ISIS: la barbarie arrasa con el patrimonio de la humanidad
Diario "Clarín". Buenos Aires, 8 de marzo de 2015.
AVANCE DEL ISIS.Los ultraislámicos destruyen ciudades y obras milenarias, en una cruzada oscurantista contra las idolatrías de “dioses paganos”. Los sitios arqueológicos de Siria e Iraq, devastados por el tráfico ilegal que llega hasta Europa.
Las
imponentes ruinas de la antigüedad que proliferan en Siria e Irak,
fecunda ruta que conectó durante siglos a Oriente y Occidente, están en
peligro de desaparecer. Estas milenarias obras forjadas por asirios,
caldeos, babilonios, persas o romanos se convirtieron, en plena
modernidad, en abyectas representaciones idólatras para la mirada
oscurantista del fundamentalismo del Estado Islámico (ISIS, por sus
siglas en inglés), u objetos pueriles para el militarismo de regímenes
como el sirio, que deja caer sus bombas en ciudades ancestrales.
La
destrucción comenzó hace tiempo, pero se aceleró en los dos últimos
años. Patrimonios de la humanidad como las ruinas de las ciudades de
Palmira, con sus magníficas columnas romanas, o la de Nimrud, con sus
estatuas asirias, quedaron irremediablemente destrozadas.
La
expansión de los yihadistas del ISIS tuvo mucho que ver. La idolatría,
fuente de inspiración para artistas de la antigüedad, representa para
ellos un repudiable acto de paganismo que merece su destrucción. Esta
visión rígida y medieval los llevó a arrasar las estatuas y relieves
milenarios en el Museo de la Civilización de Mosul o las ruinas de
Hatra, ciudades iraquíes, de más de 2.000 años.
Siria
lleva casi cuatro años bajo una guerra civil. Los enfrentamientos entre
las tropas del régimen de Bashar Al Assad y los yihadistas del ISIS,
devastaron los yacimientos arqueológicos de la zona y las fascinantes
ruinas del lugar, como la ciudadela de Aleppo, del siglo XIII. Pero los
disparos y las bombas no son los únicos causantes de la destrucción,
según la Unesco, sino también los saqueos.
Los
extremistas vienen financiando su lucha con la venta clandestina de
petróleo de los pozos conquistados y los secuestros extorsivos, pero
también con la venta de objetos antiguos. Hay una creciente rapiña de
valiosísimas piezas milenarias, que son vendidas a intermediarios en
Jordania, Líbano y Turquía. El precio sube ostensiblemente cuando llegan
al circuito de coleccionistas de Europa o Estados Unidos.
Un
reciente informe de la BBC mostraba a un periodista en Beirut, tratando
de comprar una de estas piezas. A los diez minutos de haber llegado al
lugar ya le estaban ofreciendo valiosos objetos. Algunos de ellos
costaban un millón de euros. También le daban como alternativa
enviárselos al extranjero.
La
comercialización se hizo tan vulgar que a principios de este mes las
Naciones Unidas tuvo que prohibir el comercio de antigüedades robadas
procedentes de Siria. “Quien comercia de manera ilegal con antigüedades
sirias está financiando el terrorismo”, afirmó Edouardo Planche,
responsable de la Unesco para combatir el tráfico de bienes culturales.
Según el especialista, muchos cuidadores que había antes en los sitios
arqueológicos los tuvieron que abandonar porque nadie les pagaba su
sueldo y la violencia era cada día mayor.
De
acuerdo a un informe de la ONU, desde el inicio de la guerra civil en
Siria, en marzo de 2011, casi 300 sitios históricos resultaron dañados.
Entre ellos figura el famoso Crac de los Caballeros, un castillo de la
época de las Cruzadas que había sido declarado Patrimonio de la
Humanidad. También la medieval ciudadela de Aleppo y su bazar. Ambos
fueron arrasados por la artillería y la aviación de Assad. “Antes había
allí locales de antigüedades y librerías. Hoy reina el más absoluto
vacío”, afirma Adnan Hadad, un activista de Siria.
Si
la brutalidad de la guerra borró del mapa estas riquezas arqueológicas,
el extremismo religioso del ISIS fue aún más allá. La venta de
antigüedades en el mercado negro les dio buenos dividendos en el último
año, pero les resultó imposible sacarle beneficio alguno a las
imponentes estatuas que adornan murallas y ciudadelas en la región de la
antigua Mesopotamia. Contra ellas decidieron llevar a cabo su cruzada
anti-paganismo.
Sólo
en Irak el ISIS controla casi 1.800 de los 12.000 sitios arqueológicos
registrados en el país. Entre los más importantes figuran la antiquísima
Nínive, Nimrud, Dur Sharrukin y Ashur. En diferentes momentos fueron
capitales del poderoso imperio Asirio, que tuvo su esplendor en el siglo
X antes de Cristo. En Siria los yihadistas dominan la mayor parte del
este y grandes regiones del norte, donde hay numerosas excavaciones
arqueológicos.
En
Mosul no se conformaron con reducir a polvo las estatuas del museo
central, también quemaron los libros y pergaminos que había en la
biblioteca. En Hatra, de arquitectura grecorromana y ornamentaciones
orientales, hubo otra barbarie. Según el gobierno de Irak, barrieron con
gran parte de esta ciudad de principios del siglo II antes de Cristo.
Inclusive se cree que destruyeron su sofisticado sistema de baños,
adornados con mosaicos y relieves.
Cuando
las mazas y los martillos hidráulicos destruyeron el museo de Mosul, el
ISIS grabó un video donde un presentador lo justificó con estas
palabras: “Los que se llaman asirios y arcadios establecían dioses de la
lluvia o de la guerra, que adoraban en lugar de Alá. Esas veneraciones
van en contra de las enseñanzas predicadas por el profeta Mahoma, que
destruyó con sus propias manos otras figuras de ídolos religiosos. Si el
propio profeta lo hizo, es fácil para nosotros hacerlo, aunque valgan
miles de millones de dólares”.
En
el 2001, cuando gobernaban Afganistán, los talibanes tuvieron la misma
postura extremista. Con disparos de tanques y dinamita demolieron los
famosos Budas de Bamiyan, dos gigantescas estatuas talladas en la
montaña en los siglos V y VI, que representaban una mezcla del arte
greco-budista.
El
fundamentalismo no sólo repite la atrocidad del exterminio del otro,
del que piensa distinto, sino también arrasa con la cultura en una
combinación fatídica que hace retroceder a la humanidad, y la paraliza.





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