Anabella Busso
Las relaciones con Estados Unidos durante el gobierno de
Kirchner deben ser analizadas desde una perspectiva que supere la visión que se
ha construido en torno a ellas fruto del discurso presidencial, los análisis de
algunos medios de comunicación y las expectativas de la sociedad.
Durante el pico de la crisis de 2001 y 2002, y aún hoy, la
sociedad argentina comenzó a reclamar cambios sobre el conjunto de las
políticas públicas y, en ese marco, la política exterior y los vínculos con
Washington no constituyeron una excepción. Identificado como un espacio
privilegiado a partir de los 90 -a través del alineamiento de Menem y de
relaciones maduras pero muy cercanas del corto gobierno de De La Rúa- Estados Unidos se
constituyó en uno de los referentes externos que, para muchos, explicaba parte
de la crisis nacional. Su condición de superpotencia y de referente del
capitalismo y la globalización, su influencia en el FMI y el Banco Mundial y el
perfil de la administración Bush actuaron como sustento de cuantiosas
explicaciones que reclamaban un nuevo rumbo en el vínculo bilateral. Así, el
gobierno dejó trasuntar el nacimiento de una nueva etapa y nuestro imaginario
colectivo subrayó la idea que Kirchner había iniciado un cambio estructural en
los vínculos con Washington.[1]
Sin embargo, más allá de las apariencias, los hechos
demuestran que es posible realizar otras lecturas o, al menos, que es necesario
tener en cuenta otras perspectivas a los efectos de realizar un análisis más
completo e integrado. En este marco sostenemos a modo de hipótesis tres afirmaciones que trataremos de sustentar a lo
largo del trabajo. A saber:
- no existió una ruptura o cambio estructural en la política exterior hacia Estados Unidos, sino una estrategia de ajuste;
- la posición del gobierno republicano frente al sector financiero transnacional facilitó las negociaciones de nuestro país para la salida del default; y
- el inicio de la segunda administración Bush y la salida del default generan un escenario distinto al que se dio entre mayo de 2003 y enero-febrero de 2005. En dicho escenario no sólo aparecen datos que podrían enmarcar un cambio, sino que instalan la necesidad de que nuestro país diseñe y ejecute una política exterior post-default y una relación con Washington que ya no estará formateada por las negociaciones para refinanciar la deuda.
Para el tratamiento de estos supuestos recurrimos a una
serie de conceptos sobre política exterior, diferencia entre cambio y ajuste,
relación Estado y mercado, entre otros, que serán explicitados a lo largo del
trabajo. Desde una perspectiva empírica abordaremos el vínculo bilateral a
través del análisis de tres dimensiones básicas de la política exterior: la
político - diplomática, la económica y la estratégico- militar, todo ello sin
olvidar las lógicas referencias al contexto nacional e internacional vigente en
el período de análisis (25 de mayo de 2003 a octubre de 2005). La primera hipótesis
encontrará sustento empírico en el apartado político-diplomático y el
estratégico, mientras que la segunda se desarrolla al analizar la dimensión
económica. La última se trabajará en un espacio final donde analizaremos los cambios
surgidos con posterioridad a la salida del default en Argentina y la reelección
de Bush en Estados Unidos. De esta forma
esperamos relevar un conjunto de hechos que apoyen nuestras afirmaciones y, a
su vez, contribuyan al objetivo general que impulsa este libro que es el de
contribuir a un seguimiento detallado de distintos aspectos de nuestra política
exterior.
1- LA DIMENSIÓN DIPLOMÁTICA:
REFLEXIONES SOBRE ASPECTOS CONTEXTUALES PARA EL ANÁLISIS DEL VÍNCULO BILATERAL
Durante el período en estudio
los contextos a tener en cuenta son sustancialmente distintos en el caso
argentino que en el estadounidense, mientras nuestro país debatía cómo salir de
una de las crisis más profundas de su historia, en Washington la disputa se
concentraba entre quienes proponían una política exterior claramente
imperial y quienes pretendían rescatar y
mantener algunas de las tradiciones generadas
a lo largo de la dimensión externa de la historia política americana.
1-1 El contexto argentino
En mayo de 2003 Argentina
aún permanecía bajo una situación donde, entre otras cuestiones, se destacaban
los problemas de liderazgo político, gobernabilidad y crisis económico- social.[2]
A pesar que la administración y gestión de gobierno durante la transición a
cargo del Presidente Duhalde fue mejorando progresivamente, la sensación de
anomia no había desaparecido y tampoco se habían calmado los reclamos por una
atención adecuada del Estado y los políticos a los problemas de la población.
En este contexto y en vinculación con nuestro tema de
estudio podría afirmarse que la idea del gobierno fue plantear la política
exterior como un instrumento que contribuyera a la solución de los problemas
domésticos. Expresiones del Presidente tales como “pensar el mundo en
argentino”[3]
hacen explícito esta tendencia. Consecuentemente la definición de política
exterior que subsume esta realidad va más allá de la definición tradicional
-que entiende a la política exterior como “el área particular de la acción
política gubernamental que abarca tres dimensiones analíticamente separables:
político- diplomática, militar-estratégica y económica y que se proyecta al
ámbito externo frente a una amplia gama de actores e instituciones
gubernamentales y no gubernamentales, tanto en el plano bilateral como multilateral”[4]
y se proyecta sobre aquellos conceptos que profundizan su condición de política
pública y su necesaria conexión con las cuestiones domésticas. En este sentido,
como afirma Lafer, la política exterior debe estar guiada por la meta de
trabajar a nivel internacional para contribuir a la solución de los problemas,
necesidades e interese locales. Traducir necesidades internas en posibilidades
externas para ampliar el control de una sociedad sobre su destino, que es –a su
juicio- la tarea de la política exterior como política pública, implica la
evaluación de la especificidad de esos problemas, necesidades e intereses. Esta
evaluación se basa en la visión, más o menos explícita, de cómo realizar el
bien común de la colectividad nacional, lo cual no es una tarea simple.[5]
Para poder pensar sobre las necesidades e intereses de los
que nos habla Lafer, el gobierno argentino consideró que era necesario superar en forma definitiva los problemas de
liderazgo, gobernabilidad y crisis económico-social que caracterizaban la
coyuntura política del momento, enfocándolos particularmente y reinstalando
la “centralidad de la política” como
instrumento para la solución de las dificultades nacionales.
Los problemas de
liderazgo y gobernabilidad en su relación con las cuestiones externas
fueron enfrentados a través de una participación presidencial directa en el
diseño y ejecución de la política exterior y de la política económica
internacional; mientras que el sustento de ese nuevo liderazgo se buscó en el
apoyo de la opinión pública a través del cual también intentó consolidar su
poder político.[6] En
ese contexto la política externa hacia Estados Unidos en los primeros meses de
gobierno fue un resorte exclusivo del Presidente.
A esta fuerte participación presidencial se agregó un
estilo discursivo que se caracteriza por ser frontal y destacar las necesidades
de la población argentina a lo que se sumó una recuperación de componentes
identitarios que se habían debilitado a lo largo de los 90´. Así se vuelven a
mencionar conceptos como dignidad nacional e intereses nacionales, entre otros.
Estos contenidos fueron acompañados por un reparto de culpas entre los actores
domésticos (especialmente el gobierno de Menem) e internacionales tales como el
FMI, el sector financiero transnacional, empresas privatizadas e, inclusive,
algunos gobiernos de los países centrales a los que se les atribuyó
responsabilidades en la crisis económica y las dificultades para la
renegociación de la deuda.
En cuanto al estilo del discurso se ha señalado que, en
ocasiones, este ha sido sobreactuado aunque desde la perspectiva de los
contenidos esta sobreactuación es opuesta a la de los 90´ en tanto destaca la
autonomía, la posibilidad de decir que no, los errores de los organismos
multilaterales, etc.
Asimismo, se pudo
observar una predilección presidencial por las negociaciones diplomáticas que
recurren a la discusión directa -cara a cara-
la cual se aplicó como modalidad privilegiada para los vínculos con el
FMI, las empresas privatizadas y parte de las relaciones con Washington.[7]
Esta estrategia fue considerada necesaria para encarar la
situación de un país con serias dificultades domésticas e internacionales no
sólo porque contribuía a instalar en la agenda internacional los temas más
importantes, sino porque abarcaba “los temas de la gente”. Desde la perspectiva
de las necesidades políticas y sociológicas domésticas la situación ameritaba
sobreactuar en el discurso frente al FMI o frente Washington. Sin embargo debemos tener en claro que dicha
sobreactuación no deja de ser una herramienta coyuntural y un instrumento que
podría -nótese que usamos el potencial- limitar la colaboración de otros
funcionarios públicos, entorpecer la tarea inter-agencias propia de la gestión
de un Estado moderno e instalar la idea de que el Presidente tiene tendencia a
abrir frentes de conflictos innecesarios.
La crisis
socio-económica se ligó a las cuestiones internacionales y a las relaciones
con Washington a través de la renegociación de la deuda. Este apareció como un
tema central al cual se subsumieron otras dimensiones de la política exterior.
La estrategia del gobierno en este ámbito estuvo ligada
principalmente a una modificación del estilo negociador acoplando de esta
manera los instrumentos utilizados para incrementar el liderazgo y la
gobernabilidad a los utilizados para enfrentar las cuestiones económicas
internacionales. Así, esta nueva estrategia de negociación también tuvo una
fuerte presencia presidencial y un discurso frontal, pero contó con un soporte
técnico / político proveniente del Ministerio de Economía y la Cancillería[8]
y se basó en establecer objetivos de máxima que no serían modificados
sustancialmente después de haber sido anunciados públicamente. La diferencia
central con los 90´ se basó en subrayar que, a pesar de nuestras debilidades, la Argentina aún podía
decir que no en un proceso de negociación. Según el Ministro de Economía
Roberto Lavagna “sin crecimiento con inclusión social no hay capacidad de pago
durable en el tiempo” siendo este el supuesto en el que se basó la lógica de
negociación aplicada por la
Argentina.[9]
Los contenidos políticos de la negociación ponen en
evidencia cambios y ajustes. Siguiendo a Russell entendemos por cambio “el
abandono o reemplazo de uno o más de los criterios ordenadores de la política
exterior y las variaciones en los contenidos y-o formas de hacer política” y
por ajustes a las “variaciones producidas en la intensidad del esfuerzo (mayor
o menor) y a las adecuaciones de objetivos frente a una o varias cuestiones de
la agenda de política exterior. Los ajustes son de carácter cuantitativo
mientras que los cambios son de naturaleza cualitativa”.[10]
Finalmente, y a los efectos de complementar las opciones conceptuales, creemos
que las continuidades están representadas por la permanencia de determinados
criterios básicos para diseñar y ejecutar la política exterior.
En forma consecuente con estos conceptos, los cambios se
evidencian en la política destinada a instalar a nivel internacional que el
pago de la deuda no podía sofocar el proceso de reactivación económica y generación de empleo[11]
así como en la búsqueda del apoyo latinoamericano a esta propuesta; mientras
los ajustes se hacen presentes en la permanencia
-aunque con alteraciones en la regularidad- de los vínculos con Washington y en
la decisión de no declarar el default a los organismos multilaterales de
crédito.
Todas estas características fueron presentadas como una
alternativa destinada a cubrir un trayecto que unía dos situaciones dispares:
en los ´90 nuestro país había sido señalado como un buen alumno en la
instauración del modelo neoliberal recomendado por los organismos
internacionales y ahora pasaba a ser un país que presentaba un modelo de
negociación alternativo basado en pautas considerablemente opuestas.
La suma de datos provenientes del discurso y las acciones
consolidan la idea de que la política exterior en general, y las relaciones con
Estados Unidos en particular, estuvieron formateadas por las negociaciones para
la salida del default.
Este contexto fue acompañado por algunas decisiones
políticas que intentaron mostrar una mayor autonomía -especialmente frente a
Washington-. Dichas decisiones fueron, en su mayoría, tomadas durante el
gobierno de Duhalde pero fueron continuadas y enfatizadas bajo la gestión de
Kirchner. Entre ellas se destacan: el fortalecimiento de las relaciones con el
gobierno de Hugo Chávez, el apoyo a Cuba a través de la abstención en la Comisión de DDHH de las Naciones Unidas, la negativa al apoyo
para la guerra en Irak y la interrupción
de los ejercicios conjuntos con las Fuerzas Armadas estadounidenses debido al
pedido de inmunidad solicitado por Washington, el cual se contraponía a
nuestros compromisos con la
Corte Penal Internacional.[12]
Este conjunto de políticas fue acompañado por otras que
intentaban equilibrar la balanza y que, en cierta forma, sustentan nuestra idea
de que siempre se intentó ajustar más que cambiar el vínculo con Estados
Unidos. Entre ellas se destacan las actividades específicas realizadas por la Embajada Argentina
en Washington destinadas a cambiar la imagen que se tenía de nuestro país como
consecuencia de la crisis y del abandono de la política de alineamiento, a
saber: mostrar en Estados Unidos la política de DDHH como parte de la columna
vertebral de la gestión a través de la cual se intentaba, desde una perspectiva
internacional, incrementar el prestigio presidencial; las acciones frente a los
think thanks y grupos empresarios lideradas por el Embajador Bordón y el rol
otorgado en este campo a la
Primera Dama, quien en numerosas ocasiones, visitó Estados
Unidos para disertar frente a auditorios predominantemente de perfil demócrata.
1-2 El contexto político en
Estados Unidos
Para analizar adecuadamente el contexto político generado
por la administración Bush y su
influencia sobre América Latina en general y las relaciones bilaterales con
Argentina en particular debemos realizar, al menos, tres subdivisiones
temporales. La primera abarca el período que va desde enero de 2001 al 11 de
septiembre del mismo año, la segunda se inicia en esta fecha y se prolonga
hasta el final del primer mandato y, la tercera, comienza con la reelección del
Presidente Bush y se prolonga hasta nuestros días.[13]
La
llegada a la Casa Blanca
de George W. Bush en enero de 2001 involucra
un desplazamiento de los ejes de política exterior estadounidenses establecidos
por la administración Clinton y la consolidación de una fuerte disputa sobre
cómo diseñar y ejecutar la política exterior. Si bien en un inicio la
administración se mostró homogénea en cuanto a su predilección por ciertos
instrumentos realistas tales como la acumulación de poder militar, dicha
homogeneidad no fue tal. Así numerosos autores hicieron referencia a la
tradicional disputa entre “halcones y palomas” y otros comenzaron a realizar
descripciones sobre la creciente
influencia del grupo de los “vulcanos”[14].
Desde una perspectiva más compleja Nye afirma
que durante la primera administración, el
gobierno estaba profundamente dividido
entre quienes querían eludir las restricciones del marco institucional
posterior a 1945, que Estados Unidos contribuyó a construir, y quienes creían
que los objetivos estadounidenses se alcanzarían mejor dentro de ese mismo
marco. Los "wilsonianos de derecha" neoconservadores y los "unilateralistas
jacksonianos" -adoptando los términos acuñados por Walter Russell Mead-[15]
se enfrentaron a los realistas tradicionales, más cautos y multilateralistas.
En este marco el entonces Secretario de Estado, Colin Powell, sería el más
jeffersoniano, y el vicepresidente, Cheney, y el jefe del Pentágono, Rumsfeld,
los jacksonianos. Desde nuestra perspectiva a este último grupo podríamos sumar
a la entonces Consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y al Sub-
Secretario de Defensa Paul Wolfowitz.
El enfrentamiento al interior del gobierno pudo apreciarse desde
un inicio, pero ocupó un primer plano después de los atentados terroristas
adquiriendo perfiles notorios mientras se discutía el documento sobre la estrategia de seguridad
nacional y en la etapa previa a la guerra contra
Irak. En ese marco, Dick Cheney y Donald Rumsfeld menospreciaron a la ONU como un "falso
alivio"; los republicanos realistas tradicionales como Brent Scowcroft y
James Baker instaron a adoptar un enfoque multilateral, y el discurso que el
presidente Bush pronunció el 12 de septiembre de 2002 ante la ONU representó una victoria
temporal para la coalición del secretario de Estado Colin Powell y el primer
ministro británico Tony Blair. Sin embargo, la incapacidad de obtener una segunda
resolución del Consejo de Seguridad y el éxito de la guerra, aseguraron el
predominio de los jacksonianos y de los neowilsonianos.[16]
Otros
autores[17]
hablan de la existencia de un “nuevo unilateralismo” y señalan que sus
protagonistas se niegan a que Estados Unidos desempeñe el papel de un
"dócil ciudadano internacional" y, por lo tanto, sostienen que debe
perseguir sin tapujos sus propios intereses. Para ellos Washington enfrenta hoy
nuevas amenazas que son de una naturaleza tan espantosa, que debe liberarse de
las ataduras de las estructuras multilaterales que ayudó a construir tras la Segunda Guerra
Mundial.[18]
Ikenberry
afirma que desde el punto de vista de la doctrina estratégica, la propuesta de
la administración Bush implica el abandono de los principios de contención,
distensión y mantenimiento del equilibrio de poder así como del
internacionalismo basado en la construcción de instituciones y alianzas
multilaterales utilizado -con diferente énfasis- por sucesivos gobiernos
estadounidenses desde la segunda post Guerra.[19]
Consecuentemente, una reinterpretación
de este autor nos permitiría decir que la resultante en términos de política
exterior y de defensa no es una de las alternativas tradicionales de idealismo
o realismo, ni ninguna de sus combinaciones, sino algo distinto.
Si bien la evaluación sobre si las nuevas tendencias tienen
parangón histórico es importante, en este trabajo nos interesa destacar que
todas estas diferenciaciones deben ser tenidas en cuenta al momento de analizar
la dirección que Washington le impuso a la conducción de los asuntos externos a
partir de enero de 2001. En primer lugar debemos destacar que a pesar de las
mencionadas disputas gran parte de los funcionarios arrastraban convicciones y
prácticas políticas comunes adquiridas durante la administración Reagan. En ese
marco el primer dato, como afirma Roca, es que: “la opinión pública había
votado a un presidente que fuese un Clinton
minus -le gustaba lo que hacía Clinton, menos algunas cosas-; pero después
de una victoria ajustada en una elección muy cuestionada, le apareció una
administración Reagan plus. Porque
los miembros esenciales del gabinete de Bush hijo, si bien trabajaron con Bush
padre en la Guerra
del Golfo, todos fueron hombres de Reagan,
del evil empire”.[20]
El segundo dato es que la línea dura -halcones, vulcanos o
la articulación de wilsonianos neoconservadores con unilateralistas
jacksonianos, o como queramos llamarla- robustecida a partir de los atentados
terroristas siempre fue más poderosa. Consecuentemente, sus ideas
también marcaron lo que en este trabajo hemos recortado como la primera
etapa de la gestión de George W. Bush: enero- septiembre de 2001.
Las fortalezas de este grupo se pusieron en evidencia
cuando buena parte de la política exterior se organizó sobre la base de
consideraciones que Condoleezza Rice ya había adelantado en un artículo
aparecido en Foreign Affairs durante la campaña electoral de 2000, donde
planteaba su desacuerdo con la forma de entender y manejar la política exterior
americana por parte de la administración Clinton, debido a su incapacidad para
identificar el interés nacional. Destacaba que el ex - presidente no estableció
prioridades y que optó por abordar cada tema en sus propios términos (crisis
por crisis, día por día). Desde la perspectiva de Rice el no establecimiento de
prioridad significaba admitir que la política exterior americana no puede abarcar todos los temas para toda la
gente o, más aún, a todos los grupos de interés. Pero, a su entender, el
abordaje de la administración Clinton tuvo una ventaja: si las prioridades no
están claras ellas no pueden ser criticadas, sin embargo se paga un gran precio
por esta modalidad. En una democracia pluralista como la americana, la ausencia
de un “interés nacional” articulado o produce un campo fértil para quienes
desean retirarse del mundo -aislacionistas- o crea grandes vacíos para ser
llenados por grupos parroquiales y presiones transitorias.[21]
Desde su perspectiva, si bien reconoce que Estados Unidos
ha encontrado dificultades para establecer su interés nacional en ausencia del
poder soviético destaca la importancia de
los períodos de transición en tanto estos ofrecen oportunidades estratégicas
como la de poder afectar la forma del mundo que vendrá. En su análisis
subraya dos factores centrales entre las características de la post-guerra
fría: el colapso de la URSS
y la revolución tecnológica con el consiguiente desarrollo de las industrias
basadas en el conocimiento. Entiende que Estados Unidos es el prototipo de este
modelo y como consecuencia de ello ha incrementado su poder económico y su
influencia diplomática. Por ello el proceso de diseñar la nueva política
exterior de la administración Bush debía
partir del reconocimiento de esta remarcable situación de poder y favorecer
las tendencias seculares que están moviendo el mundo hacia economías abiertas y
en menor medida hacia la democracia y la libertad, pero a través de una política exterior disciplinada y
consistente que separe lo importante de lo trivial.[22]
Partiendo de esta base se estructura un conjunto de ideas
rectoras que están estrechamente vinculadas entre sí, que responden a la visión
de un país hegemónico e incluyen supuestos ligados al “excepcionalismo
americano”. Consistentemente con lo anterior, entre enero y septiembre de 2001,
la política exterior de Washington privilegió ideas tales como:
·
guiar los asuntos externos por el interés nacional más que por el ideal
nacional;
·
trabajar en función de una agenda
prioritaria;
·
disminuir las intervenciones por ayuda humanitaria;
·
revertir la causalidad en la
relación intervención – defensa de la democracia. Se parte de la idea que
Estados Unidos debe actuar internacionalmente buscando relaciones de libre comercio y mostrando una
postura de fuerza por su capacidad disuasiva. Estas acciones generarían más
libertad y democracia. Dicho de otra forma, la libertad y la democracia son un
corolario de la defensa de los intereses nacionales americanos y no la causa de una intervención;
·
establecer una jerarquía entre los
estados entendiendo que las relaciones más relevantes son las que se dan con
los actores más poderosos;
·
no desconocer que la política
exterior está influenciada por actores domésticos e internacionales, pero
otorgar a los funcionarios encargados de la conducción de la política exterior
un rol decisivo. En este sentido, se pretende una mayor presencia del Estado y
sus funcionarios en la identificación del interés nacional y en la conducción
de las políticas para su defensa y una menor dependencia de los actores
privados no gubernamentales, principalmente del sector financiero
transnacional;
·
abandonar las políticas de
salvatajes económicos tanto unilaterales como multilaterales vía los organismos
internacionales de crédito.
Sin embargo, para entender desde una perspectiva integral
el diseño de la política exterior durante los primeros meses de la
administración Bush no alcanza con esta descripción y, menos aún, si
pretendemos analizar la influencia sobre Argentina. Es necesario incluir
también elementos ligados a la dimensión económica de los asuntos externos. En
este marco aparece un eje de debate vinculado
con nuestra segunda hipótesis que
refiere a la forma sobre cómo, según el
gobierno de Bush, deben manejarse las disputas por el poder mundial entre los
actores estatales –en este caso particular EE.UU.- y los actores no
gubernamentales transnacionalizados dentro de un mundo globalizado, que
abordaremos más adelante.
En cuanto al lugar que ocupó nuestra región en esta primera etapa
podríamos afirmar que George W. Bush articuló la política hacia América Latina con su estrategia de campaña
electoral para conseguir el voto hispano. En este contexto se enfatizaron tres
cuestiones como muy significativas. En primer lugar aparecían las relaciones
con México, al punto tal que algunos académicos señalaban el peligro de que
toda la vinculación con la región quedase sometida a la lógica de las
relaciones americano – mexicanas. En segundo lugar, la creación de un área de
libre comercio continental y la consiguiente búsqueda de aprobación por parte
del Congreso de la “Trade Promotion
Authority” (también conocida como legislación rápida o fast–track) y por último la continuidad del aislamiento cubano.
A estas ideas centrales se sumaban otras tales como: la necesidad de
que las negociaciones del área de libre comercio incluyeran tratativas para
garantizar el autoabastecimiento energético para el hemisferio; un seguimiento
de la política de Chávez en Venezuela tomando como criterio si este gobierno se
encuadraba dentro de las pautas democráticas y mantenía relaciones tranquilas
con sus vecinos; la reevaluación de la política hacia Haití; la continuidad del
Plan Colombia y, de ser necesario, la ampliación de la asistencia económica
sumada a la búsqueda de apoyo de otros países de la región para que Colombia
enfrente a las fuerzas guerrilleras, las narco – mafias y los grupos
para–militares y, finalmente, la reforma de los organismos de seguridad del
sistema interamericano.[23]
Por otra parte, a lo largo del año 2001 algunos especialistas cercanos al
partido Republicano subrayaron las primeras evidencias sobre una ausencia de
política hacia la región y propusieron elaborar políticas que reconociesen el
peso de Brasil en la región, la necesidad de otorgar asistencia financiera a la Argentina en función de
lo que había sido su rol en los años 90` sobre todo en lo vinculado con la
seguridad continental y mundial y, por último, la conveniencia de darle a Chile
un acuerdo de libre comercio como reconocimiento a su liderazgo en el camino de
la región hacia la apertura económica. Si bien estas recomendaciones fueron
tomadas en forma parcial y selectiva todas ellas fueron constreñidas
posteriormente como resultado de los atentados y la jerarquía otorgada a la
“Guerra contra el Terrorismo”
La segunda etapa a la que
hicimos referencia se inicia el 11 de septiembre de 2001 y constituye un punto
de inflexión en la política interna y externa de Estados Unidos. La
consolidación de la línea dura se apoyó en la envergadura y las
particularidades de los ataques destacando que los mismos fueron masivos,
estuvieron dirigido a la población civil, fueron concretado sobre territorio
continental de los EE.UU., se llevaron adelante con instrumentos
norteamericanos -sus principales empresas de aviación- y fueron ejecutados por
personas que vivían dentro de la sociedad americana. Tales características,
inexistentes a lo largo de la historia hegemónica de EE.UU., habilitaron la
interpretación de los ataques como un “acto de guerra” que debía ser
contrarrestado con una modalidad de nuevo cuño llamada “Guerra contra el
terrorismo”, capaz de generar múltiples cambios.
Por razones de espacio no podemos detenernos en un estudio
puntual de dichos cambios, pero creemos conveniente subrayar los siguientes: la
posibilidad de incrementar la legitimidad de la administración; el deterioro de
las libertades individuales; el fortalecimiento del nacionalismo basado en los
supuestos de excepcionalismo; el incremento de los componentes religiosos a
nivel del discurso, la gestión administrativa y el proceso de decisión
política; la recuperación del consenso bipartidista sobre política exterior; la
elaboración de una nueva estrategia de seguridad nacional basada en “la acción
preventiva”; el regreso de un modelo de toma de decisiones centralizado; las
nuevas prerrogativas para las actividades de inteligencia; la guerra contra
Afganistán y la forzada inclusión de la guerra contra Irak como un paso de la
lucha contra el terrorismo.[24]
Un análisis de la
influencia de los atentados terroristas sobre América Latina implica partir
del reconocimiento de la debilidad de los estados latinoamericanos como garantes de la
seguridad interna. En ese marco el problema colombiano fue caracterizado por
los Estados Unidos como una amenaza donde se articulan narcotráfico y
terrorismo y, en consecuencia, se redefinieron los objetivos del Plan Colombia
para lograr que los fondos asignados sean utilizados también en la lucha contra
la guerrilla. Esta lógica también abarcó a la Iniciativa Andina
que suministra recursos a varios países ligados a la subregión andina. Sin
embargo, la distribución de esos recursos generó algunas diferencias políticas
ya que de los 770 millones de dólares que Estados Unidos otorgaban al conjunto
de los países andinos para la lucha contra el narcotráfico el 70 % estaban
destinado a Colombia mientras que otros Estados como Bolivia, Ecuador y Perú se
quejan que esa ayuda tan masiva está generando el traslado, tanto de
narcotraficantes como de guerrilleros hacia sus países sin que ellos cuenten
con los recursos necesarios para enfrentar el problema.
Por otra parte desde
una perspectiva que incluye a América del Sur en su conjunto se evidencia una
profundización de la subdivisión de la región en tanto la zona andina es vista
desde Washington como una amenaza real, existente y muy peligrosa -con una
clara presencia de narcotráfico y guerrilla; mientras que el Cono Sur es
clasificado como una zona de amenaza potencial, donde situaciones como la Triple Frontera,
la debilidad estructural del Estado Paraguayo y el deterioro de las capacidades
de control de las fuerzas de seguridad de la región por situaciones
presupuestarias aparecen como preocupantes.
Además, la región se
enfrenta al efecto dominó del reclamo por más Estado proveniente de Washington
y, como consecuencia de ello, a la necesidad de atender dos tipos de agendas
diferentes: una agenda de seguridad vinculada al modelo de Estado apto para
luchar contra el terrorismo; y una agenda de cambio político, social y
económico reclamada por sus sociedades nacionales. Todo ello en el marco de una
profunda crisis de debilidad de los estados nacionales. La sombra de dudas
aparece, entonces, ligada a la posibilidad real de América Latina de atender
esa doble agenda y a la disyuntiva de tener que elegir una de ellas en caso de
no poder hacerlo. En este marco la capacidad de los gobiernos regionales para
generar políticas que atiendan las necesidades internas y, a la vez, incluyan
los reclamos de Washington en torno a la seguridad[25]
será decisiva.
La guerra contra el
terrorismo en general y la negativa de los países más importantes de la región
para apoyar el ataque armado a Irak instalaron un futuro incierto para los
vínculos regionales. En los escenarios de corto plazo la tendencia de
marginación e indiferencia de la administración Bush hacia la región existente
desde el 11 de septiembre se acentuó, siendo México el ejemplo más
significativo en tanto pasó de ser el Estado mencionado en la campaña electoral
como uno de los grandes aliados de Estados Unidos en América Latina a un
escenario donde no recibió respuesta de Washington para los temas más
acuciantes de su agenda bilateral, en especial las cuestiones migratorias y los
temas conflictivos derivados del tratado de libre comercio. En este marco la
posición de Argentina fue coincidente con la de los países más importantes de
nuestra región, acompañando las posiciones de Brasil, Chile y México nuestro
país mantuvo su compromiso en la lucha contra el terrorismo internacional, la
necesidad de acordar dicha lucha en el marco de la ONU y la negativa a participar
en el conflicto armado contra Irak. Esta postura se mantuvo tanto en el
gobierno de Duhalde como en el de Kirchner.
Otros de los efectos
más significativos de la política de fuerza de Washington en Irak fue el
incremento del sentimiento antiamericano a nivel de la
sociedad civil en distintos países de la
región a partir de la guerra. Desde una respectiva general las encuestas
muestran que el 80% de los latinoamericanos se manifestaron en contra de la
guerra y el sentimiento antiamericano es sólo comparable al existente en los
70.[26]
Sin embargo, esas cifras varían entre los países de la región, siendo la
sociedad argentina una de las que muestra mayor nivel de oposición, al menos a
nivel del discurso, hacia los Estados Unidos.
Según las encuestas de Latinobarómetro en nuestro país se
observa que las percepciones de la sociedad argentina sobre la potencia mundial
se han deteriorado notablemente dando como resultado una muy baja aceptación de
las políticas norteamericanas. Algunas
de las preguntas realizadas en el estudio[27]
son sumamente gráficas. Ante la pregunta sobre cuál es el país que considera
como el mejor amigo de su propio país, en Argentina sólo el 3% de los
encuestados mencionó a Estados Unidos, mientras que en países como El Salvador
y República Dominicana el 60% mencionó a este país. Con porcentajes menos
elevados que en Centroamérica y el Caribe, Chile y Brasil llegan a triplicar el
porcentaje argentino. Con relación a la pregunta sobre como se evalúan las relaciones
entre EEUU y su país, nuevamente Argentina se sitúa, junto a Venezuela y
Bolivia, entre quienes hacen las evaluaciones más negativas. Mientras que en
1997, un 76% de los encuestados argentinos consideraban que las relaciones
bilaterales entre EEUU y Argentina eran buenas o muy buenas, en 2004 ese
porcentaje disminuyó un 31%. En ese año sólo el 30% de los encuestados
argentinos contestaron tener una opinión buena de los Estados Unidos, mientras
que antes de estallar la crisis de 2001 estos porcentajes eran bastante más
altos –en el 2000 del 53% y en su pico máximo, en 1997, del 58%.
A partir del 2002 comienza a decrecer la imagen y en 2003
llega a su punto más bajo. Esto puede relacionarse con la influencia que las
políticas unilaterales adoptadas por parte de Washington luego de los atentados
del 11/09 tuvieron sobre la opinión pública en tanto sólo el 6% de los
encuestados argentinos manifestó estar de acuerdo con la manera en que el gobierno de los Estados Unidos está
manejando el conflicto en el mundo y el 3% con las acciones norteamericanas en
Irak. En ambas preguntas Argentina se posiciona última en relación con los
otros países de América Latina.
Finalmente, uno de los temas que se reinstaló en nuestra
región es el debate sobre el rol de las fuerzas armadas y las fuerzas de
seguridad en la lucha contra las nuevas amenazas, principalmente terrorismo,
narcotráfico y mafias transnacionalizadas. Desde Washington se fomenta una
mayor participación de las Fuerzas Armadas en cuestiones internas y la respuesta
regional a tal reclamo es dispar dependiendo de las características geográficas
y geopolíticas de cada país, a lo que se sumará el dato histórico sobre cómo se
manejaron las Fuerzas Armadas en la década de los 70`, cuando varios países
bajo la forma de gobiernos burocrático – autoritarios o autoritarismo de otras características, afrontaron como tema
central de su política hipótesis de conflicto interno con las consecuentes
derivaciones sobre la violación de derechos humanos.
