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sábado, 11 de julio de 2015

EE.UU. OBAMA 2009 11/S Un nuevo balance de poder





Exterior

Un nuevo balance de poder

El ataque a las Torres Gemelas inauguró la era del terror global y el paso a un mundo multipolar en el que ya no dominará una sola potencia. Guerras, desastres naturales, calentamiento global y una crisis financiera sin igual son algunos de los hitos de esta década que también asistió al nacimiento de China y Brasil como protagonistas futuros
Inés Capdevila
LA NACION
Fue un comienzo casi ingenuo. Terminada la Guerra Fría, la paz entre potencias prevalecía como pocas veces lo había hecho en el siglo. La violencia en Kosovo se desvanecía. Varias crisis financieras habían sido contenidas. La economía global era saludable e Internet era su estrella.
Por eso, cuando los 90 llegaban a su fin y un nuevo siglo empezaba, un virus capturó la preocupación del mundo. El Y2K alimentaba el temor a un colapso tecnológico y algunas fantasías apocalípticas.
El siglo llegó. El virus, no. Y ni la más fantasiosa de las mentes hubiese pensado que, entre 2000 y 2009, el mundo sería escenario del atentado que inauguró la era del terror, de cinco guerras, de un genocidio, de rebeliones, de golpes, de desastres naturales sin igual, de pandemias y de una recesión que dejó en evidencia los vicios y virtudes de la globalización.
El esplendor de varios y el infierno de uno se combinaron para que esta década diera paso a la próxima con un legado particular: un nuevo e incipiente balance del poder, un reordenamiento hacia un mundo multipolar.
Tan agitados fueron los últimos diez años que Time los bautizó "la década infernal". Así fueron estos años del siglo XXI para el país que sobrevivió airoso a la Guerra Fría, para la hiperpotencia, Estados Unidos.
Para otras naciones, sin embargo, la última fue la "década esplendorosa". China pasó de ser un país del Tercer Mundo, en los inicios de los 90, a ser hoy la tercera economía del planeta y una potencia política y diplomática. Similares caminos recorrieron la India y Brasil.
Estados Unidos mantiene su primacía geopolítica, económica, militar y tecnológica. Pero la suya ya no es la voz dominante en la resolución de los problemas del mundo.
Su lucha contra el terrorismo demanda la participación de los servicios de inteligencia de otros países. La respuesta a la recesión global exigió la actuación del G20 y no ya sólo de las ocho naciones más industrializadas. El criticado acuerdo contra el cambio climático fue alcanzado, hace unos días, sólo cuando Barack Obama decidió negociar y ceder ante sus pares de Brasil, China, la India y Sudáfrica.

