Ieco Diario "Clarín". Buenos Aires, 13 de noviembre de 2011.
HIDROCARBUROS informe especial
Los petróleos no convencionales transforman el mapa energético
Gracias a los avances de la tecnología, las
reservas de crudo y gas han dado un enorme salto en los últimos años.
Hay polémicas por el costo ambiental.
THE NEW YORK TIMES ESPECIAL PARA CLARIN
La
extinta primera ministra de Israel Golda Meir solía bromear sobre
Moisés y el éxodo. “Nos llevó 40 años por el desierto para traernos al
único lugar del Medio Oriente que no tiene petróleo”.
Según se ve
ahora, Moisés no andaba tan errado. En el último par de años, se han
encontrado enormes cantidades de gas natural a gran profundidad bajo las
aguas del Mediterráneo israelí, y hay estudios en curso para testear la
factibilidad de extraer petróleo sintético de un vasto roquedal rico en
querógeno al suroeste de Jerusalén.
Ese vuelco en Israel es una de
las muchas sorpresas energéticas que se están produciendo con el avance
de una nueva generación de combustibles fósiles no convencionales.
Desde
el Artico al norte de Noruega, hasta un yacimiento de shale (esquisto
bituminoso) en la Patagonia argentina, desde las arenas petrolíferas del
oeste de Canadá hasta las prospecciones de aguas profundas frente a las
costas de Angola, nuevas tecnologías están permitiendo extraer,
recuperar o perforar nuevas fuentes gigantescas de gas y petróleo.
Algunas de esas reservas se conocían desde hacía décadas, pero eran
inaccesibles económica o tecnológicamente.
Esos combustibles podrían
poner en el mercado en las próximas décadas cientos de miles de millones
de barriles de reservas recuperables y modificar cálculos geopolíticos y
económicos. Se espera que el nuevo boom perforador diversifique las
fuentes del planeta, quitando centralidad al Oriente Medio.
Algunos
hablan de un cambio tectónico, o de un cambio de ciclo “Llámeselo como
se lo llame”, dice Edward Morse, jefe de investigación de commodities en
Citigroup, “estas fuentes van a cambiar muchísimo el panorama de la
oferta energética”.
La transformación se inició en los 90 con los
primeros pozos de aguas profundas del Golfo de México y de Brasil, pero
cobró envergadura en la última década al compás de la declinación de los
yacimientos convencionales, la suba de los precios de la energía y los
rápidos cambios tecnológicos.
Estados Unidos ahora puede pensar en
reducir sus cincuenta años de dependencia de Medio Oriente. China e
India pueden tener los recursos para el crecimiento de sus clases
medias. Para Japón y gran parte de Europa podría ser la oportunidad de
reducir su dependencia de la energía nuclear. Y, al menos en teoría,
países pobres de Africa podrían salir de la pobreza.
Pero dar nueva
vida a los combustibles fósiles es un trato con el diablo, que
probablemente dificultará aún más las soluciones para el cambio
climático y el desarrollo de energías renovables. “No sólo se está
extendiendo la era de los combustibles fósiles”, dice Daniel Lashof,
director del programa de clima del Natural Resources Defense Council,
“sino que se está yendo hacia combustibles fósiles que son más sucios y
liberan más contaminación carbónica en el proceso de extraerlos y
utilizarlos”.
Aguas profundas Para la perforación mar adentro en
aguas profundas –que ha aumentado considerablemente la oferta de
petróleo y gas en todo el planeta–, el futuro es hoy. La producción
mundial de petróleo de aguas profundas saltó de 1,5 millones de barriles
diarios a casi 7 millones en los últimos 11 años, y hoy representa un
8% de la oferta total. Dicen los expertos que esa producción se
duplicaría para 2020.
La mayoría de las perforaciones son en el Golfo
de México, costa afuera de Brasil, Australia e India, y en la costa
occidental de Africa.
Pero apenas un 10% de los yacimientos de gas y petróleo de aguas profundas han sido explorados y perforados en forma extensiva.
En
los últimos años, los avances en la capacidad de procesamiento de las
computadoras han permitido a los geólogos descifrar datos sísmicos a
5.000 metros o más por debajo del lecho oceánico.
Hoy es posible
obtener imágenes tridimensionales y hacer mapas sísmicos aun debajo de
gruesas capas de sal, que antes no dejaban ver con nitidez los
yacimientos no explotados.
Aun con todos los avances, hay riesgos,
como lo demostró el desastre de BP Deepwater Horizon el año pasado. Las
reglamentaciones se endurecieron un poco en el mundo, pero no lograron
mucho más que una pausa en las perforaciones.
