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sábado, 25 de abril de 2015

COREA 2000. AVANZA HACIA LA REUNIFICACIÓN.




Fin de la Guerra Fría en la península: histórico acuerdo

Corea avanza hacia la reunificación

Luego de 55 años de enfrentamiento, los dos países trabajarán juntos hacia una eventual unión; cautela en Washington
PYONGYANG.- Separadas desde hace más de medio siglo por el simbólico paralelo 38, la comunista Corea del Norte y la capitalista Corea del Sur firmaron ayer un histórico acuerdo que allana el camino hacia la reconciliación y marca el inicio del fin del último bastión de la Guerra Fría.
Kim Jong Il, líder de Corea del Norte, y Kim Dae Jung, presidente surcoreano, establecieron cuatro puntos referidos a la reconciliación y relajamiento de la tensión en la península, la cooperación económica y la reunión de las familias divididas desde la guerra de Corea (1950-53).
En el último punto del acuerdo, los dos líderes acordaron trabajar conjuntamente hacia la reunificación de las dos Coreas sin presiones ni injerencias de otros países. Sin embargo, algunos observadores estimaron ayer que la reunificación es una tarea colosal que podría demorar décadas.
El texto del documento aún no fue publicado, pero fuentes surcoreanas confirmaron que los cuatro puntos eran la base del acuerdo. Tampoco se especificó qué tipo de ayuda económica recibirá Corea del Norte para remontar la grave crisis económica de los últimos cinco años. Sin embargo, tras cinco horas de reunión, los líderes y funcionarios de ambos países respiraban aires de alegría y éxito.
"El sol sale por fin para la reunificación nacional, la reconciliación y la paz", declaró Kim Dae Jung durante una cena oficial antes de la firma del acuerdo. "Las negociaciones fueron un éxito, expreso mi gratitud al presidente Kim Jong Il por haber contribuido a la realización de este acuerdo", agregó el líder surcoreano.

Amenazas

El acuerdo es el primer paso hacia una paz definitiva entre los dos países, después de que la guerra de Corea finalizase con un armisticio en 1953.
Apesar de su optimismo por la firma, Kim Dae Jung advirtió que los dos países aún se encuentran en la línea de partida y que deberán superar años de desconfianza y enemistad.
En el documento, dos preocupaciones estratégicas de larga data no fueron cubiertas. La demanda de Corea del Norte de que Estados Unidos retire 37.000 soldados apostados en su vecino del Sur y los programas nucleares de Pyongyang no fueron tratados.
Washington, que considera a Corea del Norte un Estado peligroso por su armamento nuclear, recibió ayer con prudente satisfacción los resultados de la reunión entre los líderes coreanos. El vocero de la Casa Blanca, Joe Lockhart, calificó el acuerdo como "alentador", pero subrayó que aún falta consolidar en forma duradera el naciente diálogo entre Pyongyang y Seúl.
"Es también muy importante que esta cumbre desemboque en un proceso que permita instrumentar los valiosos resultados sobre los cuales se llegó a un acuerdo", dijo Lockhart.
En el Pentágono, el exitoso acuerdo fue recibido con mayor escepticismo, ya que no representaría una disminución de la amenaza misilística norcoreana. "Yo no creo que veamos en esta cumbre las semillas para algo que reduzca una posible amenaza misilística para Estados Unidos", explicó el vocero del Pentágono, Richard Boucher.
Si bien los detalles del acuerdo no fueron divulgados, algunos analistas opinaron que el pacto de ayer sería más minucioso que otros que fueron convenidos por funcionarios de menor rango de ambos países en 1972 y 1991. Esos documentos, que también instaban a la reconciliación y a una eventual reunificación, dieron lugar rápidamente a la reanudación de hostilidades.
Pero el histórico acuerdo de ayer fue cimentado por lo que parece ser un verdadero idilio entre el comunista Kim Jong II y el capitalista Kim Dae Jung, favorecido por el entusiasmo de todos los coreanos.
Al término de las tratativas y para consolidar el acuerdo, Kim Jae Dung dijo a su norcoreano "reunámonos en Seúl." Inmediatamente, Kim Jong Il aceptó la invitación, que todavía no tiene fecha.

