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sábado, 14 de marzo de 2015

O.E.A. 2009 ENTREVISTA CON JOSÉ MIGUEL INSULZA

Entrevista con José Miguel Insulza

"América latina no se va a desplomar"

Pese a los tiempos difíciles que se avecinan, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, confía en que la región logrará sostenerse. "Comparando con otras crisis anteriores, América latina está mejor preparada", aseguró Por Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia
DAVOS, Suiza
Pese al clima catastrófico que reina en todo el mundo por la peor crisis financiera de la historia, José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), mantiene la sangre fría.
En una entrevista que concedió a LA NACION en Davos, tras participar del Foro Económico Mundial -cita anual de ricos y poderosos marcada este año por un ambiente negro, sentimientos de culpa generalizados por no haber previsto la debacle y una confusión total por lo que nos espera-, Insulza se manifestó convencido de que, si bien vendrán tiempos difíciles, "comparando con otras crisis anteriores, América latina está mejor preparada".
Uno de los más destacados políticos chilenos, socialista, Insulza desistió hace poco de la idea de ser candidato de la oficialista Concertación para las elecciones presidenciales de diciembre de 2009 en su país. En ese lugar quedó el ex mandatario y abanderado de la Democracia Cristiana, Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
Con larga experiencia política sobre sus espaldas y reconocidas dotes negociadoras, Insulza tenía todas las credenciales para aspirar al sillón presidencial chileno. De 65 años, fue canciller y ministro secretario general de gobierno de Frei (1994-2000), y titular de la cartera de Interior durante el período de Ricardo Lagos (2000-2006).
Apodado "Panzer" de La Moneda por ser un político "todo terreno", de gran versatilidad y de muñeca flexible y rápida, en la época de la dictadura Insulza sufrió el exilio durante 15 años, primero en Roma, luego en México. Abogado de profesión con máster en Ciencias Políticas y profesor universitario, vivió una de sus pruebas más díficiles en 1998, cuando siendo canciller le tocó encargarse de que Augusto Pinochet, arrestado en Londres, fuera devuelto del Reino Unido para ser juzgado en Chile.
Su elección al frente de la OEA, el 2 de mayo de 2005, no pasó desapercibida en medio de las divisiones diplomáticas que provocó la invasión norteamericana de Irak. Llegó después de cinco meses de idas y venidas y arduas disputas, en los que compitió por el cargo con el ex presidente salvadoreño Francisco Flores y el ex canciller mexicano Luis Ernesto Derbez, ambos candidatos de Estados Unidos.
"Ya no somos Tercer Mundo, somos la clase media del mundo, y eso por cierto nos pone ante opciones y situaciones relativamente difíciles", dijo Insulza respecto de América latina, en una entrevista en la que destacó que en el continente hay 34 gobiernos elegidos democráticamente, aunque advirtió que el gran problema de la región es que un 3 por ciento de sus ciudadanos están entre los más ricos del mundo, mientras que alrededor de un tercio de la población está debajo del límite de la pobreza.
-En una sesión usted dijo que vendrán momentos difíciles para América latina, que los efectos sociales de la crisis financiera global van a ser altos, y recordó también que hay un 34 por ciento de pobres en América latina...
-Las últimas cifras de la Cepal indican que en nuestra región tenemos entre 33 y 34% de pobres. Es una cifra alta, pero son 10 puntos menos del 44% de pobres que teníamos en 2002. La cantidad de gente que ha abandonado la pobreza y la extrema pobreza en los últimos siete u ocho años es impresionante. La preocupación es que esto pueda tener alguna regresión. Yo espero que nuestros gobiernos, que en general están mejor preparados para enfrentar la crisis que en otras ocasiones, enfoquen su esfuerzo a generar empleo y a combatir la pobreza. Comparando con crisis anteriores, creo que América Latina está mucho mejor y no se va a desplomar, aunque va a tener dificultades.
-¿Por qué cree que América latina está mejor en un momento tan sombrío para todo el mundo?
-Hemos tenido políticas macroeconómicas sabias en los últimos tiempos; esto por supuesto tiene matices, pero nuestra gente ha aprendido a manejar mejor las situaciones de abundancia y de crisis. Tenemos reservas internacionales interesantes, por el alto precio de nuestras materias primas; en los años anteriores los países, cual más cual menos, han acumulado recursos, y por eso desde el punto de vista fiscal vamos a hacer el esfuerzo para sostener la economía. Es cierto que mucho de esto también depende de la confianza que se genere en el consumidor y en el sector privado. No está escrito que tiene que irnos bien ni mucho menos, pero creo que vamos a estar en mejores condiciones que antes.
-Aunque usted también decía que, como viaja mucho por el continente, notó que en realidad la gente de la calle no estaba muy preocupada por la crisis, sino más bien por la inseguridad...
-Yo recuerdo cuando estaba en el gobierno chileno, en 1999, cuando venía la crisis asiática, en los dos o tres meses antes de que la crisis se desatara el consumo aumentó en Chile, la gente compraba y compraba. Yo tengo la impresión de que en América latina está ocurriendo eso, y no es necesariamente negativo. Porque, naturalmente, si hay gasto eso impide que la caída sea brusca y que haya una parálisis de la producción. En realidad, lo que más está sufriendo en este momento en América latina son algunas exportaciones, más que el consumo interno. El consumo interno no está fundamentalmente resentido.