En el ámbito de los vínculos comerciales las negociaciones
para la constitución del Área de Libre Comercio de las Américas -ALCA-, cuya
puesta en marcha estaba planificada para el 2005, se enfrentó a dificultades de
distinta índole proveniente tanto de la desaceleración del interés de Estados
Unidos como de los desacuerdos de Brasil y Argentina y la oposición de
Venezuela.
1-3 América Latina como escenario de tensiones en
la relación Kirchner – Bush
Dentro de la situación de desinterés bastante generalizada
que la administración Bush ha demostrado sobre Latinoamérica a partir de
septiembre de 2001, existen algunas situaciones conflictivas que concentran la
atención entre quienes atienden los asuntos continentales. Todas ellas tienen
un denominador en común: los crecientes
escenarios de ingobernabilidad interna. Así, Bolivia, Colombia y Ecuador se
ubican en esta línea de análisis a la que se suma el caso venezolano, no sólo
como un escenario con fuertes divisiones internas, sino también como un caso
donde la personalidad y los objetivos políticos del líder local generan una
especial resistencia en Washington. Este circuito de estados que transcurren
por situaciones especialmente complejas no estaría completo si no incluimos el
histórico conflicto entre Cuba y Estados Unidos.
La importancia para este trabajo de la situación
subregional radica en que esta ha tenido influencia en las relaciones
bilaterales entre Argentina y Estados Unidos en tanto ha involucrado posiciones
ideológicas opuestas entre ambos gobiernos mostrando posibles giros en nuestra
política exterior que finalmente no fueron tales y, por lo tanto, la convierten
en una fuente de sustento para nuestra hipótesis sobre el predominio de los
ajustes sobre los cambios. Finalmente,
este punto también será útil para argumentar a favor de que en la etapa
post-default nuestro país necesitará diseñar una política exterior que incluya
una nueva agenda político-económico y una relación con Washington que ya no
estará formateada por las negociaciones para refinanciar la deuda.
El presidente Kirchner inició su gestión mostrando un
acercamiento ideológico con Castro y Chávez,
mientras que en el caso boliviano manifestó sus preferencias por el
líder de la oposición Evo Morales. Por
otra parte, la distancia entre las concepciones políticas de Uribe y el
presidente argentino, así como las diferencias para encarar cuestiones de
seguridad ligadas a las nuevas amenazas y la modalidad de los vínculos con
Washington pusieron en evidencia que, si
bien no se plantearía un escenario de conflicto con Colombia, tampoco se daría
un acercamiento profundo. El caso cubano es quizás el que más repercusión tuvo
en los primeros meses de gestión; el acercamiento entre La Habana y Buenos Aires, las visitas de Castro a
nuestro país, las del Canciller Bielsa a Cuba, la negativa del gobierno
argentino a una relación con los disidentes cubanos, la posición de Argentina
en la Comisión
de DD.HH. de la ONU
son algunos de los temas que generaron tensiones con Washington.
En este marco la
inquietud de Washington parece haber estado ligada tanto al perfil que
iba tomando la postura argentina como a sus dudas sobre las futuras acciones
del presidente Kirchner. En última instancia, lo que más inquietaba en la
capital estadounidense era si Argentina giraría, tal como lo mostraba el
discurso interno, hacia la izquierda o si mantendría en una posición de centro.
La situación de Colombia se caracteriza por su
complejidad y por su capacidad para convertirse en temas “parte aguas” no sólo
en las relaciones de la región con Washington, sino también al interior de la
misma. La demanda del Presidente Uribe de regionalizar la solución del
conflicto generado por el narcotráfico y por la guerrilla -posición compartida
por el gobierno americano- involucrando
a otros países de la zona se constituyó en uno de los temas a resolver por
parte de las Cancillerías latinoamericanas en el corto plazo. En este marco,
los países del Cono Sur con capacidades relativas de influencia regional como
Argentina, Brasil, Chile comenzaron a recibir crecientes demandas desde
Washington. Sin embargo, hasta el
momento las respuestas han sido negativas fundamentalmente porque no se desea
participar del esquema de militarización
del conflicto por el que optó Colombia. Si bien resulta entendible la
perspectiva de Bogotá debido a la violencia que desencadenan actores como las
FARC, los grupos para-militares y los narcotraficantes, los países que han
sufrido altos niveles de violación a los DD.HH. debido a la existencia de
hipótesis de conflicto internas durante gobiernos militares no desean abrir
ninguna nueva participación de las Fuerzas Armadas en luchas de este tipo. Por
otra parte, preocupa la ramificación hacia el sur de los problemas colombianos,
la cual se va acentuando en forma paralela a la creciente militarización de la
lucha al interior de ese país.
En cuanto a la cuestión cubana resulta necesario destacar que, tal como lo
mencionáramos en apartados anteriores, la administración Bush desde la campaña
electoral tuvo la idea de endurecer la política hacia la isla. Esta propuesta
que sólo accedió a una instancia de flexibilización mínima en 2001[28],
se robusteció en 2002 como contrapartida a la visita del ex Presidente Carter a
La Habana y se
endureció aún más cuando Washington
anunció que analizaba nuevas sanciones[29]
para el gobierno de la isla, después que este aplicara la pena de muerte a tres
personas que se apoderaron de barcos de pasajeros y
condenara hasta con 27 años de prisión a un grupo de 75 disidentes sin un
juicio adecuado. Aquí se conjugan dos factores significativos: por una parte
Estados Unidos considera que Cuba es el único caso de desobediencia que aparece
en la geografía de América Central y el Caribe, la cual es evaluada como una
extensión natural de su propia frontera y, por tanto, como un espacio que
debería regirse con los mismos criterios aplicados para defender su seguridad
nacional. Por otro lado, frente a la continuidad de una política de aislamiento
por parte de Estados Unidos y al perfil más agresivo de la administración Bush,
Castro decide reinstalarse como un caso importante de la agenda regional
endureciendo la política hacia los disidentes, lo cual no sólo le generó
inconvenientes con Washington, sino también con algunos gobiernos y aliados
europeos. Esta situación ocasionó que la administración Bush insistiera sobre
el tema en las relaciones bilaterales con los distintos países de la región,
cuestión que fue muy evidente en el caso argentino debido a la posición inicial
del gobierno de Kirchner.[30]
Desde el comienzo de la presidencia de Kirchner se intentó fortalecer
la relación bilateral con Cuba a través de diversas acciones que mostraban un
fuerte acercamiento, lo que generó la atención del gobierno de Bush. El primer
hecho a señalar fue la visita de Fidel Castro a la Argentina en ocasión de
la asunción del Presidente Kirchner y la concreción de una reunión entre ambos.
Las repercusiones de la visita de Castro tanto en los medios de comunicación
como sobre la sociedad argentina dan cuenta de que, si bien ese vínculo no es estratégico,
adquiere un significado especial, con cierta nostalgia ideológica para parte de
la sociedad argentina y para parte del gobierno.
El acercamiento tuvo su continuación con la visita del canciller Rafael
Bielsa a la isla, durante octubre de 2003, cuando acompañó al nuevo embajador,
después de que nuestra delegación en La Habana estuviera un período considerable sin
titular. En esa ocasión Bielsa se reunió con Fidel Castro, pero no visitó a los
disidentes, argumentando que hubiera sido un acto de intromisión en los asuntos
internos.[31] Ante
esto último, Roger Noriega expresó su desilusión por la decisión del canciller
de no reunirse con la oposición. Quizás esta desilusión estuvo vinculada a que
si bien Noriega había descartado un endurecimiento de sanciones argentinas por
el tema de DD.HH contra Cuba, proponía una política de acercamiento a los
disidentes, considerados agentes de cambio.[32]
Posteriormente, el funcionario norteamericano también criticó la posible
aceptación por parte de la
Argentina de la propuesta cubana[33]
de una quita del 75% sobre la deuda que
mantiene con nuestro país desde 1974.[34]
Otro entredicho tuvo lugar cuando faltaba menos de una semana para que
se produjera el encuentro entre Bush y Kirchner en la Cumbre Extraordinaria
de las Américas en Monterrey. Noriega enfatizó sus críticas sobre el vínculo de
Argentina con Cuba en enero de 2004 expresando estar preocupado y decepcionado
por la relación de Argentina con Cuba. Sobre estas nuevas declaraciones el
gobierno argentino no realizó un comunicado oficial, pero sí hubo una respuesta
diplomática por parte del canciller Bielsa quien le manifestó al embajador
Gutiérrez que lamentaba las declaraciones parciales y sesgadas de Noriega[35]
y, además, se mostró sorprendido con las mismas porque coincidieron con la
visita de numerosos legisladores estadounidenses a la Argentina.[36]
En este marco Condoleeza Rice, la entonces Consejera de Seguridad
estadounidense, bajándole el tono al entredicho afirmó que “cualquier relación
tiene diferencias de políticas. Sin embargo, ello no debería ser un obstáculo
para reconocer que Argentina es importante y ha salido de un pasado oscuro y
ahora es una democracia. Es un recorrido que debemos reconocer".
Más allá del entredicho diplomático el tema de Cuba no fue incluido en
la agenda del encuentro presidencial en Monterrey, donde sí estuvieron
presentes la situación de Bolivia -luego de la crisis institucional que derivó
en la caída de Sánchez de Lozada y en la cual Argentina y Brasil intervinieron
directamente-, así como la necesidad de reanudar los ejercicios militares
conjuntos.[37]
Finalizada la Cumbre
de las Américas Noriega intentó bajarle el tono al incidente por sus
declaraciones, aclarando que no había sido hecha una trascripción textual
completa de todo lo que había dicho, por lo cual sus declaraciones habían
trascendido fuera de contexto. Asimismo afirmó que su intención no fue crear un
conflicto y que no hubo ningún espíritu de confrontación.[38]
Después del encuentro con Bush en Monterrey Kirchner aclaró que no tenía
pensado viajar a Cuba en febrero, como se había especulado posteriormente a la
visita de Bielsa a la isla. Algunos interpretaron la decisión del presidente
como un gesto político de flexibilidad luego de las críticas de Noriega a la
política de argentina hacia Cuba. Si bien esa evaluación fue rechazada por
funcionarios del gobierno nacional, quienes también ratificaron la posición del
gobierno argentino de abstenerse de condenar a Cuba en la votación de abril de la Comisión de Derechos
Humanos de la ONU
como lo hizo en el 2003, es cierto que el perfil cubano de la política exterior
argentina se atenuó. Además, la ratificación de la abstención no significaba un
nuevo costo político en el vínculo bilateral con Estados Unidos ya que este
había sido afrontado por el gobierno de Duhalde que fue el que tomó la decisión
de cambiar el voto de condena por el de abstención. Finalmente, los hechos
acaecidos en torno al
caso de la médica cubana que por una cuestión de reunificación familiar
pretendía viajar a la Argentina
terminó propiciando un doble conflicto: al interior de la Cancillería entre el
canciller Bielsa y su segundo Jorge Taiana y con el gobierno cubano, que
evaluaría la continuidad de esta gestión como una intromisión en sus asuntos
internos.
Los
casos de Bolivia y Ecuador también
son cuestiones regionales con impacto en las relaciones bilaterales de
Argentina con Estados Unidos y pueden, en caso de no manejarse adecuadamente,
convertirse en problemas colaterales para la relación de nuestro país con Brasil.
Las crisis regionales definidas como crisis de gobernabilidad son una de las
preocupaciones de Estados Unidos en América Latina en tanto pueden generar
escenarios de inestabilidad, potenciando finalmente a actores políticos y
sociales claramente opuestos a los intereses y valores defendidos desde
Washington. En este marco, aparecen los deseos del gobierno americano para que
los Estados más importantes de la zona -entre ellos Argentina y Brasil- participen de los procesos de contención y
estabilidad. Esta intención se
fundamenta principalmente en que sus fuerzas armadas, incluyendo tanto a sus
integrantes militares como civiles, se encuentran sobre-extendidas y sólo van a
atender los focos más problemáticos o aquellos, como el caso de Irak, donde
Estados Unidos forzó su participación y ahora no sabe como maneja la evolución
del conflicto.
Los
disturbios crecientes en Ecuador cuya
crisis doméstica se agudizó sobre finales de 2004, cuando las manifestaciones
de la población contrarias al régimen de Lucio Gutiérrez profundizaron aún más
la inestabilidad por la que transcurre este país desde hace más de una década,
desembocó en una nueva sucesión presidencial. Los manifestantes de diciembre de
2004 reclamaban cambios en la
Corte Suprema “cuya composición se forjó el 8 de diciembre de
2004, al margen de la
Constitución, por iniciativa de Gutiérrez...”[39]
Fue dicha Corte quien anuló los procesos judiciales de los ex Presidentes
Bucaram y Noboa. Los manifestantes exigían que Gutiérrez abandone el cargo. La
respuesta del Presidente fue establecer el Estado de Sitio en Quito y disolver la Corte, esto generó la salida
de la gente a las calles y su posterior destitución por parte del Congreso.
En
este momento Brasil tomó una participación activa en la cuestión, otorgando
asilo diplomático y territorial a Gutiérrez. Esta situación generó cierta
irritabilidad en las relaciones con Argentina que también participaba en el
proceso de negociación y sintió que Brasil estaba decidiendo unilateralmente el
destino de la misma y forzando un rol protagónico para su diplomacia frente a
Estados Unidos.
Por
otra parte, las protestas sociales que terminaron con la caída de Sánchez de
Lozada en Bolivia, la posterior
renuncia del Presidente Mesa y el consecuente fortalecimiento de los campesinos
cocaleros y las comunidades indígenas, pero fundamentalmente, la consolidación
de la figura de Evo Morales para las próximas elecciones incrementaron la
importancia del tema en la agenda de Washington.
El
marco del conflicto boliviano fue un escenario donde la postura del Presidente
Kirchner interpretó roles cambiantes. Si bien desde Buenos Aires siempre se
apostó a la continuidad institucional y a la resolución pacífica de los
conflictos al interior de ese país podemos destacar que, cuando la presidencia
estaba a cargo de Sánchez de Lozada, las diferencias ideológicas jugaban un
papel significativo, que se trasuntó en el diálogo del presidente con la
oposición liderada por Morales, situación que coincidió con sus primeros meses
de gobierno y con las dudas existentes en Washington sobre el perfil
predominante que daría al conjunto de las políticas públicas, especialmente a
la política exterior. En ocasión de la XIII Cumbre Iberoamericana de presidentes y jefes
de gobierno que se llevó adelante en Bolivia en noviembre de 2003 Kirchner se
encontró con el dirigente cocalero. La "excesiva" la emoción
manifestada por Kirchner ante Evo Morales, así como su presunta actitud
displicente ante la Cumbre
fue objeto de críticas por parte de periodistas y políticos argentinos.
En breve la posición de Argentina se modificó. La asunción
del Presidente Mesa coincidió con el deseo argentino de apoyar claramente la
continuidad de la democracia en Bolivia y Kirchner, junto con otros
representantes argentinos, fue en varias ocasiones un actor regional
estabilizador. Esta labor fue evaluada positivamente en Washington y, en cierta
forma, otorgaba a nuestro país una tarea más central que la cumplida por Brasil
dentro del mismo proceso. Dicha tendencia se mantuvo durante la tercera gran
crisis que enfrentó Bolivia con la renuncia del Presidente Mesa en marzo de
2005.[40]
La problemática boliviana es una de las complejas y de
difícil solución de América Latina. Con componentes estructurales como la
extrema pobreza, los reclamos de la comunidad indígena que incluye al 60% de la
población, el fortalecimiento del líder cocalero Evo Morales que defiende
fuertemente los intereses del sector y genera la inquietud de los sectores
medios y altos, la presión de los grupos
más débiles que buscaban la nacionalización de los recursos energéticos o el
aumento de las regalías por su explotación y las reivindicaciones de autonomía
de ciertas regiones como Santa Cruz de Sierra; Bolivia no parece tener una
alternativa de salida en el corto plazo. Consecuentemente, la colaboración
internacional para garantizar la gobernabilidad tampoco parece ser una tarea
coyuntural.
Para colaborar con esta situación Argentina continuó con
una rica agenda bilateral que viene cumpliéndose sin interrupciones desde la
asunción del Presidente Néstor Kirchner. En ocasión de la visita del Canciller
Boliviano a mediados de 2005, ambos países ratificaron el interés en retomar, a
la brevedad posible, las negociaciones sobre el proyecto del gasoducto del
noreste argentino. Asimismo,
Argentina aspira a contar con la
plena participación de Bolivia en el proyecto del gasoducto sudamericano, que permitirá integrar las reservas gasíferas
de América del Sur.[41] Por otra parte, en ocasión de la última Asamblea de ONU, Kirchner mantuvo
un encuentro con el Presidente Eduardo Rodríguez Veltze -responsable de
comandar la transición hasta las elecciones de diciembre-, quien se comprometió
a aumentar el envío de gas a nuestro país.
Después de la dureza de los acontecimiento que acompañaron
la caída de Sánchez de Lozada -importante aliado de Estados Unidos- la
administración Bush apoyó la gestión de Mesa en tanto esta fue percibida
por la Oficina
norteamericana de Democracia, DD.HH y Trabajo como garante de los derechos
humanos, situación básica para intentar un período de gobernabilidad. Sin
embargo siguió destacando los problemas de corrupción, instituciones
débiles, oposición política violenta y
recursos limitados, entre otros. Por otra parte, si bien la prioridad de EEUU
fue promover la estabilidad política y económica insistió en mantener una política de tolerancia cero en
el tema de las drogas, lo que fomentaba aún más las demandas sociales en un
contexto donde toda propuesta extranjera generaba irritación.
Mientras Roger Noriega argumentaba que “debía ser la
población y las instituciones democráticas quienes debían alcanzar el consenso
en cuanto a cómo explotar los recursos de gas natural, en cuánto a como incluir
las aspiraciones de la población indígena…”[42]
Estados Unidos siguió postulando la participación de los países de la región
como actores centrales de la negociación y garantes de la gobernabilidad. En
ese marco, la administración Bush, ha recalcado las iniciativas de nuestro país
para lograr la democracia, la estabilidad y la paz en la
región. En el caso específico de Bolivia, destaca la activa labor de la
diplomacia argentina en dicho país. “En Bolivia, Argentina ha apoyado al
gobierno de Mesa y firmó un acuerdo comercial… que le permitiría a Bolivia
ganar más de 500 millones a través de exportaciones”[43]
Esta opinión continúa vigente para la etapa transcurrida desde la renuncia de
Mesa.
El caso venezolano constituye quizás el más preocupante en
términos de las relaciones con Estados Unidos. Los actuales
vínculos entre Argentina y Venezuela
se podrían considerar como de alto nivel. Existe entre ambos gobiernos una
buena relación, tanto en términos políticos como económicos, especialmente en
el ámbito comercial y de inversiones, que abarcan desde el comercio de ganado
en pié hasta venta de buques petroleros. Por otra parte, Venezuela es ahora
país socio del MERCOSUR situación que confirma
la propuesta de Chávez de fortalecer los vínculos entre los gobiernos de
América del Sur para buscar mejores términos de inserción de nuestros
países en el escenario mundial.
Los presidentes de
ambos estados se han encontrado en varias ocasiones y durante la visita de
Chávez a Buenos Aires en agosto de de 2005 se comprometieron a profundizar el intercambio
comercial, impulsar la integración regional y avanzar en acuerdos de desarrollo
común.[44] Asimismo, durante la última Asamblea General de
ONU, volvieron a reunirse y reconfirmaron las líneas de trabajo mencionadas más
arriba abordando temas como la integración
sudamericana, los convenios energéticos firmados por Pdvsa, entre otros.
Esta situación se convierte en preocupante para
los vínculos bilaterales con Washington en la medida en que las evaluaciones
del gobierno americano sobre Chávez son mayoritariamente negativas. Decimos
mayoritariamente, en tanto hasta el momento
Hugo Chávez no ha generado ningún tipo de problemas con la provisión de
petróleo hacia Estados Unidos y, en aquel país, existen funcionarios que hacen
una clara diferencia entre el discurso y la acción. No obstante, de acuerdo a
Riordan Roett, si bien para el gobierno de Bush la región es de interés
marginal existen tres cuestiones que llaman la atención de Washington: droga,
terrorismo y petróleo. En este marco la figura de Chávez preocupa porque posee
un plan donde se destacan puntos conectados con estas cuestiones: una política
energética para América del Sur, una posición contestataria articulada en torno
a su propuesta de Revolución Bolivariana y una comprensión clara de lo que
ocurre en los países andinos. En este contexto, a Estados Unidos le preocupa
las diferencias ideológicas y la estrecha relación con Castro, el uso que
Chávez realiza de los fondos provenientes del petróleo (lo acusan de financiar
parte de las actividades de Evo Morales en Bolivia y de las FARC en Colombia
desestabilizando a las débiles democracias regionales) y de estar generando
islas de influencia para su revolución a través de la compra de bonos de deuda
en Ecuador y en Argentina.[45] Además, durante el año 2005 Chávez ha iniciado un
plan de rearme, comprando fusiles a Rusia y aviones a Brasil, que es interpretado por algunos expertos como
un proceso de militarización de su política, su sociedad y su cultura que
preocupa especialmente a Washington debido a que la cantidad de fusiles
adquiridos supera considerablemente en número a los efectivos venezolanos que
harían uso de los mismos. Esto ha ampliado el sustento de quienes argumentan
que parte de estas armas podrían ser derivadas a grupos guerrillero en los
países vecinos. Finalmente, las preocupaciones se incrementaron aún más cuando
se conoció el interés de Venezuela por adquirir un reactor nuclear argentino.
Por otra parte, el tema Venezuela ha comenzado
a participar de la política doméstica americana generando ciertas dificultades
al interior de las fuerzas sociales que apoyan a Bush. Recientemente un
representante de la derecha religiosa que contribuyó enormemente a su
reelección, el Reverendo Pat Robertson, hizo un llamado a
asesinar al presidente Hugo Chávez, demostrando que las relaciones entre
Estados Unidos y Venezuela han
comenzado a formar parte de la política doméstica americana. Tal
desatino obligó al gobierno de Bush a condenar estas declaraciones lo que le
causó la acusación de ser demasiado blando.
Desde
una perspectiva política el gobierno de Estados Unidos pretende dos objetivos:
evitar un acercamiento estrecho entre el resto de los países de la región y
Venezuela y especialmente con Argentina o Brasil que podrían aportar un
sustento importante a Caracas, y tratar que estos gobiernos jueguen un rol
contenedor de Chávez y sus políticas.
Si bien no es probable que Buenos Aires y
Brasilia se sumen a los actos de desmesura innecesarios generados por Chávez
-ambos países necesitaron y podrían necesitar de esa estrategia para sus
propias negociaciones motivo por el cual no estarían en condiciones de
excederse- también es cierto que no liderarán una postura de oposición. En ese
marco será necesario acordar qué se entiende por “contener” al líder venezolano
y, además, también resultará ineludible que Washington demuestre cierta
coherencia en sus acciones. Si pretende subrayar su compromiso con la
democracia regional y denunciar las supuestas acciones desestabilizadoras de
Chávez, deberá también reconocer que -más allá de la existencia de una oposición
fuerte- el presidente venezolano ha enfrentado exitosamente las urnas y ha sido
avalado por un plebiscito, mientras que la primera actitud del gobierno
americano ante el golpe de estado que intentó derrocarlo fue reconocer como
autoridad a los golpistas. Si esto no ocurre las acciones del presidente
venezolano continuarán porque como dicen los americanos no es una figura débil
“tiene plan, tiene dinero, tiene “charm” y, además, tiene buenos vínculos con
China”.
La tarea diplomática de Argentina,
Brasil y en algunos casos Chile como garantes de la estabilidad democrática en
América del Sur es un tema importante que debe se analizado permanentemente
tanto por su importancia en el marco de las relaciones bilaterales como por su
impacto en los vínculos con Washington y, además, porque algunos elementos del
contexto coyuntural son muy cambiantes.
Así cuando iniciamos la recolección de datos para esta
investigación nos encontrábamos con una situación donde Brasil tenía el rol
protagónico como garante de la gobernabilidad, las posibles acciones y alianzas
de Kirchner generaban dudas en Washington, mientras que el gobierno americano
discutía sobre el nivel de su participación en Latinoamérica. Hoy nos
enfrentamos a una situación donde estos componentes se han modificado: el
gobierno de Lula transita por una crisis doméstica profunda que afecta las
condiciones políticas del liderazgo brasileño; Kirchner mejoró su imagen en
Estados Unidos en función de las acciones argentinas en Bolivia (lo que incluye
una relación predominantemente institucional con el gobierno por encima de
cualquier vínculo con la oposición) y en Haití, a lo que se suma el reacomodo
de las relaciones con Cuba y la supuesta política de contención hacia Chávez y;
finalmente, Estados Unidos ha optado por un retiro (no se sabe si definitivo o
transitorio) de América del Sur en lo que refiere a actuar directamente en
aquellos temas que mezclan diplomacia y
seguridad. En este contexto necesitamos la acción coordinada entre Argentina y
Brasil y el rechazo a cualquier esquema de competencia.
2- Política y
diplomacia: enumerando los hechos.
A continuación se detallan un conjunto de hechos que intentan, por una parte ampliar la base empírica que sustenta nuestras hipótesis y, por la otra contribuir al objetivo general de seguimiento de la política exterior establecido en el programa de investigación del cual forma parte este libro.
2-1 Algunos temas
en el nivel de las micro - relaciones
bilaterales
Según Escudé las micro relaciones bilaterales[46] se articulan en torno a una cantidad de problemas puntuales a cargo de
múltiples actores públicos / privados. La principal diferencia entre las macro
y las micro relaciones radica en que aquéllas dependen de la voluntad del más
débil en el sentido de ajustar sus objetivos a los de la gran potencia
regional, en cambio las micro relaciones dependen tanto de la voluntad de la
parte más débil como de la más poderosa.
2-1-1 Mayores exigencias en materia de visas
La lucha contra el terrorismo implicó un aumento de las medidas de
seguridad en materia migratoria. Desde el 9 de agosto de 2003 comenzó a regir
la medida dispuesta por el gobierno de Estados Unidos de exigir visa a los
viajeros en tránsito que utilicen los aeropuertos de ese país para dirigirse a
otros destinos. Quedaron exceptuados de esta norma los residentes de 27 países
de Europa, Asia y Oceanía, pero tienen que utilizar un pasaporte que pueda
leerse electrónicamente. En este marco se implementó un nuevo programa
denominado US-VISIT (US-Visitor and Inmigrant Status Indicador Technology) por
el cual cada viajero que ingrese a su
territorio debe someterse a un examen biométrico para comprobar su identidad.
Este consiste en el scaneo de las huellas digitales y una foto, información que
será comparada con la registrada en la embajada que concedió la visa.[47]
Argentina, que hasta mediados de los 90´ contó con una
situación de privilegio entre los países latinoamericanos -los ciudadanos
argentinos que visitaban EE.UU. por negocios o turismo podían ingresar sin visa-
fue perdiendo esa condición lentamente y, como el resto de los países, también
se vio afectada por las nuevas medidas fruto de los ataques terroristas de
2001. La Embajada
de Estados Unidos en Buenos Aires anunció que a partir del 17 de mayo de 2004 comenzaría
a tomar huellas dactilares electrónicamente a través de un scanner a todos los
solicitantes de visa, según lo establece la Sección 303 del Ley de Refuerzos de Seguridad de
Frontera e Ingreso con Visa (Enhanced Border Security and Visa Entry Reform
Act) sancionada por el Congreso. Además, desde los atentados terroristas se suspendió el programa TWOV “tránsito
sin visa” para Argentina, como para otros países, por lo que los pasajeros en
tránsito debe obtener una visa C para realizar escalas en EEUU. Quienes ya
tienen visa B1 o B2 (Turismo y negocios) vigente no requieren visa C.
En numerosas ocasiones
existieron manifestaciones de argentinos en el sentido de que la obtención de
visas se había convertido en una limitación importante y que ese escenario se
había complicado no sólo con los ataques terroristas, sino con la expulsión de
población que generó la crisis local de 2001-2002. Sin embargo, según un
artículo publicado por el embajador Lino Gutiérrez[48],
el porcentaje de emisión visas es casi el mismo que tenían antes de los
atentados del 11 de septiembre. De acuerdo a lo anunciado por la sede
diplomática el gobierno de EE.UU. ha realizado fuertes inversiones en personal,
tecnología, instalaciones y procedimientos para agilizar el otorgamiento de visas.
Desde septiembre de 2001 el número de funcionarios consulares se duplicó, y
para el caso de los estudiantes -que siempre debieron gestionar visas- se
implementó un nuevo programa llamado SEVIS (Sistema de Información para
Estudiantes y Visitantes de Intercambio) que fue acompañado con el
establecimiento de centros de asesoramientos –conocidos como Education USA-
para dar información a los estudiantes.
Sin embargo el incremento
de los controles y exigencias en materia de seguridad en los aeropuertos ha tenido
consecuencias inesperadas: el Canciller Bielsa,
fue demorado en el Aeropuerto de Miami, escala de su viaje desde Nueva
York a Puerto Príncipe. Según informó el vocero del canciller sólo fue demorado
8 minutos por un miembro de la seguridad del Aeropuerto, pero información
periodística señala que el incidente duró varias horas. El vocero del
Departamento de Estado expresó sus disculpas al funcionario, lamentando
cualquier inconveniente innecesario ocasionado a él o a su comitiva.
Más allá de los inconvenientes que puedan sufrir o no
quienes quieran viajar a Estados Unidos también existen los problemas que
enfrentan quienes se encuentran en situación irregular. El número de
inmigrantes argentinos irregulares es preocupante. El Cónsul argentino en Los Ángeles
anunció que hay un promedio de tres argentinos por semana detenidos por su
situación ilegal y en un 90% de los casos son deportados.[49]
2-1-2 Turismo
Un informe de la
Oficina consular del Departamento de Estado advirtió a los
turistas estadounidenses sobre la situación de seguridad en la Argentina y realizó
recomendaciones para quienes viajen al país. Se mencionaron: terroristas en la
triple frontera, bombas en bancos, piqueteros no violentos en calles y
autopistas, ladrones y secuestros express.
Luego de una reunión con Kirchner, el canciller Bielsa y el Secretario
de Turismo Enrique Meyer dieron una conferencia de prensa donde expresaron el
malestar del gobierno argentino por el informe publicado en internet. Si bien
el canciller señaló que entendía la preocupación del gobierno estadounidense
por la seguridad de sus ciudadanos, subrayó que del informe surge una imagen
distorsionada de la
Argentina.
Posteriormente Bielsa se reunió con el Embajador Lino Gutiérrez, quien
se comprometió a elevar al Departamento de Estado el escrito del Gobierno
argentino[50] que
rectifica lo expresado por el informe, con el objeto de que se modifiquen los
datos. Gutiérrez por su parte se encargó de señalar que de ninguna manera el
informe desalienta el turismo norteamericano hacia la Argentina.
2-1-3 Derechos Humanos
Como sostuvimos más arriba el tema
de los Derechos Humanos fue privilegiado por Kirchner como un componente
central tanto de la política interna y externa y, además, Estados Unidos fue
escenario de varios actos del Presidente ligados a esta cuestión. En ese marco
los informes de Washington sobre DD.HH y democracia generaron inquietud y, en
ocasiones, reacciones por parte del gobierno argentino.
Durante los tres primeros años de la
administración Kirchner dos informes sobre democracia y derechos humanos se
dieron a conocer por parte de la
Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del
Departamento de Estado de EE.UU. El primero data de mayo de 2004[51]
y allí se señala que si bien el gobierno argentino generalmente respetó los
derechos humanos existieron acusaciones de abusos y asesinatos por parte de las
fuerzas policiales y de seguridad. Además, se subrayan los casos de corrupción
como un problema que afecta a nuestro país.
A partir de este diagnóstico el documento
refiere a la estrategia del gobierno americano que busca combatir la
corrupción, los abusos de derechos humanos y
promover las instituciones democráticas, leyes y prácticas políticas y
económicas sustentables y responsables en la Argentina. Señala
que durante 2003 una de las prioridades fue el mejoramiento del sistema
judicial que se tradujo en proyectos destinados a dar respuesta a este tema,
así como la búsqueda de una mayor transparencia y participación civil en el
proceso político.[52]
En marzo de 2005 se dio a conocer el nuevo informe publicado por el
Departamento de Estado llamado “Apoyando la democracia y los derechos humanos:
la labor de EEUU 2004/2005”. Este último informe tuvo repercusiones negativas
dentro del gobierno nacional. Se señalan entre otras cuestiones que Argentina
afronta un grave problema de tráfico ilegal de personas, también advierte sobre
la corrupción, los abusos y torturas policiales y la marginación indígena. El
encargado de manifestar la molestia oficial fue el Director Nacional de
Migraciones, quien afirmó: “el informe no es preocupante, porque como suele
suceder con estos reclamos, puede promover intereses que nosotros desconocemos.
Mañana pueden querer vendernos un scanner para el control de personas. Además,
el ejemplo que Estados Unidos da en migraciones no es el más adecuado, cuando
ellos tienen tantos problemas en la frontera con México”[53].
En este informe Argentina figura entre los países que no cumplen por
completo con los estándares mínimos de respeto de los DD.HH. integrando el
llamado anillo dos, una categoría intermedia, que señala que se registran
problemas, pero que se intenta dar soluciones. Sin embargo, hay que tener
presente que en el informe dado a conocer en 2004 también se hacía referencia a
casos de tráfico de personas e incluso era mucho más amplio y crítico en otros
aspectos vinculados a cierta falta de respeto por los derechos humanos.
2-2 Visitas y
encuentros
En este apartado haremos referencia a las principales visitas y
encuentros entre funcionarios argentinos y estadounidenses, en muchos de los
cuales se abordaron los temas que hemos venido exponiendo. Corresponde destacar
que el número de encuentros es significativo en cuanto a la cantidad y
jerarquía de los funcionarios involucrados. En este sentido los encuentros
diplomáticos muestran una relación distinta a la de los períodos anteriores: si
bien no son tan intensos como en épocas del alineamiento, son considerablemente
más fluidos que los existentes durante el último período de gobierno de la Alianza FREPASO-UCR.