"Los vi llorar"

El claro éxito de la reunión alimentó el entusiasmo de millones de coreanos que lloraron de alegría en todo el mundo al ver por televisión las imágenes, impensables hasta hace pocos días, del encuentro entre Kim Dae Jung y Kim Jong Il. En el segundo día de la cumbre histórica entre los dos países enemigos, en Corea del Sur no se hablaba de otra cosa.
"Anoche vi la televisión de Seúl hasta tarde", dijo Kim Jong Il. "Vi las familias separadas y las personas escapadas del Norte. Los vi llorar."
En Pyongyang, pantallas gigantes de televisión fueron instaladas para la ocasión. "Nunca pensé que vería una cosa así", afirmó emocionada Choi In Yung, de 58 años, que huyó del Norte cuando apenas tenía cinco años. "Ha habido tanto odio durante estos años, pero ahora creo realmente que un día podré regresar allí y ver si alguien se acuerda de mí", añadió.
Desde la división de la península en 1945, millones de surcoreanos no tienen noticias de los familiares que quedaron en el Norte. Desde la guerra toda comunicación entre los dos países, incluso postal o telefónica, fue suprimida. .
Agencias EFE, AFP, ANSA, AP 
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El análisis

El primer paso de un camino muy largo

Un proverbio coreano dice: "Buen comienzo, la mitad logrado".
Apenas cinco horas de negociación bastaron a los líderes de Corea delNorte y Corea del Sur para dar ayer, entre copas de champagne y enigmáticas sonrisas, el paso más firme jamás realizado en cincuenta años en aras de la reconciliación y de la paz.
Lo acordado implica compromisos importantes en lo referente a la distensión y cooperación económica entre ambos países y permitirá, por primera vez, la reunión de las familias divididas por la guerra.
Sin embargo, parece temprano para aventurar el alcance que ese paso tendrá para el futuro de las dos Coreas y de la región: el acuerdo deja afuera los temas estratégicamente más delicados y preocupantes para Occidente y que siguen dividiendo a las superpotencias como en tiempos de la Guerra Fría.
  • Por un lado, la demanda de Pyongyang para que Estados Unidos retire de la península los 37.000 efectivos apostados a lo largo del paralelo 38.
  • Por el otro, los programas nucleares y misilísticos de largo alcance norcoreanos que tanto inquietan a Washington.
Este programa es visto como una seria amenaza por Estados Unidos y por sus aliados en la zona, principalmente Japón, y es un indicio de que, a medio siglo de la guerra entre ambas Coreas, el conflicto aún enfrenta a Washington y a Moscú.
Precisamente, en la reciente visita de Bill Clinton a Rusia, la agenda del encuentro estuvo marcada por las intenciones norteamericanas de desarrollar un escudo misilístico de defensa para protegerse "de eventuales ataques de países como Corea del Norte", según expresan los defensores del proyecto.
Esto irrita tanto a Rusia como a China, que consideran desproporcionado y en parte infundado el temor que Washington asigna a Pyongyang. Moscú, concretamente, cree que el escudo norteamericano sólo reanudará la carrera armamentista entre las superpotencias.
Y pese a las sonrisas de distensión observadas en Pyongyang, Estados Unidos y Japón están convencidos de que Corea del Norte está desarrollando en secreto un peligroso programa nuclear y exportando su tecnología a terceros países.

