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miércoles, 29 de julio de 2015

BRASIL 1998 "La oposición de Lula es un disparate" Helio Jaguaribe

Diario "La Nación". Buenos Aires, 14 de junio de 1998

LA ENTREVISTA / Helio Jaguaribe

"La oposición de Lula es un disparate"

El intelectual brasileño, uno de los cerebros que más consulta el presidente Cardoso, dice que el movimiento de los Sin Tierra es sólo un pequeño grupo financiado por europeos
EL martes pasado, Raúl Alfonsín dijo de él que es "uno de los más insignes intelectuales de América latina". De visita en Buenos Aires invitado por el Consejo Argentina para las Relaciones Internacionales (CARI), el brasileño Helio Jaguaribe está hoy considerado, tras una larga y destacada trayectoria en el mundo de las ideas políticas de su país, como uno de los cerebros que frecuentemente consulta el presidente Fernando Henrique Cardoso.
Reconocido mentor intelectual de la poderosa burguesía paulista, a pesar de su nacimiento carioca, fue ministro de Ciencia y Tecnología cuando los industriales de San Pablo intentaron rescatar de su crisis al depuesto presidente Fernando Collor de Mello, rodeándolo con un "gabinete de celebridades". Por supuesto, el intento falló.
-El principal economista de la coalición opositora brasileña, encabezada por Luiz Inacio Lula Da Silva, acaba de decir que los presidentes Fernando Henrique Cardoso y Carlos Menem rivalizan en un tema: cuál es más pro norteamericano.
-Todo lo que dice la gente de Lula es, en general, un disparate. Y éste es un disparate especialmente estúpido. No hay nada más contrario a la realidad. ¿Quién enfrentó el intento norteamericano de disolver el Mercosur en el ALCA? Cardoso, y también Menem. Entonces, decir que Cardoso es súbdito de Washington es una estupidez total. Lo mismo puede decirse de Menem. Sólo alguien muy superficial en sus análisis puede asegurar que Menem es súbdito norteamericano. Tiene diferencias de matices, mínimas, con Cardoso, pero Menem también está impulsando vigorosamente el Mercosur. Estoy muy preocupado por la ausencia en Brasil de una oposición real.
-Pero la oposición parece estar creciendo en las encuestas y, en todo caso, puede expresar movimientos poderosos, como el de los Sin Tierra.
-Si las encuestas las hacen en ciudades burocráticas, como Río de Janeiro y Brasilia, claro que ganará Lula, pues las reformas de Cardoso afectan justamente a esos sectores burocráticos. En cuanto a los Sin Tierra, se trata de un movimiento absolutamente minoritario. Brasil es heredero de una situación social miserable, que viene desde hace mucho tiempo. Hasta los años sesenta, Brasil fue una sociedad agraria. Durante ese largo período, la elite agraria tenía interés en mantener a la población rural en situación de dependencia, de ignorancia. Pero entre 1970 y 1980 hubo una migración masiva del campo a la ciudad: hoy, Brasil es una sociedad urbana en un 80 por ciento. Dentro de estas masas urbanas hay una cuota muy importante de migrantes recientes, que no tienen las condiciones mínimas para ejercer la ciudadanía. Entonces tenemos electores que no tienen conciencia ciudadana y esto genera formas de protesta violentas, una suerte de zapatismo brasileño. Nunca en toda la historia brasileña se ha hecho un proceso de reforma agraria comparable al que hace Cardoso. Y, sin embargo, aparecen estos señores que dicen que Cardoso es satélite de los Estados Unidos.
-Pero la protesta de los Sin Tierra es multitudinaria.
-¿Zapatistas en el sentido armado?
-No, no. Violentos, pero no armados.
-Sabemos que está trabajando en una monumental historia de las civilizaciones. ¿Por qué no nos cuenta de qué se trata?
-Cuando cumplí 70 años me propuse realizar un proyecto muy ambicioso. No quiero rehacer una historia universal, sino retomar un enfoque de los estudios históricos que ha quedado aislado, sin continuidad, y que inició un hermano de Max Weber, Alfred, una figura muy interesante, lamentablemente oscurecida por la gloria del hermano. Alfred escribió en los años treinta un estudio muy bueno, que propuso un enfoque distinto de los usuales. Los enfoques tradicionales, convencionales, parten de una idea a priori. La historia sería el desarrollo del espíritu absoluto, según Hegel; o la lucha de clases, según Marx; o la realización de un plan divino, de acuerdo con ópticas religiosas. Y la historia no es nada de eso. La historia es un proceso empírico, que no tiene telelogía (fines) propias, que no tiene fuerzas a priori que la condicionen. Por lo tanto, hay que encarar la historia desde la perspectiva de las ciencias sociales y no desde las dogmáticas ideológicas de cualquier signo. Con ese encuadre, seleccioné 16 civilizaciones, las más representativas a mi entender, que me permitiesen verificar, sin ningún a priori, cuáles fueron las principales condiciones que dieron lugar a su nacimiento, su desarrollo y, eventualmente, su crisis. Luego quise comparar las constataciones para verificar si factores semejantes en condiciones semejantes, pero en un contexto único e irrepetible, generan las mismas consecuencias, un asunto muy importante que hasta hoy es motivo de discusiones. Y, finalmente, me propuse plantear el problema de en qué medida toda esta problemática nos permite una mejor comprensión de nuestro propio tiempo, de nuestra posición relativa en el flujo de la historia universal.
