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miércoles, 3 de junio de 2015

EE.UU. (2013) Los republicanos han dejado de ser el partido de las empresas

iECO. Diario "Clarín". Bunos Aires, 6de octubrede 2013.

Los republicanos han dejado de ser el partido de las empresas

PERJUICIOS EN EL PBILos costos de detener la actividad estatal en EE.UU. repercuten sobre las empresas y ponen en riesgo la incipiente reactivación.
  • BLOOMBERG NEWS

TT.J. Gentle, CEO de Smart Furniture, una mueblería online de Chattanooga, tiene 250 empleados, sus ventas crecieron 25% este año y estaba planeando contratar más gente... hasta que el ala dura republicana forzó la paralización del gobierno el 1° de octubre.
Gentle es la encarnación del pragmatismo empresarial moderado: votó a Obama para presidente y a un republicano para senador, divide sus donativos entre los dos partidos, y prefiere que los cargos estén repartidos entre ambos para que haya más control. Pero, así como su plan de contratar, esto también podría cambiar a causa de la parálisis del Estado. “Es como si los representantes republicanos estuvieran haciendo atentados suicidas contra la economía del país”, dice.
Smart Furniture y otras muchísimas empresas ya sienten el impacto del cierre. La Administración Federal de la Vivienda está con menos empleados, lo cual hará lentas las aprobaciones de créditos. “Eso afecta directamente a la construcción y los materiales”, dice Gentle. “Y también a nosotros, ya que una casa nueva es el motivo número uno para compras de muebles”.
Las grandes empresas, que por lo general se inclinan hacia el Partido Republicano, no están menos frustradas. Es difícil encontrar una organización más allegada al Partido Republicano que la Cámara de Comercio de EE.UU. En 2012 la entidad gastó US$35.657.029 en las elecciones federales, según el Center for Responsive Politics. Sólo US$305.044 fueron en apoyo de los candidatos demócratas.
Todo ese dinero garantiza una atención especial cuando la Cámara quiere algo de los republicanos, pero no garantiza que le hagan caso. El 1º de octubre, los republicanos de la Cámara de Representantes ignoraron los pedidos de la entidad empresarial de que el gobierno siguiese funcionando. La paralización le cuesta a la economía US$300 millones diarios, según la consultora IHS, y ésa es una de las varias señales que sugieren que el viejo adagio “los republicanos son el partido de los negocios” ya no rige. Desde el secuestro fiscal hasta la negativa a reformar las leyes de la reforma inmigratoria y el cierre parcial del gobierno, además el enfrentamiento en ciernes por el techo de la deuda cuando la facultad del endeudamiento expire el día 17, las acciones del Partido Republicano han empañado la relación con uno de sus socios más valiosos: la comunidad empresaria.
“Un cierre de la Administración es disruptivo desde el punto de vista económico y crea aún más incertidumbre respecto de la economía estadounidense”, dice R.Bruce Josten, vicepresidente de asuntos gubernamentales de la Cámara. En los últimos años la seguidilla de crisis de presupuesto perpetradas por los republicanos ha dañado el crecimiento económico al reducir el gasto y aumentar la incertidumbre. “Estimamos que la presión fiscal generada por las políticas públicas federales fue de 1% el año pasado y 1,8% este año”, señala Dean Maki, economista jefe en Estados Unidos para Barclays (BCS).
El cierre se sumará a esos costos. Un informe de Goldman Sachs del 2 de octubre estima que el crecimiento se reducirá, en una base anualizada, 0,2 puntos por semana, lo que significa que si el gobierno quedase paralizado durante cinco semanas, caerían un punto las estimaciones para el cuarto trimestre del PBI de EE.UU. Dice Gentle: “Cada segundo que se prolonga el cierre empuja cada vez más lo que es una recuperación débil hacia la una recesión “Los republicanos no son más el partido de los negocios”, sostiene Robert Shapiro, titular de la firma de asesoría económica Sonecon. “Son el partido del antigobierno”.
El creciente sentimiento antigobierno dentro del Partido Republicano no siempre choca con los deseos del sector empresario, especialmente en cuestiones como la regulación. Pero el cierre y el techo de la deuda son temas en los que sí entran en conflicto, y la falta de voluntad de los legisladores republicanos de modificar eso pone de relieve la merma de su influencia entre los aliados empresarios tradicionales. Cuando Associated Press le preguntó si sabía de grupos empresarios que estuvieran inquietos por el impacto económico de una paralización, el representante republicano de California, Dana Rohrabacher, respondió: “No. Y nada cambiaría si lo hicieran”.
Una cruel ironía de la última crisis es que la economía estadounidense había comenzado a recobrar bríos. El 1º de octubre, la Asociación de Electrónica para el Consumidor pronosticó que las ventas minoristas iban a subir un 4%, a US$738.000 millones para Navidad. “Cuanto más se prolongue, más probabilidad de un impacto significativo en las ventas minoristas”, afirma Shawn DuBravac, economista jefe de la entidad. El mayor temor entre los economistas y empresarios es otro sobresalto por el techo de la deuda o, peor, un default. En los meses posteriores al último susto por el tope de la deuda, en julio de 2011, la confianza del consumidor se desplomó, el índice S&P 500 cayó casi 20%, y Standard & Poor’s (MHFI) bajó la nota crediticia de EE.UU.
“Cuando empezó a hablarse de un cierre, la percepción entre la gente de negocios que conozco es que se trataba de otro típico asunto de Washington”, dice el mueblero Gentle. “Ahora dicen: ‘Esto realmente está entorpeciendo el funcionamiento de mi negocio’”.

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