Diario “La Nación”.
Buenos Aires, Viernes 26 de septiembre de 2003
El fin de un polémico proceso: tras haber
generado críticas en todo el mundo
Nigeria:
anulan una condena a lapidación
Amina Lawal, acusada de adulterio, recuperó
la libertad; según la corte, hubo fallas de procedimiento
KATSINA, Nigeria.- Amina Lawal, una campesina analfabeta
que había sido condenada a morir por lapidación por haber cometido adulterio,
recobró ayer su libertad después de que un tribunal islámico anuló la polémica
sentencia impuesta por otra corte religiosa.
La decisión del tribunal alivió la creciente presión
internacional a la que estaba expuesto el gobierno nigeriano para revertir la
controvertida condena y, sobre todo, evitó lo que podía ser un nuevo
enfrentamiento entre musulmanes y cristianos en un país ya violentamente
polarizado por las confrontaciones religiosas.
El panel de cinco jueces del tribunal de apelaciones
islámicas descartó la lapidación, en una votación de cuatro contra uno, por
razones de procedimiento. En el fallo, los jueces concluyeron que a Lawal no le
dieron el tiempo suficiente para comprender las acusaciones en su contra, por
lo que "no tuvo oportunidad de defenderse".
El calvario de Lawal, de 32 años, comenzó en marzo de
2002 cuando fue condenada a ser apedreada hasta la muerte por una corte
islámica de primera instancia de Katsina, una de las doce provincias del norte
de Nigeria donde, en 1999, se instauró la ley islámica (sharia).
En un proceso en el que no contó con abogados defensores,
Lawal fue acusada de haber quedado embarazada dos años después de su divorcio,
lo que, según la corte de primera instancia, constituía una prueba de
adulterio, un delito castigado con la muerte. En cambio, el padre de su hija
rechazó sus cargos y fue absuelto.
Al leer el fallo, el juez Ibrahim Mai-Unguwa argumentó
ayer que algunas interpretaciones de la shariadicen que los bebes pueden
permanecer en gestación en el útero de su madre durante cinco años. Esa
interpretación, dijo, abría la posibilidad de que el ex marido de Lawal hubiese
sido el padre de la niña, y no el hombre con el que cometió el supuesto
adulterio.
Mientras Mai-Unguwa leía la decisión, la tímida Lawal,
envuelta en un velo naranja y sentada en el frente de la pequeña y repleta
sala, tenía la mirada fija en el piso y el rostro sin expresiones; en sus
brazos, cargaba a su hija, de un año y medio.
El juez dijo luego que el tribunal aceptaba la apelación
de Lawal, de 32 años, y que ella ya estaba en libertad. "Finalmente,
terminó", susurró Amina mientras lloraba y abrazaba a su hija.
Inmediatamente, numerosos aplausos y gritos de alegría
quebraron el tenso silencio que colmó la sala mientras el juez leía el fallo.
Las expresiones provenían de las decenas de observadores que llegaron a Nigeria
de todas partes del mundo para seguir el proceso de apelación.
Al salir del juzgado, Lawal, junto con su hija, fue
llevada por la policía hacia su aldea, Kurami, a unos 200 kilómetros de la
ciudad de Katsina.
Sus abogados elogiaron el fallo y lo describieron como un
triunfo de la justicia islámica. Pero, furiosos, los musulmanes más
conservadores dijeron que Lawal debería haber sido ejecutada.
"Es un gran alivio para todos nosotros. Estamos muy
agradecidos con la corte. Ahora Amina puede vivir su vida nuevamente",
expresó Hauwa Ibrahim.
Por su parte, también el fiscal que procesó a Lawal dijo
sentirse "satisfecho" con el fallo, que probablemente no será
apelado.
La ejecución de Lawal estaba prevista para marzo del año
próximo, después de que su hija cumpliera dos años. Según la sentencia de la
corte de primera instancia, la mujer debía ser enterrada hasta el cuello y,
después, apedreada hasta morir.
Hasta hoy, seis personas recibieron la pena capital bajo la
sharia, pero ninguna fue ejecutada. Sin embargo, a dos personas les ha sido
amputada una mano por robo y muchas más han sido castigadas con latigazos en
público por delitos menores.
EL RIESGO DE ENFRENTAMIENTOS
En la práctica, Lawal, quien perdió una apelación ante
otro tribunal islámico hace un año, aún habría podido recurrir al Tribunal
Federal y al Tribunal Supremo, las dos máximas instancias judiciales de
Nigeria.
El propio presidente Olusegun Obansanjo prometió
repetidamente que no permitiría ninguna lapidación. Por eso, Lawal tenía altas
probabilidades de ganar el recurso ante un tribunal laico, pero a costa de
sembrar aún más discordia en un país fuertemente dividido.
Musulmanes y cristianos se han enfrentado violentamente
varias veces, con la pérdida de 2000 vidas en una ocasión, en el año 2000, y
unas 200 en diciembre del año pasado.
La autorización, en 1999, a las más de 30 provincias que
componen Nigeria a adoptar la sharia si sus poblaciones así lo desean, fue
vista como un gesto hacia la comunidad musulmana, que podría reaccionar
airadamente si las decisiones de "sus" tribunales fuesen suprimidas
por las cortes laicas del Estado federal.
Desde que se
emitió la condena a Lawal, Obasanjo -de origen cristiano- fue blanco de
intensas presiones internacionales para revertir la condena, una riesgosa
medida que le hubiese valido el repudio de la mayoría musulmana. .
Agencias
AP; EFE y ANSA
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