Las heridas de tres guerras

Hubo un día, en este siglo, en el que Estados Unidos, sin embargo, no necesitó negociar para contar con el apoyo espontáneo de casi todo el mundo. Fue el día que nadie olvidará.
El 11 de septiembre de 2001, 19 terroristas secuestraron cuatro aviones, los estrellaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono, mataron a 3000 personas y dieron pie a la década de las tres guerras de Estados Unidos. La primera de esas ofensivas fue la lucha contra el terrorismo, en la que George W. Bush encontró su razón de gobierno. Estados Unidos lanzó dos meses después su segunda guerra, la de Afganistán. El objetivo eran los talibanes y Osama ben Laden, el hombre que había creado una inusual estructura terrorista.
Con Al-Qaeda, Ben Laden transformó la jihad islámica en una ideología de impacto global. A partir de 2001, sus seguidores atacaron ciudades sin importar el continente: Madrid, Londres, Bombay, Bali, Casablanca.
La Casa Blanca de Bush respondió al terrorismo global con la doctrina de la prevención, destinada a anticipar cualquier golpe terrorista, blindar Estados Unidos, sostener la primacía y diseminar sus ideales. En 2003, esa arquitectura ideológica y el argumento de que Irak disponía de armas de destrucción masivas condujeron a Bush a lanzar su guerra contra Saddam.
Esa guerra sin fin erosionó la solidaridad suscitada por el 11-S y dividió al mundo, apenas convencido de las razones de Washington. El fantasma de Vietnam estremeció, entonces, a Estados Unidos hacia adentro y hacia afuera. Hacia adentro con el declive de la popularidad de Bush; hacia afuera, con el rechazo del mundo a las prácticas de la hiperpotencia y con la agudización del extremismo.
"La guerra preventiva derivó en violaciones de los derechos humanos que alimentaron el atractivo del terrorismo en el mundo islámico", dijo a LA NACION Magnus Ranstorp, asesor de contraterrorismo de la Unión Europea (UE).
El poder norteamericano, ya no sólo el político o militar, sufrió una nueva y perdurable herida en 2008. El 15 de septiembre de ese año, la quiebra de Lehman Brothers disparó un colapso financiero similar al que, en 1929, había precedido a la depresión que diezmó la riqueza del mundo.
La burbuja inmobiliaria que había comenzado en Estados Unidos casi con la década y que había atraído un interminable flujo de fondos del resto del mundo se terminaba de romper ese día por el peso de las hipotecas tóxicas sobre los bancos. El epicentro del terremoto fue Wall Street. Pero la perspectiva de que el sistema bancario global sucumbiera aterraba a todos los países por igual.
El gran crac ponía así en jaque al capitalismo y a la globalización y marcaba el regreso, al menos temporal, de la intervención del Estado y del proteccionismo. A la cabeza de esas intervenciones estuvo el republicano Bush. Su rescate fue replicado por los gobiernos de Europa, desesperados por salvar sus vulnerables economías. Y a la UE.
El bloque había comenzado la década con 15 miembros y la decisión de que la integración fuera una realidad en los años siguientes. Divisiones por Irak y desconfianzas históricas trabaron la unidad política. La integración, y con ella un poder económico y comercial que hacía mucho que Europa no tenía, llegó sí de la mano de la ampliación y de un euro que, desde 2002, no deja de fortalecerse.
Encabezados por la UE y Estados Unidos, decenas de países pusieron en marcha sus salvatajes. Esa intervención impidió que el mundo recayera en una depresión, pero no evitó la recesión global.

China v. EE.UU.

Estados Unidos y Europa lideraron la contracción, este año, con un caída del 3% de sus respectivos PBI. El número está lejos de las profecías terminales, pero dista también del asombroso índice de crecimiento logrado por el país que, hace 30 años, sacudido por el hambre, decidió que su economía ya no soportaba ser manejada por preceptos comunistas.
China y su avance ya habían impresionado al mundo a lo largo de la década. Pero pocos pensaban que ese país lograría, en 2009, sobrevivir a la crisis que hizo flaquear a otras potencias con un crecimiento del 7%.
Sin embargo, ese avance que hace que el mundo le augure a China un futuro de superpotencia puede tener sus limitaciones. La mano férrea del Partido Comunista se topa, cada vez más, con las demandas políticas de minorías y con los reclamos sociales de las regiones alejadas de la opulencia de la costa Este.
El peso geopolítico de China no sólo aumentó por la fortaleza de su economía respecto de la de otras potencias. En los últimos años, el país forjó una relación particular con Estados Unidos. Por un lado, Pekín posee 800.000 millones de dólares en bonos de deuda norteamericana. Por otro, avanzó sobre las regiones donde la influencia de Washington, concentrado en sus guerras y en la crisis, empezó a decaer, como Africa y América latina.
En nuestra región, precisamente, otra nación se embarcó en un viaje similar al de China. En el fárrago de los golpes, enemistades entre izquierda y derecha, narcotráfico y tensiones bilaterales que marcaron la década latinoamericana, Brasil se consolidó como la historia de éxito. Surgió también como la voz capaz de disputarle a Washington el timón diplomático, como hacen China en Asia, o Sudáfrica, en Africa.
Eso conduce al poder norteamericano a enfrentar competencia al menos regional. "Estados Unidos ha mostrado, en su historia, una capacidad notable para corregir sus errores, para ser flexible. Nuestra imagen sufrió en los últimos años, pero la última elección presidencial es reflejo de nuestra adaptabilidad", dijo a LA NACION Robert Lieber, profesor de la Universidad de Georgetown.
En 2008, el mundo vivió esos comicios como si hubiesen sido propios. Obama representaba lo contrario de Bush: diversidad, tolerancia, respeto y afán multilateralista. Esa disposición a la negociación le será necesaria a Obama si su país y las naciones que hoy protagonizan la naciente redistribución del poder mundial quieren enfrentar el otro legado de esta década, o más bien su deuda pendiente: el impacto del desarrollo en la naturaleza.
En esta década y desde cada continente, el planeta recordó a los estrategas del mundo que necesita de su atención. Lo hizo en Medio Oriente, Asia y América latina con los terremotos de Bam, Sichuan y Pisco; lo hizo en Africa, con las sequías; lo hizo en Estados Unidos, con el huracán Katrina; lo hace en los polos, con el derretimiento de los hielos. Y lo hizo en el sudeste asiático, con uno de los mayores desastres de la historia, el tsunami.
Los mandatarios de este nuevo escenario geopolítico no lograron ponerse de acuerdo, en Copenhague, para atacar de raíz el cambio climático, a pesar de los urgentes llamados de la ciencia. Y, así, el mundo comenzará la década del 10 ya no con ingenuidad sino con escepticismo e incertidumbre.

