Diario "La Nación". Buenos Aires, Sábado 13 de enero de 2001
Tras las elecciones norteamericanas / Cambios en la política exterior
Lo que América latina espera de George W. Bush
La nueva administración es recibida con entusiasmo por los gobiernos de la región
MEXICO D.F. Y SANPABLO.- América latina muchas veces queda para el final
en la elaboración de la política externa de Estados Unidos. Y así
parece ser una vez más. Los puestos más altos en política exterior en la
administración de George Bush serán ocupados por funcionarios que saben
mucho de las relaciones este-oeste y el Medio Oriente.
Pasarán varios días, si es que no semanas, antes de que se nombre a los
funcionarios de segundo nivel que manejen América latina.
Y a diferencia del internacionalismo liberal de Bill Clinton, algunos
republicanos son toscos enemigos de las drogas, los inmigrantes y de los
blandos con Cuba. Es curioso, entonces, que los gobiernos
latinoamericanos vean la administración Bush con más esperanzas y
entusiasmo que sus contrapartes en otras latitudes.
El apellido ayuda. Las relaciones con América latina fueron exitosas
durante la presidencia de George Bush padre: comenzaron las
conversaciones sobre el Nafta, se lanzó la idea de una Zona de Libre
Comercio de las Américas (ALCA) y América Central avanzó de la guerra a
la paz.
Y está Bush mismo. Es novato en asuntos internacionales, tiene una
cuñada mexicana e hizo tres visitas al otro lado de la frontera siendo
gobernador de Texas.
A diferencia de Al Gore, Bush dedicó un discurso en su campaña a América
latina: la primera frase de este artículo es cita directa del mismo.
Pruebas para el Presidente
La primera prueba para la promesa de Bush de que América latina no
ocupará el último lugar entre sus prioridades se dará en el terreno
comercial. En abril se reunirá con los líderes de la región en la
tercera Cumbre de las Américas, por realizarse en Quebec.
Los gobiernos latinoamericanos se sentirán desilusionados si hasta
entonces no hubiera enviado al Congreso el proyecto para obtener
autorización para utilizar el "fast-track", la vía rápida, para
concretar acuerdos comerciales. Esto le fue negado a Clinton, pero es
esencial si el ALCA ha de comenzar en 2005, tal como está planeado.
En los papeles, Bush tiene buenas posibilidades de conseguir el "fast-track".
Pero hay otros motivos de preocupación. Los funcionarios brasileños se
sintieron defraudados cuando Don Evans, futuro secretario de Comercio de
Bush, prometió rápidamente defender a los fabricantes de acero contra
la "competencia desleal".
Brasil resopla (y con razón) por las tarifas antidumping y otras medidas
punitivas contra sus rubros de exportación más competitivos, lo que
incluye los zapatos y el jugo de naranja, además del acero.
Está alarmado de que el representante de Comercio de EE.UU., que maneja
las negociaciones comerciales, pueda dejar de formar parte del gabinete y
quedar subordinado al Departamento de Comercio, un bastión del
proteccionismo.
También se necesitarán decisiones rápidas respecto de Colombia. Clinton
organizó ayuda por US$ 1300 millones, principalmente militar, para el
Plan Colombia, con el que se busca combatir a los traficantes de drogas y
obligar a la guerrilla izquierdista que los protege a firmar la paz.
Ayuda para la paz
Muchos latinoamericanos y europeos consideran que esto sólo exacerbará
los conflictos de Colombia, a la vez que hará que los narcos se muden a
países vecinos, sin resolver el problema de los asesinos paramilitares
de derecha.
Bush apoya el Plan Colombia y se encontró con el presidente Andrés Pastrana en octubre.
Algunos latinoamericanos temen una escalada, en la que podría
involucrarse a tropas americanas en contrainsurgencia o la lucha
antinarcóticos.
Pero Colin Powell, el nuevo secretario de Estado, es conocido por su
renuencia a intervenir con tropas norteamericanas en conflictos
externos.
Michael Shifter, de Inter-American Dialogue, un centro de estudios de
Washington, sostiene que el general Powell tiene la oportunidad y puede
tener la disposición a hacer que la política de EE.UU. esté menos
influida por el lobby antidrogas y a reconocer, en cambio, lo complejo
de los problemas de Colombia, ayudándola a llegar a la paz y a
fortalecer y hacer más profesionales sus fuerzas armadas y su policía.
