha que parece abrirse entre Estados Unidos y las fuerzas islamistas que llevan la voz cantante en Medio Oriente.
En su tan mentado discurso de 2009 en El Cairo, Obama dijo que tenía la esperanza de poder "relanzar" las relaciones con la región y así disipar parte del resentimiento generado por la invasión a Irak en 2003 y el discurso de hacerle la "guerra al terror" de George W. Bush.
El año pasado, Obama fue tomado por sorpresa cuando estalló la ola de revueltas prodemocráticas que hicieron caer a algunos autócratas de la región, entre ellos el líder egipcio Hosni Mubarak, antiguo aliado de los norteamericanos. Poco a poco, sin embargo, Washington fue manifestando cautamente su apoyo a los objetivos del movimiento de la "primavera árabe".
Ahora que gran parte del optimismo norteamericano que acompañó a los levantamientos del mundo árabe desapareció, Washington enfrenta un aparente auge de activismo islámico y una disminución de su influencia en países que antes contaba entre sus aliados. "Son muchas las partes involucradas y es importante no generalizar demasiado", dijo Hayat Alvi, experto en estudios de Medio Oriente de la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos. "Pero es cierto que la situación política parece estar complicándose, no sólo en la región, sino también en el interior de Estados Unidos."
En Medio Oriente, Obama sigue siendo más popular que muchos de sus predecesores. Pero las imágenes de la turba arrasando las instalaciones de las embajadas de Estados Unidos como respuesta a un video insultante de Mahoma fueron un feroz recordatorio de la vigencia de un antinorteamericanismo potencialmente sangriento.
Durante el más serio de esos ataques murió el embajador Christopher Stevens en Benghazi, una ciudad libia que recién el año pasado fue liberada de dictador Muammar Khadafy por las fuerzas aéreas occidentales, durante la guerra civil.
Aunque el gobierno de Libia se apresuró a condenar el ataque, lo que realmente enfureció a Washington fue la tibia y ambigua respuesta inicial del nuevo presidente egipcio, Mohammed Morsi, que criticó el video, pero no a la turba.
Al día siguiente, Obama dijo que el gobierno islamista de Egipto no debería ser considerado como un aliado de Estados Unidos, "aunque tampoco lo consideramos nuestro enemigo", agregó. Obama se comunicó con Morsi y le envió un mensaje: Egipto debe cooperar en la protección de las instalaciones de Estados Unidos. "Las autoridades egipcias no se pueden permitir jugar a dos puntas en esto", dijo Ari Ratner, ex asesor de Obama.
Lo que queda claro es que dirigentes de Estados Unidos tienen sus propias presiones políticas de las que ocuparse. La velocidad con que se politizó el tema de los ataques a las embajadas dejó al descubierto los riesgos políticos que enfrenta Obama en su país, haga lo que haga, especialmente con Romney acusándolo de "disculparse en nombre de Estados Unidos".
Romney también sufrió el efecto rebote, acusado por analistas de todo el espectro político de ser un oportunista que quiere sacar provecho de una tragedia nacional.
Como mínimo, los acontecimientos de esta semana profundizarán todavía más la reticencia norteamericana a involucrarse de lleno en el conflicto sirio..
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