Reunificación lejana

Por otra parte, una reunificación de ambas Coreas no debe esperarse en el mediano plazo.
Después de medio siglo, si, efectivamente, el último bastión de la Guerra Fría está a punto de caer, es por los mismos factores que llevaron a la Unión Soviética, en tiempos de Gorbachov, a abandonar la carrera armamentista y la Guerra Fría: la economía.
Al límite de sus fuerzas, abrumada por el colapso de su agricultura y aislada desde el derrumbe del bloque socialista, Corea del Norte no ha tenido más remedio que sentarse a la mesa de negociaciones. Su economía de corte stalinista está devastada y la población apenas sobrevive abrumada por el hambre.
Esto no hace más que aumentar las preocupaciones en el Sur, donde existe un fuerte temor a las consecuencias que podría tener sobre su economía -una de las 20 más desarrolladas del mundo-, la unión con el Norte, donde la sequía obligaba hace un año a comer raíces para evitar la inanición. Los expertos señalan que hoy una reunificación acarrearía un costo de 22.000 millones de dólares en los próximos diez años.
Esta inquietud ha llevado a los empresarios surcoreanos a realizar en los últimos años importantes donaciones al Norte, y al gobierno de Seúl a otorgar una ayuda anual de 450 millones de dólares para evitar un final brutal para el régimen del Norte.
Por eso, el acuerdo de Pyongyang debe observarse como un primer paso fundamental, que, como dice el proverbio coreano, allana la mitad del camino.
Pero la otra mitad, la más importante, aún está lejos de recorrerse.

No es casual

Puede parecer una casualidad, pero no lo es, que los presidentes de las dos Coreas lleven el apellido Kim (que se escribe antes que los nombres). Sucede que el 40 por ciento de la población de la península lleva sólo tres apellidos: Kim, Lee y Park.
En Corea sólo existen 269 apellidos. Kim significa "oro". Según una leyenda, el primer miembro de la familia, el más importante, nació de un huevo de oro, en el año 65, en el bosque Kyongju. .
 
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Fin de la Guerra Fría en la península: los antecedentes

