Viernes 10 de julio de 2015 |
El análisis
Más que un discurso, una encíclica abreviada
Seguramente molestará al establishment
financiero mundial el discurso que pronunció ayer Francisco ante los
movimientos sociales, que, como recordó, conoce bien desde sus tiempos
de arzobispo de Buenos Aires. Aunque reiteró conceptos de la exhortación
apostólica Evangelii Gaudium y de su reciente encíclica ecológica Laudato si',
el Papa fue más allá, e hizo historia. Nunca un pontífice había hablado
con semejante libertad, destacaban varios vaticanistas, que definieron
el discurso como una "miniencíclica".
Preocupado por un mundo en
el cual las cosas "no andan bien" y convencido de que "el poder es
servicio", desde su posición de autoridad moral mundial llamó a un
cambio de estructuras a partir de quienes viven en las periferias
olvidadas del mundo. Y lo hizo con un discurso simple, articulado y
directo, en el que se puso, como San Francisco, del lado de los últimos.En un dato no menor, Bergoglio quiso leer íntegro el discurso de seis páginas y media pese al cansancio acumulado en la maratón de los últimos días. Tardó una hora al leerlo. En un momento hasta bromeó, cuando dijo, con tono muy porteño: "El cura habla largo parece, ¿no?".
Este hecho no sólo reflejó la importancia que el Papa les da a esas seis páginas, sino que fue un gesto ulterior a esos cartoneros, recolectores de basura, indígenas, trabajadores precarios, obreros y jóvenes desempleados que forman parte de los movimientos sociales, antes tratados despectivamente por muchos gobiernos y ninguneados por los centros de poder.
Meticulosamente pensado y evidentemente escrito de su puño y letra, el discurso se apoya en la Doctrina Social de la Iglesia, en documentos de sus predecesores Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II, de Aparecida, de obispos africanos. Una manera de protegerse ante seguros ataques del mundo financiero y de la Iglesia que no comparten su visión del mundo..
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