-Usted también dijo que, quizás, se trata de un efecto retardado, que podría venir en junio...
-Sí, podría venir probablemente hacia el invierno, pero es interesante porque, si nosotros conseguimos que el mercado interno responda, que la gente siga consumiendo como consumía hasta ahora y que gaste parte de su ahorro en mantener un cierto nivel, podemos superar la crisis de mejor manera. ¿Qué es lo que ha caído? Ha caído el precio del petróleo, han caído las exportaciones de minerales, ha caído el precio de industrias forestales, pero las exportaciones de alimentos no están resentidas en el mundo. Los precios de los alimentos han bajado un poco en relación al pico que tuvieron el año pasado.
-Usted, que no es economista, ¿qué efectos políticos cree que tendrá la crisis, considerando que se vienen elecciones en muchos países?
-Este continente está lleno de elecciones. Este año tenemos comicios presidenciales o generales en marzo en El Salvador y Antigua y Barbuda, en abril en Ecuador, en mayo en Panamá, en octubre en Uruguay, en noviembre en Honduras, y en diciembre en Bolivia y Chile. Sin contar las legislativas y referendos que van a tener lugar en distintos países. Este es un continente que está constantemente sometiendo a sus poderes públicos a la revisión que significa de hecho la realización de elecciones libres. Creo que en ese marco pueden producirse fluctuaciones y cosas interesantes en todos los países. Recuerdo el año 99 con la crisis asiática; en los cuatro años anteriores, en Chile habíamos tenido el gobierno con más crecimiento en la historia del país, y ese año se cayó la economía, por el impacto de esa crisis, y la elección presidencial la ganamos pero muy estrechamente. Por eso creo que va a haber más competencia. Aunque una virtud que hoy día existe en muchos países es que la gente está dispuesta a entender que la crisis es provocada desde el exterior, por la situación de EE.UU. y otras economías desarrolladas. Pero igual en la lucha política, en momentos de crisis la oposición siempre tiene una cierta ventaja.
-¿Qué peso cree que tiene América latina en el mundo?
-Creo que América latina es un continente que está en una situación muy especial. Nosotros somos alrededor de 550 millones de habitantes; el mundo está en 6300 millones, es decir, somos cerca del 8%. Y nuestro producto geográfico bruto es más o menos el mismo, es cerca del 8% del producto mundial. Somos el promedio de las naciones. No somos ni los más pobres, ni los más ricos. Cuando se discuten algunos de estos temas -la pobreza, la crisis, etc.-, se discuten entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo y a América latina, el continente intermedio, muchas veces le cuesta encontrar su propio espacio. Ciertamente ya no estamos en los tiempos en que cuando se hablaba de Tercer Mundo había tres continentes: Africa, Asia y América latina.
-¿Ya no somos Tercer Mundo?
-Ya no somos Tercer Mundo, somos la clase media del mundo, y eso por cierto nos pone ante opciones y situaciones relativamente difíciles.
-Aquí en Davos pareciera que América latina está un poco olvidada...
-Porque tampoco saben mucho dónde ubicarla. A nuestros países no los pueden tratar como a los países africanos, pero tampoco como a los del sur de Asia. Sin embargo, no hay que olvidar que en América latina también existen bastantes desigualdades, hay países más ricos que otros, y hay un puñado de países que son pobres. Por ejemplo Haití es un país pobre, y algunos otros como Nicaragua, Guyana, tienen desigualdad de ingresos bastante grandes.
-Sin embargo, en América latina hay personajes nuevos, como Chávez, Morales, Correa, y en la Argentina, Cristina Kirchner... Y hay quienes se preocupan por una deriva populista...
-Diría que este es un continente que está en transición. Pero tenemos 34 gobiernos elegidos democráticamente, los 34 gobiernos de la OEA han sido elegidos en elecciones libres, que no han sido por lo general cuestionadas. A algunos no les gustará lo que algunos señores hacen después, pero fueron elegidos por la mayoría. Se trata de realidades distintas, y naturalmente hay países que buscan un camino diferente. Creo que lo peor que nos puede ocurrir hoy día en ese camino es andar separando grupos y alentando la confrontación. Yo he tratado de que esa confrontación no se produzca, no solamente en el seno de mi Organización, sino que he tratado de predicar mucho la idea de que somos todos compatibles y podemos trabajar bien. Una vez algún presidente dijo que "más allá de que tú seas de izquierda y yo de derecha, todos tenemos los mismos problemas, y todos estamos tratando de fortalecer nuestros gobiernos y nuestras políticas públicas para sacarlos adelante"... Eso es así.
-Entonces no ve ningún peligro...
-No, no creo que los gobiernos de América latina sean peligrosos para nadie.
-Tocando otro tema, el del regreso del Estado con mayúscula a raíz de la crisis financiera global, usted destacaba que en América latina en verdad los Estados siguen siendo muy débiles...