La unidad alemana, un caso testigo

Corea está dividida por un muro ideológico similar al que separó al país europeo

El histórico acuerdo firmado ayer entre las dos Coreas para la reconciliación nacional constituye un primer paso hacia la reunificación del país, tras 55 años de aislamiento. Y al hablar de reunificación, no puede menos que pensarse en las similitudes con el caso alemán, es decir, la nación que el 3 de octubre de 1990 volvió a ser una sola.
Como Corea, Alemania era antes un territorio partido en dos: mitad capitalista, mitad comunista. En el medio había un límite fortificado que metía miedo y, de ambos lados, familias separadas; la división se originó al término de la Segunda Guerra Mundial.
Pero hay más puntos de comparación. En cuanto a la economía, la porción capitalista se jactó siempre de su pujanza y la otra, de su disciplina colectivista. Finalmente, los antiguos enemigos terminaron necesitándose y así se buscó la unión.
  • La separación. En 1945 Alemania quedó dividida entre las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia. Berlín, a su vez, también se desmembró en cuatro sectores. Sólo en 1949 se formalizó la división entre la República Federal Alemana (RFA), capitalista, y la República Democrática Alemana (RDA), comunista, a lo que siguió la lógica partición de Berlín en dos. La tensión entre ambas Alemanias se profundizó con la Guerra Fría y llegó a su punto máximo al construirse el Muro, en 1961.
Corea también comenzó a separarse en 1945 entre el Sur -pro capitalista- y el Norte -pro comunista-, luego de haber sido, enteramente, una colonia japonesa desde 1910. Los dos Estados se enfrentaron entre 1950 y 1953 en una guerra que todavía sigue, técnicamente hablando, porque sólo firmaron un armisticio. En ambos casos siempre hubo, de un lado, la influencia de Occidente y, del otro, la de la Unión Soviética.
  • La frontera. En Corea, en el paralelo 38 se impone una suerte de Muro de Berlín. No abunda en concreto como el alemán en su momento, pero sí en minas y presencia militar (es actualmente la frontera más fortificada del mundo).
El límite que desgarró Alemania, en cambio, pasó al olvido el 9 de noviembre de 1989. Y fue literalmente olvidado, porque ya nadie recuerda por dónde pasaba esa pared con sus violentos aditamentos. En la memoria quedaron, sí, las 239 personas que murieron al intentar escapar.
  • Destinos personales. El drama de las familias distanciadas afecta más a Corea que, antes de 1989, a Alemania. Allí, cerca de un millón de los casi 70 millones de habitantes de la península viven angustiados por las separaciones que provocó la guerra fratricida de 1950-53. Resolver este problema es una de las mayores preocupaciones de Corea del Sur, y forma parte del acuerdo alcanzado ayer.
En Alemania esta dificultad fue menor, aunque no menos profunda. No hay cifras al respecto, pero quedaron novelas como "Der geteilte Himmel" ("El cielo dividido"), de Christa Wolf, que cuenta el drama de un noviazgo interrumpido por la construcción del Muro de Berlín y por la diferencia de idiosincrasias entre los dos protagonistas.
  • La economía. En el momento de la reunificación, la Alemania occidental era una de las economías industriales y comerciales más sólidas del mundo. La oriental, fuertemente subsidiada por el Estado -y por lo tanto muy burocrática-, comenzaba a entrar en crisis a medida que la Unión Soviética retiraba su manto protector: muchas fábricas debieron cerrar por no ser competitivas. Las diferencias aún persisten y se estima que llevará décadas superarlas, sobre todo en lo que se refiere a la desocupación. Hoy, hay 4,4 millones de personas sin trabajo en Alemania y la mayoría pertenece al Este.
En Corea, la distancia económica entre uno y otro país cobra la forma de un abismo. Corea del Sur es, aun después de haber soportado la crisis asiática, una de las 20 naciones más ricas del mundo, con un notable poderío industrial. Su hermana del Norte, en cambio, tiene un PBIper cápita 12 veces menor, de unos 1000 dólares anuales. Allí, las fábricas están paralizadas, escasea la energía eléctrica y la mayor parte de la población vive en la pobreza. El jefe del Estado, Kim Jong Il, se refugiaba hasta ahora en el hermetismo. Pero como la crisis pone en peligro hasta su liderazgo, accedió a mostrarse en la cumbre que se inició el martes. Es que, con su fortaleza e conómica, Corea del Sur promete llevarle alivio.
  • Hacia la unión. En las protestas que precedieron la caída del Muro de Berlín podían verse pancartas que decían: "Somos un solo pueblo". Frases similares se escucharon desde el inicio de la cumbre intercoreana, sobre todo en boca del mandatario del Sur, Kim Dae Jung, una suerte de Helmut Kohl por su voluntad de acercamiento. Existen necesidades económicas y hasta "personales" para la reunificación. Falta consolidar la voluntad política. 
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Maximiliano Seitz

A medio siglo de una guerra fratricida que nunca terminó


Al amanecer del 25 de junio de 1950, las fuerzas de Corea del Norte sorprendieron al mundo cruzando en un arrollador avance la frontera surcoreana e iniciando el primer conflicto armado de la Guerra Fría.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la península coreana, hasta entonces una provincia japonesa, había quedado dividida por el paralelo 38, donde habían confluido en su avance triunfal los ejércitos norteamericano, por el Sur, y ruso, por el Norte.
Al igual que Alemania, el país quedó dividido en dos regiones donde cada ocupante impuso su propio programa político y económico. Cuando se retiraron, dos Estados radicalmente opuestos los sucedieron.
Pero en 1950, aunque en Corea del Sur ya se notaba el resurgimiento económico, su presidente Syngman Rhee era altamente impopular. Esto llevó al líder norcoreano, Kim Il Sung, a creer que su invasión sería considerada en el Sur como una liberación, y que la historia consagraría para él el título de reunificador.
Sin embargo, Pyongyang no previó la reacción de Estados Unidos, que no estaba dispuesto a tolerar una expansión de la órbita stalinista. El 27 de junio, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la aplicación de sanciones militares contra el Norte y tres días más tarde, el presidente Harry Truman ordenaba a las divisiones apostadas en Japón ir en auxilio de Corea del Sur.

