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martes, 15 de julio de 2014

AFGANISTAN. SOLDADO DE EE.UU. ACUSADO DE MATAR A 16 CIVILES. 2012-


Tensión entre Kabul y Washington / Nuevos detalles del horror

Tras la masacre de Afganistán: estrés y alcohol

El soldado acusado de matar a 16 civiles tenía secuelas de la guerra de Irak y había bebido
WASHINGTON.- Las dudas alrededor del soldado norteamericano acusado de masacrar a civiles afganos tienen en vilo a Washington y despiertan furia en Kabul. Pero lentamente se empieza a saber quién es y qué lo impulsó a matar a sangre fría a 16 personas en el pueblo que supuestamente debía cuidar.
"Fue una combinación de estrés, alcohol y asuntos domésticos. Simplemente, estalló." Así explicó al diario The New York Times un alto funcionario norteamericano que forma parte de la investigación sobre la matanza que despertó conmoción en todo el mundo, y complicó aún más las relaciones entre Afganistán y Estados Unidos.
Según precisó la fuente, que pidió anonimato, dos soldados admitieron haber tomado alcohol la noche de la matanza junto al sospechoso, que ayer fue identificado por otra fuente militar como el sargento Robert Bales. Los dos militares se enfrentan ahora a medidas disciplinarias, dado que está prohibida la ingesta de alcohol en las bases de la OTAN.
El estrés postraumático es otro de los motivos a los que apunta la investigación. Bales había servido tres períodos en la misión en Irak, en los que sufrió un traumatismo cerebral y otra grave herida en la pierna que le hizo perder parte de un pie.
Justamente por sus heridas de guerra, el soldado, de 38 años, se sorprendió en diciembre pasado cuando le anunciaron su nuevo destino, Afganistán. "No estaba muy emocionado de volver a ser desplegado'', dijo el abogado John Henry Browne, que informó a la prensa que fue contratado por la familia de Bales para hacerse cargo de la defensa. "Le dijeron que no iba a volver, pero después le dijeron que iba'', agregó, y señaló que la familia no estaba de acuerdo con el nuevo viaje.
A partir de la irrupción del abogado en los medios, la información sobre el soldado, que hasta anteayer se difundió con cuentagotas, comenzó a correr con más facilidad.
Bales presta servicio en las fuerzas armadas norteamericanas desde hace 11 años, después de los atentados a las Torres Gemelas del 11 de Septiembre. Actualmente está radicado cerca de la base Conjunta Lewis-McChord, en Washington, está casado y tiene dos hijos, de tres y cuatro años.
A pesar de que la prensa local apuntaba a problemas conyugales que atormentaban al soldado, su abogado se encargó de remarcar que se trata de "un matrimonio fabuloso".
Browne indicó que ya se reunió con la familia del acusado y que habló con su cliente anteayer, aunque no por mucho tiempo, por temor a que las líneas no fueran seguras. "No sabemos nada acerca de su estado de ánimo. No sabemos nada acerca de los hechos del caso, ni si se puede probar de lo que está acusado", dijo.
El abogado añadió que no tiene información sobre el supuesto consumo de alcohol, pero consideró que el estrés podría haber sido un factor influyente. "¿Quién no va a estar bajo estrés en un pequeño campamento en Afganistán con 20 personas en medio de la nada?", señaló.
El abogado también indicó que el día previo a la matanza, Bales vio cómo otro soldado de la base perdió una pierna, en un incidente que afectó a toda la base.

Pedido de justicia

Pese a las fuertes protestas en Afganistán, donde pedían un juicio local al acusado, el soldado fue trasladado el miércoles pasado a Kuwait, donde estuvo en prisión preventiva para garantizar su integridad. Ayer, en tanto, llegó a la única prisión militar de máxima seguridad norteamericana, en Kansas.
El sargento Bales es sospechoso de abrir fuego en los pueblos cercanos a su base en el sur de Afganistán en la noche del domingo pasado. Como consecuencia, murieron nueve niños, tres mujeres y cuatro hombres y luego habría quemado a algunos de los cuerpos.
El dramático episodio, que se produjo después de un polémico incidente de quema de ejemplares del Corán que involucró a soldados norteamericanos, complicó aún más la misión de Washington en esas tierras, desplegada desde 2001.
Ayer, en tanto, el presidente afgano, Hamid Karzai, acusó a Estados Unidos de no cooperar en la investigación de la masacre.
"Este comportamiento no puede seguir tolerándose. No reclamamos dinero, queremos justicia", dijo, tras reunirse en el palacio presidencial con familiares de las víctimas.
Los familiares, en tanto, insistieron que fueron al menos 15 soldados norteamericanos los que perpetraron la matanza, aunque no pudieron probar sus afirmaciones.
Agencias AFP, AP y EFE .

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