Diario "La Nación" Buenos Aires, 27 de abril de 2010
OMC: diálogo estancado
La
utopía del libre comercio
El desmantelamiento de
las barreras de acceso a los mercados para los productos de exportación se
parece cada vez más a una quimera. Los condicionamientos políticos y los
libretos proteccionistas convierten las negociaciones en monólogos
incomprensibles que les dan la espalda a la propuesta de Doha: el desarrollo
Foto: FOTO/ILUSTRACION:
PATRICIA RAMIREZ
Con las
negociaciones de la Ronda de Doha en un punto muerto, el director general de la
Organización Mundial del Comercio (OMC), Pascal Lamy, visitó la Argentina y
dijo que "es técnicamente posible" alcanzar un acuerdo en las
negociaciones en 2010, pero que para lograrlo se necesita un fuerte liderazgo
político.
Lamy estuvo el
miércoles en la sede del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales
(CARI), donde fue presentado por el embajador Néstor Stancanelli.
"Si no
concluimos la Ronda de Doha no es porque los negociadores no hicieron su
trabajo, sino por la política", dijo Lamy durante su exposición, y agregó:
"Un tercio de las negociaciones dependen de los negociadores comerciales y
el resto de las negociaciones, entre éstos y sus gobiernos y parlamentos".
Y para graficar la
magnitud de las posibles tensiones entre los funcionarios, Lamy puso incómodos
a los funcionarios argentinos: "Por ejemplo, a veces existen diferencias
de políticas entre los bancos centrales y los gobiernos, sin alusiones personales,
claro", ironizó.
Pero el caso que
pareciera importar en el comercio multilateral es el de los Estados Unidos, el
país que podría destrabar las negociaciones, pero cuyo Congreso todavía no
aprobó al embajador ante la OMC ni al principal negociador de temas agrícolas
propuestos por el presidente Barack Obama. Envuelto en temas de agenda interna
como la reforma de los sistemas de seguridad social y del financiero, Estados
Unidos está lejos de asumir el rol de impulsor de la llamada Ronda del Desarrollo.
"Estas rondas
se destraban cuando hay liderazgos de los grandes actores, y en este momento el
problema más serio es la falta de liderazgo norteamericano, por eso mientras el
gobierno y el congreso norteamericanos no tomen impulso, Doha no va a avanzar",
dijo Marcelo Regúnaga, ex secretario de Agricultura.
Agustín Tejeda,
economista del Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI),
coincidió: "En la reunión de altos negociadores de la OMC de fines de
marzo, quedó claro que lo que estaría trabando la Ronda es la posición de los
Estados Unidos, que está volcado a temas internos". Y apuntó que el
Congreso norteamericano es muy crítico de la apertura comercial en términos de
pérdida de empleo, pero que además su política exterior está enfocada a ganar
mercados en Asia, a través de la iniciativa Acuerdo Transpacífico.
"Pareciera que Estados Unidos está dilatando la situación haciendo
demandas excesivas a los países en desarrollo", agregó.
Por otra parte,
tampoco estaría dispuesto a asumir el costo de reducir los subsidios a los
bienes agrícolas a pesar de que no necesitaría usarlos dados los actuales
niveles de precios de las commodities. "En teoría, Estados Unidos no
tendría un problema real en aceptar bajar los subsidios, pero no quiere perder
la flexibilidad de hacer política agrícola", explicó Regúnaga. El esfuerzo
de Lamy en una gira por el interior de los Estados Unidos y su visita al
Congreso norteamericano no pudo torcer todavía los fuertes lobbys agrícolas de
ese país.
El caso de la
Unión Europea es diferente ya que, a pesar de contar con un mayor presupuesto
para subsidios agrícolas, fue transformando los distorsivos (apoyos directos a
los precios) en subsidios no dañinos o mínimamente dañinos (aquellos que no
afectan la decisión de producir, como pagos directos a los productores).
Stancanelli
calculó el impacto de la pérdida de participación de la agricultura en el
comercio mundial por el efecto de subsidios y proteccionismo para los países
agrícolas en 150.000 millones de dólares.
TENSIÓN ARGENTINA
Respecto de los
bienes agrícolas, Lamy reconoció una tensión entre la posición histórica de la
Cancillería argentina de solicitar una reducción de los subsidios agrícolas y,
por otro lado, mantener un sistema impositivo dependiente en gran medida de las
retenciones a esos artículos, además de aplicar trabas a sus ventas externas.
"No sabemos qué haremos en el futuro", contestó ante la consulta
sobre posibles nuevas regulaciones hacia los impuestos a la exportación en el
marco de la OMC.