Curso negativo

Hasta que el legendario general norteamericano Douglas Mac Arthur no tomó a su cargo la conducción de las fuerzas de la ONU, la guerra siguió un curso negativo y los comunistas tomaron sin dificultades Seúl.
Pero los estadounidenses desembarcaron en septiembre e iniciaron desde Inchón una contraofensiva que llevó a las tropas norcoreanas hasta la frontera de China. Sin embargo, con el apoyo de Mao, los comunistas volvieron a tomar Pyongyang y Seúl en 1951.
Aunque ese año el octavo ejército norteamericano recapturó la capital del Sur, cuando MacArthur sugirió que Estados Unidos lanzara la bomba atómica sobre China, Truman lo relevó. La guerra se estancó entonces en un largo conflicto de trincheras, hasta que en junio de 1953 un armisticio puso fin al conflicto, sin que la paz fuera nunca firmada oficialmente. 
 
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Kim Dae Jung, presidente surcoreano, y Kim Jong II, lider norcoreano, celebran tras suscribir el pacto.
El análisis

El primer paso de un camino muy largo

Por  | LA NACION








Un proverbio coreano dice: "Buen comienzo, la mitad logrado".
Apenas cinco horas de negociación bastaron a los líderes de Corea delNorte y Corea del Sur para dar ayer, entre copas de champagne y enigmáticas sonrisas, el paso más firme jamás realizado en cincuenta años en aras de la reconciliación y de la paz.
Lo acordado implica compromisos importantes en lo referente a la distensión y cooperación económica entre ambos países y permitirá, por primera vez, la reunión de las familias divididas por la guerra.
Sin embargo, parece temprano para aventurar el alcance que ese paso tendrá para el futuro de las dos Coreas y de la región: el acuerdo deja afuera los temas estratégicamente más delicados y preocupantes para Occidente y que siguen dividiendo a las superpotencias como en tiempos de la Guerra Fría.
  • Por un lado, la demanda de Pyongyang para que Estados Unidos retire de la península los 37.000 efectivos apostados a lo largo del paralelo 38.
  • Por el otro, los programas nucleares y misilísticos de largo alcance norcoreanos que tanto inquietan a Washington.
Este programa es visto como una seria amenaza por Estados Unidos y por sus aliados en la zona, principalmente Japón, y es un indicio de que, a medio siglo de la guerra entre ambas Coreas, el conflicto aún enfrenta a Washington y a Moscú.
Precisamente, en la reciente visita de Bill Clinton a Rusia, la agenda del encuentro estuvo marcada por las intenciones norteamericanas de desarrollar un escudo misilístico de defensa para protegerse "de eventuales ataques de países como Corea del Norte", según expresan los defensores del proyecto.
Esto irrita tanto a Rusia como a China, que consideran desproporcionado y en parte infundado el temor que Washington asigna a Pyongyang. Moscú, concretamente, cree que el escudo norteamericano sólo reanudará la carrera armamentista entre las superpotencias.
Y pese a las sonrisas de distensión observadas en Pyongyang, Estados Unidos y Japón están convencidos de que Corea del Norte está desarrollando en secreto un peligroso programa nuclear y exportando su tecnología a terceros países.

