Isidoro
Hodara lo admite: "En Uruguay hay malestar". Cuando se le pregunta por
el Mercosur habla de promesas incumplidas y traiciones. "Nuestra idea
era que estábamos en una esfuerzo de regionalismo abierto y el objetivo
no era intercambiar parapetos para protegernos del resto del mundo sino
incorporarnos al mundo. Eso también es una promesa incumplida", dice el
economista uruguayo que fue director general de Comercio Exterior y
catedrático de la Universidad ORT. De paso por Buenos Aires para
participar de un seminario en la ICBC Fundación, dialogó con LA NACION.
-En Uruguay hay mucha bronca y resentimiento con el Mercosur. ¿Aportó algo positivo el bloque?
-Hay
malestar por promesas incumplidas. Sí, aportó algo. Como decía Félix
(Peña, director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación)
hasta las guerras aportan oportunidades. Si uno mira el acceso a los
mercados de los países vecinos, Uruguay no está enormemente mejor que
antes del Mercosur. -Habló de una traición?
-Nuestra
idea no era que íbamos a estar enormemente mejor pero sí que podía venir
alguna inversión que mejorara el comercio. El objetivo era atraer
inversiones que pudieran hacer caso omiso a la estrechez del mercado
local porque estaban dirigidas a uno más grande. Pero eso no ocurrió
porque con la incertidumbre de que apareciera una interrupción
intempestiva nadie se animaba. Y nadie se animó.. -¿Cómo define hoy al Mercosur?
-Un
acuerdo que empezó con características comerciales y es cada vez más
político. Esa mutación es contemporánea con la pérdida de sustancia en
lo comercial. -¿Por qué pasó eso?
-El impulso inicial
se agotó a fines de los 90. La primera etapa fue de construcción en
serio de una unión aduanera. Todos creíamos que esta vez iba a ser
diferente. Los hechos mostraron que no. Acuérdese de la devaluación en
Brasil en 1999, de lo que pasó en la Argentina en 2001 y en Uruguay en
2002. A partir de ahí el esfuerzo integrador se achicó. -¿Cree, como un sector del empresariado de Brasil, que el Mercosur es un corset para Uruguay?
En lo que respecta a las expectativas de tener una integración más abierta, claramente sí. -¿Puede
la teoría de las dos velocidades para acordar con la UE (Brasil y
Uruguay cerrarían primero) ser una buena solución o sería imposible
hacer eso sin que se rompa el bloque?
-El problema es que
usted estaría pidiéndole a esa acción el cumplimiento de la letra legal
que no se cumple prácticamente en ningún otro aspecto del Mercosur.
Sería una especie de bicho raro, porque no se cumple en materia de
restricciones al comercio entre socios, ni en el establecimiento de
restricciones no arancelarias. No entiendo por qué tiene que elevar la
barra para esto si en el resto, la barra está mucho más baja. -¿Diría que el bloque está en una situación de letargo o de agonía?
-Si es un letargo, se parece a uno de esos de los que es difícil despertar. -¿Qué cree que pasará con el acuerdo con la UE?
-Si
la Argentina no quiere y el mandato para los negociadores europeos es, o
con todo el Mercosur o nada, ya está dada la respuesta. Si la Argentina
dice que quiere, pero en los hechos no quiere, misma respuesta. Si la
Argentina se sumara tendríamos algunas posibilidades. -¿Cree que el único impedimento para el acuerdo es la Argentina?
-El
principal, el primero que emerge. Cuando baja el nivel de las aguas el
primer escollo que aparece es el más alto. Cuando sigue bajando,
descubrimos que hay otro y luego otro más. Pero hoy el que aparece que
es ése. -¿Hay interés genuino y generalizado en la UE para acordar o en voz baja hay algunos que no lo quieren?
-Tengo
muchos años del Foro Empresarial Mercosur-UE y nunca percibí que fuera
muy grande la resistencia empresarial europea. Europa está por lo menos
considerando una zona de libre comercio con Estados Unidos. ¿Qué tiene
de amenazador la sumatoria de Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y
otros si los hay, que no tenga Estados Unidos? Tiene una agricultura
poderosa y una agroindustria importante. Creo que es por lo menos una
fuente de trepidación igual que el Mercosur y sin embargo están
considerando el acuerdo. -¿Qué opina de la Alianza del Pacífico?¿Qué diferencia tiene con el Mercosur y qué relevancia para Uruguay?
-La
primera gran diferencia es que no pretende ser una unión aduanera.
Algunos de sus miembros fueron en un momento parte de un ejercicio así
que se llamaba Pacto Andino, pero voló por los cielos. Chile se fue, los
otros hicieron lo que quisieron. Que no sea una unión aduanera hace
muchísima diferencia porque sólo se puede pertenecer a una unión
aduanera, pero a varias zonas de libre comercio. -¿Lo ve como un proyecto con chances de crecimiento?
-Si,
sobre todo para Uruguay tiene una cosa muy importante: una mirada sobre
el Pacífico. Uruguay creció mirando al Atlántico y creyéndose -nuestros
libros lo dicen todavía- que estamos en una posición privilegiada.
(Sonríe y habla más bajo) Entre nosotros, Río de la Plata, esquina
océano Atlántico, ya no es una posición privilegiada. Lo era cuando el
centro de comercio mundial estaba en el Atlántico norte pero hace como
30 años que el comercio transpacífico supera al transatlántico. -¿Qué piensa de la política comercial argentina?
-Lo
que vemos de la política comercial argentina son los efectos en nuestro
país. Veía un artículo en la prensa uruguaya con la queja de los
camioneros. Dicen que los fleteros argentinos tienen la posibilidad de
cobrar en dólares en Uruguay y venderlos luego a un precio que no es el
oficial. Tienen así una ventaja competitiva respecto de los camioneros
uruguayos que, lógicamente, han perdido viajes..
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