Domingo 15 de octubre de 2006
Entrevista con LA NACION
Yunus: la Argentina combate mal la pobreza
Dice que se recurre a "políticas caóticas"
MADRID.- A Muhammad Yunus se le iluminan los ojos varias veces durante
la entrevista. Al realizarla, antes de que obtuviera el Premio Nobel de
la Paz, la palabra "microcrédito" lo llenaba de pasión, así como la
mención de su hija, Mónica, y de Germán Sopeña, el ex secretario general
de Redacción de LA NACION, que días antes de su trágica muerte, en
abril de 2001, había presentado a Yunus cuando disertó ante un grupo de
lectores, en el edificio del diario.
El nuevo encuentro de LA NACION con Yunus ocurrió al conmemorarse los 30
años del Grameen Bank, durante una reunión organizada en esta ciudad
por la Fundación Latino Grameen y la editorial Paidós, que lo edita en
España.
Yunus dialogó sobre el camino recorrido y sobre la Argentina, "un país maravilloso", pero donde, como en Bangladesh, "la política es caótica". "Me sorprendió encontrar mucha gente muy pobre, pero también bastante gente muy rica, así que allí no es una cuestión de recursos, es un país que combate mal la pobreza. El tema de la pobreza nunca fue encarado de la debida manera", dijo Yunus.
"El microcrédito sería muy útil para permitir el ingreso en la economía formal de esa masa de gente pobre, es una forma de conectarlos", añadió.
-¿Cuál es hasta ahora su mayor éxito y qué le queda por hacer?
-El mayor éxito es que la idea detrás del Grameen Bank hoy es un concepto conocido en todo el mundo, al punto que prácticamente no hay país que no tenga algún programa de microcrédito. En 1997 nos pusimos el objetivo de llegar a 100 millones de familias de entre las más pobres de la Tierra con el microcrédito para 2005. Parecía una utopía y, sin embargo, estamos en 2006 y miramos a un año atrás con felicidad, porque lo logramos.
En Bangladesh, el programa de microcréditos hoy es muy intensivo. La mitad de la población está afiliada, un tercio a través de Grameen, dos tercios a través de ONG. Todo el dinero viene de recursos propios y es manejado como una empresa que tiene ganancias. así que hemos logrado muchas cosas que sólo me atrevía a soñar antes, pero también me entristece que después de haber probado todo lo que podemos hacer en Bangladesh, otros países no hayan sabido introducir el mismo modelo. Hemos llegado a 100 millones de familias, de las cuales 90 millones están en Asia y sólo unas 10 millones en América latina y Africa juntos. Es allí donde vemos que es muy importante dar el siguiente paso.
-¿Cuáles son los problemas en América latina?
- En América latina el mayor problema es de tamaño. Hay distintas iniciativas, en general de ONG, pero que empiezan pequeñas y permanecen pequeñas. No tienen la ambición de hacerlo a nivel nacional como lo hicimos en Bangladesh. Otro problema es que mucha gente tomó la idea de llevar el microcrédito a los pobres sólo como una forma de hacer dinero, en vez de para ayudarlos. Nosotros empezamos el Grameen Bank como una forma de ayudar que se maneja como una empresa y orientada al mercado, pero que se nunca olvida de su razón de ser. Y finalmente, en el otro extremo, también veo muchos programas en América latina dirigidos a ayudar a los pobres que no tienen un modelo competitivo el mundo de los negocios, son básicamente pequeñas actividades comunitarias.-¿Tienen apoyo político en América latina? ¿Le importa tenerlo?
-Por supuesto que es bueno, pero en Bangladesh la mayor parte del tiempo el gobierno se opuso a nosotros, e igual logramos resultados asombrosos. Afortunadamente en México el presidente Fox siempre apoyó al microcrédito. Cuando era gobernador de Guanajuato lo introdujo en su estado y quiso llevarlo a todo el país al ser electo. El presidente Chávez es un gran entusiasta, viajó a Bangladesh especialmente para ver qué hacíamos, pidió entrevistarse conmigo e insistió en que fuera a Venezuela, aunque después no pasó gran cosa. Lula dio un gran apoyo a nuestras ideas, pero no pasó nada realmente importante en Brasil. En Chile tuvimos una cumbre en 2005 de microcrédito y hay muchos pequeños programas puestos en práctica, pero ninguno grande. Y cuando fuimos a la Argentina el gobierno fue muy atento, pero desde entonces ha habido grandes cambios en la economía. Sé que allí están al tanto de mis ideas, pero hasta ahora no he logrado armar nada grande. Hay iniciativas en distintos puntos del país manejadas por grupos con una enorme dedicación, pero el programa no se expande como quisiéramos. Así que no es que el liderazgo no nos apoye en América latina; es que no logramos crecer.