-¿Cuáles fueron las civilizaciones que eligió?
-Además de la prehistórica, elegí la mesopotámica, incluyendo sus distintas etapas, la egipcia, la del mar Egeo, incluyendo el período cretense y el de Micenas, la del antiguo Israel, la persa, las civilizaciones griega, romana, bizantina, islámica, india, china, las precolombinas, incluyendo la inca, la maya y la azteca, las africanas y, finalmente, la occidental. Puse un poco más de atención en la occidental, que es la nuestra, enfocando la formación de Europa, el desarrollo de Occidente hasta la modernidad y la problemática del siglo XX. Luego haré una introducción, que en realidad serán las conclusiones, en la que intentaré sintetizar mis principales constataciones. Toda esta tarea la estoy realizando con financiación de la Unesco.
-¿Puede anticipar algunas conclusiones provisionales?
-Podría decirle, ahora que está casi todo hecho, que algunas cosas parecen bastante claras. La primera es que condiciones semejantes producen efectos semejantes en situaciones distintas y en períodos históricos distintos. Segundo, que las condiciones que abren la puerta a la emergencia de nuevas civilizaciones son también bastante semejantes. Aquí hay que hacer algunas salvedades o precisiones, pero de una manera general puede decirse que una nueva civilización emerge cuando es portadora de una cultura distinta. Y esa cultura aparece por una cantidad de razones arbitrarias. Una nueva civilización requiere, además, que su cultura tenga valores expansivos. Es decir, los valores de su cultura la impulsen a aumentar su territorio, a incrementar su capacidad de comando sobre el medio, y eventualmente a aumentar su capacidad de presión sobre otros pueblos. Si se dan esos requisitos, a los que agregaría la dotación de medios naturales, esta cultura alcanza singularidad y nace una nueva civilización.
-Quedan las crisis, las causas de la desaparición de las civilizaciones.
-Hay una discusión que viene desde San Agustín sobre la decadencia de Roma. Lo que está apareciendo en la investigación es el hecho de que una civilización permanece cuando mantiene su capacidad de lo que llamaría la autosustentabilidad, que a su vez depende de dos condiciones: una operacional, técnico-instrumental, que saca de su propio stock de conocimientos, que le permite controlar el medio e impedir la invasión de pueblos extraños, y una condición de autorregulación, o sea, que la civilización contenga ideas, instituciones y valores, desde los cuales reconstituya permanentemente su visión del mundo y su integridad institucional.
-El énfasis que usted ubica en el tema de la civilización y la cultura evoca instantáneamente la tesis expuesta por Samuel Huntington en su libro El choque de las civilizaciones. Según Huntington se avecina un tiempo de colisión entre culturas que será más importante, incluso, que las rivalidades de carácter económico.
-Creo que en Huntington hay ideas correctas y otras equivocadas. Donde creo que su pensamiento es erróneo es en lo siguiente: antes que un choque de civilizaciones, lo que se está construyendo, a mi entender, es una civilización planetaria. Huntington mira al Occidente desde una perspectiva operacional propia del siglo XIX y XX, cuando en realidad Occidente nace en la Edad Media. El núcleo organizador de Occidente es el cristianismo. La esencia de la formación occidental es, por supuesto, compleja, pero ya está en el tomismo, en la compatibilización de la razón con la creencia religiosa. Pero ese núcleo fue fisurado por Freud y por Nietzsche, entre otros. La civilización occidental posfreudiana, posnietzscheana, ya no tiene al cristianismo como núcleo. Entonces el Occidente que estamos viviendo en el siglo XX es, en realidad, un Occidente tardío, comparable hasta cierto punto al Imperio Romano tardío, cuando los valores básicos de la romanidad estaban en plena crisis. El instrumentalismo y el consumismo de esta época tampoco tienen que ver con los valores originales de la civilización occidental. Y entonces yo creo que está surgiendo una civilización planetaria, que tendrá diferenciaciones muy profundas, y raíces con un matiz cristiano, un matiz islámico, un matiz hindú, pero configurada por la misma visión racional, operacional, del mundo.
-¿Y dónde ubica el conflicto?
-No serán conflictos entre civilizaciones, como cree Huntington, sino entre naciones o regiones. Con un matiz religioso en el islam, puesto que la frase de Nietzsche "Dios ha muerto" es, en realidad, una frase occidental. El dios del islam no ha muerto en absoluto. Ahora bien, en la civilización planetaria multipolar (ver recuadro), las Naciones Unidas desempeñarán un papel central, mientras que en visiones parecidas a las de Huntington u otros, ese papel central se desplaza hacia los Estados Unidos. Me parece que la tendencia de fondo inclinará la balanza en favor de un mundo planetario multipolar en lugar de un mundo con predominio norteamericano.
Por Ricardo Cámara