Reunificación lejana

Por otra parte, una reunificación de ambas Coreas no debe esperarse en el mediano plazo.
Después de medio siglo, si, efectivamente, el último bastión de la Guerra Fría está a punto de caer, es por los mismos factores que llevaron a la Unión Soviética, en tiempos de Gorbachov, a abandonar la carrera armamentista y la Guerra Fría: la economía.
Al límite de sus fuerzas, abrumada por el colapso de su agricultura y aislada desde el derrumbe del bloque socialista, Corea del Norte no ha tenido más remedio que sentarse a la mesa de negociaciones. Su economía de corte stalinista está devastada y la población apenas sobrevive abrumada por el hambre.
Esto no hace más que aumentar las preocupaciones en el Sur, donde existe un fuerte temor a las consecuencias que podría tener sobre su economía -una de las 20 más desarrolladas del mundo-, la unión con el Norte, donde la sequía obligaba hace un año a comer raíces para evitar la inanición. Los expertos señalan que hoy una reunificación acarrearía un costo de 22.000 millones de dólares en los próximos diez años.
Esta inquietud ha llevado a los empresarios surcoreanos a realizar en los últimos años importantes donaciones al Norte, y al gobierno de Seúl a otorgar una ayuda anual de 450 millones de dólares para evitar un final brutal para el régimen del Norte.
Por eso, el acuerdo de Pyongyang debe observarse como un primer paso fundamental, que, como dice el proverbio coreano, allana la mitad del camino.
Pero la otra mitad, la más importante, aún está lejos de recorrerse.

No es casual

Puede parecer una casualidad, pero no lo es, que los presidentes de las dos Coreas lleven el apellido Kim (que se escribe antes que los nombres). Sucede que el 40 por ciento de la población de la península lleva sólo tres apellidos: Kim, Lee y Park.
En Corea sólo existen 269 apellidos. Kim significa "oro". Según una leyenda, el primer miembro de la familia, el más importante, nació de un huevo de oro, en el año 65, en el bosque Kyongju.

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Diario "LaNación". Buenos Aires, 12 de agosto de 2004.

Diario "La Nación". Buenos Aires, 4 de agosto de 2001.

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Diario "La Capital". Buenos Aires, 17 de febrero de 2010.
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Diario "La Capital". Rosario, 27 de febrero de 2008.

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Diario "La Nación". Buenos Aires, 20 de agosto de 1998

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¿Un tour en Corea del Norte?

Vacaciones inusuales. El país considerado el más hermético del mundo recibe casi 4000 visitantes al año, aunque es obligatorio ir con guías establecidos por el gobierno
Poco se sabe en el mundo de la vida que se lleva en la misteriosa Corea del Norte. Las apariciones de este país en los medios suelen estar relacionadas con terribles noticias, como las amenazas de la dinastía Kim a sus enemigos, los ciberataques, las ejecuciones a los altos mandos, las torturas a desleales o las hambrunas que en las últimas décadas han matado a millones de personas. Pero hoy, los occidentales tienen cada vez más opciones para ver con sus propios ojos -sólo una parte- de la otra realidad norcoreana.
Un viaje al país más hermético del mundo o Viajando a través del túnel del tiempo son titulados algunos de los tours guiados que ofrecen las menos de 15 agencias en el mundo acreditadas para llevar visitantes hasta Corea del Norte, ya que está prohibido llegar ahí de manera independiente.
El país poco a poco ha flexibilizado los requisitos para el ingreso de turistas, llegando a captar entre 3000 y 4000 viajeros al año; una señal de que, lentamente, el régimen de Kim Jong-un estaría abriendo sus fronteras.
Hace dos semanas, un inusual aviso publicitario de la agencia de viajes Turismo Universal apareció en este diario, ofreciendo un recorrido por Corea del Norte y China, único país por el que se puede acceder a Pyongyang, que bloqueó sus puertas en 1953, luego del fin de la guerra con Corea del Sur.
"Entre Corea del Norte y China hay un contraste bastante grande, porque el primero es un país que está cerrado económicamente y tiene poco contacto con el mundo exterior, aunque poco a poco eso está cambiando, mientras que China es un país que dentro de su sistema comunista se ha abierto y ha progresado muchísimo", comenta Enrique Subercaseaux, el experto que acompañará el viaje en septiembre.
La visita, que incluye la capital norcoreana, las ciudades de Kaesong y Nampo, la frontera con el Sur y el Monte Myohyang (Montaña Fragante Misteriosa), probablemente es de los pocos recorridos que existen por el país. Es que son escasos los lugares que han sido aprobados por el régimen para convertirse en polos de turismo.
Los visitantes tienen incluso prohibido separarse del grupo y caminar solos por las calles, así como acercarse a conversar con los ciudadanos sin la compañía de uno de los guías (establecidos por el gobierno). Tampoco pueden doblar imágenes donde aparezca alguno de los tres líderes que ha tenido la dinastía Kim, sacar fotos a monumentos de los dirigentes cuyo encuadre impida que aparezca su cuerpo completo o sacar fotos a militares.
Son algunas de las restricciones que recuerda el periodista chileno Nicolás Barros, quien fue a Corea del Norte en una visita guiada -de otra agencia- hace dos años.