Cinco claves

1. Terrorismo

El 11-S obligó a definir un nuevo concepto de defensa y seguridad.

2. Cambio climático

Las catástrofes naturales mostraron el efecto del calentamiento global.

3. Mundo global

La recesión mundial, un resultado amargo de la globalización.

4. Giro a la izquierda

En Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, Venezuela y Ecuador, la región optó por distintas expresiones de izquierda.

5. El surgimiento de China

Su espectacular auge económico instala al país entre las potencias. .
© LA NACION 
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En América Latina, el péndulo osciló hacia la izquierda

César González-Calero
LA NACION
Sin apelar a las luchas insurreccionales del pasado, América latina abrió la primera década de este siglo rompiendo el denominado "Consenso de Washington" que había predominado en el continente en los años 90. A finales de 1999, el triunfo electoral de Hugo Chávez en Venezuela fue el punto de partida de un viraje político en la región hacia la izquierda, una ofensiva que no se libró ya en los campos de batalla sino en las urnas.
Aupado en una renta petrolera que no paraba de crecer, el líder bolivariano fue cobrando influencia en una región que comenzaba a pasar factura a los partidos tradicionales, enquistados en la corrupción y el nepotismo. Evo Morales en Bolivia, o Rafael Correa, en Ecuador, fueron cambiando el mapa político mientras países como Brasil, Chile, Uruguay o la Argentina también se inclinaban por gobiernos de tendencia progresista. Con Fidel Castro retirado de la escena pública tras sufrir una grave enfermedad en julio de 2006, Chávez vio allanado el camino para convertirse en el referente de la izquierda latinoamericana.
Pero ese giro a la izquierda que experimentó América latina no fue homogéneo, ni siquiera en el seno de los dos grandes ejes que se conformaron: el estatista, alrededor de Venezuela, y el liberal, con Brasil a la cabeza. El megacapitalismo de Estado que promueve Chávez con su extravagante socialismo del siglo XXI poco tiene que ver con el proyecto indigenista y de refundación nacional que persigue el aymara Evo Morales.
América latina, que comenzó la década con la grave crisis de la Argentina, ha vivido años de esplendor económico en esta década. Gracias al gasto social de muchos gobiernos, la pobreza se redujo casi diez puntos entre 1999 y 2009, según la Cepal, pero todavía hay un 34 por ciento de latinoamericanos viviendo bajo el umbral de la pobreza, y en el último año la curva volvió a subir ligeramente por los efectos de la crisis financiera internacional.
Además de la pobreza, la violencia sigue siendo la asignatura pendiente de la región. El fenómeno del narcotráfico ha extendido sus redes por todo el continente. México, que arrancó la década dejando atrás 70 años de gobiernos ininterrumpidos del PRI, no pudo frenar la escalada violenta de los carteles, que ha dejado 15.000 muertos en los últimos tres años.
La década en la que se murió el dictador chileno Augusto Pinochet y en la que la revolución cubana cumplió 50 años en un estado esclerótico, vio el surgimiento en Brasil de un líder que parece incombustible. Con Lula da Silva, el gigante sudamericano despertó definitivamente. Un gigante que empieza a poner en riesgo el liderazgo de Estados Unidos en una región que coquetea ahora con otros actores, como China, Rusia o Irán.
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Imágenes

Cronología


El ataque a las Torres desencadenó la guerra contra Irak, como parte de un nuevo concepto de seguridad -la guerra preventiva- contra el terrorismo globalizado.  Foto:  Archivo La Nación/AFP/AP/NYT/Reuters
Foto 1 de 11

2000

25 de julio

Cae el Concorde El accidente de un avión Concorde en París deja 113 muertos.

