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lunes, 11 de noviembre de 2013

NIGERIA: ANULAN UNA CONDENA A LAPIDACIÓN



Diario “La Nación”. Buenos Aires, Viernes 26 de septiembre de 2003 
El fin de un polémico proceso: tras haber generado críticas en todo el mundo
Nigeria: anulan una condena a lapidación
Amina Lawal, acusada de adulterio, recuperó la libertad; según la corte, hubo fallas de procedimiento



KATSINA, Nigeria.- Amina Lawal, una campesina analfabeta que había sido condenada a morir por lapidación por haber cometido adulterio, recobró ayer su libertad después de que un tribunal islámico anuló la polémica sentencia impuesta por otra corte religiosa.
La decisión del tribunal alivió la creciente presión internacional a la que estaba expuesto el gobierno nigeriano para revertir la controvertida condena y, sobre todo, evitó lo que podía ser un nuevo enfrentamiento entre musulmanes y cristianos en un país ya violentamente polarizado por las confrontaciones religiosas.
El panel de cinco jueces del tribunal de apelaciones islámicas descartó la lapidación, en una votación de cuatro contra uno, por razones de procedimiento. En el fallo, los jueces concluyeron que a Lawal no le dieron el tiempo suficiente para comprender las acusaciones en su contra, por lo que "no tuvo oportunidad de defenderse".
El calvario de Lawal, de 32 años, comenzó en marzo de 2002 cuando fue condenada a ser apedreada hasta la muerte por una corte islámica de primera instancia de Katsina, una de las doce provincias del norte de Nigeria donde, en 1999, se instauró la ley islámica (sharia).
En un proceso en el que no contó con abogados defensores, Lawal fue acusada de haber quedado embarazada dos años después de su divorcio, lo que, según la corte de primera instancia, constituía una prueba de adulterio, un delito castigado con la muerte. En cambio, el padre de su hija rechazó sus cargos y fue absuelto.
Al leer el fallo, el juez Ibrahim Mai-Unguwa argumentó ayer que algunas interpretaciones de la shariadicen que los bebes pueden permanecer en gestación en el útero de su madre durante cinco años. Esa interpretación, dijo, abría la posibilidad de que el ex marido de Lawal hubiese sido el padre de la niña, y no el hombre con el que cometió el supuesto adulterio.
Mientras Mai-Unguwa leía la decisión, la tímida Lawal, envuelta en un velo naranja y sentada en el frente de la pequeña y repleta sala, tenía la mirada fija en el piso y el rostro sin expresiones; en sus brazos, cargaba a su hija, de un año y medio.
El juez dijo luego que el tribunal aceptaba la apelación de Lawal, de 32 años, y que ella ya estaba en libertad. "Finalmente, terminó", susurró Amina mientras lloraba y abrazaba a su hija.
Inmediatamente, numerosos aplausos y gritos de alegría quebraron el tenso silencio que colmó la sala mientras el juez leía el fallo. Las expresiones provenían de las decenas de observadores que llegaron a Nigeria de todas partes del mundo para seguir el proceso de apelación.
Al salir del juzgado, Lawal, junto con su hija, fue llevada por la policía hacia su aldea, Kurami, a unos 200 kilómetros de la ciudad de Katsina.
Sus abogados elogiaron el fallo y lo describieron como un triunfo de la justicia islámica. Pero, furiosos, los musulmanes más conservadores dijeron que Lawal debería haber sido ejecutada.
"Es un gran alivio para todos nosotros. Estamos muy agradecidos con la corte. Ahora Amina puede vivir su vida nuevamente", expresó Hauwa Ibrahim.
Por su parte, también el fiscal que procesó a Lawal dijo sentirse "satisfecho" con el fallo, que probablemente no será apelado.
La ejecución de Lawal estaba prevista para marzo del año próximo, después de que su hija cumpliera dos años. Según la sentencia de la corte de primera instancia, la mujer debía ser enterrada hasta el cuello y, después, apedreada hasta morir.
Hasta hoy, seis personas recibieron la pena capital bajo la sharia, pero ninguna fue ejecutada. Sin embargo, a dos personas les ha sido amputada una mano por robo y muchas más han sido castigadas con latigazos en público por delitos menores.
EL RIESGO DE ENFRENTAMIENTOS
En la práctica, Lawal, quien perdió una apelación ante otro tribunal islámico hace un año, aún habría podido recurrir al Tribunal Federal y al Tribunal Supremo, las dos máximas instancias judiciales de Nigeria.
El propio presidente Olusegun Obansanjo prometió repetidamente que no permitiría ninguna lapidación. Por eso, Lawal tenía altas probabilidades de ganar el recurso ante un tribunal laico, pero a costa de sembrar aún más discordia en un país fuertemente dividido.
Musulmanes y cristianos se han enfrentado violentamente varias veces, con la pérdida de 2000 vidas en una ocasión, en el año 2000, y unas 200 en diciembre del año pasado.
La autorización, en 1999, a las más de 30 provincias que componen Nigeria a adoptar la sharia si sus poblaciones así lo desean, fue vista como un gesto hacia la comunidad musulmana, que podría reaccionar airadamente si las decisiones de "sus" tribunales fuesen suprimidas por las cortes laicas del Estado federal.
Desde que se emitió la condena a Lawal, Obasanjo -de origen cristiano- fue blanco de intensas presiones internacionales para revertir la condena, una riesgosa medida que le hubiese valido el repudio de la mayoría musulmana. .
Agencias AP; EFE y ANSA

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