-¿Cuál sería su sueño para la Argentina?
- Que le dieran la responsabilidad del microcrédito para toda la Argentina al Grameen Bank. Armar un contrato por el cual llegamos allí, armamos todo, llevamos nuestra gente, les mostramos lo bien que funciona y vamos entrenando a los locales para que después manejen la estructura. Eso, en lugar de ir avanzando con un pequeño programa por aquí, otro pequeño programa por allá. Pueden hacerlo ustedes mismos de entrada, por supuesto, pero tardarían más por la falta de experiencia. Si está el dinero, tardaríamos unos tres meses y podríamos dejar un núcleo para que después sigan solos. Estamos ahora con proyectos en Costa Rica, Guatemala y Nicaragua, pero lo de la Argentina es un desafío que personalmente me encantaría, porque es un país maravilloso. .
Diario "La Nación". Buenos Aiores, 15 de octubre de 2006.
"Si quisieran, los jóvenes cambiarían el mundo"
Los instó a ser "emprendedores sociales"
Suele afirmarse que si se otorgase un microcrédito por cada conferencia
o entrevista concedida por Muhammad Yunus, ya se hubiese solucionado la
pobreza en el mundo. Esto es lo que el Nobel opina al respecto: "Yo no
necesito fondos para el Grameen Bank, podemos generarlos. Pero sí quiero
llegar con mis ideas a los líderes de América latina, por ejemplo, sé
que es la única manera de insistir e insistir en que los servicios
financieros pueden servir para que la gente tome el control de su propia
vida. Por otra parte, tanto en las conferencias como en las
entrevistas, yo mismo estoy aprendiendo lo que más me importa: hablar de
una manera que llegue a los jóvenes. Son ellos los que tienen que
entender que si quieren cambiar el mundo tienen que convertirse en
emprendedores sociales y crear modelos con objetivos de bien público,
pero que se autofinancien".
Yunus gusta de hablar sobre los
jóvenes. Y también de su hija, la soprano Mónica Yunus, que al parecer
heredó su talento musical de su padre. Pero "el banquero de los pobres"
le da todo el mérito a la abuela materna. "Del otro lado, Mónica tiene
una abuela rusa que siempre cantaba al trabajar y en el coro de su
iglesia, y se ve que ella lo tomó de allí. De niña todos decían que
tenía una voz hermosa, así que la mandamos a aprender música y terminó
estudiando en la famosa escuela Julliard con una beca, y hace dos años
entró en la Metropolitan Opera House de Nueva York. No podría estar más
orgulloso. Pero la verdad es que yo, en mi vida, siempre hago lo de
siempre: ocuparme del microcrédito." .Diario "La Nación". Buenos Aires, domingo 15 de octubre de 2006
"El Estado no puede resolver todo"
Según Yunus, uno de los mayores problemas de los países de la región es
que "los políticos tienen dificultades para ver que se puede hacer un
negocio y a la vez hacer el bien" si se otorgan microcréditos. "Tienen
que creer en un modelo el que uno recicla el dinero y no lo derrocha. Y
el mismo enfoque aplicaría yo a la salud y la educación, por ejemplo,
que deberían ser manejados como negocios y no como una caridad", opina.
-¿No debería el Estado ocuparse de educación y salud?- Esa es la idea antigua. Y sí, el Estado debe ocuparse a veces, pero básicamente cada persona debe ser incentivada a que asuma la responsabilidad de su propia vida. No hay que esperar a que el Estado lo resuelva todo.
-¿Y no es mejor esperar, en cambio, inyecciones de dinero de organismos internacionales?
-El dinero del BID, del Banco Mundial o del FMI es importante para sacar a un país adelante. Pero suelen ser fondos que no se usan bien. Basta ver lo que le pasó a la Argentina: los préstamos no se usaron para generar un ingreso suficiente como para devolver lo debido. Es lo mismo que le pasa a un individuo cuando pide dinero al banco más allá de su capacidad y luego no lo usa bien: queda colgado con deudas y su vida se vuelve miserable. Por eso, las dos partes son responsables: las organizaciones internacionales también deben controlar que no sólo prestan dinero para justificar su existencia, diciendo que le prestan tanto dinero a tantos países, sino que deben controlar que los gobiernos usen esas sumas para generar su propio dinero y extender su capacidad productiva al punto de no necesitarlos más. .
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