12 de agosto

Tragedia bajo el mar El submarino nuclear ruso Kursk queda atrapado en el fondo del Mar de Barents; sus 118 tripulantes fallecen.

29 de septiembre

Comienza la segunda Intifada La visita de Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén, desata el segundo alzamiento palestino.

2001

11 de septiembre

Ataque a las Torres Gemelas Ocho meses después de la asunción de George W. Bush, se producen los ataques terroristas de Al-Qaeda contra Estados Unidos, en los que mueren unas 3000 personas.

7 de octubre

Represalia contra el régimen talibán Comienza la ofensiva militar estadounidense y británica en Afganistán, refugio y campo de entrenamiento de la red de Osama ben Laden.

20 de diciembre

Renuncia De la Rúa Cae el gobierno de la Alianza tras los cacerolazos contra la política de Fernando de la Rúa y los saqueos a supermercados.

2002

1 de enero

La nueva moneda europea Entra en circulación el euro en 12 países de la Unión Europea (Alemania, Francia, España, Irlanda, Italia, Holanda, Bélgica, Austria, Finlandia, Portugal, Grecia y Luxemburgo).

7 de enero

Se termina el 1 a 1 Luego de una década de estabilidad cambiaria, el gobierno interino del ex presidente Eduardo Duhalde pone fin a la convertibilidad.

11 de abril

Golpe en Venezuela El presidente venezolano, Hugo Chávez, es destituido brevemente mediante un golpe de Estado. El mandatario fue restituido dos días después.

2003

1 de enero

Lula, presidente Tras su triunfo electoral a fines de 2002, el ex dirigente sindical y líder del PT, Luiz Inácio Lula da Silva, asume la presidencia de Brasil.

20 de marzo

Irak bajo fuego Comienza, con ataques aéreos en Bagdad, la invasión norteamericana a Irak. El objetivo, derrocar a Saddam Hussein, capturado 9 meses después.

14 de abril

Genoma decodificado Se completa en EE.UU. el Proyecto Genoma Humano, iniciado en 1990. La secuencia entera incluye tres mil cien millones de unidades de ADN.

2004

4 de febrero

Nace Facebook El norteamericano Mark Zuckerberg y sus socios lanzan la red social Facebook, que rápidamente se convertiría en uno de los más exitosos inventos de la web 2.0.

11 de marzo

Al-Qaeda golpea en España Al-Qaeda perpetra una serie de ataques en Madrid y provoca la muerte de 191 personas. Tres días después, Rodríguez Zapatero gana las elecciones.

26 de diciembre

Tsunamis en Asia Una serie de devastadores tsunamis en el Océano Indico deja alrededor de 230.000 muertos en varios países de la región del sudeste asiático.

2005

2 de abril

Muere Juan Pablo II Tras una larga agonía, muere a los 84 años Karol Wojtyla. En su reemplazo es elegido el actual pontífice, Benedicto XVI.

7 de julio

Londres, blanco del terrorismo Un nuevo ataque terrorista de la red Al-Qaeda golpea esta vez en la red de subterráneos y colectivos de Londres, con un saldo de 56 muertos.

29 de agosto

Katrina desata su furia Impacta en Luisiana el huracán Katrina, que dejó 1836 muertos, daños por 75.000 millones de dólares y la ciudad de Nueva Orleáns bajo el agua.

2006

31 de julio

Fidel Castro delega el poder Tras casi medio siglo en el poder y luego de una intervención quirúrgica, el líder cubano Fidel Castro delega su cargo a su hermano Raúl.

10 de diciembre

Muere Pinochet Luego de haber gobernado Chile durante 17 años con mano de hierro, a los 91 y lejos del poder muere el ex dictador chileno Augusto Pinochet.

30 de diciembre

Saddam, en la horca El ex presidente iraquí Saddam Hussein fue ejecutado luego de que un tribunal lo encontrara culpable de crímenes contra la humanidad.

2007

16 de abril

Muerte en la universidad Se produce la masacre de Virginia Tech, el peor ataque a una universidad en la historia de EE.UU.; mueren 33 personas, incluido el agresor, Seung-Hui Cho.

15 de agosto

Terremoto en Perú Un poderoso sismo frente a la costa de Perú azota a varias regiones del país y deja 519 muertos. Pisco fue una de las zonas más castigadas.

15 de noviembre

Clonan embriones de mono En un avance que podría facilitar la clonación de seres humanos, científicos norteamericanos de la Universidad de Oregon logran clonar monos.

