OTAN y Rusia: la irracional apuesta a otra Guerra Fría
Diario "Clarín". Buenos Aires, 29 de marzo de 2014
PANORAMA INTERNACIONAL. LA RECONSTRUCCIÓN DEL ANTAGONISMO ESTE-OESTE SUENA EXAGERADA, PERO ES ESGRIMIDA EN EE.UU. Y EUROPA, Y LE SIRVE AL LÍDER RUSO COMO ARGUMENTO PARA EXPANDIRSE A NUEVOS ESPACIOS.
La pregunta correcta con relación a la crisis en Ucrania no es si Vladimir Putin se quedará donde está tras tomar Crimea, sino si le será posible no seguir avanzando con las consecuencias imaginables.
Este no es un dilema que debería suponerse distante. Una conflagración
en esa región moldearía al mundo en su fuego. A un siglo este julio del
inicio de la Primera Guerra Mundial, el aniversario debería servir para
iluminar la cercanía en la que suelen hallarse los abismos.
La forma en que la controversia de Crimea ha dañado la mítica unidad latinoamericana alrededor del contencioso de las Islas Malvinas,
entrega otra potente advertencia sobre hasta qué punto la realidad
global se mide de a metros. Esta semana los países del ALBA se sumaron en Naciones Unidas al carro de Rusia respaldando el derecho de Moscú a apropiarse de la península ucraniana
y haciendo tabla rasa con la estrategia regional de condenar cualquier
precedente de anexión territorial por parte de otra potencia.La propia Argentina habilitó ese paso al abstenerse en un tema crucial para sus intereses junto con Brasil y el resto no caribeño del Mercosur.
Los países del Pacífico sostuvieron la mayoritaria postura condenatoria de EE.UU. y el Norte Mundial. El resultado fue un espejo regional en pedazos reflejando una multitud errática de miradas donde debería existir sólo una.
Esto sucede, por cierto, en algo más (pero no demasiado más) que el prólogo del conflicto que se ha encendido en la región. Hacia adelante se erige un vértigo cuya dinámica puede producir movimientos aún más profundos, como una montaña que de pronto se balancea. El arenero que se ha formado en el área, que se suele simplificar como un regreso de la Guerra Fría, ha parido un equilibrio inestable que depende, como en aquel conflicto, de la tensión mutua establecida entre los dos lados.
Si un bando retrocede, el otro inevitablemente avanzará. Para el Kremlin, este trance es aún más existencial porque aunque recuperó iniciativa con el zarpazo sobre su antigua tierra de Crimea, en el balance principal ha perdido.
El líder ruso Vladimir Putin reconstruyó a lo largo de su extenso gobierno la vitalidad política y económica de la Federación Rusa, pero el saldo de este diferendo y su apuro por anexar la península, esmeriló su aspiración de enhebrar los trozos de la antigua Unión Soviética desbaratada cuando aquella guerra oscura se zanjó a favor de Occidente. Su influencia hoy se ajusta sólo a la parte que se llevó de Ucrania pero el país desapareció de aquel mapa ideal. Ya no hay regreso a la escena previa: la principal ficha en el tablero del Kremlin es impedir ahora que ese país, y los restantes donde Rusia asume su patio trasero, como Georgia o Moldavia, pierdan su neutralidad. Eso sucedería si estas naciones ingresan a la OTAN, la alianza atlántica que retoma la importancia que había perdido las últimas dos décadas tras la debacle del campo comunista. Esa estructura militar, aunque más raquítica que antes en especial en su chequera, es la herramienta de la tensión con la que el norte mundial pretende cuadrar al Kremlin. La réplica ostensible a esa presión son las versiones de un significativo despliegue de 50.000 soldados rusos frente a Ucrania que Barack Obama escaló como ciertas, al reclamar a Moscú un inmediato retiro.
Hasta qué punto Occidente extenderá su frontera por esos suburbios bajo la bandera del acuerdo atlántico, es la incógnita que debería responderse con especial urgencia.
La reconstrucción del antagonismo Este-Oeste suena exagerado, pero es esgrimido en EE.UU. y Europa como el argumento de legitimación para un avance bíblico. Es como si hubiera regresado la bipolaridad y Rusia haya dejado de ser lo que es, un país con una economía más pequeña que la de Brasil, y devenido mágicamente en el otro platillo de la balanza del equilibrio global.
Putin en su circunstancia puede apostar a un sinnúmero de escenarios. Uno de ellos es la previsible furia ciudadana que promete Ucrania, luego de que el FMI le facturó un formidable ajuste a cambio del salvataje que evite la bancarrota. Como un salto entre la sartén y la hornalla, esa crisis social hasta aliviaría la figura satanizada de Putin en ese país.
Pero lo que debe observarse es que si el otro bando se ralentiza sería debido a los múltiples intereses que hacen imposible amputar a Rusia de los objetivos más amplios occidentales, desde el nuevo vínculo con Irán. la crisis siria, la contención de China o la salida de Afganistán. En ese caso, Moscú se planteará si no debería repetir Crimea en otros espacios nacionales para construir un cordón de seguridad que proteja su proyecto de potencia regional y bloquee la expansión de la OTAN.
Los halcones en EE.UU. hablan ya de la necesidad de rearmar los arsenales en los Estados Bálticos, Polonia, Rumania y en el restante puñado de países del entorno moscovita, desde Azerbaiján, aliado carnal de la Turquía integrada a la OTAN, hasta la misma Ucrania, Georgia o Moldavia donde la región del Transdniéster hace 14 años votó en un referendum por la anexión con Rusia. Obama alzó la apuesta en Bruselas al pedir que se “garantice una presencia regular de la OTAN entre aquellos estados que podrían sentirse vulnerables”. Aclaró, al menos, que ni Ucrania ni Georgia “actualmente” van camino a ingresar a la OTAN.
