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lunes, 30 de junio de 2014

BRASIL Y ARGENTINA, RUMBO A LA INTEGRACIÓN. Arano, L. Roberto

Diario "La Nación". Buenos Aires,
Opinión

Brasil y la Argentina, rumbo a la integración

Por   | Para LA NACION
En la Conferencia Industrial realizada en Buenos Aires el 27 y 28 de noviembre pasado, organizada por la Unión Industrial Argentina (UIA), la invitada principal fue Dilma Rousseff, presidenta del Brasil. Compartió el estrado con la primera mandataria argentina, Cristina Fernández de Kirchner.
Este encuentro recordó el del 21 de abril de 1961, cuando se reunieron los entonces presidentes de la Argentina y Brasil, Arturo Frondizi y Janio Quadros, buscando diseñar políticas comunes frente al mundo. Frondizi había iniciado en 1958 su gobierno trabajando febrilmente por el desarrollo de su país. Quadros trataba de afianzarse en un difícil marco político y el rumbo económico del Brasil era más vacilante que el argentino. La producción industrial brasileña estaba al mismo nivel que la argentina y en los casos más extremos la duplicaba. Hoy, en cualquier comparación, Brasil es 5 veces la Argentina. ¿Por qué pasó tal cosa cuando la Argentina tenía todas las condiciones para seguir con un proceso de desarrollo exitoso?
La respuesta no es fácil. Pensamos que la clase dirigente argentina, en su mayoría, se entusiasmaba más por un modelo agroexportador tradicional que por uno industrial e integrado. La sociedad no entendió el mensaje de Frondizi y lo pagó con atraso y pobreza. Tal vez y simplificando, la razón sea que en la Argentina prevaleció la concepción agroexportadora de Julio A. Roca frente a los planteos industrialistas de Carlos Pellegrini.
Después del gobierno de Frondizi, dos fueron los hitos de la desindustrialización del país: los ministerios de José Alfredo Martínez de Hoz, en los ?80, y de Domingo Cavallo, en los ?90. En nombre de la libertad de mercado se controlaban los precios más importantes de la economía, el dólar y la tasa de interés. Estas políticas tornaron inviables a zonas y sectores industriales del país, sostenidas en los prejuicios de quienes no querían una argentina industrial.
Mientras, Brasil seguía con sus políticas industrialistas y su estímulo a la integración económica, con sectores básicos que sostenían la expansión de las manufacturas, convirtiéndose en una potencia de rango mundial.
En el empresariado industrial argentino fueron épocas de grandes enfrentamientos entre una mayoría liberal, que no creía en la necesidad de proteger y veía en el mercado libre la solución, y un minoritario grupo desarrollista y proteccionista, con componentes conservadores, nacionalistas y peronistas, integrado, entre otros, por Alberto Tedín, Bertil Kingard, Jimmy Roca, José Luis Coll, Juan Moravek, Pedro Benejam, Eduardo Patrón Costa, Luis María Blaquier, Arnaldo Etchart y, más adelante, Claudio Sebastiani y Héctor Massuh. En el plano de la elaboración intelectual la posición nacional e industrialista fue sostenida por Marcelo Diamand y Carlos Pedro Blaquier, dentro del marco conceptual y teórico de Rogelio Frigerio.
En la época de Martínez de Hoz sectores enteros, como el textil y metalmecánico, prácticamente desaparecieron. Y otros como el del azúcar sobrevivieron penosamente a la libre importación. En este último caso fue determinante el liderazgo de las familias Paz en Tucumán, Patrón Costa en Salta y Blaquier en Jujuy, firmemente enfrentadas a las concepciones ultraliberales y antiindustriales de la época. Más adelante, cuando en los ?90 el Congreso sancionó una ley de protección al azúcar argentino mediante derechos móviles, la misma fue vetada por el presidente Carlos Menem. La movilización de Tucumán y del Norte logró, por unanimidad, la insistencia de las dos cámaras, que anularon el veto dejando vigente la norma.
Hoy la UIA y el país han cambiado. La mayoría sostiene que la Argentina debe alentar una amplia industrialización y avanzar hacia un modelo de desarrollo económico y social sostenido. Es en este marco que los gobiernos de la Argentina y Brasil se reunieron en la reciente conferencia, con el fin de avanzar en la integración y aplicar estrategias comunes ante el peligro de primarización de sus economías, una de las caras de la desindustrialización..

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