Ieco Diario "Clarín". Buenos Aires, 22 de enero de 2012.
¿Quién está detrás de las
calificadoras de riesgo?
LA CRISIS
EUROPEAEuropa se
indigna contra la “dictadura de las calificadoras”, firmas de Wall Street y la
City que en 2008 calificaron bien las hipotecas subprime.
- LA VANGUARDIA ESPECIAL PARA CLARIN
El viernes 13,
Moody’s, compañía privada cuya sede central se ubica en el 55 de la calle
Water, en Manhattan, a escasos metros de Wall Street, le arrebató de un plumazo
a Francia su famosa triple A y degradó la deuda de varios países.
La medida
suscitó un coro de críticas. En el Parlamento Europeo, su nuevo presidente, el
europdiputado socialista Martin Schulz cargó contra la dictadura de las
calificadoras avalando la idea generalizada de que son más poderosas que “los
gobiernos democráticos”.
Ahora bien ¿quién está detrás de
estas agencias de calificación y por qué las decisiones de esas entidades
privadas tienen tanto poder en los asuntos públicos? Entre S&P, Moody’s y
Fitch forman la santísima trinidad de las agencias de notación del sector
financiero a nivel mundial. Controlan el 90% del negocio.S&P es 100% propiedad de la editora estadounidense McGraw Hill, cuya sede también se encuentra en Manhattan, y cuyo negocio se centra en gran medida en aspectos relacionados con la educación. Los accionistas de McGraw Hill son las financieras Capital Group (12,3%) y Slate Street (4,3%), la empresa para inversores de fuera de Estados Unidos Vanguard Group (3,8%), la multinacional financiera BlackRock (3,8%), el banco de inversión Oppenheimer Funds (3,4%), la firma de inversiones T. Rowe Price (3,3%), el ‘fund’ Dodge Cox (2,4%), Fiduciary Management (2,05%), Independent Franchise Partners (1,37%) y el fondo de pensiones de los profesores de Ontario, en Canadá (1,94%).
No deja de ser curioso que S&P y Moody’s compartan accionistas, que son Capital Group (12,38%); State Street (3,36%); Vanguard Group (3,36%); BlackRock (3,28%) y T Rowe Price (5,95%). En el caso de Moody’s, cuya sede central se encuentra en el 250 de la calle Greenwich, en uno de los complejos del World Trade Center, en Manhattan, los principales accionistas, además de los ya citados, son: Berkshire Hathaway Inc (12,47%), Capital Research Global Investors (que forma parte de Capital Group) (3,66%), Value Act Capital Management (3,63%), Neuberguer Berman (2,86%) e Invesco Advisers (2,55%). Berkshire Hathaway Inc es el conglomerado empresarial de la ‘celebrity’ de los inversores, del oráculo de Omaha, el señor Warren Buffet.
Por último está Fitch, con sedes en Nueva York y en la City de Londres, y cuyo accionariado es menos complejo que en las otras dos compañías. El 60% es de la francesa Fimalac (Financière Marc de Lacharrière), cuya sede se ubica en París, y The Hearst Corporation (editora de numerosos diarios y revistas, entre otros productos, como Cosmopolitan , Elle o Marie Claire ), que tiene el 40% de la compañía.
Por otro lado, cabe recordar que estas agencias de calificación dieron su máxima nota a las hipotecas subprime allá en 2008, días antes de que estallara la gran crisis y se convirtieran dichos productos financieros, casi por arte de magia, en basura. Entonces, ¿por qué se les sigue dando tanto crédito? Las grandes multinacionales financieras tienen muy en cuenta los informes que presentan estas compañías cuando deciden hacer una inversión en el sector privado o en un país. Sus empleados son analistas a los que se les supone que dominan a la perfección los resortes de los países y de las compañías que califican.
A nivel de un inversor privado, si uno desea invertir en deuda de un banco francés, por ejemplo, uno de los elementos que tiene para tomar la decisión (y es lo que hace la mayoría) es saber qué dice la santísima trinidad de la calificación financiera. Ahora bien, el asunto se pone más interesante porque existen diferentes instituciones (fondos de pensiones de países, por ejemplo) que solo invierten en productos calificados con la máxima puntuación otorgada por estas agencias. Es decir, que sus decisiones condicionan dónde va el dinero y por lo tanto, en el caso de Francia o de España, esto puede suponer que los inversores no quieran arriesgarse en comprar su deuda por temor a que no se la devuelvan en el plazo fijado o se vean obligados a venderla porque no cumple con las garantías exigidas.
El dinero es
cobarde y si S&P, Moody’s o Fitch dicen que la deuda española o francesa no
es de fiar, los inversores tomarán sus bártulos, se irán a otro lado y si te he
visto no me acuerdo. Entonces Francia y España deberán pagar más intereses a
quienes tomen el riesgo de poner su dinero en sus bonos, crecerá su deuda y...,
en efecto, la historia volverá a repetirse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario