Jueves 05 de septiembre de 2013
Tras la crisis por el espionaje, EE.UU. analiza apoyar un viejo reclamo de Brasil en la ONU
Respaldaría su pedido para ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad
RÍO
DE JANEIRO.- En un intento de recomponer las relaciones con Brasil tras
la embarazosa revelación de que los servicios de inteligencia de
Washington interceptaron las comunicaciones personales de la presidenta
Dilma Rousseff, la administración de Barack Obama consideraría respaldar
las aspiraciones de Brasil para ocupar un asiento permanente en el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
"Es algo que se viene
analizando desde que estalló el escándalo. Serviría para aplacar la
indignación del gobierno brasileño y crearía un mejor ambiente para la
visita de Estado que realizará Dilma a Washington en octubre",
confirmaron a LA NACION fuentes diplomáticas brasileñas que pidieron el
anonimato.El domingo pasado, el periodista estadounidense Glenn Greenwald, experto en temas de seguridad del diario británico The Guardian y radicado en Río, mostró a la cadena brasileña Globo documentos secretos de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), que indicaban que las llamadas telefónicas, los mensajes de texto y los mails de la mandataria habían sido blanco del espionaje de Estados Unidos, así como las comunicaciones del entonces candidato mexicano Enrique Peña Nieto. Los documentos le fueron filtrados por el ex agente de la NSA Edward Snowden, hoy refugiado en Rusia.
El gobierno brasileño convocó al embajador de Estados Unidos en Brasilia, Thomas Shannon, y en duros términos exigió a Washington explicaciones por escrito antes del fin de esta semana, cuando Rousseff y Obama participarán de la cumbre del G-20 en San Petersburgo. Sin embargo, en ambas administraciones se sabe que ninguna aclaración será suficiente y que sólo un gesto político significativo lograría superar la tensión. Las ambiciones de Brasilia de obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad son de larga data, y aunque Estados Unidos se ha mostrado abierto a la ampliación del máximo órgano de decisión en la ONU para que refleje el nuevo mapa del poder mundial, nunca expresó en forma explícita su respaldo a Brasil, como sí lo hizo con la India en 2010.
"El principal defensor de la medida es el vicepresidente Joe Biden, que ya venía actuando junto al Palacio del Planalto, habiendo llamado a Dilma después del estallido del escándalo de espionaje en julio, antes, sin embargo, de la revelación de que el caso involucraba a la propia presidenta", señaló ayer el diario Folha de S. Paulo.
Obama no sólo quiere salvar la visita de Estado de Rousseff a Washington. También está interesado en que la tensión no termine por alejar al gobierno brasileño de comprar 36 cazabombarderos F/A-18 a la empresa estadounidense Boeing, un negocio de unos 5000 millones de dólares por el que también compiten Francia y Suecia.
En tanto, luego de que el Senado brasileño estableció anteayer una comisión especial para investigar las denuncias de espionaje de Estados Unidos a Rousseff, ayer la policía federal apuntó que pretende interrogar a Snowden por el caso, ya que es él quien puede brindar datos más concretos. Por su parte, la comisión especial del Senado pidió que se brinde protección policial a Greenwald, así como a su novio brasileño, David Miranda, que el mes pasado fue demorado e interrogado por nueve horas en el aeropuerto de Londres, donde le incautaron su computadora.
Cuando Snowden destapó la amplia red de espionaje estadounidense alrededor del mundo, el ex agente pidió asilo en varios países, pero Brasil prefirió no responder a la solicitud para no entrar en conflicto directo con Washington. Ahora, Brasilia podría llegar a cambiar de opinión si el gobierno de Obama no diera pasos en la dirección correcta..
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