Sin embargo,
algunos especialistas creen que la conclusión de Doha sería una manera racional
de lograr que la Argentina deje de imponer trabas a las exportaciones. De
hecho, Japón y otros países preocupados por su provisión de alimentos habían
propuesto la incorporación en la agenda de esta ronda de la prohibición a las
trabas a las exportaciones.
Acerca de los
efectos de la crisis financiera internacional, Lamy dijo que ve una luz al
final del túnel, pero aclaró que nunca mencionó "que el túnel es
corto", y apuntó como principal problema al desempleo que todavía
"permanece demasiado alto".
No obstante,
férreo defensor de la apertura comercial, Lamy dijo: "El proteccionismo no
protege. Trabar las importaciones puede proteger el empleo en el corto plazo,
pero en el largo plazo el empleo de exportaciones es de mejor calidad y está
mejor remunerado, por eso la apertura comercial lleva a mejores
condiciones". El desafío, según Lamy, es equilibrar el desbalance entre el
ahorro y la inversión.
El analista Julio
Berlinski tampoco dejó de lado los efectos de la crisis financiera
internacional en el comercio, que trajo un aumento de las barreras sanitarias,
fitosanitarias y técnicas al comercio, y mencionó el caso del aumento del
arancel externo común (AEC) del Mercosur para un grupo de productos textiles y
de marroquinería en diciembre de 2009. "Los animal spirits siempre buscan
una ventaja y es la política pública la que deben regular, aunque no siempre
pueden ver el largo plazo", indicó.
Entonces, con los
tesoros nacionales altamente endeudados, los presupuestos saturados y sin
posibilidad de inyectar más circulante a las economías, y con poco margen para
aumentar el consumo doméstico en los distintos países -excepto en China-,
"la locomotora de la economía mundial es el comercio", dijo Lamy y
bregó por la necesidad de asegurar que las reglas del sistema mundial del
comercio puedan funcionar más que nunca: "Dos ejemplos: los subsidios
agrícolas y a los productos pesqueros, muy importantes para la Argentina, no
pueden eliminarse sin que concluya la Ronda de Doha".
También
Stancanelli defendió el multilateralismo: "El sistema multilateral es más
eficiente que los acuerdos bilaterales porque se tratan todos los problemas, y
garantiza un equilibrio para los países más chicos".
Pero más allá del
escenario internacional, y a pesar de que la Unión Industrial Argentina (UIA)
intentó mostrar una única posición nacional en la reunión que mantuvo el
miércoles por la tarde en su sede con Lamy, Stancanelli y representantes de la
CGT, la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), la Cámara de Exportadores y la
Sociedad Rural, la Argentina mantiene sus diferencias históricas acerca de la
conveniencia o no de la Ronda de Doha y de abrir su economía.
LA INDUSTRIA
"La Argentina
no quiere ceder en nada su proteccionismo industrial. Los automotrices, los
textiles y otros sectores industriales quieren seguir teniendo una alta
protección arancelaria", dijo Regúnaga. "Es cierto que lo que haga la
Argentina no cambia el termómetro de las negociaciones en el mundo, pero
tendríamos que conceder un arancel máximo del 25%, porque un 35% es una
barbaridad".
En su opinión, si
bien la Ronda de Doha no es la panacea, el hecho de que un bloque como la Unión
Europea haya ofrecido eliminar todos los subsidios a la exportación sería
"muy importante para algunos mercados como los de carnes y lácteos,
ayudando a diversificar la oferta exportable argentina, además de impulsar el
desarrollo de las economías regionales".
Para el presidente
de la Cámara de Exportadores, Enrique Mantilla, hay que mirar también el
comercio con el resto de los países en desarrollo: "Si, por ejemplo, China
o la India logran una reducción de los aranceles industriales pero también la
posibilidad de imponer salvaguardias especiales a los productos agrícolas, la
Argentina perdería en ambos sectores".
Por su parte, la
UIA mantiene su posición de acuerdo con el paper que presentó en la última
reunión ministerial de mediados de 2008 junto con sus pares de la India y
Sudáfrica. "Lo que se solicita a los productos no agrícolas (NAMA) de los
países en desarrollo es una fuerte reducción arancelaria que podría generar un
aumento sustancial de las importaciones de manufacturas y una pérdida de empleo
a pesar de que la Ronda de Doha contempla un acomodamiento de diez años",
sostuvo Martín Etchegoyen, director ejecutivo de la UIA.
En su exposición
en el CARI, un Lamy optimista insistió: "Tanto los Estados Unidos como la
UE deben decidir cuál será su política agropecuaria en 2012; si la Argentina
quiere que los subsidios retrocedan, lo mejor es concluir Doha lo antes
posible".
.
Por María Martini Para LA NACION
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