Diario "La Nación". Buenos Aires, Domingo 15 de septiembre de 2013
Éxodo en China: los millonarios buscan una vida mejor afuera
Según un estudio, el 16% ya emigró; EE.UU. es el destino preferido
PEKÍN.-
Lynda Min tiene todo lo que supone que hay que tener: un departamento
en Manhattan, un doctorado de la Universidad de Columbia y un novio
inglés.
Hace dos años que no viaja a ver a su familia en Shanghai.
Sin embargo, sus padres y sus amigos la visitaron varias veces y
aprovecharon para recorrer ese país que tanto fascina a los chinos,
hasta el punto de haberles prestado un lema central de su historia. Hoy
el gigante de Asia tiene su propio "sueño americano".Irónicamente "el sueño chino" parece no estar en China sino en las capitales de Europa y Estados Unidos, al menos para los chinos más ricos.
"Amo mi país y me siento profundamente china, pero después de cinco años en Columbia mis gustos cambiaron. A pesar de que Shanghai es muy cosmopolita, con 29 años, no podría seguir siendo soltera sin recibir comentarios aleccionadores", cuenta Lynda.
Como ella, son cada vez más los chinos que no imaginan el futuro en su país y buscan una vida más fácil en otras naciones. Según el China State Administration of Foreign Exchange (SAFE), el 16% de los millonarios chinos ya emigró a otros países y un 44% se plantea hacerlo.
Los datos coinciden con un informe difundido en marzo de 2012 por el China Merchants Bank que agrega que, además de Estados Unidos, los destinos preferidos de los chinos más pudientes son Canadá, Singapur y Europa.
Según el sondeo, las razones principales de la emigración son mejorar la educación de sus hijos, garantizar la seguridad de su riqueza y preparar su futura jubilación.
"China necesitará algo más que el éxito económico de su modelo para atraer a los chinos más capacitados y con mayores recursos: un medio ambiente menos contaminado, mayor libertad y sobre todo mejor cobertura médica y mejor educación para los niños", dice He Xing, sociólogo de la Universidad del Pueblo de Pekín.
"Las razones por las cuales la elite china prefiere Europa y Estados Unidos son las mismas por las que la elite del primer mundo elige estos destinos: el nivel general de vida es mejor. En Europa y América del Norte la gente vive, viaja, come y estudia mejor", agrega He Xing.
Lynda Min no tiene dudas con respecto a su futuro; no imagina a sus hijos creciendo en China. "No se trata solamente de la contaminación. En mi caso, no me gusta la mentalidad con la que crecemos los chinos, aceptando cosas que aquí no se aceptarían nunca. Quiero que crezcan con la libertad en el corazón; la libertad de ser mujer, hombre y elegir sin miedos el destino propio."
Hasta hace poco, hasta los familiares más cercanos de los miembros del Partido Comunista estudiaban en el extranjero. Bo Guagua, hijo del controversial político Bo Xilai, hizo conocer su nombre por la vida llamativa que llevaba en Estados Unidos e Inglaterra. Se dice que incluso la misma hija del presidente Xi Jinping estudió en Harvard bajo un seudónimo.
Sin embargo, el nuevo gobierno está intentando cambiar la imagen del partido, en una campaña que incluye la lucha contra la corrupción, el recorte en el lujo de los políticos y el regreso de los familiares de los miembros del gobierno, para demostrar su compromiso con el "sueño chino".
En Estados Unidos, según el China Merchants Bank, las demandas chinas de la visa EB5 ocupan el 78% de las solicitudes totales recibidas.
Este tipo de residencias permanentes se concede cada año a un total de 10.000 inversores de todo el mundo. El requisito indispensable es invertir por lo menos 500.000 dólares. Este dinero puede ser retirado cinco años después sin represalias por parte del Estado.
Otros países, como España, Chipre o Singapur, también intentan aprovecharse de esta tendencia con beneficios migratorios para quienes aportan capitales.
Las motivaciones para salir de China son bien marcadas. Además de la educación y la contaminación, ellos se preocupan por la seguridad de sus propiedades y activos. Los empresarios chinos se quejan de la legislación cambiante, las subidas repentinas de impuestos y restricciones tanto a los movimientos de capital como a la compra de viviendas e inmuebles, según una encuesta realizada por el Nanfang Zhoumo, semanal publicado en Guandong, una de las provincias más ricas de China.
Además, muchos de estos empresarios tuvieron malas experiencias a la hora de enfrentarse a las poderosas empresas estatales, con las que siempre corren en desventaja, especialmente en la industria del carbón y otros rubros energéticos.
Sin embargo, salir de China e instalarse en otro país no está al alcance de todos. "Para empezar, los chinos sólo pueden cambiar hasta 50.000 dólares al año. Además para los chinos no es tan fácil obtener visas y residencias en los países del primer mundo", dijo a la nacion Jessica Pujol Durán, abogada catalana que se especializó en transacciones inmobiliarias en la costa mediterránea, muchas de ellas realizadas por clientes chinos.
