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martes, 3 de marzo de 2015

ALEMANIA. EL MURO DE BERLIN




A 10 años de la caída del muro de Berlín

La herida que dividía a Alemania

Desde el 13 de agosto de 1961 hasta el 9 de noviembre de 1989, la pared simbolizó la separación entre el Este y el Oeste


Hoy pocos recuerdan por dónde pasaba y cómo era exactamente el muro de Berlín, de cuya caída se cumplen diez años el 9 de este mes.
Pero durante casi tres décadas, su recorrido y su fisonomía impusieron una precisa frontera ideológica entre el socialismo y el capitalismo, y esa cicatriz es la que perdura en la memoria.
La construcción del muro, del que hoy quedan apenas algunos vestigios, tomó por sorpresa a Berlín. A las dos de la mañana del 13 de agosto de 1961, el ejército, la policía y brigadas de trabajadores pertenecientes al sector que dominaba la Unión Soviética desde el fin de la Segunda Guerra comenzaron a colocar barreras. Su objetivo: impedir todo contacto con la zona que estaba bajo jurisdicción de Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia.
El primer "límite" era algo improvisado, pero ya intimidaba. Estaba hecho de alambres de púa y una línea de centinelas. Detrás de ellos aguardaban tanques y tropas de reserva. Enseguida, el transporte público entre ambos sectores de Berlín se detuvo y todos los pasos fronterizos fueron cerrados.
A eso de las siete, gran cantidad de personas comenzó a escapar hacia Occidente. Algunos aprovecharon lugares difíciles de vigilar, como las numerosas ruinas que quedaban desde la guerra.

Más refuerzos

Pero no pasaría mucho tiempo hasta que el límite se volviera impenetrable. Pronto se instalaron andamios, se clavaron postes y se erigieron barricadas. El pavimento fue desgarrado para cavar trincheras.
Sólo entonces los berlineses se dieron cuenta de que era un intento serio de dividir la ciudad. A lo largo del día, a ambos lados, decenas de miles de personas fueron testigos de cómo se "mejoraba" la fortificación. Unos protestaban; otros miraban azorados.
Al caer la noche ya se habían bloqueado completamente 69 de los 81 pasos entre los sectores soviético y occidental. Se cortaron ocho líneas de tren, cuatro de subterráneos y 193 calles, además de las comunicaciones. Para el 26 de agosto, los berlineses orientales estaban aislados sin remedio.
En las semanas siguientes, la construcción fue reemplazada por un muro de ladrillos de 30 centímetros de espesor. Y a lo largo de los años, la barrera fue dotada de torres de control, áreas de vigilancia con perros, zanjas contra el paso de vehículos y farolas. La pared en sí fue modernizada cuatro veces; en la última ocasión, con segmentos de concreto acoplados, redondeados en el tope.
Esta maquinaria al servicio de la separación, en la que el muro era sólo un elemento más -el menos olvidado-, llegó tener 155 kilómetros y costó cerca de 870.000 dólares. Estaba a cargo del Grenzkommando (comando fronterizo) central, del cual dependían regimientos preparados para un eventual conflicto con Berlín occidental.
La barrera fue dividida en dos franjas: una de seguridad y otra de protección, yendo de Este a Oeste. La primera era patrullada por la policía, miembros de seguridad estatal y soldados voluntarios, y la segunda, por las Grenztruppen (tropas de frontera).
Como la vigilancia resultaba difícil en las zonas más pobladas de la ciudad, pronto se decidió emplear a civiles para que recorrieran el muro.
La franja de seguridad -también llamada "de la muerte"- fue cambiando con el tiempo, pero quien iba en busca de la libertad debía comenzar por sortear los siguientes obstáculos: * La primera línea era un muro de concreto o un cerco que activaba una alarma al mínimo contacto. En algunas partes se colocaron armas que se disparaban por medio de resortes.
* En la segunda línea había alambres ocultos que encendían señales acústicas y ópticas si el fugitivo se tropezaba con ellos. Trescientas dos torres de vigilancia, 22 búnkers y alambres de púa imponían el miedo. En determinados puntos se patrullaba con perros. Luego venía una calle de asfalto que permitía el desplazamiento rápido de vehículos militares y agilizaba la "cacería".
* La franja de la muerte terminaba con una zanja que impedía el paso de automóviles.
El fugitivo debía cruzar luego la zona de control, que poseía un área bien rastrillada donde las huellas podían ser fácilmente rastreadas.
Frecuentemente había minas en ese sector. A unos diez metros se encontraba, por fin, el muro que se veía desde el Oeste. Pero antes, en las zonas más oscuras, postes de luz delataban el último tramo de la huida y, cuando no, un nuevo cerco con alarmas.
Tan difícil era esa carrera de obs-táculos que, en tres décadas, 3221 personas fueron arrestadas en el intento, 260 heridas de bala y 239 asesinadas. Pero nada detuvo a las 5043 que lograron cruzar a Berlín occidental y obtuvieron el premio de la libertad.
La caída del muro, en 1989, resultó ser tan sorpresiva como su aparición. Pero no se trató de la única coincidencia: la columna vertebral de la Cortina de Hierro fue demolida a una velocidad similar a la de su construcción. Y Europa y el mundo empezaron a ser otros.

Los que cruzaron

Las ansias de libertad echaron a andar la imaginación de los berlineses orientales para elaborar formas creativas de atravesar el muro.
Desde túneles subterráneos hasta globos aerostáticos, pasando por disfraces y escondites inesperados en vehículos, todo era útil a la hora de escapar de la opresión.
  • En 1961 desertó el primer soldado oriental. Repentinamente, comenzó a correr y arrojó el fusil para cruzar al Oeste con mayor velocidad.
  • En 1963, una joven confeccionó uniformes soviéticos para sus amigos, que lograron escapar en un automóvil -con ella escondida- tras contestar en la frontera el bien ensayado saludo de los oficiales soviéticos.
  • En 1964 se conoció el que quizá fue el caso más resonante. Berlineses occidentales cavaron un túnel de 145 metros de largo, 12 metros de profundidad y 70 centímetros de diámetro, que pasaba por debajo del muro. Gracias a este simple pero trabajoso artificio, 57 habitantes del Este consiguieron huir, tras entrar por un baño y salir por el sótano de una panadería .
  • En 1973, utilizando un motor auxiliar de bicicleta, un joven construyó un minisubmarino con el que cruzó el mar Báltico con rumbo a Dinamarca, cubriendo 25 kilómetros en cinco horas.
  • Con un globo de aire caliente de 28 metros de altura que ellas mismas fabricaron, dos familias se fugaron, en 1979. No tenían conocimientos en la materia, pero leyeron libros especializados y probaron con diferentes telas y combustibles. El vuelo hacia el Oeste duró 28 minutos.
Maximiliano Seitz 
 
Los que cruzaron
 
 
 
 

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