Diario "La Capital". Rosario, Viernes, 18 de julio de 2014
¿Funcionará el banco de los BRICS?
Por Andrés Oppenheimer / Nuevo Herald (Miami). China,
Rusia, India, Brasil y Sudáfrica anunciaron la intención de crear
instituciones financieras propias con la idea de ampliar la
representación de los países emergentes en las decisiones globales más
trascendentes.
Por Andrés Oppenheimer / Nuevo Herald (Miami)
El anuncio de los jefes de Estado de China, Rusia,
India, Brasil y Sudáfrica —los países del llamado grupo BRICS— de que
crearán sus propias instituciones financieras internacionales fue
recibido con una mezcla de escepticismo y desdén en Washington D.C. Pero
hay motivos para creer que los BRICS están haciendo lo correcto.
En la cumbre celebrada días atrás en Fortaleza,
Brasil, los líderes de las mayores potencias emergentes del mundo —un
grupo que incluye dictaduras y democracias que difieren en muchos
aspectos— anunciaron la creación de un banco de desarrollo y un fondo de
reservas con $100,000 millones de capital cada uno, que serán usados
como alternativas al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional
(FMI).
El Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS
tendrá su sede en Shanghai, China. El presidente chino Xi Jinping y sus
colegas dijeron que los BRICS no pretenden reemplazar al Banco Mundial
ni al FMI, que tienen su sede en Washington. Pero el mandatario chino
dejó claro que la idea será "mejorar el sistema de gobierno del mundo" y
"ampliar" la representación de los países emergentes en las decisiones
internacionales más importantes.
De hecho, tienen razón: pese a lo mucho que se ha
hablado sobre la necesidad de ampliar los derechos de voto de los países
emergentes en el Banco Mundial y el FMI, esas instituciones no han
cambiado mucho desde que fueron creadas en Bretton Woods en 1944. Pero
el mundo ha cambiado, y hoy en día Estados Unidos y Europa tienen una
mayor representación en ambas instituciones que lo que representan en la
economía mundial.
Además de sentirse frustrados por su escasa
representación en el Banco Mundial y el FMI, los BRICS argumentan que su
Nuevo Banco de Desarrollo será más adecuado para ayudar a los países en
desarrollo.
Brasil e India, por ejemplo, necesitan
desesperadamente mejorar su infraestructura, un área en la que China
tiene gran experiencia (aunque sería deseable que los expertos chinos no
recomienden a sus colegas de los BRICS que erradiquen a pobladores a
punta de pistola para construir caminos y puentes, como se ha hecho
muchas veces en China.)
Y también alegan que el Banco Mundial se ha visto
limitado por sus reglas ambientales para otorgar préstamos destinados a
la infraestructura en los países emergentes. El nuevo banco de los BRICS
tendrá más flexibilidad, sin por ello destruir el medioambiente, dicen.
Sin embargo, la gran incógnita es si las nuevas
instituciones financieras de los BRICS se materializarán. Hay varios
motivos para ponerlo en duda.
En primer lugar, los BRICS están creando esas
entidades bancarias en un momento en que sus economías están en baja.
China crecerá este año un 7.5 por ciento, mientras India ha desacelerado
su crecimiento al 5.4 por ciento anual, y se calcula que Rusia y Brasil
crecerán apenas un 1 por ciento este año. Todos estos países están
creciendo a tasas mucho menores que en la década pasada.
En segundo lugar, no será fácil resolver las
diferencias internas entre los BRICS. Pese a sus cálidos abrazos en la
cumbre de Fortaleza, los líderes de China y Brasil están en medio de una
seria disputa comercial. China se queja del creciente proteccionismo de
Brasil, el gigante sudamericano se queja de que el país asiático le
compra solamente materias primas mientras invade su mercado con
productos manufacturados.