Las relaciones con México, si bien son mucho más cálidas que hace una
generación, siguen siendo complicadas. Bajo las presidencias de Bush y
Vicente Fox podrían mejorar.
Los dos son ex empresarios. Y los políticos mexicanos ahora están
dispuestos a reconocer que temas tales como la migración y el tráfico de
drogas significan problemas para su propio país, tanto como para
Estados Unidos, según Rafael Fernández de Castro, editor de Foreign
Affairs en Español, una revista mexicana.
Por los inmigrantes
Fox espera que los Estados Unidos acuerden tratar mejor a los 300.000 o
más mexicanos, legales e ilegales, que van al Norte cada año.
Pero también quiere que los emigrantes mantengan sus vínculos con el
país. Tiene planeado otorgar incentivos a sus familias para que
inviertan remesas (por unos US$ 7000 millones el año pasado) instalando
empresas en México, en vez de comprar autos y lavarropas.
Además, el narcotráfico produce violencia y corrupción y un consumo en alza, al sur de la frontera.
México, al igual que el resto de América latina, odia el proceso de
"certificación", por el cual el Congreso de EE.UU. hipócritamente juzga
los esfuerzos de otros en la lucha contra la droga.
Pero el presidente Fox también espera que haya más ayuda de EE.UU. para
luchar contra las drogas y reparar daños ambientales en la frontera.
También Haití necesita mucha ayuda, pero EE.UU. y otros donantes
suspendieron sus aportes luego de que hubo elecciones cuestionadas, el
año pasado.
No es probable que George Bush retome la ayuda, a menos que Jean-Bertrand Aristide, el nuevo presidente, realice reformas.
Tolerancia
Bush también podría ser menos tolerante con los gestos
antinorteamericanos de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, aunque
haría bien en no dejarse provocar. Y ha dicho cosas duras respecto de
Cuba.
Pero la política respecto de Cuba, y especialmente en lo referido al
embargo contra la isla, hoy está en manos principalmente del Congreso.
El año último, los legisladores redujeron las restricciones a la venta de alimentos y medicamentos y al turismo a Cuba.
Hay creciente disposición en los dos partidos a eliminarlas por completo.
Eso sería bien visto en América latina, aunque no quizá por Fidel
Castro, que ya no podría posar de defensor de su país contra la agresión
yanqui.
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Diario "La Nación". Buenos Aires, 8 de abril de 2008
EL CONGRESO ESTADOUNIDENSE APROBO UNA LEY PARA LIBERALIZAR EL COMERCIOLos grandes exportadores celebran el "fast track"
Diario "Clarín". Buenos Aire, 4 de agosto de 2002. La autoridad negociadora concedida al presidente Bush
es una victoria para empresas como Caterpillar, H. Packard y Procter
& Gamble.
BLOOMBERG Y NEWSDAY. Especial para Clarín. Tras una campaña de ocho años
que desató protestas violentas en Seattle e incluyó reuniones de
medianoche, acuerdos secretos y ásperos debates sobre los beneficios del
comercio internacional, el Congreso finalmente aprobó una ley que le
permite al presidente acordar con mayor fluidez pactos comerciales.
El senado dio la luz verde el jueves, por 64 votos a favor y 34 en
contra. Cinco días antes, la Cámara de Representantes también votó a
favor.
El presidente George Bush buscaba desde hacía 14 meses la llamada facultad de fast-track
(o autoridad negociadora por la vía rápida), que le permite anudar
acuerdos comerciales que el Congreso puede aprobar o rechazar pero no puede enmendar.
"Esta es la clase de autoridad que el presidente necesita para llevar a
este país a la paz y prosperidad", dijo el secretario de Comercio, Bob
Evans.
La ley también dispone la asignación de US$ 12.000 millones para los
trabajadores que pierdan sus empleos por razones comerciales, suprime
impuestos a la mayor parte de los US $ 7.000 millones en importaciones
provenientes de Colombia y otros países andinos, y elimina aranceles
aduaneros a productos de los países pobres que mejoren sus situaciones
en materia de derechos humanos.
Bush, que debe ratificar la ley, sostiene que necesita lo que él denomina autoridad para la promoción del comercio con el fin de completar las conversaciones con la OMC destinadas a abrir mercados
para alimentos y servicios y a derribar barreras entre 34 mercados del
hemisferio occidental. Sin esa facultad, los países se negarían a
negociar acuerdos que después puedan ser enmendados por el Congreso.