2008

12 de mayo

Terremoto en China Un fuerte terremoto sacudió la provincia china de Sichuan; la tragedia dejó 65.000 muertos y millones de desplazados.

2 de julio

Ingrid, libre otra vez En un espectacular operativo en la selva, el gobierno colombiano logra liberar a la dirigente política franco-colombiana Ingrid Betancourt y a otros 14 rehenes en poder de las FARC.

8 de agosto

Pekín, ciudad olímpica Con una espectacular ceremonia, China inaugura las Olimpíadas de Pekín, un evento que presenta al mundo como muestra de su nuevo peso en la escena mundial.

15 de septiembre

Cae Lehman Brothers Quiebra el banco inversor Lehman Brothers en Nueva York y se desata la crisis financiera global más grave desde el crack del 29.

2009

20 de enero

Obama asume la presidencia Tras derrotar al republicano John McCain en las elecciones de fines de 2008, el demócrata Barack Obama asume la presidencia de EE.UU. y reemplaza a Bush en el cargo.

24 de abril

Gripe porcina, de México al mundo El gobierno de México decreta el alerta sanitario en todo el país por el avance de una rara epidemia: la gripe porcina, que luego se extiende por el planeta.  
 
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El mundo ya no será el mismo


Imagínese un hombre que cumple 50 años. Ha nacido en abril de 1453, poco antes de la caída de Constantinopla. Un anciano para su época, mira hacia atrás y ve algo inédito en la historia humana. Ve libros. Libros por doquier.
Nueve millones de volúmenes se han impreso en Europa en el último medio siglo, desde que Johannes Gutenberg publicara su Biblia en 42 líneas en 1455. A este cincuentón, casi seguramente analfabeto, hijo de una Edad Media que ya no volverá, le toca vivir una revolución global, un cambio de paradigma que visita a la humanidad con menos frecuencia que los cataclismos estelares, pero cuando lo hace nada vuelve a ser igual.
El libro para las masas ha disparado la civilización en una dirección inesperada al liberar el flujo de información de la estricta vigilancia de los poderes de turno, al darle a cada persona un privilegio que hasta entonces era impensable e impensado. Un privilegio que hoy disfruta la mayoría de los niños de seis años en el mundo industrializado: leer y escribir.
Ahora otro hombre cumple cincuenta años. Pero es el año 2010. Mira hacia atrás, ¿y qué ve? Ve computadoras por doquier, miles de millones de máquinas de todas clases y formatos que, además, están conectadas a una red global que le permite a casi un tercio de la humanidad comunicar sus ideas y opiniones sin límite y a costos ínfimos. A este cincuentón quizás le está costando adaptarse a los cambios, pero hay algo que la historia le ha enseñado: el mundo ya no será el mismo ahora que 1670 millones de personas tienen acceso a Internet, ahora que el poder de cómputo (el leer y escribir de los tiempos modernos) está en manos de casi cualquier persona en el mundo libre, ahora que para llegar a audiencias masivas no hace falta comprarse un canal de televisión sino pagar 50 centavos de dólar la hora de locutorio.
Si el libro hizo que el costo del acceso a la información se desplomara, la PC, el celular e Internet pusieron al alcance de casi todo el mundo dos fuegos no menos prometeicos: el poder de cómputo y el broadcasting.
En tiempos así no es una profesión, una actividad, un oficio o una técnica las que se ven afectadas. No cambia una página en la partitura de la sinfonía social. Cambia la sinfonía entera. Ni siquiera es una simple transcripción. Es una sinfonía completamente nueva.
Señales no faltan. Ahí está la Wikipedia, con sus 14 millones de artículos en 236 idiomas a costo cero. O Facebook, la red social fundada en 2004 (ayer nomás) y que ya ha cosechado 350 millones de suscriptores. Hasta la página tradicional se abre paso y promete florecer de nuevo y mejor en esta era, con la digitalización de libros que lleva a cabo Google y los dispositivos electrónicos capaces de almacenar miles de volúmenes.
Desde la revolución del libro han pasado 500 años en los que pasamos del feudo a la democracia moderna, del escorbuto y la Tierra plana a la terapia genética y el Hubble.
Los cambios que estamos viviendo hoy no serán menos profundos cuando la historia los examine.

