Martes 21 de julio de 2015
WASHINGTON.-
Convertido en el primer ensayo real de la "doctrina Obama" de diálogo
con el adversario, la "normalización" de relaciones con Cuba empieza con
signos antagónicos y una misma pregunta. Los signos son evidentes:
ambas partes dicen acercarse y, sin embargo, ninguna de las dos se baja
de su posición de máxima. La duda es igual de cantada: ¿funcionará la
estrategia?
"Para contestar a eso hace falta una bola de cristal",
escuchó LA NACION -palabras más, palabras menos- cada vez que en estos
días trasladó la pregunta a analistas de temas hemisféricos. Por debajo
de las sonrisas, la cortesía y las expresiones de optimismo por un
futuro mejor, tanto el secretario de Estado, John Kerry, y al canciller
cubano, Bruno Rodríguez, apuntaron a objetivos distintos.Kerry habló claramente de la expectativa de mejoras en materia de derechos humanos en la isla. Rodríguez no sólo le contestó que no se meta en ese asunto y que cada uno entiende los derechos humanos "a su manera", sino que renovó el listado habitual de reclamos de La Habana. Esto es: la devolución de Guantánamo, el levantamiento del bloqueo y compensaciones por daños.
El primer fruto que pareció cosecharse ayer fue en la política regional. No sólo porque llovieron las felicitaciones y los saludos desde toda la región para Washington por su acercamiento, sino porque, posiblemente, el giro con La Habana tenga impacto en otras áreas sensibles. Entre ellas, la tensión con Venezuela.
"Hemos hablado de Venezuela" con Rodríguez, admitió Kerry. "Esperamos que nuestras relaciones diplomáticas con Cuba puedan promover no sólo un mayor diálogo con Venezuela sino, incluso, ayudar a que termine la guerra" en Colombia, añadió. Apuntó con eso a dos de las cuestiones más complejas en la política regional de Washington en la que, curiosamente, Cuba podría convertirse en un factor de colaboración.
En el caso de Colombia, porque la isla es sede de las negociaciones entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC. Las tratativas están ahora en una etapa sumamente frágil. El caso de Venezuela es igual de sintomático. El gobierno de Caracas suele usar a Washington como su chivo expiatorio para sus problemas y lo vive acusando de conspirar en su contra. "Sería mejor que eso dejara de ocurrir de una vez", dijo Kerry. La posibilidad de que Cuba, aliado de Venezuela, decida ayudar en la tensa relación con Washington no sorprende a quienes aquí vienen siguiendo es complejo escenario.
"La economía podría ser un buen aliciente para que así suceda", escuchó LA NACION. Ocurre que, en los últimos 15 años, Caracas -y el petróleo venezolano- fueron de gran ayuda financiera para Cuba. Pero ahora que la economía venezolana está en su propia crisis, el soporte financiero a Cuba corre peligro. "Es posible que, ante el cambio de ciclo, para La Habana sea más ventajoso empezar a pensar en inversiones y auxilio financiero desde Estados Unidos", es la conjetura en esta ciudad.
Acertada o no, lo cierto es que el plano hemisférico es el primero que aparece en las posibles derivaciones de la nueva diplomacia entre los viejos adversarios. Cuba busca inversiones. Su gobierno no se cansa de decir que busca el levantamiento del embargo. Incluso Rodríguez pareció dictarle la página Barack Obama: si el Congreso se niega votar el levantamiento, que el presidente haga uso de sus facultades ejecutivas, dijo..
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