China, primera potencia comercial
IECO Diario "Clarín". Buenos Aires, 28 de diciembre de 2014.
MIRADA GLOBAL“La competencia mundial no gira ya en torno a los productos, sino que está centrada en la atracción de capital”- Jorge Castro ANALISTA INTERNACIONAL
En 2012 y 2013, el comercio internacional
creció menos que el PBI global, y es la primera vez que esto ocurre en
la era de la globalización. En 2013, el intercambio global aumentó 2,5%,
mientras que el producto mundial se expandió 2,9%; y esta proporción
repitió lo ocurrido en 2012.
En las tres décadas iniciales de la globalización, la regla ha sido que el comercio internacional crecía el doble que el producto (2:1), lo que significa que entre 1980 y 2011 el intercambio global de bienes y servicios se expandió a un promedio de 7% por año y la tasa de expansión del PBI ascendió a 3,4%.
En la historia del desarrollo capitalista desde la Revolución Industrial (1780-1840), la única etapa en la que el comercio global se expandió a un ritmo menor que el producto fue entre 1913 y 1950, cuando se desencadenaron dos guerras mundiales y se desató la Gran Depresión de la década del 30. En ese período (1929-1939), el comercio internacional se desplomó más de 40%, sobre todo en los años críticos de 1929 / 1932.
En los últimos tres años hay un crecimiento de excepción en la inversión directa (IED) de las empresas transnacionales, que se expandió 10,9% en 2013 (US$ 1.460 millones) y una cifra semejante en 2012.
El principal destino de la IED tras la crisis global 2008-2009 ha sido el mundo emergente (54% del total), y Asia-Pacífico atrajo 40% de esa cifra, encabezada por China, que en este período ha superado a Estados Unidos como la mayor recipiente de la inversión transnacional (US$ 180.000 millones en 2013, que este año serían US$ 20.000 millones).
Las partes y componentes importados representaban 60% de las exportaciones chinas en 1993, y este año han caído a 28%, nítida tendencia descendente. Al mismo tiempo, la República Popular se ha convertido en la primera potencia comercial del mundo, tanto en importaciones como en exportaciones, y con una relación comercio internacional/PBI que asciende ahora a 75% y la ha transformado en el país más integrado y abierto del proceso de globalización.
Esta disminución de los componentes importados en las ventas externas muestra que China ha modificado su posicionamiento en las cadenas globales de producción, y ha dejado de ocupar el segmento final de ensamblaje del conjunto. Se ha trasladado ahora a la cabeza del sistema a través de nuevas industrias de alta tecnología que la colocan en el eje del proceso global de integración industrial, y ya no más en sus márgenes.
Casi 40% de las exportaciones chinas son ahora productos (bienes de equipo y de capital) de alta tecnología; y las empresas transnacionales responden por más de 90% de esas ventas externas; y utilizan para ello los 1.400 laboratorios de tecnología avanzada de que disponen en China (serían 4.000 o más en 2030), encabezadas por Microsoft, Cisco, Facebook, entre otros.
La caída del comercio internacional en relación al producto revela una nueva fase de la globalización, en la que la inversión es más importante que el comercio, sobre todo si se trata de capitales tecnológicamente intensivos, que modifican el posicionamiento de los países que los reciben en las cadenas globales de producción y en la escala de valor agregado.
La clave no está ahora en la disminución de las tarifas, sino en la creación de condiciones domésticas para recibir el nuevo tipo de inversiones.
La competencia mundial no gira ya sobre los productos, sino que está centrada en la atracción de capital (abstracto, intangible, sinónimo de “inteligencia colectiva”).
El total de las exportaciones mundiales era 20% del PBI global en 1995, 25% en 2005 y 30% en 2008, pero esta proporción creció en China dos veces más: pasó de 23% a 39%, encabezadas por las de alta tecnología y mayor valor agregado, resultado de la intensificación creciente del capital en su estructura productiva.
Hay una nueva etapa en la historia del mundo, y la globalización ha adquirido un rostro distinto.
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PERSPECTIVAS DEL GIGANTE ASIÁTICO PARA EL AÑO 2015.
En las tres décadas iniciales de la globalización, la regla ha sido que el comercio internacional crecía el doble que el producto (2:1), lo que significa que entre 1980 y 2011 el intercambio global de bienes y servicios se expandió a un promedio de 7% por año y la tasa de expansión del PBI ascendió a 3,4%.
En la historia del desarrollo capitalista desde la Revolución Industrial (1780-1840), la única etapa en la que el comercio global se expandió a un ritmo menor que el producto fue entre 1913 y 1950, cuando se desencadenaron dos guerras mundiales y se desató la Gran Depresión de la década del 30. En ese período (1929-1939), el comercio internacional se desplomó más de 40%, sobre todo en los años críticos de 1929 / 1932.
En los últimos tres años hay un crecimiento de excepción en la inversión directa (IED) de las empresas transnacionales, que se expandió 10,9% en 2013 (US$ 1.460 millones) y una cifra semejante en 2012.
El principal destino de la IED tras la crisis global 2008-2009 ha sido el mundo emergente (54% del total), y Asia-Pacífico atrajo 40% de esa cifra, encabezada por China, que en este período ha superado a Estados Unidos como la mayor recipiente de la inversión transnacional (US$ 180.000 millones en 2013, que este año serían US$ 20.000 millones).
Las partes y componentes importados representaban 60% de las exportaciones chinas en 1993, y este año han caído a 28%, nítida tendencia descendente. Al mismo tiempo, la República Popular se ha convertido en la primera potencia comercial del mundo, tanto en importaciones como en exportaciones, y con una relación comercio internacional/PBI que asciende ahora a 75% y la ha transformado en el país más integrado y abierto del proceso de globalización.
Esta disminución de los componentes importados en las ventas externas muestra que China ha modificado su posicionamiento en las cadenas globales de producción, y ha dejado de ocupar el segmento final de ensamblaje del conjunto. Se ha trasladado ahora a la cabeza del sistema a través de nuevas industrias de alta tecnología que la colocan en el eje del proceso global de integración industrial, y ya no más en sus márgenes.
Casi 40% de las exportaciones chinas son ahora productos (bienes de equipo y de capital) de alta tecnología; y las empresas transnacionales responden por más de 90% de esas ventas externas; y utilizan para ello los 1.400 laboratorios de tecnología avanzada de que disponen en China (serían 4.000 o más en 2030), encabezadas por Microsoft, Cisco, Facebook, entre otros.
La caída del comercio internacional en relación al producto revela una nueva fase de la globalización, en la que la inversión es más importante que el comercio, sobre todo si se trata de capitales tecnológicamente intensivos, que modifican el posicionamiento de los países que los reciben en las cadenas globales de producción y en la escala de valor agregado.
La clave no está ahora en la disminución de las tarifas, sino en la creación de condiciones domésticas para recibir el nuevo tipo de inversiones.
La competencia mundial no gira ya sobre los productos, sino que está centrada en la atracción de capital (abstracto, intangible, sinónimo de “inteligencia colectiva”).
El total de las exportaciones mundiales era 20% del PBI global en 1995, 25% en 2005 y 30% en 2008, pero esta proporción creció en China dos veces más: pasó de 23% a 39%, encabezadas por las de alta tecnología y mayor valor agregado, resultado de la intensificación creciente del capital en su estructura productiva.
Hay una nueva etapa en la historia del mundo, y la globalización ha adquirido un rostro distinto.
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PERSPECTIVAS DEL GIGANTE ASIÁTICO PARA EL AÑO 2015.
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