Diario "Clarín". Buenos Aires, 7 de setiembre de 2014.
Sobre islam, integrismo y oportunismo
El Islam
es la más joven de las tres religiones monoteístas y es un culto de
tolerancia. Pero el grupo sanguinario que crece en Irak y Siria revolea
las banderas de esa fe, y dentro de ella del sunnismo. Hay mucho de
falso en esa maniobra .
Los sunnitas son la rama
mayoritaria del islam, cerca de 80% de las 1.400 millones de almas
musulmanas. El término proviene del monte Sunna. Esta corriente nace
tras la muerte del profeta en el año 632. Los sunnitas sostenían que la
sucesión debía hacerse en base a sabiduría y consenso. Los herederos de
Mahoma, entendían, en cambio, que era un derecho de sangre y proclamaron
a Ali, primo y yerno del profeta y padre de sus nietos. Pero eso nunca
se concretó y, tras diversas contingencias, Ali murió asesinado. Shiíta
significa justamente partido de Alí. Las dos corrientes se separan desde
entonces. La batalla no era sólo celestial, se disputaba un enorme
espacio territorial y de poder. Un dato: los sunnitas que ganan esa interna designan como califa a Abu Bakr, que es el nombre que tomó para sí el líder del ISIS: Abu Bakr al Baghdadi, sugiriendo que le cabe ese linaje como califa de su extravagante reino.
Los sunnitas no tienen jerarquías tan marcadas como los shiítas. Dentro de ambas líneas hay corrientes. Los alauitas de Siria, a los que pertenece por ejemplo el hombre fuerte de Damasco, Bashar Al Assad, forman parte del shiismo. El wahabismo, que es una forma rígida de leer el Corán sin admitir interpretaciones, era la corriente sunita a la que pertenecía Osama Bin Laden y es la dominante en Arabia Saudita.
Los shiítas son duodecimanos porque creen que el duodécimo imán descendiente de Ali, es el Mahdi oculto desde hace un milenio y que reaparecerá para castigar a los pecadores. La idea se acerca a la noción católica del Juicio Final. A los shiítas que dominan Irán les sirve para impedir cualquier cuestionamiento a su máximo líder religioso y político. Según ese relato, el Ayatollah dialoga con el Mahdi de modo que nunca se equivoca y no hay querella posible..
Ese atajo que condena a la disidencia es el gen central de la idea del califato. Lo que armó el ISIS es una monarquía con 4 millones de vasallos que sólo deben obedecer. El extremismo religioso es un instrumento y no un fin y suele marchar al servicio de grupos de poder como barrera cultural a la partidocracia o el sindicalismo. Arabia Saudita es un ejemplo de lo usos de Ala en esa línea. El ISIS, entre otros integrismos, se consolida frente a la ola de las rebeliones republicanas en el mundo árabe que demandaban democracia y libertades individuales, el demonio para estos fanáticos arribistas.
Marcelo Cantelmi
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