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Primera década

El tercer milenio está entre nosotros

Web 2.0, mapa genético, manipulación de embriones, nanotecnología, sociedades hiperconectadas, energías alternativas. La primera década del tercer milenio parece cumplir y superar las utopías futuristas. Pero mientras la revolución tecnológica da alas a los sueños más optimistas, la realidad social, política y económica muestra señales de un mundo en transición que anticipa escenarios todavía confusos. Una mirada a lo que vendrá
Por Alejandra Folgarait

El año 2000 marcó un antes y un después en el imaginario colectivo de la humanidad. Todo lo que pasó antes era historia. Todo lo que vino después es parte de la ciencia ficción. ¿Acaso alguien puede decir si las fantasías de anticipación que juega Tom Cruise en la película Minority report existen de verdad ocultas en algún laboratorio o son pura mentira? Y los planes para colonizar Marte, ¿están en marcha o son un producto de la imaginación de Ray Bradbury?
Hay que reconocer que el futuro pasó como un tren (un tren bala, por cierto). Vivimos en un presente continuo, y no porque Francis Fukuyama decretara el fin de la Historia sino porque nuestras mentes fueron programadas para ubicar lo que vendrá en el siglo XXI. Al alcanzarlo tan rápido, ¿nos quedamos vacíos de futuro?
El solo hecho de estar transitando lo desconocido es una cuestión incómoda para los que estudian los avances tecnológicos y sus relaciones con las sociedades y las culturas. Por un lado, algunos optimistas disparan suposiciones delirantes y pronósticos grandiosos. El gurú norteamericano Ray Kurzweil es uno de los más activos imaginadores en este sentido. Siguiendo los pasos del escritor Arthur C. Clarke, el mediático inventor predice para el año 2020 inmersiones cotidianas en mundos virtuales de tres dimensiones, amén de un encuentro íntimo entre la inteligencia de las máquinas y la mente de los seres humanos. Kurzweil anticipa la liberación de los límites entre realidad y ficción o -como le gusta decir- un "upgrade del software evolutivo".
Si hay algo claro en la primera década del siglo XXI es que se hicieron realidad muchos sueños previstos por escritores fantásticos, desde Julio Verne a los ciberpunks William Gibson, creador de la palabra "ciberespacio", y Neal Stephenson, difusor de la palabra "avatar" que hoy triunfa en el cine.
Algunas de las revoluciones imaginadas por la ciencia ficción empezaron a rodar en el campo de la informática, la biología, la tecnología espacial, la producción de energía, las drogas y los comportamientos sexuales. Pero otras cuestiones no fueron predichas. Y nos cambiaron la vida.
Gracias al Wi-Fi, la diferencia entre un bar de Buenos Aires y un aeropuerto de cualquier capital del mundo es casi irrelevante. En los múltiples Starbucks de Londres se ven tantas laptops en funcionamiento como en el café Martínez o el Freddo de acá a la vuelta. Claro que, mientras que los ingleses no entienden qué es un móvil portátil de banda ancha, los argentinos disfrutan cada vez más del nuevo chiche adosado a sus mini computadoras. ¿Por qué el furor de los delgadísimos módems? Por la sencilla razón de que, saliendo de la Capital Federal, es difícil conectarse a la red con libertad absoluta. Y la adicción a chequear e-mails y Facebook ya es demasiado fuerte.
En el subte, el tren, el colectivo y hasta en el auto: todos con cables, todos conectados a algo, sea el iPhone o la netbook. En las escuelas, tuvieron que prohibir los celulares para que los jóvenes miraran al profesor. No es seguro que lo hayan logrado. Aunque tal vez tengan más posibilidades de captar la atención de su clase los maestros uruguayos, gracias a la iniciativa "Una laptop por niño", impulsada por el gurú Nicholas Negroponte para achicar la brecha digital entre ricos y pobres, entre naciones desarrolladas y el resto del mundo.
Desde las redes sociales horizontales hasta la Wikipedia, pasando por los yogures probióticos y las cámaras de fotos digitales, que tornaron profesionales a los amateurs de cumpleaños y turismo, los últimos 10 años trazaron un mapa insospechado de lo que podría acontecer.
En el camino hacia lo nuevo, apareció la palabra "googlear" y se asistió al ocaso del correo postal. El chateo y los mensajitos de texto coparon la vida adolescente, primero, y la de todos, después. Y mientras el iPod se convirtió en un fenómeno de masas, el mp3 pasó al cajón del olvido en segundos.
