Casi
como en el Don Pirulero, los socios del Mercosur parecen haberse
dedicado en el último tiempo a atender cada uno su juego. La designación
del diplomático brasileño Roberto Azevêdo como director de la
Organización Mundial de Comercio (OMC) es un paso más en la estrategia
de posicionamiento internacional del socio mayor del bloque cosa que,
según la opinión de algunos expertos, es inversamente proporcional a su
interés por el Mercosur.
La Argentina no deja de dar muestras de
una gran capacidad de contorsionismo: cada día apunta más la mirada a su
ombligo. Uruguay coquetea con Brasil (de hecho firmaron un innecesario
acuerdo de cooperación teniendo en cuenta que el Mercosur incluye en
teoría eso y mucho más) con la esperanza de que en su salida al mundo,
el gigante los arrastre. Paraguay, todavía suspendido, se debate entre
la ofensa, la continuidad y la ruptura. Si bien es cierto que el
flamante presidente electo, Horacio Cartes, dijo que "sería una
tontería" salir del bloque, insistió en que es fundamental que su país
se relacione muy bien con el mundo, con los vecinos, obviamente, pero
también con Asia, deslizó.
"Con Europa mantuvimos una excelente
relación durante la crisis de 2012. Con Rusia tenemos una aproximación
de recíproco interés creciente. Con los países árabes se estrechan cada
vez más nuestras relaciones. Israel es también una referencia
importante", dijo en declaraciones al diario chileno El Mercurio. Y
anunció que hará todo lo posible por estrechar la relación con la
Alianza del Pacífico, de la cual Paraguay es país observador.
Dejando
a un lado todo lenguaje diplomático, Hugo Rubín, diputado electo del
Partido Encuentro Nacional de Paraguay, hizo pública la bronca que los
denominados "socios chicos" del bloque acumulan desde hace tiempo por
considerar que la Argentina y Brasil han sido los grandes beneficiarios
del acuerdo. Aunque esta vez el enojo incluyó al mandatario uruguayo.
"Ahora que ya no necesito hacer ningún tipo de campaña, ¿saben qué les
respondo a Cristina y a Mujica?: vayan al diablo, vamos a pensar
nosotros cuándo queremos volver al Mercosur. Vayan a cagar. Les digo a
los dos que pidan perdón de rodillas y después vamos a pensar si
queremos volver al Mercosur", sostuvo.
Durante su primera gira por
la región como presidente de Venezuela, Nicolás Maduro dijo que el
principal objetivo de su viaje era "ir armando la agenda" de lo que será
la gestión de Venezuela al frente del Mercosur (asumirá la presidencia
pro témpore a mitad de año). Entusiasmado, Maduro aseguró que Venezuela
aportará "un nuevo dinamismo" a la consolidación del bloque, que según
su visión tiene que cambiar para ampliar su influencia.
Al hecho
de que Paraguay aún no reconoció como miembro pleno a Venezuela (con
quien rompió relaciones diplomáticas en julio de 2012 por considerar que
se entrometió en asuntos internos durante el proceso que llevó a la
destitución de Fernando Lugo), se suman los cada vez más frecuentes
cortocircuitos comerciales ente la Argentina y Brasil.
¿Cambió
Brasil sus prioridades de política exterior? ¿Incluye eso mayor interés
en el Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en detrimento del
Mercosur?
Para Marco Aurelio García, principal asesor de política
externa de la presidenta Dilma Rousseff (cargo que también ocupó durante
la gestión de Lula), la respuesta es un no rotundo. "El problema es que
obviamente cuando uno asume más responsabilidades hay una tendencia a
la división en cualquier actividad, pero tenemos una percepción
particular: Brasil no tendrá ninguna posibilidad de inserción
internacional si no la tiene en la región, y no hay posibilidad de un
proceso de integración en la región si las relaciones entre la Argentina
y Brasil no son buenas." -¿Y son buenas?
-Son buenas, con problemas, pero que existen desde siempre.
De
paso por Buenos Aires para participar de un seminario organizado por la
Untref, dijo: "Cuando hay poco comercio y pocas inversiones no se
tienen problemas".
Muy similar es la postura de Iván Ramalho, Alto
Representante General del Mercosur. "Respecto de los problemas
bilaterales debemos seguir el camino de la conversación y negociación
permanente, y es lo que está pasando. La reunión de las presidentas
(Kirchner y Rousseff) de hace unos días es un muy buen ejemplo de eso",
comentó.