Además, los diplomáticos de los países BRICS admiten
en privado de que no será fácil lograr que estos nuevos bancos sean
manejados equitativamente por todos sus miembros. China tiene una
economía más grande que la de todos los otros BRICS juntos, y los chinos
no tienen la costumbre de poner dinero en proyectos en los que ellos no
tengan la sartén por el mango, dicen.
En tercer lugar, la historia reciente de esfuerzos
similares —aunque más pequeños— para crear bancos de desarrollo
alternativos para países emergentes no ha sido muy esperanzadora.
En el 2009, Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia,
Ecuador, Paraguay y Uruguay anunciaron con bombos y platillos la
creación del llamado Banco del Sur. Según el anuncio, el Banco del Sur
tendría un capital inicial de $20,000 millones para reemplazar al Banco
Mundial y al FMI. Sin embargo, el Banco del Sur nunca se materializó.
Mi opinión: la idea de crear nuevas instituciones
financieras para hacer préstamos adicionales a los del Banco Mundial y
el FMI es buena. Cuanto más dinero para los países emergentes, mejor.
Y si el Nuevo Banco de Desarrollo, con sede en
Shanghai, logra que China se convierta en un mejor ciudadano del mundo, y
contribuya más en ayuda económica a los países en desarrollo, tanto
mejor. Pero la gran duda es si estas nuevas entidades financieras de los
BRICS lograrán ponerse en marcha, o si se esfumarán como lo hizo el tan
alardeado Banco del Sur.
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Diario "Clarín".iECO Buenos Aires, 12 de mayo de 2013.
La necesidad de un nuevo banco de desarrollo es evidente. Las necesidades de infraestructura sólo de las economías con mercados emergentes y países de bajo ingreso son enormes: 1.400 millones de personas carecen de electricidad fiable; 900 millones, de agua potable; y 2.600 millones, de saneamiento. Al mismo tiempo, unos 2.000 millones de personas se mudarán a ciudades en el próximo cuarto de siglo. Y los gobiernos deben velar por que las inversiones sean ambientalmente sostenibles.
Para afrontar esos y otros imperativos que se plantean al mundo en desarrollo, el gasto en infraestructuras tendrá que aumentar en unos US$800.000 millones en los próximos decenios.
Si bien el sector privado puede atender algunas de esas necesidades, sólo puede llegar a cierto límite, en particular dada la naturaleza de los riesgos que entrañan los proyectos de infraestructura, los enormes costos iniciales y la gran sensibilidad cíclica de los mercados financieros mundiales. El déficit de recursos supera la capacidad de las instituciones financieras internacionales existentes y, en vista de las dificultades por las que atraviesan los países avanzados, hay que descartar una recapitalización importante. Es probable que la financiación anual para infraestructura a cargo de los bancos de desarrollo multilaterales y la asistencia oficial para el desarrollo no asciendan a más de entre US$40.000 y 60.000 millones, es decir, entre el 2% y 3% de las necesidades proyectadas.
Un banco de desarrollo integrado con los mercados en ascenso y países en desarrollo puede ayudar a llenar ese desfase y ser un poderoso catalizador del cambio tanto en el mundo en desarrollo como –mediante, por ejemplo, la cooperación– en las instituciones existentes. El mundo actual es muy distinto del de la época en que se fundaron el Banco Mundial y muchos de los bancos regionales. El nuevo banco de desarrollo propuesto por los BRICS representa una oportunidad para reflejar esos cambios, con los instrumentos financieros modernos, una gobernación sólida y un mandato amplio.
Por ejemplo, los cambios en los mercados financieros (incluidas grandes cantidades de dinero en fondos soberanos y fondos públicos de pensión) brindan oportunidades para nuevas asociaciones para el desarrollo, que el nuevo banco de desarrollo puede catalizar y orquestar; y su despliegue de una gran diversidad de instrumentos debería permitirle afrontar la diversidad de necesidades de proyectos y al tiempo garantizar una gestión adecuada de los riesgos.
