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martes, 7 de abril de 2015

KURDOS (1999) GEOGRAFÍA DE LA DESGRACIA

COLUMNISTA

Kurdos: geografía de la desgracia

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PARIS.- LA causa del pueblo kurdo es una de esas acerca de las cuales las potencias occidentales no quieren saber nada, cuando tienen la mente puesta en Kosovo. Acaso preferirían decirles a los kurdos lo que Stalin le dijo a otra pequeña nación, Finlandia. En 1938, cuando ya era inminente la guerra mundial y Rusia exigía concesiones territoriales, Stalin dijo: "Yo no tengo la culpa de la geografía".
El pueblo kurdo tiene la desgracia de vivir en un punto en el que se entrecruzan las civilizaciones árabe, otomana y persa (iraní). Pero no es tan numeroso ni lo suficientemente unido como para imponerse y reivindicar la defensa de un Estado kurdo. Encontrándose donde se encuentran no les queda más remedio que acomodarse a sus vecinos. Pero los gobiernos de los Estados dentro de los cuales viven no han sido particularmente propicios. El resultado de todo ello: una historia de padecimientos.
Entonces, ¿qué alternativa les queda? Esa pregunta está de nuevo sobre el tapete, puesto que el gobierno turco ha sometido a juicio a Abdullah Ocalan, el líder del PKK, o Partido Kurdo de los Trabajadores. El PKK moviliza la fracción de la comunidad kurda que apoya la insurrección y el terrorismo para conseguir la autonomía nacional para los kurdos.

Imperio otomano

Turquía ofrece a los kurdos la plena ciudadanía..., pero como turcos, y muchos kurdos aceptaron la asimilación política. Han ocupado bancas en el Parlamento. Ha habido primeros ministros kurdos. Pero Turquía se niega a conceder a los kurdos un Estado separado.
Los turcos otomanos gobernaron su enorme imperio con decenas, si no centenas, de comunidades nacionales, étnicas y religiosas. Muchas veces, su gobierno fue arbitrario y despótico, pero institucionalizó la tolerancia. Las carreras estaban abiertas al talento. El imperio exigía sumisión e impuestos, pero no conformidad social o conversión religiosa.
Esa tolerancia fue un factor crucial en la destrucción del imperio. Rusia y las otras grandes potencias europeas comenzaron a desintegrarlo, fomentando rebeldías y deserciones. Serbia, Grecia, Egipto, Bosnia, Bulgaria y lo que es ahora Rumania... todas adquirieron la independencia o semiindependencia con la ayuda extranjera. Los árabes fueron liberados por la derrota de Turquía en la Primera Guerra Mundial.
La más importante y dinámica nueva nación que surgió de la caída del imperio otomano fue la misma Turquía moderna. Su carismático líder, Mustafá Kemal Ataturk, y sus colaboradores aprendieron la lección del colapso otomano de que la tolerancia y la diversidad pueden ser explotadas por los enemigos internos para socavar la unidad y el poderío de la nación. Crearon un Estado secular de muchas nacionalidades, pero solamente una ciudadanía sin diferencias.
Se fijaron como modelo la Alemania prusiana, que había sido su aliada de la Primera Guerra Mundial, y el ejemplo francés de un Estado centralizado secular que asimila a sus inmigrantes y minorías. Tienen que adoptar idioma y cultura nacionales, lo que los convierte en ciudadanos libres e iguales.
(Es el modelo de los Estados Unidos de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando los inmigrantes fueron americanized por la presión social, el idioma y la escuela pública).

Tratado de Sévres

Para los fundadores de la Turquía moderna, el separatismo significa debilidad y la humillación que sufrieron los otomanos. En 1919, cuando los aliados de la Primera Guerra Mundial propusieron un Kurdistán independiente en el Tratado de Paz de Sévres, Ataturk vio otro intento europeo de dividir a su nación. Hacia 1923, los aliados occidentales lo pensaron mejor, y el acuerdo de paz definitivo no hizo mención de Kurdistán. Para los kurdos, fue una traición más.
A lo largo de los años, los turcos han visto a sus rivales nacionales -Grecia, Irán, la moderna Armenia y Siria- jugar contra ellos la carta de los kurdos, incitando o favoreciendo la rebelión kurda. Hoy se muestran nerviosos ante la iniciativa norteamericana de patrocinar una zona de autonomía kurda dentro de Irak. No les gusta que los Estados Unidos estén librando una guerra no declarada contra Irak desde su territorio.
Están disgustados asimismo por el hecho de que la Unión Europea, que antes los había invitado a prepararse para ingresar en ella, haya postergado indefinidamente la solicitud..., habiendo observado algunos funcionarios alemanes que no había sitio en Europa para una nación de musulmanes. (La Turquía Otomana, una potencia musulmana, gobernó el sudeste de Europa desde los siglos XIV al XX, más tiempo que el de la existencia de Alemania).
Como escribió recientemente Semih Vaner, del Center for International Studies and Research en París, a pesar de sus defectos y su incierta ejecutoria en materia de derechos humanos, los 75 años de la República Turca se han revelado como una realización ampliamente subestimada. "Un espacio indiscutiblemente democrático se ha creado en una parte del mundo donde la democracia no ha prosperado de otro modo.
"Incluyendo los últimos años de la monarquía constitucional otomana, ha habido más de un siglo de experiencia democrática, pese a las interrupciones de un ejército que se resiste a la subordinación al poder civil pero que no es de todas maneras un ejército de golpes militares y pronunciamientos. Las elecciones se han celebrado con regularidad desde 1946. El sistema de partidos funciona y es en general libre". Un historial digno de consideración, por cierto.
La tensión entre turcos y kurdos es uno de esos problemas terribles que la historia plantea sin proponer una solución... como no sea la tolerancia, que escasea generalmente. .

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