Para confirmar esta tendencia es importante tener en cuenta que en este trabajo
las distintas visitas aparecen subdivididas en las tres dimensiones de
análisis.
2-2-1 Primer encuentro entre Bush y Kirchner
El 17 de julio de 2003, mientras realizaba su gira europea, el
Presidente Kirchner fue sorprendido por una información de la Cancillería argentina
donde le notificaban que el Presidente George W. Bush había adelantado la fecha
para su encuentro al 23 de julio cuando estaba previsto para el mes de
septiembre.
Los motivos del adelantamiento no fueron aclarados por el gobierno
americano y, por tal motivo, se especuló sobre diversas causas entre las que se
encontraba la idea de que Bush se tomaría sus vacaciones en agosto; que a
Washington le interesaba concretar la reunión antes de septiembre para que ésta
no se superpusiera con la
Asamblea General de Naciones Unidas y con el mes donde
supuestamente el FMI estaría cerrando el acuerdo de tres años con Argentina;
que existía la posibilidad de que Tony Blair -que había conocido a Kirchner dos
días antes en el marco de la reunión de la Tercera Vía- cuando
arribó a Washington le hubiese comentado a Bush la supuesta “química” que se
había desarrollado con el Presidente argentino; la creencia de la administración
republicana de que se estaba dando un “giro europeo” en la política exterior
argentina y, finalmente, la importancia que el Presidente Bush le da a los
contactos personales con otros mandatarios. Sin embargo, ninguna de estas
conjeturas fue confirmada antes, durante o después de la visita.
En ese marco las declaraciones del Departamento de Estado y de la Cancillería al momento
de anunciar oficialmente el encuentro fueron muy moderadas. El vocero de la Casa Blanca, Scout Mc
Clellan afirmó “Estados Unidos y Argentina comparten una muy larga y estrecha
cooperación en temas bilaterales, hemisféricos y globales. Ambos líderes
debatirán la importante alianza bilateral entre Estados Unidos y Argentina, así
como mecanismos tendientes a trabajar juntos a fin de impulsar el crecimiento
económico y la prosperidad, promover la paz, la libertad y la estabilidad”. Por
su parte la Cancillería
declaró: “De esta manera, continúa la acción de política exterior emprendida
por el gobierno nacional para exponer al más alto nivel y ante los principales
países amigos y socios de la
Argentina los lineamientos del gobierno, establecidos el 25
de mayo pasado, y maximizar las posibilidades de cooperación y desarrollo
tendientes a superar la difícil situación económico-social por la que atraviesa
nuestro país, en particular la de aquellos sectores de la población más
afectados”.
A los efectos de cumplir con todos los requisitos diplomáticos y
burocráticos se adelantó el acto de presentación de cartas credenciales del
nuevo Embajador argentino en Washington, José Octavio Bordón, para que pudiera
asistir oficialmente a la reunión de Kirchner con Bush. Es oportuno destacar
que si bien fue la Casa
Blanca la que decidió adelantar el encuentro es poco usual
que el Departamento de Estado acelere este tipo de trámites en forma tan
significativa.
En Argentina con anterioridad al viaje los medios de comunicación y el
debate político se concentraron fundamentalmente en dos puntos: cuál era la
posición general del gobierno de Kirchner frente a Estados Unidos y qué temas
se destacarían como componentes de la “agenda abierta” que abordarían los
mandatarios.
En cuanto al primer tema consideramos que algunas declaraciones de
funcionarios de primer nivel trataron de disminuir los efectos de una lectura
que destacaba a Kirchner como un militante de izquierda y a su gobierno como
una administración poco predispuesta al diálogo con Washington. En ese contexto
el propio Presidente declaró antes de viajar “las relaciones con Estados Unidos
son vitales para nuestro país siempre y cuando sean maduras, sinceras y
amplias”. Por otra parte, el Canciller Bielsa dijo que “se sentiría muy
contento si desaparece una enorme cantidad de eslóganes, etiquetas y prejuicios
que van desde el eje Buenos Aires-Caracas-La Habana, pasando por un profundo sentimiento
antinorteamericano que habría en el pueblo argentino, y terminando con que el
Presidente Kirchner es un Presidente de izquierda, cosa que es todo un
anacronismo”. Además, el Canciller agregó que todo intento de arrinconar a
Kirchner debe ser desbaratado y que él como funcionario aspira a que quede
claro que se puede tener una relación con Estados Unidos “donde haciéndonos
cargo de las diferencias de escala, conserváramos en la charla bilateral el
margen indispensable de dignidad que
todo país serio desea tener en una relación con un país mayor”. Finalmente, el
Ministro del Interior Aníbal Fernández destacó que “un no alineamiento
automático no significa el desalineamiento automático”.
En cuanto a la preparación para abordar la agenda sobre la cual se
desarrollaría el encuentro también se hicieron especulaciones que luego no se
concretaron. De cualquier manera dichas especulaciones no surgieron del vacío,
sino que respondían a los objetivos y temas predominantes en los asuntos
externos tanto de Estados Unidos como de Argentina. Consecuentemente, se
especuló que el Presidente Bush insistiría con temas como la lucha contra el
terrorismo, la participación argentina en una fuerza multinacional bajo el
mando de la coalición en Irak, la lucha contra el narcotráfico -incluyendo a
las fuerzas armadas-, la inmunidad para civiles y militares estadounidenses;
los reclamos por patentes y situaciones particulares vinculadas a los casos de
Colombia, Cuba y Venezuela. Por otra parte se señalaba que la Argentina prefería una
agenda de perfil institucional y económico que abordara la continuidad y
calidad democrática en la región, la lucha contra la corrupción, la búsqueda de
apoyo por parte de Washington para el acuerdo con el FMI y las negociaciones
comerciales bilaterales y las multilaterales que involucran al ALCA.
A pesar de estas preocupaciones la reunión entre ambos mandatarios fue
cálida en cuanto a la relación y distendida en términos de temas tratados.[54]
Según las declaraciones particulares de distintos funcionarios el encuentro podría caracterizarse como
exitoso. El Presidente argentino afirmó “las expectativas están totalmente
colmadas… Las relaciones son perfectas. La conversación de hoy marcó que se
puede tener una relación seria, clara y que se puede hablar con sinceridad” y
la ausencia de temas ríspidos fue reconocida por Kirchner cuando afirmó “no
hubo condicionamientos”. La posibilidad
de lograr el respaldo de Estados Unidos para avanzar en un acuerdo definitivo con
el FMI fue evaluado con diferente intensidad por argentinos y estadounidenses.
Para Kirchner, el apoyo fue contundente mientras que para la Casa Blanca el
Presidente Bush respaldaría lo que acuerden Argentina y el FMI, pero no
intermediaría en las negociaciones. Sin embargo, se supo que durante el diálogo
entre los mandatarios Kirchner explicó las urgencias económicas de Argentina y
la necesidad de que las exigencias del Fondo no detengan la incipiente
reactivación. En ese marco aclaró “yo peleo hasta el último centavo” a lo que
Bush respondió “Le pido que negocie con el Fondo hasta la última moneda y que
pelee duramente”. El Presidente argentino también explicó las propuestas para
insertar a la Argentina
en el mundo y la importancia del MERCOSUR en esta tarea. Ambos mandatarios
reconocieron la necesidad de luchar contra el terrorismo internacional.
Durante el segundo día de su visita el presidente se reunió en Nueva
York con directivos de compañías norteamericanas con intereses en Argentina
agrupados en el Consejo de las Américas. Si bien el presidente expresó su
voluntad de convertir a la
Argentina en un país predecible, es decir, normal, tuvo que
pedirles paciencia y tiempo a los empresarios quienes le preguntaron
específicamente sobre la futura política de tarifas, la eventual revisión de
los contratos de las privatizaciones, la ley de patentes, los impuestos y las
retenciones que algunos de ellos consideran gravosas para sus inversiones en
nuestro país. En sus respuestas el Presidente dejó claro que no tiene ninguna
vocación de re-estatizar las empresas de servicios, pero que la decisión de
llevar adelante revisiones de contratos busca mejorar su transparencia.
En líneas generales podríamos afirmar que la impresión que Kirchner
dejó entre los empresarios americanos fue, en términos comparativos, mejor que
la que dejó entre los empresarios europeos. Según Susan Kaufman Purcell,
Vicepresidenta del Consejo para las Américas, “El Presidente estuvo muy bien.
Su mensaje fue básicamente que la
Argentina quiere ser revolucionaria en el sentido de ser
normal, donde se respeten las reglas de juego y la previsibilidad trasmita
confianza a la gente”. Por su parte
David Rockefeller señaló que Kirchner “provocó una buena impresión entre los
empresarios. Las palabras son buenas y ahora todos quieren saber cuan bien
gobierna”.
Después el Presidente y su esposa visitaron la zona denominada Ground
Zero donde estaban emplazadas hasta el 11 de septiembre las torres gemelas
acompañados por amigos y familiares de
las víctimas argentinas de los atentados. Posteriormente, Kirchner se reunió en la sede del consulado
argentino con las más significativas organizaciones judías argentinas y
americanas. Esta reunión buscó sumar un nuevo gesto a la política iniciada por
el Presidente con su presencia en el acto de la AMIA y la decisión de abrir los archivos de las
fuerzas de seguridad ligados a cuestiones de esta causa.
Los logros alcanzados a nivel diplomático en esta visita fueron
generales y transitorios en tanto Estados Unidos sólo los consideraría seguros
a medida que la relación con el gobierno avanzase en los hechos más que en las
declaraciones. Consecuentemente, podríamos afirmar que este primer encuentro
sirvió para disminuir la desconfianza que Kirchner despertaba en Washington, ya
que existían dudas sobre si su gobierno giraría hacia el modelo de Hugo Chávez
o hacia el estilo de los Presidentes Lagos y Lula; para instalar la idea de que
el Presidente argentino puede lograr un nivel significativo de gobernabilidad,
situación que a Washington le interesa debido a que, como sostuvimos más
arriba, siempre evaluó la crisis argentina como fundamentalmente política; para
lograr el apoyo de Washington en las negociaciones con el FMI y, finalmente,
para equilibrar los vínculos con Estados Unidos en comparación con Chile -que
firmó su acuerdo de libre comercio- y con Brasil cuyo presidente había tenido
una reunión muy exitosa con Bush dos meses antes. Todo ello sin dañar las
relaciones en el marco del MERCOSUR ya que el Presidente Kirchner se encargó de
destacar la importancia del mismo para nuestra política exterior.
2-2-2 Visita a la Argentina de Roger Noriega
El entonces Secretario Adjunto para Asuntos Hemisféricos de los Estados
Unidos, Roger Noriega visitó la
Argentina durante la tercera semana de agosto de 2003. Esta
fue la primera gira al exterior desde que fue confirmado por el Senado en su
cargo, en reemplazo de Otto Reich. La embajada de Estados Unidos en Buenos
Aires anunció la visita de Noriega “como una continuación del positivo diálogo
entre la Argentina
y los EE.UU., que iniciaron los presidentes Néstor Kirchner y George Bush en el
encuentro que mantuvieron en la
Casa Blanca en 23 de julio último.”[55]
El gobierno tuvo que compatibilizar la coincidencia de las visita de
Roger Noriega y de Hugo Chávez. Un día antes de reunirse con Noriega, Kirchner
pronunció un duro discurso en el que afirmó que “no se puede seguir condenando
a nuestros pueblos a la pobreza y a la marginación para simular el cumplimiento
de una deuda impagable”[56].
También firmó un documento conjunto con Chávez pidiendo una reducción en el
capital de la deuda y tasas de interés más justas.
Noriega se reunió con varios funcionarios del poder ejecutivo. El 19 de
agosto se encontró con el entonces Ministro de Justicia, Gustavo Béliz y con el
Ministro de Defensa José Pampuro. Con Béliz analizó los avances de las medidas
adoptadas por el gobierno argentino contra la corrupción, uno de los temas que
preocupa a Estados Unidos. En el encuentro con Pampuro, Noriega se encargó de
aclarar, en vista a que el país se encontraba en medio de fuertes negociaciones con el FMI para lograr un
acuerdo a mediano plazo, que su “visita no es para imponer una decisión del
FMI, sino para profundizar las relaciones y la amistad con la Argentina.”[57]
En este encuentro abordaron temas de incumbencia para el
ministerio de defensa: el pedido de Estados Unidos de otorgarles inmunidad a sus tropas ante la Corte Penal
Internacional, la situación de la firma estadounidense Lockheed Martin y cuestiones relacionadas con la Conferencia Especial sobre Seguridad que se desarrolló en octubre.
El tema de la deuda de 70 millones de dólares del estado argentino con
la empresa estadounidense Lockheed Martin,
la cual administra una fábrica de aviones militares en Córdoba, era de interés
por parte del gobierno norteamericano. Sobre Lockheed Martin y la posible
fabricación de aviones Pampa para venderle a Colombia dijo: “este tipo de joint
ventures podría generar muchos empleos en la Argentina. Quieren
empezar a fabricar cuanto antes. Argentina pagó la deuda que tenía con Lockheed
(…).”[58]
Posteriormente, Noriega fue recibido en el Palacio de Hacienda por
Roberto Lavagna. Allí el funcionario norteamericano expresó la necesidad de que
Argentina avance en las negociaciones con el FMI y que se realice una
reestructuración de la deuda en default. También volvió a insistir con el
reclamo por el pago total de la deuda que el estado argentino mantiene con la
firma Lockheed Martin, planteando que
una vez saldada la deuda se retome la fabricación de aviones Pampa.[59]
Con el presidente Kirchner conversó durante 25 minutos y luego almorzó
con Rafael Bielsa, el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández y el Vicecanciller
Martín Redrado.
De regreso a los Estados Unidos Noriega se refirió a Kirchner diciendo
que “hay que medir a un líder (…) por el resultado de sus políticas. No por las
palabras, sino por los hechos. Kirchner es un hombre muy abierto que quiere
establecer relaciones correctas y maduras con EEUU”[60].
2-2-3 Llegada de nuevos funcionarios a la Embajada de EEUU
El 25 de septiembre de 2003 se presentó ante periodistas argentinos el
nuevo encargado de negocios de la
Embajada de Estados Unidos, Hugo Llorens. Por su parte, Lino
Gutiérrez, -reemplazante de James Walsh- presentó el 15 de octubre al Canciller
Rafael Bielsa copia de sus credenciales, en una reunión de media hora en el
salón Dorado del Palacio San Martín. Este fue el primer encuentro formal entre
ambos. En la conferencia de prensa el nuevo embajador afirmó que el gobierno de
Bush mantiene relaciones maduras y activas con la argentina y que las relaciones se basan en valores
comunes como son la defensa de la democracia y las libertades. Sobre la
suspensión del ejercicio conjunto Águila III que iba realizarse en Mendoza dijo
que hubiera preferido que se hiciera, pero a la vez entendía la existencia de
dificultades institucionales, en referencia a la oposición del congreso a
otorgarle inmunidades a los soldados estadounidenses.
Por su parte Bielsa destacó que la diplomacia comercial obtuvo un nuevo
sistema generalizado de preferencias para que puedan exportarse 20 productos a
los Estados Unidos que significarán exportaciones por 280 millones de dólares.[61]
2-2-4 Encuentro de Bielsa con James Hill
Del 17 al 19 de diciembre de 2003 el Senador republicano por Florida
Bill Nelson y el Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, el general James
Hill visitaron Buenos Aires. Fueron recibidos en audiencia por el Canciller
Bielsa, el Vicecanciller Martín Redrado, el Embajador Jorge Taiana y el
Subsecretario de Política Exterior, Embajador Juan José Uranga. También fueron
recibidos en audiencia de cortesía por el Vicepresidente.[62]
Según un comunicado de la Cancillería se intercambiaron opiniones sobre las
relaciones bilaterales, vinculadas a cuestiones políticas, de seguridad y
económicas. También hubo una cena no oficial en la embajada norteamericana con
la presencia de los mismos funcionarios norteamericanos, a la que fue invitado
José Pampuro.
2-2-5 Visita de Representante Permanente de Estados
Unidos ante la OEA
El Embajador John Maisto, visitó Buenos Aires y se reunió con Bielsa y
con el Secretario de Política Latinoamericana, Eduardo Sguiglia, para discutir
la agenda de la Cumbre
de las Américas que se llevó a cabo en México entre el 12 y 13 de enero de
2004. Esta Cumbre Extraordinaria Hemisférica fue fijada fuera de calendario
porque se pensó que entre la
Cumbre de Québec y la Cumbre de Mar del Plata de 2005 resultaba
necesario un encuentro que permita actualizar temas. Algunas especialistas
sostienen que la Cumbre
intermedia fue una decisión de Estados Unidos, destinada a cubrir las falencias
que podría presentar la de Argentina, en caso que nuestro país enfrentase una
nueva situación de crisis o no pudiese avanzar lo necesario para manejar las
condiciones en cuales se encontraba el país en ese momento.
2-2-6 Segundo encuentro entre Bush y Kirchner
Mientras se desarrollaba la Cumbre de las Américas en Monterrey tuvo lugar
un encuentro entre los presidentes de Argentina y los Estados Unidos. La agenda
oficial anunciaba que en la reunión bilateral los presidentes hablarían de la
relación entre ambos países y de la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, se
presumía que cuestiones ligadas a otros estados de Latinoamérica tendrían un
lugar significativo. Temas como Bolivia, Cuba, Venezuela y la deuda aparecían
como ineludibles. El crecimiento de Evo Morales era preocupante para
Washington. Las relaciones de Argentina con Cuba y Venezuela también generaban
cierta alarma en Washington, y por último la propuesta de quita del 75% a la
deuda en default estaba en plena ebullición.
La reunión entre ambos
presidentes tuvo lugar el 13 de enero. Según declaraciones de Kirchner fue una
reunión muy franca y productiva donde Argentina planteó que se había cumplido
correctamente todas las metas económicas. Bush por su parte ratificó el apoyo
de su gobierno a la
Argentina en las negociaciones con el Fondo y con los
privados, pero también reclamó muestras de voluntad. Además se habló de la
situación de Venezuela y Bolivia, pero el tema de Cuba y los entredichos por
las declaraciones de Roger Noriega no fueron incluidos en el diálogo. Bush
felicitó a Kirchner por su lucha contra la corrupción y comentó que había
firmado un decreto por el cual no podrá
entrar a EEUU ningún funcionario corrupto.[63]
2-2-7 Visita de Otto Reich
En el
marco de una gira por Brasil, Paraguay y Argentina, Otto Reich -ahora como
enviado especial de la
Casa Blanca- se reunió con el Canciller
Bielsa el 25 de marzo de 2004. En el encuentro estuvieron presentes el
Vicecanciller, Jorge Taiana, el Secretario de Comercio Exterior, Martín
Redrado, acompañando a Reich estaban el Embajador Lino Gutiérrez y el ex
Secretario de Defensa de la administración Clinton, William Perry.
Los temas abordados fueron el ALCA, la situación de Bolivia, Venezuela
y Cuba. Si bien Reich dijo que no hubo ningún pedido de apoyo para que
Argentina condene la situación de los derechos humanos en Cuba, en la votación
de la Comisión
de Derechos Humanos de la ONU
que se realizaría a mediados de abril, fuentes oficiales expresaron lo
contrario.
Reich dijo que “al igual que el presidente Néstor Kichner dijo -en la Esma el miércoles- que se
disculpaba por 20 años de silencio por parte de la democracia sobre la
violación de DD.HH. en la
Argentina, yo creo que las democracias de la región no deben
de mantener silencio ante 45 años de dictadura y de violencia en Cuba”[64],
lo que refleja claramente la posición estadounidense más allá de si hubo pedido
o no.
2-2-8 Encuentro entre Bielsa y Powell
En la
Asamblea General de la
OEA que se celebró en Quito (Ecuador) el 7 de junio de 2004,
el Canciller Rafael Bielsa compartió el único almuerzo que celebró el
Secretario de Estado norteamericano. Trascendió que el tema central del
encuentro fue la situación de Haití. Colin Powell en esa oportunidad le habría
mencionado “elementos de inteligencia militar” que no podían ser difundidos y que el canciller se
encargaría de pasar a su par de Defensa, José Pampuro.
3- ECONOMÍA Y RELACIONES
BILATERALES
En función de la magnitud de la economía estadounidense y
su impacto sobre América Latina, las relaciones económicas de la República Argentina
con Estados Unidos ocupan, siempre, un lugar significativo. Cuestiones ligadas
a las finanzas, el comercio y la inversión aparecen en forma regular en la
agenda bilateral. Sin embargo, durante
la gestión de Kirchner, la política exterior en general y los vínculos con
Washington en particular fueron condicionados especialmente por la crisis de la
deuda. Por tal motivo, en este apartado además de repasar temas de la agenda
comercial dedicaremos un punto al análisis de la posición de los Estados Unidos
frente al proceso de endeudamiento argentino y su incidencia en los espacios
multilaterales, especialmente el peso de la posición de Washington en las
negociaciones con el FMI.
Tal como señalamos al inicio de este trabajo, una de
nuestras hipótesis afirma que la posición del gobierno republicano frente al
sector financiero transnacional facilitó las negociaciones de nuestro país para
la salida del default. Consecuentemente dedicamos una parte importante de esta
sección a sustentar dicha hipótesis
3-1 Negociaciones con el FMI:
el peso de las finanzas en las relaciones bilaterales
El abordaje de la crisis financiera argentina en el marco
de las relaciones con Estados Unidos incluye varias cuestiones importantes: la
postura de la administración Bush frente al sector financiero internacional, la
indiferencia hacia América Latina con posterioridad a los ataques terroristas
del 11 de septiembre de 2001, la necesidad de que Argentina no entrara en
default con los organismos multilaterales de crédito y el interés en evitar la
expansión de los efectos negativos hacia el resto de los países vecinos.
Durante sus primeros meses el gobierno de transición de
Eduardo Duhalde estuvo afectado por fuertes condicionalidades externas entre
las que se destacaba la mezcla de presión de la diplomacia económica de
Washington a través del entonces Secretario del tesoro Paul O´Neill con la
indiferencia hacia América Latina en general y a la crisis argentina en
particular. De ser el modelo de las reformas económicas promovidas por los
organismos multilaterales de crédito y por Washington durante los 90´,
Argentina se transformó en el test case
de la nueva política de rechazo a los planes de salvatajes económicos para los
países con fuertes deudas externas.[65]
En cambio, en el comienzo de la gestión de Kirchner hubo
interés por parte de Bush en apoyar más explícitamente a la Argentina en las
negociaciones con el FMI. Tal como sostienen Russell y Tokatlian:
“no
sólo se había producido un cambio de gobierno en Buenos Aires que requería una
nueva cuota de oxígeno desde fuera, sino que Washington no podía seguir
desconociendo el torbellino socio-político que sacudió a la región (...).
Ignorar a una Argentina que había preservado la democracia en horas tan
difíciles hubiese sido una pésima señal diplomática para el conjunto de América
Latina. De su lado, el mandatario argentino podía no compartir la orientación política
de la administración Bush, pero no estaba en condiciones de comenzar su gestión
sin un acuerdo con los organismos multilaterales de crédito; un default con
estos organismos hubiera llevado a la Argentina a profundizar tanto su aislamiento
internacional como su crisis interna. Una mutua lógica pragmática, más que una
visión principista o ideológica, de uno y otro lado, marcó el primer diálogo
entre Kirchner y Bush”.[66]
Los intereses pragmáticos de Washington aparecen en el
diseño de la política exterior de la administración Bush durante los primeros
meses de gestión. En este marco emerge
un eje de debate ligado a la forma en que deben manejarse las disputas por el poder mundial entre los actores estatales -en este
caso particular EE.UU.- y los actores no gubernamentales transnacionalizados
dentro de un mundo globalizado. En función de una mayor claridad es útil
recuperar algunos de los conceptos trabajados por Susan Strange quien destaca
que la estructura de poder imperante en la era de la globalización se
caracteriza por un proceso de difusión del poder estatal, esto es un proceso
que ha minado la autoridad del Estado. En este sentido afirma que ha habido un
cambio de la autoridad tanto hacia arriba como hacia los lados en lo vinculado
a temas políticamente menos sensibles que, en nuestros días, son tratados por
los organismos intergubernamentales y organizaciones privadas y comerciales.
Por otra parte, existe un fenómeno menos generalizado de difusión de poder
hacia abajo donde la autoridad central es reemplazada por las autoridades
locales y regionales. Finalmente, Strange destaca que como consecuencia de la
integración de la economía mundial en finanzas, transportes, comunicaciones y
producción existen algunas responsabilidades importantes de la autoridad
política que ningún Estado territorialmente definido está en posición de
ejecutar completamente. Esta última característica no significa otra cosa que
el ascenso de la autoridad no estatal en el ámbito de la economía política
internacional con la creciente capacidad decisoria de las corporaciones
internacionales, el sector financiero transnacional y las entidades
supranacionales.[67]
Además, este proceso de pérdida de la autoridad estatal fue
acompañado por un gran incremento en las asimetrías de la autoridad entre los
Estados. Dicho de otra forma, esto significa que mientras el gobierno de los
Estados Unidos puede haber sufrido cierta pérdida de autoridad, la misma ha
sido frente a los mercados y no frente a los otros Estados; en tanto que para
los otros Estados, su vulnerabilidad ha crecido notablemente no sólo de cara a
las fuerzas de los mercados mundiales, sino también frente al mayor alcance
global de la autoridad de los Estados Unidos.[68]
Como resulta del análisis internacional en la actualidad
los principales problemas mundiales no son generados por un solo actor
individual y de naturaleza estatal. En ese marco actores como el terrorismo y
los grupos de interés económico no están absolutamente focalizados en un Estado
o espacio específico, pero poseen la capacidad de desarticular el orden
internacional actual, operando con mecanismos tanto anti como pro sistémicos.
Consecuentemente, existen actores que sin impugnar el orden -esto es sin tener
una ideología anticapitalista- disputan la conducción del proceso político /
económico mundial ya que por su propia lógica de acumulación producen hechos
que pueden ser desestabilizadores, tal como ocurre con las acciones del sector
financiero transnacional y las corporaciones internacionales.[69]
Durante los 90´ en forma simultánea a la administración
Clinton el rol desempeñado por el sector financiero transnacional fue central y
su capacidad como grupo de presión internacional se incrementó, constituyéndose
en uno de los ejemplos más significativos de la desaparición de las fronteras
entre temas domésticos e internacionales y de pérdida relativa de la autoridad
del Estado americano frente al mercado. Sin embargo, la consolidación del poder
global de los EE.UU. frente al resto de los Estados del planeta fue, también, muy
significativa, reafirmando la existencia de los dos fenómenos simultáneos
señalados por Strange.
Esta situación se modifica a partir del gobierno de George
W. Bush en tanto sus asesores opinan que si bien no es posible desconocer que
la política exterior está influenciada por actores domésticos e internacionales
hay que recuperar un rol central para el Estado americano, tanto en el
establecimiento del interés nacional como en la fijación de criterios centrales
para la conformación de un orden internacional en transición como el que dicho
gobierno enfrentó al momento de ocupar la Casa Blanca. Para
ello es necesario disminuir la dependencia de los actores privados no
gubernamentales y, principalmente, del sector financiero transnacional que
aparece como el único actor capaz de
desafiar la conducción de la política mundial frente a los EE.UU. Es por ello
que el primer Secretario del Tesoro, Paul O´Neill, se presentó como un defensor
del sector de la producción enfrentado con el mundo financiero, llevó adelante
políticas conflictivas con Wall Street y rechazó los planes de salvatajes
económicos para los países con fuertes deudas externas entendiendo que los
sectores privados que habían obtenido ganancias poco usuales debieron tener en
cuenta que estas estaban acompañadas por grandes niveles de riesgo. Desde esta
perspectiva se argumentaba que Estados
Unidos no debía aportar fondos para el rescate de esos intereses financieros
privados y tampoco debía habilitar un espacio de consolidación para sectores
que podrían disputar una parte
significativa de la conducción política y económica mundial.
Desde nuestro punto de vista con el desplazamiento de
O´Neill y la llegada de John Snow, Washington intentó incorporar al gobierno
una figura que impulsara el crecimiento económico, que pudiera comunicarse
mejor con los medios empresariales y el Congreso y que modificara el estilo de
gestión pública del Tesoro tratando de mantener, en términos operativos, una
mejor relación con Wall Street sin cambiar el supuesto central de la supremacía
de la producción sobre las finanzas.
Esta forma de entender el vínculo con los sectores
financieros por parte de la administración Bush fue central -y aún lo es- en el
conjunto de su política exterior. Aunque en términos de visibilidad haya sido
más clara antes de los atentados terroristas y luzca menos significativa con
posterioridad a los mismos, no debemos dejar de tenerla en cuenta para entender
el por qué del interés de Washington en apoyar a la Argentina frente a la
renegociación de la deuda con el sector privado y frente a FMI a pesar del
default.
Tal como expone Roberto Lavagna[70]
tanto en la crisis del Tequila como en las sucedidas en el Sudeste Asiático,
Rusia y Brasil, el FMI y el Tesoro norteamericano impulsaron un rol
considerablemente activo del organismo como prestamista de última instancia.
Sin embargo, a partir de de 2000 se comienza a considerar que esta estrategia
de minimización de riesgos había acarreado un problema: la disminución de los
incentivos de los inversores para evaluar cuidadosamente los riesgos a asumir
(que se evidenciaban en el alto nivel de las tasas de interés a la cual se
invertían los fondos). La garantía implícita de un rescate impedía, por un
lado, que los inversores sufrieran las consecuencias de una mala evaluación y,
por otro lado, resultaba en una “incorrecta” asignación de los recursos a nivel
internacional. La posición asumida por parte del Gobierno de Estados Unidos a
partir de 2000 se basó en estas consideraciones. Para Washington el esquema de
salvatajes había generado incentivos perversos y era necesaria una vuelta a las
leyes de mercado. A nivel discursivo se argumentó que las pérdidas por los
salvatajes son asumidas por los contribuyentes de los países que más aportan en
las instituciones financieras internacionales.
Los primeros cuatro meses de la gestión de Kirchner
estuvieron signados por la necesidad de lograr un acuerdo de mediano plazo con
el FMI.[71] El rol
desempeñado por Washington en relación a las negociaciones de Argentina con
este organismo fue de importancia y se manifestó en el respaldo otorgado tanto
para el logro del acuerdo por tres años, como en las sucesivas revisiones.
A los efectos de destrabar la negociación, la propuesta
impulsada por el Tesoro de Estados Unidos consistió en un acuerdo que, en lo
formal, era de tres años, pero con metas y objetivos sólo para el primero. Así
se pudo desbloquear la negociación[72] y
evitar que Argentina entre en default con el FMI. En este marco Argentina se
comprometió a obtener un superávit del 3% del PBI -tal como lo proponía el
gobierno desde el comienzo de las negociaciones- durante el año 2004, dejando
para más adelante la fijación de metas para el 2005 y 2006.[73]
En el espacio de las negociaciones bilaterales la postura
de Washington subrayaba que el apoyo norteamericano debía ser acompañado por un
conjunto de reformas estructurales en la economía argentina y con la
presentación de un plan sustentable[74].
Al interior de Estados Unidos las discrepancias entre la administración
republicana y el sector financiero volvieron a aparecer. Mientras que el
Subsecretario del Tesoro, John Taylor, afirmaba que “el objetivo del acuerdo es
justamente proveer un marco para que Argentina pueda sentarse a discutir con
sus acreedores”, ciertos sectores financieros de Wall Street consideraban que
el 3% del superávit no era suficiente para dejar conformes a los acreedores
privados y que la negociación debía plantearse con mayores exigencias.
Partiendo del supuesto que existía voluntad política del
lado argentino para implementar las reformas reclamadas, los funcionarios
estadounidenses dejaron de lado los reclamos del sector financiero y plantearon
que debería existir cierta flexibilidad de parte del FMI para responder al
desafío que enfrentaba la
Argentina. Así, durante el mes de septiembre de 2003, Meg
Lundsager, la directora de los Estados Unidos en el FMI, expresó el apoyo de su
país frente a la resistencia de los directores europeos cuando se discutía la
aprobación del acuerdo.[75]
Posteriormente, cuando la negociación dio lugar a un acuerdo el Secretario del
Tesoro, Snow, emitió un comunicado donde celebraba dicho logro y felicitaba al
gobierno argentino y al FMI. Por otra parte, el Presidente Kirchner recibió un
llamado de Bush, que lo congratuló por el acuerdo con el FMI.
Finalmente, la carta de intención fue aprobada por el
directorio del Fondo el 20 de septiembre de 2003 en Dubai. Allí el gobierno
argentino también presentó su propuesta a los acreedores privados que consistió
en una quita del 75% del valor nominal. Estos, organizados en diferentes grupos
–como el Argentine Bondholders Committee (ABC), la Task Force Argentina
(TFA), el Argentine Bond Restructuring Agency (ABRA), entre los más
importantes- rechazaron de lleno la propuesta, anunciaron juicios contra la Argentina, cuestionaron
principalmente que el superávit fiscal primario sea sólo del 3% del PBI, que la
deuda con los organismos internacionales y los Boden no entren en la
reestructuración y manifestaron su preocupación por si Argentina trataba de
evitar el pago de los intereses acumulados desde la declaración del default.
La estrategia de negociación del gobierno argentino fue
mixta: involucró un discurso duro contra los organismos multilaterales de
crédito por parte del Presidente de la Nación que fijaba la línea rectora de la
negociación y generaba consensos a nivel doméstico; articuló la postura
política con el estilo calmo y seguro, pero contundente del Ministro Lavagna
encargado de llevar adelante las negociaciones técnicas; no fomentó el no pago de los compromisos
asumidos con el Fondo y accedió a llevar al Congreso proyectos de ley
reclamados por Washington y por el FMI.[76]
La idea era que la confrontación no llevara al abandono de la negociación.