El nuevo banco debe aprovechar al máximo sus efectos multiplicadores compartiendo y reduciendo los riesgos mediante medidas colectivas y otras formas de financiación, dando ejemplos convincentes al adoptar métodos innovadores eficaces en función de los costos y mediante sus repercusiones normativas e institucionales, además de los proyectos que financie.
Si bien las instituciones anteriores han intentado adaptarse, su dirección no está en sintonía con las realidades económicas actuales.
Las concepciones del desarrollo en que se basaron los mandatos de las entidades multilaterales existentes son muy distintas del pensamiento moderno sobre desarrollo. Por ejemplo, no había conciencia de la amenaza representada por el cambio climático. Tampoco se entendían la innovación y las oportunidades que entraña la búsqueda de vías más sostenibles de crecimiento económico no excluyente.
Naturalmente, el Banco Mundial y los bancos de desarrollo regionales reconocen ahora esos imperativos, pero el nuevo banco puede prestar una ayuda esencial a los países en desarrollo, al hacer inversiones más idóneas y sostenibles en infraestructura en pro del crecimiento y de la reducción de la pobreza.
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Diario "Clarín".iECO Buenos Aires, 12 de mayo de 2013.
Por un nuevo banco de desarrollo
PRIMER NIVEL“Un mundo que cambió necesita un nuevo banco de desarrollo como el propuesto por los BRICS en Durban”
Al terminar su cumbre
de marzo en Durban, los gobiernos de los BRICS (Brasil, Rusia, la
India, China y Sudáfrica) anunciaron su intención de crear un nuevo
banco de desarrollo encaminado a “movilizar recursos para proyectos de
infraestructura y de desarrollo sostenible en los BRICS y otras
economías en ascenso y países en desarrollo”.
Esa decisión es de
gran trascendencia. Para empezar, refleja los enormes éxitos en materia
de desarrollo sostenible habidos en los cuatro últimos decenios (el PBI
agregado de los BRICS es ahora mayor que el de los países avanzados
cuando se fundaron las instituciones de Bretton Woods) y el reequilibrio
de la capacidad económica mundial que entraña. De hecho, esa decisión
demuestra la capacidad de los BRICS para cooperar en su propio
beneficio y en el del mundo. Los mercados en ascenso y países en
desarrollo toman su futuro en sus manos en un momento en el que los
países ricos pugnan por resolver sus problemas autoinfligidos.La necesidad de un nuevo banco de desarrollo es evidente. Las necesidades de infraestructura sólo de las economías con mercados emergentes y países de bajo ingreso son enormes: 1.400 millones de personas carecen de electricidad fiable; 900 millones, de agua potable; y 2.600 millones, de saneamiento. Al mismo tiempo, unos 2.000 millones de personas se mudarán a ciudades en el próximo cuarto de siglo. Y los gobiernos deben velar por que las inversiones sean ambientalmente sostenibles.
Para afrontar esos y otros imperativos que se plantean al mundo en desarrollo, el gasto en infraestructuras tendrá que aumentar en unos US$800.000 millones en los próximos decenios.
Si bien el sector privado puede atender algunas de esas necesidades, sólo puede llegar a cierto límite, en particular dada la naturaleza de los riesgos que entrañan los proyectos de infraestructura, los enormes costos iniciales y la gran sensibilidad cíclica de los mercados financieros mundiales. El déficit de recursos supera la capacidad de las instituciones financieras internacionales existentes y, en vista de las dificultades por las que atraviesan los países avanzados, hay que descartar una recapitalización importante. Es probable que la financiación anual para infraestructura a cargo de los bancos de desarrollo multilaterales y la asistencia oficial para el desarrollo no asciendan a más de entre US$40.000 y 60.000 millones, es decir, entre el 2% y 3% de las necesidades proyectadas.
Un banco de desarrollo integrado con los mercados en ascenso y países en desarrollo puede ayudar a llenar ese desfase y ser un poderoso catalizador del cambio tanto en el mundo en desarrollo como –mediante, por ejemplo, la cooperación– en las instituciones existentes. El mundo actual es muy distinto del de la época en que se fundaron el Banco Mundial y muchos de los bancos regionales. El nuevo banco de desarrollo propuesto por los BRICS representa una oportunidad para reflejar esos cambios, con los instrumentos financieros modernos, una gobernación sólida y un mandato amplio.
