Diario "La Capital". Rosario, 2 de noviembre de 2007
Murió el piloto que lanzó
la bomba de Hiroshima
Paul Tibbets comandó la misión que el 6 de agosto de 1945 devastó la ciudad japonesa
Columbus, Ohio. — Paul Tibbets, el piloto del avión
estadounidense que dejó caer la primera bomba atómica sobre Japón el 6
de agosto de 1945, murió ayer a los 92 años. Tibbets, quien falleció en
su casa en Columbus, Ohio, había sufrido apoplejías y padecía de
insuficiencia cardíaca, reportó el Columbus Dispatch en su edición
electrónica. Nacido en Illinois en 1915, Tibbets voló por primera vez a
los 12 años, cuando desde un biplano distribuyó caramelos sobre una
multitud en Hialeah, cerca de Miami, Florida.
En septiembre de 1944, fue elegido en un grupo muy reducido de militares
a quienes se les informó sobre el “proyecto Manhattan”, el desarrollo
secreto de armas atómicas por Estados Unidos, y se le encargó que
determinara y supervisara las modificaciones necesarias para que un
bombardeo pudiese transportar y descargar una de esas bombas.
En su calidad de piloto experimentado que estuvo a cargo de una de las
primeras misiones de bombardeos sobre Alemania en la Segunda Guerra
Mundial, Tibbets comandó entonces el Enola Gay, un bombardero B-29
Superfortress que fue bautizado en memoria de su madre. Luego de un
vuelo de seis horas hacia Japón, la tripulación de Tibbets dejó caer la
bomba de cinco toneladas sobre la ciudad de Hiroshima a las 8.15 hora
local. El artefacto explosivo recibió el nombre en código de “Little
Boy”. “Si Dante hubiera estado con nosotros en el avión, pienso que se
habría aterrorizado”, dijo Tibbets en una ocasión respecto del episodio.
“Se produjo una explosión terrible, inimaginable. La ciudad podía verse
tan claramente con la luz del sol pocos minutos antes y ahora era una
fea mancha. Había desaparecido por completo bajo esa horrible manta de
humo y fuego”, agregó.
Miles de muertos. La bomba mató al instante a unas 78.000 personas. Para
finales de 1945, el número de víctimas mortales por las heridas y la
radiación había alcanzado alrededor de 140.000, de una población
calculada en 350.000. Tres días más tarde, Estados Unidos dejó caer una
segunda bomba atómica, apodada “Fat Man”, sobre Nagasaki. Japón se
rindió el 15 de agosto de 1945, lo que terminó con la Segunda Guerra
Mundial.
Los bombardeos atómicos forzaron la rendición de Japón, y desde
entonces, han sido causa de controversia entre quienes los consideran
crímenes de guerra y quienes afirman que evitaron una cifra mayor de
víctimas y bajas si hubiese continuado el conflicto.
El piloto, que en esa época era un coronel de 30 años, nunca mostró
arrepentimiento por su participación en el lanzamiento de la bomba
atómica, convencido de que contribuyó a salvar miles de vidas
estadounidenses al precipitar el final de la contienda y hacer
innecesaria la invasión de Japón. “Supe cuando recibí la orden de que
iba a ser algo emocional”, dijo Tibbets el 6 de agosto de 2005, cuando
se conmemoró el 60º aniversario del lanzamiento de la bomba. “Teníamos
sentimientos, pero debíamos dejarlos de lado. Sabíamos que la bomba iba a
matar gente en todas partes. Pero mi interés principal era hacer el
trabajo lo mejor que pudiera, así podría acabar la matanza lo más rápido
posible. Duermo tranquilamente todas las noches”.
Tibbets se convirtió en brigadier general antes de dejar el Ejército en
1966. Más tarde fue presidente de un servicio de taxis aéreos en
Columbus.
El condecorado militar pidió que no se realizara funeral en su honor, ni
se colocara una lápida en su tumba ante el temor de que podría
convertirse en un lugar donde sus detractores realizaran protestas.
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