Narcotráfico / Efectos del aumento de la circulación y secuestros de estupefacientes
Se afianza el mercado local de drogas
En
lo que va de este año, fue decomisado el equivalente al 38% de la
marihuana secuestrada en los últimos cinco; las nuevas políticas de
seguridad buscan controlar el comercio interno
Los
decomisos de drogas aumentan. Cada semana un procedimiento policial
suma una incautación importante de marihuana o de cocaína. Según las
cifras del Ministerio de Seguridad, entre 2006 y 2010, fueron
secuestradas 210 toneladas de marihuana y 14 toneladas de cocaína; este
año, las fuerzas federales pasaron ya la captura de unas 80 toneladas de
la primera y, aproximadamente, cinco toneladas de la segunda. Las
cifras aumentan un poco más al tomar en cuenta los operativos hechos por
las policías provinciales.
Esos números fríos dan magnitud al
problema más caliente de la seguridad argentina. ¿Hay un mayor mercado
local de drogas o mejoró la eficacia del combate antinarcóticos? En la
visión de especialistas, la respuesta habría que encontrarla en un punto
intermedio: consolidación del consumo en la Argentina y aumento en las
ganancias para el transporte a otros países, en paralelo con un esfuerzo
superior aquí para golpear al narcotráfico."La orden es conseguir más decomisos. Estamos haciendo goles y eso sirve para motivar al equipo. Estábamos defendiendo nuestro arco y pasamos a jugar en el campo contrario", graficaron en una oficina cercana a la de la ministra de Seguridad, Nilda Garré. La posición oficial es que las incautaciones muestran que ahora se habla en serio. Pero la penetración con fuerza del narcotráfico lleva varios años. ¿Cambió algo? Quizá la evaluación del peligro sea diferente a partir de un análisis que llegó este año a manos de Garré. Ese informe hablaba del comienzo de las tareas sociales a cargo de los narcotraficantes en la villa 1-11-14, del Bajo Flores, y apuntó a que, de seguir tal situación, era esperable que en cinco o diez años se hubiera constituido una zona liberada del Estado. Ese síntoma de un embrionario proceso de favelización dio un brusco giro a la política oficial.
A esa zona -y a otras en similares condiciones- fueron enviadas la Gendarmería y la Prefectura, en lo que se conoce como el plan Cinturón Sur. Para los analistas, el cambio no fue sólo por una cuestión de uniforme. "Hace cinco años, empezó a producirse un fenómeno diferente, con la aparición en la Argentina de actores fuertes que antes no estaban y disputas por el terreno. Las fuerzas de seguridad miraron más a las líneas externas del narcotráfico, por la relación con las agencias internacionales, y se dejó de lado el impacto en el país. Y la consolidación del mercado local, demostrado por la calle y las encuestas sobre consumo, muestran que las policías perdieron el papel que siempre tuvieron en la regulación ilegal del tráfico de drogas. El desafío pasa por tener desde el Estado respuestas y capacidades a la altura del desafío", explicó Diego Fleitas, director de la Asociación para Políticas Públicas (APP).
Si la droga que circula es de una cantidad importante, ¿puede formarse un cartel argentino? Los expertos coinciden en que no hay condiciones para que eso ocurra. "Los puntos básicos para la formación de un cartel pasan por la capacidad para influir sobre la producción y sobre el precio del producto; ninguna de esas posibilidades se da en la Argentina. Sí, en cambio, se tiene aquí un modelo de «Estado regulador», a través de mafias enquistadas en los sistemas policiales, judiciales y políticos, al estilo de lo que ocurría en México antes de la caída del Partido Revolucionario Institucional [PRI]", comentó Horacio Calderón, analista en temas vinculados al crimen organizado.
Tampoco se espera que se dé aquí una situación similar a la que vive hoy México, de una guerra de baja intensidad. Es que en los años 90 los carteles colombianos en retirada fueron obligados en México -escala de las drogas hacia el gran mercado de los EE.UU.- a asumir un rol de acompañantes de los grupos locales que se habían forjado un lugar preponderante a fuerza de poder de fuego en la zona de transporte. Si bien el comercio en la Argentina crece, no llega al volumen de convertirse en un objetivo central del narcotráfico.