Por ejemplo, los cambios en los mercados financieros (incluidas grandes cantidades de dinero en fondos soberanos y fondos públicos de pensión) brindan oportunidades para nuevas asociaciones para el desarrollo, que el nuevo banco de desarrollo puede catalizar y orquestar; y su despliegue de una gran diversidad de instrumentos debería permitirle afrontar la diversidad de necesidades de proyectos y al tiempo garantizar una gestión adecuada de los riesgos.
El nuevo banco debe aprovechar al máximo sus efectos multiplicadores compartiendo y reduciendo los riesgos mediante medidas colectivas y otras formas de financiación, dando ejemplos convincentes al adoptar métodos innovadores eficaces en función de los costos y mediante sus repercusiones normativas e institucionales, además de los proyectos que financie.
Si bien las instituciones anteriores han intentado adaptarse, su dirección no está en sintonía con las realidades económicas actuales.
Las concepciones del desarrollo en que se basaron los mandatos de las entidades multilaterales existentes son muy distintas del pensamiento moderno sobre desarrollo. Por ejemplo, no había conciencia de la amenaza representada por el cambio climático. Tampoco se entendían la innovación y las oportunidades que entraña la búsqueda de vías más sostenibles de crecimiento económico no excluyente.
Naturalmente, el Banco Mundial y los bancos de desarrollo regionales reconocen ahora esos imperativos, pero el nuevo banco puede prestar una ayuda esencial a los países en desarrollo, al hacer inversiones más idóneas y sostenibles en infraestructura en pro del crecimiento y de la reducción de la pobreza.
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Diario "La Capital". Rosario, Martes, 15 de julio de 2014
Los Brics se rebelan contra el FMI
Países emergentes. El Banco de Desarrollo que los países emergentes van a crear en su cumbre de Brasil aspira a rivalizar con el Banco Mundial y las instituciones de Bretton Woods.
Por Alicia González / El País de Madrid
El Banco de Desarrollo que los países emergentes
van a crear en su cumbre de Brasil aspira a rivalizar con el Banco
Mundial y las instituciones de Bretton Woods.
En julio de 1944, representantes de 44 países se
reunieron en un hotel en Bretton Woods, en New Hampshire, Estados
Unidos, para diseñar el nuevo modelo de relaciones comerciales y
financieras entre los principales países del mundo. Han pasado ya 70
años y los países emergentes se han cansado de esperar un cambio de
régimen en las instituciones financieras internacionales que salieron de
aquella reunión y han dado un paso adelante para cambiar el orden
existente y reivindicar su nuevo papel en la economía mundial.
Los presidentes de Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica (los que conforman los Brics) tienen previsto firmar mañana en
Fortaleza, Brasil, la constitución de un Banco de Desarrollo, con una
aportación inicial de 50.000 millones de dólares al capital del banco y
100.000 millones de dólares de capacidad de préstamo, así como un fondo
de reservas por otros 100.000 millones de dólares para ayudar a los
países del grupo en caso de una posible crisis de liquidez, como las
vividas en algunos países europeos durante la crisis financiera. Son
unos 200.000 millones de dólares, la divisa que se utilizará, al igual
que hacen el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial
(BM), en las transacciones de esta organización, para poner en valor el
grupo y hacer una demostración de su fortaleza económica.
"La conclusión de estas dos iniciativas propiciará un
fuerte mensaje sobre la voluntad de los Brics de profundizar y reforzar
su asociación económica y financiera", subrayaba ante la prensa la
semana pasada el diplomático brasileño José Alfredo Graça Lima. "Las
instituciones financieras creadas funcionarán de forma similar al Banco
Mundial y al Fondo Monetario Internacional", aseguraba. Sin duda, la
creación del banco es un paso decisivo en la consolidación del grupo.