-Muchos de nuestros políticos siempre han tenido una falla: quieren prometerle a la gente que va a tener gobiernos como los escandinavos, pero con Estados mucho más pequeños y con menos recursos. Eso no se puede. Si usted va a algún país nórdico, va a encontrar que todos los ciudadanos tienen asegurada su salud, su educación, su vivienda y su seguridad pública, desde su nacimiento, pero a cambio de pagar la mitad de su ingreso en impuestos. Nosotros no podemos seguir diciéndole a la gente que va a tener todo eso, pagando entre el 15 y el 17% de impuestos. El ingreso por impuestos en América latina es muy bajo y su distribución es deficiente, porque el uso del impuesto no es todo lo progresivo que es en otras partes. Si usted compara América latina con Europa en términos de coeficientes de distribución, antes de impuestos no son tan distintos, tendrán 4 o 5 puntos de diferencia. Pero si usted los compara después de los impuestos, Europa se va abajo de 10 o 12 puntos en el coeficiente, mientras que América latina se queda prácticamente igual. Esto quiere decir que nuestros impuestos no solamente son pocos sino que no se redistribuyen. Para estar mejor, este continente de clase media tiene el problema de que un 3% de sus ciudadanos es de los más ricos del mundo, considerando desarrollados y en desarrollo: compiten en pie de igualdad con los más ricos de los ricos. Mientras que abajo se produce una situación donde casi un tercio de la población está debajo del límite de la pobreza, y ése es un problema para el crecimiento económico y la democracia.
-¿Qué habría que hacer para revertir esto?
-Esto debería atacarse a través de políticas públicas. Tendríamos que buscar acceso a servicios públicos que sean realmente competitivos. No digo que sean iguales: quien quiere una clínica privada, atenderse muy bien, estar en un pensionado donde pueda recibir a su familia, tener televisión, etc., bien. Y el que no tiene, se va a un hospital público. Pero ese hospital público debe tener capacidad para darle servicios médicos tan competitivos como una clínica privada. Y lo mismo con la educación. Para eso el Estado latinoamericano es insuficiente. Por el contrario, hoy en día la gente con más recursos tiene todo privado: salud privada, educación privada, muy buena vivienda, y cada vez más seguridad privada. Y eso no es bueno para la democracia.
-Usted en un panel criticó las políticas liberales puestas a punto por muchos gobiernos latinoamericanos en los años 80, que tomaron a la letra a Reagan y desmantelaron al Estado...
-Absolutamente, así es. Por esto mismo hoy no tenemos muchas opciones, y para superar esta situación ahora hay que trabajar desde el sector privado, porque si el gobierno va a desarrollar un enorme programa de obras públicas, no tiene muchas posibilidades de hacerlo por vía estatal, tendrá que hacerlo por concesiones privadas y ese tipo de cosas. En líneas generales, poner en marcha la economía con un Estado pequeño aún es necesariamente un asunto de cooperación público-privado.
-¿Qué opina de las tendencias proteccionistas que hay en América latina?
-Hay siempre y en todas partes: cuando se están cayendo los empleos, la primera tendencia es decir "vamos a proteger lo nuestro". Yo creo que sería muy dañino para América latina. El motor del crecimiento de esta región, en los últimos seis años, han sido las exportaciones. El sector externo crece a más velocidad que el conjunto de la economía, y si nos ponemos proteccionistas ahora, mal negocio vamos a hacer. La gracia de América latina es que compra y vende. Si un día queremos hacer a la antigua, como el Japón de los años 50, vender solamente y no comprarle a nadie, eso en la economía global no tiene ninguna posibilidad.
-¿Qué efecto va a tener para América latina que sea Barack Obama el presidente de Estados Unidos?
-Yo creo que en los últimos años se ha producido un alejamiento con Estados Unidos por razones un poco difusas. Porque si usted mira, las políticas concretas se hicieron bastante de acuerdo al libre comercio, se buscó acuerdo en los temas energéticos, y Estados Unidos no fue excesivamente impositivo en los temas relacionados con la política. ¿Por qué el alejamiento, entonces? Sería la actitud global hacia el mundo, el unilateralismo, el tema de Irak, no sé, pero al final la gente de América latina evidentemente no tenía grandes expectativas respecto de la administración Bush.
-Un continente muy anti Bush...
-Creo que a la administración Bush la perjudicó en América latina, más que su política hacia la región, su postura general de política exterior. Hoy, en cambio, hay gran expectativa respecto de Obama, y esto hace una diferencia. Esto no significa pedirle al presidente de Estados Unidos que llegue a la Cumbre de Trinidad y Tobago [17-19 de abril] con respuesta para los problemas de inmigración, de comercio, de seguridad, de energía, etc., sino que llegue con esa actitud distinta que él mismo ha proclamado. Es decir, esta idea de que ya no vamos a hacer política "para" ustedes, sino que vamos a hacer política "con" ustedes. Yo creo que si él hace eso y si envía algunas señales en temas relacionados con la crisis, calentamiento global, con la protección de sectores de la economía norteamericana, dotando con más recursos a los organismos financieros internacionales para que puedan defender a los países latinoamericanos en dificultades, con temas de exportación de armas indiscriminadas a algunos países de la región, o de deportación de personas indiscriminadamente, que son problemas que al Caribe y Centroamérica le importan mucho; si él entrega algunas señales, se conformaría un nuevo escenario. El tema concreto es que haya un nuevo diálogo.
-¿Cree que podrá haber un levantamiento del embargo a Cuba?
-Creo que lo primero que va a hacer Obama es hacer las cosas que dijo durante la campaña. Es decir: levantar las restricciones a los vuelos y a los envíos de remesas a familiares. Y esperará a que Raúl Castro haga lo que dijo que iba a hacer: responder gesto con gesto. Y por ahí se irá dando un diálogo. Yo siempre he sido contrario al embargo, así que ojalá que lo levanten mañana. Aunque si usted me pregunta, creo que va a pasar algún tiempo.

