Ieco Diario "Clarín". Buenos Aires, 30 de agosto de 2015.
Una devaluación estratégica
China devaluó 5%
en 3 días de agosto (entre el 11 y el 14) y provocó una conmoción
mundial. El Dow Jones disminuyó 1,21% (212,33 puntos básicos /p.b.);
Standard & Poor’s 500, 0,96% (208,07 p.b.); el petróleo declinó
3,75% (U$S 43,75 / barril) y los títulos del Tesoro norteamericano a 10
años cayeron 2,13%.
Nada semejante ocurrió nunca con las monedas de los otros grandes competidores internacionales. El dólar se apreció 22% contra el euro en 2014, y el yen se hundió 24% respecto a la moneda norteamericana entre diciembre de 2012 y febrero de 2013; y los mercados ni se inmutaron.
El renminbi está atado al dólar desde 2008, y se ha apreciado desde entonces 15,3% con relación a la divisa estadounidense. Implica una valorización de 41,2% en términos de capacidad de compra doméstica (PPP).
La depreciación de agosto significa que el renminbi se mantiene valorizado 10/12% sobre el euro, el yen y la libra esterlina en los últimos dos años, y 5/10% respecto al dólar.
El saldo neto del comercio exterior chino (balanza de pagos) es nulo o negativo en los últimos 5 años como aporte al alza del PBI; sus exportaciones representan 12% del total mundial –eran 2% en 2000– y son las primeras del mundo.
Si fuera posible elevar las ventas de China al exterior, a pesar de la caída de la demanda de sus principales mercados (-20% en Europa y EE.UU.), esta hazaña incrementaría el carácter desfavorable de sus términos de intercambio (precio de las exportaciones vs. precio de las importaciones). Esto profundizaría el saldo negativo de las cuentas externas.
Las inversiones directas en el exterior de China aumentaron 19% anual entre 2009 y 2014, en tanto las orientadas al mercado interno crecieron 5% por año. En la próxima década, las colocaciones chinas en el mundo aumentarían 20% anual (UNCTAD).
La devaluación fue precedida por el derrumbe bursátil de julio. En dos semanas, los activos de las bolsas chinas cayeron 32%, tras haberse valorizado 120% entre junio de 2014 y junio de este año. Significa que tras el ajuste de julio, los activos de la República Popular permanecen valorizados 80% respecto a 2014. La capitalización bursátil es US$11 billones, tres veces las reservas del Banco del Pueblo, las mayores del mundo.
La República Popular crece a través de un círculo virtuoso (+7% en seis meses de 2015). Los servicios aumentan por encima del PBI industrial (12% vs. 6,5% anual), y el ingreso per cápita se eleva más rápidamente que el PBI nominal (9,4% vs. 7% anual).
Por eso el consumo doméstico, fundado en salarios reales que crecen 20% anual en condiciones de pleno empleo urbano, sube más que el producto (9% vs. 7% por año); y las importaciones suben el doble que las ventas externas (entre 2015 y 2020 se importarían US$10 billones de bienes y servicios).
La devaluación china es un paso estratégicamente decisivo en la liberalización de la cuenta capital, abierta ya en 4/5 partes. Esa apertura se completaría en 5 años, y es sinónimo de internacionalización del renminbi (conversión en una de las cuatro monedas globales).
Lo más importante es que la conversión plena del renminbi implica la integración completa del ahorro doméstico chino (US$5 billones) en el sistema financiero internacional. Sería la más grande modificación estructural de las finanzas globales desde los acuerdo de Bretton Woods (1944), con una caída más que proporcional del costo del dinero (tasas de interés).
Nada semejante ocurrió nunca con las monedas de los otros grandes competidores internacionales. El dólar se apreció 22% contra el euro en 2014, y el yen se hundió 24% respecto a la moneda norteamericana entre diciembre de 2012 y febrero de 2013; y los mercados ni se inmutaron.
El renminbi está atado al dólar desde 2008, y se ha apreciado desde entonces 15,3% con relación a la divisa estadounidense. Implica una valorización de 41,2% en términos de capacidad de compra doméstica (PPP).
La depreciación de agosto significa que el renminbi se mantiene valorizado 10/12% sobre el euro, el yen y la libra esterlina en los últimos dos años, y 5/10% respecto al dólar.
El saldo neto del comercio exterior chino (balanza de pagos) es nulo o negativo en los últimos 5 años como aporte al alza del PBI; sus exportaciones representan 12% del total mundial –eran 2% en 2000– y son las primeras del mundo.
Si fuera posible elevar las ventas de China al exterior, a pesar de la caída de la demanda de sus principales mercados (-20% en Europa y EE.UU.), esta hazaña incrementaría el carácter desfavorable de sus términos de intercambio (precio de las exportaciones vs. precio de las importaciones). Esto profundizaría el saldo negativo de las cuentas externas.
Las inversiones directas en el exterior de China aumentaron 19% anual entre 2009 y 2014, en tanto las orientadas al mercado interno crecieron 5% por año. En la próxima década, las colocaciones chinas en el mundo aumentarían 20% anual (UNCTAD).
La devaluación fue precedida por el derrumbe bursátil de julio. En dos semanas, los activos de las bolsas chinas cayeron 32%, tras haberse valorizado 120% entre junio de 2014 y junio de este año. Significa que tras el ajuste de julio, los activos de la República Popular permanecen valorizados 80% respecto a 2014. La capitalización bursátil es US$11 billones, tres veces las reservas del Banco del Pueblo, las mayores del mundo.
La República Popular crece a través de un círculo virtuoso (+7% en seis meses de 2015). Los servicios aumentan por encima del PBI industrial (12% vs. 6,5% anual), y el ingreso per cápita se eleva más rápidamente que el PBI nominal (9,4% vs. 7% anual).
Por eso el consumo doméstico, fundado en salarios reales que crecen 20% anual en condiciones de pleno empleo urbano, sube más que el producto (9% vs. 7% por año); y las importaciones suben el doble que las ventas externas (entre 2015 y 2020 se importarían US$10 billones de bienes y servicios).
La devaluación china es un paso estratégicamente decisivo en la liberalización de la cuenta capital, abierta ya en 4/5 partes. Esa apertura se completaría en 5 años, y es sinónimo de internacionalización del renminbi (conversión en una de las cuatro monedas globales).
Lo más importante es que la conversión plena del renminbi implica la integración completa del ahorro doméstico chino (US$5 billones) en el sistema financiero internacional. Sería la más grande modificación estructural de las finanzas globales desde los acuerdo de Bretton Woods (1944), con una caída más que proporcional del costo del dinero (tasas de interés).
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