Incluso en EE.UU., a un año del accidente, la perforación volvió casi a los niveles anteriores al hundimiento de la plataforma.
Cuba
planea comenzar a perforar pozos exploratorios offshore a fin de año, y
México da lentos pasos hacia la perforación en aguas profundas. Ya hay
perforaciones en aguas profundas frente a costas de Ghana, y según los
expertos, existen yacimientos fértiles a lo largo de toda la costa oeste
de Africa.
Los geólogos sostienen que los yacimientos de Africa
occidental encajan como piezas de un rompecabezas con los posibles
yacimientos de América del Sur, porque ambos continentes estuvieron
conectados hace cientos de millones de años. Hace poco, Total y Shell
hicieron un descubrimiento en la costa de la Guayana francesa, y también
el vecino Surinam, al parecer, va camino de convertirse en un productor
de importancia.
Según algunos analistas, se descubrirán más
yacimientos offshore bordeando las costas brasileñas y hacia el sur, en
la Argentina.
Arenas bituminosas Las oil sands o arenas bituminosas
ya han convertido a Canadá en una superpotencia energética; para EE.UU.
eso significa depender menos de la OPEP, en favor de una fuente más
amigable. Estas arenas se conocen hace décadas, pero eran demasiado
caras para producir en gran escala. Luego, el aumento de los precios del
crudo alteró la economía a su favor, al atraer inversiones de miles de
millones de dólares de petroleras internacionales, entre ellas las de
China.
A partir de 2000, la producción de petróleo sintético pasó de
600.000 a más de 1,5 millones de barriles diarios, convirtiendo a las
oil sands de Canadá en la principal fuente de petróleo importado a
Estados Unidos. (Canadá también exporta gran cantidad de crudo
convencional a EE.UU.). La estimación actual de cuánto hay supera las
reservas totales de Irak.
Las cuestiones ambientales son lo único que
le pone cierto freno a la producción de estas arenas canadienses. En
muchos casos, la producción mediante excavación minera exige deforestar
bosques boreales, que constituyen un importante depósito de carbono. La
refinación de las arenas bituminosas requiere la combustión de gas y
genera más emisiones de carbono que la mayoría de las variedades de
crudo, pese a la reducción del 40% desde 1990 de las emisiones de
carbono por barril producido.
Los avances tecnológicos de los últimos
años han perfeccionado el engorroso proceso de refinación del betún, la
materia prima de la producción de petróleo sintético.
Recuperar
reservas que están muy profundas mediante inyección de vapor en vez de
usar minería ha reducido el impacto de las operaciones y del riesgo
ambiental para los bosques.
Pero hay fuerte oposición de ambientalistas estadounidenses y canadienses, que pugnan por detener la construcción de oleoductos.
Esa
resistencia obligó a las compañías petroleras a realizar fuertes
inversiones en investigación para reducir el impacto de la extracción y
las emisiones de carbono.
Los combustibles sintéticos hoy van casi
exclusivamente a los mercados de EE.UU. y Canadá, pero China y otros
países asiáticos están cada vez más interesados en las arenas
bituminosas. En los últimos dos años, compañías chinas han invertido más
de U$15.000 millones en proyectos de oil sands canadienses, aunque
todavía no existe una manera de transportar el combustible a China.
Shale
La principal carta para el futuro del petróleo y del gas pueden ser el
shale (esquisto bituminoso) y otras rocas compactas.
A comienzos de
la última década, se creía que EE.UU. estaba agotando sus recursos
gasíferos, y se empezaron a construir numerosas terminales de
importación de gas natural licuado. Pero el gran alza de producción en
los yacimientos de shale de Pensilvania, Texas, Luisiana y otros estados
en los últimos cinco años generó tal superabundancia que el precio del
gas natural se derrumbó, y las petroleras quieren convertir sus
terminales de importación vacías en instalaciones de exportación.
La
nueva perforación fue posible gracias a una combinación de tecnologías
antiguas y modernas. El fracking o fractura hidráulica –inyección de
agua, arena o productos químicos a alta presión para fracturar la roca
dura– se hace desde hace décadas. Hoy, combinando esta práctica con la
perforación horizontal se han aprovechado los yacimientos que estaban
prácticamente en desuso en el pasado.
La producción de shale gas (gas
de esquistos) en EE.UU. hoy quintuplica la de 2006, y en 2009 el país
superó a Rusia como primer productor de gas del mundo.
Los grupos
ecologistas se oponen a esta práctica, argumentando que los productos
químicos que integran los fluidos de fractura pueden contaminar las
reservas de agua.