En consecuencia, la ejecución de políticas que confrontan con las orientaciones de los
organismos internacionales de crédito se realizó sin abandonar la negociación.
Como afirma Isidoro Cheresky:
“Un
ámbito de acción gubernativa innovadora ha sido el de la relación con los
organismos internacionales de créditos y monitoreo, en primer lugar con el FMI,
y con los acreedores privados de deuda pública. La estrategia de cesación de
pago ha colocado al gobierno en conflicto reiterado con los funcionarios de
organismos crediticios externos, pero el resultado ha sido una politización de
los acuerdos y decisiones que ha permitido salir de la lógica en que las
decisiones nacionales debían someterse a los “imperativos del mercado”. El
criterio de pagar la deuda, pero sin un «ajuste» que prive al país de la
posibilidad de inversiones públicas y de políticas sociales, constituía sin
duda una innovación respecto a los criterios precedentes, que privilegiaban el
pago en las mejores condiciones para los acreedores, con la idea de que así los
inversores recuperarían la confianza en el país e invertir, produciéndose así
un proceso espontáneo de reactivación económica. Esta politización ensanchó el
margen de decisiones del Estado nacional y contribuyó a restablecer un sentido
de dignidad para los argentinos.”[77]
Las revisiones trimestrales del FMI sobre el cumplimiento
de las metas establecidas en el acuerdo firmado en septiembre de 2003
necesitaron de negociaciones llenas de marchas, contramarchas y vaivenes
típicos de un proceso en el que se enfrentaban diferentes posiciones con intereses
contrapuestos. Hasta el momento hubo dos
revisiones aprobadas y una tercera que quedó pendiente.[78]
“Estados Unidos combinó una mezcla de apoyo y presión que se puso claramente de
manifiesto a partir de 2004. En efecto, el gobierno de Bush jugó un papel
moderador entre los países más duros del G7 con la Argentina para facilitar
las negociaciones con el FMI, al tiempo que ejerció fuertes y crecientes
presiones en defensa de los bonistas privados estadounidenses”[79].
Para la primera revisión el gobierno pudo mostrar un
sobrecumplimiento de las pautas fiscales y monetarias, pero otros temas[80] fueron
los que incidieron para que se postergara la aprobación de las metas. Las
exigencias de algunos miembros del G7 -Italia, Francia, Alemania y Japón- sobre
definiciones económicas -entre ellas tarifas- y la insatisfacción sobre el
lento avance de las negociaciones con el sector privado, así como también la
negativa del gobierno argentino para aumentar el superávit fiscal y de esa
manera mejorar la oferta a los acreedores, reforzaron esta postergación. Tal
como lo explicara el Ministro Roberto Lavagna, la demora en la aprobación se
debió a que algunos sectores duros dentro del Fondo -vinculados a bancos y
acreedores privados- querían cambiar lo acordado en septiembre de 2003 y que se
destinen más fondos a pagarle a los acreedores.[81]
Argentina insistió con el criterio de bolsillo único: si Argentina pagaba a los
organismos internacionales no le quedaba plata para pagarles a los privados.
En este sentido Kirchner afirmaba en su discurso en el
cierre de la Cumbre
de Monterrey en enero de 2004:
“Intentamos
clausurar un ciclo histórico que culminó en la más colosal crisis moral,
cultural, política, social y económica, que nos arrastró hasta el fondo de un
profundo abismo. La solvencia fiscal, la prudencia monetaria, la
flexibilización cambiaria, el fortalecimiento del consumo interno y la
inclusión social, más una agresiva política exportadora, son pilares de nuestro
programa económico.
Sin
embargo sufrimos presiones, incomprensión, indefiniciones y demoras de parte de
los organismos internacionales que parecen no entender nuestra necesidad de
crecer para resolver el problema de nuestra deuda de una manera eficaz. (…)
Asumiendo que nuestra deuda es un problema central mantenemos una posición que
nos interesa aquí reafirmar: no podemos pagar de un modo que lesione las
perspectivas de crecimiento económico y la gobernabilidad generando más
pobreza, hambre, exclusión y conflictividad social. Esto ya se hizo y el
resultado fue poner al país al borde de la ruptura institucional y la
desintegración social.”
Más allá de la cantidad significativa de abstenciones[82] y la
consecuente división de posiciones entre los miembros del G7, la aprobación de la primera revisión se
concretó en enero de 2004, siendo la apoyatura norteamericana un factor
decisivo. Tal como lo reflejan las declaraciones del Ministro de Economía y del
Canciller Bielsa[83] este
apoyo fue real y estuvo vinculado a la necesidad de que Argentina no entrara en
default con los organismos internacionales y que la crisis de nuestro país no
aumentara los niveles de ingobernabilidad regional. Para el FMI esto también
hubiera tenido una fuerte impronta negativa, ya que sus números hubieran
quedado en rojo, teniendo que explicar el abandono a un país que sobrecumple
las metas fiscales y monetarias.
En este marco Escudé sostiene que actualmente el margen de
maniobra es mucho mayor que en la década del ´90 y esto es consecuencia de la
debacle de las organizaciones intergubernamentales, del fracaso de Estados
Unidos en la postguerra iraquí, de la confirmación de que el poder de EEUU es
insuficiente para convertirlo en vector ordenador del planeta. Desde su
perspectiva:
“…
con el mundo en estado de desmadre, el terrorismo transnacional es la única de
las grandes transgresiones que los poderosos están en condiciones de castigar
de una manera directa y convincente. La guerra global contra el terrorismo
agota los recursos represivos de Estados Unidos y sus aliados, ampliando los
márgenes de maniobra en casi todos los demás ámbitos. (…) La pérdida de la
capacidad de sanción por parte de los Estados Unidos y de instituciones como el
FMI es un dato nuevo, que modifica dramáticamente las recetas normativas para
los estados periféricos que sufren la crisis más agudamente.”[84]
Las negociaciones para el logro de la segunda revisión estuvieron marcadas por una creciente y más fuerte
presión sobre la renegociación de la deuda con los privados por parte del G7,
incluyendo a Estados Unidos. En este sentido tanto Snow como Taylor afirmaron
que el comienzo de un diálogo constructivo con los acreedores privados era una
de las condiciones para que el FMI aprobase la segunda revisión[85], es
decir que se supeditaba la aprobación de la segunda revisión al inicio de las negociaciones
con estos últimos.
Durante estas negociaciones Washington actuó de puente
entre Argentina y el FMI, John Taylor mantuvo abiertos los canales de
comunicación con Buenos Aires, el G7 y el FMI. El Subsecretario de Estado para
el Hemisferio Occidental, J. Derham contó en una entrevista que “trataron de
ser constructivos fundamentalmente por razones económicas (…) llegar a un
acuerdo era importante para el gobierno de Argentina, para el FMI, los países
del G7 y los acreedores”.[86]
Producto del papel moderador de Estados Unidos y también de
los gestos concretos del gobierno argentino -como el pago del vencimiento
de 3.072 millones de dólares, la
designación de las entidades para formar el sindicato de bancos, el aumento de
las tarifas de gas y luz a los grandes usuarios y el anuncio de que habría una
propuesta con algunas modificaciones a los acreedores privados- la aprobación de la segunda revisión fue, a
diferencia de la primera, apoyada unánimemente por los países ricos.
La tercera revisión
estaba prevista para junio de 2004, pero no se concretó y las negociaciones se
mantuvieron más de un año congeladas, luego de que en agosto de 2004 Argentina
pidiera suspender hasta nuevo aviso el programa vigente.
En este marco Lavagna dejó entender que el acuerdo no
estaba caído ni suspendido, sólo postergado. La mayoría de los analistas
argumentaron que las conversaciones comenzarían una vez que la Argentina saliera del
default. Finalmente, el gobierno logró la reestructuración de la deuda con los tenedores de
bonos obteniendo una aceptación mayor al 75%, lo que permitió que se concretara
el canje en febrero de 2005. Al momento de escribir este artículo se plantea un
escenario complejo: por una parte el gobierno argentino pretende retomar la
revisión sin ceder a las presiones de los holdouts -como se les llama a los
fondos que no entraron en la reestructuración- y no reabrir el canje, mientras
que algunos miembros del directorio del FMI pretenden que no se acuerde con la Argentina hasta que se
resuelva el tema. Este año hay vencimientos por 5.000 millones de dólares, lo
que plantea la necesidad de lograr una refinanciación y concretar la postergada
tercera revisión, pero antes se deberá hacer frente a las crecientes
presiones provenientes del FMI, así como
del Tesoro norteamericano, para dar una solución a los acreedores que no
entraron en el canje.
Si bien EEUU
acompañó a nuestro país en las negociaciones con el FMI, existen analistas que
afirman que entre agosto y septiembre de 2004 los países del G 7 habrían iniciado
reclamos ante Washington para que reconociera la posición de estos estados en
las negociaciones que Argentina debería encarar con el Fondo. Esto habría
llevado a una cierta prescindencia de EE.UU. en las negociaciones, lo cual
posibilita un mayor espacio de influencia para los sectores duros del FMI. Se
especula con que el presidente Kirchner utilizaría el escenario de la IV Cumbre de las
Américas –a celebrarse en Mar del Plata- y su reunión con Bush para reactivar
el apoyo norteamericano.
3-2 Comercio entre Argentina y
Estados Unidos
El fin de la
convertibilidad y la consecuente devaluación de la moneda argentina derivaron
en una fuerte disminución de las importaciones argentinas desde Estados Unidos
revirtiendo el perfil deficitario de la balanza comercial que había
caracterizado las relaciones comerciales durante los 90´. Comparando las cifras
del intercambio comercial entre ambos países durante 2001, 2002 y 2003 se
observan diferencias significativas. De acuerdo a la Fundación Exportar
en 2001 las importaciones argentinas desde los Estados Unidos sumaron 3.737
millones de dólares y las exportaciones 2.840, con un saldo negativo para la
argentina de 897 millones. En 2002 las exportaciones argentinas hacia Estados
Unidos sufrieron una pequeña disminución sumando 2.798 millones de dólares y en
2003 se incrementaron a 3.034. Las importaciones argentinas desde Estados
Unidos en 2002 disminuyeron a 1.788 millones de dólares y en 2004 se
incrementaron a 2.113 millones de dólares. Durante los últimos dos años el
saldo en la balanza comercial fue favorable a la Argentina con 1.010
millones de dólares en 2002 y 921 en 2003. Estas tendencias se proyectaron en
la misma dirección para el 2004.[87]
Las cifras citadas
presentan algunas diferencias con las publicadas en el National Trade Estimate Report on Foreign Trade Barriers[88]
realizado por la Oficina
del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR en sus siglas en inglés) en
el 2004. Cabe señalar que más allá de las diferencias de números, ambos
informes marcan las mismas tendencias en el intercambio comercial Argentina –
Estados Unidos. Según el USTR, el déficit con la Argentina fue de 734
millones de dólares en 2003 y 1600 en 2002. También hay diferencias respecto a
las exportaciones e importaciones, el informe señala que las exportaciones
estadounidenses a la
Argentina alcanzaron los 2.400 millones de dólares y las
importaciones desde la
Argentina llegaron a 3.200 millones.
El informe National Trade Estimate Report on Foreign
Trade Barriers[89]
publicado en marzo de 2005 señala que en 2004 el déficit comercial de Estados
Unidos con argentina fue de 359 millones de dólares, lo que implica una
disminución de 473 millones en relación a 2003. Estados Unidos aumentó sus
exportaciones hacia nuestro país en un 39%, llegando a 3.4 billones y haciendo
que el mercado argentino se posiciones en el lugar 31 como mercado de más
importancia para los productos exportables estadounidenses. Las exportaciones
argentinas hacia EEUU también subieron en un 18.3%, llegando a 3.7 billones de
dólares.
Según datos de la Fundación Exportar
la participación de las exportaciones argentinas a Estados Unidos dentro del
total exportado por nuestro país fue del 10.35 % en 2003. Entre las principales
exportaciones de Argentina a Estados Unidos durante el bienio 2002-2003 se
destacan: aceites crudos de petróleo, gasolinas de aviación, aleaciones de
aluminio, cueros y pieles de bovino, fuel, metanol, preparaciones y conservas
de carnes, jugo de manzana de valor Brik superior a 20, peras frescas, bombones,
caramelos, confites y pastillas sin cacao, maderas, etc. Durante los primeros
siete meses de 2004[90] la
participación del NAFTA en las exportaciones argentinas fue del 13,1% (2.553
millones de dólares), ubicándose en tercer lugar después de la Unión Europea con el
18,7% y después del MERCOSUR con el 18,1%; por detrás del NAFTA se ubica Chile
con el 10,9%. La participación de las importaciones provenientes del NAFTA en
el mismo período se ubicaron en el 19,2% (2.303 millones de dólares), también
en tercer lugar, detrás del MERCOSUR (37,0%) y la Unión Europea
(19,2%).
3-2-1 La agenda comercial de Argentina y Estados Unidos
En la relación Argentina – Estados Unidos, entre las
principales cuestiones comerciales se destacan tres temas: las negociaciones
multilaterales para la conformación del ALCA, la continuidad de algunas
disputas comerciales y la aparición de nuevas, y el sistema generalizado de
preferencias.
3-2-2 Cuestiones comerciales multilaterales: negociaciones para la conformación del ALCA.
Durante el período
analizado se realizaron diversos encuentros multilaterales y bilaterales en
relación a la conformación del ALCA. La presencia de fuertes desacuerdos entre
Estados Unidos y América Latina junto con las posiciones divergentes entre los
propios países de la región imposibilitaron que se concretara el acuerdo tanto
en la forma como en la fecha prevista (enero de 2005).
Los temas más
conflictivos son los subsidios agrícolas, patentes, servicios, compras
gubernamentales, inversiones extranjeras y telecomunicaciones. Tanto de parte
de Argentina como de Brasil, entre otros, se reclama el levantamiento de los
subsidios al agro que Estados Unidos otorga. Como sostuvo el Canciller Bielsa
durante la Cumbre
de Cancún “… prácticamente Argentina basa su economía en la agricultura, al
igual que toda América Latina, y un comercio más justo permitirá alivio en el
pago de la deuda externa, pues de cada tres dólares que se obtiene por
exportación, uno es para pagar la deuda…”[91] La oposición a los subsidios es
común a los miembros del MERCOSUR que impuso como condición para discutir el
ALCA terminar con los subsidios al agro.
El gobierno
norteamericano no quiere tratar este tema en el ALCA, alegando que el mismo
corresponde al ámbito de la
OMC. Según dichos de Robert Zoellick, ex -representante
comercial de los EEUU, “Estados Unidos rechaza cualquier desarme unilateral”,
es decir que el gobierno norteamericano no suspenderá los subsidios agrícolas
hasta que la UE haga lo propio.[92]
De parte de Estados Unidos el interés se aboca a otros temas como inversiones
extranjeras, compras gubernamentales, telecomunicaciones, propiedad
intelectual, entre los más significativos. El MERCOSUR, reaccionando ante las
pretensiones de Washington, también pretender discutir en el ámbito de la OMC cuestiones sensibles a sus
propios intereses como son la liberación de los servicios (financieros,
bancarios, etc.) y las reglas de protección a las inversiones extranjeras.
En cada uno de los
encuentros que se han llevado a cabo, cualquiera fuera el escenario, estos
temas fueron ineludibles y la falta de acuerdos en los mismos imposibilitaron
el avance de la negociación bajo la fórmula del “single undertaking”. Las diferentes reuniones acordadas para
abordar estos temas no alcanzaron los objetivos esperados. La Reunión de Viceministros
de Comercio Exterior realizada en Trinidad y Tobago el 2 de octubre de 2003
caminó hacia el fracaso en tanto no pudo acordarse el tratamiento de los temas
de subsidios agrícola.
Ante la creciente
paralización de las negociaciones y con el objetivo de salvar el acuerdo tanto
el MERCOSUR como los Estados Unidos tendieron a flexibilizar posiciones y
marcharon a una minicumbre entre representantes de ambas partes previa a la Cumbre del ALCA en Miami.[93] Sin
embargo las concesiones realizadas no fueron suficientes para destrabar la
negociación.
Como consecuencia de
esto el gobierno de EEUU manifestó que retiraría los subsidios a las
exportaciones, pero continuaría con los que protegen la producción; esto si
bien fue un avance, no conformó a los integrantes de MERCOSUR.
La Cumbre del ALCA en Miami -celebrada en
diciembre de 2003- tradujo los obstáculos para alcanzar un acuerdo global y
sólo logró una propuesta de un acuerdo limitada a la que se denominó “ALCA
light”. Este acuerdo consistió en una propuesta de ALCA a dos niveles: el
primer nivel constituido por un acuerdo “paraguas” o base que define los
derechos y obligaciones para todos los países signatarios; el segundo nivel
conformado por acuerdos bilaterales y multilaterales entre los países
dispuestos a tomar más compromisos que los establecidos en el acuerdo base. Se
puede decir que este era, tal vez, el único resultado posible en un contexto de
fuertes asimetrías, pues lo que se logró en Miami fue posibilitar que cada parte
eligiese lo que desee. Desde nuestra perspectiva esta decisión deja de lado el
principio de “single undertaking”.
Para lograr la firma
del acuerdo en las condiciones más beneficiosas cada una de las partes trató de
fortalecer su posición, generando así una suerte de presión gravitante, tanto
de parte de Estados Unidos como de Argentina y Brasil; esto se ve en los
diferentes acontecimientos protagonizados por los mismos, por ejemplo: Estados
Unidos firmó con Chile el 10 de septiembre de 2003 un tratado de libre
comercio; y en diciembre del mismo año un acuerdo comercial con los países de
Centroamérica, el que fue ratificado en el segundo semestre de 2005. De parte
de los integrantes del MERCOSUR la estrategia se orienta a fortalecer el
proceso de integración propio y conformar posiciones conjuntas sobre temas de
interés como los subsidios con otros países; así en la cumbre de Cancún celebrada en septiembre de 2003 se crea el
grupo de los 22, que integra las geografías de Asia, África y América Latina.
En noviembre del
mismo año se da a conocer un borrador preparado para una propuesta de
integración sudamericana, que consiste en un acuerdo entre el MERCOSUR y la Comunidad Andina,
que regiría a partir del 2005 y que establece el arancel cero en los
intercambios comerciales. En diciembre el presidente de Brasil, propuso un área
de libre comercio con el G-20, China e India. En la cumbre del MERCOSUR
realizada en diciembre en Montevideo, se admitió el ingreso de Perú como estado
asociado en un intento de consolidar la integración subregional. En este marco
también el MERCOSUR trató de avanzar en lograr un tratado de libre comercio con
la Unión Europea,
aunque no se alcanzaron logros significativos justamente por desacuerdos en
temas agrícolas.
Esta carrera de
fortalecimiento para presionar a la contraparte, tuvo como consecuencia un
estancamiento en el desarrollo del acuerdo.
Ya en 2004 durante
las negociaciones previas a la realización de la Cumbre Extraordinaria
de las Américas, la incorporación del ALCA a la agenda suscitó la fuerte
oposición de la diplomacia brasileña. Argentina, en este caso, no compartió la
posición brasileña de no querer firmar una declaración donde figuraba el
compromiso de los 34 países con los plazos para la conclusión de las
negociaciones del ALCA como lo pretendía Estados Unidos.[94]
En cambio Argentina y Brasil acordaron oponerse a la propuesta de Estados
Unidos, Canadá y Chile de firmar ya bases económicas obligatorias para el área
de libre comercio. Finalmente Estados Unidos negoció con Brasil hacer una
mención tibia al tema ALCA, sin hablar de compromisos, sino de esfuerzos.
El 3 de febrero de
2004 tuvo inicio en Puebla una nueva ronda de negociaciones sobre el ALCA que
convocó a los viceministros de comercio exterior del hemisferio. La falta de
acuerdo respecto a los subsidios agrícolas volvió a estar presente. Martín
Redrado, afirmó que “no daremos consenso a ningún conjunto común de derechos y
obligaciones si el tema agrícola no está incluido en términos que resulten
aceptables”[95]. La
reunión finalizó sin poder llegar a un acuerdo sobre un paquete de derechos y
obligaciones en nueve áreas de negociación destinadas al establecimiento del
acuerdo. La postura del MERCOSUR en Puebla fue que sin acuerdos para negociar
el tema agrícola, el resto de las áreas tampoco podían ser tratadas. El
MERCOSUR pretendía una eliminación arancelaria para los productos industriales
y agrícolas, la eliminación de los subsidios a las exportaciones y toda
práctica cuyo efecto sea equivalente a estos.[96]
En el último tramo
del primer semestre de 2004 el tema ALCA entró en un nuevo impasse, y no hubo
indicios de que se retome un ritmo acelerado hasta por lo menos luego de las
elecciones generales de los EEUU.[97] En el
segundo semestre las opiniones siguieron reflejando el pesimismo reinante en el
tema, así a fines de septiembre P. Allgeier declara que “…Sería milagroso que
el ALCA se pusiera en marcha en enero….”[98].
El mismo funcionario estadounidense declara en noviembre “… francamente, en
este momento nuestra conclusión ha sido que la imagen (de Brasil) de lo que
sería un acuerdo deseable es diferente a la nuestra…”[99]
Durante la cumbre
del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), realizada en Chile en
noviembre de 2004, hubo un fuerte ataque de Estados Unidos hacia los países del
MERCOSUR por el ALCA. Fue el entonces Representante Comercial Robert Zoellick
quien expresó: “el mensaje de la
APEC a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay es claro. En el
ALCA hubo socios no ambiciosos y debimos conformarnos sólo con un acuerdo base
que no fue prolífico”, al mismo tiempo que tuvo elogios para Chile y los países
asiáticos por abrir sus economías. Enseguida el ex presidente Eduardo Duhalde
-como titular de la Comisión
de Representantes Permanentes del MERCOSUR- respondió la crítica afirmando que
mientras haya subsidios agrícolas que impidan el libre comercio, no hay
posibilidades del ALCA.[100] Tres
días después de estas declaraciones el embajador de EE.UU. en Brasil John
Danilovich admitió que no habría pacto para enero y que era posible un ALCA sin
Argentina ni Venezuela, dos de los países que han expresado más reticencias al
mismo.[101]
3-2-3 Disputas comerciales
Durante el período que nos ocupa se produjeron ciertos
hechos de carácter conflictivo en materia comercial, entre los cuales aparecen
cuestiones ligadas a temas aerocomerciales, la comercialización de carnes,
asuntos fitosanitarios y controles de seguridad.
La existencia de una disputa por las tasas aeroportuarias entre las aerolíneas estadounidenses y las
locales es el primer hecho al que haremos referencia. El origen de la situación
se remota al decreto 570 de Eduardo Duhalde que determinó la re-dolarización de
las tasas aeroportuarias, transformándose en el único caso que contradice la
pesificación establecida por la Ley
de Emergencia Económica. Lo dispuesto por este decreto generó reclamos por
parte de Aerolíneas Argentinas y una
medida cautelar -dispuesta por la Jueza Nacional en lo Contencioso Administrativo,
Dra. María José Sarmiento, a cargo del Juzgado Federal nº 11, el 3 de
Septiembre de 2002- modificó sus efectos determinando la pesificación 1 a 1 de la tasa que paga
Aerolíneas Argentinas en Ezeiza. Bajo el amparo de esta medida judicial
Aerolíneas Argentinas quedó habilitada a abonar las tasas en pesos, mientras
que el resto de las empresas paga la misma cifra pero en dólares.
A partir de esto, las aerolíneas estadounidenses apelaron
en otros juzgados, pero sin resultados favorables. También denunciaron a su
gobierno ser discriminadas cada vez que aterrizan en Ezeiza, ya que deben pagar
tasas aeroportuarias casi tres veces más altas que las que paga Aerolíneas y
pidieron un castigo comercial equivalente cuando esta empresa aterrice en suelo
estadounidense. Hasta el presente Washington argumenta su reclamo en la presunta
violación del Acuerdo de Transporte Aéreo que Argentina firmó en los 90´ y,
esto, podría ser el paso previo para una sanción comercial contra Aerolíneas
Argentinas. Cabe aclarar que si bien Aerolíneas Argentinas está controlada por
accionistas españoles aparece como una línea de bandera argentina.[102]
También se han producido diferencias en el ámbito de la seguridad operacional de la aviación con
consecuencias comerciales. Desde el año 2002, cuando Estados Unidos dispuso la
baja de categoría (de 1 a
2) de la Argentina
en materia de seguridad operacional de la aviación, se congeló el nivel de
acceso de operadores aéreos de bandera argentina a aeropuertos de ese país a
las frecuencias y rutas efectivamente operadas a esa fecha, al mismo tiempo que
en la práctica implicaba pérdida de pasajeros norteamericanos, seguros y
leasings más caros, entre otros efectos negativos.
Como consecuencia de esta decisión nuestro país realizó
intensas gestiones diplomáticas durante 2004 tendientes a recuperar la
categoría 1, a
la vez que intentó incrementar la calidad de nuestra seguridad operacional. En
vinculación con este último punto el Comando de Regiones Aéreas suscribió, en
mayo de 2004, un Memorando de Cooperación con la Administración Federal
de Aviación de Estados Unidos -FAA por sus siglas en inglés-, a los efectos de
recibir asistencia técnica en la materia y, de esta forma, facilitar la
recuperación de la mentada categoría 1. Durante 2004 hubo seis misiones de
técnicos estadounidenses que formularon recomendaciones y diversas
especulaciones sobre la recuperación de la categoría 1 antes de finales de
2004.[103]
Finalmente, en octubre de 2005 y a menos de un mes de
realizarse la IV Cumbre
de las Américas en Mar del Plata, Estados Unidos recalificó al sistema
aeroportuario argentino, el que recuperó la categoría 1.
Otro tema conflictivo en la vinculación comercial con
Estados Unidos fue el relacionado a la comercialización
de carnes y productos bovinos. Sobresalen dos hechos que afectaron la
misma: por una parte un rebrote de
aftosa en la Argentina
y por otro, el surgimiento de casos de encefalopatía espongiforme bovina (EEB)
en Estados Unidos.
Durante el segundo semestre de 2003 Argentina esperaba una
visita sanitaria de Estados Unidos para comenzar el proceso de reapertura del
mercado de carnes en tanto nuestro país había cumplido un año sin que se
presentaran nuevos focos de aftosa, tal como lo establecen las normas
estadounidenses para que se puedan iniciar los embarques. Sin embargo,
Washington suspendió la misión sanitaria debido al surgimiento de un nuevo foco
de aftosa en la provincia de Salta[104],
diferenciándose de la UE
que aceptó el criterio de regionalización del país y mantuvo abierto el mercado
europeo para la producción proveniente de zonas sin aftosa o libres de aftosa
con vacunación. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
-SENASA- teniendo en cuenta el criterio de la UE, envió una invitación al gobierno
norteamericano para que realice una inspección en la Patagonia a los fines de
que esa zona sea reconocida como zona libre de aftosa sin vacunación.[105]
En marzo de 2004 se efectuó una reunión de la instancia
bilateral para la consideración técnica de temas sanitarios y fitosanitarios de
interés para Argentina y EE.UU.: el Consejo Consultivo Agroalimentario.
Producto de esta reunión se posibilitó
orientar el proceso de reingreso de carnes bovinas argentinas al mercado
americano.[106]
Durante el 2004 fueron verificadas, asimismo, las visitas del Subsecretario Jim
Butler del Departamento de Agricultura de los EE.UU. a la Ciudad de Buenos Aires y
del Presidente del SENASA, Jorge Amaya, a la Ciudad de Washington.[107]
En relación a los productos avícolas desde 2002 Argentina
prohibió la importación de pollo desde los Estados Unidos, luego de que
surgiera un brote de la enfermedad de Newcastle (Newcastle´s disease). En
Agosto de 2004 Estados Unidos solicitó a Argentina que restaure el acceso al
mercado argentino de carne de pollo y productos avícolas para aquellas regiones
que se encuentran libres de enfermedad,
sin embargo hasta el momento no hubo respuestas por parte de Argentina y la
medida, según señala el
informe realizado por la
Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos[108],
afecta a 5 millones anuales de potenciales exportaciones estadounidenses de productos avícolas.
Cuando en diciembre de 2003 la Secretaria de
Agricultura estadounidense, Ann Vaneman, confirmó la existencia de un caso de
EEB -o mal de la vaca loca- en el estado de Washington varios países decidieron
suspender temporalmente la importación de carnes provenientes de Estados
Unidos. En el caso específico de la Argentina el brote de casos de “vaca loca” en
territorio norteamericano implicó que se intensificaran las restricciones para
importar carnes provenientes desde allí en tanto ya, desde mediados de 2001, se
había frenado la importación de productos de origen bovino desde los Estados
Unidos por considerarlo como un país de riesgo nivel II, es decir, con
probabilidad remota -pero no descartable- de existencia de casos clínicos o subclínicos
de EEB debido a ingreso masivo de animales y genética provenientes de Gran
Bretaña, lugar donde se dieron los mayores casos de esta enfermedad.[109] Ante
la confirmación de un caso de EEB en los Estados Unidos, el SENASA redujo la
calificación oficial de los EEUU de nivel II a nivel III -lo que significa que
se registran casos esporádicos de EEB, en un número inferior a diez en un
millón, o bien que existe alta probabilidad de que se produzcan tal cantidad de
casos-. Esta calificación significó el cierre de las importaciones de productos
como carne, derivados de origen bovino, semen, embriones y animales en pie.[110]
La lucha contra el terrorismo llevada adelante por la
actual administración Bush también afectó los temas comerciales, ya que medidas
como la Ley de
Seguridad de la Salud
Pública, Prevensión y Respuesta contra el Bioterrorismo, más
conocida como Ley contra el Bioterrorismo
implicaron un aumento de los controles a las exportaciones de alimentos para
garantizar que los productos alimenticios que ingresen a los Estados Unidos no
contengan ningún agente que pueda ocasionar daños a los consumidores de esta
nación.
La Food and Drug Administration (FDA)
tiene, según lo establecido por la ley desde diciembre
de 2003, poder para exigir información previa, requisar y hasta rechazar
cualquier entrada de productos alimenticios que no se ajusten a la nueva norma.
La nueva legislación establece: 1- que para ingresar a EEUU, las exportaciones
de productos alimenticios deben ser notificadas previamente ante la FDA, respetando determinados
plazos 2- que las empresas que manufacturen y/o procesen, empaquen o retengan
alimentos para consumo humano o animal en los Estados Unidos estarán obligadas
a registrar y archivar por el plazo de dos años toda la información sobre el
tratamiento previo y posterior que experimenta cada partida de alimentos, 3-
que las instalaciones en el extranjero deberán designar un agente en Estados
Unidos, quien deberá residir o tener un domicilio comercial en ese país y estar
físicamente presente para los propósitos de registro, 4- que la FDA tiene facultades para
detener y hasta eliminar cualquier embarque de alimentos que presente pruebas
creíbles para considerarlo una amenaza grave para la salud.
La aprobación de esta nueva ley modificó la forma y los
tiempos de las importaciones estadounidenses de productos alimenticios. El 20%
del total de las importaciones de este país son de productos alimenticios
afectados por esta legislación, la cual establece que cada uno de los puertos
de entrada de alimentos autorizados en Estados Unidos debe examinar una muestra
del 2% del total de las importaciones alcanzadas por la nueva ley. La
consecuencia de este tipo de control es que, en ocasiones, se convierte en una
traba creciente para acceder al mercado norteamericano cumpliendo un efecto
similar al de una barrera
para-arancelaria.
Según los análisis del Centro de Economía Internacional[111] se
prevé que esta nueva ley imponga obstáculos a los pequeños exportadores y cause
una baja de las importaciones norteamericanas. El valor de las exportaciones
argentinas a Estados Unidos que están sujetas a esta reglamentación fue de 575
millones de dólares en 2002 y de 442 millones de dólares durante los primeros
nueve meses de 2003. Ante la preocupación de los exportadores de alimentos
argentinos sobre el posible aumento de los costos de exportación a Estados
Unidos por estas nuevas medidas, el Subsecretario de Integración Económica,
Eduardo Sigal, afirmó que: “si estas medidas realmente afectan o encarecen los
costos de exportación, se le pedirá al gobierno estadounidense algún tipo de
compensación por el prejuicio causado”[112]
A fin de alertar sobre las normas claves que entraron en
vigencia una delegación de la FDA,
encabezada por Melinda Plaisier, visitó Buenos Aires la primera semana de
septiembre de 2003. Si bien la ley de bioterrorismo comenzó a regir el 12 de
diciembre, Estados Unidos estableció un período de adaptación que se extendió
hasta agosto de 2004. Durante este período los exportadores debían cumplir con
todos los requisitos -estar inscriptos en la FDA, tener un representante en los Estados
Unidos, y notificar a este país cualquier embarque- pero contaron con la ayuda
de una guía emitida por la FDA
y la aduana.[113] Al
momento de escribir este artículo no estamos en condiciones de evaluar el
impacto de estas nuevas exigencias sobre las exportaciones argentinas, aunque
ya se conocieron algunos inconvenientes vinculados a una exportación de
limones.[114]
3-2-4 El Sistema Generalizado
de Preferencias y la modificación a la ley de patentes: la historia del garrote
y la zanahoria.
