Diario "La Capital". Rosario, Domingo, 05 de abril de 2015
El acuerdo nuclear entre Irán y las potencias esconde interrogantes
El documento marco firmado en Suiza entre las potencias mundiales será sopesado por un Congreso de Estadps Unidos con abierta oposición a negociar con Teherán.
Cautela. “Si Irán hace trampa el mundo lo sabrá”, dijo el presidente de EEUU sobre las expectativas de las gestiones.
El acuerdo marco en materia nuclear que
concretaron Irán y las potencias mundiales deja abiertos grandes
interrogantes: ¿Teherán podrá hacer trampa? Posiblemente. ¿Estados
Unidos y otras partes podrán reaccionar a tiempo? En teoría, sí. ¿Están
dispuestos a hacer uso de la fuerza militar? Eso está en duda. ¿Un
acuerdo definitivo sosegará las preocupaciones de la comunidad
internacional sobre las intenciones de la república islámica? Casi con
seguridad, no. Sin embargo, el documento informativo sorprendentemente
detallado que difundió Estados Unidos después de los avances
diplomáticos del jueves en Suiza dota al presidente Barack Obama de
argumentos suficientes para convencer del valor del acuerdo a los
escépticos en el Congreso norteamericano y a sus aliados en Medio
Oriente.
Es decir, si los negociadores pueden llegar hasta ese
punto en los próximos tres meses. "Se necesita la adopción de muchos
detalles clave", dijo ayer Obama. "Nada está acordado hasta que todo
esté acordado. Y si hay reincidencia, no habrá acuerdo. El mundo sabrá
si Irán hace trampa", agregó. "Como comandante en jefe de las Fuerzas
Armadas, estoy profundamente convencido de que la opción diplomática
—con un acuerdo completo y a largo plazo— es, por lejos, la mejor
opción. Para Estados Unidos. Para nuestros aliados. Y para el mundo",
dijo Obama.
Lagunas. Los parámetros para un
acuerdo integral el 30 de junio todavía incluyen grandes lagunas para
Washington y sus socios negociadores. Los límites son vagos sobre la
investigación y desarrollo de tecnología avanzada por parte de Irán que
podrían ser utilizados para fabricar armas nucleares. Los inspectores
aún podrían no conseguir la autorización para ingresar en instalaciones
militares iraníes donde anteriormente se realizaron actividades
atómicas. Los estadounidenses y los iraníes ya están discrepando sobre
qué tan rápido podrían reducirse las sanciones económicas contra Irán. Y
la afirmación de Obama de que las sanciones siempre podrían ser
restituidas se ve socavada por el documento informativo estadounidense
que describe un "proceso de resolución de disputas" consagrado en el
acuerdo.
Sin embargo, el punto más delicado podría ser aquel
en el que las autoridades estadounidenses han puesto énfasis sobre todos
los demás: el tiempo que Irán necesitaría para fabricar
subrepticiamente un arma nuclear. El acuerdo impone un conjunto de
restricciones que haría necesario que Teherán trabaje cuando menos un
año para lograr ese objetivo, en lugar de los dos o tres meses en la
actualidad. Obama y su secretario de Estado, John Kerry, mencionaron que
el hecho de que ese tiempo sea ahora más largo es prueba de que
lograron un "buen acuerdo" y afirman que ese espacio de un año es
suficiente para que Estados Unidos detecte y actúe en consecuencia ante
alguna acción secreta iraní tendiente a la construcción de una bomba.
Sin embargo, ese estándar sólo se sostendría durante una década. Durante
los próximos cinco años se desconoce qué tan lejos se logrará mantener
al programa nuclear de Irán fuera del alcance de la creación de una
bomba. Y después de que el acuerdo de 15 años expire completamente, no
parece haber ya ninguna restricción de qué hablar, algo que para los
legisladores estadounidenses que se oponen, así como para Israel y
Arabia Saudita —rivales regionales de Irán—, es evidencia de un "mal
acuerdo". "Este acuerdo representaría un grave peligro para la región y
para el mundo y amenazaría la supervivencia misma del Estado de Israel",
afirmó el premier Benjamin Netanyahu después de una reunión del
gabinete israelí el viernes. "En algunos años, el acuerdo retiraría las
restricciones al programa nuclear de Irán, lo que le permitiría tener
una capacidad masiva de enriquecimiento que podría usar para producir
muchas bombas nucleares en cuestión de meses".