Un mercado que crece
Según la última encuesta nacional de la Sedronar, consume marihuana de manera habitual el 3,7% de la población de entre 16 y 65 años. Se trata de 640.000 argentinos, que sostienen con su compra el comercio de esa droga. El mercado aumentó en relación con 2004, cuando la estadística marcó el 1,9% de consumidores. También se incrementó el nivel de quienes inhalan cocaína, que pasó del 0,3% en 2004 a 0,9% en 2010.
"Hay un mercado que se estructuró y estratificó en niveles de calidad y precio de las drogas. Quienes consumen y le dan legitimidad no provienen del oscuro mundo del delito, sino de clases medias y altas urbanas. La tolerancia social hace que el mercado persista y crezca. Y eso hace que haya más circulación de drogas", argumenta Marcelo Saín, ex director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y uno de los principales referentes teóricos sobre temas de seguridad.
También Saín observa la regulación del mercado que históricamente hicieron las policías, tanto aquí como en otras partes del mundo: "El aspecto de regulación pasa por brindar protección al negocio hasta tanto no pase de ciertos niveles, que no se vuelva una crisis política. Es una forma de «gestionar» la seguridad, una mala forma de hacerlo".
En el análisis, se toma al narcotráfico como a una empresa ramificada en bienes y servicios. El producto por comercializar es la droga, y los servicios pasan por la venta, el almacenamiento y el transporte. A mayor distancia del centro de producción, aumenta la ganancia del intermediario en todos los rubros. A la Argentina llega cocaína desde Bolivia y Perú a un costo de 25.000 dólares el kilogramo. Esa misma cantidad puesta en Australia, por caso, potencia su precio a unos 150.000 dólares. Aquí se hace fuerte entonces el sector de transporte, pero como uno más de los puntos de salida desde América latina. Por eso, los analistas no ven posible la aparición de un cartel, sino una adaptación del modelo boliviano de clanes familiares, organización de nivel menos complejo.
LAS CIFRAS
80 t
Marihuana
La cantidad incautada este año, que supera registros anteriores
210 t
Marihuana
Es la cantidad de esa droga secuestrada entre 2006 y 2010
5 t
Cocaína
Lo decomisado en los ocho meses de 2011 también está entre lo más elevado
14 t
Cocaína
Es el registro de esa droga incautada entre 2006 y 2010
"Cocina" de cocaína en Ingeniero Budge
Una pareja boliviana fue detenida y se decomisaron siete kilos de cocaína en una casa de la localidad de Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora, donde funcionaba una "cocina" y punto de fraccionamiento de droga, a la que la policía llegó cuando perseguía a dos sospechosos que dispararon contra un patrullero.
Martes 23 de agosto de 2011
Opinión
Más políticas para proteger a las personas
Cada
vez que se produce el secuestro de una gran cantidad de droga o se
desbarata una sofisticada organización que la trafica, la mayoría de
nosotros experimenta sensaciones encontradas. Por un lado, la
celebración de una noticia que es indudablemente buena. Por otro, la
inquietud que nos produce asomarnos a un mundo oscuro y paralelo con el
que convivimos sin darnos mucha cuenta. Para el primer caso no sería
fácil calcular cuánta salud o cuánta vida ha sido preservada por cada
tonelada de cocaína que se saca de circulación. Ni puede estimarse en
qué medida afecta al narcotráfico que alguno de sus segmentos sea
desactivado. Es muy posible que de un lado o del otro alguna vida se
haya salvado.
Para muchos, la solución parece simple: legalizar
todas las drogas. Transferir a la industria farmacéutica o a otros
sectores de la economía formal la explotación de estos productos, como
ocurría antes de la prohibición decretada en el inicio del siglo pasado.