El tratamiento de la agenda comercial con Estados Unidos
estuvo cruzado a lo largo de toda la década de los 90´ por el interés de
Washington en que nuestro país modificara su legislación sobre propiedad
intelectual. Entre los actores que más presionaron en esta dirección se
destacaron los laboratorios medicinales americanos -con la compañía de los
europeos- que junto al gobierno de Washington aplicaron un lobby permanente
sobre el Poder Ejecutivo Nacional y ejecutaron una política de vinculación de
cuestiones que incrementó las disputas al interior del Ejecutivo y entre este y
el Congreso. La aprobación de la nueva Ley de Propiedad Intelectual en 1995
incluía varias de las demandas estadounidenses, concediendo más de lo que nos
exigía la OMC,
pero no dejó totalmente conforme a Washington que continuó aplicando su
estrategia de presiones. Así en mayo de 1997 Estados Unidos suspendió un 50% de los productos argentinos
beneficiarios del SGP (Sistema Generalizado de Preferencias) porque la ley de
propiedad intelectual no era congruente plenamente con los intereses
norteamericanos.
Durante el gobierno de transición de Eduardo Duhalde se
logró el ingreso de 57 productos argentinos al SGP estadounidense. Este ingreso
fue positivo en términos comerciales pero, de acuerdo a ciertos análisis,
estuvo vinculado con las negociaciones sobre una nueva modificación en la
legislación vigente sobre protección de la propiedad intelectual que se
concretó a fines de 2003[115], bajo
la presidencia de Néstor Kirchner, constituyéndose en un muestra más de la
continuidad de la estrategia de Washington en esta cuestión más allá de algunas
concesiones otorgadas transitoriamente, que recuerdan el tradicional estilo del
garrote y la zanahoria o, dicho de otra forma, la continua presencia de
contenidos conflictivos y cooperativos como eje de su modalidad de
negociación.
Un repaso de los
hechos confirma esta tendencia. En abril de 2002, luego de
tres años de consultas formales, Argentina y Estados Unidos alcanzaron un
acuerdo en materia de patentes y datos de prueba. El acuerdo se notificó a la OMC en junio de 2002 y desde
mayo a diciembre de 2003 la
Dirección de Solución de Controversias Económicas
Internacionales (DISCO) continuó el seguimiento del proyecto de reforma
tendiente a modificar parte de la ley de Patentes de Invención y Modelos de
Utilidad Nº 24.481.
La nueva norma implica una ampliación de los derechos sobre
las patentes, alcanzando a todo el proceso de fabricación. También se establece
la inversión de la carga de la prueba, es decir que es el demandado el que
tiene que demostrar que el procedimiento que utiliza para obtener el producto
es diferente del procedimiento patentado.[116]
Además se establece la aplicación de medidas cautelares por parte de la
justicia y el patentamiento de microorganismos, patentes transitorias y
protección de datos de prueba contra un uso comercial ilegal.[117]
A pesar de estas modificaciones a la legislación sobre
patentes, la Oficina
del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) -volviendo a la idea de
garrote- incluyó a Argentina en la Priority Watch List, esto es en la lista de países que
no otorgan un nivel adecuado de protección a los derechos de propiedad
intelectual o que directamente no aplican esta protección. El informe señala
que si bien el gobierno argentino enmendó su ley de patentes para dar
protección a los productos obtenidos en los procesos de patentamiento luego de
un acuerdo con Estados Unidos en mayo del 2002, el sistema de derechos de
autor, de patentes y los regímenes de protección de datos argentinos, no
cumplen con las obligaciones nacionales. Por otra parte, el informe destaca la
existencia de piratería en varios sectores de la industria.[118]
Durante su visita al país la asesora de alto nivel en
biotecnología del Departamento de Estado, Madelyn Spirnak, señaló la prioridad
que la administración Bush otorga la cuestión de la propiedad intelectual. En
este sentido, la funcionaria norteamericana hizo referencia a un tema que preocupa
al gobierno de Estados Unidos: el conflicto entre la multinacional Monsanto y
los productores argentinos por el pago de regalías para las semillas de soja
transgénica.[119] Esta pelea se resolvió
temporalmente luego de la reunión del Consejo Agropecuario del Sur (CAS) -que
agrupa a Argentina, Chile, Brasil, Bolivia, Paraguay- donde se acordó el pago
de compensaciones a Monsanto por la soja cosechada como un mecanismo
transitorio.[120]
El tema de las patentes
ha sido objeto de iniciativas conjuntas entre Argentina y Brasil que
presentaron una iniciativa en la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI) –con el
respaldo de varios países latinoamericanos- a favor de cambios en el
sistema de patentes. LA OMPI dispuso analizar medidas
para que las patentes y derechos de autor beneficien más a países en
desarrollo.[121]
Por otra parte, y esta vez recordando a la zanahoria, el 1 de julio de 2004, a través de una
Proclama Presidencial, George W. Bush perdonó la aplicación de Competitive Need Limatations para algunos
productos argentinos como aceite de jojoba, mezclas para panadería y
repostería, tortas y residuos de aceite de maní y de girasol. La aplicación de
estos waivers minimis significa que
estos productos a pesar de haber alcanzado un umbral máximo de participación en
las importaciones totales de Estados Unidos -lo que conlleva a la eliminación
de las preferencias- seguirán beneficiándose del ingreso con arancel cero al
mercado americano. De acuerdo a los análisis del gobierno argentino esta
actitud de Washington es fruto de la tarea conjunta entre gobierno y empresas
que participaron de la revisión anual 2003 del SGP. La Cancillería también
destacó que entró en vigor el acuerdo por el cual se incluye en el SGP algunas
posiciones de artesanías textiles
argentinas, lo que beneficiará a numerosos artesanos de Noroeste argentino y de
Neuquén que pertenecen a comunidades particularmente afectadas por la pobreza y
la marginación.[122]
El 29 de marzo de 2005, el Federal Register de los Estados Unidos publicó el inicio de la revisión anual del Límite de
Necesidades de Competencias del SGP que se realiza sobre los datos resultantes
del intercambio comercial de 2004. La lista I contiene los productos que
durante el 2004 fueron exportados por montos mayores a 115 millones de dólares
o que excedieron el 50% de las importaciones totales de EEUU, los que perderán
la preferencia arancelarias a partir del 1 de julio de 2005, a menos que medie
–como ocurrió en 2004- un waiver.
Este anuncio afectó una sola posición arancelaria para la Argentina (cueros para
tapicería) y según información proporcionada por la Fundación Exportar,
ya se está gestionando el correspondiente waiver.
La Lista
II señala aquellos productos que están
por sobre el 50% del Límite de Necesidades de Competencia, pero su monto en
dólares es reducido, por lo que su elección para un waiver minimis es factible. En el caso de Argentina están
comprometidas las siguientes posiciones arancelarias: materias vegetales para
trensado, mezclas comestibles que contengan aceite de soja, preparaciones
conteniendo carne vacuna, mezclas de panadería, pulpa de damasco, tortas y
residuos resultantes de la extracción de aceite de maní y girasol,
desinfectantes, cuero crudo, curtidos vegetales y pre- curtidos.
La Lista
III incluye los productos que perdieron
el trato preferencial en el pasado, pero que podrían ser redesignados. Para
Argentina estos productos son: cortes de carne vacuna, glucosa y jarabe de
glucosa, fructuosa y jarabe de fructuosa y pasta de manzana, pera y membrillo.[123]
3-2-5 Otras cuestiones
comerciales
El 23 de octubre de 2003 el subsecretario de Comercio,
Peter Allgeier, llegó a Buenos Aires. El mismo día se reunió con Lavagna y
participó de una cena en la embajada norteamericana. También participó de la
reunión del Consejo Bilateral de Comercio e Inversión.[124]
El objetivo era negociar el ingreso de miel y acero a Estados Unidos,
restringido con el argumento de que esos productos se venden por debajo del
costo. La inclusión de nuevos productos como el aceite de maíz y de soja
también fue abordada en la reunión.[125]
A dos meses y medio de esta visita la Cancillería anunció a
través de un comunicado que el gobierno de los Estados Unidos informó al
gobierno argentino la decisión preliminar de eliminar el derecho antidumping
aplicado a la miel argentina desde octubre de 2001. Esta medida preliminar fue
resultado de las gestiones llevadas adelante por la propia Cancillería desde
diciembre de 2002, cuando solicitó que se revisaran las medidas que aplicaba
Washington para proteger a los productores de su país. La Cancillería pudo
demostrar que la producción de miel argentina es competitiva y que no se basa
en subsidios o precios de dumping. Sin embargo, todavía los productores
norteamericanos tienen una posibilidad de apelar la revisión en una audiencia,
luego de la cual se tomará la decisión definitiva.
En el marco de la OMC Argentina y Estados Unidos llevaron adelante
acciones conjuntas, como un reclamo contra la UE, al cual se sumó Canadá; estos tres países
solicitaron panel en agosto de 2003 contra la moratoria de facto que mantienen
las Comunidades Europeas en la aprobación de productos de biotecnología y
contra prohibiciones que mantienen diversos países miembros de la UE contra estos productos.[126]
Argentina por su parte, solicitó panel a EEUU por extinción
de los derechos antidumping impuestos a los artículos tubulares para campos
petrolíferos procedentes Argentina[127],
que son producidos por la empresa Siderca del grupo Techint. Nuestro país
obtuvo el primer fallo favorable en julio de 2004 y aunque Estados Unidos apeló
la medida, en noviembre de 2004 obtuvimos nuevamente un fallo favorable, esta
vez definitivo. Al haberse agotados todas las instancias de apelación,
Washington deberá ahora remover los aranceles que impidieron desde 1995 el
ingreso de tubos para la industria petrolífera.[128]
4- CUESTIONES VINCULADAS A LA DIMENSIÓN ESTRATÉGICO–MILITAR
En este apartado haremos referencia a
cuestiones vinculadas con la dimensión estratégico-militar de la política
exterior, las cuales se encuentran influidas por la política llevada adelante
por Estados Unidos a nivel global, donde los temas de seguridad adquirieron una
mayor importancia y características particulares que se reflejan también en las
relaciones bilaterales entre Buenos Aires y Washington.
Sin embargo, consideramos que en los
aspectos estratégicos - militares no existió una ruptura o cambio estructural
en la política exterior hacia Estados Unidos, sino una estrategia de ajuste,
tal como sostuvimos en nuestras hipótesis. Es posible que la existencia sólo de
ajustes se explique más por las acciones argentinas que por el perfil de la
política americana, debido a que nuestro país adoptó en los 90` la decisión de
adherir a los regímenes de no proliferación, trabajar para consolidar las medidas
de consolidación de confianza con los países vecinos, e incrementar la
participación en las OMP. Todas estas medidas son adecuadas para un país
democrático, y, consecuentemente, son valoradas positivamente por el conjunto
de los gobiernos democráticos, más allá de las valoraciones que los
funcionarios realicen sobre un mayor o menor alineamiento con Washington.
La creciente “securitización” de la
agenda de política exterior norteamericana luego de los atentados del 11 de
septiembre de 2001 ha
tenido impacto en la región. A nivel regional se destaca: 1- la reducción de
los montos de cooperación para el desarrollo, 2- el creciente involucramiento
de las Fuerzas Armadas de la región en cuestiones vinculadas a la lucha
antiterrorista, 3- la conversión de los temas sociales -como las migraciones-
en cuestiones de seguridad, y 4- la promoción de una solución principalmente militar al
conflicto colombiano.[129]
Dentro de un contexto de
condicionamiento de los temas de la agenda interamericana a las prioridades de
seguridad de Estados Unidos se presenta un aspecto provechoso: la preocupación
de Estados Unidos en fortalecer el Estado de Derecho para incrementar las
condiciones de gobernabilidad de la región, a fin de evitar, por ejemplo, que
los terroristas utilicen el sistema financiero y político para alcanzar sus
objetivos.
A nivel subregional, en el marco de las
relaciones entre los países del MERCOSUR y Estados Unidos, incluso se plantea
que las dificultades financieras por las que atravesaron los países de la región
y la posibilidad que estas lleguen a afectar los intereses de Estados Unidos en
materia de seguridad condujeron a que Washington desempeñe un papel decisivo en
las negociaciones financieras que involucraron a los países de la subregión[130],
como lo demuestra especialmente el caso argentino. En este sentido se considera
que el énfasis en cuestiones de seguridad asociadas a la preocupación por las
áreas sin ley y por la gobernabilidad ha tenido en los países del MERCOSUR
externalidades positivas.[131]
A estas consideraciones deben agregarse
otras que completan el análisis. No deben soslayarse las evaluaciones de la
administración Bush acerca de la necesidad de disminuir la dependencia de los
actores privados no gubernamentales y, principalmente de actores como el sector
financiero transnacional, tal como lo explicamos en el apartado sobre las
cuestiones económicas.
Por otro lado, y específicamente en el
área estratégico militar, se observa la conjugación de cuestiones que han
suscitado desacuerdos, así como temas o áreas en las que se tiende a conformar,
en términos de Roberto Russell y Juan Gabriel Tokatlian, esferas de
cooperación.[132]
Las relaciones entre Argentina y
Estados Unidos dentro de la dimensión estratégico militar se han desarrollado
en dos sentidos, en ocasiones entrecruzados: con una mayor cooperación en
cuestiones de seguridad prioritarias para Estados Unidos y compartidas por el
gobierno argentino -entre las que se debe mencionar las acciones argentinas en
Haití, los acuerdos alcanzados con la
NASA, la participación argentina en la Iniciative Proliferation Security (IPS), la instalación de oficina de cooperación y otros
componentes que conforman las microrelaciones entre ambos países- con
conflictos en cuestiones donde se plantean posiciones divergentes entre ambos
gobiernos. En este marco debe señalarse que temas como la triple frontera y el
plan de radarización si bien son materia de cooperación, también involucran la
necesidad de superar en la negociación puntos muy controvertidos.
Las principales cuestiones conflictivas
comprenden la participación de las FFAA en asuntos de seguridad interna como el
narcotráfico y la solicitud estadounidenses sobre el otorgamiento de
inmunidades a sus soldados en territorio argentino, temas que trascienden a la
administración Kirchner en tanto han atravesado a administraciones anteriores.[133]
4-1 Inmunidad, triple frontera y participación de las FFAA en asuntos de seguridad interna: Ítems de una agenda conflictiva
El
pedido por parte de Estados Unidos sobre el
otorgamiento de inmunidad a sus tropas ante la Corte Penal
Internacional ha
sido un tema recurrente en el ámbito de las cuestiones estratégico militares de
las relaciones argentino-estadounidenses. El reclamo
americano al gobierno argentino data de la administración Duhalde,
específicamente de agosto de 2002 cuando Washington solicitó a la Argentina la firma de un
“convenio de inmunidad” para que sus efectivos no puedan ser reclamados por la Corte Penal
Internacional (CPI), de la cual Argentina es integrante. A partir de la
creación de la CPI Estados
Unidos pretendió que cada país en el que sus tropas participaran de algún
ejercicio aplique el artículo 98 del Tratado de Roma, que permite a los países
signatarios firmar acuerdos bilaterales con terceros países a través de los
cuales se otorga inmunidad a los ciudadanos de ese país contra toda
jurisdicción de la CPI.
Aplicando una política de vinculación de cuestiones la Casa Blanca amenazó
con retirar sus soldados tanto de los Operaciones para el Mantenimiento de la Paz como de las Fuerzas
Multinacionales de Paz que están en funcionamiento y, a su vez, no enviar
misiones (integradas por militares y civiles) a ningún país que se negase a
firmar un acuerdo bilateral que garantice por escrito su inmunidad.
Bajo el Gobierno de Duhalde se intentó
encontrar un atajo jurídico que cumpliese con las exigencias estadounidenses y
que, a su vez, no contradiga los principios de la CPI y que no necesite pasar
por el Congreso. Dentro de este marco se barajó la posibilidad de aplicar a las
tropas estadounidenses la
Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y
Consulares de 1961; sin embargo esta fórmula no prosperó.
Durante la gestión de Kirchner este
reclamo de Estados Unidos se presenta como un tema aún pendiente de resolución,
pero con dos componentes nuevos: una política de sanciones impuesta por
Washington de la cual Argentina fue exceptuada y la decisión del gobierno
nacional de encontrar una solución al problema que no involucre el otorgamiento
encubierto de inmunidades totales. En julio de 2003 el gobierno norteamericano
suspendió la ayuda militar a 35 países miembros de la CPI que no firmaron aún la
inmunidad que la Casa
Blanca pretende. Sin embargo, el gobierno de Bush decidió
eximir a tres categorías de países: los países de la OTAN, los países aliados
extra OTAN y Taiwán. Es decir que por el momento Argentina, debido a su status
de aliado extra OTAN, mantendrá la ayuda militar norteamericana que fue
suspendida a otras naciones de la región.
Washington reclamó la inmunidad para
los soldados estadounidenses como requisito para que se pudieran continuar los
ejercicios militares conjuntos. En este marco, la atribución del Congreso de la Nación de permitir el
ingreso de tropas extranjeras en el territorio de la nación así como la salida
de las fuerzas nacionales -tal como lo señala el inciso 28 del art. 75 de la Constitución Nacional-
fue considerada el obstáculo fundamental. Según este artículo, el Poder
Ejecutivo debe informar al Legislativo en caso de que exista algún tipo de
inmunidad para las tropas extranjeras. La ausencia de una ley que regule esta
cuestión fue un inconveniente que impidió la realización de ejercicios
militares con EEUU en territorio argentino durante 2003, lo cual generó ciertas
críticas por parte de funcionarios estadounidenses.
A mediados de agosto de 2003, en una
reunión en la que participaron el Canciller Bielsa y el Ministro de Defensa
José Pampuro junto a los integrantes de la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa de la Cámara de Diputados de la Nación se intentó
consensuar un marco para impulsar la aprobación de dos iniciativas necesarias
para la realización de los ejercicios conjuntos previstos para octubre del
mismo año (Águila III). Una de las iniciativas era un proyecto de ley marco que
regula la autorización para el ingreso y egreso de tropas; la otra se refería a
los operativos conjuntos y proponía dar inmunidad con alcances funcionales.
A pesar de los esfuerzos del gobierno
en lograr el apoyo del Congreso para el otorgamiento de las inmunidades, esto
no se logró y el ejercicio Águila III fue suspendido. En cambio sí fue aprobada
la ley que regula el ingreso de tropas extranjeras al país y la salida de
fuerzas nacionales, dando un marco legal a esta cuestión que durante largo
tiempo no había sido tenido en cuenta.[134]
Ya
con la ley en vigencia el Poder Ejecutivo presentó al Congreso un pedido de
autorización para la participación de fuerzas militares argentinas en tres
ejercicios combinados que se desarrollaron entre junio y septiembre de 2004. En
cumplimiento con la ley 25880 y en un intento de alcanzar una mayor
previsibilidad y planificación con relación a los ejercicios militares
combinados con fuerzas armadas de otros países se presentó al Congreso el Plan
Anual de Ejercicios Combinados para el periodo comprendido entre el 1 de
septiembre de 2004 y el 31 de agosto de 2005. Al no haber ejercicios
programados que impliquen entrada de tropas estadounidenses al territorio
argentino, no se realizó ningún pedido de inmunidades. Todos los ejercicios
combinados en los que Argentina participa junto con
fuerzas de Estados Unidos
-“Unitas XLV -2004- Fase Pacífico”, “PANAMAX-2004”, “Unitas XLVI-2005-Fase
Pacífico”, “PANAMAX-2005”
y “SALITRE 2004”- son realizados fuera del territorio argentino.[135] La
ausencia de ejercicios conjuntos podría ser explicada por las dificultades que
se hubieran presentado en el Congreso para la obtención de la aprobación de las
inmunidades que, además, se conjugó con la voluntad política expresada por
parte del gobierno nacional de no otorgar dichas inmunidades.
Tanto la sanción de
esta ley como la redacción y el envío al Congreso de un Proyecto de Ley con un
Plan Anual de Ejercicios Combinados -por primera vez en la historia- son
considerados logros para el Ministerio de Defensa.[136]
Sin embargo los ejercicios conjuntos en nuestro territorio con fuerzas
norteamericanas hasta el momento se han visto imposibilitados y desde la
perspectiva estadounidense la sanción de esta ley constituye en palabras de un
oficial norteamericano un “contratiempo” en la relación entre ambos países.[137]
Lino Gutiérrez se refirió a la suspensión del ejercicio conjunto Águila III
declarando que hubiera preferido que se hicieran, pero que entendía la
existencia de dificultades institucionales, en referencia a la oposición del
congreso a otorgarle inmunidades a los soldados estadounidenses. Los reclamos
norteamericanos y las consideraciones sobre la necesidad de dar respuesta a
este tema fueron recurrentes y se hicieron presentes en los diversos medios de
comunicación argentinos.[138]
En la reunión entre
Rumsfeld y Pampuro en noviembre de 2004 –en el marco de la
VI Conferencia de Ministros de Defensa de las
Américas, celebrada en Quito en noviembre de 2004- se decidió retomar los
ejercicios militares conjuntos entre ambos países adoptando la modalidad
llamada “guerra virtual”, es decir la utilización de simuladores y
computadoras, sin movimiento de tropas.[139]
Como sostuvimos
anteriormente los pedidos desde Washington de inmunidad a sus tropas son parte
de una política global que también se ha extendido a otros países de la región.
Dentro del Cono Sur se destaca el caso de Paraguay. Este país, a través de una
ley sancionada por el Congreso en mayo de 2005, otorgó inmunidad a las tropas
estadounidenses para entrar y salir de su territorio con armamentos y operar en
cualquier punto del mismo hasta diciembre de 2006. También el Congreso
paraguayo autorizó la realización de ejercicios conjuntos, que involucran a
tropas estadounidenses. A partir de esto fueron creciendo las versiones acerca
de un presunto interés de la
Casa Blanca de establecer una base militar en el Paraguay y
de esa manera alcanzar un control sobre la región de América del Sur, que se ha
convertido en una fuente de preocupación a raíz de la actual crisis boliviana,
la frágil situación de Ecuador que en un período de 9 años tuvo 7 presidentes y
la crisis interna de corrupción que atraviesa el gobierno de Lula Da Silva.
Estas versiones -que fueron negadas por el primer mandatario paraguayo-
suscitaron ciertos reparos por parte del gobierno brasilero.[140]
En relación a la
crisis por la que atraviesa Bolivia, Rumsfeld -en su visita a Paraguay- señaló
que existen pruebas sobre la participación de Venezuela y Cuba en la situación
de este país. Afirmó que “la agresiva agenda de política exterior cubana,
respaldada por los dólares venezolanos está teniendo una influencia que no
ayuda en la región”.[141]
También durante su visita a Perú en agosto de 2005 reiteró el reclamo por
inmunidad ante el gobierno de Toledo, incluso se llegó a especular con que el
tratado de libre comercio que Perú -junto con Colombia y Ecuador- negocia con
EEUU quedaría sujeto a la condicionalidad del otorgamiento de inmunidades.
En la evaluación norteamericana sobre la situación de
América Latina en materia de seguridad se evidencian ciertas diferencias de
acuerdo a la subregión de la que se trate. Mientras que la zona andina es vista
por Estados Unidos como una zona de amenaza real, existente y muy peligrosa, el
cono sur es clasificado como una zona de amenaza potencial donde situaciones
como la de la Triple Frontera aparecen como preocupante.[142]
La zona de la Triple Frontera ha sido caracterizada como un
centro regional para las actividades lucrativas de grupos como Hezbollah y
HAMAS, también para el tráfico de armas y drogas, el contrabando, el lavado de
dinero y la producción y comercialización de mercadería pirata. Sin embargo,
los informes que dan cuenta de la presencia de grupos islámicos
fundamentalistas no han sido corroborados y en consecuencia la zona se
configura en un área de amenaza potencial
La caracterización de esta área compartida por Brasil,
Argentina y Paraguay como una zona de amenaza potencial es consecuencia de la
conjugación de diversos elementos: la presencia de una fuerte comunidad
musulmana y árabe, la existencia de
actividades ilegales, la debilidad en las funciones de control de las agencias
de seguridad, entre otros elementos, que dan lugar a la conformación de
"áreas sin ley". A esto se añaden las percepciones de funcionarios
norteamericanos que, conjuntamente con diversos informes publicados por medios
de comunicación norteamericanos e internacionales, apuntan a considerar a la
zona como una amenaza real.[143]
En esta dirección el semanario Newsweek[144]
reveló la existencia de un memo clasificado que sugería, con posterioridad a
los atentados del 11 de septiembre, la posibilidad de atacar la Triple Frontera.
Frente a la situación de la Triple Frontera y
a los temores que genera los países de la zona han venido incrementando la
cooperación. Ya desde 1998 Argentina, Brasil y Paraguay habían creado una
Comisión tripartita como mecanismo de seguridad. Esta comisión a mediados de
2002 evaluaba que en la triple frontera no existía actividad terrorista
propiamente dicha, pero que la posibilidad
que desde esa zona se financien grupos extremistas que actúan en otros puntos
del planeta era viable, por lo que se decidió intensificar los controles en
este tema.
Atendiendo a esta preocupación, el grupo 3 + 1 constituido
en 2002 por Argentina, Brasil y Paraguay, más Estados Unidos intenta abordar la
problemática de seguridad en la zona y cooperar en la coordinación de tareas de
control sobre cuestiones como tránsito de personas, tráfico de bienes. Estados
Unidos participa otorgando asistencia y asesoramiento.[145]
En diciembre de 2003 en Asunción se celebró una de las
reuniones entre los tres países de la región seguida por otra reunión con todos
los países integrantes del mecanismo 3+1. En este marco se produjo la visita
programada del Coordinador Principal Adjunto de la Sección Antiterrorista
del Departamento de Estado que viajó a Paraguay y recorrió la zona en cuestión.
Durante en año 2004 el funcionamiento del mecanismo 3+1 fue analizado en
ocasión de visitas de funcionarios norteamericanos.[146]
Si bien para Argentina el tema del terrorismo merece suma
atención, nuestro país tiene una postura diferente a la de Estados Unidos en
cuanto a los instrumentos para enfrentar este flagelo. Esto quedó evidenciado
en la Conferencia Especial sobre Seguridad, que se realizó en el
mes de octubre de 2003 en la ciudad de México, donde se adoptó la “Declaración
sobre Seguridad en las Américas”. En esta cumbre se abordaron tanto las
cuestiones relacionadas con las amenazas a la seguridad tradicional como las
llamadas nuevas amenazas como la lucha contra el terrorismo, narcotráfico,
desastres naturales, epidemias, etc. En este marco se instaló el debate entre
Estados Unidos y América Latina sobre el rol de las fuerzas armadas en la lucha
contra en narcotráfico y el terrorismo. Argentina, Brasil y México se aliaron
para impedir que el narcotráfico y el terrorismo sean tratados como cuestiones
de defensa que involucran a las FF.AA.. Por otra parte, las reuniones
preparatorias llevadas adelante encontraron la oposición del gobierno de los
Estados Unidos a incorporar temas como el cambio climático y las minas
personales. Este país fracasó al intentar que la Junta Interamericana
de Defensa se ocupe de temas como el terrorismo y narcotráfico, en tanto los
mismos continuarán siendo abordados por organismos específicos (CICTE -Comité
Interamericanos contra el Terrorismo- y CICAD - Comisión Interamericana para el
Control del Abuso de Drogas).
4-2 Una agenda cooperativa
diversificada: Haití, radares, PSI, Contenedores y acuerdos con la NASA.
El comienzo de la
participación argentina en las misiones de paz data de 1958, aunque es a partir
de los años 90` que esta participación se convierte en un elemento central de
articulación entre política exterior y de defensa y adquiere mayor relevancia
en vinculación a una decisión de política exterior.[147]
Durante los primeros
meses de 2004 en Haití se desató una
crisis que llevó a que Aristide abandonara el país, en el marco de fuertes
enfrentamientos entre diferentes grupos militarizados que tomaron diversas
ciudades. El caso haitiano requirió del accionar del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas avalando primero la conformación de una fuerza
multinacional interina y, después, implementando una Operación de Mantenimiento
de la Paz (OMP)
con el acompañamiento de la OEA.
La Fuerza Multinacional Provisional -autorizada por la
resolución 1529 del Consejo de Seguridad de N.U.- arribó en marzo de 2004 a Haití y estuvo
compuesta por tropas estadounidenses, canadienses, francesas y chilenas. La
rapidez con que las fuerzas estadounidenses llegaron a Haití se vinculó con la
necesidad de evitar que el conflicto desestabilice la región de la Cuenca del Caribe o genere
una ola de inmigrantes haitianos hacia las costas de Florida. Siendo Haití uno
de los pocos países franco parlantes del continente la participación de Canadá
y de Francia se explica por las tradicionales preocupaciones de sus diplomacias
sobre la cuestión haitiana.[148]
Lo novedoso fue la participación de las tropas chilenas que por primera vez actuaron
a nivel de batallón en una OMP, ya que hasta ese momento sólo habían
participado como observadores o sectores.
A los tres meses de
iniciada la fuerza multinacional, tuvo lugar un repliegue de la misma y comienza la etapa de la operación de
estabilización –establecida por la resolución 1542 del Consejo de Seguridad de
N.U. y denominada MINUSTAH- bajo el mando militar de un general brasileño y con
tropas brasileras, argentinas y chilenas.
En junio de 2004,
después de un largo debate en el Congreso, nuestro país decidió participar en
esta OMP. Uno de los argumentos centrales de quienes se opusieron fue que esta
decisión estuvo ligada a los intereses estadounidenses y constituía un intento
del gobierno argentino de congraciarse con Washington, después de haberse
negado a enviar tropas a Irak.
La presencia de fuerzas
latinoamericanas en el escenario haitiano donde se desarrolla la primera
Operación de Paz en la región sin la participación de ninguna potencia, es
objeto de diversos análisis. Han surgido interrogantes: “¿Estamos en presencia
de un vacío hegemónico (deliberado) en el continente que abre espacio (u
obliga) a una mayor participación de Brasil y de sus principales socios
sudamericanos en la seguridad regional? ¿Se inaugura con esto un espacio de disputa
entre Estados Unidos y el Cono Sur en materia de influencia regional?, o
¿estamos en presencia de una armónica “división de trabajo” entre países de
intereses medios vs. la potencia global?”- se preguntaba el Subsecretario del
Ministerio de Defensa de Chile.[149]
Con relación a estos
interrogantes corresponde realizar algunas consideraciones. En primer lugar la
participación de fuerzas sudamericanas en Haití es vista con beneplácito desde
Washington, que ha reconocido la cooperación regional en la pacificación de
Haití. El reconocimiento del rol de las tropas argentinas en Haití se ha hecho
expreso en diversas ocasiones. En el marco de la reunión bilateral que Pampuro
mantuvo con el Secretario de Defensa estadounidense en Quito -cuando se
desarrollaba la Cumbre
de Ministros de Defensa de las Américas- Rumsfeld elogió las contribuciones de
los soldados argentinos en Haití y dijo estar complacido en cómo rápidamente
los países latinoamericanos crearon una fuerza para reemplazar a la fuerza
interina compuesta por EE.UU, Francia y Chile.[150]
“Argentina está jugando realmente un rol vital en las Fuerzas Multinacionales
de mantenimiento de la paz en Haití (…) Es un importante servicio al
hemisferio, de lo que los argentinos pueden estar orgullosos” señaló Rumsfeld en
su visita a la Argentina
en marzo de 2005.[151]
Mientras que ciertos
autores plantean que los ejércitos latinoamericanos bajo el mando brasileño
cumplen funciones de intermediario del imperio contra la resistencia haitiana,
desde la perspectiva del gobierno argentino la participación en Operación
Multinacional de Paz, denominada MINUSTAH es uno de los logros de gestión.[152]
Si bien la cooperación
latinoamericana en Haití le posibilitó a EE.UU. reservar recursos militares
para sus prioridades en materia de seguridad situadas en el Golfo Pérsico, para
Gaspar Tapia no se puede hablar de la existencia de un vacío hegemónico, sino
del surgimiento de coincidencias en el hemisferio en materia de seguridad.
También debe señalarse que las características de esta operación proporcionan
una importante experiencia destinada a fortalecer la integración y la
proyección política internacional de la región.[153]
El accionar conjunto de
los países de la región se ha expresado en la conformación de un “Plan Integral
de Ayuda” a Haití -consensuado entre los cancilleres de Argentina, Chile y
Brasil y el representante de la
ONU en Haití- que fue presentado desde la presidencia del
Consejo de Seguridad por el canciller Bielsa. En el mismo se propuso la
creación de un grupo de trabajo que asiste al PNUD y al BID para avanzar con
los programas de reconstrucción institucional del país.
Argentina asumió un
perfil activo solicitando apoyo a Estados Unidos para destrabar los fondos destinados a Haití
y para el envío completo de las tropas previstas. La participación del
Ministerio de Defensa y de la
Cancillería argentina en el conflicto haitiano da cuenta del
estrecho vínculo entre la
Política Exterior y la Política de Defensa.
La instalación de radares a lo largo del territorio nacional reclamada por Estados
Unidos se inscribe en el intento de garantizar un mayor control a fin de evitar
la existencia de escenarios propicios para actividades vinculadas al terrorismo
y a los delitos transnacionales en general. En noviembre de 2004 en el marco de
un encuentro bilateral con Rumsfeld el
ministro Pampuro planteó que el gobierno nacional tenía un nuevo plan de
radarización.[154]
Durante 2004 el Ministerio de Defensa
ha incentivado la realización de un programa de construcción de radares que
atienda el déficit que tiene nuestro país para el control aéreo de nuestras
fronteras, con el objetivo de fortalecer la lucha contra el narcotráfico y el
terrorismo. La prioridad es el control del límite norte donde se producen
permanentemente vuelos clandestinos. Los radares necesarios para esta tarea son
de tres dimensiones o de guerra.