"Un cambio fundamental en los países sudamericanos fue la telefonía móvil", dice Martín Becerra, profesor de Comunicación en la Universidad de Quilmes. En la Argentina, hay 8 millones de líneas telefónicas fijas contra 46 millones de líneas móviles. "El uso social de la tecnología móvil cambió la comunicación, ahora se puede hablar desde cualquier lugar y mientras uno hace muchas otras cosas", agrega este investigador del Conicet.
Desorden y temores. Eso es lo que genera, según Becerra, la ruptura de la cultura de la secuencia narrativa, porque se ha pasado de la linealidad a una estructura de red y de zapping entre canales, lenguajes y contenidos. "No sabemos a dónde nos conduce esta aceleración, lo único que podemos decir es que los dispositivos móviles, el crecimiento de la banda ancha y la digitalización de la televisión van a marcar una era de ubicuidad.", concluye.
Nómades e hiperconectados. Ana Wortman, estudiosa de los consumos culturales en la era de la globalización, señala a los nuevos sujetos de nuestra época los "nómades digitales", que están en todas partes, circulan, son sujetos móviles. Y están en EE.UU., en Europa, como en las grandes ciudades de América latina, entre ellas, Buenos Aires".
La consultora IDC anticipa la consolidación de las computadoras pequeñas que aparecieron este año por todas partes ("netbooks"), con el agregado de que serán sensibles al tacto. A diferencia de los teléfonos móviles, que agrandarán sus pantallas más y más, las netbooks se volverán más delgadas y livianas, aunque también más poderosas. Todos esperan que la iPad de Apple enseñe la senda hacia lo que vendrá: la convergencia de dispositivos inteligentes y sensoriales al mismo tiempo.
Mientras tanto, la gente sigue disfrutando de una nueva forma de socializar, con pocas palabras y muchos signos de admiración. Sin duda, la aparición de las redes sociales marcó la primera década de este siglo. La era de Facebook y Twitter empezó, como siempre, con algunos universitarios armando sus propias historias a través de blogs y sitios de fotos, como Flickr. Para cuando los que perdieron de vista a sus compañeros de primaria descubrieron las bondades de buscar datos e imágenes por medio de la muy marketineada Web 2.0, hacía mucho que los nacidos con las computadoras -la generación Net- utilizaban la red para sus propios asuntos interactivos, como bien lo mostró el auge sorpresivo de los videos en Youtube. De ahí al estallido de esas redes pasó un segundo.
Pero si las comunicaciones están en el centro de todas las innovaciones, la ingeniería genética no se queda atrás. En la última década, la manipulación de genes en animales se extendió hacia los embriones humanos con el fin de extraerles células multiterreno o seleccionar al futuro bebé para ofrecerle una cura a su hermano mayor. Las células madre se pusieron de moda como tratamiento anti-age y se instalaron bancos de cordón umbilical privados como presunto seguro de vida. La memoria se perdió como ejercicio y se recuperó como deseo. Los psicofármacos invadieron noches y días, y ya se habla hasta de la píldora del olvido, para "deletear" traumas y alejar las pesadillas.
Ahora que el show del cambio climático en Copenhague terminó con las esperanzas más verdes, los fabricantes de molinos eólicos siguen desgañitándose para convencer a los gobiernos de su beneficio en relación a la vieja energía nuclear, los israelíes insisten con la plantación de espejos en el desierto para captar los rayos del sol y los autos "híbridos" como el Prius de Toyota vuelven a pisar fuerte. A falta de autos voladores, como los de "Los supersónicos", los tímidos intentos de fabricar vehículos que funcionen con "biocombustibles" -generados a partir de cultivos transgénicos o el más limpio hidrógeno- ya marcan tendencia.
Un vertiginoso "fast-forward" permite vislumbrar otras tecnologías que aparecieron en los últimos años y se convertirán en parte de lo habitual más temprano que tarde. La reproducción artificial en los seres humanos es uno de ellos. La fertilización asistida cambió el panorama social y subjetivo, permitiendo congelar los óvulos hasta que el tiempo aclare y poblando el mundo con mellizos. Y habilitando a que las parejas homosexuales tengan hijos con algo de su propio ADN. Un avance científico que nos dejó a las puertas de una profunda transformación en la sociedad, que hoy demanda nuevos derechos para nuevas necesidades. Así, en todo el mundo se posiciona el reclamo de las comunidades gay para legalizar el matrimonio y el derecho a adoptar de parejas homosexuales. La aprobación del matrimonio homosexual en varios países -y su discusión abierta en la Capital Federal- así como el nombramiento de una mujer lesbiana como obispo de la Iglesia Episcopal protestante en Los Angeles marcan un camino que recién empieza.