¿Por qué el mundo, lejos de tomar esta decisión, avanza hacia mayores
controles sobre las drogas que fueron eximidas de estas regulaciones,
como el alcohol y el tabaco? La respuesta es simple, aunque pocos la
dicen: porque sólo las drogas legalizadas, como el tabaco y el alcohol,
triplican el número de muertos producidos en cualquier guerra narco como
la de México.Para algunos, las drogas son principalmente un problema de seguridad interior. Son los que más se alegran cuando se secuestran grandes cantidades de cocaína que tenían por destino a Europa. Todos debemos celebrar el éxito de ese procedimiento. Para otros, las drogas son principalmente un problema de salud pública, y entendemos que éste es el bien social y jurídico que el mundo ha decidido tutelar, asumiendo los costos de las regulaciones en términos de vidas que se protegen. Somos los que nos alegramos más cuando se pone preso aquí a quienes les venden a nuestros jóvenes en nuestros barrios.
Entre mayo y junio de 2004 se encaró, desde la Subsecretaría de Atención de las Adicciones de Buenos Aires -que entonces funcionaba en el área de Salud-, un estudio sobre el total de pacientes en emergencias hospitalarias. El 76% de los asistidos como consecuencia de hechos violentos ingresó intoxicado por alcohol u otras drogas. Lo mismo se verificó en el 38% de los aprehendidos en comisarías, y se estimó que un porcentaje cercano al 60% de los episodios de violencia en calles y en hogares tenían el mismo factor común.
¿Qué tipo de sustancias se relacionan con estos ingresos hospitalarios y en qué medida? El alcohol fue la droga presente en el 76,9% de los asistidos; la cocaína (como clorhidrato), en el 20,5%; los tranquilizantes, en el 7,7%; las anfetaminas, en el 5,1%; el flunitrazepan y la marihuana, en el 2,6%. No debe confundirse este listado con el de peligrosidad de las drogas. La marihuana no es menos nociva que el tabaco; es que al ser una droga regulada, se consume 140 veces menos.
Nuestro país necesita rápidamente encontrar un equilibrio entre estos dos frentes: la persecución penal del tráfico internacional y lo que nos ocurre a nosotros con las drogas. Un ejemplo de este desencuentro es la discusión sobre la ley de desfederalización de drogas aplicada en la provincia de Buenos Aires desde 2004. Quienes la consideran desde la perspectiva de la persecución criminal tienen todo el derecho a cuestionar sus alcances, pero esta ley está basada en la protección de la salud. Desbaratar la venta al menudeo tiene efectos mucho más importantes sobre la salud de nuestra gente que detener un avión con 944 kilogramos de cocaína con destino a otros mercados. De ninguna manera puede considerarse "perejiles" a los que descerebran gente en nuestros barrios. Todos los países que exigen a la Argentina mejorar sus controles sobre el tráfico internacional de drogas aplican políticas internas que protegen prioritariamente a sus habitantes. Los datos aquí expuestos ponen de relieve que nosotros también debemos llegar a un acuerdo para hacerlo.
El autor, ex ministro de Salud de Buenos Aires, es director del Cedros/Isalud .
Diario "La Nación". Buenos Aires, Martes 23 de agosto de 2011
Cambios de estrategias para enfrentar el tráfico
Un
avión con casi una tonelada de cocaína que partió desde Ezeiza; un
velero con 445 kilogramos, fondeado en Olivos, y un camión con otra
tonelada cargada en Salta fueron tres situaciones que se dieron este
año. Las rutas de la droga y las formas de disimularla son múltiples.
Desde contenedores marítimos hasta simples envíos postales por correo
aéreo o las clásicas "mulas" que llevan la droga en el equipaje, pegada
al cuerpo o, incluso, dentro de él. Cada golpe al narcotráfico anula un
sistema de despacho, pero las redes mantienen sus capacidades. Y vuelven
a empezar.