Civis americanus

LA visión de la sociedad planetaria de Jaguaribe se eslabona con su modo de ver el mundo que está en formación luego del fin de la Unión Soviética. A la vez, el futuro de la Argentina y Brasil deriva de esa perspectiva planetaria. En lo básico, Jaguaribe no cree que el fin de la Guerra Fría defina un mundo con predominio norteamericano. "La propuesta estadounidense no es atractiva para el mundo. Es la contraria de la que enraizó al Imperio Romano. Pasada la etapa de conquista militar, los romanos incorporaban en pie de igualdad a las elites y a los ciudadanos libres de otros pueblos. Los estadounidenses, en cambio, ponen el énfasis en la competitividad, que es el valor que a ellos les conviene. A ellos y a ciertos sectores: hay una especie de "civis americanus internacionalis", una capa gerencial igual en todas partes, que se subordina a esos valores. Pero existen también estructuras que resisten esta idea, que son la Unión Europea, China, Rusia -cuando resuelva su crisis- y nuestro Mercosur, que es pequeño, pero que tiene importancia catalizadora. Entonces la posibilidad de que el mundo se encamine en una dirección multipolar, bajo la égida de las Naciones Unidas, depende de que en Europa predominen los europeístas, representados por el eje latinogermano, franco-alemán, sobre los atlantistas, que en términos generales encarnan Gran Bretaña y la Europa del norte, más inclinada hacia un eje atlántico, favorable a Estados Unidos.

Perfil

  • Helio Jaguaribe nació en Río de Janeiro hace 75 años, y se casó hace exactamente 50. Pasó su luna de miel en el Plaza Hotel de Buenos Aires, el mismo donde se alojó la semana pasada. Tiene cinco hijos y siete nietos. Es abogado, hizo estudios en Harvard y en el MIT, pero se especializó en ciencias sociales y filosofía de la historia.
  • En los años cincuenta y sesenta fue, junto con Fernando Henrique Cardoso, una de las figuras intelectuales más destacadas en la política brasileña. Fue miembro fundador del llamado "grupo de Itataia", empeñado en estudiar la singularidad histórica brasileña con una visión distinta de la predominante hasta entonces.
  • Las ideas de Jaguaribe, Cardoso y otros formaron el llamado "nacional-desarrollismo", que influyó en el último período presidencial de Getulio Vargas, en el gobierno de Juscelino Kubistchek y en distintas etapas del régimen militar que se extendió entre 1964 y 1985. Jaguaribe y Cardoso también elaboraron la llamada teoría de la dependencia, de larga influencia en toda América latina.
  • Jaguaribe actualizó su pensamiento. Pero siempre fue un brasileño "pro argentino". Integró la Fundación Bariloche y entre sus muchos amigos en este país se destacan Aldo Ferrer, el desaparecido Jorge Sabato, Enrique Oteiza y Torcuato Di Tella.

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