Mano a mano

Habla muy rápido y con tonada chilena José Miguel Insulza. Como secretario general de la OEA, ostenta sus grandes dotes diplomáticas. Ante preguntas puntuales respecto de algunos países, recuerda que no le corresponde juzgar a los gobiernos de América latina. Prefiere, por ejemplo, no hacer comentarios sobre la gestión de Néstor y Cristina Kirchner.
"No olvido, sin embargo que el presidente Kirchner tomó el gobierno de la Argentina en condiciones muy difíciles, y por lo menos el debate de hoy se da en un clima y en una situación tremendamente distinta de la que existía en los años en que él asumió el poder", se limita a decir.
Tampoco se siente cómodo al hablar de países líderes de América latina, como Brasil y México. "Creo que la realidad es que este es un continente tremendamente disímil, en el cual hay países que han adquirido una fuerza mucho mayor que otros", admite. "Usted habla de México y Brasil. Bueno, Brasil y México son más del 60% de la población de América latina. Estamos hablando de la décima y decimotercera economías del mundo", agrega.
Sí se anima a decir que "ojalá haya más mujeres" como presidentas en el continente. Y destaca que, al margen de señoras al mando de Chile y la Argentina, hay un obrero metalúrgico de Presidente en Brasil, y un indígena aimara de Presidente en Bolivia. "Nuestros "Obamas", como fenómenos de sectores que nunca habían accedido al poder y que acceden, están en América latina desde hace bastante tiempo. Tenemos otros problemas de desigualdad, de discriminación, pero ése no lo tenemos." .
© LA NACION

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