A fin de desarrollar este proyecto el gobierno
dejó sin efecto el “Plan Nacional de Radarización”, implementado por decreto
145/96 y para el cual se había convocado un llamado a licitación internacional
para la compra de estos radares que fue suspendido, y lo reemplazó por el
“Sistema Nacional de Vigilancia y Control aeroespacial” (SINVCA), que fue
promulgado por ley durante el mes de octubre de 2004. Dicho sistema apunta a
"atender tanto a la seguridad del movimiento del tránsito aéreo comercial
y general como a impedir la violación de la soberanía de nuestro espacio
aéreo". La parte inicial del proyecto tiene como objetivo la construcción
de 11 radares de monoimpulso, lo que ya está en marcha. La segunda etapa apunta
a la modernización de tres radares 3D móviles de gran alcance.
El plan anterior creado bajo la
administración Menem suponía una inversión de 800 millones de dólares que había
ganado, en una polémica licitación, la empresa norteamericana Northrop que
luego se asoció con la italiana Alenia. El plan de Kirchner es diametralmente
opuesto al de Menem y se basa en su idea de revitalizar el desarrollo
tecnológico nacional en áreas estratégicas y en este caso específico le daría un
rol significativo a INVAP.[155]
El proceso de radarización implementado
por el gobierno argentino no sólo se trató en la reunión que ambos responsables
de la defensa mantuvieron en Quito, sino que fue un de los temas abordados en
ocasión de la visita realizada por
Rumsfeld a Buenos Aires en marzo de 2005. En las declaraciones
posteriores a este último encuentro Pampuro hizo referencia, congruentemente a
lo planteado por el Presidente, al interés argentino en fortalecer su
desarrollo científico y tecnológico como una de las claves del nuevo perfil
productivo de país, al mismo tiempo que señaló darle la bienvenida a la
cooperación tecnológica con los Estados Unidos.[156]
Argentina se sumó al programa denominado Proliferation Security Iniciative (PSI) en 2005. El mismo fue
lanzado por Bush en 2003 y tiene como objetivo combatir el tráfico de armas de
destrucción masivas y de los materiales para su construcción. A través de la
"interdicción de cargamentos de armas de destrucción masiva, sus medios de
transportes y de bienes de uso dual provenientes y/o con destino a grupos
terroristas o Estados considerados ‘motivo de preocupación en materia de
proliferación’".[157]
La participación argentina en la
Reunión de Cracovia donde se celebró el primer año de la
iniciativa fue agradecida a través de dos notas dirigidas al canciller Bielsa,
la primera de parte del entonces Subsecretario de Control de Armas y Seguridad
Internacional John Bolton -actual embajador de EEUU en N.U.-. y la segunda del
entonces Secretario de Estado, Colin Powell, reemplazado actualmente por
Condoleezza Rice. En ambas notas se solicitaba la adhesión de Argentina a la Declaración de
Principios de esta iniciativa, que finalmente se concretó en 2005. Para
Condoleezza Rice "el peligroso comercio de armas de destrucción masiva
sólo puede ser frenado a través de los esfuerzos coordinados y continuos de la
comunidad internacional (...) Cuanto mayor sea el número de países activamente
involucrados en la PSI,
más segura estará la gente en todos lados".[158]
Otra
de las iniciativas vinculadas a incrementar la seguridad en las que Argentina y
Estados Unidos han cooperado es la Iniciativa de Seguridad de Contenedores (CSI por
sus siglas en inglés). Durante 2004 se avanzó en las negociaciones para que
Argentina ingrese a la iniciativa y en ese marco funcionarios aduaneros de
Estados Unidos visitaron nuestro país.[159]
Luego del escándalo desatado por el
tráfico de cocaína hacia España desde el aeropuerto de Ezeiza (caso Southern
Winds) el gobierno argentino implementó una serie de medidas destinadas a
incrementar la seguridad aeroportuaria, ejemplo de esto fue el reemplazo de la PAM por la PSA. En marzo de 2005,
después que el caso SW se hiciera público y frente a las crecientes
preocupaciones en materia de lucha contra el narcotráfico expresadas por parte
de Washington en relación al puerto de Bs. As. y a los aeropuertos argentinos,
la prensa anunciaba como inminente una más estrecha colaboración de la DEA (Drug Enforcement
Administration) con nuestro país, así como la firma del acuerdo entre las
aduanas de Argentina y EEUU en el marco de la SCI.[160]
El
informe anual realizado por Departamento de Estado sobre la lucha contra el
narcotráfico[161],
dado a conocer en marzo de 2005, señala que los contenedores que pasan el
sistema marítimo argentino constituyen el medio de transportes de narcóticos
con mayores volúmenes. Dado que Argentina como miembro del MERCOSUR no puede
inspeccionar contenedores provenientes de otros estados miembros, se considera
a estos contenedores como una gran amenaza de tráfico. También se indica que la
salida de drogas desde la
Argentina se realiza a través de aerolíneas comerciales y de
barcos cruceros de pasajeros y los destinos de estos cargamentos son
principalmente Europa -en el caso de la cocaína- y Estados Unidos -en el caso
de la heroína. El zar antidrogas del gobierno de George Bush, John Walters,
evaluó que "la
Argentina aún no es un punto neurálgico para el tráfico de
drogas producidas en los países andinos, pero sí figura entre nuestros puntos
de preocupación"[162].
En
mayo de 2005 el titular de la
AFIP, Alberto Abad y el embajador Lino
Gutiérrez, en
representación del titular del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras
de los Estados Unidos, firmaron el convenio por medio del cual Argentina se
constituyó en el primer país latinoamericano en sumarse a la iniciativa de
seguridad de los contenedores.[163]
Por
medio de este acuerdo se establece la colaboración recíproca para mejorar el
control sobre los contenedores que se utilizan en el comercio exterior
argentino, incluyendo el intercambio de agentes entre ambos países. Para la
implementación de esta iniciativa Argentina adquirirá los scanners capaces de realizar controles no intrusivos
-sin necesidad de abrir los contenedores-,
Con
relación a este convenio Lino Gutiérrez señaló que "este acuerdo es un
hito de las relaciones de ambos países y Argentina es el primer país
latinoamericano en implementar este programa de seguridad portuaria que es uno
de los aspectos vitales en la lucha antiterrorismo."[164]
Para la firma de este acuerdo estuvo presente el Embajador Cresencio Arcos,
director de Asuntos Internacionales del Departamento de Seguridad Interior de
los Estados Unidos, quien había iniciado a comienzos de 2004 las negociaciones
con el gobierno.[165]
El
Delegado de la DEA
en Argentina, Anthony Grecco, y el Ministro del Interior, Aníbal Fernández
incrementaron sus contactos luego del caso SW. Allegados a Fernández afirmaron
que el objetivo es aumentar los lazos efectivos con la DEA por los buenos resultados
obtenidos con una experiencia piloto en el norte del país, donde la Gendarmería y la DEA trabajan en forma
combinada en la frontera con Bolivia, donde se ubica una de las rutas básicas
de entrada de estupefacientes.[166]
El
gobierno argentino firmó en septiembre de 2004 una Carta de Acuerdo sobre
Control de Tráfico de Drogas y Aplicación de la Ley con Estados Unidos.[167]
Este acuerdo permite que nuestro país reciba asistencia por parte de Estados
Unidos destinada al control del tráfico ilícito de estupefacientes. Por medio del
primer instrumento complementario firmado el gobierno de Estados Unidos se
acordó un aporte de U$S 100.000 por parte de Estados Unidos.
En materia de cooperación espacial y durante la
administración Kirchner se alcanzó la firma de un acuerdo de cooperación entre la CONAE (Comisión Nacional de
Actividades Espaciales) y la NASA
(National Administration on Space Activities) para la realización de la
misión satelital SAC-D/Aquarius. Esta iniciativa se enmarca en el desarrollo
por parte de la CONAE
del Plan Espacial Nacional mediante la cooperación internacional asociativa,
-esto es, a través de acuerdos- que posibilita reducir los aportes solicitados
al Tesoro Nacional para generar información sobre nuestro territorio.[168]
El SAC-D integrará cámaras ópticas provistas por INVAP[169]
y, además, un gigantesco radar en banda L llamado Aquarius que la NASA utilizará para el mapeo
de la salinidad superficial oceánica, como parte de sus estudios científicos
globales sobre la biosfera. Por su parte Argentina obtendrá importante
información sobre sus propias pesquerías marítimas y sobre sus aguas
subterráneas.[170]
Este acuerdo firmado en marzo de 2004 entre la CONAE y la NASA marca la persistencia de
los acuerdos de cooperación en materia espacial entre Argentina y EEUU, que se
inicia en 1991 con la firma un Acuerdo Marco para la Cooperación en el Uso
Civil del Espacio, que establece la coordinación de programas y/o proyectos
espaciales, el intercambio de datos científicos y desarrollo de actividades de
interés común. Con relación a las misiones satelitales conjuntas debe
mencionarse que desde 1996 se han concretado tres misiones satelitales
conjuntas -el SAC-B lanzado en 1996, el SAC-A lanzado en 1998 y el SAC-C de
observación de la Tierra,
lanzado en el 2000- y que negociaciones para la Misión SAC-D
comenzaron durante la administración De La Rúa.[171]
Otras áreas de
cooperación en el ámbito de la defensa involucran
reuniones bilaterales, programas de capacitación y proyectos de cooperación en
el área científico tecnológica. De acuerdo a la información disponible[172]
la X reunión del
Grupo de Trabajo Bilateral sobre Defensa entre Argentina y Estados Unidos dio
como primer resultado una profundización de la cooperación y del apoyo de
Estados Unidos a los programas de entrenamiento y capacitación argentinos en
materia de Operaciones de Mantenimiento de la Paz, Desminado Humanitario, Medio Ambiente,
Cooperación para la Defensa,
Ciencia y Tecnología, Asistencia a la Seguridad y Capacitación de Civiles. Los
subgrupos encargados de cada uno de estos temas establecieron un programa anual de actividades, su
coordinación y seguimiento correspondientes.[173]
Con relación a la capacitación de civiles durante el año
2004 se cumplió el Programa “Expanded Imet", ejecutado con fondos
provenientes del Gobierno estadounidense. La implementación completa de este
programa posibilitó la realización de cinco cursos móviles dictados por
profesores de Estados Unidos y cuatro cursos dictados en ese país por medio de
los cuales se capacitó a 244 agentes del Ministerio de Defensa y de otros
organismos del estado cuyas funciones se relacionan con la defensa.
Las propuestas de cooperación para el
desarrollo del área científico tecnológica aplicada a la defensa ha sido
potenciada por el gobierno de Estados Unidos. Una muestra de ello es la
apertura de una Oficina de Ciencia, Tecnología y Cooperación de Estados Unidos
que, desde junio de 2004, funciona en el edificio libertador en la ciudad de
Buenos Aires.
Como resultado del buen estado de las
relaciones en el ámbito de cooperación para la defensa, durante la visita de
Donald Rumsfeld se avanzó en cuestiones de interés a través de acuerdos de
cooperación para la defensa que incluirán fondos para el financiamiento de
tecnología misilística y aeroespacial argentina. Si efectivamente estos temas
se convierten en áreas de trabajo conjunto con Estados Unidos estaríamos
superando algunas de las limitaciones que Washington impuso a nuestro país en
la etapa inmediata posterior al desmantelamiento del misil Cóndor II,
cuestionando cualquier tipo de desarrollo sobre vectores y sus vehículos
lanzadores. Otros proyectos de punta en
los que Argentina está trabajando están ligados a prolongar la vida útil de los
satélites en órbita, la producción de agua pesada y la realización de
simuladores.
Finalmente, en el marco de la
mencionada visita, Rumsfeld se habría comprometido a destrabar un acuerdo de
"compre argentino" en el Pentágono que posibilitaría que empresas
como la Lockheed
puedan vender con su marca partes o piezas fabricadas por piezas locales.[174]
4-3 Encuentros
ministeriales
El Ministro de Defensa José Pampuro ha
mantenido múltiples encuentros con funcionarios norteamericanos del área. En
este apartado se darán cuenta de las principales reuniones ministeriales y
cuestiones abordadas en las mismas a los efectos de sustentar los temas de
agenda que hemos señalado como prioritarios así como su tipificación en
conflictivos o cooperativos. Finalmente, la información sistematizada pone en
evidencia que el diálogo entre los funcionarios muestra la supremacía de la
continuidad y los ajustes sobre los cambios respaldando nuestra hipótesis.
4-3-1 Primer
encuentro entre Rumfeld y Pampuro
Durante la gira que Pampuro realizó a
EEUU en diciembre de 2003 se reunió con diversos funcionarios.[175] En el
encuentro con el número dos del Departamento de Estado, Richard Armitage,
estuvo presente el pedido de inmunidades, la situación de Irak y el tema de
Malvinas en referencia a las gestiones que la Argentina estaba
llevando adelante para que Gran Bretaña esclarezca si había material nuclear en
alguno de los ocho buque ingleses que se hundieron durante la guerra.
El encuentro de Pampuro con el Secretario de
Defensa Donald Rumsfeld se caracterizó por el tratamiento de los temas
bilaterales recurrentes de los últimos meses. Se abordó el pedido de
inmunidades, la necesidad de retomar los ejercicios militares conjuntos, la
situación de Irak y el posible envío de tropas. [176]
Pampuro volvió a repetir la posición argentina de no enviar tropas a Irak si no
hay un gobierno iraquí en el poder y una operación tradicional de la ONU. Esta posición del
gobierno de Néstor Kirchner muestra una continuidad con la posición asumida por
nuestro país durante el gobierno de transición a cargo de Eduardo Duhalde.
4-3-2 Segundo
encuentro entre Rumsfeld y Pampuro
Donald Rumsfeld, quien después de la
reelección de Bush fue confirmado en su cargo, se reunió con el Ministro de
Defensa Pampuro en el marco de la VI Conferencia de Ministros de Defensa de las
Américas, celebrada en Quito del 16 al 19 de noviembre de 2004. Este encuentro
se constituyó en el primero con un funcionario de primera línea luego de la
reelección. Previo a esta Conferencia Pampuro señaló que Argentina iba a
mantener su postura tradicional sobre el rol de las Fuerzas Armadas, opuesta a
involucrarlas en asuntos considerados de seguridad interior como el
narcotráfico, a pesar de la posición en contrario de Washington. Algunos países
de la región son más permeables a estas presiones, lo que genera que haya una
multiplicidad de enfoques.
Como sostuvimos en el punto sobre
radares, en el encuentro bilateral con Rumsfeld, el ministro Pampuro tuvo como
uno de los temas el nuevo plan de radarización
encarado por el Gobierno, una medida que siempre formó parte de los pedidos
norteamericanos.
Allí
se acordaron los futuros ejercicios militares conjunto entre ambos países, los
que optaron por la alternativa llamada “guerra virtual”, vía la utilización de
simuladores y computadoras y sin movimiento de tropas.[177] De
esta forma se retoman los ejercicios conjuntos que quedaron congelados por
negativa del gobierno argentino a conceder las inmunidades irrestrictas que reclama el gobierno estadounidense.
Trascendió
que Rumsfeld le adelantó a Pampuro que “la seguridad internacional” sería uno
de los ejes prioritario del segundo mandato de Bush. En la oportunidad insistió
en el interés de su país por la participación de las Fuerzas Armadas
latinoamericanas directamente en temas de seguridad interna. Otro cuestión
tratada fue la situación de Haití, país
al que Argentina envió tropas, en esta instancia Pampuro pidió que Estados
Unidos trabaje para que la ONU
complete el contingente prometido de 6000 hombres –sólo envió la mitad- y que
los gobiernos de la región ayuden a encontrar una salida política a la crisis
del país.
En
este misma Conferencia el representante de Colombia propuso crear una lista con
grupos terroristas de América; Estados Unidos respaldó la propuesta pero
Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela se opusieron.
Otros
temas de discusión fueron: la homologación de los sistemas de medición de los
gastos de defensa; la cooperación regional para la investigación, ciencia y
tecnología; entrenamiento e industria de la defensa.
Por
otra parte los ejércitos de América intentaron llegar a acuerdos sobre la
colaboración hemisférica para apoyar operaciones ante desastres naturales y
políticas comunes para preservar los patrimonios culturales, naturales, bienes
estratégicos y las grandes cuencas hidrográficas de la región.
4-3-3 Visita de
Rumsfeld a la Argentina
y tercer encuentro entre Rumsfeld y Pampuro
En marzo de 2005 se produjo el tercer
encuentro entre Donald Rumsfeld y José Pampuro. Los principales temas abarcaban
la preocupación de Washington por la situación político-institucional de
Bolivia y el proceso de radarización en Argentina. Del lado de Argentina se
aspiraba a retomar los ejercicios militares conjuntos, frenados por la
exigencia de inmunidades a los soldados estadounidenses.
Durante el encuentro de 22 de marzo se
empezó a diseñar un protocolo de cooperación en producción para la defensa que
se pretende concretar antes de fin de año. Argentina aspira tener listo para
esa fecha un acuerdo amplio que garantice fondos para financiar proyectos de
producción propia en tecnología misilística, aeroespacial de combustible y de
equipamiento militar.
El tema
de radares fue uno de los puntos abordados. Como ya dijimos, para
Estados Unidos se trata de una cuestión de seguridad y control del
narcotráfico, para Argentina es además una estrategia de producción pensada en
años, según declaran funcionarios del gobierno. Además el Secretario de Defensa
manifestó la voluntad política de Estados Unidos para retomar los ejercicios
militares conjuntos trabados por el tema de inmunidades.
Sobre la región, Rumsfeld agradeció el
apoyo presidencial al Presidente de Bolivia Carlos Mesa por la crisis que
atraviesa su país. Destacó también la preocupación por el robo de misiles en
Nicaragua y sondeó sobre la opinión que se tiene de Venezuela y la compra de
armas de Chávez.
5- ANÁLISIS DE LA ÚLTIMA
HIPÓTESIS Y REFLEXIONES FINALES.
La última hipótesis
planteada en la introducción de este trabajo señalaba que tanto el inicio de
una segunda administración Bush como la salida argentina del default generan un
escenario distinto al que se dio entre mayo de 2003 y enero-febrero de 2005. En
dicho escenario no sólo aparecen datos que podrían enmarcar un cambio, sino que
instalan la necesidad de que nuestro país diseñe y ejecute una política
exterior post-default y una relación con Washington que ya no estará formateada
por las negociaciones para refinanciar la deuda.
En ese marco resulta importante destacar que si bien el
presidente Bush consiguió su
reelección por una diferencia de votos sobre el candidato demócrata que le
permitió legitimar su gestión después de haber llegado a la Casa Blanca con
resultados muy dudosos, también hay que subrayar que el apoyo a su segunda
administración está atado a los avance en temas complejos como la evolución de
la guerra en Irak y el manejo del déficit fiscal, a lo que se suman cuestiones
no incluidas previamente en el análisis como los efectos desastrosos de las
catástrofes naturales que afectaron al país[178]
y problemas de legalidad y legitimidad vinculados con las argumentaciones
usadas para justificar la destitución de Saddam que involucraron acciones
considerados delitos federales tal como hacer pública la identidad de una espía
de la Central
de Inteligencia Americana[179].
Si bien por una parte el triunfo hizo que durante los
primeros meses de 2005 Bush dejara en claro que continuaría aplicando sus
políticas de ataque frontal para alcanzar sus objetivos, pasando por encima de
las fuerzas de oposición, e inclusive de los miembros más débiles de su propio
partido, porque esa estrategia le había generado un gran capital político[180];
por otra las diferencias políticas al interior del bloque de sus principales
aliados son ahora más claras que antes. Los tres núcleos centrales de ese apoyo
-la derecha cristiana, los empresarios y los militaristas- se atribuyen como
suya la victoria, ejerciendo presión sobre el mandatario en pos de sus
intereses particulares, pero con el inconveniente de que esos intereses son muy
dispares entre sí y ninguno de ellos está dispuesto a hacerle demasiadas
concesiones al otro.[181]
La Derecha cristiana está básicamente preocupada por los asuntos internos de los
Estados Unidos, fundamentalmente el matrimonio gay y el aborto. Para cambiar
estas políticas necesita una enmienda constitucional y revertir un fallo
anterior de la corte (Roe vs. Wade) y, en este contexto, la cuestión central
pasa por ver cómo se manejan los cambios ligados con los cargos a cubrir por
jubilación en la Corte
Suprema que permitan una votación destinada a revertir tal fallo.[182]
Por otra parte los empresarios -identificados como
conservadores económicos- pretenden
volver al pasado en términos de sistema impositivo, regulaciones ambientales,
procesos judiciales y costos de salud. En este marco destacan la necesidad de que
los cambios impositivos instaurados durante la primera administración -que
implican una clara disminución de los pagos de quienes más tienen- se hagan
permanentes y que se sostenga la propuesta de reforma al sistema de seguridad
social; en el ámbito de las cuestiones medioambientales se espera que el
presidente pueda continuar manejándolas por decreto sin intromisión de la
justicia y la misma expectativa se concentra en cuanto a los litigios de acción
de clase o colectivos por los cuales las empresas deben dar cuentas por sus
delitos ante una gran cantidad de afectados. Estas propuestas pueden, según
Wallerstein, contar con menos oposición de los demócratas que de la facción de
los capitalistas más sofisticados, seriamente preocupada por los posibles
efectos de la caída del dólar y por la enorme deuda gubernamental sobre el
mercado de acciones. Ante este escenario reclaman una reducción del déficit
fiscal y señalan que la forma más rápida de hacerlo es a través de una
disminución del presupuesto militar.[183]
Siguiendo esta línea de análisis podríamos afirmar que, tal como lo
desarrollamos en el apartado sobre la dimensión económica, los sectores
financieros continúan siendo la porción económica que mantiene cierta tensión
con la administración Bush. Durante su primer mandato la disputa se concentró en
el abandono de los operativos de salvataje para los países en desarrollo con
fuertes crisis financieras, tomado como política oficial de Washington desde la
llegada de Bush y que ponía en evidencia la competencia entre el Estado
americano y los grupos financieros transnacionales por la conducción de la
economía mundial. Durante el segundo mandato la mencionada disputa puede
incluir más temas de la agenda económica doméstica que cuestiones de economía
internacional.
El tercer grupo señalado por Wallerstein es el de los
militaristas. Identificados como “vulcanos”, “halcones” o los "unilateralistas jacksonianos" como los hemos
presentado al inicio de este trabajo, consiguieron imponer su objetivo
durante la primera administración: lograr que Estados Unidos vuelva a ser una
potencia hegemónica indiscutida a nivel global. Para ello el uso de la fuerza y
la militarización de la política exterior aparecen como datos centrales para su
consolidación dentro del gobierno. Los principales problemas que enfrenta este
grupo están ligados a la evolución de la guerra en Irak donde los resultados no
son los buscados y la posibilidad del retiro aparece como un costo inaceptable.
Las consecuencias más destacadas de este escenario habitan
en ciertas fuerzas profundas de la política exterior americana, a saber: la
tensión entre introversión y extroversión y la tradición aislacionista. Como
señala Klingberg la política exterior americana se balancea entre períodos de
extroversión, cuando los Estados Unidos
orientan su atención y energía hacia el extranjero, y períodos de introversión,
cuando se concentra en los problemas internos. El péndulo se balancea hacia lo
interno después de las guerras y, consecuentemente, presidentes como Wilson,
Truman (y podríamos incluir también a Bush padre) esperaron el tributo de su
pueblo por el triunfo en la guerra. Sin embargo, encontraron el rechazo de los
americanos, quienes demandaban de sus
líderes la atención de las cuestiones internas.[184]
Si bien la guerra en Irak no está ganada ni terminada, la tendencia a la
introversión puede ir consolidándose en tanto la población vaya incluyendo en
sus evaluaciones si dicha guerra garantiza la defensa de sus cuestiones
domésticas -incluida la seguridad nacional- o la perjudica. Por otra parte, la
introversión tiene fuertes lazos con la tradición aislacionista que, en Estados
Unidos, posee adictos de derecha e izquierda[185],
quienes también demandan un regreso a casa y un privilegio de lo interno sobre
lo internacional. En este marco es importante señalar que un país con el poder
de Estados Unidos no puede volver a un aislamiento en sentido estricto, pero sí
puede enfrentarse con la necesidad de atender su frente interno y disminuir
considerablemente su sobre-extensión militar y el componente confrontacionista de
su política exterior. Finalmente, debemos mencionar que el aislacionismo de
izquierda surge en los Estados Unidos como consecuencia de la guerra de
Vietnam. Actualmente los americanos se enfrentan a situaciones similares a la
de aquella época: una guerra que no pueden ganar, un considerable número de
soldados que no están convencido de la
necesidad de participar en la misma y la
pregunta sobre si el ataque a Irak fue una decisión acertada para defensa del
interés nacional americano o no. Consecuentemente, de consolidarse la situación
actual Bush podría enfrentar en el corto plazo el crecimiento de los sectores
liberales de izquierda como una contra-reacción
al extremo conservadorismo de derecha.
Hasta el presente el Presidente Bush ha contestado a cada
una de las situaciones de crisis con respuestas cada vez más orientadas hacia
sus convicciones conservadoras. Según Ted Jellen esta situación no tiene
antecedentes. La conducta general de los presidentes americanos ha sido que
cuando enfrentan inconvenientes internos tienden a corregir su política en
dirección de las demandas de la oposición e, inclusive, de los independientes.
Sin embargo las decisiones de Bush ante estos reclamos han sido profundizar la
dirección que ya había tomado separando cada vez más sus propuestas de las de
la oposición[186]. A
menos de un año de su reelección el presidente americano enfrenta la peor
situación interna (Irak, huracanes, candidatos a la Corte Suprema,
Plamegate, déficit fiscal, entre otros) de toda su administración. Este escenario abre la posibilidad de que la
estrategia de profundización del conservadorismo encuentre ahora más
inconvenientes que antes y, por lo tanto, que la Casa Blanca enfrente
la necesidad de aplicar algunos giros importantes a su política exterior.
Otro ámbito de debate a nivel global está ligado a la
pregunta sobre si la forma que los militaristas le dieron a la política
exterior americana contribuiría a una consolidación del poder unilateral
americano y la creación de un orden unipolar o, como opinan los críticos, esta
política traería como consecuencia una aceleración de la crisis hegemónica de
Estados Unidos siguiendo la tendencia histórica de que todos los imperios
perecen. Como fruto de este debate y siempre y cuando la administración
republicana lo tome en cuenta también se podrían abrir algunos espacios de
cambio.
La relación bilateral con Argentina durante la segunda
administración Bush se enmarca en la continuidad de la política Washington
hacia la región establecida a partir del 11 de septiembre, donde América Latina
aparece claramente como una zona no prioritaria. Esta dirección, como el
conjunto de la acción externa americana, estará sujeta a la evolución de la
política doméstica en Estados Unidos donde también es posible que el partido demócrata
comience a reclamar una mayor atención hacia América Latina[187].
Por el momento la agenda propuesta por Washington para Argentina destaca los
siguientes puntos:
- Argentina debería continuar desempeñando un papel internacional que apunte a la consolidación de la gobernabilidad en escenarios complejos como los casos de Bolivia y Venezuela. La cuestión boliviana adquiere especial interés dada la proximidad de las elecciones presidenciales y, en ese marco, si nuestro país no desempeña un rol activo -como lo hizo durante las crisis anteriores- Bush intentará fortalecer el campo de juego para Brasil lo que implica apoyar a Lula quien transita por una fuerte crisis doméstica. Por otra parte, se consolidaran los pedidos para que nuestro país contenga las acciones de Chávez entendiendo la contención como una política de imposición de límites a las aspiraciones y acciones del presidente venezolano o, en su defecto, que Kirchner demarque claramente hasta dónde llegarán los contactos y compromisos de Argentina con Chávez;
- Nuestro país se enfrentará reclamos ligados con la actividad económica donde Washington insiste con que debemos garantizar una mayor seguridad jurídica a los inversionistas y trabajar en pos de la liberalización comercial;
- Desde una perspectiva política las preocupaciones más destacadas en Washington se vinculan con la dirección que Kirchner puede llegar a darle a la política económica y a la política exterior y con la evolución en la conformación de los partidos políticos. En el primer caso el tiempo transcurrido ha disminuido el desconcierto de los hacedores de política americanos en tanto la conducta económica y externa de nuestro país se mantuvo dentro de lo previsible, o dicho en términos de nuestra hipótesis, se caracterizó más por la continuidad y los ajustes que por los cambios. Además, las posturas más desafiantes aparecieron ligadas a la renegociación de la deuda, pero como lo aclaramos en este trabajo dicha estrategia de negociación contó con el apoyo de Washington. Sin embargo, esto no significa que no persista algún margen de dudas. Como lo señaló Shifter el presidente todavía no se ha ganado la confianza de Washington y argumenta que allí a nadie le sorprendería si se sale del “buen camino”.
En lo que refiere a los partidos políticos se sostuvo que
académicos y políticos en Estados Unidos estaban preocupados por la debilidad
de la oposición en nuestro país y por la posibilidad de consolidación de un
“partido hegemónico”.[188]
Si bien este es un tema no resuelto, lo cierto es que en nuestro país la
subsistencia del sistema de partidos o su cambio por nuevas agrupaciones de
centro derecha y centro izquierda que, en su gran mayoría provendrían de lo que
los americanos erróneamente llaman partido hegemónico -el partido
justicialista-[189], es
una cuestión en discusión. Lo cierto es que los resultados de las elecciones de
octubre de 2005 le han otorgado a Kirchner la legitimidad que buscaba y la
posibilidad de optar por alguna de las alternativas existentes: liderar un
proceso de consolidación del Partido Justicialista tratando de mantener la
unidad, pero dando mayor protagonismo a los sectores de centro izquierda o
separase de esta estructura y presentarse como un referente de la
centro-izquierda en la supuesta era pos-partidaria de la República Argentina.
En lo que refiere a la Argentina
la salida del default marca un punto de inflexión caracterizado por el éxito de
esta operatoria y la necesidad de iniciar una nueva etapa, donde la política
exterior y, especialmente, los vínculos con Washington ya no estarán enmarcados
exclusivamente por la renegociación de la deuda. A partir de este momento el
vínculo entre el Ministerio de Economía y la Cancillería se
concentrará en la búsqueda de inversiones, en la consolidación de una política
exportadora y en las negociaciones con el FMI para el refinanciamiento de la
deuda que se mantiene con el organismo y que no entró en default; mientras que
los contenidos políticos de la agenda externa deberían potenciarse. Por otra
parte, la situación interna alcanzada a través de las elecciones legislativas
de octubre otorga a Kirchner un aval que estaba buscando desde que asumió, lo
que conlleva la posibilidad de que el discurso de consumo interno ya no tenga
que estar pensado exclusivamente en lograr ese apoyo, sino en mantenerlo lo que
le daría al ejecutivo una mayor libertad en las decisiones y la posibilidad de
unificar más lo dicho dentro y fuera de las fronteras del país.
En cuanto a los vínculos con Estados Unidos durante la campaña entre Demócratas y Republicanos
el gobierno trató, aunque con algunos descuidos, de mantener una relación que
garantizase futuros contactos cualquiera fuera el resultado.
Las elecciones en Estados Unidos tuvieron un impacto
importante a nivel global. Parecía que el electorado había traspasado las
fronteras estadounidenses y el mundo entero participaría de ellas manifestando
a quien votaría. En ese marco, las sociedades latinoamericanas en general y la
argentina en particular mostraban sus preferencias por el candidato demócrata.
Sin embargo la situación era más compleja para el gobierno de Kirchner en tanto
desde el punto de vista ideológico coincidía más con Kerry, pero desde la
perspectiva de la renegociación de la deuda externa en default le era más
funcional la postura de Bush.
En ese marco parecen insertarse
las declaraciones y acciones del gobierno nacional. Por una parte, las
evaluaciones del Canciller argentino previas a las elecciones norteamericanas
apuntaban a considerar que las relaciones con Estados Unidos durante la primera
administración Bush fueron satisfactorias y que, en cambio, con un triunfo
demócrata se presentaría algún grado de incertidumbre, aunque en América Latina
los cambios serían menores. Entre los hechos que dan cuenta de una relación
satisfactoria el Canciller destacaba que argentina tiene un SGP de más de 300
productos y que los avances en materia comercial fueron superiores a los de la
década pasada.[190] En
este mismo sentido Aníbal Fernández expresó “sería mentiroso decir que con Bush
nos fue mal”, reconociendo que Argentina recibió de parte de EE.UU. un trato
acorde con el que el gobierno esperaba.[191]
Por otra parte, las preferencias ideológicas quedan en evidencia en el
ámbito de la participación que el gobierno argentino tuvo en las convenciones
partidarias. La primera dama participó de la convención demócrata con una
agenda muy densa[192]
y una importante difusión de dicha participación por los medios oficiales[193].
El viaje también fue escenario para la proyección política de Cristina
Fernández y para desarrollar una de las actividades más importantes que el
gobierno le ha asignado en los vínculos con Estados Unidos: los contactos con
los Think Tanks, fundaciones y agrupaciones políticas. En ese marco participó
de un almuerzo organizado por el Instituto Nacional Demócrata, que es el brazo
internacional del Partido Demócrata, cuyo objetivo es promover la democracia en
el mundo. Allí fue agasajada por el llamado Forum de Mujeres, presidido por la
ex Secretaria de Estado Madelaine Albrigth. Al almuerzo asistieron también la
senadora de Nueva York, Hillary Clinton y otras funcionarias importantes.[194]
La representación en la convención republicana estuvo a
cargo del vicepresidente Scioli quien puede mostrar un perfil ideológico más de
centro. A su llegada fue recibido por el embajador argentino José O. Bordón y
por el Cónsul en New York, Hector Timerman y estuvo presente en la clausura de la convención en el Madison
Square Garden, cuando se consagró la fórmula George Bush y Dick Cheney para las
elecciones presidenciales de noviembre de 2004. La difusión de su participación
en los medios argentinos fue considerablemente menor que la realizada durante
la visita de la
Senadora Fernández.
