Diario "La Capital". Rosario, Martes, 31 de marzo de 2009
Obama rechazó dar más plata a GM y Chrysler y les exigió otro ajuste
Incluso no descartó la quiebra. Ya habían recibido miles de millones en
diciembre pasado. "Esta industria debe ponerse de pie por su cuenta, no como pupila del Estado",
dijo el presidente.
Washington. — El presidente Barack Obama puso a la industria automovilística
estadounidense en cuarentena y en una cuenta regresiva que puede terminar en su quiebra. Obama
declaró que los planes de reestructuración presentados por General Motors y Chrysler son
insuficientes y no permiten darles por ahora acceso a nuevos fondos frescos del gobierno. Ambas
recibieron en diciembre cifras multimillonarias a cambio de realizar ajustes que ayer la Casa
Blanca consideró limitados y tardíos. GM tendrá 60 días más para conformar a los técnicos de la
Casa Blanca y acceder al salvataje. Chrysler, en cambio, deberá fusionarse con la Fiat (ver aparte)
para lograr dinero fresco.
El domingo Obama había exigido y logrado el despido del director general de GM,
Rick Wagoner. Ayer, además, no descartó que ambas firmas vayan a una bancarrota o quiebra
controlada. La decisión de la Casa Blanca fue más severa de lo esperado por el establishment
empresarial, y así lo reflejaron los mercados, con una caída pronunciada del índice industrial Dow
Jones.
La bancarrota es una figura similar al concurso de acreedores y permite que la
empresa mantenga su actividad, pero bajo supervisión judicial. "Lo que pedimos es difícil", dijo el
presidente en la Casa Blanca. "Exigirá que los sindicatos y trabajadores que ya han hecho
concesiones dolorosas hagan aún más. Requerirá a los acreedores reconocer que no pueden esperar
interminables salvatajes gubernamentales", agregó.
De esta forma, la Casa Blanca intervino en el golpeado sector automotor de
Estados Unidos con una fuerza no vista en varias generaciones. Las palabras de Obama causaron
preocupación, pues tanto los ejecutivos como los sindicatos han señalado que una quiebra controlada
podría conducir al colapso de toda la industria automotriz estadounidense. El sector ya ha perdido
400 mil empleos el último año. Obama, no obstante, intentó aplacar el impacto: "No estoy hablando
de un proceso en que una firma entra en quiebra, es vendida y deja de existir. Tampoco estoy
hablando de una compañía que queda estancada en los tribunales durante años, sin posibilidad alguna
de emerger".
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