Funcionarios comerciales dijeron que sus esfuerzos se centrarán en nuevos tratados con Singapur y Chile, seguidos por una negociación más amplia para implementar una nueva área de libre comercio en América Latina y para llegar dentro de la OMC a acuerdos sobre textiles y productos agrícolas.
El fast-track contaba con el el apoyo de la mayoría de los grandes exportadores de EE.UU., entre ellos Boeing , General Motors y Honeywell.
Lobby exportador
La votación del jueves fue in triunfo importante para las empresas.
"Alleluya", dijo Robert Hormats, vicepresidente de la banca de
inversiones Goldman Sachs.
En un esfuerzo financiado por la Business Roundtable (grupo de
ejecutivos de las grandes corporaciones), John Paonne, director de
GoTrade en Nueva York, coordinó visitas a oficinas de congresistas y
tours de parlamentarios por empresas neoyorquinas. Gestiones similares
se hicieron en todo el país.
Como contrapeso a los argumentos de que el comercio globalizado liquidó
empleos en EE.UU.y conspira contra el medio ambiente, el grupo
empresario destacó que la exportación de bienes y servicios de
empresas del área de Nueva York creció un 30% en los últimos diez años
(a 76.3000 millones de dólares en el 2000) y generó 544.000 empleos.
El presidente Bush bregó por la autoridad negociadora en casi todos los
discursos sobre economía que pronunció desde que asumió el cargo en
enero de 2001. El Congreso eliminó el fast-track en 1994, tras la
aprobación del NAFTA, y bloqueó los intentos del ex presidente Bill
Clinton de recuperar esa facultad.
La ley fue aprobada pese a las objeciones de los ecologistas y de los sindicatos,
sectores de peso en el partido Demócrata. John Sweeney, presidente de
la confederación laboral AFL-CIO, declaró que se trata de una "decisión
equivocada para nuestra economía, para los trabajadores de EE.UU. y para
nuestras comunidades."
Textiles desconformes
Antes de la votación, el demócrata de Dakota del Norte Byron Dorgan
alertó que la aprobación de la ley costaría puestos de trabajo en EE.UU.
y que la industria textil y otros sectores muy posiblemente se mudarían a países con costos más bajos.
El American Textile Manufacturers Institute (cámara de grandes empresas
del sector textil) hizo lobby en el Senado contra el proyecto. "El año
pasado, la industria textil de los EE.UU. perdió 67.000 puestos de
trabajo y cerró 116 fábricas", señaló el instituto en una carta a los
senadores.
Para ganar los votos demócratas, la nueva norma les concede a los
trabajadores que pierdan sus empleos entre US$ 10.000 y 12.000 millones
en diez años para capacitación laboral y seguro de salud.
La medida también pone fin a la mayoría de los aranceles a las
importaciones provenientes de Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia, y
rebaja los impuestos a productos de países pobres de frica, el sur de
Asia y América latina que protejan los derechos humanos. El pacto
comercial andino, firmado hace 10 años, expiró en diciembre, y los
cuatro países vienen pagando desde entonces impuestos de hasta un 70%.
Esos impuestos les serán devueltos.
El senador Max Baucus, presidente demócrata de la Comisión de Finanzas
que negoció el acuerdo con el diputado Bill Thomas —presidente
republicano de la Comisión de Medios y Arbitrios de la Cámara baja—,
consideró a este compromiso "la más trascendental legislación comercial
aprobada por el Congreso".
La votación también representa una victoria para firmas como
Caterpillar, Hewlett-Packard o Procter& Gamble, que movilizaron su
poder de lobby ante los legisladores para que se le diera a Bush poder
para abolir barreras comerciales.
"Ahora empieza la parte difícil: sentarnos con nuestros socios
comerciales a encontrar maneras de tirar abajo las barreras", explicó
Cal Cohen, titular de una coalición de empresas —entre otras, General
Motors y Honeywell- que apoyaron la ley.
El acuerdo sellado por los negociadores parlamentarios toma elementos de
los proyectos de cada cámara. De la versión del Senado, aprobada en
mayo, la ley toma la protección laboral, y el requisito de que los
negociadores comerciales protejan los derechos sindicales y ambientales.
De la versión de la Cámara baja, aprobada por un voto de diferencia en
diciembre, la ley toma la ampliación de los beneficios comerciales para
Ecuador, Bolivia y Colombia. Así, productos como ropa y calzado
ingresarán en EE.UU. sin aranceles, para blanquear el comercio y reducir
el narcotráfico.
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