Pero fue un aviso que el Kremlin no respondió.
La alternativa a este desfiladero es que Washington y Moscú reconozcan que la otra parte tiene legítimas demandas e intereses. Se abriría así un diálogo en la senda que han planteado con un poco más de serenidad figuras como Henry Kissinger o Zbigniew Brzezinski. En este sentido la revista The Nation recordó, en un comentario de su próxima edición, que Helmut Kohl, el padre de la Alemania reunificada, recelaba de las “grandes omisiones” que notaba en las políticas de la Unión Europea hacia Ucrania y de la “falta de sensibilidad” de la UE en el vínculo con Putin y Rusia. Quizá lo más grave es que ya entonces el estadista alemán llamaba a evitar la imprudencia de una escalada armada.
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Diario "Clarín". Buenos Aires, 29 de marzo de 2014
Escalada en Ucrania: Putin militarizó la frontera y Obama le exige que se retire
LA ANEXIÓN DE CRIMEA Moscú negó tener tropas allí. Pero la inteligencia de EE.UU. habla de un despliegue de entre 20.000 y 50.000 efectivos. Según The Wall Street Journal, Rusia está lista para “una ofensiva a gran escala”.
En medio del peligroso escenario que fue dibujando la crisis de Ucrania, Washington y Moscú vuelven a enfrentarse por el dominio de ese disputado territorio. El presidente estadounidense Barack Obama lanzó ayer una severa advertencia a su par ruso, Vladimir Putin, al exigirle que retire las tropas que fue acumulando en la frontera ucraniana. Luego, ambos jefes de Estado mantuvieron una comunicación telefónica donde acordaron buscar una “ solución diplomática ” al espinoso tema.
Rusia negó tener soldados desplegados en la zona. En una entrevista con la cadena CBS News,
difundida poco antes de su llegada a Arabia Saudita, Obama dijo que la
decisión rusa de concentrar fuerzas militares en esa sensible región
puede ser “simplemente un esfuerzo para intimidar a Ucrania, o puede ser
que ellos tengan planes adicionales”, en referencia a una presunta invasión del territorio. Pero sostuvo que para aliviar la situación, Putin tiene que " retirar estas tropas e iniciar negociaciones directas con el gobierno Ucrania y con la comunidad internacional”.Por la noche, el presidente ruso lo llamó a Obama para discutir una salida a la crisis. Acordaron que sus ministros de Exteriores se reúnan para decidir futuros pasos. Según la Casa Blanca, el mandatario estadounidense instó a Putin a evitar nuevas provocaciones, e insistió en que una solución diplomática al conflicto sigue siendo posible siempre y cuando Rusia retire sus tropas y no tome nuevas medidas que violen la integridad territorial de Ucrania.
Putin también habló con el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, para limar asperezas. “El presidente Putin me dijo que no tenía intenciones de realizar ningún avance militar ”, afirmó el titular del organismo internacional.
El tema creció en los dos últimos días por las denuncias de los ucranianos, quienes revelaron que Moscú estaba acumulando tropas en la frontera. Las cifras de efectivos rusos varían de acuerdo a las fuentes.
Ucrania sostiene que hay cerca de 100.000 soldados ubicados en el sur, este y norte, lo que suena exagerado para los analistas. Pero informes de Inteligencia estadounidenses señalan que Moscú instaló una fuerza considerable que iría de 20.000 a 50.000 efectivos. Ayer, el diario The Wall Street Journal, citando informes de Inteligencia, señaló que Putin estaría listo para “una ofensiva en gran escala” que comprendería el sur y oeste de Ucrania, pero también parte de Moldavia y otras regiones prorrusas.
El Kremlin está irritado con la situación en Ucrania y algunos de sus altos funcionarios así lo demuestran. Uno de ellos fue Alexandre Malevany, director del Servicio Federal de Seguridad (FSB) –la ex KGB–, que en una reunión de alto voltaje sostuvo que “las amenazas exteriores contra Rusia se han incrementado brutalmente ”, y que con lo sucedido en Ucrania, “Estados Unidos y sus aliados tienen la intención de debilitar las relaciones y la influencia de Rusia en un espacio que para ella es vital”. Por eso, advirtió, el FSB puso en marcha “medidas ofensivas de contraespionaje y espionaje”.
Por otro lado, desde su exilio en Rusia, el destituido presidente ucraniano Victor Yanukovich llamó a los habitantes prorrusos de la ex república soviética a realizar un referéndum en cada región –similar al de Crimea– a fin de determinar su estatus político. “¡No permitan que los impostores los utilicen!”, dijo. En opinión de muchos observadores, estas declaraciones pueden recrudecer nuevamente las tensiones en el este y sur prorrusos de Ucrania.
Ante el temor a un avance del Ejército ruso en la frontera con Ucrania, en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se abrió un debate sobre si es necesario fortalecer la presencia de la alianza occidental en los países miembros del Este de Europa.
De hecho ya se están dando algunos pasos con los aviones de combate que los aliados enviaron para reforzar la seguridad en la región. EE.UU. destinó una veintena de ellos, que se sumaron a ocho del Reino Unido y Francia y a seis F-16 de Dinamarca. Si bien no son medidas de peso, demuestran la preocupación de la alianza
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