Diario "La Capital". Rosario, Jueves, 01 de marzo de 2012
Los cristianos de Oriente y las primaveras árabes
No puede haber una auténtica revolución democrática sin la protección de las personas que pertenecen a las minorías.
Por Alain Juppe (*) / El País (Madrid)
No puede haber una auténtica revolución democrática sin la protección de las personas que pertenecen a las minorías.
Los cristianos de Oriente están preocupados.
Preocupados por la continuidad de su presencia en la que es su región
desde hace 2.000 años. Preocupados por el respeto de sus derechos en un
contexto de enorme conmoción. Preocupados frente a la intensificación de
las tensiones vinculadas a la confesionalidad. Quiero decirles que
escucho, que entiendo sus temores.
Desde hace siglos, a Francia se le ha conferido una
misión particular para con los cristianos de Oriente. Y no la eludirá.
Por esto mismo, el presidente de la República fijaba el marco de nuestra
política, ya en enero de 2011, subrayando que el destino de los
cristianos de Oriente simboliza "mucho más que a Oriente, los retos del
mundo globalizado en el que hemos entrado de forma irreversible".
Nuestra visión es clara: no puede haber una auténtica revolución
democrática sin la protección de las personas que pertenecen a las
minorías. Los cristianos de Oriente están destinados a permanecer en su
región. Están destinados a participar en la construcción de su futuro
como lo han hecho siempre en el pasado.
La cuestión no es nueva. Data de varios siglos. Pero desde hace algunos años se plantea con una intensidad creciente.
Francia se ha mostrado alerta, primero, dirigiendo
mensajes claros a los Estados implicados, que son los primeros
responsables de la seguridad de sus ciudadanos. Francia se movilizó
igualmente para que el Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea
del pasado 21 de febrero de 2011 condenara las agresiones a los
cristianos y para que, tras el atentado de Bagdad, se les dirigiera una
declaración presidencial del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
el 10 de noviembre de 2010.
De hecho, los cristianos de Irak han pagado un
tributo muy alto estos últimos años. Hemos expresado nuestra solidaridad
con la acogida en suelo francés de más de 1300 de ellos desde 2008 y
con la evacuación sanitaria de heridos tras el atentado contra la
Catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro el 31 de octubre de
2010, concretamente.
En Egipto, los coptos ocupan un lugar particular.
Enraizados en la larga historia del país, estos últimos años han sufrido
agresiones, exacciones, discriminaciones, tal y como lo demostró el
siniestro atentado contra la iglesia de Alejandría en 2011. Pero, desde
la revolución, los coptos se han implicado en la vida política de su
país como nunca antes, han participado en las elecciones, quieren ser
escuchados y contribuir junto a sus conciudadanos a la transición
democrática del país. El Parlamento egipcio recientemente elegido ha
comunicado su compromiso de garantizar los derechos de los coptos:
contamos con su decisiva actuación.
En el Líbano, la coexistencia de varias minorías es
una realidad. Pero este modelo debe preservarse constantemente para
responder a distintos intentos de ponerla en tela de juicio. Todos los
agentes de la sociedad y de la vida política libanesa tienen la
responsabilidad de velar por ello.
Tal y como le afirmó el presidente de la República a
su beatitud Bechara Rai, patriarca maronita, durante su visita oficial a
París el pasado mes de septiembre, la mejor protección para los
cristianos de Oriente y la verdadera garantía de la continuidad de su
presencia residen hoy en la instauración de la democracia y del Estado
de Derecho en los países árabes.
Por ello, recomendamos a los cristianos de Oriente
Próximo que no se presten a las maniobras de instrumentalización que
llevan a cabo regímenes autoritarios cortados de su propio pueblo. Sigo
muy preocupado por la situación dramática que reina en Siria, por la
represión feroz que ejerce un régimen condenado que emplea la fuerza
militar contra su propio pueblo. Deseo con todas mis fuerzas que los
cristianos, como todas las demás comunidades, participen en la creación
de una Siria nueva y democrática donde todos los ciudadanos tengan los
mismos derechos y los mismos deberes.
No somos ingenuos. Sabemos que el camino será largo y
caótico. Pero más allá de los riesgos y los peligros, que no deben
negarse, las /primaveras árabes/ brindan una oportunidad histórica a los
cristianos de Oriente. ¿Quién puede creer que los derechos de las
minorías están mejor protegidos por dictaduras sanguinarias que por
regímenes democráticos? ¿Quién puede negar que hay cristianos, kurdos,
drusos, alauitas, asirios también, que son asesinados, torturados,
encarcelados, en Siria? Y en esta primavera árabe hay señales de
esperanza: quiero rendir homenaje a la iniciativa del gran imán de al
Azhar Sheikh Al Tayyeb, que elaboró y publicó el pasado mes de enero un
documento sobre las libertades públicas en Egipto. Este escrito hace
hincapié en la libertad de culto, la libertad de expresión, la libertad
de investigación científica y la libertad de creación, incluida la
creación artística. Este tipo de iniciativas, que refuerzan el diálogo
interreligioso, demuestran que la reunión de sociedades distintas
alrededor de valores universales que permiten a todos coexistir en
armonía es posible.
Aunque siga habiendo incógnitas sobre el futuro,
quiero decirles a los cristianos de Oriente que se encuentran en otros
muchos países que no he citado (como en Israel y en los territorios
palestinos) que Francia no les abandonará. Nuestra confianza en las
revoluciones de 2011 va acompañada de una observación absoluta del
respeto de los derechos humanos, en particular de los de las minorías.
Yo mismo he insistido mucho en esta cuestión durante mis contactos con
el Consejo Nacional Sirio, que se emplea en agrupar a la oposición siria
y que se ha comprometido a garantizar dichos derechos.
En Siria, como en otros lugares, lo que interesa a
los cristianos de Oriente es abrazar estas evoluciones, a la vez
ineluctables y positivas. Implicándose con decisión en la construcción
de una región nueva protegerán su futuro; como volvió a afirmar el
presidente de la República ante las autoridades religiosas durante su
mensaje de felicitación del año nuevo el 25 de enero: "Los cristianos
forman parte de la Historia de Oriente; no se les puede arrancar de esta
tierra. Las primaveras árabes cumplirán sus promesas si las minorías
son respetadas".
El mensaje que deseaba trasladarles es sencillo: Francia ha estado, y seguirá, a su lado.
(*) Ministro de
Asuntos Exteriores de Francia
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