Un pueblo colorido

"Esperaba encontrar un pueblo oprimido, triste, oscuro, como lo pinta la prensa occidental. Y no fue eso lo que vi. Es un pueblo muy alegre, colorido. Obviamente están en una burbuja sin entender nada de lo que pasa en el mundo exterior, pero viven en la felicidad de su ignorancia", comenta Barros.
Recuerda que en una ocasión una joven de unos 16 años se les acercó a conversar en un parque -algo poco común, principalmente por la barrera idiomática- y les comentó que le interesaba mucho la cultura occidental. En su inglés precario, la niña les dijo que además le gustaba cantar. Sin embargo fue incapaz de reconocer los grupos musicales mundialmente famosos que los turistas le nombraron, como The Rolling Stones, The Beatles o Madonna. Entonces, ella les cantó la única canción occidental que conocía: My heart will go on, de la banda sonora de Titanic.
"En ese sentido, el aislamiento es muy fuerte", asegura Barros. Pero es ese hermetismo en Corea del Norte lo que probablemente llama la atención del creciente número de viajeros que llegan hasta el país. Subercaseaux agrega que "su atractivo está en que es totalmente distinto a lo que se puede visitar en las diferentes partes del mundo".
Mientras que Corea del Sur ha logrado posicionarse entre las primeras 15 potencias económicas y las iluminadas pantallas gigantes con publicidad sobre sus rascacielos son el reflejo de su economía capitalista, en Corea del Norte las luces son apagadas a las 12 de la noche, los ciudadanos compran sus bienes con cupones y, según comenta Barros, en las calles es imposible ver avisos comerciales.
Lo que parece difícil de responder es si hay mucha pobreza. "En Corea del Norte tomas un tour que es administrado por el gobierno. Ellos les dan licencias a agencias extranjeras para que capten a los turistas, pero cuando llegan a Pyongyang, éstas pierden el control sobre los turistas. Te quitan el pasaporte y quedas a cargo de guías norcoreanos", admite.
"Te presentan lo que ellos quieren, es un turismo de propaganda. Nunca puedes estar solo." Barros dice que "volvería feliz" a Corea del Norte y asegura que es bonito. Sin embargo prefiere esperar a que el país cambie, porque, de lo contrario, volver a hacer el viaje es ir a los mismos lugares. "Es muy interesante, pero que te lleven a un hospital de maternidad y te muestren una mamografía como parte de la propaganda es un poco incómodo", recuerda.
Su relato parece anular las experiencias de los turistas norteamericanos que en los últimos años han sido detenidos -acusados de proselitismo-, mientras que el régimen de Kim se esfuerza por bajar las restricciones. Los estadounidenses ya pueden entrar al país en cualquier época del año y los celulares ya no son requisados al ingresar. De todas formas, la falta de conectividad aún impide que el visitante logre comunicarse con el mundo exterior. Entonces tendrá claro que estará en el país más hermético del mundo.
Alicia Tagle Crichton
El Mercurio/ GDA.
















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