Hubo prohibiciones permanentes o temporarias del fracking en Nueva York, Nueva Jersey y Maryland.
Sin embargo, la perforación para extraer gas de esquistos al parecer continuará a ritmo vertiginoso en los estados productores.
El resto del mundo observa.
Hubo
prohibición en Francia, Alemania, Sudáfrica y Quebec; Gran Bretaña,
Ucrania y otros países avanzan en el tema con cautela. Pero, según
proyecciones del Departamento de Energía de EE.UU., el shale gas podría
representar el 14% de la oferta mundial de gas para 2030, con 32 países
con potencial de producción. Polonia se perfila como el próximo gran
productor.
Casi 33.000 kilómetros cuadrados han sido arrendados por Chevron, Exxon Mobil, ConocoPhillips y otras grandes petroleras.
Europa
importa un 60% de su gas (casi la mitad, de Rusia). El deseo de los
europeos de no depender tanto de la energía nuclear o del carbón podría
dar un fuerte impulso a la producción local, al menos en algunos países.
China
también se mueve. Con el objetivo de satisfacer con shale el 10% de su
demanda de gas para 2020, ya hizo su primera licitación.
En los
últimos cinco años, gracias al perfeccionamiento de las técnicas, se
obtiene también petróleo de los shales. La producción crece velozmente
en Dakota del Norte, Montana y Texas. Y en el resto de EE.UU. hay otros
20 yacimientos de shale y otras rocas compactas que podrían convertir a
estados como Ohio y Michigan en grandes productores.
La exploración
de este tipo de yacimientos fuera de EE.UU. y Canadá todavía está en
pañales, si bien existen importantes yacimientos de shale en Europa,
China, Africa y Sudamérica. “Esto podría cambiar los pronósticos de
producción de todo el planeta”, dijo Bobby Ryan, vicepresidente de
exploración mundial de Chevron. “Pero todavía estamos en los umbrales”.
La
Argentina también parece un lugar promisorio para el petróleo y el gas:
empresas estadounidenses como Apache, Exxon Mobil y EOG Resources están
haciendo grandes inversiones en shale en la provincia de Neuquén (ver
páginas 6/7).
Pero existen obstáculos, entre ellos la oposición
política. El análisis geológico de los shales en todo el mundo recién
comienza, y faltan equipos y mano de obra calificada.
Esto retrasa la
contratación para el fracking y eleva los costos en los yacimientos ya
desarrollados. Africa y Medio Oriente podrían contar con reservas
promisorias, y Arabia Saudita ha comenzado a estudiar sus yacimientos de
shale, pero las necesidades de agua para el fracking serán un gran
obstáculo de no mediar algún vuelco tecnológico.
Traducción: Susana Manghi
Efectos en la geopolítica y la ecología
Estratégico.
Si bien muchos países se beneficiarán con los nuevos recursos , EE .UU.
sería el gran ganador. Hasta los años 60, las petroleras de EE.UU.
dominaban los recursos petroleros del norte de Africa y del Golfo
Pérsico, en alianzas con gobiernos autocráticos.
Para los 70, cuando
la producción de EE.UU. empezaba a declinar y la OPEP y las petroleras
estatales tomaron el control del crudo del mundo, EE.UU.
prácticamente tuvo que aceptar la condición de rehén.
Hoy eso se está revirtiendo.
“Ahora
hay posibilidades de reequilibrar el poder estratégico en u el mundo”,
dice David Goldwyn, ex coordinador del Departamento de Estado. “Si somos
capaces de manejar una oferta incremental significativa de EE.UU., de
Canadá, de Brasil y de países amigos de Africa occidental, podremos
reducir el riesgo de problemas de oferta causados por Medio Oriente u
otros países que pudiesen utilizar el petróleo como arma”.
Planeta.
Para EE .UU., China y muchos otros países, la bonanza tendrá su precio,
ya que la ampliación del uso de combustibles fósiles traerá aparejada
degradación ambiental. Según el Departamenu to de Energía de EE.UU., la
demanda de energía en el mundo va a aumentar un 50% para 2035. Las
energías renovables subirán su parte, del actual 10% de las energías
usadas a un 15%, pero esto no alcanzará para cubrir el aumento de la
demanda.
Ciclo. “La era de los combustibles fósiles se va a prolongar
en varias décadas”, dice Ivan Sandrea, presidente de Energy
Intelligence Group “El petróleo y gas no convencionales representan los
comienzos de un ciclo tecnológico que puede durar 60 años.
Están realmente en pañales”.
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