Más que humanos

La clonación de animales abrió las puertas para una verdadera revolución en la medicina. Y a esta altura, la controversia por el uso de embriones humanos para obtener células capaces de generar los diferentes tejidos del organismo ya está zanjada: se desarrolló una nueva forma de obtener células humanas con múltiples potencialidades sin tener que destruir óvulos fecundados. El cambio presidencial en los EE.UU., desde el republicano George W. Bush al moderno Barack Obama, también marcó un golpe de timón para estos temas: hoy los investigadores siguen buscando tratamientos celulares para enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer y los infartos sin que nadie se horrorice.
Se anuncia la sangre artificial y no faltará mucho para fabricar tejidos como la piel que no generen ningún rechazo. El trasplante de cara realizado a una mujer francesa en 2005 fue un verdadero shock, aunque hoy la pesadilla de la película de John Travolta y Nicolas Cage, en la que se intercambiaban apariencias, no asusta demasiado. La identidad, cada vez más, se refugia en los genes.
La decodificación del genoma humano fue todo un logro al filo del milenio. Hoy muchos quieren bajar el precio del mapeo genético individual a menos de mil dólares por cabeza para que todos puedan "leer" su propio genoma. Otros deslizan que la sociedad global no está preparada para saber quién tiene un supuesto "defecto" y no discriminarlo.
El punto es qué puede hacerse con ese conocimiento, más allá de una mastectomía, en el caso de las mujeres que se anticipan a un cáncer de mama anunciado en el mapa genético. Pero esto podría cambiar, si la terapia genética vuelve a encontrar luz verde para modificar las células de personas con mutaciones en su constitución hereditaria.
Uno de los sueños apadrinados por la ciencia ficción es el de la nave miniaturizada que navega por turbulentos vasos sanguíneos con científicos en su interior. Pues bien: ya existen los dispositivos electrónicos -tipo microchip- que se introducen en el organismo para estimular neuronas y mover implantes biónicos de brazos y piernas. Pero ninguna revolución médica estará completa sin los dispositivos infinitesimales de la nanotecnología.
Y, por cierto, ninguna ficción científica estará completa si la palabra futuro, o nuestro imaginario del futuro, no logra renovar sus sentidos.
"Cuando se habla del futuro, se tiende a pintar un panorama donde toda clase de problemas sociales serán resueltos por diversas tecnologías. Se olvidan generalmente los factores sociales que hacen que éstas sean adoptadas o no por las diferentes sociedades", dice la especialista en sociotecnología Laura Siri. "Más tarde las tecnologías pueden ´commoditizarse´, pero para entonces serán otras tecnologías las que marquen la diferencia entre quienes acceden y quienes no y, sobre todo, entre quienes las producen y quienes las consumen", subraya la docente e investigadora de la UBA.
Si el acceso a Internet marcó la diferencia en los años 90, a partir del nuevo siglo fue la banda ancha la que identificó la movilidad social. En los próximos años, acaso sean los modelos climáticos diseñados para cada país o el acceso a la información genética personal los que den la pauta del nivel de desarrollo de una sociedad.
En este sentido, los escenarios del futuro pueden ser optimistas o pesimistas, según el cristal -el libro o la película- con que se mire. Como escribió Ray Bradbury, "la ciencia ficción siempre ha sido un maestro de fábula en cuestiones morales". Quizás sea tiempo de recrear el futuro a través de nuevas ficciones para tener más claro lo que vendrá.

Cinco claves

1. Genoma humano

El desciframiento del mapa genético abrió un era de promesas médicas.

2. Banda ancha móvil y GPS

Celulares con 3G, Wi-Fi y GPS, nuevo escenario de la informática personal.

3. Nuevos derechos

La aprobación del matrimonio gay en varios países marca un cambio hacia nuevas formas de sociedad.

4. Manipulación de embriones

Se avanzó en la posibilidad de generar células regenerativas por otra vía.

5. La web 2.0 y las redes sociales

Wikipedia, Facebook, MySpace, Sonico y Twitter, una muestra del poder de la inteligencia colectiva. .
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