"Es importante que las mayores economías emergentes hayan sido capaces
de poner en marcha un proyecto así, de lo contrario su credibilidad como
grupo se habría visto cuestionada. Es un primer paso evidente, pero
ahora necesitan pasar a la acción", asegura Jim O'Neill, inventor del
término Brics en su etapa de economista jefe de Goldman Sachs, y
actualmente investigador en el think tank Bruegel.
La iniciativa suscita dudas sobre su alcance y sobre
cómo de efectiva o ineficiente resultará la coordinación del grupo. Su
creación se ha demorado casi dos años por las discrepancias internas,
que finalmente se han saldado con una participación a partes iguales en
el capital, frente a la intención inicial de China de alzarse como socio
mayoritario, y con la sede de la entidad en Shanghái. "La verdadera
cuestión es para qué quieren realmente estos países ese nuevo banco y
qué quieren apoyar con él. No se sabe si es un mecanismo para explorar
cómo asumir una mayor responsabilidad global, algo más fácil que lograr
más representación en el FMI o el BM, o si quieren financiar
conjuntamente proyectos de infraestructuras en los países del grupo",
apunta O'Neill. "No estoy seguro, ¡solo el tiempo lo dirá!". El FMI
aprobó en 2010 una reforma de sus cuotas para dar un mayor peso en el
organismo a las potencias emergentes, sobre todo a China. Pero la
reforma está empantanada en el enfrentamiento entre demócratas y
republicanos en el Congreso de Estados Unidos y, a estas alturas, la
iniciativa se ha quedado incluso obsoleta. "Es realmente ridículo y
decepcionante que el Congreso estadounidense no haya aprobado el cambio
en las cuotas. De hecho, el peso otorgado entonces a algunos países
emergentes ya se ha quedado viejo y es cada vez más evidente que la
gobernanza global actual dista mucho de ser la óptima", admite O'Neill.
Hasta ahora los Brics no se han caracterizado por su
gran capacidad de coordinación en la escena internacional, pese a su
constitución oficial como grupo en 2009 en plena crisis financiera,
aunque el protagonismo entonces se concentró en el G20, ahora también en
declive. "La intención es que el banco de los Brics se convierta, con
el tiempo, en una alternativa al BM y al FMI y que sea un nuevo actor
entre las instituciones financieras globales. Es un objetivo ambicioso
que requerirá un grado de coordinación y armonía que no siempre hemos
visto en este grupo" añade desde Nueva Delhi Vivek Dehejia, profesor de
Económicas de la Universidad Carleton, Canadá.
En diversos artículos, Nicholas Stern, presidente del
Grantham Research Institute en la London School of Economics y de la
Academia Británica, ha defendido junto al premio Nobel Joseph Stiglitz
la necesidad un nuevo banco de desarrollo que dé respuesta a las
ingentes necesidades que tienen los países emergentes en materia de
infraestructuras. Sostiene Lord Stern que el gasto en infraestructuras
en estos países deberá aumentar desde los 800.000 millones de dólares
actuales a, al menos, dos billones en la próxima década. "De lo
contrario, será imposible lograr una reducción de la pobreza a largo
plazo y un crecimiento inclusivo", defiende en su análisis. Las
salvaguardas impuestas por el Banco y por el Fondo en su funcionamiento,
así como la dura condicionalidad asociada a sus préstamos han restado
eficiencia a la financiación procedente de estos organismos pero no será
fácil poner en marcha un modelo operativo desde cero y los desembolsos,
augura Dehejia, aún tardarán en producirse. "Por ahora, su importancia
se debe más a su simbolismo geopolítico, de que los Brics son algo más
que unas siglas. Representa una promesa, pero habrá que esperar y ver
cómo se concreta", añade el economista indio.
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ABRIÓ SUS PUERTAS EN BANCO DE LOS BRICS
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Diario "La Capital". RosaruioAñadir leyenda |
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