"En China, hay muchas agencias especializadas que ayudan a sacar el dinero e instalarse en el extranjero. Por ejemplo, para conseguir los 500.000 dólares del trámite del EB5, juntan a diez personas y cada una pone una cuota de 50.000 dólares al año", explica Pujol, quien agrega que muchas de estas empresas suelen estar radicadas en las islas Caimán.
La facilidad para conseguir permisos de residencia es otro de los puntos principales a la hora de elegir destino. Y el blanqueo de dinero es una de las últimas razones por las que prefieren el extranjero, según afirma la encuesta del Nanfang Zhoumo.
Singapur es el destino más elegido para lavar dinero, pues no solicitan certificados de procedencia, y exoneran de impuestos a aquellos que no viven en el país. Una figura redonda para los chinos que desean sacar su fortuna y asegurarse un lugar donde vivir, cuando las cosas en su país se pongan mal..
Domingo 15 de septiembre de 2013
Reformas
La nueva etapa de la revolución de China inquieta a sus socios
El gobierno de Xi planea cambios a largo plazo para reforzar la demanda interna, que podrían afectar a los países emergentes
PEKÍN.-
Mucho después de que las preocupaciones por un endurecimiento de la
política monetaria norteamericana hayan desaparecido, los gobiernos del
mundo estarán aún inquietos por un asunto más de fondo todavía: cómo
lidiar con la segunda fase de la revolución económica de China.
La primera etapa, la industrialización, sacudió al mundo. Fue el boom
de los países productores de materias primas, que alimentaron el
insaciable apetito chino de recursos naturales: seis de las diez
economías de crecimiento más rápido durante la última década son países
de África.El diluvio de manufacturas de precio accesible y origen chino se comió muchos puestos de trabajo tanto en los países avanzados como en los emergentes, pero también ayudó a reducir la inflación y a acercarles, por primera vez, a millones de personas una amplia variedad de bienes de consumo.
La segunda fase del desarrollo de China promete ser no menos trascendental. El consumo le arrebatará la batuta del crecimiento a la inversión. Aumentará la porción del sector servicios en la economía, y decrecerá la participación de la industria. La elaboración intensiva y en masa a base de materias primas y mano de obra barata dejará paso a formas de producción ecológica y sustentable.
Cada vez serán más los trabajadores calificados en nuevas tecnologías que decidirán quedarse en China en vez de empresas multinacionales. O al menos ése es el plan.
China seguirá siendo el motor más poderoso del crecimiento global durante las próximas dos décadas, pero ya no se dedicará sólo a procesar materia prima y componentes importados para luego exportarlos, dijo Li Jian, de la Academia China de Comercio Internacional y Cooperación Económica, un grupo de expertos del Ministerio de Comercio.
"China se ha dado cuenta de que no puede confiar ciegamente en la inversión y las exportaciones como únicos impulsores del crecimiento. Así que la demanda china será más equilibrada", dijo Li.
Para demostrar que lo del crecimiento sustentable va en serio, China pisó deliberadamente el freno del crecimiento, con la consecuente conmoción en los mercados, para volcarse a sus prioridades estructurales a largo plazo, según el presidente Xi Jinping.
Se cree que Xi y el resto de los nuevos líderes del Partido Comunista Chino aprobarán un borrador de la reforma durante el plenario del partido, previsto para noviembre. Para hacerlo, tendrán que atravesar una dura prueba a su credibilidad: enfrentar al establishment económico.
Es mucho lo que está en juego para la economía mundial con esos cambios. Philip Schellekens, un economista del Banco Mundial, dijo que la importancia de las reformas que se propone introducir Pekín es enorme. Cuando China cambie, cambiará el resto del mundo. "Las transformaciones estructurales que creemos que van a producirse en China durante las próximas dos décadas serán mucho más relevantes que las dificultades a corto plazo", dijo Schellekens.
En comparación, las economías en desarrollo exportadoras de materias primas relacionadas a las inversiones y manufacturas (metales, por ejemplo) se verán más afectadas que las naciones más ricas.
Brasil es el claro ejemplo de un país que sufrió la intensa presión de China en el sector de las industrias básicas, como el calzado, y que cada vez más competirá cabeza a cabeza con China, también en el mercado de productos con alto valor agregado. Las políticas de fomento de la competitividad se han vuelto, entonces, más imperativas que nunca.
Tras haber perdido en gran medida la oportunidad de reformarse durante el boom -como sucedió con otras naciones emergentes- Brasil corre el riesgo de desaprovechar la oportunidad que le regala la transición china, a menos que mejore su infraestructura, simplifique su burocracia y reforme a fondo su sistema tributario, dicen los economistas.
"Algunas de las falencias estructurales de fondo de la economía de Brasil fueron ocultadas durante la bonanza. Recién cuando el boom de las materias primas se desaceleró, se hicieron visibles las fallas por el lado de los insumos", dijo Jens Arnold, quien hace el seguimiento de Brasil para la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos de París.
Traducción de Jaime Arrambide.
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