En las antípodas se ubica Gustavo Segre, director de la
consultora Center Group, con base en San Pablo. "Lamentablemente para el
bloque, Brasil mira más al Brics que al Mercosur porque sabe que no
podrá expandir sus exportaciones aquí y que la Argentina se esfuerza en
restringir el comercio. En los Brics, por el contrario, tiene un mercado
de potencial aumento de sus exportaciones, de complementación económica
y más exposición internacional", explicó.
¿Cómo califica la
actual relación bilateral?, preguntó LA NACION. "Extremadamente
preocupante. Hasta ahora, cuando los empresarios tenían problemas, los
ministros se reunían y los resolvían. Si con eso no alcanzaba, los
presidentes se encontraban y cerraban la cuestión. La última reunión de
las presidentas fue un fiasco. No se divulgó solución para ningún
problema y Dilma anticipó su regreso a Brasilia", respondió Segre.
El
economista, que vive en Brasil, viajó la semana última a Buenos Aires
para participar del seminario "SOS Mercosur", organizado por la Cámara
de Comercio Argentino Brasileña (Cambras) en la UB.
Desde el
comienzo de su exposición, dejó en claro las diferencias entre las
políticas que se aplican en la Argentina y Brasil. "La principal
preocupación del gobierno de Dilma es la inflación. Y para respetar las
metas que se pusieron hasta resignan algún punto de crecimiento. Dejan
que aumente la importación para así aumentar la oferta de productos y
controlar la inflación, auxilian con medidas concretas a sectores que
puntualmente puedan verse afectados, y aumentan la inversión en
infraestructura para mejorar la competitividad por medio de mejoras en
el costo logístico", enumeró.
¿Cuáles son las perspectivas para
este año? "Estimamos que el gobierno argentino cerrará más sus fronteras
y el brasileño utilizará medidas de retaliación", dijo Segre.
Luego,
aseveró que "el Mercosur está sin rumbos ni objetivos" y estimó que eso
es "responsabilidad casi única del gobierno argentino". Para el final,
esbozó algunas propuestas para "resolver" la crisis actual:
Dar
a Brasil la importancia que tiene como mercado para las ventas
argentinas creando una secretaría especial para negocios con ese país.
Permitir
que la embajada argentina en Brasilia responda a los mandos naturales
de la Cancillería y no a la Secretaría de Comercio Interior.
Mejorar
la competitividad de los productos argentinos por medio de incentivos
específicos y de inversiones en infraestructura (eso mejoraría el tipo
de cambio sin tocar el valor del dólar).
Incluir en toda negociación a los empresarios (como hizo Uruguay en su reciente acercamiento con Brasil).
Para
Segre, "el Mercosur puede volver a ser importante para la región si lo
es para los empresarios, y para ello, el gobierno argentino tiene que
dar señales claras de que está dispuesto a trabajar a largo plazo y con
el concepto supranacional que determina el Tratado de Asunción. La
Argentina tiene más chances de que su comercio internacional crezca
acercándose a Brasil, que cerrando sus fronteras", concluyó.
Ramalho
se mostró confiado en que, con la incorporación de nuevos países, el
Mercosur seguirá "marchando hacia adelante". Explicó que uno de sus
principales objetivos es sumar miembros al bloque, y destacó que las
negociaciones con Bolivia, Surinam y Guyana están muy encaminadas
(Maduro sumó a Ecuador a ese grupo).
El futuro inmediato del
Mercosur muestra una agenda cargada. Si bien es cierto que hay desafíos
de peso como la negociación con la UE (ver página 7), que en muchos
casos se señala como una pieza vital para la continuidad del bloque que
exhibe un pobre historial de acuerdos, hoy las cuestiones caseras
parecen más urgentes. ¿Cómo quedará conformado definitivamente el
Mercosur? ¿Tendrán solución los conflictos comerciales internos? Por
ahora, son más las dudas que las certezas.
VIDRIERA INTERNAICONAL
(EFE).-
Brasil celebró la semana última la elección del diplomático Roberto
Azevêdo como director de la OMC y la consideró el "reflejo de un orden
mundial en transformación", que ayudará a impulsar un ordenamiento
económico "más dinámico y justo". La victoria de Azevêdo, que desde 2008
representa a Brasil ante la OMC, corona una meta que uno de los países
emergentes con más proyección en el mundo se había trazado desde hace al
menos ocho años.
El canciller de Brasil, Antonio Patriota, valoró
que al tramo final de la elección hayan llegado dos candidatos
latinoamericanos (el otro aspirante que alcanzó la última etapa fue el
representante de México, Herminio Blanco). Según Patriota, uno de los
primeros objetivos de Azevêdo en el cargo, en el que reemplazará al
francés Pascal Lamy, será intentar "reflotar" la Ronda de Doha,
paralizada desde hace más de cuatro años..
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