La batalla del Capitolio. Ahora
estos asuntos y muchos más serán sopesados por un Congreso en Washington
que ha observado en forma impaciente durante 18 meses de negociaciones.
Casi todos los republicanos se oponen al esfuerzo diplomático de Obama y
los demócratas están divididos. En conjunto echarán un vistazo a dos
posibles caminos para una intervención legislativa. La primera daría a
los legisladores una votación directa de "sí" o "no" en torno al
acuerdo, algo a lo que Obama podría mostrarse receptivo a pesar de
haberse opuesto en el pasado. El jueves se dijo confiado en poder
demostrar que un acuerdo aumentará la seguridad de Estados Unidos y del
mundo y dijo que sus asesores involucrarán al Congreso sobre cómo puede
"desempeñar un papel de supervisión constructivo".
La segunda posible acción del Congreso es más
riesgosa: imponer nuevas sanciones sobre la economía de Irán. Eso podría
acabar completamente con la diplomacia al poner en riesgo la fórmula
básica para un pacto final: el retiro de las sanciones de Occidente a
cambio de límites más estrictos al programa nuclear iraní. Pero Obama
tiene más cosas a su favor ahora que las que tenía el año pasado, cuando
las negociaciones no lograron cumplir con los plazos en dos ocasiones.
Incluso entonces, su gobierno logró contener la presión del Congreso.
El acuerdo de Lausana obligaría a Irán a reducir a la
mitad el número de centrifugadoras para uranio que tiene. Ningún
material para fabricar bombas podría ser colocado en las máquinas en
unas instalaciones subterráneas que pudieran resistir un ataque aéreo.
Los modelos avanzados de centrifugadoras serían desconectados. No se
permitiría que una planta de agua pesada produzca plutonio adecuado para
armas. Las inspecciones aumentarían. Y el hecho de que las actividades
nucleares de Irán estén pensadas a largo plazo bien podría ser un motivo
para que la diplomacia también continúe.
Washington y otros partidarios del acuerdo hacen
notar que, en los años en que Washington se negó a hablar con Teherán,
le exigió que suspendiera todo el enriquecimiento de uranio y buscó un
desmantelamiento total de sus instalaciones nucleares, los iraníes
pasaron de varias decenas de centrifugadoras hasta una capacidad de
20.000. Establecieron un sitio secundario en un búnker subterráneo
reforzado y comenzaron a enriquecer uranio a niveles apenas debajo de
los necesarios para producir armas. Desde noviembre de 2013, Irán está
operando sólo 9.000 centrifugadoras y esa cifra descenderá a poco más de
6.000. Los iraníes ya no están produciendo uranio enriquecido y
enviarán al extranjero o neutralizarán la mayor parte de sus reservas.
La amenaza de una bomba de plutonio parece estar controlada, al menos
por ahora.
Poco creíble. Teherán dice que no
busca poseer armas atómicas y que su programa está enfocado
exclusivamente en la producción de energía, así como en objetivos
médicos y de investigación. Irán "cumplirá sus promesas", afirmó el
viernes el presidente iraní Hassan Rouhani. Obama y sus asesores no le
creen a los iraníes en ese punto, pero dicen que el acuerdo hace que las
afirmaciones de Irán sean por lo menos verificables y hace más que las
sanciones o que la acción militar para asegurar que Teherán no cree un
arsenal atómico. "Para dejar las cosas bien claras, no hay ningún
aspecto en este acuerdo que se base en promesas o en confianza", dijo
Kerry el viernes. "Todos los elementos están sujetos a verificación".
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