Con el presidente Bush reelecto se inician una serie de evaluaciones y
contactos que ponen de manifiesto la vigencia de los temas que señalamos arriba
como parte de la agenda propuesta por Estados Unidos para esta etapa y la
predisposición de Argentina por mantener el vínculo a través de los mismos
carriles que se venían transitando.
Desde una visión optimista el embajador Bordón expresó que con la nueva
administración de Bush se abre una ventana de oportunidad para América latina y
para la Argentina,
ya que en la audiencia de Rice ante el Senado por su postulación como
Secretaria de Estado, los senadores pidieron más atención hacia nuestra región
en dos cuestiones: defensa de la democracia y libre comercio. Bordón también
evaluó como positiva la designación de Robert Zoellick como número dos del
Departamento de Estado. Algunos analistas destacan que esto podría favorecer
las comunicaciones entre los cancilleres de la región y Rice, ya que Zoellick
en la campaña electoral de 2000 tenía a su cargo América Latina y era quien
contestaba las preguntas a los periodistas sobre la región. Asimismo, se destaca
que en su ex condición de Representante Comercial fue él quien negoció los
acuerdos de libre comercio con Chile y
Centroamérica y tuvo un rol importante en la obtención del Trade
Promotion Authority.
En cuanto a los temas que integrarán la agenda regional y bilateral
podemos afirmar que, los más relevantes, aparecieron desde los inicios de la
segunda gestión de Bush y fueron tratados también en los primeros encuentros
entre funcionarios argentinos y estadounidenses. En este marco se destaca que
Rice incluyó el tema Venezuela en su presentación ante el Comité de Asuntos
Exteriores del Senado, donde sostuvo que Chávez, aunque elegido
democráticamente, gobierna en una forma antiliberal, no constructiva y negativa
para la región[195].
Esta agenda reapareció en el marco de los encuentros y comunicaciones
de alto rango. Iniciando las visitas jerarquizadas de 2005 Scioli fue el primer miembro del gobierno argentino recibido por un
alto funcionario de la
Casa Blanca, el Vicepresidente Dick Cheney. En el encuentro (7 de febrero de 2005) Cheney se
mostró impresionado por la recuperación argentina y también habló de la
preocupación de Estados Unidos por Cuba y Venezuela. El senador demócrata Hill
Nelson homenajeó a Scioli en una sesión plenaria en el Congreso, donde lo presentó
como un amigo de Estados Unidos y como su amigo personal.
El 31 de marzo de 2005 el Canciller Bielsa
se reunió con la
Secretaria de Estado, Condoleeza
Rice. Argentina solicitó apoyo de Washington en la reunión que en breve
mantendría con G7 y con el FMI. Al ser este el primer encuentro desde que Rice
fuera nombrada Bielsa y Bordón dieron una visión pormenorizada de la salida del
default y la negociación con los acreedores. Según el vocero de la Cancillería los temas
abordados incluyeron cuestiones regionales: Venezuela, Bolivia y Haití. Rice
habría elogiado el rol de Argentina ante los conflictos de Bolivia y Haití y
habría pedido la contención de Chávez en Venezuela. Otro tema tratado fue la
reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que, como es sabido no
sólo presenta diferentes posturas a nivel global, sino que pone en evidencia
posiciones encontradas entre Brasil y Argentina.[196]
A finales de marzo de
2005 Bush llamó telefónicamente a
Kirchner. Lo que transcendió a la prensa es que en la charla Bush elogió la
marcha de la economía argentina y manifestó “la importancia para la región de
una Argentina próspera y fuerte”.[197]
También destacó la posición argentina en el conflicto en Bolivia y manifestó su
preocupación por la “agresividad” que a su juicio está teniendo el presidente
Chávez y por la compra de armas por una cifra millonaria a España, Rusia y
Brasil. Finalmente, el presidente estadounidense confirmó la asistencia a la Cumbre de las Américas a
celebrarse en Mar del Plata.
Podemos afirmar que
durante el 2005 el gobierno argentino dio muestras que, más allá de los
discursos de campaña electoral, estaba dispuesto a construir una relación
madura con los Estados Unidos, lo que confirma nuestra hipótesis sobre el
predominio de los ajustes sobre los cambios. Consecuentemente, siempre tratando
de hacer un análisis costo / beneficio que incluya las repercusiones domésticas
de las decisiones tomadas, su connotación ideológica y la necesidad de
equilibrar la ideología con cierto pragmatismo a nivel de la política exterior,
el gobierno comenzó a concretar ciertos giros: atenuó el vínculo con Cuba; se
involucró con la institucionalidad de Bolivia;
se comprometió con la OMP
de Naciones Unidas en Haití; aplicó cierta contención al gobierno de Venezuela;
jugó un rol mediador en la última Asamblea General de la OEA entre las posturas de
Estados Unidos y las de Brasil, México y Venezuela en cuanto a los mecanismos
de prevención de crisis y se comprometió para que nuestro país pueda cumplir
con su compromiso de ser sede de la IV Cumbre de las Américas. Por otra parte, como
sostuvimos en el análisis de la dimensión estratégico - militar más allá de las diferencias en torno a la
guerra en Irak y las inmunidades solicitadas por Estados Unidos para sus soldados
este ha sido el espacio de mayor continuidad con la década de los 90` cuando
Argentina se comprometió con los regímenes de no proliferación, el fomento de
medidas de generación de confianza a nivel regional, la cooperación
científico-tecnológica con Estados Unidos en el ámbito tanto de las tecnologías
convencionales como sensibles y la lucha contra las nuevas amenazas entre las
que se destaca el terrorismo y el narcotráfico.
Desde la perspectiva
económica, nuestro país negoció su deuda en términos aceptables para
Washington, mejoró la relación comercial y obtuvo concesiones en el SGP. En
este marco de referencia la continuidad
hasta nuestros días de las
tensiones entre el sector financiero -los sectores capitalistas más
sofisticados en términos de Wallerstein- y la administración Bush ponen de
manifiesto que las mismas fueron -y aún son- lo suficientemente fuerte como
para haber tenido efectos -en este caso
particular beneficiosos para la
Argentina- en el proceso de negociación de la deuda,
situación que refuerza nuestra segunda hipótesis.
Los escenarios descriptos
en el apartado final otorgan un sustento a nuestra última hipótesis. A pesar de
su predilección por profundizar su perfil conservador, la administración Bush
podría verse obligada a generar cambios en su política exterior en función de
cuestiones ligadas a la política doméstica. Estos cambios tendrían influencia
en las relaciones con Argentina en tanto Washington solicitaría incluir en la
agenda bilateral temas -fundamentalmente políticos- de la agenda regional. Así
el futuro de Bolivia y Venezuela aparecen en el centro de la escena.
Por su parte Argentina también transita por un escenario
distinto. Ahora ha renegociado su deuda, el presidente ha logrado la
legitimación que deseaba y, como sostuvimos más arriba, debería afrontar una
agenda externa nueva donde los temas políticos deberían incrementar su
relevancia en comparación con aquellos que podemos identificar como secuelas de
la renegociación de la deuda. Sin embargo, utilizamos el potencial para
referirnos al incremento de los contenidos políticos de la agenda externa
debido a las declaraciones surgidas desde el seno del gobierno acerca del
perfil de Canciller que privilegiaría el Presidente para reemplazar a Bielsa:
un funcionario que se encargue de fomentar las exportaciones argentinas y de
supervisar que las Embajadas y Consulados argentinos en el mundo apuntalen esta
tarea. Si esto es así existen sólo dos alternativas: el presidente no quiere
una política exterior activa, lo que significaría disminuir nuestra presencia
regional en dirección opuesta a lo pretendido por Washington, o aspira a
diseñarla y ejecutarla personalmente.
· La autora
agradece la labor como asistente de investigación desarrollada por la Lic.
María Eva Pignatta
quien realizó la recolección y sistematización de los datos que conforman
nuestra base empírica sin la cual este
artículo no hubiese sido posible.
[1] Fomentando esta idea el presidente sostuvo “Partidarios hacia la
política mundial de la multilateralidad como somos, no debe esperarse de
nosotros alineamientos automáticos sino relaciones serias, maduras y racionales
que respeten las dignidades que los países tienen. Nuestra prioridad en
política exterior será la construcción de una América Latina políticamente
estable, próspera, unida, con bases en los ideales de democracia y justicia
social”. Discurso de Asunción ante la Asamblea Legislativa,
Buenos Aires, 25 de mayo de 2003.
[2] Si bien no
podemos analizar todas las dimensiones que cruzaron una de las mayores crisis
de nuestro país como fue la de 2001-2002 debemos dejar en claro que, desde
nuestra perspectiva, dicha crisis fue integral y abarcó profundos
desequilibrios culturales, morales, políticos, institucionales, sociales y
económicos. Estos últimos eran los más evidentes y dolorosos pero no podían ser
considerados como las únicas causas del proceso de decadencia de nuestro país.
Este se había iniciado 25 años atrás con la última dictadura y había continuado
en el proceso de democratización con una clase política que no estuvo a la
altura de las circunstancias a lo que se sumó un proceso de globalización cuyas
consecuencias negativas en lo cultural, económico y social repercutieron
fuertemente sobre el mundo en desarrollo.
[3] Discurso de Asunción del Presidente Néstor Kirchner ante la Asamblea Legislativa,
op.cit.
[4] RUSSELL, Roberto, “Política exterior y toma de decisiones en América
Latina: aspectos comparativos y y consideraciones teóricas”, en edición
preparada por RUSSELL; Roberto, Política
exterior y toma de decisión en América Latina, GEL, Bs. As., 1990, pág.
225.
[5] LAFER, Celso, La identidad
internacional de Brasil, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2002,
pág. 21.
[6] El
Presidente Kirchner privilegió esta estrategia de construcción y consolidación
de su poder político en forma conjunta a alianzas transversales por encima de la consolidación de los
vínculos al interior del partido justicialista.
[7] Los enfrentamientos se concentraron generalmente con funcionarios del
FMI y de Estados Unidos proclives a criticar al gobierno de Kirchner como Anne
Krueger y Roger Noriega.
[8] El soporte del Ministerio de Economía y la Cancillería constituye
a nuestro entender un salvataje permanente para la estrategia presidencial ya
que existió una sustancial diferencia entre el modo en que se manejaba Kirchner
y la actitud firme, pero calma del Ministro Lavagna y la apoyatura política
internacional tejida por la Cancillería. Este marco permitió que cuando las
tensiones llegaban al máximo existiesen actores políticos importantes que
pudieran relajar el ambiente y continuar la negociación. Por otra parte,
resulta interesante destacar que existió continuidad entre Duhalde y Kirchner
tanto en el lugar de supremacía que el tratamiento de la deuda tuvo sobre el conjunto
de la política exterior como en la estrategia inter-agencia para su
tratamiento. Esta última se hizo evidente en enero de 2003 cuando la acción de la Cancillería consiguió
el apoyo de los países europeos y de Estados Unidos con el objetivo de alcanzar
finalmente un acuerdo transitorio después de un año de negociaciones.
[9] LAVAGNA, Roberto, “Hacia otra dimensión de país”, Revista Archivos
del Presente, año 10, número 37, Bs. As., 2005, pág. 37.
[10] RUSSELL, Roberto, Democratización
y Política exterior en Argentina: impacto de la variable cambio de régimen,
mimeo, Buenos Aires, 1990. El
concepto de ajuste es tomado de HERMANN, Charles, “Changing Course: When
Governments Choose to Redirect Foreign Policy”, International Studies
Quarterley, (1990), 34 , págs. 3-21.
[11] En referencia a este tema el Presidente Kirchner declaró “No pagaremos
deuda a costa del hambre y la exclusión de millones de argentinos, generando
más pobreza y aumento de conflictividad social para que el país vuelva a
explotar. Sería bueno que recordaran cuánto daban por sus acreencias en el
2001, cuando gobierno, instituciones, políticos, el país, todo se caía”.
Mensaje Presidencial a la
Honorable Asamblea Legislativa, Buenos Aires, 1 de marzo de
2004.
[12] Cabe aclarar que los temas estratégicos militares señalados más arriba
pertenecen, entre otras pocas cuestiones de la dimensión estratégico militar, a
aquellos que modificaron la tendencia establecida en los 90´. Como veremos en
el apartado dedicado a dichas problemáticas este ámbito se caracterizó
fuertemente por la continuidad.
[13] Para más detalles sobre la primera y la
segunda etapa ver BUSSO, Anabella, “La política
exterior americana a partir de la administración de George W. Bush: su
impacto mundial y regional”,
CEI-NEWSLETTER, Universidad Torcuato Di Tella, mayo- junio, 2003, http:www.utd.edu/cei/actividades.htm .
[14] Esta palabra es usada en referencia al Dios Vulcano, versión
latina de Hefesto o Hefaistos, Dios del
fuego y de la forja.
[15] Walter Russell Mead, en su libro “Special Providence”, ve una
constante interacción en la política exterior de EE UU entre cuatro escuelas de
pensamiento: la hamiltoniana (protección del comercio), la jeffersoniana
(mantenimiento del sistema democrático), la jacksoniana (valores populistas y
poderío militar) y la wilsoniana (predominio del principio moral).
[16] NYE, Joseph, “Poder y estrategia de Estados Unidos después de Irak”, Foreign
Affairs en Español, Julio - Septiembre 2003.
[17] Véase: Ibidem.
[18] Como
consecuencia de esta línea de pensamiento los nuevos unilateralistas se
resistieron deliberadamente a acudir a la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) luego de que los aliados de Washington
invocaran el Artículo 5, para ofrecer una legítima defensa colectiva a raíz de
los ataques terroristas del 11 de septiembre; trataron de minimizar el papel de
la ONU en Irak
antes y después de la guerra, y ahora hablan de un enfoque de
"disgregación" respecto de Europa, más que del tradicional apoyo a la Unión Europea (UE). Como dijera Rumsfeld, son los problemas los que
deben determinar las coaliciones, y no al revés. Algunos partidarios de esta
postura no son remisos a un enfoque explícitamente imperial. En palabras de William Kristol,
director de The Weekly Standard, "si la gente quiere decir que somos un
poder imperial, pues que así sea", Ibidem.
[19] IKENBERRY, John G., “America´s Imperial
Ambition”, Foreign Affairs, Vol. 85, N° 5, September / October, 2002.
[20] ROCA, Eduardo, “La inseguridad absoluta”, comentario de varios
autores, Archivos del Presente, año 7, Nº 25, Buenos Aires,
Julio/agosto/septiembre de 2001, pág. 38.
[21] RICE, Condoleezza, “Promoting The Nacional
Interest”, Foreign Affairs, Vol. 79, N° 1, January / February 2000.
[22] Ibidem.
[23] PERRY, William, “U.S. policy toward Latin
America”, Foreing Policy Research Institute, Philadelphia, april 19,
2001.
[24] En todos nuestros trabajos sobre la decisión del gobierno de Bush de
ir a la guerra con Irak hemos sostenido que, más allá del discurso, esta no se
inserta en la lucha contra el terrorismo, sino que responde a razones
geopolíticas consideradas centrales para el siglo XXI por el grupo de los
Vulcanos.
[25] No debemos olvidar que estas exigencias no sólo involucran cuestiones
tradicionales de seguridad, sino también grandes cambios en el ámbito de
controles bancarios sobre transferencias de fondo, seguridad en aeropuertos,
seguridad en puertos, entre otros.
[26] Estos datos fueron tomados del artículo de OPPENHEIMER, Andrés,
“Empezar a cicatrizar las heridas con la región”, Diario La Nación,
Sección Exterior, Buenos Aires, 29 de abril de 2003.
[27] Lagos, Marta, Latinobarómetro, La
imagen de Estados Unidos ante América Latina Latinobarómetro 1995-2004,
presentado en la
Conferencia de las Américas del Miami Herald, 30 de
septiembre-1 de octubre de 2004.
[28] En el año 2001 el Congreso de Estados Unidos a través del mecanismo de
enmienda excluyó el rubro alimentos del embargo comercial a la isla.
[29] Entre las
posibles sanciones aparecen la suspensión de las remesas de ciudadanos
cubano-americanos desde Estados Unidos
hacia Cuba que suman aproximadamente 1000 millones de dólares anuales; la
suspensión de los vuelos charter; el incremento de las presiones a través del
fortalecimiento de las emisiones de radio y televisión anti – Castro y la suspensión del acuerdo bilateral de
inmigración de 1994 por el cual se permite la emisión y concesión en cada año fiscal estadounidense -de octubre
a septiembre- de 20.000 visas a cubanos.
[30] En este
contexto Powell sostuvo “Acudimos a nuestros amigos de la Organización de
Estados Americanos para que cumplan con los ideales que compartimos y tomen una
posición en defensa de la libertad, la democracia y los Derechos Humanos en
Cuba … Esperamos que se nos unan en el desarrollo de un enfoque hemisférico
común para respaldar a los cubanos dedicados a la construcción de una Cuba
democrática y libre”. Declaración tomada del artículo de Alberto Armendáriz
“Para Powell, Cuba es una aberración”, Diario La Nación,
Sección Exterior, Buenos Aires, martes
29 de abril de 2003.
[31] Durante esta visita
Bielsa anunció el reinicio del Fondo Argentino de Cooperación Horizontal.
También se firmaron diversos acuerdos: Acuerdo de Cooperación Política entre
los Ministerios de Relaciones Exteriores, Convenio de Cooperación Cultural,
Memorándum de Entendimiento entre los dos gobiernos, etc. Cfr. Memoria
detallada del estado de la
Nación 2003, Ministerio de Relaciones Exteriores,
Comercio Internacional y Culto, Jefatura de Gabinete de Ministros, pág. 9, 10,
16 y 136.
[32] “Sensible giro de los EE.UU. en su política contra Fidel”, Diario Clarín, 9 de agosto de 2003, pág. 30.
[33] Cuba habría pedido una quita del 75 % de la deuda, la misma quita que
Argentina propuso a los acreedores privados.
[34] Para el Jefe de Gabinete Alberto Fernández las declaraciones de
Noriega fueron muy desafortunadas y opinó que no correspondían “El gobierno
rechazó críticas de EE.UU. por sus relaciones con Cuba”, Diario Clarín, 20 de octubre de 2003, pág. 40.
[35] “EE.UU. criticó la relación con Cuba y hubo un entredicho
diplomático”, Diario Clarín, 7 de
enero de 2004, pág. 4.
[36] Una encabezada por el republicano Dennis Hastert -quien fue recibido
por Kirchner- y otra encabezada por el presidente de la comisión de
agricultura, Thad Chochran. Ambas misiones mantuvieron diversas reuniones con
funcionarios argentinos.
[37] “Bush cita a Kirchner para hablar de la deuda y de la relación con
Cuba”, Diario Clarín, 7 de enero de
2004, pág. 3.
[38] “EE.UU. ahora les baja el tono a las críticas por la política hacia
Cuba”, Diario Clarín, 16 de enero de
2004, pág. 6.
[39] ACOSTA, Alberto, “Ecuador: ecos de la rebelión de
los forajidos”, Revista Nueva Sociedad, N° 198, Caracas, julio – agosto
de 2005, Pág. 44.
[40] Luego de anunciar su renuncia, Mesa fue
ratificado por el congreso, incluso el
MAS, que era oposición, votó por su continuidad. Parecía que el único que podía
garantizar la gobernabilidad era Mesa. Sin embargo, está situación duró poco.
El diputado Evo Morales, no hizo caso al pedido de Mesa de “frenar” las
protestas. Es así que las movilizaciones y bloqueos se recrudecieron. Mesa
tampoco logró ningún tipo de adhesión, ni pudo contar con una mayor base de
apoyo del legislativo.
[41] Estos datos fueron tomados de “Reunión bilateral entre los cancilleres
de la Argentina
y Bolivia”: Información para la prensa Nº 226/05. 21/7/05 en: www.mrecic.gov.ar Página oficial del
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Fecha de Consulta 22/9/2005
[42] NORIEGA,
Roger, “The State of Democracy in Latin America”, Statement Before the U.S.
House of Representatives Committee on International Relations Subcommittee on
the Western Hemisphere, Washington DC, 9 de marzo de 2005, en:
http://www.state.gov/p/wha/rls/rm/2005/q1/43221.htm, Página Oficial del
Departamento de Estado de EEUU, fecha de consulta 20/08/2005. (la traducción es propia)
[43]
Ibídem
[44] Ambos presidentes firmaron un convenio de 12
millones de dólares por el cual la empresa estatal argentina Astilleros Río
Santiago se compromete a construir dos buques petroleros para el grupo estatal
Petróleos de Venezuela (Pdvsa), con opción al armado de dos más en un futuro
próximo y también señalaron con beneplácito los resultados alcanzados a partir
de la efectiva instrumentación del contrato suscripto entre las empresas INVAP
y MEDIX y el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de Venezuela. Por otro
lado Argentina continuará contribuyendo al desarrollo del sector ganadero en
Venezuela, a principios de 2005 se produjo la primera exportación de ganado en
pie. “Comunicado conjunto de los presidentes de la República Argentina
y de la República
bolivariana de Venezuela.” Información para la prensa Nº 256/05 en: www.mrecic.gov.ar Página oficial del Ministerio
de Relaciones Exteriores y Culto. Fecha de consulta 22/09/05.
[45] Las ideas expuestas en este punto fueron tomadas de la conferencia
dictada por el Dr. Riordan Roett, Sede de Gobierno de la U.N.R, 17 de agosto de 2005.
La misma fue organizada por la
Escuela de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencia
Política y Relaciones Internacionales y por el Instituto de Desarrollo
Regional.
[46] ESCUDÉ, Carlos, “La política exterior de Menem y sus sustento teórico
implícito”, Revista Carta América Latina / Internacional, Bs. As., 1991.
[47] Diario Clarín, 24 de
diciembre de 2003.
[48] GUTIÉRREZ, Lino, EE.UU., “Un lugar donde estudiar”, Diario Clarín, 4 de octubre de 2004, pág. 17.
[49] “Inmigración ilegal: arrestan a tres argentinos por semana en EEUU”,
Diario Clarín, 21 de febrero de 2005.
[50] El documento
entregado por Bielsa a Gutierrez contenía datos y estadísticas que refutaban
las referencias del informe del Departamento de Estado. El documento fue
compilado por la
Cancillería con aportes de cada área oficial aludida. En
relación a la triple frontera Argentina dice que no tiene conocimiento sobre
actividades terroristas, si la CIA
lo tuviera debe dar ese dato en los foros correspondientes y no por internet.
Además de la triple frontera el informe hace hincapié en seguridad aérea,
delito contra turistas y salud.
[51] El informe se denomina Supporting Human Rights and Democracy: The U.S. Record 2003-2004,
Released by the Bureau of Democracy, Human Rights and Labor, 17 de mayo de
2004.
[52] Entre las
iniciativas sostenidas por EE.UU. caben
mencionar el proyecto de cooperación denominado “La justicia en cambio” que
reunió en el 2003 al Ministro de Justicia, ONG, y otras organizaciones de la
sociedad Civil. Asimismo se han desarrollado diversos programas de
conferencistas y de visitantes. Incluso el Subsecretario Principal para la Democracia, Derechos
Humanos y Trabajo, Michael Kozak, visitó Buenos Aires en 2003 para discutir con
autoridades argentinas maneras de hacer de la Comisión de NU de DDHH
una herramienta más efectiva para la defensa de los DDHH. Véase: Supporting
Human Rights and Democracy: The U.S. Record 2003-2004, Op. Cit.
[53] Diario La Nación,
29 de marzo 2005.
[54] Bush recibió a la delegación argentina acompañado por la Consejera de Seguridad
Nacional, Condoleezza Rice; el Representante Comercial, Robert Zoellik; el
Secretario de Tesoro, John Snow; el Secretario de Estado, Colin Powell y los
Embajadores -saliente y entrante- ante Buenos Aires, James Walsh y Lino
Gutiérrez. Por su parte el Presidente Kirchner estuvo acompañado por su esposa,
el Canciller Bielsa; el Embajador Bordón; el Ministro Lavagna; el Jefe de
Gabinete Alberto Fernández y el Jefe de la SIDE Sergio Acevedo.
[55] Citado en “Otra visita: un enviado de Bush”, Diario Clarín, 17 de
agosto de 2003, pág. 12.
[56] “Kirchner se puso duro con el FMI en la trama crucial de la negociación”,
Clarín, 20 de agosto de 2003, pág. 6.
[57] “Deuda: EEUU dice que no presiona”, Diario Clarín, 20 de agosto de 2003, pág. 7.
[58] Ibidem
[59] “Invitado con libreto propio”, Diario Clarín, 21 de agosto de 2003, pág. 18.
[60] “EEUU exige definiciones económicas a la Argentina”, Diario Clarín, 27 de agosto de 2003, pág. 16.
[61] “Para EEUU ‘se está generando un proceso de confianza’ hacia
Argentina”, Diario Clarín, 16 de
octubre de 2003, pág. 7
[62] Memoria detallada del estado de la Nación 2003, Dirección de América del Norte, Op. Cit., pág. 174.
[63] “Bush dio un nuevo apoyo, pero pidió una señal clara por la deuda”,
Diario Clarín, 14 de enero de 2004, pág. 4.
[64]“EE.UU. insiste en la condena a Cuba”, Diario Clarín, 26 de marzo de 2004, pág. 16.
[65] Las expresiones de Paul O´Neill deben interpretarse en un contexto de
abandono de las políticas de salvatajes por parte de EE.UU.. Véase ut. infra.
[66] RUSSELL, Roberto y TOKATLIAN, Juan Gabriel, “Argentina, Brasil y
Estados Unidos: El desafío de una esfera de cooperación”, Agenda Internacional,
Año 1, Nº 2, Agosto-octubre-noviembre de 2004, Pág. 22.
[67] STRANGE, Susan, “El Estado
Hueco”, en la obra de MASI, Carlos (Comp.), Postmodernismo y Relaciones
Internacionales, Santa Fe de Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana /
Universidad de los Andes / Universidad Nacional, Colombia, 1998.
[68] Ibidem
[69] Entrevista a MARINI, Gustavo, “Entre la impugnación al orden mundial
unipolar y la competencia por conducirlo”, Revista Desarrollo y Región, Anuario
2002, IDR, Rosario, 2002.
[70] LAVAGNA, Roberto, “Política, Economía y Deuda”, en BIELSA, Rafael,
LAVAGNA, Roberto y ROSATTI, Horacio, Estado
y Globalización, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe, 2005.
[71] Durante el período previo a la aprobación del acuerdo, las diferencias
con el FMI se centraron sobre los compromisos políticos y económicos que debía
adoptar la Argentina
para poder acceder a la refinanciación. El principal punto en discusión fue el
monto del superávit (ahorro) fiscal o primario que la Argentina debía alcanzar
para destinar al pago de la deuda externa, es decir el monto que determina el
nivel de quita en el pago de la deuda. Mientras que el Ministerio de Economía
proponía un superávit que no supere el 3% del PBI, el FMI proponía un 4%. Otros
temas como las compensaciones al sistema bancario, la eliminación de los planes
de competitividad, las tarifas y el tratamiento de los servicios públicos,
fueron objeto de discusión durante la negociación.
[72] Italia, Francia y España exigían un compromiso más concreto por parte
de la Argentina
sobre cuándo y cómo se haría el aumento de tarifas. Canadá, Alemania e
Inglaterra consideraban que el superávit del 3% no era sustentable para salir
del default.
[73] Para más detalles sobre el acuerdo alcanzado se puede consultar la
página web del Ministerio de Economía donde se encuentran publicados los
siguientes documentos: el Memorando de Política Económica, el Memorando Técnico
y la Carta de
intención,
[74] En agosto de 2003 Roger Noriega visitó Buenos Aires y, a pesar de
negar que su visita respondiera a la necesidad de imponer una decisión del FMI
y aclarar que no quería intervenir en las negociaciones con el organismo, en la
conferencia de prensa indicó las pautas generales del acuerdo que Estados
Unidos pretendía, entre las cuales se destacaban: -la inclusión de reformas
estructurales como la reforma del sistema financiero y la seguridad jurídica,
entre otras, -la previsibilidad y transparencia en un plan con medidas para
generar crecimiento, - y que el acuerdo sea de largo plazo. Además, afirmó que
existían razones favorables para que se llegue a un acuerdo entre Argentina y
el FMI y expresó que “Kirchner tiene que comprender y atender las debilidades
institucionales y estructurales que representan las raíces de esa crisis. Tal
vez se necesite más transparencia del proceso, tal vez un poco más de
explicación de su plan económico e institucional para tratar esos problemas”. Diario Clarín,
21 y 27 de agosto de 2003, pág. 18
y 16 respectivamente. Luego del
encuentro con Lavagna (agosto de 2003), John Snow, Secretario del Tesoro
norteamericano, reiteró dos cuestiones: por un lado ratificó que Estados Unidos
apoyaba políticamente un acuerdo con el FMI y por otro lado pidió un plan
sustentable y coherente, lo que significaba que la Argentina cumpliera con
los compromisos de instrumentar reformas estructurales. Por su parte el
Subsecretario del Tesoro, John Taylor, afirmaba que las negociaciones con la Argentina estaban bien
encaminadas y, a su vez, reconocía la existencia de puntos de desacuerdo,
principalmente sobre el porcentaje de superávit fiscal. “Lavagna prometió a
Estados Unidos que apurará las reformas”, Diario Clarín, 8 de agosto de 2003, pág. 3.
[75] “Discusión y fuerte presión de EE.UU. en el directorio del FMI”,
Diario Clarín, 12 de septiembre de
2003, pág. 4.
[76] El Congreso -apoyando al gobierno- votó dos leyes que involucraron reformas a la Ley de Entidades
Financieras y en la Carta Orgánica del
Banco Central. Un aspecto a señalar de
las reformas es que otorgan mayor autonomía al BCRA para prestarle al Tesoro un
10% del total de la recaudación anual. Véase: Ley 25.780, Reformas a la Ley de Entidades Financieras y
a la Carta Orgánica
del Banco Central de la
República Argentina,
aprobada el 27 de Agosto de 2003 y publicada en el Boletín Oficial, el 8
de septiembre de 2003.
[77] CHERESKY, Isidoro, “Argentina. Cambio de rumbo y recomposición
política. Néstor Kirchner cumple un año de gobierno”, Revista Nueva Sociedad,
Nro. 193, Caracas, septiembre – octubre de 2004, pp. 10.
[78] Para consultar los documentos oficiales de ambas revisiones véase la
pagina:
[79] RUSSELL, Roberto y TOKATLIAN, Juan Gabriel, Op. Cit., Pág. 22.
[80] Los temas que postergaron el acuerdo se vinculan con el alargamiento
de los plazos de la renegociación de la deuda con los privados, la aprobación
del paquete antievasión en el Congreso, la sanción de una ley que autorice el
aumento de las tarifas de los servicios públicos y la compensación a los
bancos.
[81] “Al final se impuso la negociación política”, Diario Clarín,
10 de enero de 2004, Pág. 5.
[82] Estados Unidos, Francia y Canadá apoyaron a la Argentina, mientras que
Italia, Inglaterra, Japón, Holanda, Suiza y Austria entre otros, se
abstuvieron. De los 20 directores del FMI, la aprobación fue votada por 12, los
restantes 8 se abstuvieron.
[83] El Ministro Lavagna reconoció este apoyo afirmando que “el papel de
Estados Unidos fue muy positivo. Tuve varios diálogos con John Snow y tanto él
como el Subsecretario John Taylor y Horst Köler tuvieron un papel importante,
decisivo”. Por su parte el Canciller Bielsa sostuvo en un reportaje “…es un
momento fantástico para la
Argentina. Porque Estados Unidos no quiere que nada se
desmadre y se salga de cauce.”, “Reportaje al Canciller Bielsa”, Diario Clarín, 9 de febrero de 2004, Pág. 5.
[84] ESCUDÉ, Carlos, “A río revuelto. Autonomía periférica en un contexto
de desorden global”, Agenda Internacional, Año 1, Nº 1,
junio-julio-agosto de 2004, Págs. 15
a 19.
[85] BARÓN, Ana, “Más presión de los países ricos por la renegociación de
la deuda”, Diario Clarín, 6 de
febrero de 2004, pág. 3.
[86] “Estados Unidos apoya el criterio de que para pagar la deuda hay que
crecer”, Diario Clarín, 21 de marzo
de 2004, pág. 6.
[87] Datos tomados de “Intercambio comercial entre Argentina con Estados
Unidos”, Fundación Exportar, Equipo Técnico, julio de 2004.
[88] National Trade Estimate Report
on Foreign Trade Barriers- Argentina, USTR, 2004, disponible en
hyyp://www.ustr.gov.assets/document_librery/report_publications/2004/2004_national_trade_estimate/2004_nte_report/assets_upload_file568_4735.pdf
Fecha de consulta: el 15 de julio de 2004.
[89] National Trade Estimate Report
on Foreign Trade Barriers- Argentina, USTR, 2005, disponible en http://www.ustr.gov/assets/Document_Library/Reports_Publications/2005/2005_NTE_Report/asset_upload_file710_7452.pdf
Fecha de consulta: el 26 de abril de 2005
[90] Datos extraídos de: “Intercambio comercial de Argentina. Datos de
exportaciones –importaciones enero-julio de 2004”, Centro de Economía
Internacional, Ministerio de Relaciones Ministerio de Relaciones Exteriores,
Comercio Internacional y Culto, Secretaría de Comercio y Relaciones Económicas
Internacionales.
[91] “Bielsa pide un comercio justo para poder pagar las deudas”, Diario Clarín, 12 de septiembre de 2003, pág.
10.
[92] “El Mercosur cargó contra EE.UU. por el área de libre comercio”,
Diario Clarín, 4 de octubre de 2003,
pág. 24.