En los últimos tres años fueron decomisadas, aquí o
tras su paso por el país, más de siete toneladas de cocaína provenientes
del colombiano cartel del Norte del Valle. Su sello son los vistosos
paquetes de colores que, según opinan las fuerzas de seguridad, exhiben
la porción de cargamento que toca a cada inversor. Hace quince días, ese
tipo de envoltorio fue descubierto en Inglaterra, en un velero de lujo
que había partido de España. Las autoridades británicas saben que buena
parte de la cocaína que se consume en Londres pasa antes por aquí. Pero
los destinos son variados. Líneas de investigaciones locales llegaron a
Rusia, Ucrania, Australia y China.Entrada, salida y mercado local son los tres componentes que toman en cuenta las autoridades. Cada eslabón tiene sus particularidades. El ingreso de droga en la Argentina -tanto cocaína como marihuana- tiene su epicentro en la frontera norte. Mucho se mencionan los vuelos ilegales, pero el traslado hormiga en ómnibus es uno de los métodos más usados.
Los vuelos ilegales tienen los callejones abiertos por la demora de más de 15 años en la radarización con sistema de seguridad. Los radares de control de tránsito aerocomercial no sirven para detectar aeronaves que no cooperan con su identificación, y sólo este año empezó un plan real para dotar de radares la frontera norte.
Los dos equipos móviles de la Fuerza Aérea desplegados en Posadas y Resistencia desde 2000 pasaron a ser usados, por obsoletos, sólo para ejercicios y cumbres. En esos lugares se instalaron radares fijos entregados por España, y el mes pasado se colocó en Santiago del Estero el primer radar militar fabricado por Invap. En 2014 se contará con los otros cinco equipos adquiridos a esa empresa nacional de capitales mixtos. El plan es ubicar esos radares en primera y segunda línea para un control no sólo del punto de irrupción en la frontera, sino también de las zonas de aterrizajes.
Seguridad dio la directiva de instalar, además, 20 radares de movimiento terrestre del Ejército, con la idea de observar vuelos a baja altura. La intención no es interceptarlos a partir de esos aparatos, sino contar con información que permita prever rutas ilegales. Análisis similares llevaron a Gendarmería a intentar hace unos días un golpe de mano contra una pista clandestina en Santiago del Estero. La avioneta embistió y provocó el derribo del helicóptero de la fuerza de seguridad.
Tropas especiales de Gendarmería y Prefectura fueron desplegadas, además, en la región norte con la asignación central de dar combate directo a los traficantes.
El sistema de control aéreo carece, por ahora, de aviones habilitados para disparar sobre aeronaves irregulares. El Gobierno no quiere una ley de derribo. Y hoy no cuenta con cazas en condiciones de hacerlo. Los Pucará no graban la secuencia de tiro y, sin un sistema de registro visual, no podría verificarse lo sucedido en el aire.
Fronteras adentro
En los casos de salida de drogas rumbo a otros mercados, en especial el europeo, las autoridades aceptan que es imposible revisar todos los contenedores en el puerto. Apuntan, en este caso, a realizar tareas de investigación sobre la base de perfiles. Y como forma de quebrar la lógica de arrestar sólo a los despachantes y transportistas, las autoridades políticas empezaron a fomentar las pesquisas con "entregas controladas".Esos sistemas de vigilancia, en los que se deja pasar la droga en procura de detectar toda la red detrás de los embarques, se usa regularmente con Chile e Italia. En el Gobierno reconocen que no son muchos los jueces federales que reciben con entusiasmo una propuesta de entrega controlada, pero confían en que se imponga esa forma de investigar en colaboración con la justicia de otros países.
El último punto en que empezó a trabajar el Gobierno fue en la represión del mercado local. El plan Cinturón Sur fue diseñado casi exclusivamente para desarmar los dos grandes "almacenes" de drogas en la Capital, ubicados en las villas 1-11-14 y Zavaleta. Para llegar allí, la marihuana y la cocaína recorren un largo camino desde la mochila que fue cargada en un ómnibus en Salta o el camión de mudanza que inició su camino en Misiones..
![]() |
| Diario "La Nación". Buenos Aires, Martes 23 de agosto de 2011 |

No hay comentarios:
Publicar un comentario