[93] El MERCOSUR realizó concesiones en temas como propiedad intelectual e
inversiones extranjeras. Estados Unidos había iniciado la reunión anunciando
que en el marco del ALCA aceptaba eliminar los subsidios a la exportación. Este
país destina 20 millones de dólares en subsidios directos para sus embarques, los
que estaría dispuesto a desmantelar, pero también destina 6.000 millones de
dólares a créditos, garantías y seguros para la exportación, los que no serían
desmantelados. Tampoco se eliminarían los subsidios internos que Estados Unidos
otorga a sus propios productores y que llegan a 20.000 millones de dólares.
Washington argumenta que comenzará a desmantelarlos cuando lo hagan los
europeos.
[94] “Por el inicio del ALCA, surgieron diferencias entre Brasil y
Argentina”, Diario Clarín, 12 de
enero de 2004, pág. 7.
[95] “Por el agro, se frena la negociación del ALCA”, Diario Clarín, 6 de febrero de 2004, pág. 5.
[96] “Otra cumbre por el ALCA terminó sin llegar a acuerdos”, Diario
Clarín, 7 de febrero de 2004, pág. 19.
[97] El tema del ALCA no escapó a la campaña electoral de Estados Unidos,
así estuvo presente en las internas del Partido Demócrata. El candidato John
Kerry afirmó que en caso de ser elegido presidente ordenaría una revisión de
todos los acuerdos comerciales para asegurar que las partes cumplen con las obligaciones
establecidas sobre los temas de medio ambiente y legislación laboral y agregó
que no firmará ningún nuevo acuerdo hasta que se realice esa revisión y que los
nuevos acuerdos, como el ALCA, deberán tener niveles muy altos de protección
del medio ambiente y de leyes laborales. Asimismo señaló que apoya un control
más estricto en patentes y copyright.
[98] “Sólo un milagro pondrá en marcha ALCA en enero: EEUU”, Agencia Reuters, 23 de septiembre de
2004, en Selección de Noticias Comercio Internacional y Negociaciones
Comerciales, Red Latinoamericana de Política Comercial (LATN)/ Flacso, Año
2, Nº 90, Buenos Aires, 24 de septiembre
de 2004.
[99] “Desacuerdos entre USA y Brasil frenan posibilidad de concretar
creación de ALCA”, El Observador,
Venezuela, 28/10/2004, en Selección de Noticias Comercio Internacional y
Negociaciones Comerciales, Red Latinoamericana de Política Comercial (LATN)/
Flacso, Año 2, Nº 95, Buenos Aires, 28
de octubre de 2004.
[100] “EE.UU. cree posible un ALCA sin
Argentina ni Venezuela”, El Cronista,
23 de noviembre de 2004, en Selección de Noticias Comercio
Internacional y Negociaciones Comerciales, Red Latinoamericana de Política
Comercial (LATN)/ Flacso, Año 2, Nº 99,
Buenos Aires, 26 de noviembre de 2004.
[101] Ibidem.
[102] Véase: “Estados Unidos intimó a la Argentina por la pelea
de las tasas en Ezeiza”, Diario Clarín, 13 de septiembre de 2003, pág. 26, y
“EE.UU., en la pelea entre Aerolíneas y Eurnekian”, Diario Clarín, 17 de
octubre de 2003, pág. 27.
[103] Memoria anual del estado de la Nación 2004, Op. Cit., pág. 381 y
“Argentina volvería a categoría uno en seguridad aérea”, Infobae, Bs. As., 9 de agosto de 2004.
[104] Persoglia, Sergio, “Aftosa: EE.UU. suspende una misión sanitaria”,
Diario Clarín, 11 de septiembre de
2003, pág. 19.
[105] “Negocian la entrada de miel, carnes y acero a los EE.UU.”, Diario Clarín, 24 de octubre de 2003, pág. 10.
En la Memoria
anual del estado de la Nación
2004 se informa que lo que refiere a la zona situada al sur del paralelo
42° se lograron avances en los análisis de riesgo para la carne de cordero con
hueso que constituye el producto cárnico
más significativo de esa zona.
[106] Memoria anual del estado de la Nación 2004, Op. Cit.,
pág 380. También se hace referencia a que como consecuencia de ese encuentro
“el SENASA remitió información técnica a su par de Estados Unidos (APHIS) con
el fin de que la misma sea utilizada en los estudios de análisis de riesgo
tendientes a la reapertura del mercado para las carnes argentinas procedentes
desde el norte del paralelo 42°”
[107] Ibidem
[108] National Trade Estimate Report
on Foreign Trade Barriers- Argentina, USTR, 2005, disponible en
http://www.ustr.gov/assets/Document_Library/Reports_Publications/2005/2005_NTE_Report/asset_upload_file710_7452.pdf
(consultado el 26 de abril de 2005), pág. 11.
[109] Véase Resoluciones del Senasa Nº 117/02 y Nº 1052/02
[110] Véase: Diario Clarín, 26 de
diciembre de 2003.
[111] “Nueva reglamentación aduanera de los estados Unidos. Ley de
Bioterrorismo”, Centro de Economía Internacional, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto, extraído de cei.mrecir.gov.ar
[112] “La ley antierrorismo afecta ventas a EE.UU.”, Diario Clarín, 23 de septiembre de 2003.
[113] “Ya rige ley de EE.UU”, Diario Clarín,
19 de diciembre de 2003.
[114] En 2004 un embarque argentino de limones con destino a Canadá fue
“destruido” en territorio norteamericano
a causa de una denuncia anónima sobre la existencia de sustancias
tóxicas en tal embarque. La denuncia resultó ser falsa.
[115] La ley de Patentes de Invención Nº 24.481 -modificada parcialmente por
la ley 24.572- fue nuevamente modificada bajo el gobierno de Néstor Kirchner
por la ley Nº 25.859, aprobada por el Congreso de la Nación el 4 de diciembre de
2003 y publicada en el Boletín Oficial el 14 de enero de 2004.
[116] Ver art. 4 de la ley Nº 25.859 donde se establece dicho cambio a
través de la modificación del art. 88 de la ley 24.481 y su modificatoria de
1996.
[117] Ver art. 2 de la ley Nº 25.859 donde se establece este cambio con la
modificación del art. 83 de la ley 24.481 y su modificatoria de 1996.
[118] El documento llamado “Special 301 Priority Watch List”, publicado el 3
de mayo de 2004, puede consultarse en la página web del USTR:
http://www.ustr.gov
[119] Monsanto pretende que los productores agrícolas argentinos no sólo
paguen regalías por el uso de la semilla sino que también abonen derechos por
el uso de la tecnología de la soja RR (Roundup Ready). Esta postura es
rechazada por el sector agropecuario y por la Secretaría de
Agricultura, quienes sólo admiten el derecho de la empresa a cobrar por la
venta de sus semillas. Véase: “EE.UU. mira de cerca el caso Monsanto”, Diario Cronista Comercial, 13 de abril de 2005.
[120] “Salida transitoria para Monsanto”, Diario Cronista Comercial, 2 de mayo de 2005, en Newsletter LATN, Año 3, No. 119, 6 de mayo de 2005, Buenos
Aires, Argentina.
[121] “Patentes e países em desenvolvimento”, Gazeta Mercantil, Brasil, 5 de octubre de 2004, en Selección de
Noticias Comercio Internacional y Negociaciones Comerciales, Red
Latinoamericana de Política Comercial (LATN)/ Flacso, Año 2, Nº 92, Buenos Aires, 8 de octubre de 2004.
[122] Memorias anual del estado de la Nación 2004, Ministerio
de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Secretaría de
Comercio y Relaciones Económicas Internacionales, Subsecretaría de Integración
Económica Americana y MERCOSUR, págs.
379 y 380.
[123] Fundación Exportar, “Revisión anual del límite de necesidades de
competencias”, 29-03-2005, en www.exportar.org.ar/modules/sgp/sgp.htm,
consultado el 7 de abril de 2005.
[124] Memoria detallada del estado de la Nación 2003, Op.
Cit., pág. 23.
[125] “Negocian la entrada de miel, carnes y acero a los EE.UU.”, Diario Clarín, 24 de octubre de 2003, pág. 10.
[126] Memoria detallada del estado de la Nación 2003, Dirección Nacional de Negociaciones
Económicas Internacionales, Dirección de solución de Controversias Económicas
Internacionales (DISCO), Op. Cit.,
págs. 372 y 273.
[127] Ibidem.
[128] “Triunfo comercial de Argentina frente a EEUU”, Diario Clarín, 30 de noviembre de 2004, pág.
17.
[129] FUENTES SAAVEDRA, Claudio, Columna de opinión publicada en La
Tercera, Chile, 9 de octubre de 2004.
[130] Véase: LABAQUI, Ignacio, "Estados Unidos y los países del
MERCOSUR después de los atentados del 11 de septiembre", en FUENTES,
Claudio (Ed.), Bajo la mirada del halcón.
Estados Unidos - América latina post 11/09/2001, Flacso -Chile - Editorial
Biblos, Bs. As., 2004.
[131] Ibidem, pág. 74.
[132] RUSSELL, Roberto y TOKATLIAN, Juan Gabriel, Op. Cit.
[133] El pedido de inmunidades fue realizado bajo la presidencia de Duhalde,
mientras que el tema de la participación de las FFAA en cuestiones de seguridad
interna ha sido objeto de divergencias desde la administración de Menem.
[134] La ley 25880 fue sancionada el 31 de marzo de 2004, promulgada el 21
de abril de 2004 y reglamentada por decreto1157/04 de 2 de septiembre de 2004,
allí se fija el procedimiento conforme al cual el Poder Ejecutivo Nacional debe
solicitar al Congreso de la
Nación la autorización para la entrada de tropas extranjeras
al territorio nacional y la salida de fuerzas nacionales fuera de él. En el
caso de ejercicios combinados, el PEN deberá enviar al congreso el programa
anual de ejercitaciones de ese tipo y debe hacerlo por medio de un proyecto de
ley (Art. 5). Si ocasionalmente la actividad no hubiese sido registrada en la
programación anual, el proyecto de ley para autorizar deberá ser por lo menos 4
meses antes y si esto no fuera posible por circunstancias especiales, el mayor
tiempo posible antes de la fecha de pedido. En situaciones particulares, como
ser, razones de ceremonial, emergencia por catástrofes naturales, operaciones
de búsqueda y rescate para salvaguardar vidas humanas, en casos de salidas de
fuerzas donde la actividad constituya fines operativos, entre otros, el Poder
Ejecutivo podrá permitir el acto sin aprobación del Congreso de la Nación (Art. 6). El
proyecto de ley de pedido debe ir acompañado de un anexo, que es una preforma o
instructivo donde se debe volcar información básica, incluyendo si hay un requerimiento
de inmunidad.
[135] En 2004, además de los ejercicios programados con Estados Unidos fuera
del territorio nacional, la
Armada y la
Fuerza Aérea trabajaron con unidades norteamericanas, pero en
adiestramientos en otros países, como Chile y Perú. Es más, aviadores navales
hicieron ejercicios en el portaaviones U.S. Ronald Reagan, en aguas
internacionales frente a nuestra costa. Incluso legisladores visitaron ese
navío, la última incorporación de la flota de los Estados Unidos. Esto sucedió
en el mes de junio, cuando el portaviones partió de la base naval Norfolk de la
costa Este rumbo a la base naval de San Diego. Dado que no podía pasar por el
canal de Panamá dio la vuelta por el extremo sur del continente. En el trayecto
el portaviones realizó operaciones de “toque y despegue” con los países que
estaban en el trayecto y que poseían aviación naval. El ejercicio fue de
importancia para Argentina porque desde que el portaviones ARA “25 de Mayo” fue
desafectado definitivamente en 1996, Argentina no volvió a contar con un
portaviones en su flota de mar y esta era una buena oportunidad para el
entrenamiento de los pilotos.
El 17 de
junio, cuando el portaviones navegaba por aguas internacionales a la altura de
Bahía Blanca, se realizó el ejercicio conjunto Gringo Gaucho, en el que
participaron aviones de la armada nacional.
[136] Memoria detallada del estado de la Nación 2004, Ministerio
de Defensa, Jefatura de Gabinete de Ministros, págs. 51 y 52.
[137] Luego de la reunión bilateral que Pampuro y Rumsfeld mantuvieron cuando
se desarrollaba la
Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas en Quito
(noviembre de 2004) un Oficial de
Defensa estadounidense hizo referencia a que los temas tratados involucraron
maneras de resolver un contratiempo en las relaciones entre EE.UU. y Argentina,
en referencia a la aprobación de la ley que establece la notificación y
aprobación de los ejercicios combinados. Citado en Miles, Donna,
“U.S.-Argentine Bilateral Focuses on Haiti”, American Forces Press Service; 16 de noviembre de 2004, en la Página del Departamento de
Defensa de los Estados Unidos:
http://www.defenselink.mil/news/Nov2004/n11162004_2004111609.html
(consultada el 7-8-05)
[138] El reclamo americano de inmunidad para sus tropas sigue estando
presente en 2005. Así lo evidencias las declaraciones del Coronel David Mc
Williams, director de Relaciones Públicas del Comando Sur, con asiento en
Miami, cuando consultado sobre el tema observó “… todo despliegue de tropas
para los ejercicios tiene que ser antecedido de un acuerdo de este tipo…”
“…estamos obligados por ley de nuestro congreso a ello. Las condiciones
especificas del acuerdo, la embajada (en Bs. As.) es competente para
tratarlos”. Roger Pardo-Maaurer -Subsecretario Adjunto para la Seguridad Internacional
del Departamento de Defensa- también se refirió a los ejercicios militares
entre EE.UU. y Argentina suspendidos en octubre de 2003 y dijo que se debe
tratar de “..ver la forma idónea de autorizar
los ejercicios…” , véase: “EE.UU. sigue firme en su reclamo de inmunidades”,
Diario Clarín, 27 de abril de 2005,
Pág. 12
[139] “Habrá maniobras militares “virtuales” entre Argentina y Estados
Unidos”, Diario Clarín, 17 de
noviembre de 2004, Pág. 17.
[140] El canciller Celso Amorin en este sentido afirmó: “Creo que la
cuestión de la seguridad y la defensa en América del Sur , cuando más sea
garantizada por América del Sur, mejor para todos nosotros”; “No vemos las
razones para que haya una base militar de EE.UU. en esta región”, en “Las
relaciones EE.UU.-Latinoamérica: La polémica ante la presencia de tropas de
EE.UU. en territorio Paraguayo”, Diario Clarín,
13 de septiembre de 2005.
[141] Citado en Miles, Donna, “Rumsfeld, Paraguayan President Discuss Mutual
Concerns”, American Forces Press Service;
17 de agosto de 2005, en la
Página del Departamento de Defensa de los Estados Unidos: http://www.defenselink.mil/news/Aug2005/20050817_2462.html
(consultada el 1/09/05)
[142] BUSSO, Anabella, “Estados Unidos y América Latina. La distancia entre
la unipolaridad y los Estados fracasados”, Desarrollo y Región Anuario/2002,
Instituto de Desarrollo Regional, Rosario, Argentina.
[143] Esta tendencia en las percepciones puede ser observada en las
declaraciones realizadas por el Consejero General del Departamento del Tesoro,
David Aufhauser, quien sostuvo que el entrenamiento y financiamiento terrorista
seguía siendo un problema de la Triple Frontera. En igual sentido se expresó el
Coordinador de Políticas de Operaciones Especiales y Combate al Terrorismo del
Departamento de Defensa de los Estados Unidos, Dorsey Edward Rowe, en una
conferencia realizada en Montevideo el 3 de noviembre de 2003 donde afirmó que
“hay organizaciones terroristas trabajando en Sudamérica” y que la triple
frontera es un área preocupante, en “EE.UU. ve ‘terroristas’ en la región”,
Diario Clarín, 5 de noviembre de 2003. Por su parte, el embajador Philip Wilcox
declaró ante el Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes
que las actividades del Hezbollah en la triple frontera involucraron
narcóticos, tráfico y terrorismo, en ABBOTT, Philip K, "Terrorist Threat
in the Tri-Border Area: Myth or Reality?", Military Review, September - October 2004. El jefe del Comando Sur
de los EEUU James Hill también realizó declaraciones sobre el funcionamiento de
actividades terroristas en la zona de la triple frontera. Frente a la Cámara de Representantes
sostuvo que “grupos de radicales islámicos conducen tareas en el área limítrofe
entre Argentina, Brasil y Paraguay”, en “Críticas de un jefe militar de EEUU”,
Diario Clarín, 31 de marzo de 2004,
Pág. 10.
[144] HOSENBALL, Mark, ISIKOFF, Michael, “Fighting
Terror by Attacking...South America?”, Newsweek,
Vol. 144, Fascículo 6, 8/9/2004.
[145] Memoria detallada del estado de la Nación 2003, Op.
Cit., pág. 204 y 205.
[146] En la Memoria
anual del estado de la Nación
2004 (Op. Cit., pág. 360) se
mencionan dos visitas en las que se analizó el funcionamiento del mecanismo
3+1: la visita del Coordinador para Contraterrorismo de Estados Unidos,
Embajador Cofer Black el 30 de enero de 2004 y la del Subsecretario Adjunto
para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Embajador James
Derham el 17 de febrero del mismo año.
[147] Tal como se afirma en un informe del Ministerio de Defensa “la
participación argentina en misiones para el mantenimiento de la paz es una
decisión de política exterior que tiene influencia en la política de defensa,
en especial sobre el instrumento militar”. Ministerio de Defensa/Estado Mayor
Conjunto de las Fuerzas Armadas/ Naciones Unidas, Cascos azules argentinos. Desde 1958 construyendo la paz…, 2005,Bs.
As., pág. 18.
[148] GASPAR TAPIA, Gabriel, “Haití: ¿complemento o vacío hegemónico en
América Latina?”, Revista Foreign
Affairs en Español, Enero – Marzo de 2005.
[149] Ibidem
[150] MILES, Donna, “U.S.-Argentine Bilateral
Focuses on Haiti”, American Forces Press Service, Departamento de Defensa de
EE.UU. En:
[151] U.S. Department of Defense, Office of the
Assistant Secretary of Defense (Public Affairs), News Transcript, en http://www.defenselink.mil/transcripts/2005/tr20050322-secdef2321.html
Fecha de Consulta: 30/08/2005.
[152] Memoria detallada del estado de la Nación 2004, Ministerio
de Defensa, Op. Cit., pág. 51.
[153] Ibidem
[154] Véase: “Pampuro tendrá una reunión con Rumsfeld”, Diario La Nación,
6 de noviembre de 2004, pág. 12 y “Mensaje a EE.UU. por los ejercicios
militares”, Diario Clarín, 8 de
noviembre de 2004, Pág. 6.
[155] En lo inmediato es sabida la
presión de la productora Northorp Grummnan para modernizar los radares que hay
y proveer otros, pero el gobierno nacional quiere hacerlo por licitación.
[156] Statements by U.S. Secretary of
Defense and Argentine Minister of Defense, March 22, 2005, U.S. Department of
Defense, Office of the Assistant Secretary of Defense (Public Affairs), en
http://www.defenselink.mil/transcripts/2005/tr20050322-secdef2321.html
[157] Ibidem, pág. 299.
[158] Traducción propia, Declaraciones
extraídas de MILES, Donna, "Proliferation Security Initiative Marks Second
Anniversary". American
Forces Press Service, en:
http://www.defenselink.mil/news/May2005/20050531_1443.html Fecha de consulta: 03/09/05
[159] Memorias anual del estado de la Nación 2004, Ministerio
de Relaciones Exteriores Comercio internacional y Culto, Op. Cit., pág. 380.
[160] Véase: “Agentes de EE.UU., en la Aduana”, Diario Clarín, Bs. As., 23 de marzo de 2005 y “Ayudaría la DEA a controlar el
narcotráfico en el puerto”, Diario La Nación, Bs. As., 14
de marzo de 2005
[161] International Narcotics Control
Strategy Report -2005,
Department of State, Released by the Bureau for International Narcotics and Law
Enforcement Affairs, March 2005
[162] “Los narcos se esfuerzan por llegar a la Argentina”, Diario La Nación,
Bs. As., 13 de marzo de 2005.
[163] “Argentina y EE.UU. harán en conjunto el control de contenedores en el
puerto”, Clarín, 10 de mayo de 2005, “La aduana de EE.UU. ayudará en el
puerto”, Diario La Nación, Bs. As., 10
de mayo de 2005, “Control en el puerto
de Buenos Aires”, Diario La Nación, Bs. As., 17
de mayo de 2005.
[164] Ibidem, Diario Clarín, 10 de mayo de 2005
[165] Antes de concurrir a la cuarta reunión extraordinaria del CICTE que se
desarrolló en Montevideo del 28 al 30 de enero de 2005, Cesencio Arcos junto al
Representante de EEUU ante la
OEA Embajador John Maisto y al Coordinador de la Oficina antiterrorismo del
Departamento de Estado Cofer Black, visitaron Buenos Aires, donde se
concretaron encuentros con el vicepresidente Daniel Scioli, así como con otros
funcionarios del área de la seguridad del Ministro del Interior Aníbal
Fernández y el Ministro de Justicia, Gustavo Béliz. También el Viceministro de
Defensa, Jaime Garreta, los secretarios de Inteligencia, Héctor Icazuriaga, de
Justicia, Pablo Lanusse, de Seguridad Norberto Quantín y de la Presidencia, Oscar
Parrili
[166] “Ayudaría la DEA
a controlar el narcotráfico en el puerto”, Diario La Nación,
Bs. As., 14 de marzo de 2005.
[167] Véase: International
Narcotics Control Strategy Report -2005, Department of State, Released by
the Bureau for International Narcotics and Law Enforcement Affairs, March 2005,
y Memoria anual del Estado de la
Nación 2004, Op. Cit., pág.
206.
[168] Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto,
Dirección de Prensa, Información para la prensa Nro. 079/2004, en
http://www.cancilleria.gov.ar/ministerio/prensa/7904.html
[169] Debe señalarse que si bien INVAP es el contratista principal del
SAC-D/Aquarius, en su integración participarán también otros organismos
pertenecientes al sistema científico - tecnológico nacional, así como se dará
trabajo a numerosas empresas argentinas, en particular, PyMEs. En: "Se
firmó el Acuerdo para construir el SAC-D/Aquarius en Argentina",
03-03-2004,
http://www.invap.net/news/novedades.php?id=20040304143351
[170] Véase "Misiones SAC", INVAP, en
http://www.invap.net/space/misionesSAC.html
[171] Véase: BUSSO, Anabella, "Las relaciones argentino-americanas a
finales del gobierno de Menem y en los inicios de la gestión De la Rúa. Entre la continuidad y los condicionantes
domésticos", en la obra preparada por el Centro de Estudios en Relaciones
Internacionales de Rosario (CERIR), La
política exterior argentina 1998-2000. El cambio de gobierno ¿impacto o
irrelevancia?, Ediciones CERIR, Rosario, 2001.
[172] Memoria detallada del Estado de la Nación 2004, Ministerio
de Defensa, Op. Cit., pág. 5.
[173] Dentro del Subgrupo de Trabajo
IV Capacitación de Civiles se acordó la realización de actividades de intercambio
académico entre ambos países para 2005, entre las que se destaca la
organización de un Seminario sobre Toma de Decisiones en situación de Crisis
para funcionarios civiles y militares de ambos países en Argentina. El Subgrupo
de Asuntos Ambientales también alcanzó un acuerdo para nuevas actividades de
cooperación. Se realizaron Conferencias de divulgación de sistema de
catalogación en diferentes ámbitos,
entre ellos en el “Subgrupo Asistencia a la Seguridad” en el ámbito
de la X Reunión
del Grupo de Trabajo Bilateral Argentina – EE.UU. En: Memoria detallada del
estado de la Nación
2004, Ministerio de Defensa, Op. Cit.,
págs. 12, 13, 16 y 38.
[174] MAC KAY, María Luisa “Avances con EE.UU. en acuerdos de cooperación para la defensa”,
Diario Clarín, 23 de marzo de 2005.
[175] De acuerdo a la
Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio
Internacional y Culto, durante su visita a Washington, Pampuro se reunió con el
Vicesecretario de Estado, Richard Armitage, con el Secretario asistente para
Asuntos Políticos y Militares, Lincoln Bloomfield; con el Director Señor para
Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad, Embajador
Thomas Shannon y el Secretario de
Defensa, Donald Rumsfeld.
[176] “EE.UU. insistió ante Pampuro: quiere seguir con los ejercicios
militares”, Diario Clarín, 12 de
diciembre de 2003.
[177] “Habrá maniobras militares “virtuales” entre Argentina y Estados
Unidos”, Diario Clarín, 17 de
noviembre de 2004, Pág. 17.
[178] El huracán Katrina puede ser descrito como una de las más grandes
catástrofes que afectó a Estados Unidos. En ese marco gran parte de la
población afectada manifestó su descontento con la calidad y los tiempos de la
asistencia federal. El presidente fue criticado por la falta de preparación
para atender este tipo de crisis y por su excesiva concentración en la guerra
en Irak. Las imágenes sobre el desastre y las actividades de asistencia
parecían más típicas de un país subdesarrollado que de la primera potencia
mundial, situación que fue acompañada por un hecho con escasos precedentes: la
solicitud de asistencia internacional por parte de Washington. Posteriormente,
el huracán Wilma reinstaló la crítica de los habitantes de Florida. A nivel del
análisis internacional, estos hechos se asocian con el proceso de calentamiento
global y la negativa del gobierno americano para comprometerse con el protocolo
de Kyoto.
[179] Durante octubre de 2005 debió renunciar el Jefe de Gabinete del
Vicepresidente de Estados Unidos, Lewis Libby, por ser identificado como el
funcionario que dejó trascender a la prensa el nombre de Valerie Plame, una
espía de la CIA,
lo que constituye un delito contra la sección 421 de la ley de Protección de
Identidades de Inteligencia de 1982. El nombre de Plame habría sido revelado en
venganza porque tras haber sido enviado a África, su esposo, el Embajador
Wilson decidió hacer público que no existían pruebas de que Irak hubiese intentado comprar armas en Níger, un
argumento que Bush utilizó en uno de sus discursos sobre el estado de la Unión para confirmar la
peligrosidad de Saddam Hussein. Este escándalo conocido como “Plamegate” o
“Ciagate” involucra la posibilidad de que otros funcionarios como el
Vicepresidente o el principal asesor del Presidente, Karl Rove estén
involucrados en este delito, lo que podría terminar desencadenando serios
problemas para la administración Bush.
[180] Dos cuestiones, entre otras, ponen en
evidencia esta decisión. Una es la afirmación del Presidente en su discurso del
20 de enero de 2005 -día de la asunción- que destaca el espíritu de cruzada que
le da a su gobierno. En el mismo se refirió a la misión moral de su país.
“Estados Unidos va a clarificar continuamente ante cada gobierno y cada país la
opción moral entre la opresión y la libertad”. La otra es la conformación de su
gabinete, la cual deja en claro el triunfo de las líneas duras sobre las
moderadas. Entre los cambios en el gabinete que dan cuenta de esta tendencia se
puede mencionar el desplazamiento de Colin Powell y su reemplazo por
Condoleezza Rice como Secretaria de Estado, el nombramiento de John Bolton como
embajador en la ONU
–teniendo en cuenta que fue un fuerte crítico de la misma- y la elección de
Paul Wolfowitz en el Banco Mundial. El desplazamiento de Roger Noriega como
Secretario de estado Adjunto para el Hemisferio Occidental y su reemplazo por
el Embajador Thomas Shannon constituye la única excepción, en tanto este último
es un embajador de carrera menos ideologizado.
[181] WALLERSTEIN, Emmanuel, “La reelección de Bush y sus implicancias para
Estados Unidos y el mundo”, Revista del Observatorio Social de América
Latina, año V, Nº 15, septiembre –diciembre de 2004.
[182] Ibidem. En el marco de los
objetivos de la derecha cristiana subrayados por Wallerstein el presidente Bush
durante 2005 inició este proceso logrando la aprobación del jurista John
Roberts como presidente de la
Suprema Corte. Sin embargo en octubre del mismo año comenzó a
enfrentar inconvenientes cuando su candidata, la abogada y asesora legal de la Casa Blanca Harriet
Miers, se vio obligada a retirar su nominación a la Corte Suprema por
los inconvenientes que enfrentaría su candidatura en el Senado de los Estados
Unidos. En la actualidad Bush se enfrenta al dilema de proponer a un candidato
claramente conservador para poder componer con su base electoral o, como ha
subrayado el Senador Edward Kennedy
“escuchar a todos los estadounidenses, no sólo a la derecha lejana” y postular
a alguien que reúna cierto consenso general. LISSARDY, Gerardo, “Bush se quedó
sin su candidata a la Corte”,
Diario Clarín, Buenos Aires, 28 de
octubre de 2005.
[183]
Ibidem
[184] KLINGBERG, Franck, Cyclical Trends in American Foreign Policy Moods: The Unfolding of
America`World Role, Laham, MD, University of America, 1983.
[185] Para una descripción del aislacionismo de izquierda y derecha ver el
trabajo de Irving Bristol, “La definición de nuestro interés nacional”, en
HARRIES Owen (Comp.) El propósito de los
Estados Unidos de América. Nuevos enfoques de la política exterior de Estados
Unidos, Editorial Pleamar, Buenos Aires,
1993. Esta compilación fue publicada anteriormente por la revista The
Nacional Interest en 1991.
[186] Esta caracterización de la conducta del presidente Bush fue realizada
por el Profesor Ted Jellen en ocasión de su disertación frente a un conjunto de
colegas de la Facultad
de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de UNR, Rosario 9 de agosto de
2005.
[187] Si bien durante la última campaña electoral ninguno de los dos
partidos dio importancia a nuestra región existen especialistas que destacan
que tarde o temprano por razones que hacen a la vida interna de los Estados
Unidos, Washington otorgará más
relevancia a la región. Ver HRINAK, Donna, "Cuatro años más para América
Latina", Foreign Affairs en Español, Enero - Marzo 2005.
[188] No debe confundirse partido hegemónico con predominante, ya que tal
como sostiene Osvaldo Iazzetta "la persistencia de un partido en el
gobierno y la consiguiente falta de alternancia no bastan para considerarlo
hegemónico". Deben tenerse en cuenta las diferencias entre ambos tipos: "en
tanto el partido hegemónico adquiere esa posición apelando a restricciones y
trabas en la competencia electoral, el predominante en cambio, se impone en una
contienda libre que refleja no sólo la capacidad del partido triunfante para
captar al electorado, sino la incapacidad de la oposición para coaligarse y
generar una alternativa confiable y atrayente". IAZZETTA, Osvaldo,
"Nuestra democracia y la transición pendiente", Desarrollo y
Región Anuario2003, Instituto de Desarrollo Regional, Nº 2, Rosario,
Argentina.
[189] Entre los autores que destacan esta posibilidad se destaca el
Sociólogo Torcuato Di Tella, el politólogo Juan Aval Medina y, en el mundo de
la política, el ex Vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez.
[190] Entrevista con el Canciller Rafael Bielsa, Diario Clarín, 17 de octubre de 2004, pág. 12.
[191] Ver Diarios Clarín y La Nación
del 4 de noviembre de 2004.
[192] Cristina Fernández de Kirckner, viajó a
Boston invitada a la convención demócrata
de julio donde se nominó oficialmente la formula Kerry / Edwards. Tuvo una cargada agenda
política; comenzando por la entrevista con Robert Menéndez, representante por
Nueva Jersey y asesor de John Kerry sobre asuntos latinoamericanos, a quien se le asignaba un rol significativo
en caso que Kerry hubiese llegado a la Casa Blanca. Según la
evaluación de la Senadora,
la reunión fue importante por la visión que tiene sobre la problemática
latinoamericana, donde considera que los problemas de estabilidad y seguridad
que atraviesa América Latina tienen directa relación con la necesidad de
superar la crisis económica y social que enfrentan los países. El tema de la
deuda externa no quedó de lado. Además, dentro de las actividades programadas
en su viaje la Senadora
se reunió con su par Christopher Dodd -importante figura demócrata en el
subcomité de Asuntos Hemisféricos del Senado- que fue uno de los políticos que
más se ha ocupado de América Latina. Una vez terminada la convención Demócrata,
Cristina Fernández viajó a Nueva York, donde se reunió con el Comité Ejecutivo
del Freedom Center y con el editor del diario The New York Time, David Unger.
[193] A modo de ejemplo Canal 7 trasmitía una evaluación diaria que la misma
senadora realizaba de sus actividades en Estados Unidos.
[194] Las gobernadoras de Arizona Janet Napolitano y de Kansas, Kadhleedn
Sabelius; la ex Primera Ministra de Canadá, Kim Campbell, la ex Ministra de
Relaciones Exteriores de España, Ana Palacios y la ex Presidente de Irlanda,
Mary Robinson. La
Senadora Clinton se reunió con la Sra. Kirchner lo que
fue tomado como un gesto político
positivo. Previamente al almuerzo tuvo un encuentro con Mary Robinson,
ocasión donde dialogaron sobre el pago de la deuda, el problema de los
subsidios agrícolas, los procesos migratorios y coincidieron en que los
derechos humanos trascienden las trasgresiones de gobiernos dictatoriales, como
son las torturas, detenciones, asesinatos, incluyendo los derechos a la
alimentación y a la
Educación. Por otra parte, la Senadora Fernández
le propuso a la ex presidenta de Irlanda, quien está liderando ahora una lucha
contra los subsidios agrícolas en nombre de algunos legisladores africanos, que
también trabaje con el congreso argentino en esta lucha contra los subsidios de
Estados Unidos y la
Unión Europea.
[195] Ver Diarios La Nación y Clarín,
Buenos Aires, 19 de enero de 2005.
[196] El primero quiere
ampliar el número de miembros permanentes y ocupar un asiento en representación
de América latina, mientras que nuestro país optó por la opción de miembros
semi-permanentes que roten en su función de representación regional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario